sábado, 18 de septiembre de 2010

CAPITULO 29

CAPITULO 29


BELLA’S POV

Me miraba en el enorme espejo del baño. Jimmy me esperaba en la habitación con la ropa que me había escogido; me movía como un robot, no meditaba mis movimientos, sólo los ejecutaba automáticamente. Además del alma me dolía el cuerpo. Una pena así, barre con todo tu ser, te destruye el corazón, el alma y el cuerpo; neutraliza tus sentidos y tu mente simplemente se niega a actuar en tu beneficio, puesto que no te permite olvidar ni por un segundo la causa de tu deplorable situación.


--Dime que quieres llevarte para que guarde todo en… - dijo Jimmy mientras se movía como hormiga a mi alrededor.

--Nada Choo, no voy a llevarme nada de aquí – respondí con poca voz.

--Mmm bueno, tus joyas y… - lo interrumpí.

--Jimmy, nada es nada - mi amigo se quedó de pie mirándome incrédulo.

--De acuerdo; entonces cuando tú digas nos vamos – me apretó el hombro – te espero en la puerta.

Cuando estuve sola en la habitación mis ojos se volvieron a nublar, mis pulmones empezaron a cerrarse de nuevo permitiendo la entrada del oxígeno en pequeñas dosis, lo necesario para no morir. Me acosté en la cama y abracé su almohada. Al menos eso sí quería llevarme conmigo, su olor, rozar mi cara contra la tela que lo guardaba, me llevaría sólo el recuerdo de lo feliz que fui entre esas 4 paredes. El conocido sonido del tono de Edward en mi teléfono hizo que mi corazón se detuviera; no dudé en contestarle, necesitaba escucharlo antes de marcharme.

--Edward – susurré.

--Isabella, quería despedirme de ti antes de apagar mi teléfono – su suave y firme voz me movió desde el interior de mi cuerpo – cuídate amor, ¿Lo harás?

--C-claro – las emociones contrariadas me envolvían.

--¿Qué pasa?, ¿Estás Bien? – Se preocupó - ¿Porqué no descansas?

--E-eso haré – limpié las lágrimas de mis ojos y continué – tú también cuídate – las palabras salieron de mi boca sin pensar - Te amo Edward.

--Yo también amor, con toda mi alm…


--“¡Edward!, estoy lista mi amor, ¿Nos vamos?”

– Esa maldita voz en el fondo, me dio el tiro de gracia, era ella, Irina. Edward se iba con Irina.

--Tengo que colgar Bella, descansa, luego te llamo.

Y fueron las últimas palabras que escuché de sus labios.

En algún recóndito lugar de mi corazón, albergaba la esperanza de que todo hubiera sido una mentira, un producto de mi imaginación o algo que me diera una ilusión a la cual aferrarme, que me dijera que todo era una equivocación, pero después de confirmar que se iba con ella, ¿Qué podía esperar?, ¿Qué me dijera que todo había sido un error?, ¿Qué no era él quien besaba a Irina cuando los descubrí? Una cosa era lo que yo deseaba creer y otra muy diferente era la realidad de mi vida y yo tenía que aceptarlo.

¡Cómo se reiría de mí! Una pobre idiota que lo amaba, que había confiado en él y que le había entregado su vida. Finalmente, una niña que aprendía ser mayor a su lado. Una niñita, que como bien lo había dicho Irina, era su “nuevo juguetito”.

Con la vida rota, me levanté y tiré sobre la cama la pulsera que tanto cuidaba porque él me la había dado; también dejé mi teléfono, dejé todo, no necesitaría nada que hubiera compartido con él, no lo quería.

Salí de mi apartamento sin mirar atrás, y si antes quería encontrar una excusa para no irme, ahora tenia todas para no quedarme; el destino me restregaba en la cara que Edward nunca estuvo reservado para mí, debía vivir con eso, pero lejos, fuera de su alcance o de todo lo que me recordara mi breve vida con él.

No me dí cuenta que ya habíamos llegado al aeropuerto. Tom me abrió la puerta y se despidió de mí.

--Cuídese señorita, aquí estaré cuando regrese – me sonrió cariñoso y traté de responderle igual.

Con mis oscuros y enormes lentes me acerqué a documentarme pero Jimmy me hizo a un lado con un empujón de su cadera.

--Bienvenidos – saludó la mujer detrás del mostrador.

--Gracias, Spencer y Swan – dijo con su característico tono controlador.

--Por supuesto señor Spencer, a Florencia en primera clase – confirmó – su vuelo sale en una hora, permítame sus documentos.

Giré bruscamente mi rostro al escuchar lo que había dicho.

--¡Jimmy! – balbuceé.

--Si pensabas que iba a dejarte sola qué poco me conoces Bella – me hizo una mueca, me abrazó y tomó los pases de abordar con nuestros documentos que le entregó la mujer.

