-Cuando quieras – puso mi abrigo sobre mis hombros y me ofreció su brazo.
Salí de mi apartamento del brazo del hombre más apuesto sobre la tierra. Me quería, lo quería. Lo amaba.
Llegamos al hotel y estaba muy nerviosa antes de bajar del auto. La famosa “alfombra roja” era inevitable, además que era necesaria por las entrevistas que nos harían a todos los que apoyábamos el evento. Era una oportunidad más de pedir la colaboración de toda la gente para ayudar a esa noble causa.
--Estás nerviosa amor, pareciera que fuera tu primera vez – me guiñó un ojo y apretó mi mano.
--Es mi primera vez contigo, además me preguntarán de nosotros y…
--¿Eso es lo que te tiene así? – Tomó mi barbilla entre sus dedos y me miró serio – responde lo que tú quieras sobre nosotros Isabella – creo que estaba un poco decepcionado por el motivo de mi preocupación.
Al bajar del auto una lluvia de flashes nos cegó. Me tomó fuerte del brazo y caminamos hasta Jimmy, que ya nos esperaba ahí, me indicaba con qué medio debía detenerme a dar una pequeña entrevista. De hecho, ese era trabajo de Ángela, acompañarme a los eventos más importantes como éste y encargarse de las relaciones publicas, pero dadas las circunstancias y como no habíamos limado nuestras asperezas, Jimmy se ocupaba por mientras de tomar su lugar, y lo hacía muy bien.
Hice mi primer alto en la alfombra y Edward soltó mi brazo. Eran acaso dos o tres preguntas como máximo con cada medio, así que adopté mi actitud segura y sonreí.
--¡Hola Bella! – El reportero me saludó y comenzó con sus preguntas – Este es un año más que apoyas ésta causa, dime, ¿Aún sientes la misma satisfacción que el primer año? ¿Exactamente cual es tu labor?
Con mi sonrisa más sincera respondí – La satisfacción es mayor cada año, cuando ves que hay personas verdaderamente buenas que apoyan una buena causa de corazón y están dispuestas a dar siempre lo que se necesite – hablé con calma y nunca perdiendo mi sonrisa.
--Y mi labor, además de presentaciones en eventos pequeños y campañas de apoyo, es buscar patrocinadores que se comprometan en grande y a largo plazo para garantizarles a los chicos todas las medicinas necesarias para sus tratamientos, eso es lo verdaderamente importante para mí, poder brindarles la seguridad de que tendrán lo que necesiten para estar bien.
Me agradeció mis respuestas y busqué a Edward que estaba a un metro detrás de mí. Me sonrió cuando lo miré al avanzar con la siguiente entrevista.
--Vaya Bella, de verdad estás comprometida ¿No es así? – me preguntó con doble sentido la chica del micrófono.
--¡Así es! Siempre estaré comprometida con todas las buenas causas, ¡Me hace feliz ayudar! – le sonreí tanto como pude.
--¿Edward Cullen también tiene que ver con esa felicidad Bella? – Ya fue más directa - ¿Están juntos?
--¡Absolutamente! – Estiré mi mano y Edward la tomó acercándose a mi - ¡Estamos juntos!
En las siguientes entrevistas no solté la mano de Edward ahorrándoles hacer la pregunta obligada, ya se las contestaba con esa acción. Pese a mi nerviosismo al principio, después de contestar las primeras preguntas sobre Edward, me relajé y sentí más confianza al ir avanzando.
La prensa no tenía acceso al evento, sólo algunos medios y afortunadamente pasaban desapercibidos, no eran tan agobiantes como los de afuera así que más tranquilos Jimmy nos guió hasta nuestra mesa que era la de los padres de Edward, finalmente hizo algunos cambios y pudimos estar todos juntos.
A Rosalie y Emmett los saludamos rápidamente durante la alfombra pero no habíamos visto a Alice y Jasper, mucho menos a sus padres por lo que el nudo de mi estomago me golpeaba sin remordimiento alguno.
