jueves, 15 de julio de 2010

CAPITULO 9

CAPITULO 9

EDWARD’S POV


Después de dos tormentosos días pensando en Isabella, estaba decidido a hacer algo para poder sacarla de mi mente aunque no sabía qué exactamente. Tenerla en mi pensamiento constantemente podía traerme problemas y eso era lo que menos necesitaba en ese momento.

Me aseguré de averiguar muy bien que días trabajarían en las famosas “sesiones de fotos” para no toparme con ella y lo logré. El martes salí de la presa sin noticias de Isabella y fue un alivio ya que pude concentrarme un poco más.

Ya era un poco tarde pero aún así pasé por casa de mis padres para saludarlos. Con tanto trabajo tenía varios días sin verlos y mi madre se ponía algo aprensiva así que a pesar de la hora me dirigí hacia allá. También tuve mucha suerte ya que mis hermanos habían salido y no los tendría encima convenciéndome para salir y aumentando las posibilidades de encontrarme con ella.

Cené con mis padres y luego fuimos al estudio para platicar un rato. Me quedé solo un momento y el teléfono comenzó a sonar. Contesté y nadie respondió. Pregunté por segunda vez y escuché una voz débil, le costaba trabajo hablar. Pidió hablar con Alice pero a pesar de que yo sabía quién era volví a preguntar para asegurarme.

Efectivamente era Isabella y se escuchaba muy mal. Al escucharla hacer grandes esfuerzos para apenas darse a entender, como pude, traté de saber si estaba herida, si podía moverse, etc.. Mi padre y yo salimos hacía su casa pero en el camino nunca perdí comunicación con ella. La oí quejarse de dolor pero ¿Qué podría haberle sucedido? Su respiración también se notaba por momentos mas agitada y creo que a mi padre le preocupaba un poco.

Y yo, literalmente estaba muriéndome de los nervios. Después de un par de días de luchar para sacarla de mi cabeza y creer haber tenido éxito, con solo oírla mal, en peligro y no saber exactamente porqué, sentí que la angustia me carcomía entero.

Al llegar a su edificio convencimos al conserje de que nos abriera la puerta del apartamento de Isabella ya que nos había llamado pidiendo ayuda y mi padre era su doctor. Entramos por fin y la encontramos en su cama titiritando de frío y ardiendo en fiebre. No sé como pude olvidar decirle a mi padre que el día anterior por la madrugada, se había metido al río de la presa para unas fotografías. Al intentar ayudarla a sentarse para escucharle los pulmones gritó de dolor, con el mayor cuidado la puse boca abajo y mi padre me pidió que esperara afuera y fue lo peor que pudo decirme esa noche, bueno no tanto como cuando escuché que tendríamos que llevarla al hospital porque necesitaban limpiarle unos raspones infectados.

No entendía nada pero yo no era el doctor, así que la envolví en la sábana mientras me rogaba que no la lleváramos. Me estaba costando mucho ignorar sus palabras suplicándome entre lágrimas no sacarla de ahí pero sabía bien que teníamos que hacerlo, así que traté de calmarla y le prometí que no la dejaría sola ni un segundo y fue la promesa mas fácil de hacer en toda mi vida.

En el hospital ya nos esperaban, bajé a Isabella del auto y la acosté en una camilla, cada vez estaba más débil y me asustó verla ponerse peor en tan poco tiempo. No soltaba su mano para que supiera que estaba con ella y que ahí me quedaría todo el tiempo.

Nos llevaron a un cuarto con grandes lámparas. Era un quirófano pequeño. Mi padre había hablado con el cirujano plástico y el pidió que la llevaran directamente ahí por si las heridas no resultaban tan pequeñas como le había dicho Carlisle y necesitaran hacer un procedimiento más complicado.

Cuando Isabella se dió cuenta del cuarto en el que estaba, intentó levantarse y me rogaba cada vez con mayor angustia en su voz que la sacara de ahí. Era obvio del pánico que le tenía a los hospitales así que no deje de intentar que se tranquilizara, sosteniendo su mano y repitiéndole que todo iba a estar bien y que no me movería de su lado.

El cirujano plástico llegó. Para mi sorpresa era muy joven y según había escuchado de Carlisle, era muy bueno en su trabajo. Mas le valía que hiciera un buen trabajo con Bella y que no sufriera, ya demasiado estaba pasando y no quería que siguiera sufriendo.

El Dr. Sloan la revisó, le explicó que era lo que tenía y cómo iban a curarla y ví pasarle la mano por la mejilla y sonreírle. Sentí un golpe en el hígado, no me había gustado esa reacción del famoso doctor, ¿Qué le sucedía? ¿Por qué le sonreía así? Y ¿Qué era lo que me estaba sucediendo a mí?

Al principio no podía entender bien lo que estaba sintiendo. Pero lo que era un hecho era que sólo trataba de ocultar el sol con un dedo. Isabella me gustaba y no quería que fuese así ya que bien sabía que éramos muy diferentes y ninguno de los dos íbamos a cambiar. Yo no quería que ella cambiara por mí y yo tampoco lo haría por ella. ¿Por qué todo se estaba complicando en mi vida? Y para colmo, Nadia vendría unos meses a trabajar conmigo en la presa. ¿Por qué podía uno pasarse toda la vida esperando a que las cosas sucedan y de repente suceden pero al mismo tiempo?

