domingo, 11 de julio de 2010

CAPITULO 8

CAPITULO 8


--Gracias “amigo” – hice énfasis en “amigo” – ayer ni te extrañe.

--Mmm gracias por lo de “amigo” y ya lo creo que no debiste extrañarme – ¡maldita sea era Edward! – si mal no recuerdo estabas con Jake.

No pude hablar ante la sorpresa, me dejo sin palabras.

--¿Hola? – y como siempre su tono burlón no se hizo esperar.

--Hola Edward, creí que eras otra persona, dime en que puedo ayudarte – dije suavemente esperando sonar despreocupada.

--Isabella, me gustaría mucho que aceptaras salir esta noche conmigo – ¿Que? ¿Como se atrevía a soltarme tal cosa así como si nada? – que dices ¿Aceptas?

--No Edward, en realidad no creo que tengamos muchas cosas en común y como dijiste la otra noche, buscamos cosas diferentes así que ¿Para que perder el tiempo no crees? – apreté mis ojos y mis puños, ojala que sonara convincente.

--Es solo una cena Bella, déjame borrar la mala impresión que te deje – ¿Porque su voz tenia ese efecto sobre mi? Me resultaba difícil negarme cuando escuchaba su voz tan suave y serena. ¿Que pensaría de mi si aceptaba tan fácil?

--Esta bien, salgamos – ¡Argg! estaba segura que me arrepentiría de eso, es mas, ya me estaba arrepintiendo.

--Bien. ¿Te parece si paso por ti a las siete?

--A las siete esta muy bien – demonios, me rendí antes de tiempo.

--Entonces nos vemos en unas horas Isabella – estaba perdida – adiós.

--Adiós Edward.

¡Oh no!, el podía estar muy loco pero yo estaba peor ¿Como se me había ocurrido aceptar? ¿Como podría ocultar durante toda la noche que me atraía? No debía ser tan obvia y haría un esfuerzo muy pero muy grande para aparentar estar tranquila y bien con toda la situación. Iba a ser tan difícil que si al menos solo se diera cuenta de mi nerviosismo, diría que me había ido bien.

Necesitaba apoyo, pero estaba enojada con Jimmy por no haber ido la noche anterior al club y además ni había llamado para nada. ¿Le habría pasado algo? ¿Y si estaba enfermo? La mala amiga era yo por no haber pensado en eso antes. Que egoísta me sentía ¿En donde tenia la cabeza?

--Hola Jimmy ¿Estas bien? – pregunte.

--Hola Bella – tenia voz de nariz tapada – ya estoy bien.

--Choo, perdóname, soy una mala amiga – reconocí.

--No te preocupes, es solo una gripe que ya pasó, tome algo a tiempo, estaré listo para el martes – ¿El martes? Ah lo había olvidado, teníamos trabajo en Italia.

--Si mañana te oyes igual, me voy sola ¿Ok? No quiero que empeores .

--¿Enloqueciste? Tengo que hacer mis compras navideñas ahí – si tenia humor para ir de compras es que se estaba recuperando.

--Descansa mucho entonces ¿O quieres que vaya a hacerte compañía y te lleve sopa caliente?

--No Bella, yo voy a dormir para reponerme, además tu tendrás algo mas interesante que hacer – soltó un bostezo bastante audible.

--Nada, solo voy a salir a cenar con Edward – me mordí el labio inferior y entrecerré mis ojos esperando su reacción.

--¿¡Que vas a salir a cenar con quien!? – grito – ¿Estas bien Bella?

--Si, ya se que debes estar pensando pero escucha, me dijo que quiere borrar la mala impresión que me causo y si quiero ir Choo.

--Ay Bella, Bella no puedo decirte nada, solo ten cuidado, este leoncito tiene sus colmillitos, ayer lo Googlee y te iba a contar por la noche lo que encontré pero con esta gripe ya no llegue.

--Soy toda oídos Choo, suéltalo.

--Ok, de acuerdo – se aclaro la garganta y empezó – Edward Anthony Cullen, nació el 20 de junio de 1982, tiene 27 años, ‘obvio’, y estudio Ingeniería y Ciencias Aplicadas en la Universidad de Princeton, obtuvo el segundo mejor promedio de su generación y después estudio una maestría en la Ècole Nationale des Ponts et Chaussèes de Paris que es la Escuela Nacional de Puentes, Caminos y Presas de Paris. Luego estuvo en Alemania, en Berlín para ser exactos y trabajo en Van der Rohe que es la constructora alemana mas importante y se especializo en puentes, presas y cosas subterráneas que ya no entendí y hasta ahí en lo referente a su educación y trabajo, ahora de su vida personal, no encontré nada Bella, lo que quiere decir que sabe lo que hace porque no me digas que es un hombre que ha vivido siempre solo de aventuritas de una sola noche o lo que es peor, que ha vivido en celibato toda su vida ¿Verdad? Además, tremendo calibre de hombre, guapo como el solo puede y ¡Millonario! ¿Quién no andaria tras los huesos de semejante ejemplar? Sabe lo que hace Bella, sabe lo que hace. Servida señorita.