--¿Ya pensaste qué le dirás a tus padres? – me preguntó mientras acariciaba mi espalda unas horas después de haber despegado. Negué con la cabeza y me recosté de nuevo contra su pecho.

--Yo hablé con Ángela – me tensé en mi asiento – pero tranquila Bella, no le conté todo, lo indispensable nada más, arreglará todo para que cuando decidas regresar, lo hagas sin problemas, sólo habrá que pagar unas multas por incumplimiento de contrato por la semana de la moda, pero no es nada de importancia, todo estará bien ya lo verás.

En ese momento sí tenía algo que agradecerle a Dios y era que en el peor momento de mi vida, al menos no estaba sola, tenía a Jimmy conmigo.

Varias horas después llegamos al aeropuerto de Peretola, en Florencia. Ya empezaba a anochecer gracias al cambio de horario; nos registramos en el hotel que me había gustado cuando estuvimos en ahí antes de navidad. Sabía que lo hacía para levantarme un poco el ánimo pero para ser honestos, en esos momentos nada lo haría.


Me tumbé en la cama y pensé que por el cansancio me dormiría pero no fue así. Pasé la noche dando vueltas por toda la cama. Cuando creía que por fin descansaría venía esa voz de nuevo a mi mente “Edward, mi amor”. Las palabras se repetían una y otra vez hasta que las imágenes ocupaban su lugar. Las manos de Edward en su espalda, él acercándose a su boca, besándola cómo me había besado tantas veces. ¿Así serían todas mis noches?

Amaneció y Jimmy entró a mi habitación; me dio un beso en la frente pero ni siquiera lo miré. Pidió el desayuno y se sentó junto a mí.

--Bella yo sé que duele y que necesitas tiempo, lo sé muy bien, pero necesitas llamar ahora mismo a tus padres – atrapó mi atención por un momento, tenía razón. Debía llamarlos y decirles algo, no sabía exactamente qué, pero necesitaba asegurarme que no le dijeran a nadie y mucho menos a Edward dónde me encontraba.

Después de pensarlo un rato llamé a cada uno y les dije la verdad a medias. Ellos sólo tenían que saber que necesitaba un tiempo lejos de todo y de Edward especialmente, que me sentía muy confundida y que tenía que ordenar mis prioridades, mi mente y mi corazón para seguir adelante. Creo que mi madre supo desde que escuchó mi voz, que era algo más que eso y me pidió que me quedara un tiempo con ella, pero ese sería el primer lugar donde él me buscaría, en el caso que le importara un poco, cosa que dudaba. Mi padre en cambio fue más drástico, quería saber si tendría que ir a buscarlo y meterle un plomazo por haber hecho sufrir a su hija. Después de convencerlo de que él no me había hecho nada y que su pequeña solo necesitaba meditar y madurar, me quedé más tranquila sabiendo que no dirían nada.

Con ese problema cubierto, ya no tenía que pensar en nada más, sólo esperar a que en algún momento, el dolor se fuera. Porque se iría ¿No es así? Nadie nunca ha muerto de dolor por amor, y yo no sería la primera para mi mala suerte, porque esa sería mi solución, morir y dejar de sufrir. Lo que sea por no estar viva con tanta agonía, era demasiado castigo y yo no lo merecía, yo no.

***

Tres días pasaron y yo sentía que sólo habían transcurrido algunas horas. Cerraba los ojos y las imágenes aparecían, sacudía mi cabeza y escuchaba las palabras. Se alternaban, comiéndome despacio el alma. Definir mi estado era muy sencillo: “Torturada y confundida”.

Torturada por haber descubierto el engaño que había acabado con mi vida, reviviéndolo sin cesar y confundida porque tal vez yo tuve la culpa al negarme a escucharlo cuando tantas veces me lo había pedido, pero además, ¿Sería eso lo que quería decirme?, ¿Qué no podía cambiar su forma de ser?, ¿Qué él tenía que aceptar todo lo que se le ofreciera sin remordimientos? No, me negaba a creer eso. Él me dijo que eso había quedado atrás, me dijo que me quería, que estábamos juntos, ¡Vivíamos juntos!
También recordaba su reacción cuando le dije que había conocido a Irina. Se molestó tanto y se puso tan violento que tal vez pensó que ella lo había delatado diciéndome algo. Pero después cambió, me pidió perdón por su comportamiento y me dijo que me quería. Me abrazó y me consoló toda la noche.

¿Qué diablos sucedía con Edward Cullen?

¿Y todavía me hacía esa pregunta? Era más que obvio. Edward estaba jugando conmigo.


EDWARD’S POV

Estaba desesperado y angustiado. Tenía ya casi 3 días sin saber nada de Isabella. Había tratado de comunicarme pero no me contestaba las llamadas. Tampoco Jimmy lo hacía, ambos teléfonos estaban apagados y me enviaban al buzón. En casa nadie respondía, ni siquiera Ana cuando llamaba por la mañana. Algo sucedía, estaba seguro de eso aunque no sabía qué.

