sábado, 17 de julio de 2010

CAPITULO 10

CAPITULO 10

BELLA’S POV




Orlandini, you will always be in my heart... we're going to miss you! Love you!
Li



El martes temprano, Jimmy me llamó antes de que lo hiciera Angela. Aparecieron fotos nuevas con Edward del día que salimos a cenar y esta vez habían hecho su trabajo investigando.


"El 'amigo' de Bella Swan tiene nombre y apellido y es Edward Cullen que es el cuñado de Rosalie Hale, su mejor amiga (todo queda en familia ¿no Bella?) y es un importante ingeniero que recién ha regresado a nuestro país después de varios años de estadía en Alemania. Se les ha visto juntos en un par de fiestas en un exclusivo club y el domingo cenando muy románticos en un lugar argentino del cual salieron abrazados como lo podemos ver aquí. Bella ¡Felicidades! ¡Tú si que te los buscas guapos!

"Edward Cullen es el nombre del afortunado que se ha robado el corazón de Bella Swan pero, ¿Sólo el corazón?

"¡Uno de los solteros más perseguidos de Alemania por fin cayó!, Las imágenes no mienten, Bella Swan lo atrapó!"

¡Vaya! Esto si que estaba resultando un dolor de cabeza. Si antes pensaba que Edward podría asustarse con las fotos del día anterior, con éstas huiría corriendo de nuevo a Alemania, lo más lejos que pudiera alejarse de mi.

Las llamadas no se hicieron esperar. Me llamo Jake disculpándose por las otras fotos pero obviamente el no tenia culpa alguna y se lo hice saber muy claro, él antes que cualquier cosa, era mi amigo así que las disculpas entre nosotros estaban de más ahora.

Luego una de las dos llamadas más temidas que esperaba no tardo en llegar.

--Hola papá – murmuré.

--¿Debo creer algo de esto Isabella? – mi padre nunca me llamaba así a menos que estuviera enojado.

--Solo somos amigos papá, a Jake ya lo conoces bien y Edward es el hermano del novio de Rose, sólo eso, créeme – le pedí.

--Ese Edward te estaba abrazando.

--Si, pero ¡es un abrazo de amigos! – empecé a desesperarme – papá ceo que debes de dejar de creer todo lo que lees, por salud mental.

--De acuerdo, por mi salud mental, evita que te fotografíen así – su tono fue frío - ¿Estamos?

--Si Char… papá – corregí – lo haré.

--Cuídate en Italia – y colgó.

Mi madre no tardó mucho en llamar tampoco y esta vez me asombró su comprensión, me dijo que me creía y que ya sabia como eran las revistas, sólo esperaban un buen ángulo para sacar una imagen que les diera pie a una historia. Y que razón tenía. ¿O no?

La llamada de Rosalie nunca llegó y eso sí era difícil de entender. Esperaba que me llovieran mil preguntas y reclamos ‘por no decirle’ que salía con Edward, pero preferí que se mantuviera a raya, aunque sea mientras pensaba muy bien que hacer.

Por la tarde, tal y como estaba programado, viajamos a Italia. Después de casi 8 horas de vuelo estábamos cansados y desesperados por llegar al hotel en Roma. Necesitaba dormir ya que la diferencia de horario, como siempre, me pasaba la factura.

El hotel era muy hermoso. Los pisos de mármol claro nos recibieron al igual que los enormes óleos colgados en las paredes detrás de la recepción y antes de que pudiera darme cuenta ya estaba en mi habitación a punto de caer rendida en la cama. Como pude camine al baño y me cepillé los dientes y me lavé la cara, me desvestí y me metí bajo las sábanas.

Estaba muy cansada pero eso no me impidió soñar y con quién menos imagine que me acompañaría esa noche… soñé con Edward Cullen, mirándome atrevido, retándome, seduciéndome con su verde mirada, con esos ojos posesivos que me lo decían todo sin hablar, me ordenaban hacer lo que el quisiera, que me pedían que me tocara como el quería, que pasara mis manos por mis muslos, mis caderas, mi cintura, mi pecho. Que me acariciara los senos y los masajeara como él ya lo había hecho antes para que se tensaran e irguieran y yo pidiera a gritos su boca en ellos y sus dientes mordiendo ligeramente, que gimiera llamándolo, implorando que me tocara mis senos, mi vientre, mi sexo… y yo quería que terminara con esa dolorosa espera para sentir su cuerpo contra el mío, rozándolo, frotándose en mi, besándome apasionadamente y haciéndome suya. Retorciéndome de placer bajo su cuerpo, enrollándome en él, mis piernas alrededor de sus caderas, esperándolo impaciente, arqueándome para el…

Un timbre de teléfono muy insistente me despertó. No quería moverme, hacia frío y la cama tibia no me ayudaba a querer abandonarla. Estiré la mano buscando a tientas la bocina del teléfono que tanto ruido hacia.