--Wow Choo, me has dejado impactada con tu capacidad de análisis, sin palabras.

--Lo se Darling, así soy yo – hubo un pequeño momento de silencio – ¿En que piensas?

--En que es lógico que no haya tenido una relación estable, es muy brillante como para estar con alguien que no es tan inteligente como el, ahora puedo comprenderlo todo – dije un poco apagada.

--Isabella Marie Swan, ¿Estas intentando decirme que lo que te dijo esa noche fue porque creyó que eras una niña tonta? – Jimmy se encendió.

--Escúchame bien. Tal vez seas una “niñita inmadura” Darling pero de tonta no tienes nada. Has viajado por todo el mundo y siempre te has preocupado por conocer la cultura de cada lugar que pisas, hablas dos idiomas y otros dos que te falta perfeccionar, te encanta leer, eres lista para los negocios y te mantienes en anonimato para hacer muchas obras benéficas. Trabajas todo el año de sol a sol, ganas mucho dinero y sigues siendo tan sencilla que todos a tu alrededor te quieren, tienes un cuerpo de impacto y por si eso fuera poco cuando caminas puedes matar a la gente a tu paso. ¿Voy bien o me regreso Bella-soy muy aburrida y tonta-Swan?

--Jimmy – dije en un susurro – no sabía que pensabas eso de mí.

--No es lo que pienso que eres, lo eres. Es hora de que te lo vayas creyendo ‘Dorothy’. Ya tienes puestas esas zapatillas rojas desde hace mucho tiempo ¿No te quieres dar cuenta aun?

--Es que yo no…

--¡Hazte un favor Bella!, Date un buen baño porque supongo que estas en pants, maquíllate bonita, ponte ropa bonita, siéntete bonita y ve a cenar con ese hombre y quítale el aliento porque si no lo haces tu, ¡Lo hare yo! ¿Estamos?

--Si.

--Ahora cuelga el teléfono y ve a hacer lo que te ordene. Sea lo que sea que este tramando con esta cena, déjale ver que no eres ninguna tonta, se tu misma. ¡Ah espera!, no se te ocurra ponerte un cuello alto. ¡Cuelga ya! Adiós.

--Adiós.

Me había dejado muda con todo lo que me dijo. ¿Y ahora que se suponía que debía pasar? ¿Que todo lo que dijo sobre mi me haría ser una mujer inteligente y brillante? Por Dios Jimmy de inteligente no tenía mucho y de brillante menos, a duras penas aprendí a manejar mi teléfono y a usar mi computadora. Me tenia mucha fe, tal vez demasiada y tristemente no veía como hacer para impresionar a Edward Cullen, era una batalla perdida.



Pero hice lo que me ordeno. Me di un baño, seque mi pelo y fui a mi closet. Opte por un cardigan rojo de cuello V y una faldita corta de vuelitos negra, me la pondría con unas botas negras alta. Me maquille natural, me puse los aretes a juego con un collar de piedras pequeñas negras y transparentes y decidí dejarme suelto el cabello. Oprimí el atomizador de mi perfume dos veces y pase debajo del rocío que dejo. Tome un bolso pequeño rojo y guardaba mi teléfono, mis llaves y mi gloss, cuando toco a mi puerta.

Iba camino a la puerta y note que no estaba nerviosa. No me temblaban las manos ni respiraba rápido. Tampoco estaba ansiosa y en un instante me di cuenta de mi actitud. Ya estaba resignada a perder ante Edward así que inconcientemente estaba tranquila y relajada, ¿Para que estresarme? Era inútil tratar de causar una impresión que dejara huella en el como para interesarse en mi seriamente.

--Hola Edward – lo salude con una sonrisa.

--Isabella, estas muy hermosa esta noche – “¡Y tu tan guapo!” Con sus pantalones negros de vestir y su camisa blanca a la que solo le faltaban por abrochar los últimos botones, ah su pecho se veía tan amplio y sus hombros, estaban ocultos bajo su saco gris pero eso los hacia mas notorios. ¡Que guapo era!

Se pasó una mano por el cabello rebelde, se humedeció los labios y se inclino hacia mi para darme un beso en la mejilla que me tomo por sorpresa.

--¿Nos vamos? – dijo y yo solo pude asentir una vez – espera, afuera hace mucho frío, será mejor que lleves algo mas para abrigarte.

--Claro – dije en un murmullo y casi corrí por un abrigo largo negro – Estoy lista.

--Bien.

