martes, 23 de noviembre de 2010

CAPITULO 40

CAPITULO 40


EDWARD’S POV

--¡Mírame! ¡Siempre mírame! – Su respiración se agitaba.

--Bella… - murmuré muy despacio.

--¡No! ¡Mi vestido! ¡No lo rompas! – Gritaba a todo pulmón - ¡Mira cómo haz dejado mi lindo vestido!

--Isabella…

--¿Y tú porqué creías que lloraba? ¡Me la vas a pagar Edward!

¡Dios mío!...

No podía creerlo. Estaba recordando. No sabía qué hacer; Bella tenía una muy mala pesadilla y se estaba alterando demasiado. Sus manos se cerraban en puños sobre las sábanas y su piel tenía una fina capa de sudor por la excitación del momento que vivía.

--Mira cómo te dejó… rompió tu vestido…

Lágrimas salían de sus ojos y se perdían en su sien que ya estaba muy húmeda. Me acosté de nuevo y me acomodé a su cuerpo justo como estábamos momentos antes, abrazándola.

--Shh, shh – susurré muy quedamente – calma mi vida, es un mal sueño, ya pasará.

Se giró quedando frente a mí acomodada en mi pecho como un animalito indefenso. Me partió el alma ver que se sentía tan desvalida que inconcientemente buscaba la protección acurrucándose a mi cuerpo y yo estaba más que dispuesto a protegerla, a cuidarla y a velar sus sueños por siempre.

***

Dormía plácidamente y soñaba que tenía a Bella durmiendo entre mis brazos después de una apasionada noche de placer, que quería despertarme y llenaba de tiernos besos todo mi rostro…

--Que bien se siente besarte… - dijo en una exhalación pero alcancé a escucharla perfectamente. No estaba soñando, era realidad. Lentamente fui abriendo los ojos para regalarme la imagen tan hermosa de su rostro.

--Mmm Bella – ronroneé aún medio dormido pero cierta parte de mi cuerpo estaba tan despierta que dolía – mmm – gemí y me apoderé de su boca para darle un beso un poco más intenso. Bella no protestó, al contrario, sentí su cuerpo suave, sin oponer resistencia a la repentina invasión a su boca y a las caricias que empezaba a darle.

Con un rápido movimiento, me coloqué sobre ella y admiré su rostro sonrojado y ansioso por más besos que generosamente le di. Con lentitud, abandoné su boca y mis labios iniciaron un recorrido por su cuello y sus hombros, dejando un tibio y húmedo rastro con mi lengua. La respiración de Bella iba incrementando su agitación conforme sentía que iba descendiendo a su pecho. Llegué hasta él y como siempre, me maravillé por esos regalos tan hermosos que me volvían loco y que eran solo mías.


--Buenos días niñas – dije con una pícara sonrisa en mis labios por tenerlas conmigo de nuevo. Al oír mis palabras, Isabella se estremeció y sus pezones rosados comenzaron a endurecerse al mismo tiempo que se oscurecían. No pude resistirme a tan obvia invitación y cubrí con mi boca uno de ellos. Con mi lengua, acaricié pasando toda la longitud de ella sobre el duro pezón, despacio. La moví en círculos, y ella echó hacia atrás la cabeza en una muestra de goce. Sin dejar descuidado el otro pezón, mis dedos trataban de imitar los movimientos de mi lengua y parecía que lo estaba haciendo muy bien porque Isabella gimió y arqueó su espalda pegando su pecho a mi rostro; tomé un pezón entre mis dientes y con suavidad lo jalé, estirándolo un poco… seguí mordiendo y besando a cada una de mis niñas, enloqueciendo a Isabella y haciendo sus gemidos y jadeos más intensos.

Los mordí, los lamí y los estaba succionando, tomando mi tiempo, disfrutando el reencuentro con mis tesoros más preciados y mi mano descendía por su vientre, deteniéndose en su ombligo dibujando figuras sin sentido pero que la hacían estremecer. No contento aún, dirigí mi mano más abajo, buscando el tibio lugar en donde mis caricias le hacían perder el sentido. Sin dejar de consentir a mis niñas con mi boca, mi mano se metió entre sus piernas y encontró los pliegues que guardaban celosos ese pequeño botón que disparaba infinidad de sensaciones en ella, ahondé mis dedos dentro de ellos y la humedad de Isabella me excitó haciéndome jadear.

--Siempre lista para mí…

Presioné la yema de mi dedo índice sobre su clítoris sólo una vez y ella brincó ligeramente; lo rodeé y jugué con él, lo lubriqué con la humedad que despedía su cuerpo y que lo hacía mucho más sensible. Paseé por su entrada, acariciándola y tentándola al introducir solamente la punta de uno de mis dedos, ganándome su recriminación.

