jueves, 26 de agosto de 2010

CAPITULO 23

CAPITULO 23

Sentí mi cintura desnuda y me desperté. Lo sentí moverse en la cama y levantarse al baño. Miré el pequeño reloj en la mesita junto a la cama y vi que apenas eran las 5:30 de la madrugada. Escuché el chorro de la ducha abrirse y me senté de golpe en la cama, me levante y fui hacia el baño. Abrí la puerta y lo encontré enjabonándose el perfecto cuerpo que tenía.

--¿Edward? – pregunté del otro lado de la puerta de cristal y aún medio dormida.

--¡Amor!, ¿Qué haces levantada?, Regresa a la cama – se enjuagaba la espuma del cuerpo.

Se me había borrado de la mente que tenía que estar muy temprano en la presa pero, ¡Era demasiado temprano!

Fui a la cocina y puse agua en la cafetera. Ya no podría volverme a dormir y mucho menos sin Edward en la cama. Le preparé dos tostadas con mantequilla y mermelada y le saqué jugo de naranja en un vaso. Lo escuché hacer ruido buscando algo en su maleta. Tendría que encargarme de eso más tarde. Me asomé para ver que era lo que necesitaba y lo encontré luchando con el nudo de la corbata. Casi se me caían las bragas de la impresión, a no ser porque no tenía. Se veía tan guapo de traje para ir a trabajar, que me quedé muda unos segundos mientras lo admiraba. Tenía la idea de que siempre iba en ropa de trabajo a la presa, no se podía ir de otra manera.

--Déjame ayudarte amor – le quité la corbata y me la puse alrededor del cuello haciendo un nudo perfecto, lo aflojé y luego se la pasé por la cabeza para ajustarlo bien al suyo.

--Mmm, ¿Dónde aprendiste? – me miraba con los ojos entrecerrados.

--En los desfiles amor – bostecé – siempre faltaban manos para ayudar a algunos chicos.

--Te quedó perfecto – me besó en los labios – gracias.

Antes de que se pusiera el saco, lo tomé de la mano y lo llevé a la cocina, lo senté en la silleta de la barra y le serví café en una taza.

--Bella, amor, no tenías que… - le puse un dedo en los labios.

--Lo hice porque quise, no discutas y come – le acerqué las tostadas, tomó una y con la otra mano me sentó en su regazo.

--¿Qué vas a hacer hoy amor? – Preguntó mientras le daba una gran mordida a su tostada - ¿estarás muy ocupada?

--Si, algo así – lo abracé – tengo unas juntas y las pruebas para los desfiles de marzo.

--¿Pasa algo Bella? – Pegó las cejas – te siento preocupada.

--No es nada, sólo tengo que decidir algo y aún no se bien qué hacer – confesé.

--¿Quieres que platiquemos en la noche? – pasaba su nariz por mi oreja haciéndome cosquillas. Asentí y me levanté para que fuera a cepillarse los dientes de nuevo, fui tras él como perrito faldero y lo ayudé a ponerse el saco cuando terminó. Antes de que lo siguiera a la puerta me llevó a la cama y me acostó inclinándose sobre mí, acariciando suavemente mis senos.

--Cuídense mucho – me besó – Cuida a mis niñas amor, aléjalas de los alfileres, las quiero.

--Y tú cuida a mis niños – Edward dio un pequeño brinquito cuando pasé mi mano por su miembro muy despierto y por “mis niños”. Sonrió.

--Te quiero Isabella.

--Te quiero Edward.

Y salió de la recámara. Era demasiado temprano y yo no iba a poder dormir otra vez, así que me puse unos pants, tomé mi bolsa de ropa y salí rumbo al gimnasio. Llegué y mi entrenadora de Pilates estaba libre. Trabajamos casi una hora y luego me di una ducha para arreglarme y estar lista para la junta. Pasamos por Jimmy y fuimos por mi infalible capuchino a Starbucks.


--¡Por-fa-vor! – Dijo con apenas un pie en la camioneta - ¡Yo quiero mi propio Edward Cullen!

Me reí con una sonora carcajada, feliz – ¡Cálmate Choo!, no digas nada porque me da pena – me tapé el rostro con las manos.

--¿Pena tú conmigo?, ¿Qué te pasa Bella? Tú y yo estamos más allá del bien y del mal, no puedes tener pena conmigo, lo sabes – farfulló.

--Lo sé, tienes razón – sonreí.

--Ahora si, cuéntamelo todo – y me dispuse a contarle todo lo que podía sin entrar en detalles privados. Estaba casi tan feliz como yo.

--Bueno, lo que sigue es hacer una cita con tu ginecóloga – dijo segurísimo - ¡Es necesario!