Para que los doctores trabajaran bien y que ella no sintiera molestias iban a ponerle un suero con medicación para sedarla un rato y pasarle algunas medicinas aprovechando esa vía y al escucharlo, me apretó la mano mucho más angustiada. Le hablé suavemente y accedió a que le pusieran el suero mientras yo le acariciaba el cabello. Mi padre me indicó que saliera pero Isabella protestó y después de lavarme y ponerme ropa esterilizada estuve de nuevo con ella.

--Ya estoy aquí hermosa, acabemos con esto de una buena vez – le dije al oído y me sorprendí ante la seguridad de mis palabras, pero en ellas no había duda.

Carlisle le preguntó si quería llamar a alguien y ella me pidió que le avisara a Jimmy y otro gancho al hígado fue lo que sentí. Tuve que llamarle pero el enojo se me transformó en confusión al escucharlo del otro lado del teléfono. ¿era mi imaginación o hablaba muy… “gay”? Yo sabía que trabajaba con ella pero se veía muy normal aunque no lo había oído hablar.

Le pusieron el suero y afortunadamente fue tan rápido que creo que no le dolió. El efecto de los sedantes empezó a hacerle efecto, explicó cómo se había hecho esos raspones tan profundos y cómo llegaron a ensuciarse con tierra, musgo y pintura. ¡Pintura! La imagen que se formó en mi mente fue muy perturbadora y dí gracias de estar sentado, de otro modo hubiera sido demasiado penoso para mí.



Comenzó a decir algo de que ahora yo le haría tragar sus palabras pero con la imagen de su cuerpo casi desnudo y pintado en mi cabeza no pude comprender y le aseguré algo que no recuerdo que fue. Se quedó dormida en unos segundos más.

El famoso Dr. Sloan trabajó con cuidado ayudado por mi padre.

--Si que están llenos de pintura estos raspones ¿Eh? – Sloan se dirigió a Carlisle.

--Se formó como una capa sellando el polvo, era lógico que se infectaran y con las defensas bajas por meterse al río helado, era irremediable.

--Nadie se imagina por todo lo que pasan en este trabajo, y son solo unas niñas – dijo Sloan – creo que es uno de los trabajos mas sacrificados, exponiéndose, como le sucedió a Bella y además siempre cuidando la figura.

El comentario de Sloan me puso incómodo. ¿Porqué no pensaba que Bella era algo mío, se callaba y cerraba la boca? Me puse de pie para que no olvidara que yo estaba ahí con ella, sosteniendo su mano y que ella lo había pedido así, que sacara sus conclusiones y que cerrara el pico.

Estaban por terminar y me atreví a preguntar si estaba todo bien.

--Si Edward, todo está bien, ni siquiera estará muy adolorida – me contestó mi padre y suspire tranquilo. Ya había pasado lo peor.

La llevaron a otra habitación para que descansara, Carlisle me dijo que estaría dormida un par de horas así que fui por un café y regrese a su lado. Era raro, pero me sentía bien ahí. Mirándola dormida y sabiendo que yo la había ayudado cuando lo necesito y que ella había querido que yo estuviera a su lado en un momento difícil, haciéndome saber que confiaba en mi para apoyarse. Todo era nuevo y extraño para mí pero definitivamente agradable y eso me daba miedo.

No me cansaba de mirarla dormir, tranquila y relajada. Era tan hermosa, era perfecta, no tenía ningún defecto ante mis ojos. Sus ojos cafés tenían una mirada tan profunda que casi podías ver su alma en ellos, su glorioso cuerpo, su piel, su cabello me volvía loco y su cara.

--Hola mujercita valiente, bienvenida de regreso – murmuré en su oído al ver que empezaba a despertar. ¿Desde cuando carajos me había vuelto tan cursi? No tenía la menor idea, solo sentía una inmensa necesidad de hacerla sentir bien.

Salí para dejar que pasara Jimmy. Que tranquilidad había sentido cuando me di cuenta que era “gay”, porque además noté que quería mucho a Isabella y que la cuidaría muy bien. Tan bien que ya no se despegó de ella, ocupando mi lugar. Un rato después regresaron Sloan y mi padre para ver como seguía Bella y decidir si la dejaban ir a casa. Y así fue un par de horas después. Con cuidado la ayude a subir a su SUV y los seguí a su casa. Entre Jimmy y yo la acomodamos en su cama y me quedé con ella hasta que volvió a dormirse.

Ya en mi apartamento, me tiré en la cama y cerr´w los ojos, estaba agotado. Mientras Isabella dormía en el hospital, cancelé mis citas de ese día, tan cansado como estaba no podía ir a trabajar así que me dormí varias horas. Me desperté muy descansado, me di un baño y regresé con Isabella. Entré a su habitación justo cuando mi padre le decía que si seguía sus indicaciones podría ir a la cena de Acción de Gracias y eso me puso de mejor humor.

Me quedé un rato acompañándola en lo que Jimmy salía. Estaba muy cómodo platicando con ella, no tenía la necesidad de estar a la defensiva cuidando mis barreras, de una u otra forma sin darme cuenta, ella ya estaba trepando por ellas y yo no sabía si quería hacer algo al respecto.

Era la chica mas sencilla e inteligente que había conocido, a pesar de ser tan famosa y millonaria, era tan centrada que creo que ahí radicaba el encanto que tenía sobre mi, eso era, estaba encantado por ella. Sólo tenía que reaccionar y pensar bien que era lo que quería hacer, pero lo que fuera que decidiera, tenía que ser a favor de ella. Eso lo tenía muy claro.