--Diga – contesté aún medio dormida.

--Levántate ya floja, hay que trabajar – era la voz de mi conciencia.

--Buenos días Choo.

--Dime por favor que ya echaste una mirada a tu alrededor – Jimmy casi chillaba emocionado.

--Aún no, no tengo el valor para salir de la cama.

--Pues respira hondo y empieza a abrir tus ojitos. Anda, anda ábrelos ya – me animó.

--Por favor, ¡Dame tiempo!

Sin ganas, saqué mi cabeza debajo de las sabanas y lentamente abrí primero un ojo y lo que ví borroso me hizo abrir el otro muy rápido y frotarlos ambos con la mano que me quedaba libre.

--¡Por Dios! Esto es hermoso – dije observando mi habitación.

--Por estas pequeñas cosas le estoy agradecido a Dios por trabajar contigo. Por favor Bella, ¡Nunca me despidas! - nos echamos a reír como locos.

--Ven Choo, desayunemos aquí, no tardes.

Salí de darme un baño envuelta en una mullida y calientita bata del hotel y en la cabeza llevaba una toalla sobre mi cabello mojado. El desayuno ya estaba ahí, olía delicioso. Nos sentamos a la mesa y me quede observando a Jimmy.

--¿Cómo le haces Jimmy? – le pregunté y me miró confundido.

--¿De que hablas?

--Mírate, apenas son las ocho de la mañana y estás perfectamente bien vestido, de la cabeza a los pies, ¡Inmaculado!

--Ah, eso – enarcó una ceja y me contestó – las divas así somos Darling, deberías saberlo ya.

--Choo, la mayoría de los días preferiría usar un uniforme y no tener que pensar en que ponerme para verme bien – las palabras salieron de mi boca sin pensar.

--¿Bella? – Jimmy frunció el ceño y me miró.

--Anda, vamos ya, ¿Qué tenemos que hacer hoy? – cambié el tema.

Nuestro viaje a Roma tenia varios objetivos. Uno de ellos era hacer la sesión de fotos para la campaña publicitaria del hotel dónde nos hospedábamos. Era un hotel recién adquirido por una importante cadena y lo habían remodelado y decorado con el mas exquisito gusto y sofisticación.

Estaba situado en la cima de las siete Colinas de Roma y ofrecía una magnífica vista de toda la Ciudad Eterna y desde su habitación se podía ver la Cúpula de la Catedral de San Pedro. Las habitaciones eran muy grandes, decoradas en tonos pasteles con muebles de madera, valiosos tapíces y mármol italiano, pero eso era lo menos. En la suite del penthouse habían colgadas en las paredes valiosas obras de Andy Warhol y los sofás, de estilo palaciego, eran los mismos que Karl Lagerfeld escogió para su casa parisina y yo saldría en las fotos de esa ‘pequeña’ campaña publicitaria.

El trabajo en el hotel iba a durar unos cinco días. Generalmente no duraba tanto hacer unas fotos para una campaña, pero prácticamente querían fotos de cada rincón del hotel y como nos estaban consintiendo mucho, no importaba tanto.

Me maquillaron y peinaron en otra habitación mientras Jimmy hablaba con una de las personas encargadas y se ponían de acuerdo en algunos detalles. Ese primer día trabajamos en las habitaciones y en los balcones. No fue tan cansado como pensé ya que era una producción bien organizada y a media tarde estábamos libres, así que sin pensarlo dos veces me cambié y salimos del hotel.

Estábamos caminando por la ‘Vía Veneta’ y estaba muy emocionada porque era la primera vez que en realidad paseaba tranquila conociendo Roma como cualquier turista. Siempre que había estado ahí, tenía el tiempo contado y así nunca me dieron muchas ganas de ir a conocer como lo estaba haciendo ahora.

Antes de que Jimmy sugiriera algún lugar para visitar primero, elegí esa vía ya que mi madre siempre me contaba que la abuela siempre soñaba con ir a Roma especialmente para recorrerla ya que Federico Fellini siempre hablaba de ella y la inmortalizó en sus películas. Así que ahí estaba, paseando en la ‘Vía Veneta’ observando sus cafés, sus tiendas pequeñas y sus elegantes jardines. Era una avenida muy hermosa y creo que por ese motivo Jimmy ni se quejó de no haber ido esa tarde de compras.

Al día siguiente, las fotos se tomaron en ambas albercas y junto a algunas obras de arte. Por la tarde Jimmy decidió a dónde ir y obviamente me arrastro a la ‘Piazza de Spagna’, de compras. En los alrededores de esa plaza se encontraban las tiendas de las mejores marcas, así que no tardó ni un segundo en lanzarse sobre su objetivo. Ambos compramos para nuestras madres y yo compré algunas cositas para mi.

