viernes, 20 de agosto de 2010

CAPITULO 21

CAPITULO 21


EDWARD’S POV

--¿Tú casa o la mía?

--Esta noche la mía – me respondió muy ansiosa y rápidamente me dirigí a su apartamento. Al llegar, tiró su bolso por algún lado y bromeé por verla tan dispuesta, así que no me lo pensé dos veces porque yo estaba mucho más dispuesto que ella y me la llevé a la habitación, no sin antes calmar mi sed de besarla sin contenerme.

Empezamos a desvestirnos con prisa y supe que debíamos tomarlo con calma. Así que respiré profundo y me senté en la cama con Bella entre mis piernas. ¿Qué tenía que me volvía loco? Tuve que pegar mi cara entre mis niñas, para olerla, disfrutar de sus caderas, de toda ella. Me acarició, me incitó y me besó.

--Sufrí toda la tarde Bella, al ver tus curvas, verte pavonearte en mi cara, moviéndote tan sensual – le reclamé excitado y la puse de pie en la cama mientras continuaba desvistiéndola.

--Esta blusa Bella, marca cada curva de tu cuerpo, de tus caderas – dije mientras la acariciaba y se la quitaba para admirar su lindo brassiere, que acaricié sin quitárselo, se le veía tan bien…

--Pero estos jeans – suspiré – ¡voy a quemarlos! No esta bien que este trasero se vea tan perfecto en ellos. No puedo permitirlo Isabella. No está bien – pasé mis manos por sus nalgas mientras bajaba sus jeans y se apoyaba en mis hombros para no caer. Sus manos lograron deshacerse de mi camiseta y yo estaba encantado por verla tan cooperativa en esta seducción que me encendía mucho más.


--Eres tan suave, quiero verte Bella – demandé mientras le bajaba las bragas – quiero verte – insistí loco de deseo al igual que Bella que se estremecía cada vez más – quiero pasar mi mano por aquí, por tus muslos que me gustan tanto, tan firmes, quiero sentir que hay aquí – mi mano exploró entre sus piernas y Bella disfrutaba eso, sentía que lo hacía – tan suave, tan húmeda, quiero tocarte – la toqué entre sus pliegues, saboreando su calor y su humedad resbaló en mis dedos, gimió fuerte, dijo mi nombre y presioné su clítoris, hinchado de deseo, palpitante, oh Dios.

--Bella, te quiero tocar así – deslicé dos dedos en ella y sus piernas temblaron por mi íntima caricia. La sostuve con mi brazo alrededor de sus piernas y con cuidado, seguía en mi encomienda de hacerla vibrar de puro placer, girando mis dedos lentamente, ubicándome en su cálido interior, tocando sus paredes, buscando el punto exacto que la llevaría a la extrema locura olvidándose hasta de su propio nombre. Trabajé mis movimientos explorando su pared frontal, ahí debía estar, sólo era cuestión de tener un poquito de paciencia y tocar con mucho amor. Comenzaba a contraerse, en su abdomen lo sentí mientras mis labios besaban su piel. Empecé a sentir la tensión alrededor de mis dedos, no era el momento, aún no lo hallaba, no podía dejarla terminar así.

--No amor, aún no, espera, espera – aligeré el movimiento de mis dedos ansiosos por regalarle más placer del que estaba sintiendo con el orgasmo que crecía en ella hasta que por fin gritó estallando de placer.

--¡Edward! ¡Edward! – había hallado su punto de locura y estaba orgulloso de eso.

--Si amor, lo sé - lo había encontrado a tiempo y ella lo estaba disfrutando tanto que su cuerpo temblaba, sabía que no le respondía, sólo reaccionaba conforme al placer que recibía. Esperé unos segundos y la recosté en la cama. La abracé por detrás apretándola a mí, besando su cuello, su hombro y parte de su espalda.

Se giró para mirarme y sonriendo me confirmó que estaba bien, me besó y comencé a dejarme llevar cuando su lengua me hizo estremecer mientras ella se frotaba contra mí. Estaba enloqueciendo con sus caricias y mi ansiedad me pedía quitarle la última prenda que tenía encima. Me deshice de su brassiere y las dos cosas más hermosas en el mundo aparte de ella, quedaron frente a mí provocando un dolor en mis ingles. Las tomé entre mis manos y las besé emocionado.


--¡Mis niñas!, ¡Mis niñas Bella! – Eran tan suaves y en ese momento recordé lo que había escuchado en el taller esa tarde - ¿Les hicieron daño? – Las besaba con delicadeza – dime Bella, ¿Las lastimaron?, ¿Están bien?

--Están muy bien amor, no pasó nada – y por primera vez la escuché decirme como tantas veces había esperado que lo hiciera.