--Edward…

Levantó su pelvis varias veces contra mi mano intentando un toque más profundo pero la retiré. Con esa acción solo obtuve una mirada fulminante a la cual respondí con una sonrisa, moviéndome entre sus piernas y besando en mi descenso la piel de su vientre y un poco más abajo. Mis labios besaban la zona de su pubis y me atreví con mi barba áspera y un poco crecida, a rozar esa delicada porción de su piel. Con mucho cuidado para no lastimarla, moví mi barbilla lentamente sin ejercer mucha fricción, de arriba hacia abajo. Abrí más sus piernas para poder llegar al interior de sus muslos y ahí también froté muy suavemente, mi rasposo mentón. Bella gritó de placer y alzó de nuevo su pelvis. Coloqué mis manos bajo sus muslos para asirme de ellos con firmeza y evitar que se moviera y pudiera hacerle daño pero la idea de no poder moverse para buscar mayor placer no le gustó mucho.

--Por favor Edward.

--Tranquila Bella…

Estaba demasiado ansiosa y excitada y yo apenas iba comenzando; podía entenderlo ya que Bella siempre había sido un poco desesperada e impaciente cuando hacíamos el amor aunque de alguna u otra manera todo era relativamente nuevo para ella, así que para mí, sería como empezar a escribir en un cuaderno nuevo y vaya que iba a disfrutar mucho enseñarle todo otra vez.

Volvió a intentar levantar sus caderas y cuando comprobé que la tenía bien sujeta, proseguí con mis caricias. Con mi lengua, rocé su clítoris y soltó un gritito que me dio confianza para seguir. La giré a su alrededor con mucha lentitud y luego pasé la punta sobre él de nuevo un poco más rápido, varias veces. Bella enloqueció y se retorcía en la cama, sentí que comenzaba a tensar sus muslos y supe que no aguantaría mucho. Busqué su entrada con mi lengua y la introduje en ella, en la cálida cavidad que era solo mía y me esperaba celosa. Con devoción, acaricié sus paredes internas tan lejos como pude llegar, recordando su dulce sabor y jurándome a mi mismo nunca más permitirme alejarme de ella, ya no lo soportaría. Bella se estremecía en mi boca. Me separé de ella y me coloqué un condón tan rápido como pude. Me ubiqué entre sus piernas y con la punta de mi erección encontré su entrada.

--Bella, mírame...

Después de esas palabras la penetré suavemente mientras sus ojos y los míos se encontraban. Era algo indescriptible el mirarla en el momento exacto en el cual su cuerpo y el mío se unían formando uno sólo. Nunca había encontrado las palabras para expresarlo, lo único que sabía era que en esos segundos, entre nosotros no había nada que no fuera pasión, entrega, confianza y amor. Sentimientos que se reflejaban en nuestros ojos, que no se podían fingir y que ansiaba mirarlos cada vez que la poseía, cada vez que me permitía tomar su cuerpo, hacerla mía, mi mujer.

Me moví lento dentro de ella, sin prisas, sin apuros, disfrutando de la fricción de nuestros cuerpos, con un ritmo acompasado, escuchando nuestro jadeos, nuestras respiraciones, sintiendo sus músculos tensarse alrededor de mi miembro y sus uñas enterrarse en mi espalda cuando ya estaba cerca del orgasmo, moviéndome más rápido para llevarla hasta alcanzarlo, gritando nuestros nombres, aferrándonos cada uno al cuerpo del otro…

Un par de minutos después, recuperábamos el aliento, Bella recostada sobre mi pecho mientras que yo trazaba líneas y dibujos en su espalda.

--¿Siempre ha sido así? – Me preguntó en voz muy baja.

--¿Así de maravilloso? – Le respondí con otra pregunta y ella asintió – Y mejor… - sonreí.

--Bella… - tenía que saber acerca de lo que había recordado en sueños – anoche te escuché hablar mientras dormías, estabas soñando ¿Lo recuerdas? – Inmediatamente se tensó y respiró muy hondo.

--No – dijo secamente.

--No me mientas, Bella – apreté un poco más mis brazos a su alrededor y besé su frente – sé que no fue algo agradable y también sé que no solo fue un sueño o una pesadilla…

--¿Qué? – Levantó la cara para mirarme.

--Lo viviste, lo vivimos – admití – no es algo con lo que me hubiera gustado que empezaras a recordar ya que me arrepiento con toda el alma por lo que te hice pasar esa noche, pero así es…

--Cuéntamelo.

--Bella…

--Por favor.

Dejé escapar el aire de mis pulmones por la nariz y aunque me moriría de vergüenza al decirle lo que había ocurrido aquella noche debía hacerlo; no quería recomenzar nuestras vidas sin ser totalmente honesto con ella.