--¡Bella! – oí que gritó mi nombre y me giré a buscarlo.

--Bella mira, es precioso para ti – tenia en las manos un vestido Armani muy hermoso.

--En verdad es muy lindo – dije tranquila.

--Tienes que comprarlo – ordenó.

--No Choo, tengo algunos vestidos en mi clóset, créeme – sonreí un poco sarcástica.

--Claro, nada estaría mejor que repitieras un vestido para el baile benéfico de este año, te verás preciosa si te pones el vestido rosa tan lindo, ¿ya sabes? El que te queda tan bien, el de Max Azria – se burló – ¡Te van a dar dinero a ti para que no te pongas un vestido repetido!

Había olvidado ese baile. Jimmy tenía razón, el baile era a finales de enero y ya no tenía mucho tiempo como para pensar en qué quería usar esa noche, así que lo tomé y me lo probé.

El vestido era sencillamente hermoso y me quedaba bien. Después de contar con la absoluta aprobación de Jimmy y por supuesto, la mía, lo compré.

--Bueno, ahora si, ¿Ya podemos ir a cenar?

--Si, ¿Qué se te antoja? – sonreí ya que sabia que eligiría.

Il Trastevere, era un barrio famoso por sus angostas calles y por ser uno de los puntos de reunión de los jóvenes los fines de semana. También por las muchas ‘trattorias’, así que nos sentamos en una de ellas y pedimos espaguetis. Había sido un buen día tanto en el trabajo como por la tarde así que sin remordimientos, devoramos nuestra cena.

El lunes fue nuestro último día de trabajo en Roma y nuestro siguiente punto era Florencia en dónde haría unas fotos para el 'prêt-à-porter' de la revista Hola. Nos instalamos también en el mismo hotel dónde se haría la sesión y empezamos a trabajar esa misma tarde con unas fotos en el jardín del hotel. Al día siguiente continuamos trabajando en la ‘Royal Suite Della Gherardesca’. Era algo impresionante, la habitación más hermosa que había visto, no tenia palabras para describirla. A mi madre le encantaría, así que le pedí a Jimmy tomara algunas fotos para mí de la suite y después de todo el hotel, que era sencillamente de ‘cuento’.

El viernes muy temprano, dejamos Florencia y nos dirigimos a nuestro punto final, el ‘lago Como’. Ahí se tomarían las últimas fotos para la revista y ese seria el último trabajo del año para Jimmy y para mi. Después nos tomaríamos varios días por las navidades y el año nuevo y regresaríamos para trabajar en Berlín en la semana de la moda.

Por la tarde y parte de la noche se hicieron tomas con algunos cambios y con cada uno de ellos el obligatorio cambio de maquillaje y de peinado. Los vestidos eran muy hermosos y me sentía muy bien envuelta en ellos. La sesión fue única, la ropa muy linda, el fotógrafo y el equipo muy divertidos y atentos y la locación inmejorable con esos paisajes maravillosos que te transportaban a otra época.

El sábado fue un poco mas pesado. Trabajamos todo el día al aire libre y el sol estaba muy fuerte pero se consiguieron las fotos tal y como el fotógrafo las quería, en un muelle de madera y después en un bote. Por la noche los jardines bordeados de cipreses fueron el marco perfecto para las úlltimas fotos y por fin terminamos.

El domingo regresamos a Roma para tomar el vuelo a Nueva York el lunes por la mañana. Estábamos agotados y por la noche no sabíamos como empacaríamos todo lo que compramos. Por la mañana me levante, me di un baño y me vestí con unos jeans por supuesto, una blusita blanca y un abrigo azul que estaba estrenando. Me hice una coleta y me puse gloss en los labios y mis lentes oscuros, como siempre.

Nos llevaron al aeropuerto y nos registramos a tiempo así que fuimos tranquilamente a la sala de espera de primera clase y me detuve en una tienda al ver otra foto mía con Edward dónde aseguraban que nuestra relación era tan cierta que su padre que era doctor, me había atendido de emergencia en la madrugada por un percance que había sufrido en una locación y que Edward tan preocupado, siempre se mantuvo a mi lado, según había contado una fuente del mismo hospital.

Tuve que respirar hondo y despacio al leer esta revista. Era el colmo, ¿Cómo es que podían saber tanto?

--No le des importancia Bella, no te amargues – Jimmy intentaba tranquilizarme pero yo estaba demasiado molesta.

--Si claro, sólo voy a esperar para saber que me inventaran mañana – dije entre dientes.

--Pues esto tiene algo de verdad, ¿No? No te enojes, sólo digo las cosas como son.