¿Sería que Bella habría escuchado a Irina? No, no era posible, yo había cortado a tiempo la llamada. Tenía que ser otra cosa. ¿Pero qué?

Debía tranquilizarme; las malas noticias siempre volaban y nadie me había llamado por alguna urgencia. Así que todo tenía que estar bien.


--¡Edward! Qué sorpresa ¿Cómo estás? – la voz de mi hermana podía ser una alegría algunas veces.

--Bien Alice, mira, sé que estás ocupada pero no puedo comunicarme con Bella, ¿Sabes dónde está?, ¿Sabes si está bien? – le pregunté sin rodeos.

--¿Bella?, ¿En dónde estás Edward? – su voz cambió.

--Por favor, búscala y dime si todo está bien – le pedí.

--¿En dónde estás y que está pasando, Edward?, ¡Respóndeme! – comenzó a alterarse y no me quedó más remedio que decirle.

--Estoy en Berlín, surgió algo y tuve que venir… – hice una pausa –… con Irina.

--¿Qué?, ¡Por Dios Edward! ¿En dónde tienes la cabeza para seguir en contacto con esa tipa?, Dime, ¿Bella sabe algo?, ¿Le contaste? – explotó.

--No, no sabe nada – me pasé la mano impaciente por el pelo ya de por sí desordenado – Alice estoy preocupado, no sé nada de ella desde hace más de 3 días, ni siquiera Jimmy me responde las llamadas…

--Ok, de acuerdo, voy a llamarla, pero tú tienes que regresar ahora mismo – me ordenó.

--No puedo volver ahora.

--¿Cómo que no puedes?, Deja de estar revolcándote con esa mujer y ven a atender tú mismo tus asuntos Edward.

--Alice, no estoy revolcándome con nadie, te contaré todo cuando regrese te lo prometo pero por favor, haz lo que te pido – le supliqué – llámame en cuanto sepas qué sucede con Bella.

Mi hermana se alteraba con mucha facilidad, eso lo había sabido siempre, pero en cuanto supo que estaba en Berlín con Irina, se transformó. Alice la detestaba y a Bella la adoraba, se había hecho gran amiga tanto de ella como de Rosalie aunque ahora tampoco tenía mucho tiempo para verlas por su nuevo trabajo.

Me senté en una pequeña sala de espera, muy blanca y fría; completamente impersonal. Pasaron aproximadamente 2 horas y no tenía noticias ni de Irina ni de Alice. La espera me tenía muy nervioso, necesitaba saber de Bella, ¿Qué ocurría que no respondía mis llamadas? y ¿Porqué no me enviaba ni siquiera un mensaje de texto o un e-mail? El blackberry vibró en mi mano y respondí al instante.

--Dime Alice, ¿Cómo está Bella?, ¿Por qué no contesta el maldito teléfono? – Hablé desesperado.

--Mmm Edward – dijo titubeante – cálmate, ¿Cuándo regresas?

--Habla Alice, ¿Qué diablos sucede con Isabella?, ¿Porqué andas con rodeos? – la angustia se reflejaba en mi voz.

--Edward – se oía muy confundida – Edward, Bella se ha ido.

--¿A qué te refieres con que se ha ido?

--Bueno yo… - se detuvo.

--¡Habla!, ¡Dilo! – grité.

--Yo… estuve llamándola y también a Jimmy pero no contestan, llamé a Rose para preguntarle y tampoco sabe nada de Bella, ella llamó a Ángela y le dijo que lo único que sabía era que estaría fuera por un tiempo pero no le dijo en dónde estaba ni cuando volvía, canceló todo su trabajo por un mes aunque Jimmy le pidió que lo hiciera por ¡2 meses Edward! – mi hermana lloraba mientras me decía lo que ella y Rose habían averiguado - ¿Qué pasó entre ustedes?, ¿Por qué se fue?

--No lo sé – confesé – estábamos muy bien, me despedí de ella antes de salir de casa y todo iba bien, la llamé antes de subir al avión y todo estaba perfecto Alice.

Trataba de asimilar sus palabras pero mi cabeza era un revoltijo en ese momento. No podía pensar con coherencia. Mi pecho me dolía. ¿Isabella se había ido?

No tenía ni la más mínima idea de porqué me había dejado, porque eso era, Bella me había dejado. ¿Pero porque?

--¡Edward! – Me gritaba mi hermana - ¿Me escuchaste?

--¿Por qué se fue, Alice? – Apenas pude murmurar - ¿Qué sucedió?

--Rose está llamando a sus padres, ellos seguro saben algo – decía entre lágrimas – pero tienes que regresar Edward, ¡Ya!

--No puedo – dije con un nudo en la garganta.

--¿Qué carajos sucede contigo Edward? Te acabo de decir que Bella se fue ¿Y no regresas por estar con esa zorra? Explícame que pasa porque no creo ser tan idiota, tú estás lejos con tu ex amante mientras tu novia ha desaparecido ¿Y no puedes volver?