--¡Bella! – Alice se paró gritando a los cuatro vientos - ¡Que alegría! Te dije que era inevitable que ustedes dos…
--Alice, cálmate – trató de apaciguarla Edward - ¿Tú no tienes nada que decirme? – frunció el ceño.
--¡Por supuesto! Saluda a tu nuevo cuñado – tomó a Jasper de la mano y lo empujó hacia Edward, se veía muy tranquilo.
--Jasper – lo miró muy serio – Quiero mucho a mi hermana… - advirtió con su afirmación.
--Yo también la quiero mucho – pasó un brazo por los hombros de Alice y respondió con una seguridad impresionante mi adorado amigo – También quiero mucho a Bella, Edward – le regresó la advertencia levantando una ceja.
--Lo sé – pasó un brazo por mi cintura pegándome a él y besando mi sien – Yo también la quiero.
Después de un extraño saludo entre Edward y Jasper, nos sentamos. Crucé mi pierna y Edward puso su mano sobre mi muslo, encima le puse la mía. Estaba tan contenta que aún no podía creer todo lo que estaba ocurriendo, era como si estuviera viviendo un sueño a colores y a mil revoluciones.
La orquesta empezó a tocar muy suave en lo que el evento iniciaba oficialmente. Estaba muy pegada a Edward y casi apoyaba mi cabeza en su brazo. Al ritmo de la música, comenzó a mover sus dedos sobre la seda de mi vestido, trazando figuras en mi pierna causándome ligeros estremecimientos.
--¡Edward! – lo regañé al oído y obtuve una profunda y verde mirada, pero no detuvo sus caricias. Si seguía acariciándome así, en menos de lo que pensaba iba a estar dando un paso a mi mundo privado del placer y ¡Tenía que desfilar!
Apreté su mano y el apretó mi muslo en respuesta, advirtiéndome que seguiría con sus sensuales trazos en mi pierna, pero Dios es grande e hizo que llegaran sus padres a la mesa, al fin.
--¡Bella, hija!, ¡Edward! – Esme decía en grititos - ¡Hijos que felicidad!
Nos pusimos rápido de pie para abrazarla, también a Carlisle.
--¿Por qué no nos habían dicho nada? – preguntó con frustración abrazándome.
--Bueno – balbuceé – es muy reciente, apenas ¿uno o dos días? – respondí indecisa.
Carlisle me abrazó luego de que Esme me soltó – Nos da mucho gusto por ustedes, te ves feliz Bella.
--Lo estoy – dije mirando a Edward que me abrazó al instante.
--Bueno, ¿Mucha felicidad no? – Edward clavó la mirada en Jasper y Alice que estaban sentados del otro lado de la mesa redonda.
--Se ven tan lindos juntos – Esme sonrió al verlos – tan lindos como ustedes.
--Es un buen chico – afirmó Carlisle dándole una palmadita en el hombro a su hijo.
--Más le vale – Edward junto las cejas y le apreté la mano para que olvidara el asunto del hermano celoso.
El evento comenzó y ya estábamos todos sentados en la mesa. Se hicieron algunos agradecimientos, se entregaron reconocimientos a los patrocinadores que se mantenían fieles cada año ayudando y en las pantallas se reprodujeron los reportajes y entrevistas que nosotras hicimos en los hospitales y a los doctores.
Hubo un pequeño receso durante el cual la orquesta tocaba mientras se servía la cena. Un chico cantaba y yo lo escuchaba atenta por la magnifica voz que tenía, era realmente bueno.
--¿No vas a cenar? – Edward me miró extrañado – come algo – me ordenó.
--Si voy a cenar, sólo que estaba escuchando al chico, es bueno – y me llevé a la boca mi primer bocado. No pude comer todo lo que había en mi plato, estaba nerviosa porque iba a desfilar y mi novio y sus padres estaban ahí. Eran unos nervios muy extraños. Rose estaba como yo, un poco nerviosa y tampoco comió mucho que digamos.
--Bella, y ¿Qué dice Renee de la buena noticia? – me preguntó Esme.