Salimos y puse llave a mi puerta y al girarme me ofreció su brazo y lo tome. Subimos al elevador y estuvimos en silencio y cuando levante la mirada vi reflejado su rostro con una sonrisa en la pared de espejo.

--¿Que pasa? – pregunte y el mantuvo la sonrisa mientras negaba suavemente con la cabeza.

Me ayudo a subir a su auto y me dio su Ipod – Elige lo que quieras – dijo mientras avanzaba por las calles. Puse una canción de Jason Mraz y me extraño mucho que la tuviera en su playlist al cual le daba una rápida ojeada cuando me pregunto.

--¿Te divertiste anoche?

--Si, mucho. ¿Tu no? – a esas alturas del partido ¿Que ganaba con fingir? me había divertido y mucho, hasta que apareció el.

--Había mucha gente ¿No crees? – me miro por el rabillo del ojo – no me gustan las multitudes.

--¿Multitudes? – Respondí sorprendida – creo que tenemos diferentes conceptos de multitud. Volteo su cara para mirarme y me regalo esa sonrisa torcida que me gustaba tanto.

--Si, es un hecho que nuestros puntos de vista son muy diferentes – dijo por si me quedaba alguna duda.

Detuvo el auto en la puerta del “Chimichurri Grill”, me abrió la puerta y me dio la mano para ayudarme a bajar. Le entrego las llaves al valet y me ofreció de nuevo su brazo y como siempre lo tome sin dudar. Dios como amaba la caballerosidad de ese hombre.

Un momento. ¿Dije que “amaba” algo de Edward?

Sacudí ligeramente mi cabeza como para sacarme esa idea – ¿Todo bien? – no pasaba nada por alto.

--Si, todo muy bien – dije mientras una rubia altísima y muy hermosa nos recibía.

--Bienvenidos ¿A que nombre esta la reservación? – su acento era inconfundible.

--Cullen – dijo mientras la chica le sonreía.

--Dos personas, síganme – giro y la seguimos. Nos guío a través del calido lugar, aunque era amplio se podía sentir ese ambiente acogedor. Nuestra mesa estaba algo alejada de las otras pero se podía ver todo el movimiento. Edward me ayudo a quitarme el abrigo y la chica lo tomo para llevarlo al guardarropa cuando me miro y sonrío.



--Mi nombre es Claudia, en un momento mas viene su mesero, Bella si necesitan algo estoy para servirles – no pude evitar devolverle la gran sonrisa y agradecerle. Edward miraba a la chica y después a mi, tenia una expresión entre intrigado y divertido.

--¿Te sucede a menudo?

--Si, más o menos – dije con voz calmada.

Nuestro mesero llego y nos dio el menú – ¿Te gustaría tomar vino tinto? – pregunto y asentí. Pidió un Cabernet Sauvignon, Agrelo, Nicolás Catena Zapata 2001. Sabia de vinos, no había duda. Pasaron unos minutos y yo observaba el menú, estaba muy indecisa pero tenía mucha hambre y entre las ensaladas y los cortes no lograba decidirme.

--¿Confías en mi? – la pregunta me sorprendió.

--¿Perdón? – lo mire con una cara muy confundida.

--¿Me permites pedir por ti? – sus ojos verdes tan profundos se suavizaron al mirarme.

--Si, claro.

De entrada pidió unas empanadas regionales, una ensalada de corazones de alcachofas y palmitos y al centro como platos principales un Bife de chorizo y un Lomo fino Pampeano. Mi hambre iba a ser satisfecha en unos momentos más.

El vino llego, me sirvió una copa, se sirvió una el y la levanto a la altura de su rostro.

--Por ti y porque aceptaste venir Isabella – levante la mía también, asentí y tome un sorbo. Estaba delicioso y la expresión de mi rostro al probarlo no me dejo mentir.

--Veo que te gusto el vino, solo falta que apruebes la cena – tomo otro sorbo de vino.

--Ya esta aprobada, me gusta el bife, mucho – remarque.

--Esperaba que dijeras algo así. Me da gusto que no seas una modelo de ‘lechuga y agua’ – entrecerré los ojos al verlo – lo digo por la cena del día de Acción de Gracias, probaste todo lo que te di sin quejarte, eso me gusta.

“¿Eso me gusta?”

--Si, la verdad es que me gusta comer, lo disfruto, aunque tengo que cuidarme. Hago mucho ejercicio, diario voy al gimnasio este donde este.

--¿Ensaladas no pero ejercicio si? – frunció el ceño.

--Necesito estar en forma porque es muy agotador estar todo el día cambiándote de ropa y manteniendo ciertas posturas por horas tratando de que en la foto salgas tan natural y luego en los desfiles – rodee los ojos – es muy cansado y si no mantuviera cierta condición, seria doblemente duro.

