lunes, 13 de septiembre de 2010

CAPITULO 28

CAPITULO 28


EDWARD’S POV

Y ahí estaba él; después de buscarlo desesperado entre toda la gente, lo encontré rodeado de algunas mujeres y flanqueado por algunas personas de su propia seguridad en las que no me fijé cuando saludó a Bella un rato antes. Ni siquiera pude pensar qué o cómo le preguntaría, sólo me acerqué.

--Edward, me alegra ver que decidieron quedarse un rato más, ¿Y Bella? – Preguntó con su peculiar acento mirando detrás de mí.

--Ella está esperándome – le aseguré y continué – Rashîd, no quería irme sin hacerte una pregunta.

--Claro, espero tener la respuesta – las mujeres se alejaron con un movimiento de su mano.

--¿Dónde puedo encontrar a Irina? – no quise ser tan directo pero mi urgencia por hallarla se impuso.

Rashîd tomó un gran sorbo de su trago y me miró – A Irina no la veo desde mi último viaje a Alemania, cuando conocí a Bella; no sé nada de ella desde entonces – dejó su vaso sobre la mesa y se recargó en su asiento sin quitarme los ojos de encima.

Mi decepción fue notoria; no quería pensar en lo difícil que me iba a ser dar con ella.

--Gracias Rashîd – dije sumido en mis pensamientos y me giré para irme cuando volvió a hablar.

--Si dejas a una dama esperando para preguntar por Irina, entonces los motivos por los que la buscas no deben ser muy “respetables” – empezaba a odiar su acentito – por tu propio bien Cullen, espero que no le hagas daño a Bella porque no…


--Rashîd – lo interrumpí – sólo te diré 3 cosas; la primera, los motivos por los que busco a Irina no te incumben, la segunda, Isabella es mi mujer y en poco tiempo nos vamos a casar y la tercera y la más importante, no te acerques nunca más a ella – iba a defender lo mío a como diera lugar - Buenas noches Rashîd.

Salí de ahí furioso, por no haber obtenido información sobre Irina y por la escenita que me hizo el principito ese. ¿Por qué se sentía con derecho de defender a Bella? Pobre idiota.

***

De regreso al hotel, Bella venía dormida entre mis brazos. Se veía tan hermosa. Con mis dedos recorrí sus mejillas y sus labios, la atraje más hacia mí y besé su frente. Una vez que estuvimos en la habitación, la ayudé lentamente a desvestirse y le coloqué una de mis camisetas; apenas se podía sostener en pie por el agotamiento de ya tantos días de ejercicios, ensayos y la tensión que había tenido todo el día, así estuve junto a ella mientras se lavaba la cara y se cepillaba los dientes. Nos acostamos y se quedó dormida casi al instante. Me puse de pie tratando de no despertarla, fui a la mesa donde estaba mi laptop y me senté frente a ella.

Tenía que concentrarme en encontrar a Irina, así que en Google empecé buscando las fiestas de alta sociedad más importantes en los últimos meses, estaba seguro que por ahí podría encontrar algún rastro de ella. Pasé un par de horas revisando cada fotografía y leyendo cada reseña de todas las fiestas que aparecían en los resultados pero ella no estuvo en ninguna; estaba tan absorto en mi tarea que no noté a Bella acercándose a mí. Rápidamente cerré la pequeña máquina.

--Bella ¿Qué haces despierta? Vuelve a la cama.

Se sentó en mi regazo enredando sus brazos alrededor de mi cuello - No lo haré si no vuelves conmigo – dijo mientras hundía su rostro en él.

--No seas niña, Isabella – le dije fríamente – haz lo que te digo.

Sentí que se tensó en ese instante, pero sin protestar hizo lo que le ordené; se puso de pie y girando sobre sus talones, regresó a la cama y se cubrió con las sábanas. La seguí y me acomodé detrás de ella.

--Lo siento, no fue mi intención responderte así amor – murmuré en su nuca – ¿Me dejas hacer algo para contentarte?

--No estoy enojada – dijo con voz muy bajita.

--No importa, déjame hacerte el amor Bella, te necesito…

No le dí tiempo de responder; empecé a subir la camiseta por su cuerpo y la pasé por su cabeza mientras besaba eufórico la piel que quedó al descubierto, con prisa bajé sus bragas y me deshice de ellas; mis labios besaron su abdomen, sus costados, volví a su ombligo y descendí pronto abriéndome paso entre sus piernas rozando con mi boca la parte interna de sus muslos; Bella gimió y me encendió al levantar su pelvis hacia mí, la tomé por las caderas para mantenerla quieta y con mi lengua froté su clítoris pero estaba muy excitado y necesitaba estar dentro de ella ya; subí por su cuerpo colocándome sobre él y sin más, la penetré. Gemí al escuchar sus fuertes jadeos cuando la embestí una y otra vez, con necesidad, urgente por liberarme, lo que sucedió un poco después de que ella alcanzara el orgasmo. Me dejé caer a su lado, respirando agitado y cuando recuperé el aliento la abracé colocándola sobre mi pecho.

--¿Estás bien amor? – Le pregunté preocupado por mi brusquedad; ella sólo levantó el rostro, me miró con ternura y asintió acurrucándose sobre mí.

Definitivamente Isabella no podía enterarse de nada, tenía que mantenerla alejada de todo este asunto. Era demasiado vulnerable y por eso no había querido saber nada de mi pasado, ahora lo comprendía. Ella no quería sufrir y yo, además de respetar esa decisión ahora debía protegerla de él, así como debía proteger a Demetri, y no iba a resultar nada fácil ya que era una lucha por separado, pero así era como tenía que ser.