--Aún no le ha dicho mamá, pero lo hará mañana supongo, antes de que se entere por otros medios – Edward se estaba divirtiendo con eso.
--¿No has hablado con Renee? – Rose me miró con los ojos muy abiertos – Supongo que Charlie tampoco sabe nada.
--No – dije muy bajo.
--Ten cuidado Edward, Charlie es de armas tomar – Rose estalló en risas y Edward me miró.
--Calma, Rose exagera – dije mientras negaba con la cabeza.
--Vamos a Forks – dijo Emmett – yo conozco el lugar y tú aprovechas y saludas a tu suegro.
--¡Emmett! – dijimos Rose y yo al mismo tiempo.
--No seria mala idea – susurró Edward a mi oído.
“¿Ir a Forks?”
Quince minutos después, Rose y yo nos levantamos para ir a arreglarnos para el desfile. Ella modelaba un Oscar de la Renta y yo un Elie Saab. Más de treinta diseñadores habían donado uno o dos atuendos y tenían un precio base. Era una subasta secreta y las pujas se harían enviando su oferta en un sobre cerrado. ¡Era emocionante!
Jimmy y Jane nos esperaban con las chicas encargadas de nuestros vestidos y accesorios. Nos retocaron el maquillaje antes de ponernos los vestidos y en media hora estábamos listas y esperando en la fila nuestra señal para salir.
--Bella tienes que contarme – comenzaba a insistirme.
--Lo haré Rose, pero no aquí – le advertí.
--Bella… - tomó mis manos y me miró fijamente, muy seria y yo no pude más que sonreírle con la mirada.
--¡Yeeeiiii! – Gritó emocionada abrazándome como loca - ¡Bella! – me apretaba, no podía decir nada, ya estaba amenazada.
--¡Bella! ¡Bella! ¡Bella! – trituró mis manos.
--Cálmate Rose, ¡Por favor! – Supliqué – ni media palabra a nadie ¿de acuerdo?
--Te lo prometo Bella – Rose estaba emocionada por mi.
La música comenzó a sonar y las chicas iban saliendo conforme a lo que habíamos ensayado la tarde anterior. Yo salía a la mitad del desfile y Rose casi al final, después una rápida ronda en fila, como siempre. Escuché la canción que correspondía a mi grupo y me preparé a salir.
--¡Bella! En 10…, 5… ¡Go!
Y salí con un hermoso vestido de gasa, ceñido a mi cuerpo, envolviéndome. Pegado a mis caderas, marcando mi talle y mis curvas, mi vientre plano y mi voluptuoso busto desbordándose por el perfecto ajuste del escote strapples irregular, con una pequeña flor en un seno. Vaporosas capas de gasa verde menta rodeaban mis piernas ondeando a su alrededor, bailando sobre ellas y se dividían en una abertura que comenzaba en mi ingle izquierda, muy alta. El vestido era un sueño…
Caminé segura, sexy y orgullosa porque así me sentía. Feliz por ser una mujer que se sentía amada por el hombre más perfecto, ese hombre que me miraba fijamente desde que di un paso sobre la pasarela. Llegué al frente y lo busqué con la mirada y le sonreí discreta pero muy provocativa.
Nuestros ojos se encontraron y me estremecí. ¿Cómo podía causarme eso? Di la vuelta muy sexy dando un paso con mi pierna izquierda ocasionando que la abertura se abriera aún mucho más, llegando casi a mi cadera. Comencé a caminar de regreso sin perder mi ritmo. Aún sentía su mirada quemando mi piel.
No esperé mucho para volver a salir a la ronda final. Fue rápida y sólo pude verlo muy pocos segundos. Los nervios habían pasado. Ahora teníamos que ‘modelar’ el vestido treinta minutos entre la gente para que lo vieran de cerca e hicieran sus ofertas, así que Rose y yo regresamos a la mesa no sin hacer varios altos en nuestro camino saludando a varias personas conocidas y tomándonos fotos para algunas revistas de sociales.