--Vámonos, no quiero seguir leyendo estupideces – dejé la revista y me encaminé a la sala de espera.

El vuelo se me iba a hacer eterno. Comí todo lo que me ofrecía la sobrecargo y eso era una clara muestra de nerviosismo y ansiedad.

--Haber, cuéntame que es lo que te molesta en realidad de esto – Oh Dios, Jimmy me quería hacer hablar y tenía ocho largas horas para tratar de analizar mis pensamientos.

--Ni yo misma se bién Choo, no sé porqué me siento tan ‘frustrada’.

--¿Frustrada? – entrecerró sus ojos azules - Ya entiendo, porque quieres algo que claramente te han dicho que no podrás tener – Jimmy se había equivocado de profesión, había dicho en una sencilla oración lo que yo aún trataba de poner en claro en mi mente.

Lo miré por unos segundos sin decir nada, solo tratando de reajustar algunas locas ideas.

--Si, él me ha dicho muy claro que es lo que no quiere, pero en esas cosas que no quiere no me ha mencionado a mi – sentí que se prendió un foquito en mi cabeza y empecé a organizar mis ideas locas.

--¿En que estás pensando? – me preguntó intrigado.

--Choo, creo que voy a intentarlo – dije sonriendo – no tengo nada que perder y si mucho que ganar.

--Oh no Isabella, ¿No te has fijado bien? – abrió mucho los ojos – estás muy equivocada, tienes muy poco que ganar, estas advertida, el ya te lo ha dicho dos veces, ¿Qué más quieres? Y además déjame decirte que lo que perderías es muy valioso, seria muy doloroso y no es un producto renovable fácilmente. Sufrirías mucho, piénsalo.

--Recuerda lo del arma de doble filo Bella porque de verdad que no me gustaría nada verte perder.

--Lo haré – dije decidida – no puedo ir por la vida evitando que me rompan el corazón, necesito vivir todo, lo bueno y lo malo. Vivir las experiencias que te forman como persona Jimmy, necesito tener personalidad, no ser la muñequita que visten y peinan. Además tú mismo me dijiste que alguien tenía que abrirle los ojos ¿Qué pasó con eso?

--Lo sé, creo que hable de más y me arrepiento, créeme. Edward es un hombre que ha vivido lo suyo y tú eres una novata y en pañales. No es una posición nada alentadora para ti. Las apuestas no están de tu lado.

--Sé lo que quiero y voy a hacer lo que tenga que hacer para obtenerlo – le aseguré – y si fallo, ya sabré que es tener roto el corazón y como reaccionar para la próxima vez.

--¿La próxima vez? – bufó.

--¡Tenme un poquito de fé! – le pedí mientras me daba vuelta en mi asiento y le daba la espalda terminando la conversación.

Entre cacahuates, galletas y un sandwich enorme y por cierto no muy malo, llegamos a Nueva York. Tom nos esperaba y nos llevó a mi apartamento junto con todo el exceso de maletas que llevábamos. Me despedía de Jimmy ya que no nos veríamos hasta después del año nuevo. No se había ido y ya lo extrañaba.

--Te voy a extrañar Choo – hice un puchero.

--Yo también Bella – hizo una mueca y me abrazó – ¿Podrás sobrevivir sin mi?

--No creo, pero lo intentaré – lo apreté muy fuerte.

--Pásala bien y no tomes decisiones aventuradas ¿De acuerdo?

--Si, ¿Me llamarás todos los días? – pregunté antes de dejarlo ir.

--¡Claro! Para que me platiques todo lo que harás estos días – se burló y yo me reí.

Tom lo llevó a su casa y antes de meterme en la cama, fui a buscar algo para comer a la cocina. Dormí muchas horas y desperté ya muy tarde esa noche. Me di un baño y empecé a desempacar todo lo del viaje y a sacar los regalos que había comprado para envolverlos. No soy muy hábil con las manos así que decidí llevarlos a que los envolvieran por mi aunque lo pensé varias veces. Era 23 de diciembre y todas las tiendas, centros comerciales y todos los lugares donde se vendiera algo estarían a reventar, pero no me quedó más remedio que armarme de valor y de mis lentes oscuros y salir con todos mis regalos.

Para mi suerte, Tom estaba ahí, el era de la ciudad y no tenia ningún apuro en salir, así que tuve ayuda y compañía casi todo el día. Terminamos con los regalos y no tuve problemas con ellos en el centro comercial, antes de la hora que tenia pensada, ya estaban listos. Eran casi las cinco de la tarde cuando me decidí y le indiqué a Tom a dónde quería que me llevara.

