BELLA’S POV
El lunes aún tuve oportunidad de estar con mis padres. Por la mañana Edward les ofreció llevarlos a conocer las instalaciones de dónde se construiría la presa y mi padre estaba encantado ya que él le había dicho que el río era uno de los favoritos para pescar de la región y por la noche fuimos a cenar de despedida. Tanto ellos como yo, habíamos pasado un fin de semana increíble gracias a Edward y a sus padres que cómo siempre, fueron muy amables y muy buenos anfitriones. Ambas familias se conocieron y con esto yo sentía que íbamos más en serio en nuestra relación, estaba feliz. El martes muy temprano, Tom y yo los llevamos al aeropuerto, Edward no pudo ir por un asunto en la presa y estaba bien porque no quería que me viera llorar al despedirlos.
--Bells – Dijo mi padre muy serio.
--¿Si papá? – estaba abrazada de él.
--Es un buen chico Bella, creo que me agrada – sonrió un poco y su bigote se movió.
--¿Crees papá? – dejé escapar una risita y un flash interrumpió nuestro momento de padre e hija.
--¿Qué diablos? – empezó a preguntar.
--Nada papá, mi pan de cada día, cuando llegues a casa, búscate en Internet, estoy segura que saldrás muy guapo – le guiñé un ojo.
***
El resto del día, estuve muy ocupada con Jimmy, verificando algunas fechas y horarios para la semana de la moda y algunas cosas de último momento para la sesión de “Sports”, estaba tan nerviosa que me picaba todo el cuerpo. Recibí una llamada de Edward y me avisaba que de nuevo teníamos una cena en casa de sus padres. Seguramente Alice ya había tomado una decisión y esa noche se la comunicaría a todos.
Intenté seguir concentrada en mi trabajo ya que al día siguiente partíamos a Punta Cana. Estaríamos 5 días, luego regresábamos a Nueva York para una prueba de vestuario con Vera Wang y volábamos a los premios a Los Ángeles. Iban a ser unos días muy ajetreados pero estaba emocionada y desde luego muy nerviosa.
--Cuéntamelo todo Bella, dime, ¿Se siente la diferencia? – Me preguntó el chismoso de Choo.
--¡Jimmy! – Grité escandalizada - ¿Cómo me preguntas eso? ¿Cómo se te ocurre? – le dí un golpe en la nuca.
--Vamos I-sabella – dijo recalcando la I – ¿No me tienes confianza?
--No te voy a contar nada, es privado – me enfurruñé.
--¡Ah! Eso quiere decir que si se siente, haber, niégame que no te estás muriendo de risa y de ganas de contarme – era inútil, Choo era imposible, pero mis nervios desaparecieron por un rato.
Apurada llegué a casa a darme un baño y arreglarme, Edward ya estaba listo y sólo me esperaba; revisaba algunas cosas en el estudio mientras yo terminaba. Me ponía los aretes cuando sentí unas manos recorrer por detrás mi cintura bajando a mi vientre y un poco más.
--Hueles delicioso ¿Es otro perfume mío? – Susurró a mi oído y sonreí – Claro – le respondí coqueta y caminé para ir por mis zapatos.
--No camines así Bella – su voz era ronca y amenazante - ¿Así cómo? – mi falsa ingenuidad lo enloquecía, lo sabía muy bien.
--Así – me tomó por la cintura y me pegó a su cuerpo, sentí su masculinidad contra mis nalgas, enorme.
--Edward… - comencé pero no me dejó continuar – Edward nada, ven aquí – y me cargó subiéndome a la isla del clóset y abriendo mis piernas colocándose entre ellas.
--Es tarde – pronuncié las palabras contra sus labios pero hizo cómo si no me hubiera escuchado. Subió las manos por mis muslos, acariciándome con urgencia y besándome intensamente – Edward – intenté detenerlo de nuevo pero en lo que hablaba, sentí sus dedos hacer a un lado mis bragas y me tocó justo dónde sabía que yo perdía mi voluntad.
--¿Nos vamos? – Preguntó con una sonrisita y yo estaba ya muy acalorada - ¡No! – respondí y lo jalé por la camisa para que no intentara alejarse y continuara con lo que había empezado.
Abandonó un momento mi clítoris para bajar mis bragas, yo le ayudé a quitármelas levantándome un poco. Mis manos desesperadas desabrocharon el botón de sus pantalones y bajaron el zipper buscando liberar su miembro para acabar con mi ansiedad. Me tomó con un brazo por la cintura y con la otra mano ubicó su pene en mi entrada. Con un fuerte empujón entró en mí, atropellándome, invadiéndome y chocando contra mi cuerpo de una manera salvaje y gloriosa. Edward me llenaba de placer con cada intromisión de su cuerpo, me excitaba con sus jadeos y me llevaba a mi límite, levantando en mi vientre fuertes ondas de deseo, de calor, tensionándolo, contrayéndose cómo lo empezaba a hacer alrededor de su erección. Esta vez había sido rápido y preciso, mi orgasmo estaba cerca y el suyo también.
--¡Bella! – Escuché mi nombre entre sus jadeos – ¡Vente conmigo amor! ¡Ahh!
Edward no tuvo que pedírmelo ya que la tensión de mi cuerpo estalló liberándome en un orgasmo tan intenso que sentí perder la conciencia por unos segundos. Ambos temblábamos abrazados y estábamos muy agitados. Nos recuperamos y me ayudó a bajar de la isla, me alisé la falda y me dirigí al baño.
--¿Esto es tuyo? – sonriente, me señalaba mis bragas que sostenía en su mano.
***
La cena en casa de sus padres transcurrió tranquila y parecía ser otra de tantas cenas informales y que no tenían ningún propósito más que reunirnos en familia, pero dejó de ser simplemente una noche familiar hasta que Alice hablo.
