jueves, 22 de julio de 2010

CAPITULO 12

CAPITULO 12

Esa noche dormí muy bien pese a que tenía encima el problema de Angela, gracias a mi pedacito de sueño real patrocinado por el mismísimo Edward Cullen.

Decidí que solo habían dos soluciones, una, o Angela entraba en razón y respetaba mis decisiones como estaban descritas en el contrato o dos, tendría que encontrar otro agente. No iba a amargarme el domingo que pintaba tan bien.

Hable con Jimmy y vendría a desayunar para hablar del asunto y contemplar las opciones que teníamos. Llego muy puntual y como siempre, impecablemente vestido con jeans pero parecía salido de una revista.

--Bella, ¿Cómo estás Darling? – me dio un beso en cada mejilla.

--Bien Choo – dije mientras servia jugo de naranja en dos vasos – estoy bien.

Jimmy miraba extrañado los platos que no había guardado la noche anterior y contaba también las copas.

--¿Tuviste invitados Sweety? – se giró para mirarme curioso.

--Rose, Emmett y… – hice una pausa a propósito –… Edward.

--¡No! – se llevo una mano a la boca y abrió los ojos enormes – ¡Cuéntamelo todo!

--Te juro Choo que siento que algo esta cambiando en él, lo sé – me senté en una silleta en la barra – ayer lo comprobé, no me rechazó, ni me salió con el mismo cuento. Se portó tan lindo que no lo podrías creer.

--Si lo podría creer, salvo su lema ese de “no compromisos” he visto con estos ojitos que es buena persona y además todo un caballero – mordió una manzana – yo quiero uno así.

--¡Espera! ¿Entendí bien? – frunció el ceño y yo sonreí feliz.

--¿Bella? – la misma pregunta de Rose.

--No, nada de eso … aún - agregué.

--¿Primera base? – levantó las cejas - ¿Segunda? – sonreí - ¿¡Isabella!?

--Segunda creo, nada más – confesé – ¡pero que segunda!, hoy vamos al cine con todos, ¿vienes?

--¡Ni loca! – rodó los ojos – ¿Yo sin pareja viéndolos como derraman miel? No Darling, ¡Too much for me!

--Bueno, olvidemos eso un momento y concentrémonos – dije seria - ¿Qué vamos a hacer?

--Lo lógico, trabajas todos los contratos firmados sin los compromisos de televisión, le das tiempo para pensar y si no reacciona, buscas otro agente, pero tienes mínimo siete meses de trabajo firmado – dijo muy profesional – tú no vas a dejar de cumplir, en dado caso ella es quien no te cumplió a ti.

--Si, está claro que eso tenemos que hacer, solo quería oírtelo decir – me levanté y le pasé un brazo por el hombro – ya sabes que sin ti no muevo un dedo.

--¡Darling! Me vas a hacer llorar y no quiero, ¡es domingo!

--Está bien, no te haré llorar diciéndote cuanto te quiero, no lo haré – me burlé.

--Eres de lo peor Bella – se tapó la cara con las manos – por cierto, ¿ya estas lista?

--¿Para Berlín? – asintió – si, ¿es mucho tiempo?

--Dos semanas, nos vamos mañana y regresamos el 18, tienes el baile a beneficio ¿recuerdas?

--Ah si, lo había olvidado – me quedé pensativa.

--Es el 23 y desde que lleguemos, tienes todos los días un evento para promocionarlo – revisaba las fechas y eventos en su inseparable laptop – luego empiezan los preparativos, pruebas y ensayos para la “Fashion Week de Nueva York” y empezamos las campañas de Chanel aquí.

--¡Ah! Bueno – suspiré – al menos solo son dos semanas fuera este mes.

Jimmy se fue casi al medio día después de revisar bien todos nuestros compromisos minuciosamente. Me serví más jugo y me metí de nuevo a la cama. Aún tenía tiempo para descansar antes de empezar a arreglarme para ir al cine. Me dormí un rato más y me despertó mi teléfono.

--Edward – dije.

--¡Que bién! Hoy no me confundiste con ningún gatito – dijo alegre - ¿Lista para ir al cine? – Edward y su preciosa voz despertándome de mi sueño.

--¿Ahora mismo? – me alarmé.

--No, a las seis ¿es buena hora para ti? – me senté en la cama – podemos hacer otra cosa si quieres, un poco más temprano.

--No, está muy bien – respondí.

--Entonces paso por ti a las cinco.

--A las cinco entonces, Adiós.

--Adiós Isabella - ¡Isabella otra vez!

Me levanté deprisa y me di un baño, me sequé el cabello como siempre y fui a mi closet para ver que ponerme. El objetivo era atraerlo, al menos por ahora, así que decidí frustrarlo un poco, inocentemente claro. ¿No era yo una niñita?

Un brassiere “push-up”, con mi blusa beige muy pegada por no decir embarrada de cuello muy alto, leggins negros, una gabardina corta y bufanda Burberry. Con mis botas negras se vería muy bien. Como siempre, polvos sueltos en mi cara, un poco de rímel y Gloss con un poquito de color. Mi coleta y mi perfume, lista.