--¿Qué?, ¿Por qué lo dices tan seguro?, ¿Qué se me ha pasado? – pregunté confundida.

--Precisamente para que no se te “pase” nada Bella, es necesario – me sonrojé – mejor preguntémosle a Rose, por favor hazlo.

--Está bien – accedí porque al fin y al cabo, tenía razón. Me sonrió y se recostó sobre mi hombro aliviado de que me tomara ese punto con total seriedad. Salimos de nuestra junta muy contentos. Al día siguiente empezaríamos la campaña del perfume y aunque iba a ser un poco tardada, valía la pena con tan sólo imaginar el resultado. Después tuvimos la junta con la gente de Johnson & Johnson y nos pareció muy buena la campaña que tenían pensada hacer, los productos eran de calidad y pronto nos mandarían unas ideas sobre el estilo que querían manejar y si estábamos de acuerdo, entonces sólo faltaría firmar el contrato.

Salimos un poco tarde de la junta y nos fuimos a comer. Desde el restaurante y aguantándome toda mi pena, le marque a Rosalie porque Choo tenía razón, era necesario.

--¡Bella! – Atacó antes de que yo pudiera decirle algo - ¡Cuéntamelo todo!

--¡Por teléfono jamás Rose! – Aseguré – nos ponemos de acuerdo y así si te cuento, pero en privado.

--Si, si, donde tú me digas, ¿hoy? – Me reí por su prisa - ¿En dónde te veo?

--¡Por Dios Rose!, hoy no puedo pero te prometo que lo sabrás todo – me mordí la lengua – pero ¿Sabes? Necesito un favor.

--El que quieras, tú sólo pide.

--Necesito el teléfono de tu ginecóloga pronto – no quería ni abrir los ojos, me estaba costando mucho esta platica pero tenía que hacerlo. Rose no habló por unos segundos.

--Oh, oh – me preocupé – es ginecólogo, hombre.

--¿Hombre?, ¡Olvídalo!, ¡Jamás! – estaba muy segura de que no iría con un doctor hombre. Jimmy me miró arrugando la cara por mi empecinamiento.

--Bueno, tranquila, Alice tiene una ginecóloga, ¡mujer! – dijo calmándome.

--¿Alice? ¿Iré con la ginecóloga de mi cuñada?, ¿Estás loca Rose?, ¿No quieres que le pida que me acompañe? – el sarcásmo me brotó por la piel.

--Tú no te preocupes, yo le pido el número para una “amiga” y luego yo te acompaño, ¿está bien? – me sentí culpable por ser tan histérica.

--Está bien Rose, pero ni una palabra ¿Ok?, moriría de la vergüenza – admití – y Rose… gracias.

--Por favor Bella, que agradeces. Te llamó cuando tenga tu cita, ¡Urge! ¿Ok?, así que te aviso para que estés lista para cancelar lo que tengas que cancelar, te dejo, un beso Bells – chilló emocionada.

--Adiós Rose.

Colgué y miré a Jimmy que me miraba también pero con ojitos compasivos.

--¿Ya ves? Te puedo jurar que preferirías mil veces ir conmigo ¿O no? – le sonreí dándole la razón de nuevo.

Pagamos y salimos de ahí rumbo a las pruebas con Marc Valvo. De lo último que tenía ganas era de pararme como maniquí esa tarde. En el camino, el teléfono vibró en mi mano y una sonrisa enorme apareció en mi cara.

--Hola amor, ¿Estás ocupada? – esa voz me alegró lo que faltaba del día.

--Hola cielo, no, no estoy ocupada, estamos en el tráfico, voy a mi prueba – dije cansada - ¿Y tú?, ¿Cómo va tu día?

--Bien, algo tedioso con mi trabajo de oficina – bufó – lo peor que me puede ocurrir. Bella ¿Recuerdas lo que te pedí por la mañana?

No pude evitar sonreír – Si amor, lo recuerdo muy bien.

--Por favor Bella, ¡Aléjalas de los alfileres! – Me reí – ¡Es en serio!, no creo que te guste que te claven alfileres en mis niñas ¿verdad que no?

--Ay Edward, no te preocupes que eso no va a suceder – me encantaba que se preocupara por sus “niñas”.

--No sé cómo puedas garantizarme la seguridad de mis niñas pero confiaré en ti. Tengo que irme, te veo en casa amor, te quiero – dijo en un susurro.

--Te quiero Edward.

Jimmy me miraba extasiado y solté una sonora carcajada.

--¿Qué? – dije al verlo con esos ojitos de gatito de Shrek.

--Estás perdida Bella – suspiró y lo mire extrañada – estás enamoradísima, “¡Houston, la hemos perdido!”