--Bueno – empezó a hablar pero estaba pálida, miraba al suelo y jugaba con sus dedos enredándolos. Rose y yo sólo nos lanzamos una mirada y nos sentamos cerca de ella en el estudio dónde estábamos todos platicando. Necesitaba nuestro apoyo y nosotras se lo prometimos desde el principio.
--Bueno, yo… - jamás había visto a Alice tan nerviosa, así que le apreté el hombro y se animó a seguir – yo tengo algo que decirles – todos los demás le pusieron atención inmediatamente.
--Claro hija, ¿Qué sucede? – le dijo Carlisle que abrazaba a su esposa.
--Yo… me ofrecieron trabajo – sus palabras salieron tímidas de su boca pero nadie lo notó, todos sonrieron esperando la segunda parte de la noticia.
--¡Vaya Alice! Que bueno que ya vas a trabajar, así ya tendrás para pagar tú sola los cuentones millonarios de tus famosas “tardes de shopping”- se burló Emmett y Edward se rió también a carcajada suelta.
--Pues si, yo creo que si me va a alcanzar – levantó la mirada del suelo y la centró en Jasper – porque me ofrecieron trabajo de modelo, tengo 3 campañas publicitarias para diseñadores el próximo mes y Láncome está interesado en que sea su nueva imagen.
Se hizo un silencio sepulcral. Carlisle y Esme sólo tenían una gran sonrisa en la cara y Jasper igual; se puso de pie y la abrazó emocionado, pero Edward y Emmett estaban pasmados.
--¿De modelo, Alice? – Emmett aún seguía sin creerlo.
--¿Y cómo es que de repente te salieron todas esas ofertas? – Edward le preguntó pero no me quitaba la mirada de encima, como si yo hubiera tenido algo que ver.
--Cuando acompañé toda esa semana a Bella a hacer las campañas para Chanel, había muchísimas personas entre agentes, publicistas y ahí me “descubrieron”- dijo Alice asustada todavía – lo he pensado mucho y ya me decidí, siempre me ha gustado y tiene que ver completamente con lo que estudie, así que en una semana empiezo a trabajar.
Ni Edward ni Emmett estaban contentos por Alice, algo no les gustaba y era irónico que se comportaran así cuando sus novias eso eran, modelos.
Salvo ese par de amargados, todos felicitamos a Alice. Carlisle estaba sorprendido al igual que Esme pero tranquilos porque sabían que Rose y yo estaríamos con Alice cuando nos necesitara y Jasper tenía una sonrisa de orgullo en el rostro que no le podríamos quitar en muy buen tiempo, él estaba completamente adaptado a nuestro mundo y si Alice estaba contenta, él también.
Nos despedimos y antes de subir al auto no me aguanté y le dije muy enojada a Edward…
--No sé porqué actúas así, pero te sugiero que si tanto quieres a Alice, regreses, le des un gran abrazo y le digas que estás muy feliz por ella, aunque no sea cierto Edward – me tomó de la mano y regresamos a la casa. Apenas encontró a la pequeña, la abrazó levantándola del piso y le decía cosas al oído, ella sonrió y lo abrazó más fuerte.
--Jasper – le advirtió Edward – más te vale ir consiguiéndote un clon de Jimmy para Alice, si no quieres quedarte sin novia pronto, es lo mejor – todos nos reímos contentos por ella y yo por mí Edward.
Esa noche no dormimos, hicimos el amor, nos abrazamos, nos acariciamos y nos miramos hasta que salió el sol.
--Isabella… - levantó mi barbilla con sus dedos – busquemos un lugar para nosotros – dijo sin más.
--¿Un lugar? – repetí.
--Si amor, un lugar que nosotros escojamos, me encanta tu apartamento pero es tuyo, lo elegiste para ti y el mío es pequeño; yo quiero escoger contigo nuestro lugar Bella – me miraba expectante - ¿Qué dices?
--¡Claro que quiero cielo!, ¡Claro que quiero! – y lo ataqué a besos.
--Piensa más o menos cómo te gustaría y qué tan grande, así para cuando regreses, podamos ir a ver algo para empezar – me besó y yo estaba tan emocionada que lo mordí. Nos bañamos juntos, tomándonos nuestro tiempo, queríamos que avanzara lento ya que en unas horas más salía mi vuelo a República Dominicana. Edward se había tomado la mañana y me llevaría al aeropuerto dónde me encontraría con Jimmy. Llegamos y antes de bajar del auto, casi hacemos el amor ahí mismo, no queríamos despedirnos, iba a ser muy difícil irme y estar sin Edward tantos días, pero teníamos que acostumbrarnos, además me consolaba la idea de que ya tendríamos “nuestro” lugar muy pronto.
Antes de pasar a la sala de abordar nos dimos un último beso y varios flashes se encendieron, pero a esas alturas ya las personas importantes de mi vida lo sabían así que lo que publicara la prensa rosa de Edward y de mí, me venía valiendo un comino.
El vuelo a Punta Cana fue bastante rápido y eso contando con una escala en Miami. Yo dormí durante todo el vuelo y como llegamos ya entrada la tarde, cené algo ligero, hablé con Edward unos minutos y me acosté a dormir hasta que Jimmy me despertó por la mañana.
Me llamó mucho la atención el ver tanto movimiento en la locación, tanta gente de producción y un gran alboroto, todo por una sesión de fotos dónde sólo usaría un bikini pequeño, pero comprendía en cierta parte todo el caos, una revista tan importante jamás diría que sus photoshoots eran sencillos. Me reí por no decir que me carcajee por dentro.