--Y si tus locaciones son en lugares remotos con climas extremos me imagino que también ayuda ¿no? – reí de solo recordarlo.

--Es un trabajo duro Bella ¿Porque esto?

Encogí los hombros y dije – ¿Porque no? – no iba a confesarle que siempre me sentí un patito feo y que apenas tuve la oportunidad de dejar de serlo, me aferre tanto a ella que no he dejado de luchar cada diario para no sentirme como en aquellos días.

Negaba con la cabeza mientras volvió a levantar su copa – ‘por los trabajos duros’ – tomo un trago grande y yo hacia lo mismo.

--¿Que me dices de ti? también trabajas en locaciones con climas extremos – levante la barbilla al hablar.

--Si tienes razón, mi trabajo me apasiona y me absorbe demasiado, pero lo disfruto mucho igual que tu.

Agradecí que nuestra cena llego, tenia mucha hambre y mordí la empanada de acelgas que Edward acerco a mi boca, luego el se comió la otra parte y repitió lo mismo con una empanada de carne.

Me sentí muy cómoda en este ambiente ligero y le serví ensalada en su plato. El puso en el mío un pedazo de bife y otro en el suyo. Estaba teniendo una cena muy agradable con Edward, quien lo hubiera pensado.

Los acordes de un acordeón acompañados de las notas de un piano llenaron el lugar con varios tangos. El tango es fuerte, lleno de dolor, de gozo, lleno de pasión, me gustaba. No cualquiera toca, baila o canta un tango. Note que Edward cerraba los ojos cuando las notas del piano se elevaban sobre el acordeón, lo estaba disfrutando tanto como yo.

Puse más ensalada en su plato cuando sirvió el lomo. Los dos teníamos una sonrisa en la boca, nos sentíamos bien. Acabo la música y platicamos de cosas triviales mientras nos terminábamos la carne. Yo estaba mas que satisfecha y proteste cuando Edward le pidió al mesero un alfajor y una crema de leche. No tardaron en llegar los postres a la mesa acompañados de un te de manzanilla para mi y un café para Edward.

Tomo un poco de la crema de leche, puso la cucharita frente a mis labios y negué con la cabeza.

--Bella, es solo un poco pruébalo – al oírlo decir mi nombre y con esa actitud despreocupada no podía negarme aunque quisiera, así que entreabrí un poco los labios y la cuchara entro en mi boca. Edward mantenía la mirada de mis ojos a mi boca y yo también miraba sus labios que imitaban el movimiento de los míos al abrirse para probar el dulce que me ofrecía. Mi pecho subía y bajaba mas notoriamente al acelerarse mi respiración, no podía evitarlo, me estaba seduciendo y ¡Yo iba a permitirlo!

Cerré los ojos cuando la cuchara salio de mi boca para saborear la dulce crema y al abrirlos Edward estaba muy cerca de mí. ¡Oh Dios!, podía oler la mezcla de lavanda con maderas y almizcle ese aroma tan embriagador. Tenia que mantener un poco de cordura, no sabia que estaba sucediendo, estaba navegando a ciegas. Quería estar entre sus brazos y sentir sus labios, eso era lo que quería estuviera cuerda o no.

Me dio varias cucharadas del dulce y las acepte encantada porque estaba delicioso y porque Edward me las daba en la boca. El probo el alfajor e intento darme también pero no acepte y ya no insistió, creo que no insistiría después de ver todo lo que comí.

Antes de levantarnos para irnos, Claudia la chica anfitriona me pidió tomarse una foto conmigo y yo accedí. Nos pasamos un brazo por la cintura y sonreímos, Edward observaba y su sonrisa torcida aparecía en su rostro.

En la puerta del restaurante y antes de salir, me ayudo a ponerme el abrigo. Era irremediable. Volví a sentir un escalofrío cuando sus manos tocaron mis hombros aunque había tela de por medio. Me di media vuelta para agradecerle y paso un brazo sobre mis hombros. Mi rostro enrojeció pero creo que pude mantener mi expresión calmada.

Aproveche la situación al salir y ya que me estaba abrazando me pegue mas hacia el. Como lo hice la noche que nos conocimos, incline mi cara hacia un hombro protegiéndome del frío y me atrajo mas hacia el. Su olor era mi verdadero postre. Podía quedarme ahí aspirando su aroma y sintiéndolo tan apretado a mi.

--¿Estas bien? – asentí – el auto ya viene.

Había un poco de viento y mi cabello despeinado bailaba por mi cara. Edward con mucha delicadeza y como si lo hiciera siempre, tomo los mechones alborotados con su mano libre y despejo mi rostro.

El valet llego con el auto y me ayudo a subir. Se subió el y antes de ponerse el cinturón, se inclino para ponerme el mío y volví a sentirlo muy cerca de mi. Me podría acostumbrar tan fácil a estas atenciones, a sus atenciones, a Edward. Llegamos a mi edificio y subimos por el elevador en silencio. En mi piso, abrí mi puerta y me di la vuelta.