Tampoco podía comentar nada con mi familia por miedo a que cometieran alguna indiscreción y Bella se enterara, no podía correr ese riesgo, tenía que minimizar las posibilidades de que ocurriera un incidente, así que lo mejor era que ninguno de ellos lo supiera. Pensando en todo lo que necesitaba hacer para cuidarlos, me quedé dormido sin darme cuenta.

***

Al volver a Nueva York, no perdí mi tiempo; le pedí ayuda a la única persona en la que podía confiar y que no corría peligro de que abriera la boca.


Nadia accedió sin pensarlo y de inmediato contactó a 2 investigadores privados; los citó para esa misma tarde y les dimos todos los datos que teníamos de Irina y cuando se fueron se sentó en el escritorio frente a mí, muy cerca.

--Edward, ¿Por qué estoy teniendo la impresión de que te estás culpando por algo? – Su preocupación era genuina, la conocía bien.

--Ahora no quiero oír nada Di, sólo ayúdame a encontrarla – la miré suplicante.

--Así será, pero no te preocupes Edward, debes permanecer tranquilo, por tu bien y por el del chico.

--¿Chico? Nadia, ¡Es un bebé por Dios! – me levanté de un salto – apenas tiene 2 años.

--Tranquilo, la vamos a encontrar y muy pronto, ya lo verás – y me abrazó – ahora relájate y deja que estos señores la encuentren, lo harán, no desconfíes, tú concéntrate en Bella y en buscar ese bonito apartamento para ambos y con un estudio muy grande para ti solito porque cuando vea tu colección de CD’s… por cierto, ¿Por qué no te compras un piano? – sonreí un poco al escucharla hablar, me recordaba a Alice, una vez que empezaba, no paraba.

--¿Un piano? – bufé.

--Te gusta tanto tocar y desde… - hizo una pausa – bueno, tenlo en cuenta.

Por la noche llegué a casa e intenté seguir el consejo de Nadia; por un rato bloqueé mi mente y me dediqué a escuchar a Bella contándome todo lo que había hecho en el día. Pedimos comida china aunque me costó un poco convencerla porque según ella aún estaba por venir la semana de la moda y tenía que cuidarse todavía. Después de cenar nos quedamos dormidos viendo una película; ambos estábamos agotados del fin de semana y caímos rendidos.

Los días siguientes fueron una agonía en espera de noticias del paradero de Irina pero trataba de seguir con lo que Nadia me recomendaba, hasta el día en el que Bella tenía que irse a París y fui a despedirla al aeropuerto. Iba a extrañarla muchísimo pero tal vez fuera mejor si estábamos lejos mientras tenía noticias de los investigadores, no quería delatarme con mi actitud.

Abrazaba a Bella en lo que Jimmy regresaba con los documentos cuando una chica con un bebé en brazos le pidió tomarse una foto, ella aceptó como siempre y mi mirada se clavó en el pequeño. Después del flash, Bella le hacía mimos al bebé y no pude evitar pensar en Demetri.

--¿No es un encanto de bebé? – Me preguntó rodeándome la cintura después de entregárselo a su madre y abrí la boca sin pensar en mis palabras.

--No me gustan los niños – se quedó quieta ante mi confesión.

--¡Edward! – Me dio una nalgada – no seas tonto – y comenzó a reír.

Actué rápido y le dije acercándola a mí – Cuídate mucho Isabella – tomé su cara entre mis manos y la besé – por favor.

--Claro que si cielo, tú también tienes que prometerme que lo harás – nos dimos un profundo beso y empezó a alejarse de mí. Después de pasar la revisión, se giró y leí en sus labios “Te amo”.

Un par de días después de que Isabella se había ido, me encontraba en la oficina analizando algunas estadísticas cuando Nadia entró hecha un torbellino seguida de los investigadores.

--Señor Cullen hemos encontrado a la señora Van Draus.

BELLA’S POV

--Bella ¿estás lista? – Me preguntó la asistente del director del comercial. Eran ya casi las 4 de la madrugada y yo me moría de frío, de hambre y de cansancio. Estábamos grabando el comercial a semejante hora para tener libre de autos la calle, por lo que todos estaban apurados en dejar todo listo y se aprovecharan bien las horas.

--Lista – le confirmé.


Las mangueras comenzaron a dejar salir el agua rociando la calle y yo estuve lista con mi elegante vestido rojo para caminar a lo largo de ella. Esa toma fue la más tardada; la repetimos 7 veces y aún no quedaba. A la novena, parecía que todo había salido bien y por fin pudimos irnos a descansar. Ya sólo quedaba un día de grabación y habríamos acabado con los comerciales. Después seguían las sesiones de fotos para los cosméticos y los tratamientos faciales, alrededor de unos 4 días, un día más para los lentes y podríamos volver a casa.

Y justo como había pensado, esos 5 días fueron agotadores. Me lavé la cara no menos de 20 veces en las sesiones de los cosméticos y por las noches dormía con una mascarilla hidratante para que mi rostro no se resecara. Las demás sesiones estuvieron más tranquilas y tal como lo planeé, volveríamos un día antes a Nueva York aunque no le diría nada a Edward, sería una sorpresa.

--Bella deberíamos ir de compras ya que tenemos un día libre – me aconsejó Choo.

--¡Olvídalo! – Le rodeé los ojos – estás loco.

--Eso haría cualquier mujer sensata, ¡Ir de compras! – Me señalaba con un dedo y la otra mano en la cintura – pero tú sólo quieres estar prendida de ese hombre tuyo.

--Choo… - me puse un dedo en los labios para que se callara.