--Es la primera vez que me dices “amor”

--¿Si? Eso eres para mí Edward – oírla decirme eso me llenó de una alegría diferente – tú me lo dices tan fácil ¿Eso soy para ti?, ¿Lo soy? – noté mucha ansiedad en su voz por saber mi respuesta. Me levanté, me quité lo que me quedaba de ropa y me recosté de nuevo abrazándola y pegándola contra mi cuerpo.

--Isabella, yo sé que tienes dudas sobre mí – la miraba mientras me acomodaba enredando nuestras piernas - al principio yo hice todo lo posible para que te alejaras de mi. También trate con todas mi fuerzas Bella, Dios sabe que trate, de sacarte de mi mente pero te aparecías por todas partes, a dónde iba había una imagen tuya. Lo que nunca me había pasado antes me estaba ocurriendo. Me estabas interesando mucho y cada vez que iba a casa de mis padres salías a la plática o estabas ahí, no podía huir de ti. Además siempre parece que tienes problemas, o tengo que llevarte al hospital de madrugada o te deprimes y da la casualidad que tus problemas Bella, me oprimen el corazón y eso es nuevo para mi. Sólo me calmaba viniendo a ver si estabas bien. El tiempo que pasaba contigo por pequeño que fuera, me alegraba el día y te confieso que odie mucho tiempo sentirme así, cursi, idiota por ti, pero ahí me tenías, ¡hablándote la mañana de navidad! y ahí me di cuenta cuando me dijiste que mi problema era que siempre me la pasaba jugando, me dejaste muy pensativo por muchos días y bueno – respiré muy hondo – necesito decirte que… - la besé despacio.

--Necesito decirte Isabella… ¡Que quiero estar contigo!, ¡Que necesito tenerte cerca de mi! Te necesito cerca para funcionar Bella, no tienes una idea de cómo sufro y me desespero cuando sé que estas lejos. Que me vuelvo loco cuando te veo en una revista con alguien, pero creía conocerte y me tranquilizaba un poco diciéndome que tú eras diferente y mira como me has sorprendido.

--Edward – intentó hablar pero no podía dejar que me interrumpiera, necesitaba sacar todo de mi corazón porque me estaba ahogando guardarme lo que me hacía sentir - shh, déjame terminar por favor – suspiré – ¡Quiero intentarlo todo contigo!, ¡Porque te quiero y necesito estar contigo! ¡Te necesito en mi vida Isabella Swan! Eres la única mujer por quien quiero darlo todo, déjame demostrártelo - ¡Déjame estar en tu vida Bella! – Le supliqué – Dame la oportunidad de demostrarte que ya no soy el de antes.

--Edward… ¡Ya te la he dado!, ¡Estas aquí conmigo! En mi casa, en mi cama. Te la he dado desde antes que me la pidieras porque ¡Te quiero Edward!, ¡Te quiero!

--¡Isabella, amor! – la abracé repartiendo besos por todo su rostro y la coloqué sobre mí y se inclinó para darme acceso a mis niñas, a las que besé con adoración, hermosas, firmes, ¡mías!

Bella gozaba de lo que le hacía con la boca, se retorcía de placer y aprovechó un instante para devolverme las caricias. La habitación se llenó de gemidos míos y suyos al sentir su boca repetir las caricias que yo le había dado antes, Bella me estaba torturando y no contenta enloqueciéndome así, frotaba mis niñas contra mi pecho. Mi niña Bella estaba tomando confianza y yo me sentía muy orgulloso de eso.

Por un lado estaba disfrutando como un loco con todas sus inexpertas caricias pero por otro, no quería que hiciera nada más que disfrutar, se lo merecía. Con un movimiento repentino, Bella resbaló un poco y sólo recuerdo que todos mis sentidos colapsaron. Había tomado entre sus manos nerviosas mi miembro bastante excitado, y lo acariciaba de arriba hacia abajo. No podía reaccionar y eché la cabeza hacia atrás gimiendo muy fuerte por el placer que estaba sintiendo, me tocaba, me apretaba y sin miedo, tocó mis testículos. En ese punto, Bella podría pedirme lo que quisiera, sería su esclavo siempre. Un dolor llegó y me quejé, mi cuerpo pedía más, pero Bella se asustó y se detuvo.

--¡No!, ¡No pares! – le pedí sin pensar. Continuó sus caricias con más empeño, mi respiración estaba desbocada y comencé a tensarme pero no podía hacerle eso a Bella, tenía que centrarme en ella, así que la hice a un lado y la recosté de nuevo.

--¡Oh Isabella! Nunca terminas de sorprenderme – y era verdad. ¿Quién hubiera imaginado que la tímida Bella algún día iba a volverme loco con esas caricias? Se merecía todo de mí, así que bajé por su abdomen y comencé a besarlo, llegando a su ombligo y jugando con mi lengua. Cuando bajaba despacio se quedó muy quieta al llegar hasta su ingle.