Me miraba mientras me acercaba a él y antes de llegar ya se había puesto de pie.
--Isabella, te ves muy hermosa con este lindo vestido – sonrió y me dio un beso, quedándose con una buena parte del brillo que tenía en mis labios. Me hizo una cara fea y con una servilleta le limpié su hermosa boca.
--Bella, Rose y tú lo hicieron maravilloso – Alice brincaba frente a nosotros - ¡mis cuñadas son lo máximo!
Quería sentarme un momento a descansar para luego caminar con las chicas entre la gente para modelar el vestido pero Edward no me dejó. La orquesta había comenzado a tocar de nuevo y el chico cantaba una canción que yo conocía muy bien. Apenas la escuchó, me tomó de la mano arrastrándome al centro de la pista.
“¿Edward Cullen bailando?” “¡Oh si señor!”
Me rodeó por la cintura con un brazo pegándome completamente a él y su otra mano tomo la mía, entrelazando nuestros dedos.
--¿Bailas? – no me dejó responder porque ya giraba por la pista con mi confundido cuerpo entre sus brazos y sólo tarde un par de segundos en dejarme llevar. Edward Cullen bailaba maravilloso. La mano en mi cintura permanecía muy firme, presionándome aún más a él y cuando ya no pudo estar más cerca de mí lo escuché cantar a mi oído.
“¡Oh Señor!, ¡Sosténme! “Porque no puedo creer lo que estoy escuchando de sus labios!”
Sus labios rozaban la piel de mi oreja, estremeciéndome por su contacto unido a la sorpresa que tenía de escucharlo cantarme esa canción. Significaba mucho para mi saber que le podía hacer sentir tantas cosas y que me las dijera así, era por completo abrumador en el más perfecto de los sentidos. Lo abracé fuerte y descansó su mejilla en mi cabeza, soltando mi mano para acariciar mi nuca con cuidado para no deshacer mi peinado. Hundí mi cara en su pecho para olerlo, necesitaba respirarlo para poder disfrutar con el alma ese momento.
Me besó dulcemente después de cantarme la estrofa dónde decía que se permitía besarme sólo porque podía, demostrándome que era verdad que lo sentía.
--Mi niña Bella – murmuró sobre mis labios – te quiero… - y me aferré a él con todas las fuerzas de mi alma…
Bailamos dos canciones más y Edward me sostuvo muy firme mientras caminábamos de regreso a la mesa. Estaba feliz, aturdida, mareada, muy emocionada y sobre todo excesivamente enamorada.
--Toma esto – me dio un vaso con un poco de coca cola para subir el azúcar, nunca fallaba eso. Me lo tomé completo y unos minutos después me levanté.
--¿A dónde vas amor? – apretó mi mano sin permitirme avanzar ni un paso.
--Voy a entregar el vestido – bajé la mirada hacia mi cuerpo – y a ponerme el mío.
--No Isabella – se puso de pie muy cerca de mí – no es necesario que hagas eso.
--Claro que si, tengo que… - me detuve porque una idea pasó por mi mente y lo miré a los ojos. Estaba fascinado viendo mi reacción de sorpresa - ¡Oh no!…
--¡Oh si! – me sonrió como tan sólo él podía hacerlo - ¡Ven para acá! – me jaló entre sus brazos y me besó.
--Sólo yo puedo quitarte este vestido – me dijo en secreto al oído - ¡Sólo yo!
Me ruboricé al instante y se sentó a la mesa poniéndome en su regazo. Un buen rato fue el que permanecimos así, mientras estábamos solos en la mesa ya que los demás bailaban o saludaban a alguien por ahí. Acariciaba mi espalda desnuda con sus dedos, tierno, suave y yo me removí ligeramente sentada en sus piernas. Continuó moviendo sus dedos en mi piel y mi respiración comenzó a agitarse. Una corriente comenzó a recorrer mi columna, me moví nerviosa y lo sentí crecer bajo mis nalgas.