--Piensa en los pobres de tus amigos que no tienen la misma suerte que tú de tener un hombre esperando en casa – empezó a lloriquear – hazlo por ellos Bella.

--Lo mejor que puedo hacer es prometerte eso para la próxima vez, sólo eso Choo – me acomodé en la cama para llamar a Edward – así que vamos, no pierdas tiempo y haz tus maletas anda – prácticamente lo había corrido de mi habitación.

Al segundo timbrazo escuché su voz - ¡Amor qué sorpresa!

--Edward, ¿Cómo estás?

--Bien, pero cuéntame, tú cómo estás y qué hiciste hoy – y comencé mi reporte diario de actividades y luego él me contó las suyas aunque no entendía cuando empezaba con sus estadísticas, medidas y esas cosas. También me dijo que ya estaban instalados en sus nuevas oficinas de la ciudad y que su madre había hecho un trabajo magnífico; ya quería llegar para conocerlas. Acabamos nuestra conversación y llamé urgente a Choo; quería darle a Edward un regalo para su nuevo despacho y quién mejor que él para aconsejarme. Finalmente si saldríamos de compras.

Un día después nos encontrábamos llegando a Nueva York con mil maletas, con mi bolso gigante y mi regalo para Edward pegado al pecho.


--¿No es un poco egocéntrico esto? – Pregunté - Digo, “Mira te regalo un portarretrato y con una foto mía por cierto, un primer plano para que veas que linda soy” – bufé aún dudando si había sido una buena decisión.

--Bella – dijo Jimmy poniendo los ojos en blanco – parece que estoy escuchando a la niña insegura de hace unos años, tranquilízate, es una perfecta elección.

--No sé – seguía indecisa.

--¿O no te gustaría recibir un regalo así?, “Señorita Swan, el hombre de esta fotografía en este precioso y finísimo marco, la ama incondicionalmente” – dijo señalando la caja que sostenía abrazada en mi pecho – eso es lo que este regalo quiere decir Bella.

--¡Oh! – No lo había visto desde ese punto.

***

Estaba de pie frente al imponente edificio, todo de cristal y muy moderno, muy Edward. Sus oficinas ocupaban 5 pisos ya que el personal iba aumentando conforme a los avances de la construcción de la presa. Él tenía razón; Esme había hecho un increíble trabajo decorando el lugar. Minimalista cien por ciento pero por difícil que pareciera, tenía un toque acogedor; definitivamente ella sabía lo que hacía.

Tuve que subir hasta el piso 39 y caminar a mi derecha hasta el fondo. Había interrogado a Edward para que me detallara cada centímetro del lugar, según yo para darme una idea, pero mis intenciones eran otras. En mi camino vi el tocador y entré; antes de bajar del auto me había revisado el ligero maquillaje varias veces pero una vez más nunca estaría de sobra. No estaba muy nerviosa, más bien, estaba ansiosa y emocionada, así que sin perder tiempo arreglé por quinta vez mi ropa y mordí mis labios de nuevo para mantener ese tono rojizo natural, Edward odiaba el gloss.

Salí y conforme mis pasos me iban acercando a su oficina noté que casi no había muchas personas, tal vez sería porque era la hora del almuerzo pero mejor para mí, no quería testigos si “estrenábamos” su escritorio. Me acerqué al lugar dónde debía estar su secretaria pero no la encontré así que decidida, giré hacia la puerta de su despacho y vi que estaba ligeramente entreabierta; dudé por un segundo en asomarme a husmear un poquito o entrar de lleno y ganó la primera opción; dejé el regalo sobre la mesa vacía de su secretaria y de puntillas, como si estuviera haciendo algo malo, me asomé con precaución. Una mujer estaba sentada sobre su escritorio de espaldas a mí y frente a Edward, muy cerca de él.


--Tu regalo es muy generoso Edward – esa voz, ¿Dónde la había escuchado antes? – pero si quieres que te dé lo que me pides tienes que demostrarme algo antes.


--Ah Irina, Irina, nunca cambiarás - y al instante, Edward abrazó a esa mujer rubia y la acercó a su cuerpo, besándola con pasión, salvaje y profundamente. Ella le rodeó las caderas con sus piernas atrayéndolo más y sus manos se enredaron en el cabello de su nuca.

Mis ojos sólo capturaron esa rápida escena y se nublaron; mi cuerpo comenzó a temblar al mismo tiempo que un dolor inmenso en mí pecho amenazaba con detener mi corazón. Intenté moverme pero mis piernas estaban paralizadas y mis pulmones no recibían aire. Estaba muriendo.

--Yo sé que puedes hacerlo mejor, lo sé muy bien ¿Me vas a dejar así? – esa maldita voz me ahogaba más y en un esfuerzo por no caer al piso y acabar más humillada de lo que me sentía, obligué a mis piernas a reaccionar y salí huyendo de ahí.

Pulsé el botón del elevador pero este no llegaba y me fui por las escaleras, mi mente estaba bloqueada y en lo único en lo que podía pensar era en salir de ahí, tenía que irme tan rápido como pudiera, lejos. Mis temblorosas piernas se las arreglaban para bajar cada escalón pero después de unos cuantos pisos caí al suelo derrumbada por el dolor que se había colado a mi mente a pesar de la barrera que le había impuesto.

Jalé por aire y este me fue dado a cuenta gotas, sólo para prolongar mi agonía; mi cuerpo inerte yacía sobre las frías escaleras, las lágrimas salían de mis ojos y silenciosas corrían por todo mi rostro, mi mirada permanecía nublada pero no importaba, yo no quería ver nada, yo sólo quería morir.