--Edward, me la he pasado muy bien, muchas gracias – dije tímida.

--¿No me invitas a pasar?

--Oh, claro – me hice a un lado para que entrara.

En el salón que el ya conocía muy bien, se quito el saco y lo dejo a un lado, en un sillón.

Dios, piensa quedarse un buen rato.

--¿Quieres algo de tomar? – estaba haciendo justo las mismas cosas de la ultima vez. Pero si el estaba ahí, sentado en el salón de mi apartamento y si planeaba quedarse un buen rato era porque quería decirme algo o al menos eso parecía.

--Solo si tú me acompañas – esa sonrisa fue lo único que necesito para convencerme.

--Claro, ¿Mas vino esta bien? – pregunte mordiéndome el labio.

--Vino estará muy bien.

Me di la vuelta hacia la cocina y tome una de las botellas que mi madre compraba cada vez que estaba de visita. Tenía un gusto excelente para los vinos y cada vez que intentaba educar mi paladar se frustraba ante mi negativa y no es que no me gustara el vino, pero tenia la idea de que acabaría ebria en pleno entrenamiento.

Abrí la botella, serví el vino en dos copas y fui al salón. Encontré a Edward observando varias fotos en una mesita y lo vi sonreír ante una en especial. Éramos Rose y yo vestidas con ropa de nuestras madres con collares enormes, sombreros, sus zapatos de tacón y los labios pintados. Estábamos posando y apenas tendríamos unos cinco o seis años.

--No puedo creerlo, tan pequeñas y ya pensaban en eso – sonreía y le di su copa.

--Nos divertíamos, pero no creo que tuviéramos ni idea de lo que estábamos haciendo en realidad – tome la foto y vi al patito feo jugando a ser hermosa. Creo que aun seguía jugando a serlo.

Asenté la foto en la mesita, me gire y casi choque con Edward que estaba muy cerca detrás de mi. Con la sorpresa me tire encima un poco del vino de mi copa y cayo justo en el escote de mi cardigan, en mi pecho.

--¡Oh que tonta soy! – dije al instante y fui rápidamente a la cocina por algo para limpiarme y Edward fue tras de mi.



--Discúlpame Bella, te asustaste por culpa mía – lo escuchaba decir mientras mojaba unas servilletas.

--No digas eso, fue un accidente – le respondí mientras les quitaba el exceso de agua y las pasaba por mi ropa.

--Déjame – dijo quitándome los pedazos de papel mojado de mis manos y acercándose mucho a mí. No pude protestar ni salio palabra alguna de mi boca. Mi garganta se atoro al ver los largos dedos de sus manos a punto de tocar mi pecho que subía y bajaba repentinamente al acelerarse mi respiración.

Pasó las servilletas por mi ropa, sentía la presión cuando inhalaba y disminuya al soltar el aire. Sus dedos limpiaban ya, una mancha invisible por el color de mi ropa pero no interrumpió su tarea. Todo estaba en silencio salvo por el ruido de nuestras respiraciones, la suya profunda y la mía cada vez se agitaba mas. Cerré mis ojos y trate de calmarla pero no pude. Por un momento deje de sentir sus dedos limpiar la ropa sobre mi pecho. Me angustiaba la idea de que dejara de tocarme, no quería dejar de sentir esa ligera presión pero mi respiración se detuvo cuando el frío papel toco la piel desnuda de mi escote. Apreté los ojos ante esa helada sensación. Paso un brazo alrededor de mi cintura y con la otra mano limpiaba las gotas derramadas del vino sobre mi piel. Deje de sentir las húmedas servilletas pero después, la calidez de sus dedos me hizo estremecer al tocarme directamente y suspire hondamente ante su contacto elevando mi pecho. Las yemas de sus dedos recorrían lentamente el camino entre mis senos que estaba libre en el escote mientras sentía su mano apretarse mas en mi cintura y sentía su aliento muy cerca de mi. Entreabrí mis labios para absorber su aliento cuando sentí los suyos acariciar los míos levemente, apenas un roce imperceptible, un toque ligero de sus labios que ejercieron mas presión sobre los míos y comenzaron a moverse lentos, amoldándose, dándoles tiempo a los míos para moverse juntos al mismo ritmo suave, lento y delicado. Jugaba con mi labio inferior succionándolo tenuemente haciéndome sentir algo que me recorría por toda la columna y de regreso cuando sentí la punta de su lengua tocarlo. Tuve que apoyarme en la barra para no caerme por la sorpresa y porque mis piernas me temblaban. Me sostuvo con ambas manos en la cintura y me atrajo hacia el aun mas.