Ese día, yo creo que por ser el primero y por toda la expectación, fue muy cansado. Tuve 5 cambios de bikini y miles de tomas. Todo fue en la misma locación y cuando terminamos, me metí al mar. Ya con calma pude apreciar la belleza del lugar, era increíblemente hermoso. La arena tan blanca y el azul del mar eran un contraste fascinante. Era tan relajante estar solo dejándote llevar por el vaiven del mar, que te adormecía y yo estaba muy cansada. Salí y en la orilla me dejé caer mientras me bañaban las olitas pequeñas, cerré mis ojos y movía mis brazos sobre la arena cuando escuché que me decían…
--Bella, no te levantes – era Jack, el fotógrafo – sigue moviéndote como lo estabas haciendo, sólo síguete moviendo igual, eso Bella dame más…
Seguí sus instrucciones y después de media hora más de disparos de su cámara, sonreía feliz y al fin me dejó ir por ese día. La verdad lo comprendía, las mejores fotos de ese tipo casi siempre eran las improvisadas y cuando te tomaban por sorpresa, aunque para esa revista en especial estas tomas no funcionaran porque nunca utilizaban fotos del atardecer o aún más oscuras, siempre eran con el sol brillante y caliente del medio día. En fin, suspiré, Jack se había ido feliz.
Al llegar a mi habitación me encontré con una sorpresa… un enorme arreglo de rosas blancas y rojas y su tarjetita.
“Por Favor, regresa a Edward Cullen
Tan pronto como puedas”
E.C.
--¡Dios mío! – Jimmy se llevó ambas manos a sus mejillas – ni porque estás a miles de kilómetros deja de ser detallista, es tan lindo – sonó mi teléfono y me dejó sola.
--¡Edward cielo, gracias! – Troné varios besos para él – Gracias ¿De qué amor? – podía escuchar su voz divertida.
--Por las rosas, son preciosas – contesté aún muy emocionada – Que bueno que te gustaron, ahora dime como te fue, cuéntamelo todo – y me dispuse a contarle todo mi día y mi última media hora de trabajo.
--… estaba llegando cuando vi tus rosas y enseguida llamaste, ni siquiera me he dado un baño, sigo toda salada.
--Mmm, quieres decir que si paso mi lengua por tus hombros… - lo interrumpí – Si, estaré salada.
--¿Y aún tienes ese bikini puesto? – Su voz estaba cambiando – Si, aún lo tengo – respondí.
--¿Y si te doy besitos por tu ombligo también estarán salados? – Cerré los ojos y sólo pude decir – mmhm.
--¿Me dejas pasar la lengua por… - abrí los ojos y lo corté.
--Edward no por favor – fue más bien una orden - ¿No que amor? – preguntó inocentemente.
--No hagas eso, no puedo – casi le supliqué - ¿Por qué no puedes Bella?, dime – hablaba tranquilo y con voz grave.
--No podría soportarlo ahora que ya sé qué es lo que me estoy perdiendo – le confesé – pero ¿Edward harías algo si te lo pido?
--Lo que tú quieras amor, pídeme lo que quieras – su voz me estaba matando de deseo.
--¿Me lo prometes? – Dije impaciente – Si, Bella, te lo prometo, ¿Qué quieres que haga? - sonaba curioso.
--Mejor dicho, es algo que no quiero que hagas cielo – me mordí un dedo antes de seguir.
--¿De que hablas? Creo que no te estoy entendiendo.
--No quiero que te toques. Tú sabes a qué me refiero, no te toques ni por equivocación, yo tampoco lo haré. ¿Me lo prometes? Nada de “ayuditas”, nada de nada hasta que estemos juntos ¿De acuerdo?
--¡Bella!...
No me tomó mucho convencer a Edward, aunque me dijo que era una tirana y que eso sólo se le había podido ocurrir a una gran mente perversa y malvada. Me soltó una lista de cosas en contra de mi inocente idea que más me aferré a ella y mantuve mi postura. Al despedirnos, el no lo hizo muy contento, pero me dijo que cumpliría su promesa.
Al día siguiente hubo más de lo mismo, más gente de producción, más alboroto, más público, más show y más sol quemando mi piel. Me fotografiaron con caracoles, con redes, con peces de utilería, con hojas gigantes, con palmeras y me cansé más que el día anterior, el calor y el sol agotaban a cualquiera demasiado rápido. Huí al hotel para encerrarme en mi habitación a dormir y de nueva cuenta, al entrar, un gran arreglo de rosas sólo rojas esta vez me recibió y arranqué desesperada la tarjeta.
“Por Favor regresa ya.
Atte: Pitufo Gruñón”
No pude aguantarme unas severas carcajadas, definitivamente Edward no lo estaba pasando bien y se encargaba de hacérmelo saber muy claramente. Me dí un baño y al salir, mi teléfono sonó.
--¡Edward cielo! Gracias de nuevo, están hermosas mis rosas rojas.
--¿No son azules? – Preguntó - Las pedí azules para que vieras de qué color me estás dejando Isabella.
--¡Amor!... – no sabía qué decirle para que no se enojara y empezara a negociar nuestro trato.
--No es gracioso Bella, no te burles – estaba tan irascible como una mujer con síndrome premenstrual pero hablamos un buen rato y se le pasó el enojo, nos despedimos, luego pedí algo de cenar y caí rendida.
El sábado era un día un poco diferente, la locación era en una playa alejada y no habría público ya que la mayoría de esas fotos serían topless y algunas sin nada por lo que mi contrato pedía la mayor privacidad para que pudiera trabajar más cómodamente. Me puse el primer bikini y mientras los estilistas me acomodaban el pelo, me puse una dosis extra de bloqueador en los senos. Las tomas fluyeron fáciles, use 4 bikinis muy lindos y después unas tomas con una tela muy transparente, mojada y enredada en la parte inferior solamente. La revista no publicaba desnudos pero las fotos requerían ser tomadas así para luego poder editarlas y yo trabajé bastante tranquila ya que en ese momento sólo habían 8 personas en total a mí alrededor contando a Jimmy. Aún era temprano cuando terminamos, trabajar sin tanto público nos distraía menos y ahorrábamos mucho tiempo. Ahora sólo faltaban las tomas de respaldo, unas más topless y podríamos volver a casa.