Cuando atravesamos esas rejas altas casi tenía el corazón en la boca, detenido. Miré hacia el garage y hacia la entrada y no había señales de él. Esa visita debía de ser muy rápida por mi propio bien. Me bajé y Tom me dió el regalo que estaba en la parte trasera del auto. Subí los tres escalones, toqué la puerta y obtuve rápido una respuesta. Carlisle abrió y al verme sonrió saludándome con un beso en la mejilla y llevándome hacia el salón.

--Bella, ¡Que gusto verte! ¿Cómo has estado? Cuéntame – me invito a sentarme – ¿Qué dice tu aventurado trabajo?

--Todo muy bien, gracias – respondí muy tranquila.

--Los chicos no están, ya sabes, las compras de última hora, pero Esme no tarda nada.

--¡Hola Bella! Que bueno verte hija, ¿Cómo has estado?

“¿Hija?” la palabra me pegó en seco.

--Muy bien, apenas regresando de Italia, de trabajo – agregué – mañana temprano me voy a pasar la navidad con mi padre, pero no quise irme sin traerles un pequeño regalo y pedirles una disculpa por lo de los últimos días.

Bajé la mirada evitando ver en sus rostros alguna señal de disgusto.

--¡Ni lo digas!, comprendemos como son esas cosas y no les tomamos importancia – Carlisle me dijo tranquilo.

Aliviada me giré al sillón y le entregué una caja grande envuelta en papel blanco con destellos dorados y un gran moño encima. Esme lo tomó y lo dejó a un lado y se acercó a mi para abrazarme muy fuerte.

--¡Bella!, no tenias porqué – dijo dulcemente – es lindo de tu parte.

--Me han tratado tan bien que es lo menos que podía hacer – sonreí – te he sacado a media noche para ir a verme Carlisle.

Dije y nos reímos al recordarlo. Esme se sentó junto a la caja y comenzó a romper la envoltura y pronto vio lo que había dentro. Carlisle se acercó y sacó la imagen que pesaba un poco. Al verla completa ya fuera de la caja, Esme se llevo una mano a la boca y ví por su expresión que le había gustado. Era una imagen en relieve de la Sagrada Familia tallada en mármol blanco.

--¡Es preciosa Bella! Gracias.

--Es el regalo perfecto Bella, gracias – dijo Carlisle.

La ví y no pude evitar pensar que era justo para ustedes y recordé la tarde que pasé el día de Acción de Gracias, en familia. No resistí en traérselas, por el significado que tiene – me mordí el labio.

--Bueno – dije empezando a despedirme – tengo que irme, se hace tarde.

--¡Oh lo olvidaba! – saqué de mi bolso un sobre blanco sellado con cera – esto viene con la imagen.

Se lo entregué a Esme y me miró sorprendida al igual que Carlisle.

--¡Por Dios Bella! – Esme dio un salto – ¡Es demasiado!

--¡Ni lo digas! – utilice las mismas palabras de Carlisle y comencé a reírme.

--Esto es una obra de arte, yo también pienso que es demasiado Bella. No debiste molestarte.

--Al contrario, es un placer y ahora que veo que les gustó, me voy mas que contenta.

--¿Ya estamos abriendo los regalos? ¡Aún no es navidad! – Edward estaba parado en la entrada del salón y me miraba divertido - ¿Hay algo para mi?

Lo miré levantando una ceja y dándole una media sonrisa. Como siempre, se veía tan guapo en sus pantalones grises que se ajustaban perfecto a sus caderas y una camisa color mostaza abierta sobre una camiseta blanca. Quitaba el aliento.

--Yo creo que no. No te has portado bien Edward – dije alzando los hombros.

--¿Crees que me he portado mal? – hablaba en doble sentido.

--¡Mira Edward! Lo que nos ha regalado Bella – le dijo Esme aun emocionada señalando la imagen.

--Veo que te gusta mamá – se acercó a ver el regalo – es muy bonito.

--Bueno, en verdad tengo que irme, ya es muy tarde – abracé a Carlisle y luego me dirigí a Esme que me abrazó y me dió un beso tierno en la mejilla.

--Bella, tú sabes porqué es un regalo muy especial y porqué significa mucho para mi, gracias otra vez – me besó la otra mejilla y Edward nos miraba intrigado.

Le sonreí y me di la vuelta para irme. Tomé mi bolso y recordé que faltaba otro sobre por entregarles.

--¡Falta este! – dije rápido y se lo di a Carlisle quien abrió los ojos sorprendido – ¡Que pasen unas lindas fiestas!

Me giré para dirigirme a la puerta y marcharme cuando Edward me tomó por el brazo.

--¡Te acompaño! – le sonreí y me miró extrañado tal vez porque esperaba una negativa mía. El camino a la puerta no estaba nada lejos pero dejé que siguiera tomando mi brazo hasta llegar a la salida.

--No esperaba encontrarte aquí – me soltó pero no se alejó de mi.

