lunes, 5 de julio de 2010

CAPITULO 6

CAPITULO 6


Esa noche dormí espléndidamente. No tuve molestias gracias a la pomada con anestesia y tampoco me volvió la fiebre y además de todo eso soñé con la imagen de Edward sentado junto a mí en mi cama.

Jimmy me despertó temprano con un yogurt para tomar mis medicinas. Haría todo lo necesario para estar bien esa noche, quería ir a cenar a casa de los padres de Edward. Me levante al baño y pude moverme muy bien, ya sin dolor alguno, lo que me puso muy feliz.

Me puse de acuerdo con Jimmy para enviar algunas cosas y para que localizara a Angela y le contara lo que me había ocurrido para que moviera alguna sesión de fotos que tuviera la semana próxima por si se necesitaba que se viera alguna de mis partes raspadas.

Luego llame a mi madre que no creía que ya me sentía muy bien.

--De verdad mama, ya me siento muy bien – repetí por milésima vez.

--Ay Bella es que cuando Jimmy me aviso que habían llegado del hospital me aterre – había heredado de mi madre el pavor a los hospitales.

--Si mama, yo también tuve miedo pero ya estoy muy bien, créeme. El suegro de Rose es un doctor excelente y me atendido muy a tiempo junto con el Dr. Sloan, ambos son muy buenos – le conté detalladamente lo que recordaba del proceso.

--Mi Bella, y pasaste todo eso solita.

--Claro que no mama, Edward estuvo conmigo todo el tiempo, no se despego de mi y me tranquilizo mucho – solté como si nada.

--¿Edward? ¿Quien es Edward Bella? – me pregunto curiosa mi madre.

--El cuñado de Rose mama, se porto muy bien conmigo.

--Eso veo, y dime este Edward, ¿que edad tiene?

--No se bien, es menor que Emmett, luego le preguntare – dije sin importancia.

--¿Y que harás hoy?, ¿en donde cenaras?

--Nos invitaron a casa de los Cullen mama, ahí cenaremos – asegure feliz.

--Jimmy va contigo por lo que escucho, me parece muy bien – la escuche mas relajada – diviértanse mucho y cuídate Bella, por favor.

--Si mama, pásatela bien ¿si? Dale un beso a Phil.

--¿Sabes? Creo que debes darme el numero de los Cullen, quiero agradecerles por haberte ayudado – ¿Que mi madre quería que?

--Mama, ya soy mayor ¿sabes? Ya les he agradecido y lo hare de nuevo esta tarde, no te preocupes ¿si?

--No esta de mas Bella, se portaron muy bien contigo, quiero hacerlo – seguro que de ella saque lo “persistente”.

--¡Renee! Ya lo he hecho yo, gracias de todos modos. Te quiero mama, te veré pronto Ciao.

--Si, nos hablamos luego – la oí un poco decepcionada, pero no quería que llamara a los padres de Edward. Me haría sentir tan “niña”…

También hable esa mañana con mi padre y repetí otra vez la misma historia pero a el no le mencione a Edward para nada, mas valía no hacerlo porque podía resultar a veces mas curioso que mi madre. Me pidió le agradeciera al suegro de Rose el haberme atendido. Eso era muy diferente, ¿o no?

Dormí un rato mas en lo que llegaba la hora para empezar a arreglarme. El teléfono sonó pero Jimmy contesto al segundo timbrazo y ya no pude dormir más. Me levante y fui a la cocina por una taza de te. Me recosté un momento mas en la cama mientras tomaba mi te cuando Jimmy asomo la cabeza con su sonrisa diabólica del gato feo de Alicia en el país de las Maravillas.

--¿A que se debe tu hermosa sonrisa Choo? – fui directa.

--Ay Bella, no se si deba decirte – ronroneo.

--Habla o calla para siempre.

--Me pregunto… ¿que pasara si tomo la segunda opción? – era perverso.

--Pasara que te inflaras como un sapo de tantas ganas que tienes de decirme eso que no me vas a decir y explotaras – puse cara de asco y el también.

--Edward acaba de llamar para saber como habías pasado la noche, le dije que muy bien y que seguías dormida. Me pregunto si te habías comportado y le dije que si. Viene por nosotros a las cuatro en puntito – término de hablar y respiro muy profundo.

--Choo, te quedas sin aire – bromee.

