viernes, 13 de agosto de 2010

CAPITULO 19

CAPITULO 19

-¿Tu casa o la mía? – pegó nuestras frentes.

--Esta noche la mía – dije rozando nuestros labios y muy lista para aprender lo que él quisiera enseñarme.

Arrancó el auto y llegamos a mi casa en tiempo récord y creí que cometería conmigo un acto indecente en el elevador otra vez pero sólo me abrazó por detrás y enterró su cara en mi pelo, besando mi cuello y mi nuca. Cerró la puerta y tiré mi bolso en un sillón del salón.

--¿Alguien tiene prisa? – preguntó haciéndose el chistoso.

Escuchar sus palabras provocó que mis mejillas se pusieran tan rojas como unas manzanas y me quedé quieta. ¿Qué pensaría de mí? ¿Qué sólo estaba deseosa de puro sexo? La verdad era que sí, no quería ser tan obvia pero me estaba quemando por dentro, por sentir sus manos recorrer mi cuerpo y su boca…

--¡Oh!, no – me pasaba las palmas de las manos por los brazos secándomelas del sudor por los nervios - ¿Te gustaría un té? ¿Un café? – hablaba para disimular mi prisa por él. Edward caminó lento a mí alrededor, observando mi reacción.


--¿Pasa Algo? – pregunté después de un rato que se me hizo eterno bajó su mirada, estudiándome. Parecía un felino de ojos verdes cazando a su presa, así me sentí, su presa.

--No, no pasa nada – habló con calma pero sin dejar de observarme – es sólo que… - se detuvo frente a mi, muy cerca – llevo toda la tarde esperando para por poder hacer esto – tomó mi barbilla entre sus dedos y levantó mi cara para besarme despacio. Su lengua invadió mi boca y se movió alrededor de la mía, provocándola. Se separó de mí un poco.

--¿Esto? – Pregunté confundida – pero si me besaste toda la tarde Edward.

--No así – puso una mano detrás de mi nuca y me besó con más fuerza excitándome más.

--¡Edward! – pude decir cuando se alejó para respirar. Mi pecho subía y bajaba ante mi agitación y el suyo también, su fuerte pecho.

Me tomó en sus brazos y me llevó a la habitación, dejándome de pie junto a la cama. Me quitó la chaqueta y yo hice lo mismo con la suya. Era absoluta y totalmente inexperta, así que haría con él justo lo que él hacía conmigo, no podía fallar y quedar mal.

Se puso detrás de mí y me rodeó con sus brazos, besando mi cuello, lo hacía tan lento que mis ansias de él hicieron que me diera vuelta para verlo, para tocarlo y para besarlo con desesperación.

--Calma Bella – susurró a mi oído – esto es con calma.

Se sentó en la cama y me dejó de pie entre sus piernas, me acercó a él y enterró su cara entre mis senos, respirando profundo, moviéndola en círculos pequeños mientras sus manos me pegaban a él presionando mis nalgas.

Mis manos se enredaron entre su pelo broncíneo sin pensarlo, acariciándolo con mis dedos y uñas. Me incliné un poco para besar su coronilla y se aferró más a mí cerrando sus brazos alrededor de mi cintura. Levantó el rostro y lo besé en la frente, en cada uno de sus ojos cerrados, besé su nariz y finalmente su boca.

--Sufrí toda la tarde Bella – dijo agitado – al ver tus curvas, verte pavonearte en mi cara, moviéndote tan sensual… - me jaló con él y me giró dejándome acostada en la cama, él se puso de pie y me quitó rápido los zapatos, también se quitó los suyos. Tomó mis manos y volvió a jalarme hacia él y me puso de pie en la cama, sus manos estaban en mi cadera una vez que recuperé mi equilibrio, las bajaba y subía despacio, acariciándome.

Desabrochó el botón de mis jeans y bajo el cierre despacio. En este punto yo ya no podía pensar, estaba rendida ante él y podría hacer conmigo lo que él quisiera, estaba dispuesta a todo con él y para él. Sus manos estaban bajo mi blusa, acariciando mi piel, volviéndome loca de ansiedad.

--Edward – lo apuré.

--Esta blusa Bella – su voz era seria, acusadora – marca cada curva de tu cuerpo, de tus caderas – y las acarició hasta casi llegar a mis nalgas. Por la orilla de la blusa, la levantó pasándola sobre mi cabeza y besaba la piel entre mis costillas y un poco más arriba. Mi brassierre azul marino quedo ante sus ojos y no tardo en tocarlo, martirizándome por su lentitud. Sus dedos acariciaban la orilla de las copas, sin tocar mi piel, sólo la tela. Drásticamente cambo de objetivo.