Entré a mi habitación y me llevé una sorpresa enorme. ¡Un arreglo de rosas azules! Edward no había bromeado el día anterior, eran azules. Tomé la tarjetita y no decía nada. Triste, rebusqué por si había otra tarjetita pero no encontré nada por más que buscaba. Me dí un baño y luego me hidraté la piel por tanto sol. Al salir del baño, llamé a Jimmy para cenar juntos en mi habitación pero me convenció para bajar a cenar y tomarnos unas margaritas. Me puse un vestido de playa blanco con unas sandalias de piso plateadas, mi pulsera, me hice una coleta y me puse un poco de gloss en los labios, sería un crimen ponerme polvos con el bronceado dorado que tenía.
Mi celular vibró y era Jimmy - ¿Esto será cena o desayuno Bella? Por que llevo años esperándote y tú todavía no bajas. No te tardes que tengo hambre – ¡Qué genio por Dios! Otro con Síndrome Premenstrual.
Bajé al restaurante y me encontré con él - Bella, vamos – dijo levantándose de su silla – tomemos una margarita en el muelle, dicen que se ve muy bonito iluminado – me llevó de la mano por la playa, hacia un largo muelle de madera con muchos botes muy bonitos y estaba encantada mirándolos cuando noté que hablaba sola. Busqué a mí alrededor y Jimmy no estaba. Alcancé a percibir una silueta masculina que estaba al final del muelle y entrecerré los ojos para distinguirlo mejor mientras me iba acercando. Mi corazón comenzó a latir apresurado al empezarse a definir esa hermosa silueta que tanto amaba. Corrí hacia él que también se acercaba de prisa a mí.
--¿Edward? – Pregunté en un grito mientras se acortaba la distancia entre nosotros.
--¡Bella! – Exclamó cuando me atrapó entre sus brazos y me levantó del suelo dándome vueltas - ¡Te extrañé mucho! – dijo en mi oído al detenerse.
--¡Yo también! – Dije enterrando mi cara entre su clavícula y su cuello, respirándolo – pero ¿Cómo…
--Tenía que verte amor, me estaba volviendo loco sin ti – sus manos acariciaban mi espalda y mi nuca cuando atrapé su boca buscando un beso que fue desesperado y urgente.
--No puedo creer que estés aquí Edward – tocaba su rostro con mis manos comprobando que era real - Gracias por esta sorpresa cielo – y lo besé de nuevo.
--Bueno, en realidad la sorpresa es otra Bella – me guiaba de la mano hacia un bote y mi corazón latió más rápido, de un brinco subió y se giró extendiendo la mano para ayudarme – Ven.
Me agarré fuerte y de un salto ya estaba junto a él en la moderna embarcación iluminada con luz muy tenue. Mis piernas me temblaban y podría jurar que no me sostendrían mucho tiempo más por lo que me abracé de Edward para no caer.
--Siéntate junto a mí y no te muevas mientras saco a este muchacho de aquí – encendió el bote y se empezó a mover alejándose lentamente del muelle y una vez lo suficientemente apartados aumentó la velocidad. Yo estaba sin poder hablar por la sorpresa de tener a Edward ahí conmigo manejando con destreza un bote. No mucho tiempo después se detuvo, no estábamos muy lejos de la costa ya que se veía como una línea de luces frente a nosotros. Ancló la embarcación que ya un poco más tranquila pude admirar con más detenimiento. Todo era blanco con detalles en madera, amplio, y si un rato antes me había parecido moderno, me había quedado corta.
--No te vayas a ir ¿de acuerdo? – bromeó y yo sólo rodé los ojos. Abrió una diminuta puerta, bajó un par de escalones y casi al instante ya estaba de vuelta conmigo con una canasta de picnic en las manos de la cual sacó un mantel blanco que le ayudé a poner sobre la pequeña mesa con 2 servicios muy elegantes y un par de copas. Descorchó una botella de vino que también estaba en la canasta y de nuevo se perdió por la puertecita. Los suaves acordes de un piano comenzaron a sonar y Edward apareció de nuevo con varios recipientes calientes con nuestra cena. Yo aún estaba como en trance ya que no podía creer que ese momento fuera real.
--¿Qué pasa Bella? – me preguntó sentándose junto a mí y pasando un brazo por mis hombros y levantando mi cara hacia él.
--Es que no puedo creer que esto es real – lo tocaba para convencerme de que así era.
--Es muy real amor – dijo contra mis labios despertando todos mis sentidos.
Cenamos cangrejo y pescado blanco en una salsa deliciosa de 3 quesos, con verduras, también hubo como postre pastel de fresas.
--¿Cómo hiciste todo esto?, es perfecto – sonreía feliz mientras enredaba una de mis piernas entre las suyas.
--Tengo mis contactos Bella – me regaló esa sonrisita chueca, se levantó un momento y las lucecitas tenues nos dejaron a oscuras, sólo la luna nos iluminaba con su luz – recuéstate aquí conmigo, ven – y nos tumbamos en un asiento largo y amplio que estaba frente a nosotros.
--Como te extrañé Bella – susurró en mi cuello dónde repartía besos ligeros que sólo acrecentaban mi necesidad de él.
--Volvamos Edward – le pedí.
--¿Qué pasa amor?, ¿No estás a gusto? – se preocupó.
--Necesito que me hagas el amor – casi fue una súplica – regresemos por favor.