--Lo que no quiero es quedarme con alguna información dentro e inflarme como sapo y reventar.

No podía ser cierta tanta felicidad. Edward había llamado para saber de mí y el mismo vendría a buscarnos para ir a casa de sus padres. Tenia que apurarme, quería estar lista a tiempo para cuando llegara. No tenia ni idea de que ponerme y estaban comenzando a picarme las pantorrillas de los nervios.

--¡Choo, al closet¡ – grite – ¡no se que ponerme! Tengo que darme un baño y arreglarme el cabello, no se si tenemos tiempo suficiente.

Quería estar perfecta sobre todo esa tarde, necesitaba estarlo. Tenia que sentirme muy segura.

--Bella, aun faltan tres largas horas, por supuesto que estarás lista – canturreo Jimmy.

--Además, ¿me dices que te pasa con tanto nervio? – entrecerró los ojos.

--Nada Jimmy, solo que estoy feliz – le confesé – muy feliz.

Me di un baño con mucha calma, me puse la pomadita para prevenir cualquier dolor y me enrollé en mi bata de baño para poder empezar a arreglarme el cabello y después maquillarme, muy natural como siempre, pero yo me tomaba mi tiempo. Una vez terminados estos pasos fui por mi ropa que estaba extendida en mi cama.

Elegí un vestido de punto color beige con un cinturón suelto color miel, con unas botas beige también. Como hacia frío, me pondría una bufanda larga y un abrigo del mismo color. Puse un poco de mi perfume secreto a mi ropa ya que me dio un poco de miedo rociarlo en mi cuerpo y estuve lista para esperar a Edward.

Jimmy también estuvo muy listo a tiempo y justo a las cuatro en punto el timbre de la puerta sonó. Yo estaba en mi habitación escuchando a Jimmy.

--Hola Edward, pasa, Bella estará aquí en un momento – dijo con calma. Yo no quise hacerlo esperar ni un segundo y que pensara que era una impuntual. Salí al salón al escuchar mi nombre.

--¡Ya estoy aquí! – camine hacia el y le sonreí. Verlo con sus jeans azul oscuros que se amoldaban tan bien a sus piernas y su camisa gris que en esta ocasión no se ajustaba mucho a su pecho, quitaba el aliento. Lo vi mirarme divertido y por primera vez en mucho tiempo, me sonroje. Al darme cuenta, baje la mirada y no supe que hacer.

--Isabella, te ves muy bien – se acerco a mí y me dio un beso en la mejilla – que bueno ver que te recuperas rápido.

--Gracias, tu padre y el Dr. Sloan hicieron un buen trabajo – me mordí el labio inferior.

--Definitivamente si. ¿Nos vamos? – me ofreció su brazo que no dude en tomar. Jimmy solo observaba como si estuviera en un partido de tenis.

Abrió la puerta de su auto y Jimmy subió a la parte trasera y yo por supuesto en el lugar del copiloto. Ya me estaba acostumbrando mucho a ese auto. Avanzábamos en el tráfico y encendió el Ipod, se escuchaba “Kings of Leon” y me reí recordando que con aquella canción lo había dejado con la boca abierta en el desfile el viernes anterior.

--¿Que es tan chistoso? – quiso saber.

--Nada, solo recordé algo – dije mirando hacia la calle.

--Dicen que quien solito se ríe… - Edward dijo divertido.

--¡De sus picardías se acuerda! – Jimmy termino por el y ambos soltaron a reír.

Fruncí el ceño y mire un rato más hacia afuera. No se me hizo muy largo el trayecto gracias a la música de fondo y a la plática de Edward y Jimmy acerca del tráfico neoyorquino y otras cosas de la ciudad. Este par se estaba llevando bien.

Llegamos a casa de sus padres y Edward me ayudo a bajar del auto. Me encantaba que fuera tan atento. Subimos aquellos tres memorables escalones y en la puerta de la casa había una hermosa corona alusiva al Día de Acción de Gracias, llena de colores amarillos, naranjas y cobrizos, como el cabello de Edward. Era un adorno muy lindo, seguramente Esme lo había hecho.

Entramos y me ayudo a quitarme el abrigo cuando escuche los grititos de Alice que llego corriendo a darnos la bienvenida.


--¡Bella! – grito Alice – Michael Kors, otoño 2010.