--Pero estos jeans – se calló un segundo – ¡voy a quemarlos! – Dijo serio – no está bien que este trasero – apretó sus manos en él – se vea tan perfecto en ellos. No puedo permitirlo Isabella. No está bien.

Metió la mano entre la tela de los jeans y mi piel, hacia atrás, a mis nalgas, masajeándolas fuerte. De un jalón bajó los jeans hasta mis muslos, arriba de mis rodillas. Puse mis manos en sus hombros y me los quitó. Antes de que pudiera hacer otra cosa, agarré su camiseta y tiré de ella tratando de pasarla por su cabeza para deshacerme de ella. Edward me ayudó, levantó los brazos y la saqué más fácil, no había terminado y abrazó mis piernas, lo que me hizo tirar su camiseta por ahí.

--Eres tan suave – decía mientras besaba mi abdomen – quiero verte Bella – y sin mas, bajó mis bragas, ayudándome a quitarlas. ¡Oh Dios! Me estaba volviendo loca de deseo.

--Quiero verte – repitió – quiero pasar mi mano por aquí, por tus muslos que me gustan tanto, tan firmes, quiero sentir que hay aquí - y la sentí entre mis piernas, en su unión. No podía respirar, me faltaba el aire pero no me movería de ahí, necesitaba disfrutar de lo que Edward quería hacer conmigo.

--Tan suave, tan húmeda – su voz ronca me dijo que estaba tan excitado como yo – quiero tocarte – metió sus dedos entre mis labios moviéndolos muy despacio. Me sostuve de sus hombros porque mis piernas me temblaban de placer.

--Oh Edward – balbuceé y fue cuando sentí además de sus dedos acariciando mi clítoris, sus labios rozando mi piel. ¡Que gloriosa sensación!

--Bella – dijo contra mi piel y me arqueé al sentir su aliento tibio ahí – te quiero tocar así – introdujo dos dedos en mí y jure que se doblaban mis piernas pero me sostuvo con su otro brazo libre. No podía pensar, sólo sentir y era maravilloso. Despertaba mi cuerpo a otro mundo, uno dónde no existía la razón, un mundo donde sólo se permitían sensaciones que hicieran vibrar mi cuerpo, que me hicieran querer más, que me hicieran dejarme llevar sin importar las consecuencias.

Movió sus dedos lentamente dentro de mi cuerpo, en círculos, incitándome, perdiéndome en ese mundo, buscando algo y no me importaba que fuera, sólo quería que nunca dejara de tocarme.

--¡Oh! – gimió y me agarré muy fuerte de sus hombros, no podría resistir mucho y mi respiración se agitó más. El torbellino empezó a levantarse en mi vientre bajo, formándose con fuerza, llegando a cada parte de mi cuerpo, a cada terminal nerviosa, a puntos que ni siquiera sabía que tenía, nublando todos mis sentidos, envolviéndome, llevándome con él.

Intenté hablar pero fue inútil, sólo un balbuceo ahogado salió de mi garganta. El torbellino me elevaba, llevándome muy alto. Empecé a estremecerme y sentí su brazo agarrarme más fuerte por la cintura pero sus dedos seguían dentro de mi cuerpo, moviéndose dentro de mi hacia atrás a veces pero la parte de adelante era dónde estaba centrado su interés, volviéndome loca.

--¡Ahh! – chillé al sentirme en la punta del torbellino, dispuesta a caer mientras mi cuerpo comenzaba a contraerse lentamente.

--No amor, aún no – susurró mientras seguía moviendo hábilmente sus dedos – espera, espera.

¿Cómo podía pedirme eso? Apenas entendía lo que me pedía pero aunque lo hiciera, era demasiado tarde, el torbellino comenzaba a soltarme y ya no tenía ningún dominio de mi cuerpo. Empezaba a caer, sentía mi cuerpo contraerse más fuerte, y de repente, todo a mi alrededor en mis dos mundos, desapareció.


--¡Ahhh! – grité tan fuerte como mi garganta me lo permitió cuando sentí que sus dedos encontraron lo que buscaban y en el momento más oportuno. Edward lo notó al escucharme gritar y al sentir que me cerraba alrededor de sus dedos, temblando. Movió más rápido y fuerte sus dedos en mí, en ese punto que había encontrado y que encendía una oleada desconocida de sensaciones maravillosas.

--¡Edward! – Grité muy fuerte - ¡Edward!

--Si amor – murmuró – lo sé.

Sus dedos comenzaron a bajar su ritmo. Dejaron de tocar ese punto que me había elevado a otra dimensión. Ya no se movían casi nada, pero no abandonaban mi cuerpo. Sólo hasta que dejé de temblar los sentí deslizarse fuera de mí.