--Te prometo que te explicaré todo cuando regrese, pero por favor, llama a quien se te ocurra, búscala donde sea, Alice…

--No Edward, en este momento tengo todo el tiempo del mundo y vas a empezar a hablar ahora mismo porque no te voy a dejar en paz hasta que me lo digas todo.

--Tuve que traer a Irina por un asunto muy importante Alice, no puedo contártelo, pero no es por lo que te imaginas – me dejé caer en un sillón.

--Me imagino todo mientras no me aclares este asunto, así que empieza Edward, no te lo voy a pedir otra vez, ¡Hazlo o cuando encuentres a Bella la vuelvo a mandar lejos!

En ese momento vi venir al doctor hacia mí.

--Está bien, te llamo en un rato – corté la llamada y me levanté.

--Señor Cullen, hemos terminado – sonrió el médico – la señora Van Draus aún está dormida pero se recuperará pronto – asentí.

--Mañana continuaremos con la parte más importante, vaya a descansar, le hace falta – puso su mano en mi hombro y se alejó. Dí unos pasos y me recargué en una pared, me llevé las manos a la cabeza apretándola fuertemente.

Isabella me había dejado, se había ido. ¿Por qué? Estábamos bien, estábamos felices, ¿Por qué me dejo?

Salí de ahí deprisa y me dirigí a mi hotel; ni siquiera me asomé a la habitación de Irina para verla un momento, sabía que estaba bien, además ella no era mi prioridad, en ese momento mi prioridad era Isabella, saber dónde estaba y porqué se había marchado. Llegué en menos de 20 minutos, me quité el abrigo y lo aventé por ahí, me senté en la cama y le marqué a Alice quien contestó inmediatamente.

--Edw…

--Alice – la interrumpí - ¿Rose sabe algo?, ¿Qué dijeron sus padres? ¡Habla Alice por Dios!

--Sólo saben que se fue un tiempo porque necesitaba poner en claro algunas cosas en su vida…

--¿Qué?, ¿Pero a dónde? – mi voz estaba a punto de romperse.

--Ellos tampoco saben – dijo triste y suspiró ruidosamente – Bien Edward, te escucho, empieza a hablar o en este mismo instante voy por ti y arrastro tu trasero hasta aquí después de patearte un rato.

Hubo un largo silencio que rompí unos segundos después – Si Alice, ven.

***

Esa noche la pasé como un alma en pena. Sentado en una silla de la habitación, a oscuras, mirando al vacío sin ver nada. No pude hablar con Alice, sólo pude articular esas breves palabras, ella llegaría al medio día. Unos golpes en la puerta me regresaron a la realidad. Los escuché y no me moví, no quería saber nada. Los golpes se volvieron un poco insistentes pero no me importó. Se abrió la puerta y entró una mucama.

--¡Oh verzeihen Mir!, guten morgen (Oh, perdóneme señor, buenos días) – dijo apenada – creí que la habitación estaba vacía, volveré luego.

--¿Qué hora es? – pregunté.

--En 10 minutos serán las 11 señor – me respondió.

¡Carajo!

¿Las 11 de la mañana?, ¿Cómo pasó tan rápido el tiempo? Tomé mi abrigo y salí corriendo hacia el hospital. Me había perdido lamentándome y buscando una razón que me hiciera entender porque Bella se había alejado de mí y no la encontré. La última noche que pasamos juntos había sido excepcional, nos habíamos amado y entregado con tanta pasión, dormimos abrazados, ella… ella había llorado en mi pecho.

¡Isabella ya había decidido irse!, se estaba despidiendo de mí, eso era, por eso estaba triste cuando la llamé más tarde ese día, estaba triste porque se marcharía lejos de mí.

Entré a la pequeña sala de espera y la señora Muller se acercó a mí con una sonrisa en la cara.

--Buenos días señor Cullen, todo parece ir muy bien – tomó mis manos entre las suyas - ¿Cómo podré agradecerle todo lo que usted ha hecho?

--No tiene qué hacerlo – le dije con mi voz cansada – sólo le pediría una cosa aunque sé que sería exponerla aún más, pero… me gustaría verlo… antes de irme.

--Por supuesto, es lo menos que puedo hacer en agradecimiento – la pobre mujer me miraba compasiva – pero tenemos que esperar a que esté sólo, ellos no deben verlo.


Asentí sin levantar la mirada y me retiré hacia un sillón en la esquina más alejada del lugar, como lo había hecho los últimos días. Esperé no sé cuanto tiempo pero la señora Muller regresó con un café en la mano.

--Creo que lo necesita señor – y lo extendió hacia mí; lo acepté y solo le dí un sorbo que me supo amargo – en un momento regreso por usted y lo llevaré con él.