--¡Si Alice! – nos reímos y me dio un beso en la mejilla. Edward nos vio raro y rodó los ojos.

--Jimmy, que bueno que llegaron, Edward, hay algo que llego esta mañana para ti, esta en el estudio.

Alice tomo a Jimmy del brazo y lo llevo al salón donde estaban todos. Salude a Rose, Jasper y cuando vi venir a Emmett hacia mi jale aire por la sorpresa.

--No te atrevas Emmett, puedes lastimarla – dijo Edward advirtiéndole.

--No iba a lastimarla Edward, relájate – me dio un beso en almejilla – ¿como sigues Bellísima? Yo te veo como si nada.

--Mucho mejor Emmett, gracias a tu padre.

--Están en el estudio, ¿me acompañas? – me pregunto Edward.

--Claro, vamos – tome de nuevo su brazo.

Alice y Rose tenían una sonrisa de satisfacción, esas chicas, ¡ojala no fueran tan obvias!

--¡Bella! – dijo Esme – no tenias porque molestarte – se acerco y me abrazo casi sin tocarme por precaución y se lo agradecí.

--No es nada en comparación a lo que hicieron por mi – le apreté las manos.

--Es un lindo detalle de tu parte – dijo mirando una gran canasta llena de todo tipo de dulces, galletas, chocolates y cuanta golosina hubiera.

--Y el obsequio que nos envío tu madre Bella, le dije que no era necesario cuando hable con ella.

¿Que? ¿Mi madre les había llamado?

--Muy buena elección por cierto Bella, dale de nuevo las gracias a Renee – Carlisle tomaba una botella de vino de una canasta con varias botellas mas.



--Y mira Edward este es para ti de parte de Renee – Esme lo acerco a una canasta que también tenia algunas botellas. Como su padre hizo, tomo una botella y la observo.

--Muy buena cosecha – me miro – tendrás que darme el numero de tu madre para agradecerle.

Yo estaba sin poder moverme y menos hablar. ¿Como había sido posible que mi madre hiciera esto? Lo único que vino a mi mente fue, Jimmy y Rosalie.

--No te preocupes yo le digo que te gusto su obsequio – le dije con voz bajita y el me miraba muy divertido.

Fuimos todos al salón donde estuvimos platicando un rato mientras pasábamos al comedor. Las dos veces que había estado en esa casa, había estado muy a gusto, me sentía tranquila, en confianza. Había calor de hogar, y no es que yo no lo hubiera tenido, pero era muy difícil sentirlo cuando vivía tan lejos de mis padres.

Alice, Jimmy y yo platicábamos y ella estaba muy contenta porque la habíamos invitado a que nos acompañara a todas las sesiones que hiciéramos para Chanel y que ya empezaban pronto. Estaba dando brincos por todas partes y Jasper la miraba fascinado. Emmett y Rose en su mundito mientras que Edward y su padre platicaban un poco alejados. Esme estaba en la cocina y decidí ir a preguntarle si necesitaba ayuda.


--¿Necesitas una mano Esme? – pregunte tímidamente.

--Bella, todo esta listo solo necesito ayuda con las servilletas – acepto – Renee es muy linda sabes, me agrado mucho platicar con ella.

--Si, la quiero mucho – baje la mirada – la extraño a veces.

--Ya lo creo Bella, Rose y tu casi crecieron solas – asentí viendo al suelo.

--Yo se bien lo que es extrañar. Mis hijos estuvieron lejos mucho tiempo, estudiando y trabajando – suspiro – pero ya están todos aquí, mi familia esta completa y ¡ha crecido! Rosalie, Jasper y tú ya son parte de esta familia, lo digo muy en serio – me puso una mano en la barbilla y me sonrío tierna.

Pusimos las servilletas en cada lugar y Esme llamo a los chicos para que llevaran a la mesa las bandejas con el pavo y otros platillos pesados. Todos ayudaron a acomodar la mesa, era un alboroto ya que todos hablaban al mismo tiempo, pero todo quedo muy lindo en poco tiempo. Estábamos tan a gusto que cada quien escogió donde sentarse sin mayor formalidad, Carlisle y Esme a los extremos y de un lado Emmett, Rose, Alice y Jasper y del otro Edward, yo en el medio y Jimmy junto a mi.