Jadeaba inclinada sobre su hombro, no podía sostenerme de otra forma hasta que me rodeó por las piernas con ambos brazos y me cargó. Me recostó en el otro lado de la cama y el junto a mí. Me abrazaba por detrás y besaba mi hombro, mi cuello y mi nuca. Rozaba su barba de un día sobre mi piel, despacio, y las sensaciones no terminaban de abandonar mi cuerpo ante ese roce.

Una vez que mi respiración volvió a su ritmo normal, me giré para verlo de frente. Me sonrió y luego asintió en una forma de preguntarme si todo estaba bien y les respondí con otra sonrisa muy grande asintiendo feliz. Me atrajo más a su cuerpo y pude sentirlo contra mí, duro, firme, pero aún dentro de su pantalón.

Tomé su rostro entre mis manos y acerqué mi cara a la suya para besarlo, profunda y lentamente, disfrutando de cada parte de su boca. Desde sus labios, su lengua, acariciándolo debajo de ella y sentí que se estremeció. Mmm, un punto sensible de Edward. Mis dedos jugaron con su nuca enredándose en su pelo, jalándolo a veces, fuerte. Fui bajando mi boca lentamente por su cuello, dejando con la puntita de mi lengua un caminito húmedo. Volví a subir mis labios por su mandíbula marcada, raspándolos con su barba, dejándolos sensibles pero aún así seguían su camino seguidos por la punta de mi lengua. Mi cuerpo acompañaba el movimiento de mi boca, pegándome contra él, frotando mi vientre y mis senos y cuando los sintió tocando su pecho, insistentes, tomó mis manos y se movió para ponerme de espaldas en la cama y él sobre mí.

--Bella – dijo con voz muy ronca – amor… - me sentó y desabrochó mi brassiere, quitándomelo y aventándolo a un lado. Tomó mis senos con ambas manos y hundió su rostro respirando en ellos y besándolos después.

--¡Oh por fin! – mantenía sus manos en mis senos tomándolos delicadamente. Paso su boca por toda la piel, rodeando mis pezones. Lo tomé de nuevo por la nuca, acariciándolo como le gustaba y atrayéndolo a mí pecho, lo quería justo ahí.


--¡Mis niñas! – Dijo juntándolas un poco - ¡Mis niñas Bella! – dijo y siguió repartiendo besos a cada una de “ellas”.

--¿Les hicieron daño? – Preguntó – dime Bella, ¿las lastimaron?, no tienes una idea de cómo sufrí al escuchar que les habían clavado alfileres a mis “niñas”, no sé como me contuve para no ir a darle un buen golpe al tipo ese - ¿Están bien?

--Están muy bien amor, no pasó nada – lo tranquilicé pero estaba fascinado admirando a sus niñas que no se bien si me escuchó. Levantó la mirada hacia mi antes de que terminara de hablar.

--Bella, ¿te diste cuenta? – su voz regresaba a la normalidad.

--¿De qué? ¿Sucede algo? – le pregunté mientras me miraba sonriente pero aún no se movía de entre mis senos.

--Es la primera vez – subía poco a poco hacia mí – que me dices “amor” – llegó a mi boca y la atrapó entre la suya, con pasión.

--¿Si? – Pregunté cuando nos separamos un poquito – eso eres para mi Edward – me atreví a decirle.

--Tú me lo dices tan fácil – mordí mi labio y bajé la mirada para armarme de valor y preguntar subiéndola de nuevo – ¿Eso soy para ti?, ¿Lo soy?

Se separó de mí, y se puso de pie quitándose los pantalones que aún tenia puestos y los bóxers también. De nuevo en un mismo día, estaba desnudo frente a mí. ¡Oh Dios! Se recostó de nuevo, abrazándome y rozando su pene erecto, firme y duro contra mi abdomen. Que deliciosa sensación, pero necesitaba saber su respuesta y traté de no distraerme demasiado pero era muy difícil.


--Isabella – me abrazaba y me pegaba más hacia él – yo sé que tienes razones para dudar de mí, de mis palabras – sus ojos me miraban fijamente, estaba muy serio.

--Al principio yo hice todo lo posible para que te alejaras de mí – enredó una pierna entre las mías – también trate con todas mi fuerzas Bella, Dios sabe que traté, de sacarte de mi mente pero te aparecías por todas partes, a dónde iba había una imagen tuya. Lo que nunca me había pasado antes me estaba ocurriendo. Me estabas interesando mucho y cada vez que iba a casa de mis padres salías a la plática o estabas ahí, no podía huir de ti. Además siempre parece que tienes problemas, o tengo que llevarte al hospital de madrugada o te deprimes y da la casualidad que tus problemas Bella, me oprimen el corazón y eso es nuevo para mí. Sólo me calmaba viniendo a ver si estabas bien – hablaba suavemente, muy cerca de mi boca.