Sólo sabía que necesitaba morir, ni siquiera quería pensar porqué, sería demasiado dolor y en alguna parte de mi mente o de lo poco que quedaba de ella, estaba segura de no merecerlo; si Dios era justo yo merecía morir en ese momento, sin sufrir más, yo no. ¿Por qué yo?

El aire se rehusaba a llegar a mis pulmones mientras suplicaba por mi muerte; le pedía a Dios que me librara de vivir porque no podría soportar el imaginarme en este mundo con él, sabiendo de su engaño, de su burla, pensando a cada momento en lo que me había hecho. Quería morir.


Los latidos de mi corazón no tenían ritmo, él latía, sólo latía, y todo a mi frío alrededor se empezó a oscurecer; al fin terminaría mi tortura, al fin se acabaría mi dolor. Mis párpados se hicieron cada vez más pesados, ya no los podía levantar, lentamente fui quedándome ahí, tendida en los escalones, y los ruidos, la actividad y la vida se iban alejando de mí.

“Edward” “Edward”

Abrí mis pesado ojos y recordé porqué estaba ahí tirada. Instantáneamente volvió el dolor a mi cuerpo y a mi alma. Un conocido sonido llegó a mis oídos, se repetía una y otra vez, se detenía un rato y empezaba de nuevo.

“Jimmy”

Reuní tanto fuerzas como coraje y estiré la mano hacia mi bolso, vacié el contenido por toda la escalera y encontré lo que buscaba, oprimí el botón y me lo acerqué al oído.

--¿Bella?, ¿Bella? – Gritaba Jimmy - ¿Dónde te haz metido? ¡Llevo horas llamándote!

Un gemido fue lo único que pudo emitir mi garganta y enseguida se preocupó - ¿Bella estás bien?

--N-no… - logré decir.

--¡Dios! Voy a avisarle a Edward…

--¡Noo! – El grito angustioso mezclado con mi llanto lo detuvo.

--Pero Bella… - insistió.

--V-Ven por mí, t-tú sólo – le pedí – a s-su oficina, en-n las escaleras, t-tú s-sólo, t-tú s-sólo.

La oscuridad me absorbió de nuevo y mi teléfono cayó de mi mano, pero ya no me importó. La paz de esa oscuridad me protegió del dolor hasta que unas manos levantaron mi espalda del suelo.

--¡Dios mío! ¿Bella que ha ocurrido? – Jimmy estaba asustado – háblame por favor.

--S-sácame de aquí-í – susurré con un hilo de voz.

Jimmy me tomó en sus brazos y salió a los elevadores. Ya casi no había gente en el edificio pero aún así, hundí mi rostro en su cuello para que nadie me reconociera. Tom nos esperaba mientras discutía con un policía que quería apartarlo de la puerta pero él le decía que era una emergencia y cuando vio salir a Jimmy conmigo en brazos él mismo nos ayudó a subir a la camioneta.

--Pronto llegaremos a casa Bella, tranquila – me tenía abrazada contra su pecho y yo temblé al oír sus palabras.

--¡N-no! A mi casa n-no – reaccioné – a tu c-casa, p-por f-favor.

No sabía que cara tenía Jimmy, sólo sabía que estaba más confundido que nada pero me llevó a su apartamento. Y antes de bajar de la camioneta le dije…

--T-tom, no le digas al s-señor que ya estoy aquí, sólo d-dile que saliste a hacer a-algunos encargos míos como siempre – dije con mi débil voz.

--Bella… - Jimmy intentó protestar pero al mirar mis ojos se detuvo.

Una vez acostada en la cama de mi amigo, se recostó junto a mí y me abrazó. Frotó mi brazo, acarició mi pelo y por más abrazada que estuviera por fuera, mi interior lloraba una amarga pena. Las lágrimas traicioneras fluían por borbotones, no parecían tener fin, pero Jimmy pacientemente las secaba sin preguntar hasta que un buen rato después, cuando confirmó que yo no pensaba hablar, él empezó.

--Sácalo Bella, por favor – me pidió tiernamente – no te quedes con el dolor.

Pero mi mente comprendió que no debía funcionar, sólo mi cuerpo lo hacía, respiraba y mi corazón palpitaba. Jimmy siguió hablándome por un par de horas más, convenciéndome de compartir con él mí dolor. ¿Pero acaso no comprendía que los dolores del alma no se pueden compartir?, ¿No sabía que están destinados a ser sufridos por una sola persona?

Tanto me insistió y tanto quería probarle que estaba equivocado y que contarle mi humillación no iba a hacer que la pena disminuyese, que lentamente me giré hacia él y comencé a hablar.

--… corrí al elevador pero tardaba y fui por las escaleras y ya no pude más… - él solo me escuchaba y acariciaba mi pelo.

--Bella…

--¡Edward estaba besándose con Irina!, ¡Me engañó!, ¡Se burló de mí!, ¡Edward me engañó! – Gritaba a todo pulmón.

--Sácalo todo Bella – me alentaba Choo y con más fuerza gritaba. Y lo hice con todas mis fuerzas. Hasta que mi garganta se secó. Agotada, me recosté de nuevo pero Jimmy no me dejó.


--Oh no señorita, necesitas un baño caliente, vamos – mi cuerpo no se movió y yo tampoco quería hacerlo - ¡Te vas a levantar de aquí ahora! – y con sus fuertes brazos me alzó y se dirigió al baño, llenó la tina mientras sacaba ropa limpia de mi maleta y volvió a amenazarme.

--¿Te quitas la ropa tú o tendré que hacerlo yo? – Movía las caderas con las manos en ellas – Ya sabes que entre tú y yo el pudor no existe, vamos chica, adentro.