Edward separo de mi sus labios, me dio un beso junto a la nariz y en mi frente. Me abrazo y sentí sus dedos en mi nuca, enredados en mi cabello y su barbilla apoyada en mi hombro mientras dio un profundo suspiro.

--Isabella – dijo mi nombre mientras volvía a besarme aunque este beso no se parecía al otro. Este fue un poco mas atrevido, con algo de urgencia y lo supe al sentir su lengua tocar mis labios con mas presión, pidiéndome permiso para entrar por completo a mi boca y yo no le negué la entrada. Su lengua avanzo y toco la mía acariciándola, invitándola a moverse junto a la suya, enrollándose ambas en un beso tan profundo que nos quito el aliento. Nos separamos para recobrarlo pero no movió sus brazos de mi cuerpo y yo tampoco mis manos de su espalda.

Nos mantuvimos abrazados y mientras respirábamos me estrecho mas fuerte afortunadamente ya que mi cuerpo era literalmente un trapo, sin fuerzas para sostenerme derecha por mi misma, Edward me había quitado la energía para concentrarme y para mover mi cuerpo, con ese beso había perdido los sentidos.

No podía moverme y tampoco podía pensar, solo sabia que estaba entre los brazos de Edward, que me había besado y que justo en ese momento sus manos acariciaban mi espalda, las mías subieron a su cabello, a su nuca, jugando con el cuando sentí sus labios rozar la piel detrás de mi oreja y me estremecí. Fue una deliciosa sensación la que sentí y moví mi cabeza hacia un lado dándole mayor acceso a mi cuello para continuar disfrutando de sus labios.

Su respiración se agitaba más al igual que la mía. Mis dedos se enredaban en su cabello y su mano lentamente bajo por mi costado pasando muy cerca de mi seno. No pude evitar que escapara un jadeo de mi boca y al escucharme la subió de regreso, recorriendo el mismo camino y luego la dejo descansar en mi cintura mientras mi temperatura se elevaba.

Busque sus labios y lo bese como el me había besado momentos antes, con la misma ansiedad y con las mismas ganas. Me apreté mas hacia el y puse mis brazos alrededor de su cuello. Por un instante me pareció notarlo confundido pero continúe y despacio, se separo de mi.

Con un rápido movimiento me levanto y me subió a la barra, quedando entre mis piernas. Fue tanta mi sorpresa que tuve a apoyarme con mis manos hacia atrás pero el me acerco a su cuerpo tomándome por la cintura, solo milímetros separaban nuestras bocas, aspirábamos nuestros alientos, mis duros y erectos pezones rozaban su pecho y sin pensarlo me apreté contra el. Necesitaba que me sintiera, que se diera cuenta de lo que causaba en mi, en mi cuerpo que le respondía ansioso de el, de un beso, de una caricia.

Volví a sentir sus labios besándome con pasión, como tanto lo había deseado, invadió mi boca con su lengua y empezó ese juego que tanto me gustaba. Subió sus manos por mi espalda acariciándola, incitándome y eche la cabeza hacia atrás para sentir sus labios en mi cuello y así lo hizo. Dejando caminitos húmedos, su lengua seguía a sus labios, mareándome, embriagándome de deseo. Tan perdida estaba disfrutando de su boca que no note sus manos en mi pecho, desabrochando el primer botón de la fila de mi cardigan.

--¡Oh Bella! – dijo en mi cuello – me gustas tanto… - y prosiguió con los botones en mi pecho, abriendo de par en par la prenda de ropa que lo cubría. Se retiro un poco para observarme y sus ojos se oscurecieron. No tardo nada en bajar sus labios hasta la parte abultada que sobresalía de las copas que mantenían prisioneros a mis senos. Beso esa área de mi piel, rozando sus labios, repartiendo suaves besos, presionando su boca y nublando mi razón.

Sus dedos no resistieron la tentación, siguieron el ejemplo de sus labios y se alejo un poco de mi para ver la piel que tocaba. Primero con una mano y la otra lo imito capturando mi otro seno. Pronto sentí sus pulgares masajeando mis pezones sobre la tela, en círculos pequeños, presionando un poco. Un gemido de mi boca me delato y supo que estaba disfrutando de su contacto y sin pensárselo mas, bajo las copas dejando libres mis senos endurecidos de deseo por el, de sentir su boca en ellos y así lo hizo. Su boca atrapo uno de mis pezones, cerrándose en el, saboreándolo, probándolo, jugando con su lengua sobre el dando vueltas en círculos, lento al principio y un poco mas rápido después, enloqueciéndome por completo, gimiendo sin pena y queriendo sentirlo mas. Mi otro pezón no extrañaba su contacto ya que con su pulgar trataba de igualar las caricias que me regalaba con su boca y lo estaba haciendo muy bien. Su boca cambio hacia mi otro pezón brindándole el mismo trato por lo cual le agradecí en secreto, era una delicia tener su boca en mis senos, acariciándolos, masajeándolos, presionándolos…