--El tiempo que pasaba contigo por pequeño que fuera, me alegraba el día y te confieso que odié mucho tiempo sentirme así, cursi, idiota por ti – suspiraba cerca de mí y podía sentir su aliento cálido, dulce.

--Pero ahí me tenías, ¡hablándote la mañana de navidad! y ahí me di cuenta cuando me dijiste que mi problema era que siempre me la pasaba jugando, me dejaste muy pensativo por muchos días y bueno – suspiró – necesito decirte que… - me besó muy tierno, un beso que después iba cargado además de ternura, de pasión y deseo y …

--Necesito decirte Isabella – suspiró de nuevo – ¡Que quiero estar contigo!, ¡Que necesito tenerte cerca de mí!. Te necesito cerca para funcionar Bella, no tienes una idea de cómo sufro y me desespero cuando sé que estás lejos. Que me vuelvo loco cuando te veo en una revista con alguien, pero creía conocerte y me tranquilizaba un poco diciéndome que tú eras diferente y mira cómo me has sorprendido – rozó su mejilla contra la mía, despacio.

--Edward… - dije pero no me dejo hablar.

--Shh, déjame terminar por favor – me pidió – ¡Quiero intentarlo todo contigo!, ¡Porque te quiero y necesito estar contigo! ¡Te necesito en mi vida Isabella Swan! Eres la única mujer por quien quiero darlo todo, déjame demostrártelo – y me besó de nuevo.

--¡Déjame estar en tu vida Bella! – Me pidió – Dame la oportunidad de demostrarte que ya no soy el de antes.

--Edward… - trató de interrumpirme pero puse un dedo en sus labios - ¡Ya te la he dado!, ¡Estás aquí conmigo! En mi casa, en mi cama. Te la he dado desde antes que me la pidieras porque ¡Te quiero Edward!, ¡Te quiero! – lo abracé con todas mis fuerzas y él también a mí.

--¡Isabella, amor! – repartía besos por toda mi cara. Y comenzó a acariciarme por toda mi espalda, mis nalgas, tiernamente, suave.

Me puso sobre él y me incline para que tuviera acceso a sus niñas. Las besaba muy despacio, prendiéndome de nuevo. Sus labios se concentraban en una de ellas, jugando sobre un pezón, girando alrededor de él su lengua, moviéndola despacio al principio y luego muy rápido después haciendo que me retorciera de deseo y me reclamaba si alejaba a su niña de su boca, que le respondió muy rápido endureciéndose y contrayéndose ante sus caricias, mientras que sus dedos no desatendían en absoluto a su otra niña.

Gemía y me retorcía de placer y Edward parecía no cansarse de dármelo. Yo quería intentar corresponderle, así que a la primera oportunidad que tuve, me resbalé un poco y comencé a besar y acariciar sus pezones de la misma manera que el había hecho con los míos. Repartiendo besos pequeños alrededor de ellos al principio, centrándome en un pezón, aprisionándolo entre mis labios tratando de estirarlo y entonces lo escuché gemir resultado de mis caricias y no hubo cosa más excitante para mis oídos, era maravilloso saber lo que podía provocar en él, así que continué con mi gloriosa encomienda de darle placer ahora girando mi lengua en círculos alrededor de su pequeña tetilla, moviéndola despacio y después rápido y muy lento otra vez, dejándolo húmedo. No resistí la tentación y subí un poco, poniendo mis pezones al nivel de los suyos, me incliné y los froté, apretándome a él con cada uno de mis senos contra sus pequeños pezones. Mi intención era hacerlo disfrutar de mis caricias, devolverle un poco, pero no imaginé que a mí también me resultaría muy placentero. Gimió y llevó sus manos a mis senos, amasándolos y jalándome hacia él, tomando uno con sus labios succionándolo otra vez. ¡Oh Dios! Ya no me permitiría seguir porque ahora era él quien me acariciaba otra vez.

No pensé porque a ese punto ya no podía hacerlo, sólo actué por instinto y lo único que pude hacer fue resbalar un poco sobre él y llevar mi mano hacia su pene erecto y muy firme. Muy despacio y temblorosa lo apreté un poco y sólo pude escuchar un leve jadeo que me asustó al principio pero no me detuve. Edward hizo su cabeza hacia atrás gozando del movimiento inexperto de mi mano y me atreví a continuar, bajándola alrededor de su magnifico miembro, subiéndola de nuevo. Seguí con esa caricia que parecía gustarle mucho, lo estaba haciendo bien porque sus gemidos me lo decían, apreté mi mano un poco más fuerte en la base de su extensa longitud soltándola después. Lo hice varias veces más y ver su rostro perdido disfrutando me animó a llevar mi otra mano a sus testículos, pasando primero mis dedos sobre ellos acariciándolos despacio y ya con un poco de confianza apretándolos en mi mano delicadamente, dándoles un suave masaje al mismo tiempo que mi mano sobre su miembro nunca dejo de subir y bajar. De pronto un leve grito de dolor hizo que me detuviera, asustada.