--Sólo vine a traerles un regalo a tus padres – dije tímidamente.

--Estoy triste porque para mi no hay regalo. Creo que si me he portado un poco mal después de todo.

Ladeé mi cara y le acaricié la mejilla – mmm bueno, ¿Qué niño no comete alguna travesura? – lo consolé – escribe tu carta a Santa y promete ser bueno de ahora en adelante ¿Si?

Edward estaba sorprendido tanto por mi actitud como por mis palabras y yo estaba feliz de causarle tal confusión. Coloqué mis manos en ambos lados de su cara y lo atraje hacia mi para darle un beso en la frente siendo conciente de que su cara iba a quedar muy cerca de mi pecho. Manteniendo su cara a esa altura, tramposamente me puse de puntillas y su nariz rozó el espacio entre mis senos y respiré hondo, presionándome contra él.

Edward me tomó de la cintura, levantó la cara y sin pensarlo me besó, primero con urgencia dominando mi boca y cada espacio en ella, con su desesperada lengua. Podía sentir su excitación contra mi vientre, justo como en mi sueño y al recordarlo y estar sintiendo su boca, sus brazos, su respiración y su aliento, presione mi cuerpo contra el suyo, dejándole saber que mi cuerpo le respondía pero… que no seria suyo.

Me separé de él y volví a tomar su rostro entre mis manos besándole la frente muy lentamente.

--¡Pórtate bien Edward! – le dije tierna – y que pases una feliz navidad.

Iba a alejarme cuando me rodeó con sus brazos. Sentí su cara en mi cabello detrás de mi oreja, respirándome.

--Feliz navidad para ti también Isabella – murmuró en mi oído. Puse mis manos en su espalda y le dí un par de palmaditas para que me soltara y después de unos segundos lo hizo. Me alejé y con una de mis mejores sonrisas salí y baje los tres escalones para ir hacia mi camioneta donde me esperaba Tom con la puerta abierta para mi.

Subí y necesite de toda mi fuerza de voluntad para no voltear y mirarlo. Sabía que estaba ahí parado observándome marchar, lo sabia porque sentía su mirada clavada en mi.

Hasta que no pasamos esas rejas no respire tranquila. Mis piernas temblaban y mis manos igual, no sabía como es que pude conservar la calma y actuar tan relajada como si mi ‘frustración’ ya hubiera sido superada. Pero es obvio que lo despisté actuando como si no me hubiera afectado el saber como tomaba el la vida. Ese era el propósito por ahora ¿No? ¡Confundirlo!

Llegué a casa y terminé de empacar algunas cosas para mi viaje y una vez que ya tenía todo listo me fui a dormir. Tenia que levantarme muy temprano para tomar un vuelo a Seattle donde me esperaría mi padre.

A las seis de la mañana ya estaba en el aeropuerto esperando que anunciaran mi vuelo. Si salía a tiempo estaría con Charlie a la hora del almuerzo. Ya en mi asiento, cerré los ojos y deseé poder descansar esos días que estaría con mi padre.

Muy puntual llegué a Seattle y mi padre ya esperaba por mi. Casi se le salen los ojos al ver cuantas maletas llevaba.

--Hija, ¡que alegría verte! – me abrazó fuerte y me dió un beso.

--¡Papá! – lo abracé también. Olía tal cual como recordaba, a limpio y a maderas, pero muy diferente a ese olor a maderas, lavanda y almizcle que hacía que se erizaran los cabellos de mi nuca.

--¿Piensas poner una tienda? – estaba pasmado – vienes con muchas maletas Bella.

--No papá – me reí feliz de estar con el – traigo algunos regalos, no son muchos.

Salimos de aeropuerto rumbo a nuestro restaurante favorito. Llegamos y entramos a el y yo iba muy feliz de su brazo, como lo hacia cuando era niña y decía que mi papa era mi novio y me llevaba a todos lados tomada del brazo, siempre hacia eso y el me seguía la corriente. Cuando íbamos a la mesa lo miré y tenía una gran sonrisa en el rostro, creo que el también estaba contento de que estuviera ahí.

--¿Cómo te fue en Italia Bells?

--Muy bien papá, ahora si puedo decirte que es hermosísima, ‘La Bella Italia’ – bromeé – tuvimos tiempo de salir a conocer sin prisas.

--Entonces no estuvo pesado el trabajo, me alegra.

--lo estuvo, pero no trabajamos contra reloj, tuvimos más días y por eso pudimos pasear un poco – le expliqué.

Le platiqué de los hoteles tan hermosos, del trabajo, de Roma, Florencia y del lugar que más me cautivo, el ‘lago Como’. Y el también me contó de su trabajo que no había cambiado mucho su rutina desde que tenia memoria pero él lo disfrutaba mucho, de sus días de pesca con sus amigos y los ‘maravillosos y asombrosos’ partidos que había visto los últimos dias y después me pregunto por mis planes para el año entrante.