--Por eso estamos aquí, ¿Tú crees que iba a desperdiciar la oportunidad de hacerte el amor en medio del mar y bajo la luz de la luna? – Me comenzó a besar con urgencia – no Bella, quiero que las estrellas sean testigo de todo lo que voy a hacerte esta noche.
Y sin más qué decir, me dejé seducir bajo semejante escenario. Dejé que sus manos recorrieran mi cuerpo bajo mi vestido, envolviéndome en su tibieza. Las mías desabotonaron su camisa y acariciaron su pecho que tanto había extrañado, bajaron a su pantalón y con la destreza que sólo la práctica daba comencé a deshacerme de él y de sus bóxers, dejándolo desnudo junto a mí.
Él estaba igual o más ansioso que yo y antes de quitarme el vestido se deshizo de mis bragas causándome un estremecimiento que me recorrió toda con sólo pensar en lo que estaba por venir. Sus manos apretaban fuertemente mis muslos, subían y bajaban por ellos hasta que hizo más lentos sus movimientos y con cautela, acercó una mano hacia mi desnudo triángulo. Las yemas de sus dedos apenas lo rozaban, su mano temblaba y levanté mis caderas para al fin sentirlo tocándome. Se escuchó un gemido salir de mi garganta, necesitaba tenerlo dentro de mí, mi cuerpo se removía impaciente, lo había extrañado mucho y clamaba por lo que sabía le pertenecía… Edward.
--Calma Bella – murmuró – tenemos toda la noche – mi cerebro no registraba sus palabras y mi cuerpo no obedecía, sólo lo quería a él dentro de mí, pero traté de conectar mi mente y de asimilar lo que me había dicho, respiré profundo y me senté lentamente acomodando mi vestido, confundiéndolo.
--Está bien – logré decir lo más normal que pude – cuéntame cómo ha estado todo, ¿Cómo están tus padres?, ¿Ha habido alguna novedad?
--Isabella… - me advirtió con una mirada de fuego por interrumpirlo.
--¿Qué? Tenemos toda la noche Edward, calma… - la ironía fluyó en mis palabras, dos podían jugar este juego ¿No? – Quiero que las estrellas sean testigo de lo que te voy a hacer… sufrir – me mordí el labio de la forma en que sabía lo alteraba.
Me hice a un lado pero Edward, mucho más rápido y con mejores reflejos brincó sobre mí y me atrapó con su cuerpo, su mirada ardiente me atravesó.
--Calma fue lo que intenté tener todos estos días Isabella, fue una locura lo que me hiciste pasar e insensible de tu parte – se inclinó para rozarme el escote con su crecida barba y si antes estaba excitada, en ese momento estaba por estallar de deseo – eres una gatita perversa y aunque no te lo mereces – metió la mano entre mis piernas comprobando mi humedad – voy a darte lo que me pides.
“Oh Dios”
Sin pensarlo, abrió mis piernas y se colocó en medio de ellas, su duro miembro empujaba mi entrada y yo estaba mareada por el placer que iba a recibir.
--¿Qué quieres Bella? – Me ordenó en una pregunta y yo no pude responder – ¡Pídemelo Isabella!
--A t-ti – murmuré.
--¿Cómo? – gozaba torturándome.
--Dentro de m-mí – estaba jadeando de deseo por ya sentirlo.
--¿Esto es lo que quieres? – y sin terminar de preguntarme entró en mí con una estocada profunda y certera y llegó en mí hasta dónde humanamente se podía. Yo ahogué un grito extasiado de deseo y de placer al sentirme llena de él, una y otra vez complaciéndome como se lo había pedido, obedeciendo cada una de mis súplicas. Mis gemidos y jadeos se alternaban con gritos que no me daba cuenta que salían de mi boca pero que sabía que lo excitaban más. Nuestros cuerpos chocaban con fuerza y Edward se liberaba con cada embestida de la tensión que su cuerpo guardaba sólo porque yo se lo había pedido.
Un familiar torbellino empezó a formarse en mí interior, levantando con él todas las sensaciones arrasadoras que Edward despertaba, produciendo un estremecimiento embriagador y apabullante, aniquilante. Lo miré y su rostro estaba marcado con gestos por el esfuerzo, estaba igual que yo, sintiendo contraerse su vientre, a un paso de explotar. Gemí al llegar al borde del abismo, en la punta del torbellino. Lo sentí apretarse a mí y me contraje a su alrededor.
--¡Te amo! – Salió de mi boca jadeante - ¡Edwaard!
--¡Bellaa! – apenas me pudo responder ya que luchaba por mantenerse dentro de mí cuando sentí que me llenaba con su calor, me inundaba de él, de su miel, de él. Se derrumbó sobre mí con todo su peso pero no lo sentí. Sólo lo abracé y cuando al fin pude mover mis brazos, acaricié su nuca, su mejilla y su frente bañados por una ligera capa de sudor.
Trató de moverse para salir de mí pero no lo dejé, no podría soportar que me abandonara tan pronto.
--¡Cómo te extrañé mi niña Bella! – decía contra mi pecho mordiendo el escote de mi vestido.
--No creo que más que yo, pero si quieres, te doy un momento y podemos discutirlo – dije maliciosamente.
--Bella, tengo tanto que discutir contigo, gatita perversa – y su risa se perdió en la inmensidad del océano.
EDWARD’S POV
Un suave vaivén mecía mi cuerpo y un ruido de algún objeto que chocaba una y otra vez contra algo, me despertó.
“Carajo”
--Bella amor, despierta, tenemos que regresar – me levanté del enorme asiento acojinado que nos había servido de cama, me puse los bóxers, los pantalones y comencé a abotonar mi camisa mientras buscaba las bragas y el vestido de Bella. Habíamos pasado una noche maravillosa pero teníamos que volver.