Tardamos más en las pruebas de lo que había imaginado pero no sentí pasar el tiempo por estar pensando en mi junta con Ángela al día siguiente. ¿Qué era lo que debía hacer? si no quiso cerrar más contratos ni convenir más juntas era porque no quería ninguna responsabilidad más conmigo, y por ese lado podía entenderlo pero ¿Por qué tenía que ser tan obstinada e imponerme de algún modo trabajar para la televisión?

No podía dejar de pensar en eso y también en que si Ángela ya no iba a seguir trabajando conmigo, Jimmy tendría que ocupar su lugar y no sabía si estaba muy dispuesta a hacer ese gran sacrificio. Tendría que hablar con él.

--¡Auch! – Chillé cuando sentí un piquete bajo el brazo muy cerca de una de mis niñas - ¡Lo siento! - me disculpé - no debí moverme.

--¡Oh perdón! – se disculpó la ayudante pasando un pañuelo desechable limpiando un poco de sangre. Me había movido y provoqué que sin querer, me dejara un rayón con la punta del alfiler.

Me hicieron pruebas con 3 vestidos más y seguía distraída aunque no me volvieron a picar pero cuando por fin terminamos y estábamos en la camioneta Jimmy no tardó en hablar.

--¿Por qué estás tan distraída Bella?, ¿Tan nerviosa te tiene lo del ginecólogo?

--No, lo de Ángela – admití – no estoy dispuesta a dejarte en su lugar si se va, y si es así, necesitaremos otro publicista urgente.

--Bella… - comenzó a decir.

--¿Quieres su lugar Jimmy? – pregunté sin dejarlo terminar, con miedo.

--Bella, yo quiero lo mejor para ti – me tomó las manos entre las suyas – si tienes que hacerlo, no te preocupes, yo hago lo que tú me pidas.

--Lo mejor para mi es que tú te quedes conmigo, eso es lo mejor y ya no voy a pensarlo más. Si Ángela se va, buscamos un publicista nuevo y es todo. Tú te quedas conmigo – terminé la conversación y lo abracé.

***

Tom me dejó en casa y llevó a Jimmy. Subí corriendo al elevador y oprimí el botón de mi piso, impaciente. Salí y rápido metí la llave para abrir, no podía esperar más, necesitaba ver a Edward. Cerré la puerta tras de mi, escuché ruidos en la cocina y fui directo para allá, dejando mi bolso tirado en el camino. Lo encontré con unos pantalones de algodón, como de pijama y una camiseta azul marino, descalzo y con una copa de vino en la mano, frente al horno. Me miró y corrí hacia él enterrando mi rostro en su pecho, abrazándolo muy fuerte.


--¡Isabella! – Dijo mientras trataba de soltar mis brazos firmemente aferrados a su cintura - ¿Qué pasa amor?, ¿Qué tienes?

Negué con la cabeza hundida aún en su pecho, no quería moverme de ahí. Antes, cuando tenía problemas o cosas importantes en qué pensar, podía arreglármelas sola, no me sentía tan rebasada por ese asunto en cuestión, pero ahora era muy diferente, no estaba sola y no tenía que hacerme la fuerte ante él.

--Cuéntame, ven – me despegó de su cuerpo y se sentó en una silleta conmigo en su regazo - ¿Qué tiene mi niña grande?

--Sólo un problema laboral – murmuré – pero importante.

--¿Laboral? – Levantó ambas cejas – empieza desde el principio amor y toma un poco de esto, un trago bien grande, anda – me acercó a los labios la copa de vino y lo obedecí.

Le conté con detalles todo el lío con Ángela, que no habíamos hablado para nada, que ella ya había pedido que nos reuniéramos para tratar el asunto y que lo haríamos al día siguiente, pero que si seguía insistiendo con la televisión, ahí mismo dábamos por terminada nuestra sociedad laboral porque entonces ella no habría respetado los puntos más básicos de nuestro contrato.

--Si ya lo tienes resuelto Bella, ¿Por qué te preocupas tanto entonces? – acariciaba mi cuello.

Y le conté la parte de Jimmy.

--¿No estás dispuesta a separarlo de ti verdad? – Lo miré y negué con la cabeza – Entonces no se diga más, si Ángela se va, tendremos que buscar un nuevo agente para ti amor – me besó tierno – pero quita ya esa carita ¿Si? No soporto verte así.

Sonreí un poquito y me paré para sacar los platos de nuestra cena que con gran habilidad, Edward había sacado de los recipientes, porque la había comprado, y metido al horno. La lasagna estaba lista y caliente junto con los crostinis. Estaba deliciosa pero sólo pude comer la mitad con dos crostinis, dos copas llenitas de vino y estaba sirviéndome la tercera.