Mucha ropa encima, muy tapada, tenía que tentarlo. Indiferente no le era así que debía valerme de eso. Ayer había llegado a segunda base, como decía Jimmy, y así era como debía mantenerlo hasta que quisiera mas y luego…



Cinco minutos antes de la hora estaba tocando a mi puerta y yo no lo hice esperar. Abrí la puerta y admiré lo guapo que se veía. De jeans negros que le quedaban perfectos en esos muslos que se veían tan sólidos, una camiseta debajo de una chamarra de piel, todo vestido de negro. Ese cabello rebelde tan suave y esa barba de dos días. Irremediablemente guapo.

“Dios mío, lo hiciste perfecto”

--Isabella – me miró de arriba abajo y sonrió – estás hermosa.

--¡Gracias! – le sonreí coqueta. Me abrazó y como lo había hecho el día anterior, me pegó a su pecho y enterró su cara en mi cabello. Su olor me cautivó como lo hacia siempre y sentir la dureza de su pecho en mi rostro fue abrumador.

--¿Cómo estás? – me preguntó sin soltarme y yo apreté más mis brazos alrededor de su cintura, era muy alto - ¿Dormiste bien?

--Estoy muy bien y dormí perfectamente – murmuré.

--Puedo verlo claramente – agregó y nos separamos. Respiré hondo haciendo ligeramente los hombros hacia atrás y me miró dónde y cómo yo quería - ¿nos vamos?

--Si – respondí mientras iba por mi gabardina. Lo tomó de mis manos y seguí respirando muy profundo al ayudarme a ponérmelo. Agarró la bufanda la enrolló en mi cuello y me atrajo hacia el. Me besó tomando mi cara entre sus manos, tierno, sin prisas, ni urgencias. Sentí sus labios acariciar tiernos los míos, moviéndose lento, tomando entre ellos mi labio inferior y succionándolo. ¡Oh, eso me encantaba!

--¿Ahora si nos vamos? – preguntó con su boca aún cerca de la mía.

--Vámonos – dije ladeando mi cara.

Tomó mi mano y salimos de mi casa. En el elevador sólo nos mirábamos por los espejos y sonreíamos como tontos, llegamos a su auto y me ayudo a subir. No intenté ponerme el cinturón porque sabia que él lo haría y lo tendría de nuevo muy cerca de mi. Y no me equivoqué, se subió al auto y se inclinó sobre mí para abrocharme el cinturón, yo me mantuve ligeramente hacia delante, giró su cara y me besó una vez más.

Yo estaba feliz, estaba segura que esta noche también llegaríamos a segunda base, no podía esperar. Antes de encender el auto me dio su Ipod.

--Elige lo que quieras – dijo seguro.

--A ti ¿Qué te gustaría escuchar? – le pregunté mientras lo revisaba. Tenía de todo, no sabía que poner, aún no me decidía y ya estábamos a una cuadra de mi casa.

--¡Jane Monheit! – una sonrisa enorme se dibujó en mi cara.

--¿Te gusta? – me preguntó un poco sorprendido.

--¡Me encanta! – respondí – el jazz me gusta mucho gracias a mi padre. No tienes una idea, en los vuelos es de lo mejor, te desestresa mucho - ¿Está bien si la pongo?

--Está perfecto – dijo – Así que te gusta el jazz – confirmó.

--Si, el jazz, la música de otras épocas, me … no sé – no pude concretar mi idea, pero era la verdad, escuchar esas canciones me transportaba, se llevaban mis preocupaciones, pero no sabía como explicárselo.

--¿Algún favorito? Además de Monheit claro.

--Diana Krall y Michael Bublé – dije emocionada.

--Quien lo diría – susurró – toda una sentimental – me reí.

Se detuvo en una luz roja y se inclinó para besarme y gracias a que estaba sentada no me desvanecí. Se incorporó y me miraba con esa sonrisa torcida que era mi perdición. La luz verde se encendió, avanzamos un poco y puso su mano en mi muslo. Volteé y me miraba como si me pidiera mi aprobación. Puse mi mano sobre la suya y eso bastó para que en cada luz roja me llenara de besos y su mano acariciara mi muslo.

¿Qué sucedía? Esta actitud tan diferente de Edward me tenia confundida pero feliz y yo iba a aprovecharla al máximo mientras disfrutaba teniéndolo cerca.

Llegamos y me tenía tomada de la mano mientras caminábamos para encontrarnos con los chicos que ya nos esperaban en la puerta con nuestros boletos. Alice fue la primera en vernos ir hacia ellos y no pudo ocultar su sorpresa cuando nos vio llegar tomados de las manos y luego sonrió contenta al igual que Rose, los chicos creo que ni les importo mucho y mejor, porque la bocota de Emmett era de miedo.

--Creí que no llegaban a tiempo – dijo Alice después de darnos un beso saludándonos y de inmediato sentí la mirada de Rose taladrándome curiosa.