--¿Qué pasa amor? – Le hablaba con un falso tono decepcionado - ¿No te gusta que te toque aquí? – besaba el interior de sus muslos y comenzó a temblar.

--¿No te gusta sentir como juegan mis dedos aquí? Mmm siempre húmeda, contéstame amor ¿Te gusta? – mis dedos jugaban alrededor de su clítoris.

--¡Aja! – apenas respondió.

--Muy bien amor, entonces yo creo que esto también te va gustar – y comencé a lamer suavemente toda esa área, acariciándola con mi barba como un felino, me inspiraba a hacerlo. Bella se movía sin control, haciendo difícil mi tarea de darle placer.

--¡Quieta! No te muevas – dije firme pero por dentro estaba feliz de hacerla gozar. Mi niña Bella intentaba obedecerme aferrándose a lo que pudo, sábanas y almohada, pero era inútil, su cuerpo no le respondía. Con mis dedos, me ayudé separando sus pliegues, dejando libre para mi boca, su clítoris palpitante, hinchado. Pasé mi lengua alrededor y sobre él lamiendo de arriba abajo. Bella sabía delicioso, embriagante, era única.

--¡Oh Dios! – gritó y no pude evitar hacer una bromita, estaba muy feliz. La sentí arquearse cuando introduje mis dedos en ella y succionaba su clítoris, fuerte y suave también, buscando su punto de locura y sintiendo que la tensión llegaba a su vientre. Me puse rápido de pie para sacar un condón de mi pantalón y colocármelo.

--¡Abre los ojos Isabella! ¡Necesito verte! – y la penetré, con cuidado, con miedo incluso, pero mi deseo por ella iba más allá de mí. No podía resistirme a ella. Bella estaba bien, así que empecé a mecerme en ella aumentando la rapidez de las embestidas. Me moví más lento y salía y entraba de ella haciendo movimientos circulares con mis caderas. Ambos jadeábamos gozando del placer que nos daba friccionar nuestros cuerpos, era maravilloso sentir con esa intensidad. Bella comenzó a contraerse, podía sentirla perfectamente tensionarse poco a poco a mi alrededor. Se cerraba sobre mí cada vez con mayor intensidad y apuré mis embestidas, haciéndola arquearse y gritar mi nombre.

Tan fuerte había sido su orgasmo que la presión sobre mi, casi me saca de su cuerpo, eso me hizo que empujara un par de veces más en ella para venirme de una forma sorprendentemente intensa para mí. Acostado a su lado, mientras recuperábamos el aliento, pensaba que al fin, mi barco había llegado a “puerto seguro”. Al único lugar dónde mi corazón se sentiría seguro, entre los brazos de Isabella.

***

If I Could turn back time
If I Could find a way
I’d take back those words that’ve
Hurt you and you’d stay...

***

No
Me
Jodan...

Esa era Cher cantando tempranísimo esa mañana.

--Hola Jimmy - ¿Quién más podría ser el dueño de ese tono tan orgullosamente “gay”? - ¡Oh no!, te veo ahí en media hora.

Isabella intentaba escapar de entre mis brazos, hacía un esfuerzo enorme por no moverme y despertarme.

--¿Por qué me quitas? Anoche si querías – dije aún adormilado.

--Edward, ¡estoy retrasada! – La miré con los ojos abiertos enormes, fingiendo estar muy sorprendido y la abracé - ¡Wow! ¿Tan rápido amor? ¡Soy todo un semental! – no le había gustado mi broma y mucho menos la relajó, pero no pude resistirme y la apreté a mi cuerpo, moviéndome lentamente, dándole los buenos días empujándome contra su abdomen mientras la besaba.

--¡Edward!

No tenía intenciones de dejarla ir sin antes hacerle el amor - ¿Nos despiertas y te vas? ¿Qué modales son esos?, ¡Niñita malcriada!, ¿Qué va a decir tu madre cuando le diga que te fuiste dejando a tus invitados solos en casa? – la miraba burlón.

--De verdad, tengo que irme, por favor – estaba tan nerviosa que casi me suplicó.


--Está bien – la solté y no me quedó más remedio que dejarla ir. En un santiamén se dio un baño y se vistió. Se veía adorable dando vueltas entre la habitación y su closet. Me dio unas llaves del apartamento, me dijo que regresaría alrededor de las cuatro y salió de la habitación. Y en menos de tres segundos regresó brincando sobre mí, tomó mis manos y las colocó sobre mis niñas – Bienvenido a casa Edward, regresamos luego, ¿Ok?, y ustedes, cuídense – dijo dándonos una última mirada a mi miembro y a mí. Y con esa despedida, nos dejo mucho más despiertos de lo que ya nos tenía.