Bromeamos un poco antes de irme y me despedí dándole un beso en la frente. ¡Diablos! Qué bien me sentía. Al día siguiente le llame para saber como había pasado la noche. Quedé en pasar por ellos a las cuatro en punto y justo a esa hora estaba tocando a su puerta.

Se veía tan hermosa vestida de ese color que no resistí y me acerqué a darle un beso en la mejilla. Olía delicioso pero no podía decir exactamente a que, ya que el día que la llevamos al hospital su cabello y toda ella olían a fressias y fresas y el día siguiente también pero este aroma era diferente, un perfume y casi creía reconocer varios pero no ese.

El camino a casa de mis padres fue entretenido aunque ella estuvo muy callada. Jimmy y yo hablamos de la ciudad, resultó que el chico me agradaba y más aún porque cuidaba de Isabella. En casa, Alice nos recibió como siempre brincando a nuestro alrededor emocionada y Emmett estuvo a punto de abrazar y cargar a Bella y le lancé una advertencia. Fuimos a saludar a mis padres al estudio y mi madre me dijo que Reneé, la madre de Isabella había llamado para agradecernos por haberla ayudado y además nos había enviado unas botellas de vino que por cierto eran de una excelente cosecha.

Miré a Isabella y estaba muy sorprendida y ruborizada. Seguramente ella no tenía la menor idea de las intenciones de su madre de mandarnos ese regalo, podía verlo en su cara.

Pasamos una tarde en familia, hacia muchos años que no tenía una y creo que tampoco Isabella. Estaba contenta, feliz y yo me aseguraría de que continuara así. La cena fue deliciosa, comimos de todo y me dió mucho gusto ver que Isabella probaba todo lo que yo le daba sin protestar. Había sido un buen día pero se veía un poco cansada, así que la lleve a su casa y lo que pensé tardaría algún tiempo en surgir, lo tenía ya frente a mí.

--Edward, la noche del desfile pudiste ver que estoy muy lejos de ser una “niñita inmadura” y en la sesión de fotos en la presa también, estaba muy feliz de que te hubieras podido dar cuenta de ello. Fue como una palomita mas a mi ego, el premio a mi venganza por hacerme sentir tan tonta. Y la verdad si fui muy tonta, por no ver a la persona tan buena que hay en ti y la descubrí desde el momento en que respondiste el teléfono cuando llamé a tu casa pidiendo ayuda – dijo nerviosa.

--Desde que llamé a casa de tus padres, nunca me has dejado sola. En el hospital permaneciste a mi lado todo el tiempo, haciéndome sentir acompañada, tranquilizándome. Me cuidaste aún cuando ya estaba aquí en casa y hoy te has portado inmejorable conmigo, me haces sentir muy especial Edward.

“Que no sea lo que estoy pensando.” Rogué porque sabía muy bien que si era así, tendría que sincerarme con ella y alejarme aunque no quisiera.

--Edward, ¡Tú me gustas!

Permanecí en silencio mas tiempo del que debía, pero estaba buscando la manera de explicarle que tenía que dejar de pensar en mí de esa forma, que no era bueno para ella, pero continuo hablando, tratando de hacerme entender algo que ya comprendía.

--¿Sabes? No te dije esto para que me declararas tu amor eterno, si lo hice es porque realmente quería que lo supieras y porque no podía guardármelo aquí dentro más tiempo. Nunca supe que esperar, bueno, en realidad con tu forma de tratarme estos últimos días me hice muchas ilusiones, también pude pensar que tal vez me rechazarías, pero lo que jamás me esperé de ti Edward, era tanta indiferencia. No entiendo entonces porqué te portaste así conmigo durante todo el día de hoy, hasta hace apenas unos minutos, que pretendías? Creo que ya no me interesa saberlo.

Se puso de pie y yo seguía intentando encontrar el modo de decirle que estaba equivocada conmigo pero se dirigió a la puerta y la abrió en una clara invitación a que saliera de su casa cuando noté que lloraba mientras caminaba en el pasillo hacia su recámara.

La alcancé y quise abrazarla sin hacerle daño y voltearla para que me mirara a los ojos pero lo único que pude hacer fue rodearla por la cintura entre mis brazos.

--Isabella detente por favor, ven, quiero que me escuches. Te vas a hacer daño, deja de forcejear por un momento – intenté decir lo mas tranquilo posible.

--Si no quieres que me haga daño, suéltame y vete.

--No te voy a soltar hasta que estés tranquila y me escuches.

--Ya no me interesa escucharte Edward, todo esta muy claro.

--Ahora yo quiero que me escuches porque si tengo algo que decirte. Te vas a quedar muy quieta, te voy a soltar, ¿Entendiste? – no respondía y subí el tono de mi voz exasperado - ¿Entendiste?

La solté y la tomé de la mano para llevarla al salón y podernos sentar para que me escuchara, pero se rehusó.

--Ya basta Isabella, ¡Vas a escucharme aunque sea aquí de pie!

--Yo no soy bueno para ti Bella. Yo no debo ser lo que tú buscas. Tú te mereces a alguien mejor. Yo no soy una persona a la que le gusten los compromisos, no es lo mío. Mi compromiso es mi carrera, mi trabajo, nada más. Me siento muy mal por haberte dado la impresión de que me interesabas, en realidad si me interesas pero no de la forma que tú quieres.