--Aún faltan veinte minutos Alice – Edward le respondió y le preguntó a Emmett - ¿Qué vamos a ver?

--“Sherlock Holmes”, respeté tus sugerencias Bellísima, ¿no me merezco algo? – dijo divertido y noté la mirada fría que le lanzó Edward.

--No empieces Emmett, y vamos a entrar porque hay algo de gente – dijo Rose queriendo pasar desapercibida pero fue inútil, un grupito como de cinco chicas la reconoció y se le acercaron para pedirle unos autógrafos y un par de fotos. Eso no tenia nada de malo, solo que era como una cadenita si te veían firmando algo o tomándote una foto, la curiosidad por ver quién eras hacia que la demás gente te reconociera también y luego quedabas atrapada por un rato. No me sucedía todos los días gracias a Dios porque no era algo que me gustara mucho.

Edward notó que bajé la cabeza y que me giré un poco hacia él, tratando de ocultarme, así que me pasó un brazo por los hombros pegándome a su cuerpo y yo hundí mi cara en su pecho. Así me llevó abrazada hasta llegar a la sala que nos correspondía y nos sentamos en los lugares que Jasper y Alice cuidaban para nosotros. Me quité la bufanda y saqué los brazos de mi gabardina porque ahí dentro había un poco de calor y los ojos de Edward estaban en mis senos. Estaba funcionando mi plan.

--¿Quieres algo antes de que empiece la película? – me preguntó.

--Una coca cola y palomitas.

--¿Sólo eso? – se extrañó y yo sólo asentí.

--Jasper, yo quiero un refresco y unos chocolates – dijo Alice con voz chillona.

--¿Sin palomitas? – le sonrió Jasper, ella negó y se fueron.

Y sin esperar a que se alejaran un poco Alice me tomó la mano y se la llevó al pecho.

--¡Bella, ay Bella! - estaba emocionada – ¡no te imaginas que contenta estoy! Verlos juntos es la mejor noticia que he tenido.

Alice iba demasiado rápido, no es que yo no estuviera feliz pero tenia que ser realista, yo quería algo que Edward no estaba dispuesto a darme aún. Estábamos teniendo “algo” que no sabía exactamente que era y él, actuaba de una forma completamente diferente a su manera de pensar y yo pretendía valerme de eso para lograr que cambiara de opinión, que se enamorara de mí y que quisiera estar conmigo por siempre.

--¡Mamá se va a alegrar tanto cuando lo sepa!

--¡No Alice! – casi grité – mira, nosotros no, bueno, - no podía explicarle – Alice, aún nos estamos conociendo, sólo hemos salidos dos veces y hoy es una de ellas – dije al fin – no sé si pueda haber algo, no te adelantes Alice, por favor – le pedí.

--Bella es que yo sé que si lo hay, créeme. Conozco a mi hermano y sé que ya hay algo – apretó mi mano – pero si quieres que no diga nada – se pasó la mano por la boca como cerrando un zipper – no lo hago. Sólo quiero que sepas que me da mucho gusto que tú vayas a ser mi cuñada.

--Ay Alice – moví mi cabeza de lado a lado sonriendo. Rose y Emmett por fin entraron y ya venían con una dotación de golosinas, parecía que habían asaltado la dulcería del cine. Ella me miró menos discreta ya que Edward no estaba junto a mi y nos sorprendimos cuando Alice respondió.

--No Rose, Ella dice que aún no hay nada pero es sólo cuestión de tiempo, te lo garantizo - ¿Qué pasaba con Alice? ¿Se creía adivina o qué?

Edward y Jasper regresaron justo cuando empezaban a apagarse las luces. Me dió un bote de palomitas enorme y colocó los vasos en su sitio. Me acomodé en el asiento sentándome sobre una pierna para poder acercarme a él. Tomé algunas palomitas y sin preguntarle nada las acerqué a su boca y el las comió. Durante casi toda la película le dí palomitas y el también a mí. Cuando se terminaron tomé su mano y el sonrió y se acercó a mi pero en lugar de decirme algo, sólo me acarició detrás de la oreja con la punta de su nariz y me dió un beso ligero justo ahí. Me estremecí y lo notó.

El resto de la película nos la pasamos acariciándonos el dorso de las manos, primero lo hacía yo y le dibujaba cosas con mi pulgar y luego lo hacia él. Tuve un impulso y me acerqué a besarlo dónde él me había besado antes pero no reaccionó como lo esperé ya que se tensó y soltó mi mano, se movió en su asiento y se apoyó en su otro brazo. Me había rechazado otra vez.

Pensaba que podía ser muy fuerte y soportar los rechazos por insignificantes que parecieran como el de hacia un momento, pero no era así. Yo tenía mucho miedo y sabía que iba a sufrir pero no iba a dejar de intentarlo todo para estar con Edward.

La película terminó y esperamos a que saliera la mayoría de la gente para hacerlo nosotros.

--¿Ya ves Bella? Fue una buena película – Emmett tenía razón.