El agua caliente relajó mis músculos, todos menos el que insistía en palpitar sin importarle nada más que mantenerme viva. Remojé mi cabeza pensando en que tal vez pudiera ahogar mis pensamientos pero Jimmy entró gritando.

--¡Hey! ¿Qué diablos se supone que intentas hacer? – estaba furioso.

--Nada – respondí.

--Más te vale Bella, tú no eres una chica que se deja derrumbar por un mediocre engaño como este, tú necesitas algo más que eso, ¡Tú vales más que eso!

Salí del baño y después de tomarme obligada un té, me acosté de nuevo. Increíblemente, me dormí, pero varias horas después me desperté sobresaltada recordando todo de nuevo. Mis ojos comenzaron a inundarse otra vez, y molesta me limpié las lágrimas de ellos.

Jimmy tenía razón. Si había sobrevivido sola tanto tiempo una vida dura llena de esfuerzos y de muchos momentos malos y algunos de ellos muy dolorosos, ¿Por qué el engaño de Edward iba a hacer que deseara mi muerte?

Pero yo lo quería con toda mi alma; él había llegado a mi corazón, había estado conmigo en muchos buenos y malos momentos, él se había esforzado por mí, por comprenderme, para apoyarme; él había sido el primer hombre de mi vida, mi primer amor; no le tuvo miedo a mi padre, él quería que estuviéramos juntos, quería un lugar que sólo fuera de nosotros, él me cuidaba, me amaba…

“¿Y porque besaba a otra? A otra que él conocía mucho antes que a ti. A otra a la que seguramente también comprendió, apoyó, cuidó, y con la que también pasó buenos y malos momentos, por quién se preocupó y con quien también quiso vivir juntos en su propio lugar. Tonta”

Las primeras luces del día comenzaron a aparecer en el cielo. Sentada frente a la gran ventana finalmente podía decir que había tomado una decisión. Suspiré inhalando todo el aire posible y al girar para levantarme, vi a Jimmy que estaba de pie junto a mí.

--¡Bien! Mi chica ya sabe que es lo que quiere hacer – me dio un beso en la mejilla y se sentó en la orilla de la cama – soy todo oídos…

--¿Jimmy estuviste… - intenté preguntar.

--¿Cuidándote? – Terminó por mí – estuve acompañando a mi hermana pequeña – movió las manos alentándome para hablar.

--Choo, yo...

***

--Edward.

--¡Isabella! ¡Por Dios! ¿Estás bien? – Escuchar su voz fue un golpe duro – desde ayer intento comunicarme contigo y tu teléfono me manda al buzón.

--Me quedé sin batería – dije quedamente – lo siento.

--Si, Jimmy me dijo que eso pudo haberte ocurrido pero después ya no pude ni comunicarme con él – parecía un poco alterado.

--Bueno, el problema está arreglado, no pasa nada ¿Ves? – minimicé la importancia del asunto.

--¿A qué hora llegas amor? Ya quiero verte, te extraño – el golpe se repitió en mi estómago, más fuerte.

--Por la noche, después de las 9.

--Voy por ti al aeropuerto, no resistiré esperarte sentado en casa – podía sonar tan convincente…

--No, no vayas – lo detuve – tengo que irme, te veo en la noche.

--¡Bella… - mi nombre fue lo último que escuché de sus labios antes de cortar la llamada. Me dejé caer sobre la cama y me hice un ovillo.

Pasé el día pensando y tratando de organizar mi mente. Jalando en mi interior las horas para volver a casa y verlo. Cuando el momento se acercaba, me di un baño, me puse un juego de lencería nuevo, mis jeans, una linda blusita blanca y muy transparente, me maquillé lo suficiente para ocultar la pena de mi rostro y me dejé suelto el pelo. Usé su perfume y salí rumbo a casa. Eran cerca de las 9 cuando me detuve frente a mi edificio. El portero me indicó con la mano que él ya había llegado; llamé al elevador y una vez dentro oprimí el botón de mi piso. La dosis de aire que recibían mis pulmones se fue acortando poco a poco conforme llegaba; mis piernas temblaban y mi vientre se encogía. Se abrieron las puertas y me detuve antes de introducir mi llave en el picaporte.

--¡Isabella! – Escuché mi nombre de sus labios mientras sentía sus brazos alrededor de mi cuerpo levantándome del suelo – te extrañé tanto.

Sus labios atraparon los míos en un beso suave que gradualmente fue tornándose desesperado e impaciente, su lengua buscaba y se enredaba con la mía, embriagándome de él.

--Se me estaba haciendo muy larga la espera amor, me hubieras dejado ir por ti – dijo con sus labios en mi frente y sus brazos aún a mi alrededor.

--Pero ya estoy aquí, ¡Al fin! – sonreí y mi labio inferior tembló.

--¿Tienes hambre?, ¿Quieres tomar algo?

Tomé su mano y lo guié hasta la habitación – Sólo te quiero a ti Edward, hazme el amor.

Salté fuera de mis zapatos, comencé a quitarme la blusa y…

--No Bella, déjame a mi – dijo con su ronca y excitada voz. Sus manos encontraron la orilla de la blusa y la subió lentamente para pasarla sobre mi cabeza y aventarla por algún lugar mientras sentía su mirada sobre mi brassiere, queriendo ver lo que se escondía debajo y recorriendo con sus manos el suave encaje que lo separaba de mirar su objetivo.