--¡Hey!, ¡Hey! – Giré mi cabeza para verlo – no más para ti esta noche – me quitó la botella y me acercó mi plato – un poco más y nos vamos a la cama.

--No, mejor ya vámonos a la cama – pedí impaciente y poniéndome de pie como un resorte esquivando un crostini que me acercaba a la boca.

--Este y nos vamos – me exigió. Lo obedecí y lo arrastré a nuestra habitación.

“Nuestra habitación…”

Entré al baño en lo que Edward respondía una llamada de Alice, que con su sexto sentido, adivinó que se estaba quedando en mi casa… ¡y le pareció perfecto!


Me quité la ropa y me puse una pijamita sexy, no como la de la noche anterior pero tenía algo de coquetería. Me quité el maquillaje, hice mi rutina de limpieza y estaba muy lista. Salí y lo encontré ya acostado en la cama, esperándome.

--Ven aquí – hizo a un lado las sábanas junto con el edredón. Me recosté sobre su pecho y me abrazó muy fuerte – Esperé todo el día para tenerte así Bella, ya no resisto mucho tiempo sin estar cerca de ti.

--Yo tampoco, creo que cambiaré de trabajo y seré tu secretaria – enrollé mis piernas entre las suyas.

--Nunca – dijo muy seguro – hay cientos de hombres trabajando ahí.

--Mhmm, ya salió Don Celoso – dije melosa – bueno, pues Don Celoso no tendrá su premio esta noche.

Con un rápido movimiento se colocó a horcajadas sobre mí, tomando mis muñecas sosteniéndolas sobre mi cabeza.

--No debiste decir eso…

Su voz grave y extra sensual me desarmó y me desvistió. Casi sin notarlo ya me había quitado la blusita sexy de mi pijama y estaba entretenido con la parte inferior al mismo tiempo en el que yo jalaba la camiseta por encima de su cabeza, desesperada tratando de quitársela para dejar desnudo su pecho. Lo enredé y me ayudo con su camiseta quedando solamente él vestido con su pantalón, porque de mis sexys bóxers se deshizo en un segundo.

Provocándolo, alcé mis caderas para rozar su miembro que crecía bajo su pantalón, pero volvió a tomar mis manos, negó con la cabeza y con una sonrisita traviesa en los labios. Se inclinó hacia mi para besarme suave, incitándome. Elevando mi temperatura con esa pasividad con la que sus labios se movían sobre los míos y su lengua intentaba invadir mi boca, sin pedir permiso. Jugó con su boca en la mía hasta que mis gemidos fueron bastante audibles y mis movimientos de cadera pedían lo obvio, a él.

Mis pezones erectos, duros por su descarada incitación, me dolían de la ansiedad de sentir en ellos su boca y así se lo hice saber.

--Por favor – gemí mientras me retorcía debajo de la mitad de su cuerpo sin dejar de elevar mi pelvis.

--¿Qué quieres Isabella? – su boca descendía por mi cuello y dejaba húmedos caminitos hacia mi clavícula.

--Tus niñas – jadeé – bésalas.

Y me obedeció porque en menos de lo que pensé, ya había atrapado un pezón con su boca y sus labios lo besaban como si fueran los míos hasta que sentí su lengua jugar alrededor de él y enloquecí. Sus dedos imitaban las caricias de su boca en mi otro pezón y mi mente empezó a perderse lentamente.

Su boca cambio de pezón y repitió cada uno de sus movimientos incrementando mis gemidos. Bajó la velocidad de los movimientos de su lengua y comenzó a besar la piel alrededor de mi seno, también con la lenta tortura a la que me tenía sometida, su mano bajó hacia mi abdomen, acariciándolo suavemente y luego la subió a mi cintura para levantarme un poco mientras metía una de sus piernas entre las mías para mantenerlas abiertas para él.

--Edward – dije con dificultad.

--¿Si amor?

--Por favor – supliqué de nuevo.

--No Bella – respiraba agitado pero no tanto como yo – esto es con calma amor, relájate.

¿Cómo me pedía relajarme si ya la sangre me hervía?, ¿Cómo podía tomármelo con calma si yo sentía mi corazón palpitar entre mis piernas?, ¿Cómo podía no gemir y jadear de deseo cuando Edward estaba devorándose con excesiva pasividad mis senos?

Su lengua regresó a mi pezón girando a su alrededor despacio al mismo tiempo en el que yo levantaba un poco mi pecho para hacer que se presionara más en su boca.

--Muérdeme – le pedí pero sólo oí que gruñía divertido y su boca abandonó mi pezón sólo para pasar su lengua sobre él dejándolo muy mojado con su saliva y de pronto sopló suavemente un poco alejado para hacerme llegar su aliento frío, sentí que mi cuerpo se retorcía aún más sólo del puro placer que mi pezón recibía.