Los gemidos brotaban sin pena de mi garganta y arquee mi espalda para sentir aun más su boca sobre mi piel. Una de sus manos bajo a mi pierna y comenzó a acariciarla de arriba a abajo, sensual, rítmica, y logro hacer que por ese momento me olvidara de todo, solo lo quería a el y las caricias que me pudiera dar y me estaba dando muchas. Su mano recorrió mi muslo y llego a su parte interna, haciendo mas suaves y lentos sus movimientos acercándose mas a mi centro, palpando sobre el, sobre mis bragas. Presiono sus dedos y jadee de ansiedad y sorpresa al sentir que hacia a un lado la tela y llegaba a mi, recorriendo muy despacio ese breve punto que me encendió en un segundo. Hice mi cabeza hacia delante apoyándola en su pecho y me aferre a sus fuertes hombros, no tenia fuerzas para sostenerme por tanto que me estaba haciendo sentir.

--Vas a ver como nos vamos a divertir dulzura – dijo con voz ronca - ¡No te vas a arrepentir!

“¿¡Dulzura!?”

No se de donde saque fuerza y lo empuje tanto como pude. “¡Dulzura!” Que bueno que pude darme cuenta a tiempo.

--¿Qué pasa? – pregunto confundido - ¿Por qué te alejas?

--¡Lárgate!, ¡Lárgate de mi casa! – grite cerrando mis piernas y bajándome de la barra, huyendo hacia el salón.

--¡Llévate toda tu maldita “Dulzura” a otra parte!, ¡Vete Edward!

--¿Qué te sucede Isabella? ¡Creí que estabas de acuerdo! – me siguió con una mano en la cadera y la otra pasándola repetidamente sobre su pelo desordenado.

--¡Y yo creí que tu habías entendido que yo no juego así! – gritaba enfadada - ¡Eres un maldito inmaduro Edward, no yo!

--¿Eso crees Isabella? – se burlo – Pues bien, ¡Me voy!, ¡Llámame cuando te des cuenta de que tu mundito ideal “¡No Funciona!”

--¡Alguien habrá en este mundito que opine igual que yo y si no, me moriré … - deje a medias lo que iba a decir, a el no le interesaba saberlo.

--¡Adiós Isabella!, ¡Fue un placer! – dijo lleno de ironía y se dirigió a la puerta.

--¡Y ni te atrevas a llamarme para borrar la mala impresión que siempre me dejas!, ¡No me interesa! – estaba furiosa.

Azoto la puerta y corrí a mi habitación, era inútil, nunca iba a cambiar de parecer.



Esa noche dormí pésimo. Me despertaba a cada ratito y no lograba dormir profundo así que a las seis de la mañana que me desperté de nuevo, no volví a intentar dormir y me levante decidida a ir al gimnasio. Necesitaba quemar con ejercicios la furia que tenia dentro así como todo lo que ese mujeriego inmaduro me había hecho cenar.

No sabia en que estaba pensando cuando me deje llevar. La verdad es que muy dentro de mi corazón tenia la vaga esperanza de que tal vez Edward cambiara de opinión y quisiera intentar tener algo serio conmigo, de verdad que lo deseaba mucho.

Media hora después de correr en la cinta, llame a Jimmy.

--Hola Choo, espero que ya estés listo Tom ya va por ti – dije alegre.

--¿Te caíste de la cama Bella? ¿O aun no te has dormido picarona?

--Ya te contare Choo, no tardes – y corte la llamada.

Me bañe y me arregle en el gimnasio y estuve lista a tiempo para ir a nuestra junta con Angela para los detalles del viaje a Italia y otras cosas que teníamos pendientes.

--Hola Ang, que tienes para nosotros ¿Eh? – pregunte animada aunque por dentro distaba mucho de estarlo.

--Bella, Jimmy, ¿Que tal el fin de semana?

--Agitado – respondí – celebramos el contrato de Rose.

--¿Agitado? No lo dudo Bella – dijo al mismo tiempo en el que dejaba caer unos periódicos y varias revistas sobre el escritorio.

Tome los periódicos y vi fotos mías con Jake del restaurante, en el club bailando y también fotos mías con Edward en la fiesta después del desfile de Victoria’s Secret, específicamente cuando estaba sentada en el respaldo del sillón del club y el estaba entre mis piernas. Las notas al pie de las fotos eran de lo mas amarillistas, como solía suceder en los chismes de ese tipo.

"Bella Swan no pierde el tiempo", "¿Quien es el mejor partido para Bella?", "Bella se compromete, ¿pero con quien?".

Y las revistas no estaban mejor, mostraban mas fotos y los comentarios estaban peor.