--Oh Bella – comenzó a respirar profundo – Te necesito… --Vámonos de aquí – le pedí y me pidió esperar un momento. Me levanté y me senté en mi silla esperándolo, cuando Esme y Carlisle regresaron con nosotros.
--Bella, ¡no sabes! – habló emocionada – compré algo maravilloso, ¡una litografía de Salvador Dalí!
--¿En serio? – Abrí mucho los ojos - no sabía que estaba entre las obras de arte y yo tengo una especie de fascinación por él – confesé y Edward me miró levantando una ceja, curioso.
--Tendrás que enseñármelo Esme – sonreí.
--¡Desde luego!, ¿Cuándo van a comer a la casa? – preguntó feliz.
Después de quedar para comer con sus padres pronto, Edward y yo nos despedimos y antes de que me pusiera sobre los hombros el abrigo que llevaba, nos pidieron tomarnos una foto juntos para otra revista.
Era nuestra primera foto oficial como pareja y eso me causo mucha emoción. Poder decirle al mundo entero que él hombre parado junto a mí me quería y que yo lo amaba con todo mí ser, que no tenía nada que ocultar y que era muy feliz.
Edward me rodeó la cintura con un brazo, me pegó a él y yo sonreí feliz gritándole al mundo entero que Edward era mío. Después de la foto salimos a esperar el auto. Se aflojó el nudo de su corbata y me miró amenazador.
--¿Por qué me miras así? – pregunté con una sonrisa.
--No te miro “así” – remarcó la última palabra bromeando – te disfruto con la mirada, que es diferente.
No pude evitar sonrojarme y dirigí mi mirada hacia otro lado buscando distraerme pero Edward me jalo hacia él tomándome por la cintura, pegándome peligrosamente. Presionándome a su cuerpo y reaccioné a él endureciéndose mis pezones y dejando escapar un leve jadeo ante el cual, obtuve mi respuesta al sentir su miembro duro aprisionado en sus pantalones, deseando escapar de allí y…
El auto llegó, con prisa me ayudo a subir y condujo a casa, acariciando mi muslo desnudo que salía por la abertura de mi vestido nuevo. En el elevador, me aprisionó contra los espejos, besándome desesperado y subiendo su mano por la parte superior de la abertura, bajo el vestido y gruñó con sorpresa al palpar el hilo que usaba como bragas.
Abrió la puerta con sus propias llaves y cerró rápido cuando estuvimos dentro. De la mano me llevó casi corriendo a la habitación y se recostó en la cama. Cuando iba a acercarme para ponerme sobre él y besarlo, me detuvo.
--¡No! – su mirada estaba oscurecida y su voz muy ronca. Mi confusión no se hizo esperar.
--¿Qué? – Pregunté - ¿Por qué no?
--Modela para mi Isabella – su mirada iba cargada de deseo.
Tardé unos segundos en asimilar lo que me había pedido y camine con la cabeza un poco baja hacia un extremo de la habitación, cerré los ojos y respiré muy profundo echando los hombros hacia atrás alineando mi clavícula, elevando mi pecho al mismo tiempo que levantaba mi barbilla y mi actitud cambiaba a la de la modelo que él quería ver en ese momento.
Me di vuelta y lo miré altiva. Y caminé hacia él con pasos firmes, marcando con cada uno de ellos el movimiento más pronunciado de mis caderas, con los labios entreabiertos y dejando atrás la altivez de mi actitud que cambió a una provocativa, llena de deseo, tentadora, ansiosa de él y de sus caricias.
Se sentó a la orilla de la cama, cuando me acerqué a él, estiró una mano para tocarme, la esquivé al darme vuelta y caminé dándole la espalda. Mis caderas se menearon aún más, di la vuelta al llegar a la pared y mantuve un par de poses sensuales para regresar a él. Caminé de igual forma tratando de excitarlo y cuando estuve frente a él de nuevo e intento tocarme, lo esquivé como la vez anterior y giré sobre mis talones.
--¡No te alejes de mi de nuevo! – Me ordenó - ¡Ven aquí!