--Si Emmett, me gustó mucho, tienes buen ojo para escogerlas ¿eh? – dije cuando dos chicos de unos veinte años me pidieron tomarse una foto conmigo. Acepté y mientras los chicos se colocaban junto a mi, vi de reojo a Edward que estaba hablando con Alice, más bien ella era la que hablaba porque él sólo me miraba muy serio, incluso podría decir que estaba molesto y la pobre Alice brincaba frente a él como tratando de ocultarme de su vista.

Los chicos me daban las gracias y antes de que pudieran terminar Edward me tomó de la muñeca muy fuerte y casi me arrastró con él fuera de la sala. Estaba furioso.

--¡Edward!, ¿Qué pasa?, ¡Me lastimas! – dije asustada jalando el brazo intentando soltarme. En ese instante liberó mi muñeca y me di la vuelta.

--¿A dónde vas Isabella? – no podía ocultar su enojo.

--Voy a despedirme – le respondí en su mismo tono enojado. Edward llevó su cabeza hacia atrás y respiró muy hondo como tratando de calmarse y me siguió. Me despedí de ellos y cuando abrace a Rose susurro a mi oído.

--¿Todo bien Bella?

--Ajá – alcance a decirle.

Edward intento tomarme de la mano de nuevo pero yo la mantuve firme junto a mi cuerpo, no insistió y solo caminó junto a mí. Crucé los brazos sobre mi pecho y dí un paso hacia delante cuando quiso poner un brazo sobre mis hombros. Al llegar al auto abrió la puerta y me subí. No esperé a que él me abrochara el cinturón de seguridad, estaba molesta y asustada. Se subió, vió que ya tenía mi cinturón, suspiró y se quedó quieto un momento, se puso el suyo y encendió el auto.

--¿Quieres elegir otra cosa? – preguntó suave señalando el Ipod y yo sólo negué ligeramente.

--¿A dónde quieres ir a cenar?

--No tengo hambre. ¿Me llevas a mi apartamento por favor? – dije y él sólo asintió. El camino a casa transcurrió en completo silencio. El conducía más lento de lo habitual y comenzaba a ponerme nerviosa. Llegamos a mi edificio y desabroché mi cinturón antes de que terminara de estacionarse y no pude abrir la puerta del auto ya que aún tenía el seguro puesto.

--¿Me dejas salir? – le pregunté en un susurro.

--Permíteme – dijo y bajo del auto rodeándolo para abrir mi puerta. Me dio la mano para ayudarme a bajar y la acepté. En el elevador tampoco ninguno de los dos dijo nada y al llegar a mi puerta la abrí y me di la vuelta para darle las gracias, no iba a invitarlo a pasar, no así.

--Gracias Edward – apenas se escuchaba mi voz – por todo – agregué y me miró con los ojos muy abiertos.

--Isabella yo … - se detuvo y en su cara vi confusión – lo siento – murmuró mientras me miraba disculpándose también con los ojos.

--¿Quieres pasar? – me rendí y escuché cómo exhalaba el aire de sus pulmones, aliviado.

Apenas cerré la puerta, me giró y comenzó a besarme desesperado. Sus manos se cerraron en mi cintura y me recargó contra la pared mientras yo enredaba mis dedos en su cabello. Sentí sus labios moverse sobre los míos, urgentes, demandantes, en espera de algo más, impacientes.

Me había tomado por sorpresa y sólo pude dejarme llevar, quería sentir cada beso que quisiera darme, cada caricia que quisiera regalarme, iba a aceptar todo de este hombre, todo lo que él quisiera entregarme.

--Isabella – dijo mi nombre con voz ronca y entre besos llegamos al sofá del salón. Se deshizo de su chamarra y de mi gabardina al igual que de la bufanda. Me recosté y lo jalé hacia mí, besándolo y recorriendo con mis manos su pecho y su cuello. Me estaba intoxicando de este hombre que me hacía no poder pensar coherentemente pero no me importaba porque estaba ahí, conmigo, besándome y volviéndome loca.

Recorrió mi mandíbula con sus labios y la poca piel que el cuello de mi blusa le permitía, dejando un ardor en cada parte que ellos habían tocado. Sus manos paseaban por mis costados hasta que se posaron sobre mis senos y al sentir su contacto aún sobre la tela arqueé mi espalda y gemí ante la sensación de sus manos cubriéndolos.

--Edward – dije su nombre con una voz que desconocía, llena de deseo y ansiedad. El pareció reaccionar cuando me escuchó y presionó una de sus manos en mis senos y no pude evitar gemir de nuevo. Se movió un poco y ya tenía su cara en mi pecho, con los ojos cerrados rozaba su nariz y su boca en mis senos, cerrando sus labios en mis pezones que ya estaban endurecidos.

--Edward – repetí su nombre mientras bajaba una mano por mis piernas, acariciándola y encontrando la unión de ellas. Presionó su mano justo ahí y solté un gritito de sorpresa al sentirlo en esa parte tan íntima. Un millón de sensaciones se encendieron en mi cuerpo recorriéndolo y llegando a cada parte de él. Un cosquilleo lleno de electricidad me invadió y arqueé mi cuerpo de nuevo.