El café se enfrió entre mis manos; sentí que me daban un golpe ligero en el hombro, la señora Muller había venido a buscarme. En silencio me puse de pie y la seguí. Bajamos por el elevador un par de pisos y salimos a un pasillo grande y muy colorido; en las paredes había animales de todo tipo, elefantes, caballos, conejos, jirafas, también había letras que colgaban del techo y los uniformes de todas las enfermeras tenían dibujos de pequeños cochecitos y muñecas. Todo el personal de ese piso sonreía, todos eran amables y parecían alegres todo el tiempo. Caminamos hasta el fondo y entramos a un área restringida, el letrero lo indicaba.

--Hasta aquí llego yo señor, ella lo llevará ahora – me sonrió y asentí. La enfermera me pidió que me quitara el abrigo y lo dejé en un perchero, me puse unos forros en los zapatos y un gorro, luego me acompañó hasta unos lavamanos quirúrgicos, grandes y plateados, de acero; puso en mis manos una mezcla viscosa de color ámbar y de un olor muy fuerte, como a yodo. Me lavé muy bien las manos hasta los codos con un cepillo, 2 veces, por indicaciones de la mujer y me sequé con un papel especial; me dio una bata esterilizada que me ayudó a poner, un tapabocas y unos guantes de látex.

La enfermera estaba forrada igual que yo; me pidió que no me quitara en ningún momento las prendas esterilizadas y que si mientras estaba ahí notaba algo extraño, oprimiera el botón rojo que estaba en la pared para que acudieran de inmediato. Caminamos hacia una habitación con paredes de cristal, con muchos monitores, ella se detuvo en la puerta.

--Puede pasar.

Con pasos temblorosos y lentos avancé hacia la cuna que estaba en medio de la habitación, pero mis piernas no eran lo único que me temblaba; mis manos, mis labios y mis hombros también vibraban, conforme me fui acercando mis ojos se nublaron y mi garganta se cerró.

Un pequeño niño dormía plácidamente en la cuna. Respiraba un poco agitado pero se le veía tranquilo. Un poco pálido y delgado pero suponía que era de esperarse. Su piel era muy blanca, su pelo rubio; parecía tener ojos grandes. Estaba acostado de lado y tenía el pulgar derecho en su boca. Su otro bracito tenía una intravenosa y estaba inmóvil en un cojincito muy pequeño.

--Demetri – susurré y con cuidado acaricié su pelo. No pareció sentirme; bajé mi mano lentamente por su mejilla y la mantuve ahí unos segundos, lo observé un rato y lo acaricié. Sentí una mano rodear mi cintura y al girar encontré los ojos sorprendidos de mi hermana que estaba ya conmigo.

--¿Es… es tu hijo Edward?

La miré por un instante y mis ojos se llenaron de lágrimas que resbalaron por mis mejillas.

--No.

Me abrazó muy fuerte y dejé escapar mis lágrimas. Lloré por el pequeño que estaba frente a mí y lloré porque había perdido la razón de mi vida.

Demetri se removió en su cuna y nos dimos cuenta que había despertado pero estaba tranquilo; nos miraba confundido y cuando Alice extendió su mano para acariciar su carita, sonrió.

--¡Que hermoso bebé!, ¿Cómo te llamas? – el pequeño la miró fijamente y más confundido aún, no conocía nuestro idioma y mi hermana le decía mil cosas a la vez.

Alice se alejó un poco y yo intenté acariciarlo, nervioso – Hallo Demetri, Edward Uhr (Hola Demetri, soy Edward) – al reconocer las palabras me sonrió. Yo creí que mi corazón había perdido su capacidad de sentir algo que no fuera dolor, pero se llenó por un breve momento de esperanza al ver esa sonrisa en su rostro. Demetri estiró su bracito libre y tomó mi mano, le acerqué la otra y las miraba divertido, le parecían graciosos mis dedos con los guantes.

--Es hora – dijo la enfermera.

Alice se acercó rápidamente y lo despeinó un poco con cuidado; yo acuné su rostro entre mis manos y en silencio me despedí cautivado por esos ojos azules.

--Demetri führen auf gut (pórtate bien Demetri) Adiós – moví mi mano en despedida y él me respondió.

Otra enfermera llegó y salimos de la habitación. Regresamos a dónde habíamos dejado nuestros abrigos, nos quitamos toda la ropa estéril y la tiramos a un contenedor. De nuevo en el pasillo, la señora Muller me esperaba alejada, estaba un poco nerviosa pero se le veía feliz. Una pareja joven pasó junto a nosotros y su nerviosismo aumentó aunque trató de disimularlo muy bien. Él no parecía tener más de 25 años y ella acaso unos 23. Se veían buenas personas; también se les notaba la preocupación y el desvelo en sus rostros. Eran ellos sin duda, eran los padres de Demetri.

Una vez que se perdieron de vista, la señora Muller se acercó. Alice me miraba y podía ver en su rostro la desesperación por no saber nada pero no habló; sabía que estaba esperando a que estuviéramos solos para atacarme con mil preguntas y yo le contaría todo, se lo debía por estar ahí conmigo en el momento más difícil de mi vida y además porque era mi hermana.