--¡Oh no! – Dijo con voz ahogada - ¡No pares!

Inmediatamente llevé mis manos a dónde estaban antes de que me asustara y continué con mi labor de acariciarlo. Aumenté la rapidez de mis movimientos y su respiración se agitó aún más. Jadeaba y apretaba con fuerza los ojos que mantuvo cerrados desde que comencé a acariciarlo pero cuando su respiración se volvió aún más irregular y sentí que comenzó a tensarse, se sentó de golpe y me hizo a un lado acostándome por completo en la cama.

--¡Oh Isabella! – Se acomodaba entre mis piernas – nunca terminas de sorprenderme – dijo bajando hasta mi ombligo y comenzó a repartir besos a su alrededor, introduciendo su lengua en él, haciéndome un poco de cosquillas hasta que sentí su mano descender por mi ingle y me quedé muy quieta.

--¿Qué pasa amor? – Me pregunto triste mientras me acariciaba el interior de mis muslos - ¿No te gusta que te toque aquí?

Yo no podía hablar, sencillamente cuando Edward se encontraba en “mi zona” no existía nada más para mi que no fuera él y todo lo que me hacía sentir.

--¿No te gusta sentir cómo juegan mis dedos aquí? – Se movieron alrededor de mi clítoris, sin tocarlo – mmm siempre húmeda, contéstame amor ¿te gusta?

--¡Aja! – me moví un poco y cerré los ojos.

--Muy bien amor, entonces yo creo – dijo con voz muy grave y acomodándose entre mis piernas – que esto también te va gustar.

Bajó su rostro y lo que sentí después me enloqueció aún más. Sus labios besando el área libre de vello que tanto lo había sorprendido, me recorrían junto con su lengua, paseándose por todo ese pequeño triángulo, lamiéndolo, dibujando con su lengua sobre él, frotando su crecida barba contra mí con excesivo cuidado. Mi cuerpo no podía dejar de moverse ante la excitación que estaba creciendo en mí.

--¡Quieta! – me ordenó con voz firme, levantando el rostro – ¡no te muevas!

Intenté obedecerlo y me aferré con una mano a la almohada bajo mi cabeza y la otra a las sábanas pero cuando parecía que había logrado controlarme, sus caricias llegaron aún más abajo, separando mis labios con sus dedos para darle libre acceso a su boca que ya la tenía probándome, rozando sus labios por mi punto mas sensible, acariciándome sólo con ellos hasta que su lengua quiso sentir mi suavidad. Moviéndola a un lado de mi clítoris, de arriba abajo, haciéndome gemir y respirar cada vez que podía y por fin sentí su lengua en él, delicadamente y sin lastimarme paseó sobre mi clítoris una y otra vez aumentando poco a poco la rapidez de su movimiento y cuando creía que estaba a punto de estallar…

--¡Oh Dios! – grité.

--No lo llames amor, me las estoy arreglando bastante bien yo sólo aquí abajo – lo sentí sonreír y proseguir con su tarea sólo que esta vez mientras succionaba muy suave mi clítoris, introdujo sus dedos en mi interior y no pude evitar arquear mi cuerpo al sentirlo moverse dentro, buscando mi punto exacto como hacia unos momentos antes. Mi vientre comenzó a contraerse sin que pudiera hacer algo para detenerlo y entonces Edward se levantó, fue hacia su pantalón y de uno de sus bolsillos sacó un paquetito de color negro, se lo llevó a la boca y de un tironcito lo abrió colocándose el contenido sobre su muy excitado pene y se acomodó entre mis piernas.


--¡Abre los ojos Isabella! ¡Necesito verte! – y se introdujo en mi, mirándome y gimiendo ambos ante él primer empujón de sus caderas. Se quedó quieto esperando alguna reacción mía y al no obtenerla continuó con el exquisito vaivén de su cuerpo dentro del mío, profundizando con cada embestida, aumentando la rapidez de sus movimientos y después disminuyéndolos para hacer girar sus caderas en círculos lentos para embestirme de nuevo. No reprimía mis jadeos y él tampoco los suyos excitándonos más. Nos mecimos en una oleada de placer que poco a poco iba creciendo, llevándonos con ella a lo más alto y aún más allá hasta que comencé a sentir contraerse mi vientre de nuevo, provocando arquearme ante él y sintiendo que mi garganta se cerraba ante la caída con la que el torbellino una vez más me sorprendía.