***

Llegué a mi apartamento y me quedé de pie en medio del salón. Recorrí con la mirada todo el espacio y fui a mi recámara e hice lo mismo. Me tiré sobre la cama y cerré los ojos. La imagen de Isabella fue la primera en aparecer en mi mente como lo venía haciendo desde ya hacía un par de meses. Abrí los ojos de nuevo y volví a mirar a mí alrededor. Se veía todo tan vacío, tan sin vida, tan frío. Permanecí un buen rato así y luego llamé a Bella para saber cómo estaba y después de saber que todo iba bien con ella, tomé una maleta y comencé a meter ropa para varios días. No quería pensar mucho y darle vueltas a un asunto que estaba más claro que el agua.

Recibí un mensaje de Erick confirmando que los resultados de los estudios no habían concordado en algunos puntos y necesitaríamos replantear ciertas medidas con los topógrafos. Así que decidí trabajar un rato en mi laptop, checando datos y mucha información para empezar con unos nuevos planos. Casi dos horas después miré mi reloj y salí volando. Pasé a comprar algo de comer y regresé a esperarla. Estaba en la cocina cuando Bella llegó. Corrió hacia mí, nos besamos y nos abrazamos. Después de comer, Bella fue a darse un baño y fui tras ella para esperarla con toalla en mano. Se estaba convirtiendo en uno de mis muchos nuevos pasatiempos favoritos, secarla después del baño. Era algo enloquecedor.


Mientras trataba de concentrarme sólo en eso, le avisé que ya la esperaban, que yo me quedaría en la habitación y estaría listo a tiempo. Vi un rato la tele y luego me dí un baño, me rasuré y me vestí. Luché como siempre con el nudo de la corbata pero después de todo quedó bien, hice lo que humanamente pude con mi pelo y cuando me puse el saco, escuché que tocaban a la puerta. Abrí y casi muero de un infarto. Mi Isabella estaba impresionante en ese vestido azul que marcaba perfectamente cada curva de su cuerpo y ¡Por Dios! Ese escote hacía que mis niñas pareciera que flotaban, se veían hermosas, ¡Todas ellas! Su cabello caía en ondas sobre sus hombros y espalda y esos labios… estaba seguro que no soportaría mucho tiempo en el baile, tenía que traerla de regreso pronto para hacerle el amor y complacerla de todas las formas que me lo pidiera.

--Isabella – tragué en seco – estás… estás… preciosa.

--Y tu excesivamente guapo – me sonrió muy sensual - sufriré toda la noche espantándote a las mujeres.

--Yo estoy contigo, con nadie más – y no pude hacer otra cosa más que devorarla con la mirada - ¿Nos vamos? - Le puse el abrigo sobre los hombros y salimos de ahí. Llegamos al hotel y antes de bajar del auto la noté rara.

--Estás nerviosa amor, pareciera que fuera tu primera vez – le sonreí para calmarla apretando su mano y dándole un guiño.

--Es mi primera vez contigo, además me preguntarán de nosotros y… - evitaba mirarme y tomé su barbilla levantando su rostro hacia mí.


--¿Eso es lo que te tiene así?

¿No quería que supieran de nosotros? Pero si apenas ayer nos abrazábamos y nos besábamos frente a mucha gente, incluidos reporteros. ¿Qué significaba eso entonces?

–Responde lo que tú quieras sobre nosotros Isabella – no sabía qué más decirle, estaba confundido con su respuesta. Bajamos del auto y comenzó un ataque de flashes y reporteros, cámaras de televisión, gente por todos lados llamando a todos a gritos, haciéndote señas, tomando más fotos… abrumador. La tomé del brazo y nos detuvimos a su primera entrevista. Jimmy se acercó a mí que me había quedado un par de pasos detrás de Isabella.

--¿Un poco loco no Edward? – me preguntó mientras le hacía señas a la próxima entrevistadora.

--Sólo un poco Jimmy – suspiré – sólo un poco.

Me miró – no te preocupes, media hora más o menos y voilá, estarás libre de esto - sonreí resignado mientras observaba a Isabella.

Era asombroso ver el cambio de actitud que lograba estando frente a las cámaras y los reporteros. Estaba gratamente sorprendido al escucharla responder tan segura de sí y muy inteligentemente cada pregunta, se veía que no sólo estaba ahí prestando su imagen, estaba ahí porque creía en la causa de ayudar, estaba muy empapada del tema y sus respuestas eran únicas. Era difícil que alguna pregunta la tomara por sorpresa ya que conocía el medio y podía defenderse, así que podía salirse por la tangente con mucha propiedad si era necesario, como con la reportera que le preguntaba si yo era la causa de su alegría y si estábamos juntos. Isabella me miró y estiró su mano hacia mí, la tomé y me acerqué a ella.