Apenas llevaba un día sin Bella y se le ocurre pedirme que no me tocara “ni siquiera por equivocación” habían sido sus palabras y yo como no puedo negarle nada acepté comenzando con una tortuosa agonía. Al segundo día ya estaba decidido; tomaría un vuelo para Punta Cana y terminaría con mi suplicio. Me puse de acuerdo con Jimmy y el sábado por la noche la daría la sorpresa, le tenía preparada una noche muy especial.
La esperé en el muelle; estaba impaciente porque llevaba más de 20 minutos esperando pero al fin la vi venir hacia mí junto a Jimmy que hábilmente desapareció en un segundo. Vislumbró mi silueta y cuando no tuvo duda de que era yo quien la esperaba corrió hacia mí y la abracé al vuelo.
¡Cómo la había extrañado! Su voz, su cara y su olor estaban en mi pensamiento y en mis sentidos pero lo que en verdad necesitaba era tenerla junto a mí justo como en ese momento en el que la tenía aprisionada contra mi cuerpo.
La cena en el bote la sorprendió; estaba disfrutando tanto como yo del lugar dónde nos encontrábamos. Estaba ansiosa, excitada e impaciente, podía percibirlo al oler el deseo que se desbordaba en ella. Estaba tan necesitada de mi cuerpo como yo del suyo, de sus caricias y así me lo hizo saber. Al pedirle paciencia, nunca pensé que me iba a dar una cucharada de mi propia medicina; la muy perversa se sentó interrumpiendo mis lentas caricias, yo sólo quería que sintiera un poco de todo lo que me había hecho sufrir y de lo que me aguanté por ella, pero se burlaba de mí, sabía cómo provocarme para hacer lo que ella quisiera y esa vez no sería la excepción.
Completamente bajo su embrujo, fui cediendo a su voluntad sin hacerlo tan obvio, pero como siempre, terminé haciendo lo que ella quería, tomándola en ese instante, sin caricias, sin anticipar nada, sólo quería sentirme llenando su delgadísimo cuerpo y yo también quería lo mismo.
La hice mía con fuerza, con hambre y desesperación; ella siempre me marcaba la pauta y yo sólo estaba ahí para hacerla feliz, si ella necesitaba ternura la tenía y si quería jugar un poco más fuerte ¿Quién era yo para negarle algo? Yo sólo estaba para complacer a mi Bella en lo que me pidiera. Hicimos el amor varias veces esa noche, nos reímos, platicamos y nos dormimos ya entrada la madrugada.
--Bella, vístete amor – le dí su ropa que estaba colgada del barandal a punto de caer al mar.
Le había prometido a Jimmy que Bella estaría muy puntual esa mañana y aún tenía tiempo para cumplir con mi palabra. Ella llegó exactamente a la hora acordada sin problemas y lista para terminar con la sesión. Desayuné y al terminar encendí mi portátil para checar con Nadia varios asuntos de la presa, nos despedimos varias horas más tarde y fui a locación dónde se encontraba Isabella. Al llegar a la playa privada pude ver que el acceso estaba restringido totalmente, no había paso absolutamente para nadie pero afortunadamente Jimmy me vio y me llevó hasta dónde estaban trabajando; había muy pocas personas, alrededor de 8, y al acercarme descubrí porqué.
Bella estaba recostada sobre la arena con algo blanco en el cuerpo; rodaba y su pelo y su cara también estaban salpicados de esa cosa…
¡Puta Madre!
Era arena. Dejé de respirar. Isabella estaba desnuda y esa cosa blanca era sólo era arena adherida a su cuerpo húmedo; se veía gloriosa moviéndose sobre ella, posando coqueta, sensual, felina, juguetona, inocente… ¡Dios que hermosa era!
Jimmy se sentó junto a mí sin decir nada, de vez en cuando me miraba de reojo como queriendo decirme algo pero yo sólo tenía ojos para mi mujer. Sólo quería llevármela de ahí, encerrarla en la habitación y hacerle el amor toda la noche sin parar. En menos de una hora había terminado al fin; con dificultad me puse de pie por cierto dolor en mis ingles y un muchacho muy despierto esperando su recompensa y que gracias a una amplia camisa de playa pasó desapercibido.
--Edward – me llamó Jimmy y le respondí.
--Dime.
--Gracias por venir, para Bella es importante que hayas estado aquí viéndola trabajar – dijo sincero.
--Lo sé Jimmy y me encanta haber venido – le dí una palmada en el hombro y esperé a mi Bella para irnos de ahí. La tarde fue estupenda. Después de quitarse la arena del cuerpo y de ponerse un bikini que le quedaba perfecto, comimos, nos metimos un buen rato al mar y luego nos acostamos en una hamaca hasta que empezó a anochecer. Subimos a la habitación y nos dimos nuestro acostumbrado baño, hicimos un par de veces el amor y la abracé para dormirnos. Un magnífico fin de semana.
***
De vuelta en Nueva York, tuve que trabajar a marchas forzadas para tener varios días y acompañar a Bella a Los Ángeles a la entrega de los Grammys. Ella se fue a ensayar apenas llegamos y estaba algo nerviosa por tener que bailar casi a 15 metros del suelo y sus nervios aumentaron cuando le informaron que lo haría en una plataforma que gradualmente iría bajando hasta llegar junto a su “amigo” Jake. ¿Qué clase de amigo te expone de tal forma y más aún cuando sabe que le tienes miedo a las alturas?
Tal vez esa era sólo mi forma egoísta de ver la situación, pero no le hice ningún comentario a Bella ni le insinué nada, si había accedido a hacerlo para apoyar a su amigo, yo estaría ahí para apoyarla a ella. Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.
--Edward, te sentó bien la playa ¿eh? – Nadia me guiñó un ojo – me deberías dar vacaciones, necesito un poco de color para mi pálida piel.
--Claro, sólo espera que vuelva de Los Ángeles y me podrás abandonar – bromeé.