--Tengo el año lleno papá – dije mientras tomaba un traguito de agua – voy a trabajar mucho tiempo en el extranjero, va a ser un año muy ajetreado, de eso quiero hablarte.

--¿Qué pasa Bella? – me miró intrigado.

--Quiero que me acompañes a alguno de mis viajes – dije seria.

--Oh Bella, tengo trabajo, ya lo sabes, no puedo abandonarlo así de repente – sabía que se negaría.

--No es como si lo abandonaras como dices – respondí – llevas años sin salir tomarte unas vacaciones de más de tres días y sabes que puedes hacerlo.

Cambié de tema porque sabía que era hablar con la pared y no quería discutir, estábamos contentos de estar juntos y no quería arruinar esos días con mi padre. Llegamos a casa y me sentí muy bien de estar ahí. Era la misma casa de cuando era pequeña ya que se había rehusado a que le comprara una nueva, y como conocía lo obstinado que era, no le pregunté cuando contraté a un arquitecto para que la remodelaran. Dejó de hablarme un par de semanas pero sé que estaba contento cuando estuvo terminada.

Mi papá me conocía muy bien y sabía todas las cosas que me gustaban, por eso me recibió con un árbol de navidad gordo y enorme decorado con muchas lucecitas blancas y sus adornos dorados. También por toda la casa había muchos detalles navideños de muy buen gusto y sabia perfectamente que Sue era quien los había puesto. Ella salía con mi padre desde hacia muchos años pero esa relación no avanzaba, creo que estaban muy cómodos así. Tal vez tendrían miedo al compromiso.¿¿¿???

Subí a mi habitación y me tumbé en la cama. Me traía tantos recuerdos y aunque estaba un poco más grande y cambiada por la remodelación, conservaba el encanto de siempre. Guardé mis cosas y descansé un rato para estar descansada para la noche.

Sue había organizado una cena con los amigos de mi padre y estábamos pasando un rato muy agradable, entre saludos, abrazos, anécdotas y mucha comida se nos estaba yendo la noche. Mi papá estaba tan contento y no dejaba de hablar de su pesca y sus partidos. Las sobrinas de Sue también estaban ahí, habían quedado huérfanas desde pequeñas y ella se había hecho cargo de ellas, eran buenas chicas aunque algo imprudentes.

--Cuéntanos de Jake, ¿Cómo es?, ¿Está tan guapo como parece? – Leah atacó primero.

--Bueno, si, supongo – respondí.

--Me encanta ese video de ustedes, es tan sensual – siguió Emily y quise cambiar el tema pero ellas tenían una boca muy rápida.

--Jake es guapo, pero el otro, Edward, ay Bella, él me gusta mucho más – intente hablar y Emily continuó su bombardeo de preguntas.

--¿Ya son novios? En las revistas parece que sí, ¿Por qué no vino contigo? – ¡Dios! Eran tan insolentes.

Y ya no me contuve y les respondí cortante y con voz muy firme.

--No crean todo lo que leen en esas revistas baratas, y las fotos se pueden arreglar con mucha facilidad, además ambos son amigos míos y nada más – mi padre me miró como queriendo también cambiar de tema, Sue lo notó y para acabar con el interrogatorio, le pidió a las chicas la ayudaran a llevar los postres a la mesa.

Un rato después la cena terminó y después de varias fotos con mi padre y sus amigos, me fui a dormir. Mi habitación tenia algo que me hacia dormirme inmediatamente, así que no tuve ningún problema en perderme en mi sueño.

La mañana de navidad, me levanté muy temprano y empecé a bajar mis regalos para colocarlos en el árbol. Apenas coloqué el último cuando mi padre ya estaba de pie junto a mi y me abrazaba mientras me revolvía el cabello como cuando era niña. Me gustaba mucho que hiciera eso.

--¡Feliz navidad Bella! – me apretó.

--¡Feliz navidad papá! – le dí un beso en la mejilla – llamemos a Sue, a Billy y a Harry para que se apresuren, ¡Ya quiero abrir los regalos!

Y no tardaron mucho ya que momentos después estaban sentados alrededor del árbol y yo en el suelo para repartir los obsequios.

Les regalé a cada uno, un estuche completo de pesca, sus sombreros y unos chalecos con bolsitas en todas partes, estaban como niños pequeños con sus ‘juguetes’. A Sue un abrigo muy lindo junto con un bolso y varios suéteres que me pareció le gustarían y al par de adolescentes desatadas, un estuche completo de cosméticos y playeras de moda.