--¡Absolutamente! – respondió y me sonrió. El resto de las entrevistas las hizo tomada de mi mano borrando todos los pensamientos estúpidos que pudieron haber surgido un rato antes. Avanzábamos y la llevaba por la cintura y le daba la mano cuando estaba frente a las cámaras. Cuando por fin acabó ese suplicio, entramos al salón y fuimos a nuestra mesa dónde solamente se encontraban Alice que se veía radiante y muy linda con ese vestido y el hermanito Hale.

--¡Bella!, ¡Que alegría! Te dije que era inevitable que ustedes dos… - Gritaba cómo si nadie escuchara.

--Alice, cálmate – la miré serio y enojado - ¿Tú no tienes nada que decirme? – fruncí el ceño.

--¡Por supuesto! Saluda a tu nuevo cuñado – y empujó al chico hacia mí.

--Jasper, Quiero mucho a mi hermana… - le advertí bastante serio.

--Yo también la quiero mucho – la abrazó y me sorprendí por lo que dijo a continuación pero lo disimulé bastante bien – También quiero mucho a Bella, Edward – ¿Y qué creía?, ¿Qué iba a jugar con ella?, ¿Qué iba a lastimarla? Pero bueno, al menos me confirmaba que su preocupación era genuina y que podía confiar en él, pero eso no se lo diría… por el momento.

--Lo sé – abracé a Bella pegándola a mí y besé su sien – Yo también la quiero.

Después de un afectuoso saludo entre mi cuñadito y yo, nos sentamos. Puse mi mano sobre la pierna de Bella y comencé a mover mis dedos al ritmo de la música. Se estremeció y me regaño.

--¡Edward! – la miré pero no me detuve, sabía lo que podía provocarle con mis caricias. Apretó mi mano para que parara pero no tenía pensado hacerlo. Mis padres llegaron y mi pequeña diversión terminó.

--¡Bella, hija!, ¡Edward!, ¡Hijos que felicidad! – Gritaba emocionada mi madre mientras abrazaba a Bella - ¿Por qué no nos habían dicho nada?

--Bueno, es muy reciente, apenas ¿Uno o dos días? – respondió Bella algo nerviosa creo.


-–Nos da mucho gusto por ustedes, te ves feliz Bella – dijo mi padre sonriendo. Bella le agradaba y hasta me había lanzado una advertencia de portarme bien con ella.

--Lo estoy – la abracé cuando respondió.

--Bueno, ¿Mucha felicidad no? – miré hacía dónde estaban Alice y mi cuñadito Hale.

--Se ven tan lindos juntos – mamá todo lo veía lindo, rodé los ojos – tan lindos como ustedes.

--Es un buen chico – dijo papá apoyándolo y palmeando mi hombro.

--Más le vale – un apretón de mano que pretendía ser fuerte fue lo que me gané por mi comentario. Por otro lado, estaba contento de que mis padres, aceptaran a Isabella, y que digo aceptar, la adoraban y yo no podía estar más feliz de que fuera así.

Un rato después, estábamos sentados viendo todos los reportajes en las pantallas. Rosalie y Bella casi salían en todos. Ese suéter blanco le quedaba de maravilla, me gustaba. Hacía juego con sus ojos chocolates y su pelo, aunque llevaba coleta. No me gustaban las coletas, prefería su pelo suelto.

La orquesta empezó a tocar y me sacó de mis pensamientos placenteros. Llegó la cena y Bella parecía distraída. Cenábamos y mi madre preguntó si Bella ya le había dado la noticia a Reneé. Obviamente no lo había hecho, pero me divertí un rato respondiendo por ella y poniéndola nerviosa. Rose hizo algunos comentarios y terminé siendo yo el nervioso. Acabamos con la idea en la mente de tal vez ir a Forks, para conocer el pequeño lugar y también a mi suegro.

Me fijé que Isabella casi no había cenado e iba a insistir para que comiera un poco más pero ya era el momento para ir a cambiarse para el desfile. Sería la segunda vez que la vería en la pasarela. Estaba nervioso. Impaciente.


--¿Qué pasa hijo? – preguntó mi madre sentándose junto a mí.

--Nada mamá, ¿Por qué lo preguntas? – disimulé pero me sonrió y puso su mano sobre la mía.

--¿La quieres verdad? – me quedé sin poderle responder, claro que la quería pero no salieron las palabras en ese momento – Cuídala mucho Edward, Bella lo necesita – le sonreí y le besé la mano.

Se apagaron las luces y comenzó la música. Las chicas comenzaron a salir con vestidos muy hermosos. Bella salió varios minutos después dejándome prácticamente sin habla. Se veía gloriosa en ese vestido verde pálido que marcaba sus caderas y su precioso talle, ese mismo talle que yo había tenido entre mis manos, bajo mis labios, bajo mi cuerpo, ese talle que se retorcía de placer cuando la hacía mía, cuando la amaba, cuando la penetraba y tocaba las fibras más escondidas de su cuerpo.

¡Carajo!