Hice lo mismo, pues yo también necesitaba tener su pecho contra el mío, desnudo y fuerte; desabotoné su camisa y con mis manos recorrí cada centímetro de su piel, enredando mis dedos en el vello de su pecho, acercando mi nariz a él para olerlo, el olor a lavanda, almizcle y maderas, mi olor a Edward. Pegué mis labios a él, abriéndolos, atrapando entre ellos una tetilla y succionándola primero muy suave y después cuando el calor dentro de mi crecía, jalándola más fuerte provocándole gemir. Gimió también cuando repetí el movimiento en su otra tetilla y con mis dedos mantuve mis caricias en la que mi boca había abandonado. Lo sentí crecer contra mi vientre y bajé mis manos al botón de su pantalón, después al zipper para hacer descender tanto obstáculo en mi camino. Edward estaba desnudo frente a mí con toda su tortuosa perfección, erecto, firme y duro, respirando agitadamente e intentando desvestirme a mí también. Me arrodillé rápidamente y tomé entre mis manos su miembro pulsante llevándolo directo a mi boca, sin darle oportunidad de nada, sólo de sentir mi cálida boca devorar su longitud.

--¡Oh Dios Bella! Se siente tan bien eso – mi lengua lo envolvió desde su base hasta la punta pasando por ella repetidas veces; mis dientes suavemente rozaron su delicada piel haciéndolo gemir – ¡Bella! – lo introduje por completo en mi boca y comencé a sacarlo despacio para luego volver a introducirlo; un juego lento que lo guiaría a una muerte pequeña, deliciosa y liberadora.

Succioné y succioné hasta que la tensión comenzaba a crecer en su interior; lo conocía tan bien que en lugar de adivinarlo podía sentirlo. Su temblor iba en aumento al incrementar la succión con mi boca; su mano se posó en mi cabeza empujando ligeramente al mismo tiempo que su pelvis se movía hacia mí, haciéndolo llegar muy lejos en mi garganta. Edward estaba muy cerca y así me lo hizo saber.

--Bella amor, estoy a punto – me moví más deprisa – no, no quiero…

Yo sabía bien que no quería terminar ahí pero era algo que no estaba sujeto a discusión, así que lo sostuve más fuerte y cuando sentí su calidez llenar mi boca, tragué cada gota de él y aún después seguí succionando haciéndolo inclinarse y apoyarse sobre mí. Su cuerpo temblaba mientras se sostenía del mío; buscó equilibrarse pero sus piernas no lo resistieron y se arrodilló frente a mí. Su respiración desbocada tardó en normalizarse; no podía abrir los ojos, sus manos estaban aferradas a mis brazos y su cabeza baja. Lo abracé muy fuerte, tratando de fundirme en su piel, de grabarme en ella. Cuando se recuperó, puso sus dedos en mi barbilla levantando mi rostro hacia él.

--Bella ¿Qué diablos fue eso? – dijo aún un poco agitado. Lo miré unos segundos sin alguna expresión en mi cara y luego sonreí tímida.

--¿No te gustó? – Me aventuré a preguntar.

--Nunca antes… - se llevó las manos a la cabeza – fue increíble Bella, gracias amor – me dio un beso en los labios, abriéndolos poco a poco, encontrando su propia esencia en ellos. Me separé de él y me puse de pie dirigiéndome hacia el baño cuando sus manos me atraparon y me levantó del suelo tumbándome en la cama.

--Yo creo en la reciprocidad Isabella y no tendré piedad de ti – bajé la mirada y estuve de acuerdo con él en lo último que dijo – Ven aquí.

Sus hábiles manos me despojaron de los jeans que aún tenía; mi cuerpo entró en automático dándome a entender que no importaba cuanto intentara resistirme a las sensaciones, él respondía por sí sólo y me lo demostró cuando Edward sin terminar de quitarme las bragas y el brassiere, tomó una de mis piernas y comenzó a besarla lentamente, desde la punta de mis dedos, mordiéndolos suavemente, desde el dedo pequeño, llegando al grande y atrapándolo en su boca, succionándolo como yo había hecho con él minutos antes. Era indescriptible, ¿Quién diría que ese dedo guardaba todo un cúmulo de vibrantes sensaciones?

--¡Por favor! – Supliqué - ¡Por favor!

--No, me toca hacerte sufrir – su voz me amenazó y levanté mi cuerpo en un vago intento por sentarme ya que al sentir de nuevo su boca succionar, caí hacia atrás sumida en ese goce desconocido, retorciendo mi cuerpo al contacto con mi recién descubierta zona erógena. Prosiguió con su tortura en mi otra pierna y a esas alturas la cordura me había abandonado. No sabía nada, lo único que necesitaba era que me llenara con su cuerpo, pero él parecía tener otros planes. Lentamente subió sobre mi y su barba rozó la orilla de mis bragas, de mi triángulo. Un muy audible gemido se escuchó en la habitación y él rió. Enganchó sus dedos en las finas tiras a cada lado de mis caderas y muy despacio fue bajándolas sin despegar su rostro de mi área. Se deshizo finalmente de ellas y sus manos se introdujeron entre mis muslos, separándolos y colocándose en medio de ellos; bajó su cara y cerré mis ojos en anticipación a lo que sabía que vendría pero no estaba ni remotamente cerca de imaginarlo.

Sentí sus dedos introducirse entre mis labios y los separó.

--Bella, cómo siempre tan lista y húmeda para mí – murmuró – buena chica.

Sin preámbulos su lengua me tocó; cálida, firme, experta, acarició mi clítoris cortando por completo con algún nexo con la realidad; lo rodeó, lo presionó y lo succionó; repetidas veces su lengua pasó por mi ya hinchado y sensible botón sin importarle mis súplicas.

--¡Por favor!, ¡Edward!