No había dado ni el segundo paso cuando tiró de mí jalándome por un brazo, fuerte, sin delicadeza. Su voz era ronca y enérgica. Demandante pero excitante al mismo tiempo. Me puso entre sus piernas mientras se mantuvo sentado en la cama y apretándome contra él, me besaba con desesperación, y sentí su mano bajo la tela del vestido a la altura de mi ingle, buscando ansiosa mi piel.
Moví un poco mi rostro separándome de él para respirar pero se puso de pie y con una mano en mi nuca me sostuvo firme para que no pudiera alejarme de nuevo. Lo empujé para jalar aire y me apretó más pero liberando mi nuca. Su mano seguía recorriendo ansiosa la piel de mis caderas y escuché de pronto el sonido de la tela rasgándose.
--¡Edward! – grité.
--¿Qué? - preguntó con su voz áspera.
--¡Mi vestido! – respondí alarmada.
Su respuesta fue cargarme y darse la vuelta para tumbarme sobre la cama mirando mi rostro asustado. Traté de decir algo pero mi respiración y mi asombro no me lo permitieron al ver su mirada transformada por su deseo, llena de lujuria. Se inclinó sobre mí y su mano regreso a mis caderas tomando la fina tira de hilo color carne de mis bragas arrancándolas de un fuerte tirón. Sus manos recorrieron mi talle, subiendo por mis caderas arriba de la tela, haciendo un alto sobre mi vientre contraído por su sorpresiva reacción, llegando a mis senos masajeándolos con más fuerza que las veces pasadas.
Me impulsé con los codos y pude subir un poco en la cama, tratando de alejarme pero él subió sobre mí quedando a horcajadas devorándome con la mirada, intimidándome. Dobló su cuerpo hacia mí para poder besar mi pecho. Pasaba sus labios por la orilla del escote dejando un rastro húmedo con su lengua que probaba el sabor de mi piel, buscando llegar a mi clavícula para dejar esa misma huella hasta llegar a mi cuello debajo de mi barbilla.
Su boca alcanzó la mía invadiéndola salvaje. Moviendo su lengua en mi boca imponiéndose a la mía, enredándola y enloqueciéndola. Una de sus manos llegó hasta mi entrepierna encontrando la zona suave que tanto le gustaba comenzando a subir y bajar sólo por encima para luego hacerlo mas adentro.
--¡Ah! – mi garganta dejó escapar un grito contra sus labios.
Ignorando mi exclamación prosiguió explorando con su boca cada rincón de la mía, haciendo crecer mi excitación y deseo. Impulsé mis caderas hacia su mano y al sentirlo la quitó de mi cuerpo y regresó a su posición a horcajadas sobre mí, inclinándose ligeramente acariciando de nuevo mis senos, más lento. Bajando su rostro a mi pecho, tomó entre sus dientes la flor que tenía en un seno y la arrancó de un jalón, arrojándola a un lado e inmediatamente, sus manos agarraron la orilla del escote desgarrando el vestido, partiendo la tela, dejando mis senos desnudos frente a él y a toda esa extraña pasión que desataba sobre mí en ese momento.
--¡Edward! – Exclamé asustada - ¡Mi vestido! – volví a gritar.
--Esto… – dijo mientras quitaba pedazos de tela de mi pecho y besaba la piel entre mis senos – ¡Es mío! – su boca atrapó uno de mis pezones succionándolo fuerte y haciendo que se empezara a nublar mi mente.
--¡Ahh! – grité al sentir mucho dolor bajo su boca.
--¡Tú eres mía! – su boca fue a mi otro pezón corriendo con la misma suerte que el primero.
--¡Ellas son mías! – Hundió su cara entre “ellas” - ¡Eres mía Isabella!
A este punto yo ya no podía ni pensar siquiera, su boca me había llevado ya a mi mundo privado del placer al succionar mis pezones de esa forma, nunca lo había hecho de esa manera y era lo mas excitante del mundo. Doloroso pero muy excitante. Sentí que se puso de pie y rápidamente se deshizo de su ropa tomando del bolsillo de su pantalón un paquetito, colocándose su contenido. Se acomodó sobre mi cuerpo enredado entre jirones de tela abriendo mis piernas, una de sus manos me acarició justo ahí causando que mi cuerpo ya sin voluntad se retorciera al contacto de sus dedos.