¿Quién me salvaba ahora de esa erección? Y cómo no tenerla si seguía mirándola caminar con ese porte y esa seguridad, irradiando sensualidad con cada movimiento y desnudando su magnifica pierna a cada paso. Y por si eso fuera poco para mandar a mi puto autocontrol al diablo, sólo necesitaba ver a mis perfectas niñas colocadas en ese escote… ¡Irreal!

Estuve un rato sentado en lo que “mi problema” se calmaba, pero aproveché para mandar con un mesero mi oferta en el sobre cerrado, por el vestido de Isabella. La subasta se realizaría en secreto, uno ofertaba por el vestido y quién ofreciera más se lo llevaba, así que uno tenía que ofertar fuerte si quería llevarse alguno. Estaba seguro de ganarla, mi oferta era inmejorable.

Vi a Isabella por fin, venir hacia mí, sonriendo hermosa. Me puse de pie ya bastante recuperado.


--Isabella, te ves muy hermosa con este lindo vestido - la besé y me quedé con los labios embarrados de ese brillo que sabía a diablos. Era el primero que me sabía horrible. Me limpió los labios con una servilleta y se reía divertida. La orquesta comenzó a tocar de nuevo y reconocí una canción que me gustaba mucho y antes de sentarse la llevé a la pista, tenía que bailar con ella.

--¿Bailas? – pregunté pero sin darle opción a nada más que dejarse llevar por mí. La tomé por la cintura y la pegué lo más que pude a mi cuerpo y sin dudarlo, comencé a cantarle al oído.

***

You’re a falling star, You’re the getaway car
You’re the line in the sand, When I go too far
You’re the swimming pool, On an August day
And You’re the perfect thing to say.


And you play it coy, But’s kinda cute
When you smile to me you know exactly what to do
Baby don’t pretend, That you don’t know it’s true
‘Cause you can see it when I look at you...


***

Me abrazó muy fuerte cuando me escuchó y la besé en un momento de la canción, sentí que estaba emocionada. Yo no pude tener más suerte de que la orquesta tocara precisamente esa canción que expresaba muy bien lo que Bella significaba para mí. Estaba feliz, con mi familia que la adoraba y con Bella bailando entre mis brazos.

--Mi niña Bella, te quiero – le dije en sus labios y me apretó más. Bailábamos otra canción y una persona encargada de la subasta venía hacia mí, Isabella no podía verla, así que le hice una seña para que no se acercara más. Sabía que venía a confirmarme que había ganado la puja por el vestido. Y así lo hizo al asentir y sonreír. Ojala le gustara su sorpresa. Una canción más y nos fuimos a sentar. Mientras caminábamos a la mesa, sentí que se sostenía de mí con más fuerza y cuando nos sentamos le di un vaso con coca-cola para que se reanimara si es que necesitara un poco de azúcar. Después intentó levantarse para ir a devolver el vestido.

Agarré su mano para detenerla - ¿A dónde vas amor?

--Voy a entregar el vestido y a ponerme el mío – dijo en voz baja.

--No Isabella – me acerqué a ella – no es necesario que hagas eso.

--Claro que si, tengo que… - no me iba a cansar nunca de ver las mil caras de asombro de mi Bella - ¡Oh no!...

--¡Oh si!, ¡Ven para acá! – Y la besé apasionadamente – sólo yo puedo quitarte este vestido – le dije al oído - ¡Solo yo! – nos sentamos de nuevo y la puse en mi regazo, abrazándola, acariciándola, respirando su aroma, estremeciéndola y sufriendo de dolor por la erección que volví a tener por ella.

--Oh Bella, te necesito – susurré.

--Vámonos de aquí – dijo y tuvimos que esperar un momento. Llegaron mis padres a la mesa y mi mamá le enseñó a Bella una litografía que había comprado de Salvador Dalí y que a ella le gustó. Otro dato para tomar en cuenta.

Nos despedimos de mi familia y al salir nos tomaron una foto para una revista. Bella sonrió feliz y yo orgulloso le rodeé la cintura con mi brazo. No podía dejar de mirarla y me preguntó…


--¿Por qué me miras así?

--No te miro así, te disfruto con la mirada, que es diferente – la encerré entre mis brazos y reaccionó al sentir mi miembro clamando por ella. La ayudé a subir al auto y camino a su apartamento acariciaba su muslo firme, desnudo y creí que explotaría de deseo por ella en ese mismo instante. Subíamos por el elevador y no resistí el besarla desesperado y pasé mi mano por esa abertura del vestido, subiendo por su ingle, encontrando un hilo delgado que llevaba por bragas.

Entramos al apartamento y rápidamente fuimos a la habitación. Iba a besarme pero la detuve.

--¡No!

--¿Qué? – Preguntó confundida - ¿Por qué no?