Pero parecía no escucharme o no importarle, él estaba concentrado en mi punto más fuerte y con cada inesperado movimiento hacía crecer el torbellino que se presentaba inmenso. Mi tembloroso cuerpo se sacudía pero él sin piedad, continuaba llevándolo hasta el límite y no contento con eso, agregó al delirante martirio de su lengua un dedo en mi interior moviéndolo hacia dónde me desconectaría por completo de este mundo.

--¡Edward! – Grité por última vez antes de que los espasmos invadieran mi vientre y mis entrañas, apoderándose de toda mi voluntad, de mis deseos y de mis sensaciones. Me perdí en el éxtasis que me había provocado, en sus mágicas caricias, en el poder que ejercía en mí…

Suavemente mi cuerpo dejó de convulsionar de placer; descansé hasta recuperar el aliento y que los latidos irregulares de mi corazón se sintieran en mi pecho con su ritmo natural. Sentí sus brazos rodear mi cuerpo y abrazarme fuerte contra el suyo, sentí sus labios besar mi mejilla y llegar a mis labios. Sentí su boca invadir la mía, rindiéndose ante ella y sus suaves movimientos.

--¡Te amo Isabella!, ¡Te amo! – murmuró a mi oído.


Tomé un hondo respiro y mis ojos se abrieron lentamente, me incorporé y me coloqué sobre él, sorprendiéndolo por mi pronta iniciativa. Mis piernas una a cada lado de sus caderas, se sostenían en mis rodillas, dándome la libertad para moverme y de mantenerlo quieto bajo mi cuerpo. Me incliné acercándole mis senos y cuando creyó tenerlos para él, me alejé haciéndolo gruñir un poco. Moví mis caderas en círculos incitándolo y los gruñidos se transformaron en gemidos. Froté mi sexo contra el suyo, lo provoqué, lo excité y acercaba mi pecho hacia su boca para negárselo después. Y no pareció gustarle ya que me agarró de las caderas para girarme pero no se lo permití.

--No, déjame así – mi voz tibia no le dio oportunidad de negarse.

Con la ayuda de mis rodillas me impulsaba hacia arriba y luego descendía. Lo quería a él así. Me moví hasta que me concedió mi capricho.

--Levántate de nuevo amor – dijo con dificultad, hice lo que me pidió y a medida que descendía de nuevo, su cuerpo fue llenando el mío. Un jadeó desconocido salió de mi garganta y Edward rió.

--Mmm mi niña traviesa intentando cosas nuevas – su profunda voz me regresó a la realidad. Mis rodillas me impulsaban cada vez más rápido y mi respiración se agitaba; mis senos se movían impacientes y sus manos los atraparon, presionándolos, apretándolos, adueñándose de ellos – mis niñas – dijo entre gemidos.

--¡Suficiente! – Gritó girándome y dejando mi espalda contra la cama pensando confundida en cómo había cambiado de posición con tal rapidez. Me levantó un poco y me quitó el brassiere, quedando mi pecho expuesto para él – mis niñas, cuanto las he extrañado – y se inclinó para besar, lamer y succionar a cada una, acercándome de nuevo al éxtasis con su boca.

--Son tan hermosas – decía mientras las masajeaba con las manos, tocando cada milímetro de ellas.

--Edward, te necesito – confesé – te necesito.

Y abandonó su ensueño para concentrarse de nueva cuenta en el resto de mi rendido cuerpo, colocándose entre mis piernas y rozando mi entrada con su duro miembro. Me hacía sufrir con la espera y lo sabía, pero dejé de suplicar por él y fue cuando con un suave movimiento se deslizó dentro de mí. Salió de mi cuerpo y con delicadeza volvió a hundirse en él, una y otra vez, una vez más; nuestras respiraciones se agitaron, nuestros jadeos se incrementaban, un fino velo de sudor cubría nuestros cuerpos, y la tensión crecía en cada uno de nosotros, preparándose para arrastrarnos con ella cuando se liberara. Mi cuerpo lo recibía anhelante, disfrutando cada roce de nuestras pieles, cada intromisión suya, cada latido, cada cosa que quisiera darme en ese momento, cualquier cosa, yo la disfrutaba. Su olor, su tacto, su mirada, su sabor y su fuerza. La conocida sensación que crecía en mi interior amenazaba con desatarse pronto, contrayendo mis músculos alrededor de su miembro. Unos cuantos segundos más y me dejé llevar perdiéndome en él.

--¡Ahh! – Un grito abandonó mi garganta y seguido de él, escuché el de Edward.

--¡Bella!

Un calor me inundó, llenando cada centímetro de mi interior, invadiéndome, proclamándome suya. Era una intensa y fuerte sensación que no dejaba de sorprenderme cada vez que sucedía en mí.

Se movió para salir de mí y le rogué que no lo hiciera – Por favor no, aún no – giró nuestros cuerpos para que no cargara su peso y me abrazó.


Un rato después, se recostó a mi lado dejando en evidencia mis lágrimas sobre su pecho mojado.

--¿Qué pasa amor?, ¿Por qué lloras? – limpió mis ojos con sus labios.

Mi voz luchaba por salir, yo quería decirle, tenía que hacerlo – ¡Te extrañé! - solté sin más y estallé en llanto, sin poder contenerme, temblando de nuevo.

--Isabella, yo también te extrañé, no sabes cuanta falta me hiciste todos estos días, no te lo imaginas… - sus labios besaban mi cuello y mis sienes mojadas por las lágrimas, en ese momento mi cuerpo se tensó al recordar…

Lo abracé tan fuerte como pude y él hizo lo mismo, aumentando mi dolor. Hicimos el amor una vez más, lento, cadencioso, llena de entrega hacia él, amándolo como lo haría cada día de mi vida.