En la mesa había de todo, ensaladas, pavo, puré de manzana, papas y arandanos, algunas verduras con algunas salsas, pan de maíz, y en una mesita larga detrás de Esme, estaban los postres, pay de manzana, de calabazas y por supuesto la canasta de dulces que les había enviado esa mañana. Se abrieron varias botellas de vino de las que mi madre envío y yo fui la única que no tomo por las medicinas.

Todos estábamos muy contentos comiendo, platicando, contando anécdotas. Yo no podía estar mas feliz, estaba pasando un día inmejorable y junto a mi estaba el chico que me gustaba y de lo mas atento conmigo. Platicaba, me hacia bromas, me daba de probar algún puré o unas verduras. No, no podía ser más perfecto.

A media cena yo ya no podía mas, Edward había hecho que probara todo lo que estaba en la mesa y estaba más que satisfecha. Por supuesto no probé los postres aunque se veían deliciosos.

--Bella, tus medicinas – me recordó Carlisle e intente levantarme para ir por ellas a mi bolso pero Edward no me lo permitió.

--Voy por ellas – dijo el sin darme oportunidad de decir algo. Al mirar al frente me encontré con Alice y Rose con una risita absurda en la cara. No quise ni intentar ver la cara de Jimmy porque hubiera sido demasiado para mi. Edward regreso con mi bolso y me lo dio sentándose junto a mi de nuevo. Lo abrí y saque mis medicinas y me las tome con un poco de agua. Carlisle me miraba atento.

--No me puedes decir ahora que me las tome con el estomago vacío – nos herimos ya que todos estábamos en las mismas condiciones, muy satisfechos. Permanecimos un buen rato mas sentados haciendo la sobremesa luego entre todos ayudamos a Esme la levantar todo y llevarlo a la cocina. Entre Esme y las chicas guardamos lo que quedo, lavamos y secamos los platos. Hasta eso podría decir que resulto muy agradable.

Cerca de las once de la noche, Jimmy comenzó a despedirse de todos.

--¿Jimmy te vas? - ¿como me dejaba sola?

--Si Bella, tengo que ir a mi casa, pero tu ya estas bien ¿no? O ¿necesitas que me quede también esta noche? – ah ok, ya veía por donde iba.

--No, estoy bien, ¿nos hablamos mañana? – pregunte angustiada.

--Claro, te llamo – me dio un beso y salio corriendo pues ya lo esperaba su taxi.

Todos fuimos al estudio a ver una película, se acomodaron en los sillones mientras que yo me senté sola en otro. Cerré mis ojos y puse mis manos sobre mi estomago. Así permanecí un rato hasta que escuche las risas de Emmett y Jasper. Abrí mis ojos y Edward estaba sentado junto a mí en la misma posición que yo. Creo que sintió que me moví porque también abrió los ojos y me miro.

--¿Cansada? Hoy fue una larga tarde – dijo con voz suave.

--Un poco – admití tratando de ver sus ojos con tan poca luz.

--¿Quieres que te lleve a casa?

--Si por favor.

Me levante del sillón, me despedí de los chicos y salimos al corredor. Buscaba a Esme y Carlisle con la mirada.

--Mis padres ya están en su habitación, también estaban cansados, me pidieron que los despidiera de ti.

--¡Oh! – fue lo único que pude decir.

--¿Vamos? – camine junto a el hacia mientras iba por los abrigos. Se puso su chamarra y con cuidado me ayudo a ponerme el mío. Salimos de la casa y esta vez el aire no soplo con mucha fuerza pero no me importo y seguí agarrada de su brazo hasta que llegamos al auto. Subí, me ayudo con el cinturón y pude impregnarme de su aroma, me llenaba de oler las maderas, el almizcle y la lavanda. Con los ojos cerrados aspire el olor a Edward.

--¿Todo bien? – pregunto al oírme suspirar.

--Si, todo muy bien – respondí y sentí que me empezaba a ruborizar otra vez. Con la oscuridad de la noche, no pudo notarlo afortunadamente.

Antes de salir hacia las calles, tomo su Ipod y busco una canción que reconocí enseguida, era “Waiting on the World to Change” de John Mayer, me gustaba mucho esa canción así que al escuchar las primeras notas, sonreí.

--¿Te gusta? – pregunto.

--Mucho, esa en especial me encanta.