--Muchas gracias – le dije con mi voz vacía – fue muy especial para mí…

--Al contrario señor Cullen, gracias a usted por todo lo que hizo por él y por sus padres – me regaló una sonrisa llena de complicidad.

--Sé que prometí quedarme un par de días más pero un asunto de vital importancia me obliga a regresar, pero no se preocupe por nada, todo está arreglado, en caso de que necesite algo más ya sabe dónde localizarme – le aseguré.

--Gracias de nuevo y espero no volver a molestarlo – tomó mis manos entre las suyas y las apretó con fuerza – lo mantendré informado – me guiñó un ojo y se alejó por el pasillo.

Ya íbamos de salida cuando el Dr. Kendall nos interceptó.

--Contento con las buenas noticias ¿No? – sonrió.

--Si, mucho – respondí sin expresión.

--Y siguen – dijo - la señora Van Draus puede abandonar el hospital hoy mismo, se recupera asombrosamente, sólo tiene que descansar un par de días más y puede volver a sus actividades normales.

--Estaré pendiente de ella doctor, gracias por todo – me despedí de él y por fin, dejamos el lugar.

***

El trayecto al hotel lo hicimos en silencio; ninguno de los dos habló y Alice ni siquiera hizo el intento, solo sostenía mi mano entre las suyas y la apretaba de vez en cuando.



Ya me imagino que debía darle lástima y pena. Para mantenerla en silencio lo más probable es que luciera como un verdadero despojo humano. Las últimas 24 horas sin duda habían sido las peores y las más duras que había vivido. Y la imagen que proyectaba era sólo un bosquejo de cómo realmente estaba por dentro.

Estaba vacío. Sin nada, no sentía nada más que dolor y un gran vacío. Nunca creí volver a sentirme así, sumido en una inmensa soledad. Solo que esta vez, sabía que no podría salir de ella. Esta vez no habría nada que pudiera suplir el dolor, y tampoco lo quería, si ella se había ido, era por una sencilla razón: “Isabella no quería estar conmigo”.

En realidad no importaba el motivo, si ella hubiera querido, me hubiera dicho algo, pero no, prefirió irse en silencio, abandonarme sin explicación alguna, ¿Me merecía esto? Estaba seguro que no pero ya nada podía hacer al respecto.

Llegamos a mi habitación y me desplomé en la cama. Alice rápidamente se sentó junto a mí y coloqué mi cabeza en su regazo. Su suave y cálida mano acarició mi espalda y mi mejilla consolándome.

--Te escucho Edward – dijo sin dejar de mover su mano en mi espalda – ya estoy aquí contigo, cuéntamelo, por favor.

No sabía por dónde empezar, mi cabeza era una maraña de ideas que iban y venían, así que lo fui soltando como mejor pude.

--Hace unas semanas, cuando acompañé a Bella a Los Ángeles, recibí una llamada – hablaba en un susurro – era la señora Muller, me dijo que ya tenía un tiempo buscándome. Era urgente que habláramos ya que se trataba de Demetri; yo me quedé intrigado porque no sabía a quien se refería, no conocía a nadie con ese nombre, pero luego me dijo que era un pequeño que habían adoptado en el orfanato que ella dirigía desde hacía unos meses. Ella había revisado su expediente y vio que mi nombre aparecía en él. No dudó en llamarme aunque se exponía a una gran sanción, a perder su empleo o hasta un juicio por violar los reglamentos fundamentales de la institución, pero no le importó con tal de buscar ayuda para el pequeño.

--Dime dónde entras tú en todo esto Edward, ¡Explícamelo! – Preguntó desesperada – y esa tipa, ¿Qué tiene que ver?

--Irina… es la madre de Demetri.


BELLA’S POV

La luz del sol me cegó repentinamente. Las cortinas se corrieron sin piedad dejando entrar los rayos solares, cubriéndome toda. No me quería mover pero era solo cuestión de segundos para empezar a escuchar sus órdenes.

--¡Arriba Bella! – Comenzaba a ser rutina – tienes que desayunar.

No me molesté en mirarlo, sólo me giré hacia mi otro lado, dándole la espalda. Al moverme mi cuerpo protestó después de tantas horas en la misma posición, crujieron mis articulaciones pero como también se estaba haciendo costumbre, no me importó y a Jimmy tampoco. Me levantó en sus brazos y me sentó en la misma silla de todos los días en la que me acurruqué como lo hacía desde la primera vez que me puso en ella.

Unos minutos después, entraba el carrito del “room service” con fruta, yogurt, cereal y leche. También jugo y café. El se sentaba junto a mí y comentaba todos y cada uno de los chismes de la tele, de sus blogs preferidos y de cuanta cosa se enterara, pero esa mañana era diferente, estaba inesperadamente callado. Se sirvió café, un poco de fruta y empezó a comer. Ni una palabra todavía. Después de terminar su plato, se aclaró la garganta y por fin habló.