No podría describir lo que estaba sintiendo en esos momentos, lo que Edward provocaba en mí, aún vestida completamente, pero eso era algo que se podía solucionar muy fácil. No había terminado de completar esa idea en mi mente cuando sentí que me levantaba del sillón. En lo que fueron menos de tres segundos ya estaba acostada en mi cama y Edward me besaba. Sus manos y su respiración ya no se contenían estaba tan ansioso como yo. Aproveche un movimiento suyo para sentarme y quitarme las botas al mismo tiempo que él se quitaba la camisa negra.

En esos momentos me desconocía pero no me importaba, yo quería a Edward y lo tenía ahí conmigo, en mi cama enloqueciéndome y llenándome de besos y caricias. Se puso sobre mí y tomó mis manos arriba de mi cabeza y mis senos se elevaron. Con una mano mantenía mis manos sujetadas y la otra se movía sobre mis senos, presionándolos, apretándolos haciéndome retorcer de deseo.

Notó mi urgencia y metió la mano debajo de mi blusa, quemando mi piel, me moví más para sentirlo acariciar mi piel y por fin soltó mis manos.

--No te muevas, quédate así – me ordenó y yo lo obedecí. Sus manos tomaron la orilla de mi blusa y la subió lentamente besando mi piel que iba quedando al descubierto, no podía evitar torturarme y lo estaba disfrutando, lo sabía al verle el rostro con sus ojos verdes oscurecidos perdidos en mí. Mi respiración agitada hacia que mis senos subieran y bajaran frente a su cara, invitándolo a apresurarse para quitarme la blusa pero no lo hacia, sus dedos acariciaban cada centímetro de mi piel junto con sus labios. Respiraba, me olía, como si quisiera grabarse mi aroma, como si lo embriagara como su olor hacia conmigo que nublaba mis sentidos.

Tenerlo tan cerca, me hacia desear tocarlo, pasar mis manos por su cabello suave, quería recorrer su pecho y su espalda, descubrir su piel como él estaba descubriendo la mía. Comencé a bajar mis manos y al tocar su cabello me miró.

--No Isabella, súbelas – dijo firmemente, de nuevo lo obedecí y volví a colocarlas donde estaban. De un rápido movimiento subió mi blusa pasándola por mi cabeza pero dejándola en mis brazos, no podía moverme. Sus pulmones dejaron escapar todo el aire que retenían cuando quede expuesta ante él. Gemí y cerré los ojos esperando sentir su contacto el cual no tardó. Suavemente sus dedos acariciaban el borde del brassiere que le impedía ver mis senos completamente, no esperó para jalarme hacia él, sentándome y aproveché para pasar mis brazos sujetados por la blusa sobre su cabeza, atrapándolo. Lo besé desesperada y me respondió mientras sus dedos desabrocharon mi brasierre.

Movió la cabeza zafándose de mis brazos y me recostó subiéndome la blusa, quitándomela junto con el brasierre. Un suspiro escapó de sus pulmones y se inclinó hacia mí observando mi pecho desnudo.

--Isabella – su voz se hizo mas ronca aún – que hermosa eres.

Sus labios por fin besaron mis senos desnudos y las sensaciones que sentía eran indescriptibles. Su barba sin afeitar rozaba mi piel sin dañarme pero me hacia estremecer descontrolada. Su boca atrapó la punta de uno de mis senos y creí morir al sentir sus labios succionar delicadamente mi pezón. Aumentó un poco la succión y solté un gritito cuando su mano toco mi otro seno posándola completa sobre él y tomando entre sus dedos mi pezón.

--Tienen la medida perfecta – dijo encerrando mi seno en su mano.

Le dio placer a mis senos con su boca y con sus dedos al mismo tiempo que yo acariciaba su cabello y tiraba de el cuando sentía sus dientes mordiendo tiernamente mis pezones. Una de sus manos abandonó mi seno y bajaba acariciando mis caderas, acercándose a mi ombligo. Sus dedos hacían círculos alrededor de el haciendo que un latido fuera creciendo ahí, abajo.

Agrarró con sus dedos la orilla de los leggins y comenzó a bajarlos. Lo ayudé levantando mis caderas para que pudiera bajarlos completamente, liberándome de ellos. Instintivamente al sentir su mirada en mi cuerpo casi desnudo, apreté mis piernas y me llevé las manos a mis senos, tímida.

--No, déjame admirarte – susurró.

Se acomodó junto a mí y me besó suave, tierno. Me relajé cuando su mano acarició mis caderas jugando con la orilla de mis bragas, subiéndola y bajándola, metiéndola bajo ella para tocarme sin obstáculos y volvió a sacarla. Paseó su mano sobre la tela y de pronto llego ahí, tocando muy por encima de ellas. Yo aún mantenía cerradas mis piernas pero sin presionarlas, hasta que su mano buscó abrirse camino entre ellas para llegar a esa zona que latía incontrolable y cada vez mas fuerte aún. Le permití llegar y sentí una de sus piernas colocarse en medio de las mías para impedir que las cerrara. Su mano volvió a acercarse tocando con precaución. Sus labios besaban mi cuello y su nariz rozaba mi mandíbula cuando llegó. Sus dedos hicieron a un lado la pequeña porción de tela y me tocaron.