--¿Que tipo de música te gusta Isabella? ¿Que tienes en tu Ipod?

--Jimmy dice que soy rara porque tengo de todo, yo creo que todos tienen un poco de todo ¿no crees? Y creo firmemente que el contenido de un Ipod puede decir mucho de su dueño, algo así como si analizaran su caligrafía.

--Estoy de acuerdo. ¿Que diría de ti el tuyo? ¿Me dejarías analizarlo un día? – se detuvo en una luz roja y giro su cara para verme.

--¿Porque no?

Llegamos a mi apartamento y tan atento como siempre, me ayudo a bajar. Tome su brazo y entramos al elevador y aunque se cerraron las puertas, no lo solté. Me recargue un poco en el y otro tanto en el fondo del elevador. El solo volteo un poco su cabeza hacia mi sin decir nada, podía escuchar su respiración rítmica y profunda. Llegamos a mi piso y salimos. Metí la llave y abrí. No tenia ni idea de que hacer pero no quería que se fuera, así que entre y abrí mas la puerta en una clara invitación a que pasara y Edward acepto cerrando la puerta detrás de el.

Me quite con su ayuda el abrigo que deje en el sillón del salón.

--¿Quieres tomar algo? – ofrecí

--En esta ocasión no me gustaría tomar solo, un poco de agua estaría bien – camine a la cocina y me siguió. Trataba de controlar mis movimientos para que mi nerviosismo no se notara, lo había hecho infinidad de veces, ¿porque no tendría que funcionar ahora?

Serví dos vasos y le di uno. Me senté en una de las silletas altas de la cocina y Edward me imito. El no decía o hacia nada y me estaba desesperando. El me gustaba mucho, demasiado quizás y guardarme ese nuevo sentimiento no me estaba haciendo nada bien. Yo no me podía quedar así sin más, sin decirle lo que sentía, que cada vez que me miraba como lo estaba haciendo justo ahora, sentía que me quemaba. Que cada vez que me tocaba sentía una especie de corriente eléctrica correr por todo mi cuerpo, que me sonrojaba de solo pensar en sentir sus labios en los míos. Que quería tocar su cabello y que mis dedos se perdieran en el, que quería…

--¿En que piensas Isabella? – sus ojos verdes eran tan perturbadores.

--Edward – intente hablar – yo quiero darte las gracias por… - fui interrumpida.

--No, ni lo menciones, ya te he dicho que lo haría mil veces mas – dijo con voz baja.

--Es que, no es todo – me pare y le di la espalda – siento haberme comportado como una necia el día que nos conocimos y tampoco me porte muy bien el día de la fiesta en el club.

--Olvídalo, no pasa nada – se acerco a mi – en ese caso yo también me he portado como un idiota contigo, tendrás que aceptar mis disculpas.

Lo sentí tan cerca de mí, podía olerlo, podía escuchar su respiración. Me gire de pronto y quedamos a unos centímetros. En ese momento solo pude perderme e la profundidad de sus ojos verdes. Estábamos tan cerca el uno del otro que con un mínimo movimiento podría tocar sus labios con los míos.

Dios mío, ¿que era lo que estaba sintiendo en ese momento? Cuando lo tenía tan cerca pero que no me atrevía a tocar sus labios aunque me moría por hacerlo. Sentía claramente como mi pecho subía y bajaba debido a mi agitada respiración. Baje la mirada y camine fuera de la cocina hacia el salón con Edward detrás de mí. Me senté en el sillón, apoye mis codos en las rodillas y cubrí mi cara con mis manos. Se sentó junto a mí.

--¿Que sucede? – puso una mano en mi hombro mientras yo negaba con la cabeza y apretaba mas las manos sobre mi rostro.

--¿Te sientes bien Bella? ¿Necesitas algo? – ¿Bella? Me había llamado Bella de nuevo.

--Estoy bien, yo solo quería – me detuve sin saber si debía continuar.

--¿Que pasa?, dime – me rodeo con cuidado, abrazándome.

--No me gusto que me llamaras “niñita inmadura” aquella noche y por eso decidí demostrarte que no lo soy. La noche del desfile fue mi oportunidad...

--No tienes que explicarme nada, te lo he dicho ya – me interrumpió.