--Aún no – dijo con su voz ronca y sus labios volvieron a cerrarse sobre mi pezón, succionándolo fuerte y grité un poco.

--¡Ahh!, Edward.

Empecé a sentir su lengua moverse rápido sobre mi ya sensible pezón y luego creí volverme loca cuando lo tomó entre sus dientes jalándolo. Y aún iba por la mitad de mi locura porque después consintió a mi otro pezón de igual manera mientras sus manos acariciaban mis costados.

--¡Maldita sea! – ¡demonios! Había encontrado el rayón del alfiler.

--Edward…

--Te lo pedí Isabella, te pedí que te cuidaras – intenté sentarme pero me mantenía en la misma posición.

--Estaba distraída y me moví – admití – pero es normal que pasen estas cosas.

Tocaba con las yemas de sus dedos y con excesiva delicadeza el rasguño que me había dejado el alfiler y luego se acostó junto a mí pasándose las manos por la cara repetidas veces.

--¿Normal? – Bufó - ¡Normal!, dime qué cosas entran en lo normal para ti Isabella. Porque para mí no es normal llevar a mi novia a emergencias en la madrugada con raspones infectados, ni hirviendo en fiebre, ni que le claven alfileres en alguna parte del cuerpo.

--En mi trabajo esto es muy común que suceda – suspiró y me levanté despacio recogiendo mis bóxers y la blusita del suelo y me encerré en el baño muy confundida por su enojo, ¡Era un rayoncito con un alfiler por Dios!

Me vestí de nuevo y me mojé la cara con agua fría, cuando entró. Me miró por el espejo y me rodeó la cintura con sus brazos.

--Lo siento amor – besó mi nuca – pero no te imaginas como odio que te hagan daño.

--Edward, cosas cómo estas van a seguir ocurriéndome porque así es mi trabajo – dije tranquila – estoy muy acostumbrada. Nadie me hace daño adrede, simplemente son cosas que pasan.

Me giró y me besó muy despacio. Me abrazó fuerte y después me llevó de nuevo a la cama. Se acomodó detrás de mí con su brazo alrededor de mi cintura, mi espalda pegada a su pecho y su pelvis a mis nalgas.

--Voy a tomar un curso de primeros auxilios amor – me dijo al oído.

--Tonto Edward – me reí y nos quedamos dormidos.

***

A la mañana siguiente, nos levantamos no tan temprano como el día anterior. Edward con sus hermosos jeans envolviendo sus musculosas piernas, no tenía “trabajo de oficina” como decía, y yo iba nerviosa a mi cita con Ángela y después a comenzar la campaña para el perfume.

--¿Estás bien Bella? – tomaba un poco de café.

--Si, demasiado tranquila para ser sincera – me serví más jugo y buscaba alguna manzana pero no encontré nada – ya estoy convencida de que sea lo que sea que suceda, Choo se queda conmigo.

--Estoy contigo, no te separes de él – me apoyó – te quiere, te cuida mucho y… confío en él.

Me reí y como no encontré ninguna fruta me hice una tostada, sin mermelada y me serví café.

--Alice me dijo que va contigo y con Jimmy a la sesión para el perfume, ten cuidado amor, a veces puede resultar algo sobrecargada de energía y tal vez quiera meter su cuchara, no la dejen ¿Ok?

--¿Por qué no le tienen un poquito de fé?, va a estar en su ambiente Edward, déjala.

--Su ambiente es hacer ropa, no campañas publicitarias, pero ya te advertí, si tienes problemas, amenázala con algo que sepas que le importa y ya con eso tienes – lo miré levantando una ceja pero regresó a la recámara buscando algo en su maleta. ¡Diablos! Olvidé encargarme de ese asunto.

Nos despedimos y salió deprisa hacia la presa. Yo iba a esperar unos minutos a que llegara Ana, la chica que se hacia cargo de mantener en orden mi casa. A las 8:30 salí del apartamento para ir a buscar a Jimmy y luego a la cita con Ángela.


Entramos a su oficina y ya nos estaba esperando con una taza de café para Jimmy y una de té para mi.

--¡Hola Bella! – Nos saludó muy alegre - ¡Hola Jimmy!

--Ángela – respondí guardando mi distancia y levantando mi muro de frialdad que tanto me ayudaba en situaciones difíciles.

--Felicidades Bella, te ves muy bien, me da gusto y felicidades por tu nuevo novio – sonrió.

--¿Nuevo? – Levanté una ceja – es el primero que me conocen Ángela, no hay un antiguo o un nuevo novio – dije a la defensiva.