Edward dormía agotado; su rostro relajado y un esbozo de sonrisa en los labios me decía que estaba tranquilo, en paz. Me giré hacia él y lo miré por un buen rato; sus ojos cerrados, su frente, sus cejas, su nariz y sus labios los repasé con las yemas de mis dedos, su pelo, su nuca, sus lunares tan míos, su olor, sus brazos, su cuerpo. Me enredé en su cuerpo disfrutando la sensación de estar pegada a él y se movió.

--¿Bella?, ¿Por qué me miras dormir? – Preguntó somnoliento.

Me froté a su cuerpo y respondí – No tengo sueño.

--Bueno, tendrás toda la semana para descansar sin que nadie te despierte a media noche para hacerte el amor – me besaba el oído – surgió algo y tengo que ir a Berlín, me voy esta noche.

La noticia no me causó ningún tipo de emoción, sólo seguí observando su hermoso rostro cuando se volvió a dormir. A la mañana siguiente, nos dimos un baño, lo ayudé a hacer su maleta y le preparé el desayuno, después lo seguí como perrito faldero mientras se lavaba los dientes y con un beso ligero se despidió de mí y lo ví partir.

Fui a la habitación y me derrumbé en la cama. El esfuerzo de toda una noche se cobraba con mis energías en ese momento. Dejé de pensar, sólo me envolví en las sábanas que tenían su olor y cerré mis ojos. No sé cuanto tiempo pasó pero yo no me moví ni un centímetro.

--Bella, ya casi es hora – sus suaves manos acariciaron mi espalda y mi pelo – levántate vamos, ¿O cambiaste de opinión? Puedes hacerlo ¿Sabes?

--No Choo – dije moviéndome despacio - Tengo que irme de aquí. *

*

*

*

6 comentarios:

CRIS dijo...

estoy triste, muy triste, depresión total!!!
pobre Bella, ella que iba toda ilusionada para darle una sorpresa a Edward y fue ella la sorprendida cuando lo pilló infraganti!!!
no me lo puedo creer?
de verdad que la ha engañado?
es demasiado fuerte, por qué tenía que hacerlo?
si quería información sobre su hijo que hubiera amenazado a Irina o algo por el estilo, pero que no se hubiera ofrecido así como así de fácil!!!
estoy indignada!!!
pobre Bella lo que debe estar sufriendo, no me lo puedo imaginar!!!
y lo del ultimo encuentro, sabía que era una despedida, por eso se estaba entregando así.
pero no se lo va a decir a Edward? o Choo que le insinúe algo.
él no a saber que pasa, hasta que no encaje las piezas cuando descubra el relago de Bella en la mesa de su secrtaria?
van a estar los dos fatal porque se aman, y yo estoy todavía defiendo a Edward, poque no me creo todavía que la haya engañado!!! a lo mejor fue solamente ese beso, no es por minimizar lo que hizo, porque eso fue lo suficiente como para destrozar a Bella, pero es no me lo puedo creer que se vaya tdo a la mierda por su culpa!!!!
ahora estoy enfadada con Edward!!!

el capitulo ha estado fantastico, tanto que todavía no puedo salir de la trama, estoy super enganchada y angustiada con lo que ha sucedido.

besos

Nani-PattinsonWorld dijo...

Hola mi niña !
Sabes lo que pienso de este capitulo, es increible, intenso ... te hace vivir el momento como si fueras tu y ahora mismo tengo el corazon en un puño. Se que todo tiene una explicacion y la forma de comportarse de Edward es para conseguir un fin, estoy segura ... lo que me da rabia es que Bella no le diga nada, le deje ir a ese "viaje" y que pretende ella, desaparecer sin mas ???
No lo creo ... las cosas hay que enfrentarlas y no dejarlas pasar. Esto se complica y mucho.
Necesito saber mas ...
Un besazo y mil gracias por TODO.

joli cullen dijo...

YO ESTOY QUE DESBORDO LAGRIMAS
PORQUE?
TODAVIA NO ENTIENDO QUIEN ES DIMITRI
ME IMAGINO QUE ES HIJO DE EL Y DE IRINA
PERO BELLA DEVERIA DECIRLE A EL RECLAMARLE
OLLE YA QUIERO SABER MAS PORFIS ACTUALIZA RAPIDITO
ME MUERO
PLEASE POBRE BELLA

Ana DirtyDraco dijo...

Eres divina LI, conseguiste traumatizarnos, menos mal que solo esperaremos dos dias no?, porfa, no nos hagas sufrir, tu relato se ha convertido en mi adiccion, enhorabuena mi niña, accion, sexo, humor, amor, que mas queremos?. Un beso artista.

Charo dijo...

Pero bueno, que ha pasado???
No me lo puedo creer, que manera de cambiar el rumbo de la historia, no me lo esperaba di de coña,bueno sabia que algo malo llegaria tarde o temprano, pero asi de sopeton, pues no.
Aun asi me ha encantado, me da mucha penita de los dos, por que se quieren muchisimo y creo que por ocultar las cosas se estan haciendo daño.
Porfa, actuliza pronto o te vas a quedar sin admiradoras, nos va a dar un infarto en cualquier momento.

dracullen dijo...

pobre bella, encontrarlo así, ke mal plan el de edward debió decirle desde un principio, pero bella tambien tuvo algo de culpa al no permitirle habalr, ademas ella le dijo ke su pasado no le importaba. Sospecho ke edward hizo lo ke hizo por ke irina lo presionó y bueno si en verdad el bebé es su hijo obvio ke lo tuvo que hacer, no es justificación, pero creo ke les faltó comunicación. :D