--Necesito hacerlo, por favor escúchame – insistí – la noche del desfile pudiste ver que estoy muy lejos de serlo y en la sesión en la presa también, estaba muy feliz de que te hubieras podido dar cuenta de eso. Fue como una palomita mas a mi ego, el premio a mi venganza por hacerme sentir tan tonta. Y la verdad si fui muy tonta, por no ver a la persona tan buena que hay en ti Edward, y la descubrí desde el momento en que respondiste el teléfono cuando llame a tu casa pidiendo ayuda.

Edward retiro su brazo de mis hombros y se apoyo en sus rodillas. Dirigió la mirada al frente, perdida, y su rostro se torno inexpresivo. Yo no pase por alto estas señales pero quise continuar, era ahora o nunca. Si no le decía en ese momento lo que sentía ya jamás podría, así que respire hondo y seguí.

--Desde que llame a casa de tus padres, nunca me has dejado sola. En el hospital permaneciste a mi lado todo el tiempo, haciéndome sentir acompañada, tranquilizándome. Me cuidaste aun cuando ya estaba aquí en casa y hoy te has portado inmejorable conmigo, me haces sentir muy especial Edward.

Hablaba mientras observaba los dedos de mis manos hechos nudo de los nervios pero cuando lo mire, cuando me atreví a mirar su bello perfil, mas decidida estaba a terminar de decirle como me sentía cuando estaba junto a el. Ver solo un lado de su rostro, su frente y su nariz así como sus labios que moría por tocar con los míos y su barbilla tan marcada, me alentó a continuar.

--Edward – respire más hondo que antes – tú me gustas.

El levanto un poco su cara y también respiro. Yo esperaba que dijera algo pero por un largo momento no dijo nada ni se movió un milímetro solo parpadeaba. Después de un minuto comencé a dudar de lo que había hecho. Seguía sin moverse y yo podía sentir que las lágrimas comenzarían a correr por mis mejillas. Mis ojos comenzaron a nublarse y hasta ese momento no había obtenido ni una sola reacción de el.

--¿Sabes? – me atreví a decir – no te dije esto para que me declararas tu amor eterno, si lo hice es porque realmente quería que lo supieras y porque no podía guardármelo aquí dentro mas tiempo. Nunca supe que esperar, bueno, en realidad con tu forma de tratarme estos últimos días me hice muchas ilusiones, también pude pensar que tal vez me rechazarías, pero lo que jamás me espere de ti Edward, era tanta indiferencia. No entiendo entonces porque te portaste así conmigo durante todo el día de hoy, hasta hace apenas unos minutos, ¿que pretendías entonces? - Edward movió ligeramente su rostro hacia mi, casi imperceptiblemente – Creo que ya no me interesa saberlo.

Me puse de pie rápidamente antes que mis lágrimas corrieran más profusamente sobre mi rostro. Fui hacia la puerta, la abrí cuan ancha era y me encamine al pasillo que llevaba hacia mi habitación.

--Gracias por todo Edward – dije sin mirar atrás – cierra cuando te vayas.

En la última frase mi voz se quebró y Edward se levanto, cerro la puerta y yo creí que se había marchado pero en dos zancadas estuvo detrás de mí y me tomo por los hombros sin lastimarme. Intento voltearme sin hacer mucha presión pero no lo logro. Me moví para zafarme sin tener éxito y bajo sus brazos cerrándolos alrededor de mi cintura.

--¡Isabella! ¡Detente por favor! – estaba luchando para salir de su abrazo – ¡ven!, quiero que me escuches.

--¡Te vas a hacer daño!, deja de forcejear por un momento.

--Si no quieres que me haga daño, ¡suéltame y vete!

--No te voy a soltar hasta que estés tranquila y me escuches.

--Ya no me interesa escucharte Edward, todo esta muy claro.

--Ahora yo quiero que me escuches porque si tengo algo que decirte. Te vas a quedar muy quieta, te voy a soltar, ¿entendiste? - deje de moverme porque me asusto que me gritara – ¿entendiste?

Asentí muy suavemente y empezó a soltarme despacio. Permanecí quieta y cuando estuve fuera de sus brazos me tomo de la mano para llevarme a un sillón pero no me moví.

--¡Ya basta Isabella!, ¡vas a escucharme aunque sea aquí de pie! – gruño mientras se pasaba una mano por su cabello y la otra estaba en su cadera.