--¡Respondes ante mi Isabella! – Introdujo un par de dedos en mi cuerpo - ¿Sientes qué tan húmeda y lista estás para mi? – movió sus dedos girándolos en círculos pequeños y luego fue directo a ese punto que me desconectaba de la realidad. Jugó unos segundos con él y abandonó mi interior.
--¿Cómo podrías negar que me perteneces?
Y con una fuerte embestida entro en mí, duro, firme, toda su longitud dentro de mi cuerpo proclamándolo suyo, demandando su propiedad, tratando de llegar a lo más profundo de mi ser con cada empujón de su cuerpo en el mío.
Sus movimientos provocaban los jadeos de ambos, irregulares como nuestras respiraciones, llenos de pasión, de deseo y de lujuria. Una lujuria muy nueva para mí, descubierta en ese mismo momento en mi ser, experimentándola, disfrutándola, ahogándome en ella…
--¡Dilo Isabella! – Me ordenó - ¡Quiero oírlo de tus labios!
Con cada intromisión de su cuerpo en el mío sentía moverse hasta la molécula más pequeña en él. Poco a poco iba perdiendo la capacidad de pensar y de reaccionar. ¿Cómo podría contestarle lo que tanto me pedía?
--¡Dilo!
--¡Soy tuya! – dije con un hilo de voz y con mucha dificultad.
El torbellino ya se había levantado en mi vientre, y comenzaba a elevarme con él haciendo mis jadeos mucho más rápidos.
--¡Otra vez! --Soy… tuuya – un murmullo apenas audible salió de mi boca.
--¡Mírame Isabella!, ¡Abre los ojos! – más que una orden fue una súplica, su tono se había suavizado.
Hice lo que me pidió y con mucho trabajo los abrí para encontrarme con los suyos mirándome con ansiedad. No pude sostenerle la mirada por la lluvia de sensaciones que comenzaría a explotar dentro de mí en unos momentos más. Las sentía venir, ya las reconocía perfectamente, eran inconfundibles. Cada arremetida en mí me indicaba que mayor sería mi exquisita caída, que mayor sería mi goce. Mi cuerpo se arqueaba a su propia voluntad anunciándole mi orgasmo al empezar a contraerse mi cuerpo alrededor de su miembro.
--¡Ah! – jadeé más fuerte
--¡Así, así Isabella! Una embestida más de su cuerpo y exploté. Con la espalda arqueada y mi interior contraído, me dejé ir y sentir el orgasmo en toda su gloria.
--¡Edwaard! – su nombre se ahogó en mi garganta. Contraer mis músculos internos tan fuertemente fue suficiente para que Edward alcanzara el suyo.
--¡Ahh Bella! – Gritó fuerte aferrándose a mis caderas – Bella… Dijo mi nombre y se desplomó sobre mí, descansando su cabeza en mi pecho.
Yo aún sufría los remanentes del orgasmo y no podía sentir el peso de su cuerpo, aún no me conectaba con la realidad. Unos minutos después salió de mi con suavidad y se recostó a mi lado.
Permanecí unos minutos más sin moverme y cuando escuché su respiración más lenta, me puse de lado tomando algunos jirones de tela del vestido enredados en mi cuerpo, llevándomelos al pecho junto con mis rodillas, en posición fetal.
Había sido un orgasmo como ninguno, pero así también había sido la sorpresa que me causó su actitud. Salvaje, intimidante, un poco violenta. Sorpresiva e inesperada. Se movió a mis espaldas y pasó un brazo alrededor de mi cintura.
--Bella, amor – su voz aún era ronca pero ya no había esa intención demandante en ella – Bella… - repitió besando mi espalda pero no me moví y hundió su rostro en mi pelo desordenado, respirando mi olor.