--Modela para mi Isabella – le pedí. Me recosté en la cama apoyándome en mis codos esperando verla desfilar. Caminó hacia el extremo de la habitación dudosa, pero se dio vuelta y tomó esa actitud de mujer pagada de sí que tanto me gustaba y me encendía. Venía hacia mí, segura, retadora, sensual, provocándome, incitándome. Bella podía llevarme de la nada a la locura en tres segundos. Casi al llegar junto a mí, quise tomarla de la mano pero antes de que la alcanzara se dio la vuelta y regresó sobre sus pasos, matándome con sus movimientos que gritaban de deseo. De nuevo se giró y se detuvo haciéndome más duro el mirarla posar para mí. Se dirigió de nuevo hacia dónde la esperaba y esta vez no pudo escapar de mí cuando volteó tratando de regresar al otro extremo de la habitación.

--¡No te alejes de mi de nuevo! – Le ordené - ¡Ven aquí! – tiré de ella por su brazo y la puse entre mis piernas besándola desesperado, tratando de tocarla bajo el vestido metiendo mi mano por la abertura. Isabella quiso alejarse de mi pero me paré y la tomé con más fuerza por la nuca para mantenerla firme y dónde yo quería, cerca de mí. Solté su nuca liberándola para que respirara pero mi otra mano seguía bajo el vestido, acariciándola, pero necesitaba tocarla aún más y rasgué el vestido intentando subir buscando más piel.

--¡Edward! – gritó asustada.

--¿Qué?

--¡Mi vestido! – chilló.

La cargué y la acosté en la cama, mirándola lleno de pasión por ella, necesitándola con urgencia. Bella me veía avanzar sobre ella y entreabrió los labios esperando los míos, pero estaba ocupado tratando de encontrar el delgado hilo que tenía por bragas y una vez que lo encontré, tiré fuerte de él, arrancándolo.

Mis manos pasearon por tu talle, sus caderas, esas curvas me perdían tanto como ya lo estaba en ese momento. Llegué a sus senos, a mis niñas, acariciándolas lentamente, dándoles un tortuoso y lento masaje, presionando un poco más esta vez. Isabella subió un poco en la cama tratando de alejarse de mí pero de un salto estuve sobre ella, mirándola con un deseo que me quemaba por dentro. Me incliné para besar su pecho, la orilla de su escote, dejando un rastro húmedo con mis labios que también besaban su clavícula, recorriéndola hasta llegar a su cuello y luego hasta su mandíbula. Mis labios encontraron su boca y la besé salvajemente, no podía resistirme a ella, algo tenía que no podía frenarme, debía tenerla en ese momento.

Mi lengua se movía impaciente en su boca, buscando dominarla, controlarla, cediendo ante mí. Bajé mi mano de nuevo y encontré libre el acceso a ella, a mi lugar cálido y suave, tocándola de arriba abajo, frotando suave al principio y más urgente después cuando toqué más adentro.

Gritó pero mi boca continuaba cerca de la suya y atrapé sus labios callándola, invadiéndola de nuevo cuando subía su pelvis buscando una mayor fricción y en lugar de mantener mi mano ahí, me coloqué sobre ella besando sus senos encima de la estorbosa tela. Tomé entre mis dientes la flor que estaba sobre una de mis niñas y la arranqué provocándome un deseo descontrolado por Isabella, por verla y tenerla desnuda frente a mí, tomé con mis manos la orilla del escote y tiré de la tela partiendo el vestido dejando sus pechos desnudos, expuestos para mí.

--¡Edward!, ¡Mi vestido! – gritó Bella asustada.

--Esto… - iba diciendo mientras besaba sus senos y me deshacía de los pedazos de tela - ¡Es mío! – cerré mi boca sobre un pezón y succioné fuerte, probando lo dulce que era.

--¡Ahh! – Gritó de nuevo.

--¡Tú eres mía! – Busqué su otro pezón - ¡Ellas son mías!, ¡Eres mía Isabella!

Disfruté del sabor de sus senos hasta que necesité calmar mi necesidad por Bella de una buena vez, estaba embriagado por ella, hipnotizado, tenía que hacerla mía ya. Me desvestí y me coloqué de prisa un condón para regresar sobre ella y abrir sus piernas acomodándome mientras bajaba mi mano a su centro comprobando qué tan lista estaba para mí.

--¡Respondes ante mí Isabella!, ¿Sientes qué tan húmeda y lista estás para mí? – hundí mis dedos en ella, confirmando mis palabras y los moví buscando su punto de locura.

--¿Cómo podrías negar que me perteneces?

Y de un movimiento rápido y fuerte, la penetré, sintiendo su cálido interior recibirme mientras me abría paso en ella, empujando con fuerza, llenándola, jadeando juntos, excitados.

--¡Dilo Isabella!, ¡Quiero oírlo de tus labios! – le ordené.