--Yo no soy bueno para ti Bella. Yo no debo ser lo que tu buscas – su voz fue menos agresiva – tu te mereces a alguien mejor – ¿De que demonios estaba hablando? – Yo no soy una persona a la que le gusten los compromisos, no es lo mío. Mi compromiso es mi carrera, mi trabajo, nada más. Me siento muy mal por haberte dado la impresión de que me interesabas, en realidad si me interesas pero no de la forma que tú quieres – al escuchar sus palabras me pegue a la pared y me deje deslizar hasta quedar sentada en el piso frío. Edward intento detenerme mientras me resbalaba pero bruscamente moví mis brazos y se alejo unos pasos. El permaneció de pie y continúo.

--No puedo ofrecerte nada y no puedo hacerlo porque simplemente yo no quiero eso en mi vida, aunque eso no me impide sentir afecto y cariño por las personas, incluso amor, si, amor pero sin compromisos. Yo no seria capaz de pedirte que estuvieras conmigo aceptando mis condiciones, tú vales mucho Isabella y no te mereces una relación así. Tú necesitas encontrar a alguien que quiera formar una familia contigo, que quiera cuidar de ustedes, que te jure amor eterno y yo no puedo darte eso.

Yo no podía o no quería comprender lo que Edward decía. Simplemente dejaba que sus palabras pasaran sobre mí sin pretender razonarlas.

--Yo no te he engañado Isabella, eso no. Me preocupas y puedo decirte que en este par de días te tomado mucho cariño y me preocupa tu bienestar. Me gusta cuidar de ti, pero eso es porque te tengo cariño, nada más. Tampoco puedo negarte que me gustas – gire un poco mi cabeza al oír estas palabras – pero no solo por eso te merecerías una relación sin futuro. Créeme que lo último que hubiera querido es hacerte daño. Pero prefiero decírtelo ahora antes de que puedas lastimarte mas deseando algo que nunca te voy a poder ofrecer.

Fue lo último que dijo antes de recargarse en la pared llevando su cabeza hacia atrás y poniendo un puño sobre su frente. Todas esas palabras que había dicho, las que aun no quería comprender pero que dolían mucho y después me dolerían mas, me tenían tendida por completo en el piso. Respiraba despacio, mis ojos seguían inundados por mis lágrimas silenciosas. Edward se agacho junto a mí y quiso levantarme pero me zafe de sus manos.

--Levántate, ven – hizo un segundo intento pero permanecí ahí.

--Vete Edward – murmure.

--No me iré hasta que te levantes de ahí.

--Por el “cariño” que me tienes, vete y déjame sola – pronuncie esa palabra con ironía.

Se paso varias veces las manos por el pelo, exasperado. Pasó un rato y se sentó con las piernas encogidas. Mucho tiempo después, me estaba quedando dormida, agotada. Me pesaban los ojos y cedí ante el cansancio. Unos brazos fuertes me levantaron del suelo y me llevaron a mi habitación, dejándome en mi cama. Estaba muy cansada para luchar con el cuando sentí que me quitaba las botas, me cubrió con las mantas y salio de mi habitación. Escuche ruidos en la cocina y luego regreso dejando en mi mesita, un vaso con leche y mi bolso. Se inclino hacia mi, retiro un mechón de cabello de mi mejilla y la acaricio.

--Vete – susurre con apenas un hilo de voz.

--Isabella… – antes de que continuara hablando enterré mi cara en las almohadas y me cubrí toda con las mantas.

Lo escuche caminar en el pasillo y después la puerta se cerro.

3 comentarios:

Nani-PattinsonWorld dijo...

opsss me ha dejado fatal este capi ... no me esperaba esa reaccion por parte de Edward. Seguro que todo tiene un pq !

Gracias mi niña ... no hace falta decir que quiero mas o si ??????

Un besazoooooo

Charo dijo...

Jodeeeeeeeeeeeeeeer me has dejado ploof!!!!!!

dracullen dijo...

bueno soy lectora nueva, empecé a leer los primeros caps en FF hasta que vi la dirección del blog, ke por cierto ya eché una miradita está genial, así ke leeré la historia desde aqui, con las fotos los caps estan mas ke geniales. En lo que respecta e este cap me sorprendió la reacción de edward, pensé ke le lediría ke el tambien la keria, en fin veremos ke pasa más adelante, saludos :D