--¡Edward!

Grité su nombre al llegar mi inminente orgasmo y un par de embestidas más hicieron que Edward también alcanzara el suyo. Agotado, se desplomó sobre mí unos segundos y despacio abandonó mi cuerpo, dejándome un vacío indescriptible.

Edward era mi complemento. Éramos dos piezas que encajaban con perfección, una maquinaria perfecta que se movía sola al unirse, era el agua que calmaba mi sed y la luna de mis noches. Edward era mi vida entera y por si alguna vez tuve duda de ello, las palabras que me había dicho esa noche las disiparon por completo.

Me abrazó y con mi rostro recostado en su pecho nos quedamos dormidos.

***

Escuchaba una musiquita. Mmm, conocía esa canción… era el tono de Choo. Estiré la mano para alcanzar el celular de mi mesita y respondí.

--Hola Jimmy – mi voz era apenas audible.

--¡Isabella! ¡Las diez de la mañana! – Gritó histérico - ¿Planeas quedarte a disfrutar tu día en la cama Darling?

--¡Oh no!, te veo ahí en media hora – colgué el teléfono y despacio intenté mover el brazo de Edward que me abrazaba por la cintura. Odié tener que moverlo pero tenía que levantarme, me había quedado dormida y llegaría tarde a mi cita.

Verlo así, relajado, dormido, en mi cama, enredado en mi cuerpo, era la más perfecta toma que alguna vez podrían ver mis ojos. Su cuerpo desnudo entre mis sábanas, sus piernas entre las mías… “¡No Bella! ¡Tienes que moverte!”, me dije y contra toda mi voluntad empecé a mover su brazo con mucho cuidado para no despertarlo pero me apretó fuerte contra él.


--¿Por qué me quitas? – Balbuceó – anoche si querías.

--Edward, ¡Estoy retrasada! – Grité nerviosa, abrió muy grandes los ojos y me miró sorprendido.

--¡Wow! ¿Tan rápido amor? – Me jaló hacia sus brazos - ¡Soy todo un semental!

Me besaba con pasión muy orgulloso de su broma, abrazándome muy fuerte y comenzaba a moverse sobre mi empujando su súper despierto miembro contra mi vientre.

--¡Edward! – me sorprendió.

--¿Nos despiertas y te vas? – Me apretaba más fuerte - ¿Qué modales son esos?, ¡Niñita malcriada!

--¿Qué va a decir tu madre cuando le diga que te fuiste dejando a tus invitados solos en casa? – levantaba ambas cejas.

“¡Mi madre!” pensé en que tendría que decirle y también a mi papá, antes que se enteraran por otros medios, se los había prometido.

--De verdad – rogué – tengo que irme, por favor – insistí muy angustiada.

--Está bien – dijo resignado y dándome un beso antes de dejarme ir.

Rápidamente me puse de pie y corrí a la ducha, dándome el baño más rápido de mi vida. Me envolví en una toalla y me cepillé los dientes mientras corría a mi clóset a buscar unos pants y tenis para ir al spa dónde ya me estaban esperando.

Entre las idas y venidas del baño al clóset, de reojo miraba a Edward que estaba de lo más divertido observándome correr para estar lista. Tan rápido como pude me terminé de vestir y me acerqué para darle un beso de despedida.

--Estas son las llaves del apartamento – hablé apurada – estaré aquí entre tres y cuatro aproximadamente, te veo luego – y salí de la habitación pero a mitad del pasillo me dí la vuelta y regresé brincando sobre él.

--Bienvenido a casa Edward – y lo besé salvajemente tomando sus manos y colocándolas sobre mis senos – regresamos luego ¿Ok?, y ustedes, cuídense – le dije lanzando una mirada a la parte baja de su cuerpo.

No quise mirarlo al salir porque sabía que si lo hacía, jamás llegaría a mi cita. Edward era como un imán que me atraía hacia él y no me permitía alejarme.

Tom me esperaba en la camioneta, listo para marcharnos y en cuanto me subí le dije que íbamos muy retrasados, así que con mucha precaución, aceleró y llegamos bastante rápido. Bajé corriendo y casi sin saludar a las chicas de la recepción entré a la sala de masaje y Jimmy me esperaba en la puerta con cara un poquito más que seria. Miraba sarcástico su reloj indicándome mis casi 45 minutos de retraso.

--¡Lo siento! – Me quitaba la ropa detrás de un biombo – lo siento mucho Choo.