--Disculpa, empleé mal mis palabras – Jimmy me miró con los ojos penetrantes para que me tranquilizara un poco.

--Bueno Ángela, aquí estamos, tú dirás – hablé menos sarcástica y ladeé mi cara esperando sus palabras.

--Bella, la última vez que nos vimos, las cosas no quedaron bien entre nosotras – rodeó su escritorio – estoy muy conciente del motivo por el cual te enojaste y estaba muy segura de que cometías un error muy grande. Mentiría si te dijera que no esperé tanto tiempo con la esperanza de que cambiaras de opinión – suspiré profundo, esa confesión me enojó – pero irónicamente, esperar tanto, me hizo ver que la que estaba en un error era yo – enderecé mi rostro y Choo me miró con los ojos más abiertos aún.

--Te pido una disculpa Bella por perder mi ubicación. Yo como tu agente, debí buscar las mejores oportunidades y los mejores contratos para hacerte crecer pero antes que todo, tomando en cuenta las necesidades y peticiones que tú como mi cliente, impone, merece y exige.

Tanta humildad para reconocer su forma de actuar y de disculparse, me sobrepasó pero permanecí a la expectativa, no quería demostrar aún mi alegría.

--Sé perfectamente bien, que Jimmy es muy capaz de manejar tu carrera porque es muy inteligente y no deja pasar nada, aprende todo y muy rápido, además de que tiene un sexto sentido excepcional. Te llevaría aún más lejos Bella y él no perdería de vista tus demandas, como lo hice yo – admitió y prosiguió – estás en todo tu derecho de trabajar con otra persona. Estoy a tu disposición sea la decisión que tomes, te pido de nuevo una disculpa muy grande por perder el enfoque Bella, lo siento mucho.

¡Ah Dios mío! Gracias por esto. Nunca hubiera imaginado que desistiera de convencerme con lo de la televisión, estaba tan decidida a que empezara con eso que ya daba por perdida nuestra sociedad y hubiera sido una lástima.

Estaba que estallaba de emoción. Ángela seguiría manejando mi carrera sin presionarme y Jimmy seguiría a mi lado, ¿No era todo maravilloso?

--No Ángela, quiero que sigamos trabajando juntas, lo has hecho increíble hasta ahora y ya te diste cuenta de cuales son mis prioridades, así que no pienso buscar a nadie más como agente… a menos que te enterques en que tenga mi programa ¡como Tyra! – nos reímos y se acercó para darme un abrazo.

--Bueno Bella, ahora lo único que te pediría es hacer un nuevo contrato, especificando bien cada una de las prioridades a las que te refieres, las estudiamos bien para que todo lo tenga más que claro y no se me ocurran más cosas para ti. ¿Te parece?

--Nos parece Ángela – dijo muy entusiasta Jimmy, estaba igual de feliz que yo.

--Y bien, no sabía que ibas a decidir, pero te tenía una sorpresa de todos modos – sacó un folder de un cajón y lo puso sobre el escritorio. Lo abrí despacio porque ya conocía las sorpresas de Ángela y vaya si me sorprendió esta vez.


¡Sports Illustrated!

Jimmy y yo gritamos al mismo tiempo, ¡No era posible eso!

--¡No Ángela!, no me hagas esas bromas, no podría resistirlo – estaba brincando de emoción, era otro sueño cumplido.

--¿A dónde nos vamos?, ¿A qué playa divina?, ¡Dime! – presionó Jimmy.

--Están indecisos aún. Es Tailandia, Australia o República Dominicana, me avisan mañana, la sesión es en un mes – dijo muy tranquila.

--¿En un mes? – Me aterré – necesito dosis extras de gimnasio, ¡Y con todo lo que he comido!, ¡Por Dios, no quiero comer más!

--Tranquila Bella, tienes tiempo, además yo te veo muy bien – Ángela también estaba muy feliz – tendremos que agradecerle a Edward.

--¡Definitivamente! – admitió Choo y yo me sonrojé.

--¡Basta los dos! – grité enérgica pero no pude contener unas cuantas carcajadas de felicidad.

Después de nuestro eufórico festejo, nos pusimos a trabajar revisando las siguientes semanas de trabajo. Como había dicho Ángela, Jimmy había hecho un excelente trabajo concertando los últimos detalles de cada evento así que sólo confirmábamos los ajustes.

Y antes de las doce, nos mandó corriendo a la sesión de fotos para el perfume. Íbamos retrasados así que no terminaríamos muy temprano. En el camino al estudio, mi teléfono vibró.

--¡Amor! – dije antes de que pudiera decir algo.