Isabella comenzó a resbalarse por la pared en la cual estaba recargada y quedó sentada en el piso frío. Quise evitarlo pero al acercarme me alejó con sus brazos.

--No puedo ofrecerte nada y no puedo hacerlo porque simplemente yo no quiero eso en mi vida, aunque eso no me impide sentir afecto y cariño por las personas, incluso amor, si, amor pero sin compromisos. Yo no sería capaz de pedirte que estuvieras conmigo aceptando mis condiciones, tú vales mucho Isabella y no te mereces una relación así. Tú necesitas encontrar a alguien que quiera formar una familia contigo, que quiera cuidar de ustedes, que te jure amor eterno y yo no puedo darte eso.

--Yo no te he engañado Isabella, eso no. Me preocupas y puedo decirte que en este par de dias te tomado mucho cariño y me preocupa tu bienestar. Me gusta cuidar de ti, pero eso es porque te tengo cariño, nada más. Tampoco puedo negarte que me gustas, pero no sólo por eso te merecerías una relación sin futuro. Créeme que lo último que hubiera querido es hacerte daño. Pero prefiero decírtelo ahora antes de que puedas lastimarte mas deseando algo que nunca te voy a poder ofrecer.

Estaba completamente acostada en el suelo helado, llorando por mi culpa. Era el mayor imbécil que había sobre la tierra. ¿Cómo carajos no pude pensar que ella pudiera estar enamorándose de mí? ¿Cómo no pude ver que podría suceder?

Isabella sufría y aunque que doliera verla así, era preferible que pasara por eso ahora y no después si se enamoraba mas de mi. Era mejor acabar con eso de una vez.

--Levántate, ven – seguía negçandose a moverse.

--Vete Edward – dijo sollozando.

--No me iré hasta que te levantes de ahí.

--Por el “cariño” que me tienes, vete y déjame sola.

Eso último me golpeo de frente. Ella tenia razón, si de alguna forma la quería, debía alejarme de su vida. Y lo haría hasta esa noche, no iba a dejarla tirada llorando en el piso, así que me senté también, un poco alejado de ella hasta que sentí que se había calmado un poco.

La levanté en mis brazos y la lleve a su habitación. Le quite las botas y la cubrí bien. Sabía que necesitaba tomar sus pastillas, así que fui por un vaso de leche y lo dejé en su mesita junto con su bolso. Tenía que salir de ahí y de su vida. Me incliné para rozar su mejilla por última vez.

--Vete – dijo al sentir mis dedos en su rostro.

--Isabella… – quise despedirme pero tal vez fue mejor irme sin decir nada más.

¿Porqué había tenido que terminar así un día tan bueno? Todo parecía ir bien, ella se sentía muy bien, se veía muy bien, la cena con mi familia estuvo también muy bien, pasamos un rato muy agradable y al final del día ¿Me dice que le gusto?

Eso no estaba nada bien para ninguno de los dos. Isabella estaría encaprichada de alguien que tal vez en dos meses ya no quisiera nada y yo no podía pensar en ella como en una más en mi lista. Sería muy incómodo encontrarla de vez en cuando por casa de mis padres o en algo organizado por mi hermana o mi cuñada, después de todo eran las mejores amigas. Ya podía sentir la incomodidad y ni siquiera la había besado.

La noche anterior había salido de su casa feliz y confundido a la vez. Feliz por sentirme a gusto estando con ella, por estar fascinado con su forma de ser y confundido porque no sabía si quería intentar por primera vez, llevar una relación en serio y después de mucho pensar llegué a la conclusión de que era mejor dejarla seguir su camino y continuar con mi vida “sin complicaciones”.

Trataría, una vez más, de enfocarme en mi trabajo y en acoplar al grupo alemán que llegaría en unos días, eso me mantendría concentrado y no tendría tiempo ni de respirar.

El grupo llegó y nos pusimos a trabajar toda la semana sin parar. Llegaba muy tarde a casa y me despertaba muy temprano para regresar a la presa. Habíamos dinamitado varias zonas que necesitábamos y se estaban limpiando esas áreas para empezar los trazos, todo iba caminando bien y yo me sentía más tranquilo sabiendo que los alemanes estaban entrenando muy bien a mis colaboradores locales.

El sábado llego y a media tarde ya estaba en casa descansando y haciendo tiempo para que mis hermanos salieran de casa de mis padres y pudiera pasar a saludarlos. Mi teléfono sonó y respondí sin mirar quién llamaba.

--¡Edward!

--Hola Rose, ¿Cómo estás?

--¡Feliz Edward, feliz! – dijo mi cuñada.

--Que bueno Rose, ¡Me da mucho gusto! – fingí alegría – dime, ¿En qué te puedo ayudar?

--Hoy voy a tener una pequeña fiesta porque estoy festejando que… ¡Firmé con Yves Saint Laurent!

--Rose muchas felicidades, me da gusto por ti – dije tratando de sonar contento.

--¡Gracias! Y bueno, necesito que el hermano de mi novio venga a festejar con nosotros.

--Oh Rose, no creo …

--¡Ni te atrevas a faltar! – me amenazó muy seria.

--Te espero ahí, es en el club de la vez pasada, sé puntual, adiós.

¡Muy bien Emmett! Consíguete una novia mandona para que nos ordene cosas a todos. ¡Perfecto!