--Hoy dejamos el hotel Bella, he encontrado un lugar maravilloso y se que te va a encantar; es amplísimo y está decorado divinamente, es una mezcla… ¿Cómo decirte? Es muy moderno pero en medio de este lugar lleno de arte, a mí me encantó y tiene una vista Bella, increíble, directamente al “Ponte Vecchio” te va a fascinar, lo sé, por eso tienes que apurarte, come algo y date un baño para irnos a casa, anda vamos.

Lo miré de reojo y centré mi mirada sobre la mesa, específicamente a la taza de café frente a mí. La tomé entre mis manos, tomé algunos sorbos y me puse de pie dirigiéndome hacia el baño.

--Esa es mi chica – dijo emocionado aplaudiendo en chiquito – báñate tranquilamente y yo mientras busco ropa bonita para ti, no puedes llegar en fachas, ¡Eso jamás!

Jimmy se las había ingeniado para salir de compras sin dejarme sola por mucho tiempo; yo no había querido llevarme nada de mi apartamento por lo que llegué a Florencia prácticamente con lo que tenía encima, pero en ese momento, podría jurar que ya tenía todo un ajuar listo y esperando por mí. Terminé de bañarme y salí envuelta en una bata del hotel; sobre la cama encontré un lindo juego de ropa interior color azul muy claro, unos jeans blancos y una blusa del mismo color de mi ropa interior, un cinturón de una cadenita muy fina y unas ballerinas blancas de raso. Me vestí y cuando estuve lista me senté en la cama; no me desenredé el pelo, estaba húmedo y caía sobre mi rostro.

--Pero Bella – dijo Choo mientras se acercaba a mi cepillo en mano – déjame peinarte…

Alejé con un movimiento mi cabeza y me puse de pie – Vámonos ya – me dirigí a la puerta y me siguió.

--¿Los quieres? – Preguntó señalándome mis lentes oscuros los cuales tomé de sus manos y me los puse inmediatamente.


Salimos del hotel y un taxi nos llevó hacia la dirección que Jimmy le dio. El lugar no estaba muy alejado del hotel por lo tanto era una zona muy exclusiva, conociendo a Choo no era para menos. No me fijé en nada más hasta que llegamos; entré y miré a mi alrededor, todo era moderno y muy bonito; el salón tenía dos sofás muy grandes de piel, negros y con muchos cojines, una pantalla en la pared y una chimenea a un lado. A ambos lados de ésta, había dos ventanales del piso al techo que iluminaban todo el lugar permitiendo pasar la luz natural. A un lado del salón, el comedor muy mediterráneo y muy acogedor también con un gran ventanal junto a él. La cocina era enorme y no le faltaba nada, tenía toda clase de utensilios y también un gran refrigerador.

Un corredor muy amplio y largo te llevaba a un estudio pequeño y más adelante a las habitaciones; eran 3 y Jimmy esperaba pacientemente que entrara solamente a dos de ellas porque una puerta estaba cerrada. Lo miré y encogió los hombros como disculpándose antes de tiempo. Seguí de largo y entré a la habitación del final del pasillo. Era muy amplia, beige, con una cama enorme en medio, la cabecera negra y un edredón dorado; en frente 2 sillones beige y a un lado de todo eso, una gran puerta que daba hacia un balcón.

Suspiré y enseguida me quité los zapatos acostándome en la cama; me acomodé de lado y cerré los ojos.

--Veo que haz escogido tu habitación – dijo sonriente – es la más grande, también la más iluminada y el balcón Bella por Dios, es un sueño, ¿No te parece?

--Si Choo, está muy lindo todo, pero creí que era un apartamento, nunca imaginé que fuera una casa.

--Nunca especifiqué pero no importa porque te gusto, te conozco bien – salió de la habitación dejándome sola, sumergida en mi tristeza.

***

Varios días después, la rutina esta bien establecida. Me levantaba, porque no podía decir que me despertaba ya que después de las 5 de la madrugada apenas dormía; me daba un baño y me dirigía a la cocina a desayunar con Jimmy. Era lo menos que podía hacer cuando él estaba ahí soportando a una muerta en vida, se esforzaba por alegrarme el día y porque estuviera cómoda y tranquila.

Me hacía salir a dar caminatas con él cerca de nuestra casa, nos sentábamos largos ratos en los cafés al aire libre que encontrábamos a nuestro paso sólo mirando a la gente pasar por la calle. Una vez me había convencido para acompañarlo a un centro comercial pero no pude soportar ni dos horas ahí. Al regresar a casa me hundí en mi cama y desperté hasta el día siguiente; me levanté y me dí un baño, me vestí y fui a la cocina para desayunar con Jimmy pero él no estaba, me había dejado una nota avisándome que estaría de regreso para comer juntos.