--¿Mmm? – extrañado me miró al sentir esa área suave y completamente desnuda. Gimió y me estremecí al sentir sus dedos tocar mi parte mas íntima, acariciando alrededor de mi clítoris, haciéndome llegar al punto en dónde ya no tenia voluntad. Cuando al fin lo tocó sólo presionándolo ya no pude controlar los jadeos que salían de mi garganta. Deslizó un dedo dentro de mí y grité. Atrapó mi boca ahogando mi grito e introdujo un segundo dedo, moviéndolos dentro de mi haciéndome gritar de placer. Los movía metiéndolos y sacándolos provocando que mi cuerpo comenzara a temblar sin control.

--¡Edward! – grité en su boca.

--Así Bella, así. Déjate ir – su voz áspera me excitó aun más.

Sus dedos entraban y salían de mí mientras sentía que alrededor de mi ombligo se formaba un torbellino, que iba creciendo, haciéndose más grande y fuerte, arrasando con cada parte de mi cuerpo a la que llegaba. Era tan fuerte que no podía evitar dejar que me envolviera y me arrastrara con el haciéndome subir y subir más alto tensando cada parte de mi cuerpo pero aún más mi vientre y exploté al sentir que el torbellino me soltaba y comenzaba a caer a un delicioso vacío. Caía sin fin, y mi cuerpo tembloroso se arqueaba con voluntad propia queriendo sentir más profundo los dedos que lo hicieron alcanzar esa exquisita sensación.

--¡Edwaard!

--Oh Isabella – me besó lentamente mientras sus dedos salían de mí.

Gemí al sentir que me abandonaban y su beso se hizo más intenso. Se acomodó junto a mí descansando en una mano su cabeza, mirando mi cuerpo relajado e inerte. No me podía mover, sólo mi respiración agitada permanecía funcionando mientras sus dedos dibujaban alrededor de mi ombligo.

“Oh Dios, ¿Era posible que este hombre acabara de hacerme sentir esto?”

Me sentí de pronto completamente rara. Yo solamente con unas diminutas bragas y él completamente vestido. Crucé los brazos sobre mi pecho pero el los retiró.

--Eres tan bella, no te cubras – me pidió, pero en ese momento una vocecita en mi conciencia hizo que me diera cuenta de la situación en la que me encontraba.

--Edward – me esforcé por hablar claro – yo… no… yo…

--Bella, mi niña – me derritió – shh, no digas nada, yo comprendo – y me besó apasionado. Me cubrió con una manta que estaba sobre la cama y me dio un beso en la frente.

--Edward es que yo… - puso un dedo sobre mis labios – no es necesario que me expliques nada. Descansa – tomó su camisa que estaba en alguna parte de la cama y me besó de nuevo. Cerré los ojos y no noté cuando dejó mi habitación. Aún estaba disfrutando los remanentes de esa deliciosa sensación que me hizo explotar momentos antes. Edward me había regalado un orgasmo indescriptible.

Amaba a Edward Cullen.

Dormí espléndidamente, con mi cuerpo tan relajado no había otra opción. Me desperté con una sonrisa en los labios y lleve mi mano hacia abajo, justamente donde Edward me había tocado tan hábilmente.

“Hábilmente”

Era lo más lógico ¿no? Para ser hábil, había que practicar. El mismo me lo había dicho, había salido con muchas mujeres, “sin compromisos”.

Cuando estuve lista muy temprano esa mañana, busqué en la cocina algo para desayunar rápido. Tomé un vaso grande de jugo de naranja, un yogurt y una manzana. Salí y como siempre Tom me esperaba, me ayudo a subir y fuimos por Jimmy. Durante el trayecto a su casa, una sonrisa tonta nunca abandono mi cara. Estaba muy contenta y no podía ocultarlo. Sentí vibrar mi teléfono, no había cambiado el tono desde el cine. Era la única voz que quería escuchar en ese momento.

--Hola – dije tímida.

--Bella, ¿Cómo estás? – amaba su voz – espero que hayas dormido bien.

--Si, muy bien, gracias – contesté sincera.

--Es temprano aún, ¿Ya estás afuera? – preguntó curioso.

--Si, hoy es un día muy ocupado, por la noche vuelo a Berlín – le informé.

--¿Berlín? – preguntó un poco decepcionado.

--Si.

--Lo siento, debo regresar, solo quería saber si estabas bien Bella, ¿Lo estás?

--Si, estoy bien Edward, gracias – balbuceé.

--Ok. Me agrada escucharlo – lo oí más alegre – que tengas un buen día y un buen viaje Isabella.

--Gracias Edward, adiós.