Me tumbé en la cama dispuesto a dormirme esperando despertar hasta el domingo. Casi a las ocho abrí los ojos y me puse una almohada en la cara para intentar seguir con mi sueño. Un par de vueltas en la cama y treinta minutos después, me levanté y me metí al baño a darme una ducha. Me rasuré, me vestí y salí hacia el club.

Había mucho tráfico aunque era un sábado por la noche y se me hizo una eternidad el llegar al club el cual estaba a reventar. En la puerta le entregué las llaves al valet y entré. Caminé entre la gente buscando el área donde estarían los invitados de Rose y no tardé mucho en encontrarla. Era un espacio bastante grande y había mucha gente alrededor, ya que era V.I.P., en especial muchas mujeres mirando hacia la mesa mas cercana a la pista. Me acerqué un poco más y no me sorprendí mucho al ver a las amigas de Rose, muchas y muy hermosas bailando y celebrando con ella. Casi llegaba a saludarla cuando me detuve en seco. Ahí estaba Isabella con un tipo y bailando muy juntos. Todas las chicas que estaban alrededor lo miraban idiotizadas y él ni siquiera parecía notarlas, estaba muy entretenido con Bella, y ella parecía estarse divirtiendo mucho.

Qué rápido pasaban los días. Parecía que había sido apenas la semana pasada cuando Isabella me había dicho que yo le gustaba. Pero después de todo estaba bien, no quería que esa chiquilla sufriera y mucho menos por mi. Siguió con su vida ¿No?

Pero aunque así fuera, no indicaba que yo estuviera muy feliz. Verla con ese sujeto me daba coraje, no me gustaba la forma en que la tocaba, ni la forma en que la veía, ni que se le acercara tanto al hablarle, ni como bailaban, ¡Nada! No me gustaba nada.

Dos cosas tenía muy claras: una, Isabella me gustaba mucho y dos, no sabía si esa atracción iba a ser suficiente para tener algo serio con ella. Asi que mientras no pudiera tener más clara la última parte, lo mas conveniente iba a ser que me abstuviera de cruzar un límite, por el bien de ambos. Al menos tendría que intentarlo.

No intente acercarme más. Estaba observando a Isabella y al tipo con el que estaba y parecía que tenían mucha confianza entre ellos, y también Rose.

“Vaya Emmett ¿Y en tu cara tienen esa familiaridad con tu chica?”

La ví ir hacia la mesa y tomar algo pero el tipo ese la jaló para seguir bailando y de pronto el lugar se llenó de gritos y silbidos. El la tenía tomada de la cintura y ella lo abrazó, tenía su cara hundida en el cuello del sujeto. Todos gritaban y miré hacia una pantalla.

¡Isabella estaba bailando con el tipo del video donde ella salía!

Se veía tan cómoda en sus brazos que no me asombré cuando terminó la canción y el sujeto la cargo. La bajo y ella aún mantenia la cara en su cuello cuando se acercó Emmett , le dijo algo y entonces reaccionó y le gritó. No estaba molesta, sólo fingía estarlo pero se dió la vuelta muy propia y se perdió entre la gente.

Se dirigió hacia los baños y la seguí con la mirada. Minutos después salió y camino por un pasillo cerca de mí y sin pensarlo la tomé del brazo.

--¿No me merezco ni un saludo, Isabella? – dije con una sonrisa.

--Edward, hola – me saludó como si saludara a alguien a quien veía a diario

--Creí que estarías en tu casa, recuperándote aún – me burlé mientras miraba su hermoso cuerpo cubierto con un vestidito muy sexy.

--Ya estoy completamente recuperada, tu padre me dió de alta hace unos días – se veía radiante y sonrojada, tal vez por bailar con el tipo aquel.

--Si ya veo que estás muy recuperada – no pude evitar decirle eso con sarcasmo.

--Si, ahora si me permites debo regresar.

--Creí que no bailabas Bella – me acerqué más.

--No bailo contigo Edward, que es muy diferente – me contestó muy segura.

--Ah perdón, ¿Entonces sólo bailas con el mismo chico no? – me mostró su sonrisa mas grande y me miró divertida.

--El no tiene problemas con los compromisos – me respondió con la voz llena de ironía.

--Isabella … - no sé que iba a decirle exactamente, me había dejado sin palabras ante eso pero me interrumpió.

--Adiós Edward.

Me quedé ahí parado mirándola irse hacia donde estaba el famoso cantante con el que había ido. Un rato después, me acerque y felicité a Rose que no pudo en regañarme por mi impuntualidad porque estaba un poco pasada de copas. Emmett me saludó y Jasper también. Desde que había llegado a la ciudad estaba con Alice casi todo el tiempo que su trabajo le permitía y ella estaba feliz con él, mas le valía portarse bien con ella.

Platicábamos detrás de la mesa dónde estaba Isabella con el chico. No podía desviar la mirada de ella, esa noche en especial se veía preciosa, tenia un brillo en la piel que daban ganas de acariciarla y besarla.

Se pusieron de pie y se despedían de todos cuando se dirigieron a nosotros. Estaban tomados de la mano.

“¿Qué carajos significaba eso?”

--Chicos, nos vamos – estaba sonriente.

El chico se despidió de Emmett y Jasper y se giro hacia mi dándome la mano.

--Soy Jake – dijo despreocupado.

--Edward Cullen – le dí la mano y miré a Isabella.