¿Qué haría sola toda la mañana? Tomé un poco de dinero y lo metí a mi bolsillo, me puse mis lentes oscuros y salí a caminar un rato. Descendí por la calle inclinada y llegué a la avenida dónde se encontraban los cafés en los que pasábamos el tiempo; me senté en el que tenía las sombrillas rojas y le pedí al mesero un expreso.

--¿Sei Bella Swan? (¿Eres Bella Swan?) – Me preguntó una chica.

--No, lei mi confonde (No, tú me confundes) – respondí nerviosa, pagué mi café y me levanté deprisa. Caminé rápido por la calle y al llegar a la esquina, un kiosco de revistas me quedó de frente. Me detuve paralizada al ver mi foto en una de ellas.

“¿Dove sei Bella?” (¿En dónde estás Bella?) Y más abajo leí…

“Mientras todos queremos saber porqué Bella Swan no está presente en la Semana de la Moda en Nueva York, captamos a su novio - ¿O será ya su ex novio? - el brillante ingeniero Edward Cullen, entrando a un hotel en Berlín acompañado por Irina Van Draus y su hermana Alice Cullen a quien ya hemos visto en algunas campañas publicitarias. ¡Que rápido soltaste a tu pez gordo Bella!, ¿O habrá sido al revés?”

¡Alice ella estaba ahí con ellos!

Edward se había olvidado tan pronto de mí, no le importé nunca. Él había llevado ya a Irina con su familia y ellos la habían aceptado. ¡No! ¿Cómo me había hecho eso?, ¿Por qué se burlaba de mí de esa forma? Tenía que alejarme de ahí, no quería seguir viéndolo, me dolía su traición, su engaño, ¡Que me creyera tan tonta!


Con lágrimas en los ojos corrí hacia mi casa. En la siguiente esquina un grupo de turistas obstruía la acera impidiéndome pasar, los rodeé para cruzar la calle pero antes de llegar al otro lado, un chillido de llantas me ensordeció; un golpe en seco me detuvo y un segundo golpe lo siguió. El dolor en mi cuerpo era insoportable, mi vientre, mis brazos y mis piernas; un dolor aún más fuerte cubrió mi cabeza. De pronto todo se oscureció…

--¡Qualcuno chiami un’ambulanza!

--¡Non si Muove!

--¿Stai respirando?

--¡Qualcuno chiami un’ambulanza!*


*

*

*

8 comentarios:

elO_twin dijo...

hai dios, como me gusta este fic.. dios es tan interesante.... dios chica.. esoty tan triste como bella y como edward.. sabes transmitir muy bn los sentimientos..
humm.. supongo que se viene lo bueno vdd?
un beso

CRIS dijo...

sabéis? no puedo escribir nada, no puedo, lo siento.
Estoy tan metida en la historia que me duele mucho, me duele michísimo el sufrimiento de los dos, hasta tal punto que he estado retrasando todo lo que he podido el leer el capítulo por que sabría que lloraría y esoy llorando a lágrima viva.
Li, es que trasmites maravillosamente bien los sentimienos, el dolor, la angustia es mucha, ¡y joder como duele!

besos

joli cullen dijo...

O POR DIOS COMO EN NEW MOON EN LA TRISTEZA QUE PASO CUANDO SE FUE EDWARD
ME MUERO DIOS POBRE BELLAS PERO TODAVIA NO ENTIENDO QUE ES DIMITRI EN LA VIDA DE EDWARD Y BELLA NO XD UN ACCIDENTE Y HOY COMO LA VA A ENCONTRAR JIMMI PORFIS ACT RAPIDO MUERO POR SABER

Charo dijo...

Li, solo puedo decirte una cosa, como tardes mucho en actualizar me va a dar algo,XD, que pena mas grande, no lo puedo soportar...
Besos

Ana DirtyDraco dijo...

Li Hitchcock, te voy a llamar a partir de ahora. Que barbaro, que suspense, el ovillo se lia y se lia y yo que soy curiosa como los gatos me muero por encontrar la manera de desenredarlo.Eres genial, pero como sigas asi durante muchos capitulos nos vas a matar de pena e intriga y te veas a quedar sin seguidoras, asi que no nos hagas sufrir mucho, vale? Y tu cuidate un monton, eso es lo primero. Besos

Nani-PattinsonWorld dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Nani-PattinsonWorld dijo...

Mi niña, que te puedo decir ... se me hace un nudo que no me deja respirar, sabes llevarme al centro de la historia y vivirla casi en primera persona. Eres fantastica, sabia que se complicarian las cosas y aun espero que se compliquen mas ... pero tb. espero que poco a poco se vea un poquito de luz, pq ellos estan predestinados a estar juntos.
Gracias por ser tannnn buena !
Un besazo enorme

dracullen dijo...

esto está buenísimoooo!!! definitivamente lo mejor ke uno puede hacer es no suponer nada, pobre bella piensa ke el resto de los cullen ha aceptado a irina... insisto lo mejor es no suponer!! :D