--Mmm qué alegre, ¿Puedo adivinar porqué? – me dijo con esa voz que desarmaba mi cuerpo.

--Puedes intentarlo, pero no adivinarás todo – me enterraba en el asiento, estaba muy feliz.

--¿Son varias cosas?, ¡Vaya! – Sonaba contento también – empezaré por la que te preocupaba mucho, solucionaste el problema con Ángela…

--¡Si! – Chillé – y hay algo más pero te lo diré en casa amor, es una sorpresa.

--¿Me vas a tener esperando hasta la noche Isabella? – se hizo el ofendido.

--¡Si! – Sonreí – pórtate bien y te lo digo en casa, si no, te quedarás sin saber.

--¿Serías capaz de no decirme? - insistió.

--Claro, pruébame – dije muy segura.

--No, me portaré bien Isabella, verás qué tan bien me puedo portar – su voz se hizo ronca, grave y mi cuerpo recibió el mensaje.

--Nos vemos en casa cielo – murmuré.

--Bella… - hizo una pausa – cuídate amor, te quiero.

--Lo haré, te quiero.

Terminé de hablar con Edward y volteé a ver a Jimmy que estaba sumido también en su asiento, mirándome como con asco.

--¿Por qué me miras así?

--Estoy hasta aquí de la miel que derraman ustedes, par de adolescentes hormonales – fingió meter un dedo a su boca para vomitar.

--Mmm no me importa – dije sacándole la lengua y encogiendo mis hombros.

Llegamos al estudio de Bill Rubens que era el fotógrafo encargado de esta campaña y un viejo conocido mío. Me saludó muy efusivo y ambos estábamos emocionados por esta sesión. Era muy importante para todos ahí. Nos pusimos de acuerdo y platicamos de lo que él quería de las fotos, vimos el vestuario antes de cambiarme y le dio algunas instrucciones al maquillista que también conocía ya.

Alice llegó un poco tarde pero alcanzó ver casi todos los preparativos antes de empezar y estuvo conmigo mientras me maquillaban y peinaban, antes de cambiarme. Le presenté a todos los chicos que conocíamos de la producción y estaba feliz de involucrarse en este aspecto de la moda, diferente al suyo pero tan ligados uno del otro.

El primer cambio era con un pantalón negro y una blusa de organza blanca, con tirantes y los clásicos collares de perlas, mi pelo caía en una o dos suaves ondas muy marcadas y el maquillaje mate con los pómulos muy acentuados, los ojos en tonos humos ligeros, muy difuminados y mis labios con un toque rosa muy pálido. Me gustó ese look.



Bill era un experto y cómo ya sabía cuales eran mis mejores ángulos y cómo lograrlos, las fotos del primer cambio salieron en menos de una hora. El segundo cambio tardó más por el peinado. Recogieron mi pelo como si lo tuviera a la altura de mis hombros y tenía que verse tan natural, que necesitamos casi una hora para estar lista. El maquillaje fue casi lo mismo pero los labios eran más melocotón. El vestuario era muy simple, una bufanda blanca de organza, un collar pequeño de perlas y un sombrero negro, claro, con mi bikini color piel muy pequeño. Esas tomas tardaron un poco porque teníamos que cuidar mucho el busto, tenía que estar oculto en el sombrero, sólo podía verse un cuarto de él y en perfil, pero se logró después de tanta contorsión de mi cuerpo para tener el ángulo perfecto. Quedé adolorida.



El tercer cambio fue más fácil, un vestido rojo muy clásico y parada junto a un espejo con un jarrón de alcatraces, el peinado se mantuvo a los hombros, los cuales acentué mucho, pero estuvo menos difícil que las tomas del sombrero. El cuarto fue con una camisa blanca opaca y el sombrero, un zoom sólo al rostro. Se hizo un último cambio con el torso desnudo sólo cubriéndolo con muchos collares de perlas y otro acostada en el suelo con los mismos collares y el frasco del perfume en mi abdomen, muy sugestivo.

Alice se portó de diez, estaba tan entretenida que ni siquiera notó que eran más de las doce de la noche cuando terminamos. Casi doce horas y lo hicimos bastante rápido porque Bill y yo nos teníamos años de confianza, tanto de él para pedirme movimientos y yo para hacerlos y de alguna forma ya sabía cómo le gustaban las actitudes y poses para las fotos.

Me cambié y Alice me acompañó.

--¡Bella mil gracias! – dijo con su vocecita mientras me pasaba mi camiseta – esto es increíble, ¡tengo tantas ideas para diseñar!

--¡Que bien!, me encanta que te hayas inspirado, mañana no recuerdo que tenemos, estoy muy cansada – bostecé – pero Jimmy te dirá para que nos acompañes.