El chico dijo algo más mientras ella lo jalaba de la mano para irse. Los ví alejarse mientras él la tomaba de la cintura y caminaban muy juntos.

“¿Qué sucedía con Isabella?”

Al menos yo tenía que averiguar algo porque lo que acababa de ver no me parecía una manera común de actuar en una chica como ella, yo tenía otra impresión de Isabella.

--Hey Emmett porqué se fue tan temprano Isabella? – pregunté como si nada.

--No sé, tal vez tenga que levantarse temprano ya sabes como es eso – no me decía nada su respuesta pero no preguntaría nada más, conociéndolos, sería como cavar mi propia tumba.

Estuve un rato más y me despedí. Llegué a casa en menos de quince minutos. Me desvestí y me acosté en la cama pensando en ella y lo contenta que la ví con el tal Jake. Esto no estaba pintando muy bien para mi y tendría que hacer algo pronto.

¿Hacer algo pronto? ¿En que estaba pensando? Me dormí pensando en como resolver mi dilema.

Al día siguiente después de mucho tiempo dudando le marqué y me tomo por sorpresa al hablar sin darme tiempo de decir nada.

--Gracias “amigo” ayer ni te extrañé – dijo sarcástica.

--Mmm gracias por lo de “amigo” y ya lo creo que no debiste extrañarme, si mal no recuerdo estabas con Jake.

Estaba seguro de haberla pillado por el silencio que hubo después.

--¿Hola? – me burlé.

--Hola Edward, creí que eras otra persona pero dime en qué puedo ayudarte – tenía una voz adorable y más cuando estaba nerviosa.

--Isabella, me gustaría mucho que aceptaras salir esta noche conmigo, ¿Qué dices?, ¿Aceptas? – le pregunté con mi voz mas encantadora.

--No Edward, en realidad no creo que tengamos muchas cosas en común y como dijiste la otra noche, buscamos cosas diferentes así que ¿Para qué perder el tiempo no crees? – tenía que aceptar.

--Es sólo una cena Bella, déjame borrar la mala impresión que te dejé.

--Está bièn, salgamos.

--Bien. ¿Te parece si paso por ti a las siete?

--A las siete está muy bien.

--Entonces nos vemos en unas horas Isabella, adiós.

--Adiós Edward.

¡Vaya! No había sido tan difícil. Pasaron unas horas y me arreglé para ir por ella. No estaba nervioso ni pensaba en nada, simplemente quería estar con ella, no me predispuse para nada así que, ¡Que resultara lo que tuviera que resultar!

Toqué a su puerta y cuando la abrió, mi mandíbula no tocó el piso gracias a que la tenía colgada aún en mi cara. Se veía bellísima con ese suéter rojo, le sentaba muy bien ese color. ¡Hermosa!

La saludé con un beso y le sugerí que llevara algo más para cubrirse del frío. En el elevador la miraba por el espejo y me pilló mientras sonreía, no podía dejar de mirarla.

Pensé mucho en el lugar al que la llevaría y me decidí por uno argentino. Estaba seguro que le gustaría porque había visto como disfrutaba comer cuando cenamos en casa de mis padres, así que no lo dude más. Nos recibió una rubia guapa, supongo, porque la verdad, sólo tenía ojos para Isabella. Al llegar a la mesa le sonrió y se puso a sus órdenes llamándola por su nombre, la había reconocido.

Le pedí que me permitiera pedir por ella ya que conocía el lugar y sabía qué cortes eran los mejores. Pedí una botella de vino y cuando llegó lo serví en su copa después de probarlo.

--Por ti y porque aceptaste venir Isabella – quería brindar porque ella estaba ahí conmigo. El vino le había gustado y estaba un poco impaciente porque llegara nuestra cena. Le gustaba el Bife de Chorizo y le celebre que no fuera una modelo de las que no comía pero me dijo que hacia mucho ejercicio para compensar sus gustos de comer y por mantener cierta condición por su trabajo. Era una chica responsable, por algo era Bella Swan.

La cena llegó, tomé una empanada y la acerqué a su boca, tuve el impulso de hacerlo y no fallé. Le dió una mordida y luego la llevé a mi boca. Cenamos mientras platicábamos y me servía ensalada en el plato así como yo le servía un pedazo del corte que estaba en la mesa. Sentía que nos conocíamos de toda la vida, me sentía en confianza, muy relajado con ella disfrutando ese momento y no pensando en otras cosas tratando de que la cena se terminara lo más pronto posible para concluir la noche entre las sábanas. Con ella no era así.

Sonaron algunos tangos mientras comíamos y no pudo nada, ser mas sensual que eso. Terminamos y pedí unos postres, sabía que le gustarían y no debía privarse de ellos, no lo permitiría esa noche. Intentó protestar pero fue en vano. Llegaron a la mesa y tomé una cucharita para darle a probar en la boca. Me gustaba alimentarla, lo sentía tan natural y a ella parecía gustarle, ambos lo disfrutábamos. Cuando le acerqué una cucharita con alfajor ya no tuve éxito y no insistí, en verdad había comido bastante y no quería que después me odiara por todo lo que la había hecho comer. Era encantadora.

La chica que nos recibió, se acercó cuando vió que ya nos levantábamos de la mesa y le pidió a Isabella tomarse una foto y aceptó sonriente. Posó junto a ella con una gran sonrisa en su rostro. Le ayudé a colocarse el abrigo antes de salir y pasé mi brazo por sus hombros como por instinto y no protestó cuando la atraje hacia mí al salir al frío de la noche.