--Adiós – colgó y ya echaba de menos su voz. ¡Cómo iba a extrañarlo!

Llegamos por Jimmy y apenas se subió y se acomodó lo primero que hizo fue examinarme.

--¡Home Run! – soltó sin más – ¡Lo sé!, fue un Home Run.

--No, te equivocas – aseguré – tercera base, ¡Tercera Jimmy! ¿Puedes creerlo? No voy a darte detalles, ya lo sabes, sólo concrétate a saber el progreso de esto.

--¿Estás segura que solo llegaste a tercera Isabella? – preguntó quisquilloso.

--¡Claro! Cien por ciento segura.

--Pues Darling, si sólo llegaste a tercera y tienes esa cara de éxtasis y esa sonrisota atornillada a tu carita de varios millones de dólares, no quiero ni pensar la cara que tendrás cuando Edward meta un Home Run – enarcó una ceja.

Bufé – Ni yo Choo, ni yo lo quiero pensar.

Ese día fue tan ajetreado que cuando subimos al avión por la noche y nos acomodamos en nuestros lugares, caí dormida. El vuelo no fue directo, hicimos una escala en Londres de unas dos horas y mientras esperábamos le conté a Jimmy de nuestra salida al cine y lo incómoda que me sentí con la reacción de Edward con los chicos de la foto.

--Es un poco posesivo ¿No crees? – dije poniendo cara de confusión.

--Si pero lo comprendo Bella, todos los hombres son un poco celosos y si su novia es una modelo super conocida y bellísima, se sentirán amenazados si llegan tipos a pedirle una foto o lo que sea, es lógico – dijo como si fuera tan obvio.

--No soy su novia Choo y además fue rudo conmigo y me asusté. No me gusto para nada su reacción.

--Y se lo hiciste notar y se disculpó, lo que quiere decir que sabe que hizo mal en actuar así. Reconoció su culpa Bella – Choo tenía razón – no pienses cosas de más ¿De acuerdo? Ya vámonos, mueve tu trasero que tengo frío y quiero subir al avión.

--Hablando de posesivos… - dije burlona.

--No soy posesivo, si acaso friolento.

--Ah, esa palabrita – recordé cuando conocí a Edward y sonreí.

Por fin seguimos rumbo al aeropuerto internacional Schönefeld de Berlín. Había un frío endemoniado y aunque era casi medio día, todo estaba gris y nevado. Llegamos directo a trabajar, fuimos a Bebelplatz, en el corazón de Berlín, ahí habían colocado la la carpa gigantesca y muy elegante para todos los desfiles de los diseñadores en la “Mercedes Benz Fashion Week”. Ensayé varias horas una pequeña coreografía, no precisamente de baile, pero algunos diseñadores querían que las pasarelas fueran algo más que unas modelos caminando con sus creaciones. Les gustaba que salieran a tiempo con la música, que giraras, que te detuvieras en cierto punto de la pasarela o que salieras en pareja o con otras dos chicas. Tenían sus ideas bien específicas y una sólo tenia que ejecutarlas tal cual te lo pidieran.

Al día siguiente me levante un poco más tarde y fui al spa del hotel a darme un masaje. Estaba un poco tensa y además necesitaba una buena exfoliación de mi piel. Siempre lo hacía antes de los desfiles. Hacía que la piel brillara y se viera suave y sedosa. Me relajé lo suficiente y subí a mi habitación a cambiarme y Jimmy ya me esperaba con la maleta que llevaba siempre conmigo a mis sesiones de fotos o desfiles. Ahí llevaba varios cambios para después de desfilar y cualquier cosa que pudiera necesitar, era muy útil.

Esa noche, desfilaba para Custo Barcelona y estaba feliz, me gustaba mucho este diseñador y siempre era un placer trabajar con él. Tenía tres cambios y yo abría el desfile y lo cerraba de la mano de mi amigo Marco Volturi, un modelo excesivamente atractivo, todo un típico italiano por lo guapo y coqueto, pero él sólo era un buen amigo desde hacia un par de años.

Llegamos a la Bebelplatz y Kate, la chica encargada de asistirme en el desfile ya me esperaba, siempre había una persona encargada de la ropa que modelaría, de que todos estuviera en su lugar. Conocía el orden del vestuario y dirigía a las otras dos personas que ayudaban a vestirme en cada cambio de ropa, además que se aseguraba de que tuviera todo lo que Jimmy le pedía para mi y también de que estuviera lista a tiempo con el peinado y maquillaje.

Ya estaba lista y a punto de salir a la pasarela, con un traje de baño de dos piezas. El bikini azul con la orilla amarilla con un estampado de cadenas a juego con la parte de arriba y una chamarrita de color púrpura y unos lentes oscuros. Me dieron mi señal y salí a la pasarela con actitud un poco seria pero no tan severa. Con mi cabello en suaves ondas se mecía cada vez que daba un paso con esas sandalias altísimas de color azul. El lugar estaba a reventar. El segundo cambio fue un pantalón ‘pitillo’ y una blusa strapples con unas piedras al frente, muy cómodo, pero el que me gustó fue el último cambio. Era un vestido largo estampado en azules turquesas con un escote ligero por delante pero la espalda, era una obra de arte. Terminaba en V y era muy bajo, hermoso. Marco también iba con una camisa de los mismos tonos y hacía que resaltaran sus ojos azules y con ese bronceado natural se veía guapísimo.