--¿Cómo puedo agradecerte Bella? – tomó mi mano.

--¿Estás loca? No tienes que agradecer nada, me encanta tenerte con nosotros y Choo te ama – le dí un empujón con mi cadera y sonrió.

Jimmy entró de repente al cuarto del vestuario y me dio mi teléfono, era Edward.

--Hola – dije con poca energía.

--Amor, ¿Cómo vas?, ¿Te falta mucho? – lo escuché un poquito triste – te extraño Bella…

--No cielo, ya terminamos aquí, me estoy cambiando y voy para allá – bostecé de nuevo – no te duermas, espérame.

--¡Claro amor!, ¿estás muy cansada verdad?

--Mhhhum – fue lo único que pude contestar.

--Te espero amor, no tardes tienes que contarme la sorpresa, recuérdalo.

Camino a casa, nos detuvimos en un deli de 24 horas para comprar unos yogurts, jugos, cereal, leche y muchas manzanas, ya no iba a comer tanto, necesitaba estar mejor que nunca. Llegué a casa y Edward ya me estaba esperando con un super sándwich que tenía de todo y del cual ante su insistencia, me comí la mitad.


--¿Ya me vas a contar? – comenzó a sonsacarme. Durante el camino lo pensé mejor y decidí decirle sólo que iba a una sesión a una playa paradisíaca y no más. Le iba a guardar la sorpresa.

--Si, ¿estás preparado? – Asintió, me puse entre sus piernas y lo abracé – ¡Nos vamos a Tailandia o Australia o a República Dominicana a una playa de encanto!, tengo una sesión ahí, aún no deciden en dónde pero mañana lo sabré, ¿no es genial?

--¡Si amor!, que bien que vayas a una playa – no estaba tan emocionado - ¿Y cuando te vas?

--En un mes, sólo son cómo tres o cuatro días, pero me encanta la idea de ir a la playa – dije emocionada.

--Que bien amor – me abrazaba y no podía verle la cara, pero sabía que no estaba muy feliz por algún motivo.

--¿Qué pasa?, ¿No te gusta la idea? – me atreví a preguntar.

--Sinceramente… no.

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8 comentarios:

CRIS dijo...

en primer lugar, ha sido un capitulo increible!!!!
y en segundo lugar ¡Cómo se le ocurre a Edward parar así como así, una buena sesión de caricias, preludio de un magnífico sexo, sólo por que ha encontrado un arañacito cerca de una de sus niñas, pero hombre por dios, eso no se hace!!!!! a la pobre Bella de la confusión tuvo que irse a refrescarse y se le bajó todo!!!
y sobre la sesión de fotos en la playa, no se por qué no le gusta a Edward, él sabe que Bella es modelo profesional, y que tendrá que salir ligerita de ropa y si es por que van a separearse por unos dias que se vaya con ella y pueden tener unas minis vacaciones paradisiacas de puro sexo, no?

besos

joli cullen dijo...

HAY POBRE DE EDWARD PEOR QUE ENTIENDA LA SITUACION DE BELLA ES MODELO XD AVER QUE PASA

Nani-PattinsonWorld dijo...

Hmmmm que maravilla de capitulo !
Pero como es posible que este hombre sea mosquee por un rasguño ??? es tan posesivo y tan mandon a veces jaja me encanta. Uf creo que lo sesion de fotos en la playa, o se va con ella o lo ve a llevar fatal.
Liii gracias mi niña. Un besazo enormeeeeee

Roma dijo...

ummmm, si es posesivo pero es Edward, que se le va a hacer?
Genial como siempre Li.

Charo dijo...

Este Edward esta super pillao por Bella, lo va a pasar fatal con el trabajo de esta.
Se me olvido comentarte en el otro capi, que me encanto la cancion que bailaron los dos en la fiesta, la de Michael Buble, es preciosa, solo de imaginarmelos es que me emociono...
Gala

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Vaya regalo Li acabo de llegar de vacaciones y me encuentro con ¡¡4 capitulos !!! que obviamente me acabo de devorar. Que pasión tan desbordante, ese par si que son una pareja sexualmente activa, que envidia de relaccion, tan arrolladora.Aunque los dos son una bomba de relojeria con sus enfados tan infantiles, quien de nosotras no suspira por un amor así, por una entrega tan absoluta, por ese deseo en el de hacerte gozar, de esa manera, sin restricciones ......uffffffff
Li, nos subes a las nubes con tu romanticismo y tu pasión, gracias.SWEETPATT

dracullen dijo...

creo ke edward exagera a veces un poco, espero ke ahora no empiesen los problemas entre ellos por culpa del trabajo, digo así la conoció y creo ke es justo ke respete su profesion, muy buen capitulo :D