Ella me regaló un par de pijamas muy lindas de franela que sabía muy bien que me gustaban por ser calientitas. Y mi padre me dió una cajita pequeña que sostuve entre mis manos muy ansiosa. La abrí y me quedé sin palabras.

--¡Papá! ¡Son muy lindos! – murmuré al ver un par de aretes de brillantes que colgaban uno sobre el otro. Eran delicados y totalmente de mi estilo, me gustaron mucho y corrí a abrazarlo.

Había sido una buena mañana y estaba tan contenta que no me negué cuando papá me pidió que lo acompañara a hacer algunas cosas al pueblo. Me quedé en su camioneta mientras bajaba a comprar sus famosas ‘Vitaminas R’ y ahí sentada, sabía cómo reaccionaria cuando antes de irme le diera mi último regalo de navidad. Estaba disfrutando al imaginar su cara en mi mente cuando vibró el teléfono en mi bolsillo. Contesté y antes de que Jimmy dijera algo, me adelante.

--¡Feliz navidad gatito! – dije contenta.

--¡Oh! Veo que me has bajado de categoria, yo me creía un león – dijo divertido - ¡Feliz navidad Isabella! – era Edward llamándome en la mañana de navidad.

--Disculpa la confusión, feliz navidad para ti también Edward – mantuve mi tono alegre.

--Espero no haberte despertado – para que iba a negarlo, me encantaba oir su voz.

--No, salí con Charlie a hacer algunas compras – baje el espejito de vanidad para verme.

--¿Charlie? – su voz cambió en un instante. ¿Debía sacarlo de su confusión o lo dejaba así?

--Si, Charlie, mi padre – vamos, no podía dejar que pensara otra cosa, aunque se lo merecía – y dime, ¿Te trajo algo Santa? ¿Se compadeció de ti?

--¡Claro! Me trajo una grúa, unas palas y picos, tú sabes, para que juegue a hacer puentes y esas cosas – me recosté en el asiento a escucharlo. Cuando bromeaba podía ser tan adorable que podía oir cada una de las tonterías que dijera.

--¿Y a ti, te trajo algo? – que provocador podía ser.

--¡Desde luego! A las niñas – me arrepentí de decir esa palabra pero continué – que nos portamos bien siempre nos traen lo que pedimos.

--Entonces Santa si te trajo algo porque te portaste bien, ¡Buena niña! ¿Y cuales fueron tus regalos? – él podía ser tan irónico pero yo podía serlo aún más.

--Una muñeca con su carreola y un juego de te, ya sabes para jugar a la casita – estaba a punto de soltarme a reír a carcajadas.

--¿Necesitas practicar tú para eso Isabella? – gozaba jugar así, casi podía ver su torcida sonrisa burlona.

--La práctica hace al maestro, ¿No habías escuchado eso? – crucé las piernas sobre el asiento.

--Si, por eso yo siempre juego con mis juguetes.

--Claro, ese es tu problema – murmuré.

--¿Cuál?

--Que siempre estas jugando – dije seria – gracias por llamar Edward, ha sido lindo de tu parte, ah y oye…

--¿Si?

--Ten cuidado, se te puede romper tu “grúa” de tanto jugar – ese fue mi último tiro del día y había dado en el blanco porque se quedo callado un momento.

--Ay Isabella, ¿Que voy a hacer contigo? – me preguntó resignado.

--¡Conmigo nada! Perdiste tu oportunidad Cullen – ¡Otro tiro y en el blanco de nuevo! “Bien Bella, estás jugando muy bien”

--¡Oye! Siempre hay una tercera oportunidad, te lo puede decir cualquiera – alegó y yo estaba muy pero muy feliz de contestar tan segura.

--Si, pero yo no soy cualquiera – adoraba cuando tenía momentos de lucidez como estos – Adiós Edward, feliz navidad.

--Feliz navidad Isabella – y colgó.

“¡Oh Santa, gracias por traerme un poquito de sarcásmo, burla e ironía, me hacían falta, gracias, gracias!”

¡Que mañana de navidad tan perfecta! Con mi padre, los regalos y Edward que me había llamado para ponerse solito la soga al cuello. ¿Se podía pedir más?

3 comentarios:

Nani-PattinsonWorld dijo...

jaja que bueno ! Me encanta, estoy deseando saber como reacciona Edward pq no creo que se conforme con jugar con su "grua" hmmmm seguro que no!
Un besazo enormeeeeeeeeeee

pd: ¿Te he dicho que quiero mas? ya ... ya se que soy ansiosa pero es por culpa de El xD.

Polly wants a cracker dijo...

¡¡¡ Me encantaaaaaaa y también quiero mas!!!!


Un beso <3

dracullen dijo...

jejeje bien jugado bellaa!!! el capitulo estubo muy bueno, tu historia está genial!1 xoxo