No me contestaba y me ponía muy nerviosa, Jimmy siempre había sido demasiado responsable y gran parte del éxito en mi trabajo se lo debía a él, al extremo orden y puntualidad que lograba hacerme cumplir.


--Por favor Choo dime algo – pedí – ¡lo siento!, ¡lo siento mucho! – me recostaba en la cama de masajes para mi exfoliación.

--Que no te vuelva a ocurrir Bella – dijo serio – no puedes empezar a llegar tarde a tus citas y mucho menos a tus eventos – y tenía toda la razón del mundo.

--¡Te prometo que no será así!, ¿Me perdonas?

--No. Estoy celoso – dijo y salió dejándome sola con la chica del masaje.

Los 50 minutos que duraba mi masaje de exfoliación los pase sola. Jimmy siempre se sentaba junto a mí y platicábamos o sólo escuchábamos música del Ipod, pero siempre estaba ahí conmigo, por eso me sentí muy rara al no tener a quién contarle el motivo de mi felicidad.

Terminó mi masaje y seguía otro de hidratación para mi piel, con esos dos, la piel adquiría un brillo natural muy lindo. A la mitad de mi segundo masaje sonó mi celular. Era Edward.

--¡Hola! – respondí feliz.

--¿Llegaste a tiempo? – esa divina voz me alegró el día.

--Mmm, no mucho – confesé.

--¿Pero estarás bien? – se preocupó.

--Si, un poco apurada pero si.

--Te veo entonces por la tarde, te quiero Bella – me dijo con suavidad y mucha ternura.

--Te quiero Edward – y la chica que me atendía abrió los ojos muy grandes, mirándome sorprendida ante lo que acababa de escuchar.

Después de mis masajes, tenía un facial, así que antes de ir a él, busque rápido a Jimmy que estaba en una terraza del spa muy entretenido en su laptop. Me acerqué a él y al quedar a su lado giró su pequeña máquina. La página de Perez Hilton ya tenía colgadas fotos mías con Edward de la tarde anterior.

--No voy a ocultarme Jimmy – le aseguré – no tengo porqué y no quiero.

--Y no te digo que lo hagas – me miró sincero – sólo te muestro la rapidez con la que todo se mueve a tu alrededor. Debes tener cuidado porque ellos no buscan que les des la nota mas glamorosa, ya lo sabes, así que sólo te pido que tengas cuidado y…

--¿Y que Choo?

--Y felicidades Bella – dijo muy bajito y poniéndose de pie para abrazarme muy fuerte.

--¡Ay Choo! Gracias – dije apretándolo también – no puedo soportar que te enojes conmigo, nunca más lo hagas, por favor.

--No Bella, sabes que soy tu incondicional – me decía al oído – ¡pero estoy celoso! – bromeó y me acompaño a mi facial.

Quería tanto contarle la declaración de Edward, no tal cual, sólo a grandes rasgos ya que era algo muy íntimo, pero Jimmy se había ganado mi confianza durante el tiempo que llevábamos juntos. Tanto, que nuestra relación había dejado de ser sólo laboral desde hacía mucho tiempo. Era más que sólo mi asistente, era mi confidente. Pero ahí no podía contarle nada, nunca platicábamos ahí de cosas personales.

--Bella, a las 4 llegan Bruno y Oliver – el maquillista y el estilista, llegaban con sus ayudantes. Platicamos de cosas triviales mientras terminaban conmigo.

Salimos del spa y Tom ya llevaba comida en unas bolsas junto a él. El olor delicioso a comida china inundó la camioneta, moría de hambre y de ganas de llegar a casa.

Apenas abrí la puerta fui a buscar a Edward. Estaba en la cocina sacando comida de varios recipientes y corrí a abrazarlo. El también había comprado algunas cosas para comer y nos estaba esperando.

--Hola amor – dijo recibiéndome con un beso - ¿Cómo te fue?

--Edward – enredé mis dedos en su pelo y respiré profundo en su pecho. Lo amaba.

Edward, Jimmy y yo comimos antes de que llegaran Bruno y Oliver. Decidí que me arreglarían en la habitación de visitas así Edward podría estar tranquilo en mi habitación y sin interrupciones. Así que fui a darme un baño antes de comenzar con todo el proceso de producción para el “evento importante”.

Cerré la llave del agua, abrí la puerta de la ducha para salir y me encontré con Edward que me miraba esperándome con una toalla en las manos.

--Edward – sonreí feliz dejando que me envolviera en la toalla.

--Mi niña Bella – me abrazó – eres muy hermosa – me besó y mi cuerpo comenzó a reaccionar.

--¡Que difícil es esto Dios! – chillé cerrando los ojos.