--Ah por cierto, tuviste un par de llamadas, las tomó una secretaria nueva pero no comprendió nada de lo que le decían y el número era privado – encogió los hombros – tal vez algún amigo de París o de Berlín.
--Si, puede ser – dije sin tomarle importancia.
--Y también llamó una persona de bienes raíces, te llamará esta tarde – levantaba las cejas justo como Emmett – esa llamada la recibí yo – dijo sonriente - ¿Ya estás listo para dar el próximo paso?
--¿Tú que crees? – no pude ocultar mi felicidad.
--Creo que es grandioso, me alegro por ti – se sentó en una silla frente a mi escritorio – nunca te he visto más feliz, que bien que arreglaste toda tu maraña de cosas.
Bufé y me pasé ambas manos por el pelo – mmm Bella no quiere hablar del asunto aunque prometió que iba a escucharme; cada vez que intuye que voy a sacar “el tema” tiene alguna excusa para hacer algo importante y yo cada día estoy más convencido de que no debo remover las aguas, no voy a forzar nada, total, yo no hice nada malo Nadia, no fui yo.
--Nada más fuiste el motivo Edward ¿Quieres más?
--Indirectamente, no te olvides de eso – agregué y me di vuelta dando por finalizada nuestra conversación. Para variar Nadia tenía razón pero por otro lado yo no podía obligar a Isabella para que me escuchara, yo no me sentía culpable de nada, solamente podía avergonzarme por el comportamiento que adopté después. Nada para enorgullecerme, pero eso Isabella lo sabía porque yo mismo le había dicho qué clase de vida sin ataduras ni compromisos era la que vivía y aún así no le había hecho daño a nadie.
Y ahora todo era diferente. Vivía sólo para Bella, estaba a punto de comprometerme con ella y casarme, aunque la segunda y tercera parte aún no la supiera.
***
Los tres días siguientes fueron un caos; Isabella estuvo muy ocupada entre sus ensayos y más pruebas de vestuario que Ángela le programó. Si la llamaba no me contestaba porque la mayoría de las veces no escuchaba sonar su teléfono por la música y Jimmy no estaba con ella ya que arreglaba detalles de su viaje a París; si ella me llamaba, estaba en una junta o no llegaba la señal en algún lugar de la presa. Sólo era por las noches cuando coincidíamos pero llegaba a casa y la encontraba dormida y tan cansada que ni me sentía al acostarme junto a ella.
El viernes por la noche volamos a Los Ángeles; llegamos ya muy tarde así que nos acostamos a dormir ya que Isabella tenía que estar en el “Nokia Theatre” muy temprano por la mañana. Cuando se despertó, se veía muy agotada, le dolían mucho las piernas y tenía muchas ampollas en los pies. Odiaba verla así y recordé lo que había dicho el Dr. Sloan cuando curó a Bella meses atrás “Creo que es uno de los trabajos más sacrificados” y en ese momento le daba toda la razón. Por la sesión para la revista y esa bendita actuación con su amigo Jake, se la pasaba entre en el gimnasio y bailando, comía muy poco y dormía menos horas, por consiguiente, estaba muy delgada aunque ella estaba feliz porque aseguraba que para la semana de la moda sus medidas eran perfectas.
Bella se fue a su ensayo que iba a durar todo el día; desayuné y antes de salir de la habitación mi blackberry vibró en mi bolsillo.
BELLA’S POV
Jake y yo ensayamos todo el día la coreografía en la grúa y ya casi le había perdido el miedo porque estaba segura de que el artefacto funcionaba bien y no me caería desde arriba así que ya me sentía un poco más tranquila. Miré mi reloj y vi que era casi hora de que Edward llegara ya que iríamos con Jake y Choo a cenar para poder irnos a dormir y al día siguiente estar descansados.
Edward se disculpó por llegar casi 20 minutos tarde, saludó a Jake y nos fuimos de ahí. Pensé que la cena sería un poco tensa, pero para mi sorpresa no fue así. Se portó muy bien y sobre todo muy amable con Jake pero varias veces estuvo distraído y eso era muy raro en él porque siempre estaba pendiente de todo a su alrededor.
Al despertarme la mañana siguiente, ya estaba sentado en la mesa de la habitación con la portátil frente a él.
--¿Edward?, ¿Qué haces? Es domingo y muy temprano – dije entre bostezos.
--Mmm una complicación – no levantó la mirada de la pantalla – pero nada de qué preocuparse amor.
Dormí un rato más ya que ese día sólo tenía que consentirme un poco y esperar la hora para que empezaran a arreglarme e irnos al “Nokia Theatre”, pasar por la alfombra roja, bailar sobre el aparatejo ese y poder respirar de nuevo.
A las 5 en punto Edward y yo estábamos dentro de la limusina esperando nuestro turno para bajar al lugar, Jake venía en otra delante de nosotros y Jimmy ya estaba ahí, checando que todo lo que yo necesitaba estuviera listo.
La caminata por la alfombra fue muy agobiante ya que nos llovían las preguntas.
¿Están comprometidos?, ¿Se van a casar?, ¿Eres celoso Edward?, ¿No te da miedo que pueda volver con Jake?
Edward rodaba los ojos ante lo absurdo de algunas preguntas y prefirió no contestar ninguna de ellas, se veía incómodo. Jake por su parte recibía otro bombazo de preguntas idiotas pero el se carcajeaba en la cara de los entrevistadores.