--Isabella – me llamó de nuevo y las lágrimas inundaron mis ojos reaccionando a lo que recién había ocurrido.
--¡Perdóname amor! – Me apretó contra su pecho y estallé en llanto – Mírame Bella – levantó mi barbilla entre sus dedos. Abrí los ojos y lo abracé aferrándome muy fuerte a su pecho.
--¡Tuve miedo! – grité.
--Bella perdóname – sus ojos brillaban – me dejé llevar amor, perdóname – me suplicó angustiado mientras yo lloraba.
--¡Me asusté! – Lo golpeé en el pecho - ¡Me asustaste! – repetí.
--Por favor Bella, ¡Di que me perdonas! – decía mientras besaba mi frente.
Me mantuvo abrazada a él un rato acariciándome en lo que me calmaba un poco hasta que finalmente me moví, separándome de él.
--Bella, ¿Me perdonas? – insistió.
--¡No! – Grité con fuerza y el palideció - ¡Mira como has dejado mi lindo vestido!, ¡No te puedo perdonar esto! – chillé tan fuerte como pude.
--¿¡Que!? – Exclamó completamente confundido - ¿Por eso lloras?, ¿Por eso te asustaste?, ¿Por un vestido? – su expresión era impagable.
--¿Y tú porque creías que lloraba?, ¿Cuántas veces en tu vida te han desgarrado encima un Elie Saab?
--¡Dímelo!, ¡Dilo! – me puse de pie taconeando el piso histérica y tomando lo que quedaba del vestido entre mis manos, caminé hacia el baño pero me di media vuelta antes de entrar.
--¡Esta me la vas a pagar Edward Cullen! – Dejé escapar con mis gritos todo el aire de mis pulmones - ¡Me la vas a pagar!
*
*
9 comentarios:
OYE YO QUE PENSE QUE LLORO POR LA BRUTALIDAD PERO NO POR UNSIMPLE VESTIDO JEJEJEJE
QUE LA AGARRE TODOS LOS DIAS ASI
HEY MUY CORTO EL CAP PERDON PERO ME DAN GANAS DE MASMAS MAS Y MAS BYE
jo que no me dejaba dejarte comentario cielo !
Que te puedo decir, que me tienes encandilada y enganchada a tu fic y de que manera, ese Edward a veces desconcertante, a veces mimoso y cariñoso me tiene enamorada perdida y Bella, ella es tan dulce ...
Gracias por escribir este fic, es PERFECTO igual que EL.
Un besazo
ahh si quieres dejar el video de Michael Buble ... aqui lo tienes
http://www.youtube.com/watch?v=SPUJIbXN0WY
O.o por un simple vestido y yo que pense que era por su actitud slavaje y no tan tierno como las primeras veces ¿? no la entiendo me quedo con la misma perplejidad de Edward
Genial como siempre, me encantó el sentido del humor del vestido. Tú escribe que yo leo.
Que me quiten un vestido así a mí, Dios!!!! Yo quiero!!!!
yo creo que Bella lloró de la impotencia, pero creo que estaría encantada de que le quitara Edward otro vestido de la misma forma, y más bien le encantó y cuando le dijo al final gritandole que se la iba a pagar, creo que se lo dijo para ver la cara de él.
besos
Dioooooooooos!!!, que bueno, cuatro capitulos de un tiron, es lo bueno de estar de vacaciones, que se te acumulan y luego leerlos de un tiron es una gozada.
Li, este Edward me tiene loquita, a veces tierno y a veces tan animal,madre mia como me pone, es genial, que pasion por favor....
Ya estoy ansiosa por leer el proximo, no te tardes porfa, besos
Gala
oh -oh!! yo pensé ke lloraba por lo salvaje ke se habia comportado, hastapense ke lloraba por el dolor ke le causó a las niñas, pero x un vestido??? diablos las mujeres si ke somos complikadas, mejor no opino, creo ke todas hemops llorado alguna vez por cosas mas insignificantes, saludos :D
por cierto yo tambien kiero ke me arranke un vestido así!!!!
Publicar un comentario