"Bella Swan es famosa por su belleza, su trabajo y por mantenerse alejada de los paparazzis, hasta ahora que la vemos festejar con dos hombres en la misma noche", "Recuperar el tiempo perdido es una nueva cualidad de Bella Swan, aqui la vemos bailando de lo mas sexy con el famoso cantante Jake Black y en la otra imagen muy coqueta con un 'amigo'".

Leí cada uno de los comentarios y sentí que el enojo subía por mis mejillas. ¿Cómo era posible que dijeran tantas tonterías de mi? ¿Cómo se atrevían a asegurar cosas como si me conocieran? Y lo peor de todo, ¿Que iba a pensar Edward cuando leyera toda esa basura?, ¿Edward?, ¿Y a mi que carajos me debería de importar lo que fuera a pensar ese calienta-bragas?

Jimmy estaba callado y Angela solo me observaba leer cada una de esas revistas baratas. Cuando termine de leer, oí a Jimmy aclarase la garganta.

--Angela, tu sabes bien como es todo esto y como distorsionan las cosas – dijo Jimmy.

--Quiero que entiendan que no soy quien para decirte Bella, que hagas o que no, solo que después de estos años trabajando contigo, se que no te echarías a la prensa amarillista encima por esto.

--Sabes bien que no Ang – murmure enojada.

--Ten mas cuidado Bella, por favor - me pidió.

--Claro Angela, no te preocupes.

Y después de unas horas de aclarar detalles, fechas, citas etc., nos fuimos a casa a comer al fin. Sentados en la cocina en la barra del desayunador, le conté todo paso a paso, claro que me reserve bastantes detallitos, y no salio ni una sola lagrima de mis ojos tal vez por el coraje de ver las revistas por la mañana. Jimmy escuchaba atento sin decir nada, poniendo atención a cada una de mis palabras y cuando termine, tardo en hablar.

--Di algo Choo por favor – le pedí mientras mantenía la cara entre mis manos, pero me distrajo cuando rapidísimo se levanto de la barra y se recargo en otro mueble.

--¿Qué pasa? – pregunte.

--Nada, es solo que estábamos por comer sobre la escena del crimen – dijo alarmado.

--¡Idiota! – me hizo reír.

--Mmm yo creo Bella que te estas tomando el “caso Edward” muy en serio. Tan en serio que casi puedo asegurarte que te estas enamorando de el. Te gusta todo de el, y lo encuentras perfecto, salvo su ligera aversión al compromiso, y esta bien, ¿Quién quiere estar con alguien que no se quiere comprometer?

--Puede ser que tengas un poco de razón en todo menos en eso de que me estoy enamorando de el. Se burla de mi y eso no puedo soportarlo, me reta – dije enojada – si no lo hiciera, no habrían salido esas fotos hoy Choo.

--No, no, lo de las fotos es otra cosa y lo sabes, ahí nadie se tiene la culpa Bella, reconócelo, pero no me cambies el tema, tal vez Edward necesite un empujoncito para abrir sus verdes ojitos ¿No crees? – dijo sonriendo como ese gato de Alicia en el país de las maravillas al cual ama y no se si tiene un nombre siquiera.

--Nada me gustaría mas que hacerlo caer en su propia trampa y después reírme de el.

--¿Estas segura que eso es lo que quieres? Puede ser un arma de doble filo y lo sabes.

--¡Ya estas igual que Jake! ¿Como es posible eso? – pregunte levantando la voz.

--Ah ¿Ya ves? Algo de razón tenemos y por algo te lo decimos, solo ten cuidado Bella, ni Jake ni yo queremos que salgas lastimada. Aunque yo, la verdad, no creo que Edward sea malo, solo creo que no ha encontrado por quien arriesgarse a darlo todo y como dices tu, tiene miedo.

--¡Oh si!, mucho miedo.

4 comentarios:

Nani-PattinsonWorld dijo...

guauuuuuuuuuuu ... dios mio, "dulzura" jaja no me extraña que le aparte, es que eso suena de los mas, no se como decir, suena a costumbre ... y a que se lo dice a cualquiera, no es personal. Me encantaaaaaaaaaaaa y quiero mas, espero ansiosa tu vuelta cari.
Un besote gordo

Anónimo dijo...

mmm... no se si enojarme con edward o sentirme on fire... no es por nada pero me encanta asi todo seductor... pero que feo que la trate como un cualquiera... apoyo a Bella venganza!!!

un beso y sigue escribiendo que me encantaaa!!!

Charo dijo...

Aiiiiiiins,me he quedado con todas las ganas del mundo, pero no se puede permitir eso de "dulzura",suena de lo peor.
Sigue que me encanta y sobre todo que actualizas enseguida.
Besos

dracullen dijo...

eddy la cajeteaste!!! diablos dulzura hasta a mi me dio coraje :D