Me tomó de la mano y salimos por la pasarela y la gente comenzó a aplaudir ante el final del desfile. Como siempre, el diseñador salió y agradeció discretamente. Marco me dio un beso en la mejilla y salimos de la pasarela. Fue un desfile muy lindo, la ropa me había gustado mucho y la música estuvo muy alegre.

Me cambié y como después había una pequeña fiesta que ofrecía Custo, me puse un pantalón negro de vestir con una blusa negra también y un collar de piedras muy llamativo. No era precisamente mi forma preferida de vestirme, pero ahí era un poco más formal todo y yo debía verme impecable. Jimmy era el encargado de escogerme esos atuendos, le encantaba vestirme como si fuera su muñequita y lo hacia bien.

Después de colocarme los aretes y los zapatos, nos fuimos a la pequeña fiesta que resultó ser de más de trescientas personas. Tenía que posar en algunas fotos con Custo y Marco y otras dos chicas que estaban empezando en los desfiles importantes.

Después de las fotos y de “socializar” un poco, Marco, Jimmy y yo estábamos muy tranquilos platicando de dónde estaríamos trabajando en los próximos meses.

--¡Bellísima! Como siempre – dijo Marco y fue inevitable que recordara al grandulón de Emmett.

--Y tú guapísimo también eh, nada mal – dije bromeando, era un buen chico.

--Si Marco – reclamó Jimmy - ¿hasta cuando me vas a decir que si? – nos soltamos a reír ante Jimmy y su petición. Siempre bromeaba con Marco y él le seguía el juego, yo fingía enojarme y lo abrazaba para que Jimmy se encelara. En eso estábamos y un flash nos cegó por un momento.

--¡Oh, oh! – dijo Jimmy – al rato esta foto estará en la página de Perez Hilton, como las del lunes – y me giré para verlo frunciendo el ceño.

--Es celoso tu novio ¿no Bella? – la pregunta de Marco me desconcertó - ¿Qué novio?

--¿Jimmy? – pregunté sabiendo que me había ocultado algo por algún motivo, lo conocía muy bien.

--Ay Bella, mejor mira por ti misma – y me dio su Blackberry para que viera tres fotos en la página de chismes de Perez. En la primera Edward y yo caminando tomados de la mano en el centro comercial. La segunda mostraba cuando me ocultaba abrazándome y yo escondía la cara contra su pecho y en la última Edward enojado tomando mi muñeca, la foto no mentía. Debajo de las fotos solo se limitó a escribir.

“Bella Swan y Edward Cullen, se aman y se pelean como una pareja normal, pero ¿Dónde dejaste a Jake Bella?

No dije nada porque no tenia contra quien enojarme, si acaso con Jimmy por ocultarme algo que tarde o temprano iba a saber, pero nada más. Y ahora era más que seguro que pusieran la foto de que nos habían tomado un momento antes a Marco y a mi e inventarían que también tenia un romance con él y que a Edward lo había olvidado tan rápido como a Jake. Ser famosa me estaba ocasionando algunos disgustos y no me estaba gustando mucho.

Llegando al hotel tendría que hablar con mi padre, a él tampoco le iba a gustar mucho leer estos chismes. ¿Chismes? ¿Acaso no era yo la de las fotos con Edward?

--¿Papá? – dije suavemente.

--¡Isabella! Te tardaste en llamar – si, Charlie estaba enojado.

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6 comentarios:

Polly wants a cracker dijo...

Ainxxxxxxxxxxxxxxxxx quiero masssssssssssssssssss!!!!!!!!

Gracias por actualizar tan rápido :)
Quiero a ese Edward y quiero ver como reacciona. Un beso guapa y espero el prox. capítulo.

Muacsss

Nani-PattinsonWorld dijo...

ufffff me mataaaa este hombre xD!

Graciasssssssssssssssssss cari y yo tb.quiero mas ... lo sabes no?

Un besazo enormeeee

joli cullen dijo...

ya quiero ver que cara pone edward me voy a morir de la risa pero como el no quiere compromiso que se valla a la ........ tu ya saves gracia spor actualir tan rapido me encanta esta historia es de lo mejor y la ternera base ni se diga

Li dijo...

Graxs! jajaja buena la tercera??? ay k aprender a derrapar para HOME! jajaja
besitoooo
Li

Charo dijo...

super bueno el capi, me gusta como edward va cayendo poco a poco, la actitud de bella ideal.
Sique asi que me esta encantando y para no ser yo menos......
QUIERO MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!!!!

dracullen dijo...

wow!! no kiere compromisos, pero bien ke se encela y le gusta marcar territorio verdad!! amo a adward cuando se pone celocito XD