El viento alboroto un poco su cabello y le quité algunos mechones del rostro y me hubiera encantado dejarle algunos besos por donde había pasado mis dedos. Qué fácil era estar con ella.

El auto llegó y la ayude a subir. Puse algo en el Ipod que no recuerdo bien que fue pero Isabella movia su pierna al ritmo de lo que escuchaba y yo empezaba a perder la calma.

En la puerta de su apartamento se despidió de mi agradeciéndome pero le pedí que me invitara a pasar.

“¿En qué diablos estaba pensando cuando le pedí eso?”

Me ofreció algo de tomar y acepté un vino sólo si ella me acompañaba. Mientras esperaba a que regresara miraba las fotos que tenía sobre una mesita en una esquina y tomé una dónde estaba con su padre supongo, estaban en un muelle junto a un bote y el sostenía una caña de pescar y ella una cara de aburrimiento digna de esa foto, tendría unos diez o doce años creo. Tomé otra donde estaba más pequeña y más adorable aún. Estaba con Rose vestidas con ropa de sus madres supongo y posaban como si fueran grandes modelos. Desde ese momento amé esa fotografía. Tenía un vestido que le quedaba enorme junto con los zapatos y un sombrero, llena de collares y un bolso plateado, con esa sonrisa coqueta que tanto me gustaba. Me fijé bien y en la mesa solo habían fotografías de cuando era pequeña, no tenía ninguna dónde tuviera más de doce o trece años.

Llegó junto a mi y me dió una copa. Tomó la fotografía de mis manos y sonrió. La puso de nuevo en la mesita y giró hacia mí y no chocamos pero derramó algo de vino sobre su suéter rojo.

--¡Oh que tonta soy! – se disculpaba camino a la cocina y la seguí.

--Discúlpame Bella, te asustaste por culpa mía.

--No digas eso, fue un accidente – se pasaba algo mojado tratando de limpiarse.

--Déjame a mí – no lo pensé y le quité lo que tenía en la mano y comencé a pasarlo por su suéter. Fue algo que simplemente hice sin pensar y después reaccione al darme cuenta de lo que estaba a punto de hacer pero no iba a dar vuelta atrás.

Pasé mi mano con las servilletas mojadas por dónde pensé se había derramado el vino. Sentí su pecho subir y bajar al ritmo de su respiración la cual podía oír iba aumentando su velocidad. Cerró sus ojos, esperando más y no resistí, la tomé por la cintura acercándola más a mí si eso era posible, tiré el papel mojado y acaricié con mis dedos ese camino de piel que subía y bajaba, tentándome. Su piel era fina, de seda, cremosa y por un instante pensé en sustituir mis dedos por mis labios. Hubiera sido glorioso tocar esa porción blanca de leche con mis labios, rozarla con mi lengua, sentir el sabor de su piel. Tuve que apretar más mi mano sobre su cintura al mismo tiempo que acerqué mi boca a la suya, tenía que besarla ya. Respiré su aliento y dejé que mis labios rozaran los suyos para comenzar a moverlos lento, despacio y sin prisas, dejándolos seguir mi ritmo en un beso que poco a poco intente subir de nivel al tocar con mi lengua su labio inferior el cual había estado succionando y se había convertido en una absoluta tortura para mi, separe mis labios y la abracé más fuerte contra mi pecho.



Bella buscó mis labios, intentó besarme y lo hizo, con urgencia, con sus brazos alrededor de mi cuello y con mis dedos en su cabello dije su nombre y de nuevo la bese mas exigente, quería probarla con todos mis sentidos, Isabella me estaba haciendo perder el control. La mantuve entre mis brazos mientras respirábamos y descanse mi barbilla en su hombro. Le besé detrás de la oreja y pareció estremecerse cuando bajé mi mano por un costado suyo y de regreso mientras la escuche jadear ligeramente y me provocó un terrible dolor, la deseaba mucho y al parecer ella también a mi así que proseguí con las caricias que tanto placer me daba regalarle.

Me besó con pasión y deseo, yo reconocía muy bien eso. Isabella me estaba respondiendo y no podía sin duda alguna estar mas feliz al saber que al fin disfrutaría de su exquisito cuerpo, saborearía su piel y la haría disfrutar tanto como ella nunca lo hubiera imaginado. Y comenzaría ahí y en ese mismo momento, así que la levante y la senté sobre la barra quedándome entre sus piernas y la atraje hacia mí por la cintura para besarla pero antes de hacerlo sentí sus pezones duros rozar mi pecho.

Isabella estaba reaccionando a mis caricias, su cuerpo quería más de mí, no era difícil deducirlo. La bese con mas pasión y fervor, quería sentirla toda, probarla. Mis manos no querían perder tiempo y acariciaron su espalda y mis labios su cuello, sintiendo el sabor de su piel con mi lengua.

Decidí no prolongar más esa agonía y tomé un botón de su ropa y comencé a desabrocharlo, ya quería verla.