Cada vez que me empujaba en ella, sus senos temblaban, cada parte de su cuerpo se movía. No estaba siendo suave con ella, lo sabía, pero ambos estábamos gozando de esa salvaje fricción de nuestros cuerpos.

--¡Dilo!

--Soy… tuya – apenas pude escucharla y estaba casi seguro que no tardaría mucho más tiempo en venirse.

--¡Otra vez! – le ordené de nuevo.

--Soy… tuuya – murmuró apenas.

--¡Mírame Isabella!, ¡Abre los ojos! – le pedí y lo hizo con mucho esfuerzo pero casi de inmediato volvió a cerrarlos apretándolos fuerte con cada intromisión de mía en ella. Sus jadeos eran más audibles y agitados y comenzó a contraerse alrededor de mí.

--¡Así, así Isabella! – se contrajo completamente presionándome. Arqueó su cuerpo de una forma única hacia mí, elevándose casi toda.

--¡Edwaard! – se tensó aún más gritando mi nombre y llegando al clímax a dónde la seguí un instante después.

--¡Ahh Bella!, Bella… - terminé acostado sobre su cuerpo, incapaz de poder moverme y cuando lo logré, salí de ella recostándome a su lado. Varios minutos después sentí que Bella se movía poniéndose de lado, encogiéndose, rodeando sus rodillas con los brazos.

¡Carajo! ¡Era un completo estúpido! ¡Era un perfecto cabrón!


Había lastimado a Bella, había abusado de ella, casi la había violado. Necesitaba saber cuánto daño le había hecho, saber cómo estaba, además de asustada. Me pegué suavemente a ella rodeando su cintura.

--Bella, amor – la llamé – Bella… - enterré mi cara en su cuello, en su pelo, respirándola.

--Isabella – intenté de nuevo y escuché sus sollozos que me partieron el alma. No tenía perdón.

--Dime algo ¡por favor! – le supliqué y la giré hacia mi, necesitaba verla. Estaba muerto de vergüenza, de rabia por mi gran estupidez y de miedo por el daño que le había causado. Las lágrimas salieron a borbotones de sus tristes ojitos y me sentí el perro más infame en la tierra.

--¡Perdóname amor! – La abracé fuerte y estalló en llanto – Mírame Bella – abrió lentamente sus ojos y se apretó a mí con más fuerza.

--¡Tuve miedo! – su voz angustiada me hizo sentir aún peor.

--Bella perdóname – mis ojos se comenzaron a nublar – me dejé llevar amor, perdóname – le supliqué de nuevo.

--¡Me asuste!, ¡Me asustaste! – me golpeaba en el pecho.

--Por favor Bella, ¡Di que me perdonas! – le acariciaba la espalda mientras la mantenía abrazada, besando su frente, su cara. Se movió e insistí.


--Bella, ¿Me perdonas?

--¡No! – me gritó y me helé.

--¡Mira como has dejado mi lindo vestido!, ¡No te puedo perdonar esto! – gritaba histérica y yo quedé perplejo cuando escuché cada palabra suya.

--¿¡Que!? – ¿había escuchado mal? - ¿Por eso lloras?, ¿Por eso te asustaste?, ¿Por un vestido?

--¿Y tu porque creías que lloraba?, ¿Cuántas veces en tu vida te han desgarrado encima un Elie Saab?,

--¡Dímelo!, ¡Dilo! – con los pedazos de vestido entre sus manos, me gritaba desde la puerta del baño y yo la miraba atónito.

--¡Esta me la vas a pagar Edward Cullen!, ¡Me la vas a pagar!

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5 comentarios:

Nani-PattinsonWorld dijo...

ohhh dios que intenso todo esto, el amor que siente Edward es tan posesivo y sin control ... que asusta. Que mezcla mas interesante cari, eres una crack ... quieroooo masssss
Un besazo

pd: hmmmm que chulada de ipod cielo y que canciones mas chulas, sabes que mi debilidad es M.Buble !

joli cullen dijo...

olle si me rio por lo del vestido pense que ibas a act el miercoles espero talvez lo hagas el domin¡go siempre reviso como siempre me dejas con la boca abierta bye

Roma dijo...

jaja, lo del vestido es genial, no pierde su personalidad ni porque esté con ese dios griego, me gusta.
Li, muchas felicidades.
La primera vez que leí crepusculo, me imaginé a Edward Cullen como Mr. Darcy pero en versión vampiro, por supuesto que si estudiaste filología inglesa está muy influenciada por Jane Austen, las hermanas Bronte, etc, pero este Edward es caliente.

CRIS dijo...

quiero ver como reacciona Bella y también Edward que se le ha quedado cara de .....!!!!!
quiero que Bella le proporcione una dulce y a la vez picante venganza a Edward, por fa!!!!

besos

dracullen dijo...

siempre me sorprendes!!! :D