Nuestro turno de actuar llegó y me preparaba detrás del escenario. El armatoste subía mientras yo, con los ojos cerrados me aferraba a unos tubos de seguridad muy bien ocultos. Anunciaron a Jake y empezó a sonar la canción, inhalé profundo, abrí los ojos y mi cuerpo comenzó a moverse. Mis brazos subían y bajaban al mismo tiempo en el que mis caderas giraban, mis piernas se movían firmes y mi espalda se arqueaba a un ritmo movido y muy pegajoso; sonreía muy sexy, provocadora, y cuando el aparato empezó a bajar, discretamente me agarré de nuevo de los tubos pero sin dejar de moverme. Cuando estuve al nivel del piso, me acerqué a Jake y bailé a su alrededor y después lo hicimos juntos. La canción terminó y los aplausos y silbidos no se hicieron esperar, la bulla era ensordecedora y casi todos estaban de pie. Mi amigo me abrazó y me dio un gran beso en la mejilla. Busqué a mi novio entre la gente y lo vi de pie aplaudiéndome con una sonrisa de orgullo en el rostro. Lo amaba.
Jake ya había ganado en 4 las 5 categorías a las que estuvo nominado y cuando anunciaron que había ganado por el mejor video, me tomó de la mano para subir a recibir el premio con él; agradeció a muchas personas y al final a mí, regalándome otro beso en la mejilla. Todos estábamos felices y para festejar, nos fuimos al after party a terminar la noche.
--Lo hiciste increíble amor – me susurró Edward al oído mientras me tenía abrazada por detrás, en la fiesta.
Yo sonreí y me giré para verlo - ¿Te gusto? ¿No se veía que estaba muerta de miedo?
--Me gusto mucho y te veías guapísima – me dio un beso ligero -¿Me bailaras así algún día?
--Por supuesto – le respondí en los labios tratando de excitarlo…
El lugar estaba a reventar y el ir y venir de la gente y las felicitaciones era algo un poco abrumador para Edward; lo sentí un poco incómodo y cansado así que le pedí que ya nos retiráramos al hotel. Esperábamos a Jimmy que estaba muy feliz dando brincos con mucho “glamour” por todas partes cuando una voz con un acento que se me hizo algo conocido me saludó.
--¡Bella! Qué agradable sorpresa la de esta noche – sonreí al reconocer al príncipe Rashîd.
--¡Oh, Rashîd! – dije sorprendida de verlo ahí mientras tomaba mi mano para besarla, Edward mantuvo su mano en mi cintura.
--No debo ser una mala persona ya que te acordaste de mi nombre – miró a Edward y me adelanté a presentarlos.
--Eres muy afortunado Edward, tienes un tesoro muy valioso junto a ti – dijo el príncipe.
La mano en mi cintura me acercó más a él y respondió – Así es, Bella es mi mayor tesoro, un tesoro que cuido mucho.
Edward no fue grosero, pero yo lo conocía muy bien; ya estaba fastidiado y sólo quería salir de ahí. Nos despedimos de Rashîd y cuando se alejó me preguntó…
--¿Son amigos desde hace mucho?
--Mmm no, lo conocí en enero cuando fui a Berlín, estaba con esa mujer – hice una mueca al recordarla.
--¿Qué mujer?
--Esa mujer, Irina.
EDWARD’S POV
¿Habría escuchado bien?, ¿Bella había dicho Irina?, ¿Irina y Rashîd?
No podía ser cierto lo que estaba escuchando de labios de Bella, Irina estaba con el príncipe. Estaba tan cerca, al fin podía dar con ella, localizarla y hablarle, necesitaba que me escuchara.
¿Sería que las maldiciones vienen de la mano de la salvación? No tenía tiempo para sentarme a filosofar. Debía verla pronto.
--¿Edward estás bien? – la voz de Bella me sacó de mis cavilaciones.
--Eh, s-si, yo… estoy bien – tenía que actuar rápido – Isabella, vuelvo en un momento – me dí la vuelta y me encaminé hacia los baños pero al acercarme me desvié y fui a buscarlo a él.
Lo buscaba como un loco, desesperado, no podía encontrarlo entre tanta gente, daba vueltas por todas partes y me sentía atrapado en un laberinto infinito. Caminaba y chocaba con las personas que reían y chocaban sus copas, gritaban, me cerraban el paso y yo sólo sentía angustia. La misma angustia que se venía burlando de mí desde que había contestado esa llamada la mañana anterior.
--¿Sind sie Edward Cullen? (¿Es usted Edward Cullen?)
--Ja, ich bin. (Si, soy yo)
--Señor Cullen, necesito hablar con usted de algo importante, de hecho señor, es más importante de lo que se imagina, Demetri…
--¿Demetri?
--Si señor Cullen, el niño se llama Demetri.*
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7 comentarios:
NO ME DIGAS QUE EDWARD TIENE UN HIJO XD BELLA SE VA A MORIR PERO ELLA NO DEJA QUE EL LE CUENTE NADA
HAY NO ME MUERO POR SABER MAS BYE
Edward tiene un hijo???????
que le paso ha Edward en el pasado??????? por va desvela un poquito!!!! me muero de la angustia!!!
besos
Mejor imposible cielo ! En este capitulo se van encauzando muchas cosas. A ver que pasa cuando Bella se entere de que existe "Demetri" ... no se, le doy mil vueltas y me imagino de todo. Estoy deseando leer mas cari. Me encantaaaaaaa
Un besote gordo
Li, cielo, no me lo hagas padre tan joven que pierden el morbo....o no es papá? Eres la reina de la intriga, nos tienes en ascuas, hay que nervios no se si voy a poder aguantar hasta el próximo capi, bueno que remedio me queda. Mientras llega el proximo, te dejo enredada con tus musas que lo estais haciendo de lujo. Un besazo cari.
Hayyyyy!!!, que emocion, yo estuve de Luna de miel en Punta Cana, que recuerdos XD.
Quien coño es Demetriii?
Me muero de la intriga,porfa no nos hagas sufrir mucho.
diablos!!! un niñooooo!!! pero bueno bella tiene la culpa nunca lo deja hablar, así ke ahora no se enoje :D
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