--¡Oh Bella!, ¡Me gustas tanto! – terminé con los botones y retiré la prenda de su pecho, necesitaba admirarla. ¡Era tan hermosa! No resistí y me acerqué para besar esa piel que resaltaba de sus senos, que pedía a gritos que lo hiciera, y presioné mis labios sobre ella. La toqué, la acaricié con mis pulgares aún sobre el brassiere tan sexy que tenía, pero no lo quería interponiéndose entre nosotros, entre mi boca y sus increíbles senos pero me contuve, dibujando sobre él, incitándola llevándola poco a poco hasta enloquecer de deseo, así disfrutaríamos más cuando llegara el momento pero un jadeo suyo me hizo olvidarme de lo que había pensado antes. No pude más y baje el brassiere, no iba a perder tiempo en desabrocharlo, tenía urgencia de ella no podía más. La miré sólo unos segundos y mi fascinación por sus senos me enloqueció, se veían tan firmes, tan blancos bajo sus pezones rosados. Mi boca voló hacia ellos y besé uno primero saboreándolo, dibujando con mi lengua pequeños círculos lentos y rápidos después, logrando que gimiera sin pudor, disfrutando mis caricias y yo ya ansiaba con todas mis fuerzas dar un paso más. Pero esperé un poco y mi boca tomó su otro pezón repitiendo la rutina que le había dado al otro… “La rutina”.

Bajé una mano y acaricié su pierna cuan largo era su muslo firme, su piel era tan suave que no podía pensar en ir mas despacio, me hacía sentir cosas extrañas pero debía dejar de pensar y sólo concentrarme en darle tanto placer como pudiera. Aventure una mano al interior de sus muslos y la toqué sobre sus bragas, que cálida sensación descubrí al presionar suavemente su centro, y jadeó con deseo, invitándome a continuar haciendo a un lado la tela para recorrer con sumo cuidado su clítoris, ese pequeñito punto que la llevaría a enloquecer un poco más y lo estaba consiguiendo. Apoyo su cabeza en mi pecho y la sentí temblar ligeramente y lo que le faltaba por sentir…

--Vas a ver cómo nos vamos a divertir dulzura, ¡No te vas a arrepentir!

Y después sólo sentí que me empujaba en el pecho. ¿Qué sucedia?

--¿Qué pasa?, ¿Por qué te alejas? – pregunté confundido.

--¡Lárgate!, ¡Lárgate de mi casa! – me sacó de entre sus piernas, bajo de la barra, y la seguí al salón.

--¡Llévate toda tu maldita “Dulzura” a otra parte!, ¡Vete Edward!

--¿Qué te sucede Isabella? ¡Creí que estabas de acuerdo! – juré creer que lo estaba, si no no hubiera continuado o no hubiera intentado nada en un principio.

--¡Y yo creí que tu habías entendido que yo no juego así!, ¡Eres un maldito inmaduro Edward, no yo! – estaba gritándome histérica.

--¿Eso crees Isabella? Pues bien, ¡Me voy!, ¡Llámame cuando te des cuenta de que tu mundito ideal “¡No Funciona!” – dije tan molesto tanto con ella por ser tan “niña” y conmigo por ser tan estúpido.

--¡Alguien habrá en este mundo que opine igual que yo y si no me moriré … - se detuvo y ni quería saber que mas diría.

--¡Adiós Isabella!, ¡Fue un placer!

--¡Y ni te atrevas a llamarme para borrar la mala impresión que siempre me dejas!, ¡No me interesa! – no planeaba hacerlo “Dulzura”.



Enfurecido como estaba, salí de ahí cerrando la puerta con mucha fuerza. Eso era el colmo, ¡Condenada niñita y su minimundo ideal! ¿Qué le sucedía? Al diablo con ella y con todas las que querían de la vida más que un compromiso.

Yo no tenía ni la más mínima intención en cambiar mi vida, siempre había tenido relaciones sin compromisos y nunca había tenido que rendirle ni pedirle cuentas a nadie, ¿Por qué iba a empezar ahora? Queríamos cosas muy diferentes y yo no estaba dispuesto a sacrificar mi estilo de vida por darle gusto a una niña. Al menos ya no me seria difícil mantenerla alejada de mi mente.

Al llegar a casa, me desvestí y me acosté en la cama. No sé si porque en realidad estaba muy cansado, que me quedé profundamente dormido en poco tiempo. Me levante de madrugada para ir a la presa y todo marchaba bien, hasta que Alice me llamó.

--Edward, ¿ya viste los periódicos y las revistas?

6 comentarios:

Nani-PattinsonWorld dijo...

hmmmm me gusta el punto de vista de Edward ... me da la sensacion que esto se va a complicar y "mucho".
¿ Que hay en las revistas ? ... quiero mas cari, lo sabes verdad ?
xD ... un besazo y me alegro que estes de vueltaaaaa

Anónimo dijo...

ya te dije que me encanta esta historia? otra vez, ME ENCANTA!!! sigue asi...

un besooo!

Li dijo...

Gracias Chicas!!! gracias por las porras, me animan a ponerle leña al fuego... jajaja
Ro!!! quiero capi!!!!
besitooooo
Li

Polly wants a cracker dijo...

Hola!!! Me encanta este fic!!

Y ahora estoy traducioendo Lust or love?

Porfavor pasate y dime tu opinión, aquí te dejo el link: http://lereveestgratuit.blogspot.com/


Gracias, y felicidades

Io dijo...

Li, me encanta esa actitud de ella, si señor!!! Que manera de dejar con las mosca detras de la oreja... que hay en las revistas???

Siento no haber comentado antes, pero es que voy liada con el fic...

Un besazo y mucho animoooooo!!!

Nani-PattinsonWorld dijo...

Liiiiiii quiero mas !
Bstos