--Tranquila amor, voy a portarme bien – me secaba rápidamente cumpliendo lo que me decía – sólo quiero saber a qué hora debemos salir de aquí.

--Tenemos que salir a las siete y media. Hay que estar ahí a las ocho en punto – dije tranquila - ¿Está bien?

--Perfecto, ahora mi hermosa mujercita, sal de aquí ya llegaron dos amigos de Jimmy y me ven muy raro. Me quedaré encerrado aquí en la habitación y estaré listo muy puntual.

--Gracias cielo – sonreí y lo besé antes de salir a encontrarme con Bruno y Oliver.

Estuve lista muy a tiempo. Finalmente si me estrené el vestido azul ya que el que iba a usar para el desfile de la subasta me lo pondría ahí, así que Jimmy estaría pendiente de que todos los accesorios junto con el vestido estuvieran listos a tiempo. Edward permanecía encerrado en la habitación y estaba bien así ya que quería que cuando saliera yo ya estuviera lista.


Las ayudantes de Bruno y Oliver me ayudaron a ponerme el vestido y una vez que estuve lista, se fueron, sólo me faltaba mi perfume pero Edward estaba ahí. Toqué la puerta y me abrió inmediatamente. Una enorme sonrisa apareció en su rostro y otra en el mío al ver a ese hombre tan perfecto en mi habitación y vestido impecablemente con un traje y corbata negros, con su indomable cabello y recién rasurado. ¡Dios!, ¡Ayúdame!



--Isabella – murmuró suavemente acercándose a mí – estás… estás… preciosa.

--Y tu excesivamente guapo, sufriré toda la noche espantándote a las mujeres – hice un puchero.

--Yo estoy contigo – me confirmó – con nadie más - ¿Nos vamos? – me miró con… ¿deseo?

--En un momento – caminé hacia mi clóset y cerré la puerta. Tomé la botellita de mi perfume, di varios apretones hacia el techo y pasé por el rocío que dejaba.

--Cuando quieras – puso mi abrigo sobre mis hombros y me ofreció su brazo.

Salí de mi apartamento del brazo del hombre mas apuesto sobre la tierra. Me quería, lo quería. Lo amaba.

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10 comentarios:

joli cullen dijo...

HAYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY
NO SABES QUE EXITANTE ESTE CAPITULO AL FIN QUIERO MAAS,MAS,MAS,MAS,MAS, NUNCA MENOS AUNQUE TALVEZ ME IMAGINO LE PONDRAS DRAMA PERO NO MUCHA NO QUIERO Q BELLA SUFRA NI MI ED SOLO DE IMAGINARME ESE HOMBRE ME MUERO GRACIAS POR ACT TAN RAPIDO TE ADORO

CRIS dijo...

hay dios, me muero que capitulo, que bueno, que excitante!!!!!!!!!
besos

Tatioo dijo...

dios santo, que historia, la verdad que es la primera vez que te escribo porque no me atrevia, pero te felicito mucho por tu historia, me fasina, la estoy leyendo desde el principio, es una excelente historia. sigue adelante que espero ansiosa que actualices, besoss desde Puerto Rico

tati

Roma dijo...

Dios mío, esto está realmente divino, me encanta como escribes.

Nani-PattinsonWorld dijo...

Mi niña me vas a matar jajaja menos mal que ha refrescado un poco pq yo sigo con un calor tremendo eh. Cada capitulo es especial y este es divinoooo!
Amigui te echo de menos, nos vemos...si?
Un besazo

ah y por supuesto

QUIERO MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS ;)

Unknown dijo...

Madre mia, excitacion, sofoco, deseo, es poco para describir lo que produce tu relato, que relacion tan maravillosa y tan dulce, y tus fotos apoyando nuestra imaginacion. Gracias Li por tu maravillosa historia. Mi agradecimento a Nani por haberme guiado hasta aqui. SWEETPATT

Anónimo dijo...

*O* dios por fin una relacion seria ^^ me encanto es bastante fogosa XDDD y tambien muy tierna ahora se viene el desfile wow espero leer mas y mas gracias :B

Nani-PattinsonWorld dijo...

Sweet gracias a ti por estar aqui, te dije que esta niña tiene un don especial. Un besazo

Li ... QUEREMOS MASSSSS xD. Otro beso para ti cari.

dracullen dijo...

wow pero ke capitulo mas hot!!! y con las imagenes mejor. Por fin la declaración!!!

Rosy Inda dijo...

me encanta este fic ya lo lei en fanfiction pero como me gusto los estoy volviendo a leer aqui ,y me gusta las imagenes que pones es mas facil de imaginar y este Edward me encanta!!!
saludos