--Estábamos en un baile de Caridad al cual apoyas, te veías muy hermosa con el vestido que te había regalado y que gané en una de las subastas benéficas; al llegar a casa te pedí que modelaras para mí. Dudosa, lo hiciste; te moviste frente a mí muy sensual, altiva, en tu papel, pero no supe canalizar todo el deseo que provocaste en mí. Como un loco desesperado por tenerte, te arranqué el vestido mientras te hacía mía…

--Casi abusé de ti Bella – confesé al fin lo que me hacía sentir mi conducta de esa noche – Y te pedí perdón arrepentido de todo corazón y te juré que jamás me volvería a comportar de esa manera; lo he cumplido y aunque no sé que me pasó o qué no me pasó esa noche por la cabeza, no justifica en absoluto como me comporté contigo. No estoy orgulloso de lo que te hice… lamento de verdad que eso sea algo de lo que empiezas a recordar.

Mientras le contaba a Bella cómo habían sucedido las cosas, tenía los ojos cerrados. Era una actitud un poco cobarde, pero no podría soportar una señal de repulsión hacia mí por parte de Bella. La amaba demasiado y por eso estaba intentando ser tan honesto y transparente como pudiera, sólo esperaba que ella lograra comprenderme. Tan concentrado estaba deseando que no me odiara, que cuando sentí en mi cuello la suavidad de sus labios regalándome un tierno beso, casi exploté de felicidad.

--¡Bella! – Grité feliz regresándole algunos más.

--¿Nos hemos enojado otras veces? – Estaba seria.

--Si. Una vez que descubrí heridas graves cerca de mis preciosas niñas – las acariciaba mientras hablaba – y cuando me dijiste que harías una sesión de fotos en Punta Cana, soy un poco celoso Bella, pero te prometí que te apoyaría en todo y también lo he cumplido – dije satisfecho de mi mismo - ¡Ah! Otra vez yo me enojé mucho porque cierta hermosa mujer, me dejó con las bolas azules y ella precisamente se encontraba en Punta Cana, ¡Que coincidencia! ¿No? Tuve que tomar el primer vuelo hacia allá y planear toda una noche en un bote, muy romántica por cierto, justo como anoche.

--Te quedó tan bello todo… gracias.

--Sería un gran mentiroso si me adjudicara todos los cumplidos Bella, Jimmy y Diego hicieron posible todo esto, yo solo les pedí ayuda, pero mira lo que lograron hacer en tan poco tiempo, son geniales, no olvidaron ni un solo detalle – me reí al recordar que había encontrado junto a los chocolates, varios paquetitos de condones colocados muy disimuladamente.

--Si que lo son – dijo las palabras contra mi cuello que seguía siendo premiado con besos ligeros. Dormimos un par de horas más y cuando desperté, varias preguntas rondaban en mi mente. Sabía que mi deseo por volver a los Estados Unidos incrementaba mi ansiedad pero no era tampoco un asunto que debía dejar que fluyera espontáneamente, también yo iba implicado en él, por eso, al tenerla despierta de nuevo, me decidí a sacar el tema a colación.

--Bella ¿Qué quieres hacer exactamente al volver a Nueva York?


-Quiero trabajar – me contestó sin titubear, muy segura de lo que quería.

--¿No crees que es un poco pronto?

--Quiero recuperarlo todo – dijo bastante decidida – quiero recuperarte a ti.

--Siempre me haz tenido, amor – besé la punta de su nariz – Bella… ¿Y tú quieres que… nosotros…? – Dudé ante esa pregunta y aún más por la respuesta.

--Quiero regresar y que todo siga como lo dejé, sin ningún cambio. Mi trabajo y todo, porque será beneficioso para ayudarme a recordar y tú… porque te quiero Edward, no quiero estar sin ti.

***

BELLA’S POV

--Te quiero Edward, no quiero estar sin ti.

¿Lo decía de verdad?

¡Por supuesto que sí! Yo amaba a ese hombre, no tan solo lo quería. Estaba muy segura de eso.

¿Y como es que hablaba con tal convicción?

Porque deseaba cosas tan simples como era el querer sentir mí cuerpo estremecerse con tan solo su contacto o un pequeño roce. Desear besarlo todo el tiempo, soñarlo desnudo junto a mí, imaginar como sería hacer el amor con él, aunque ya no solo era un deseo, ya era una realidad, querer respirar el mismo aire, ser su inspiración para vivir, saber que podía contar con él… no necesitaba enumerar todavía más cosas para saber que estaba perdidamente enamorada de Edward.

Y no es que me hubiera enamorado de él en unos días, no. Así como mi cuerpo tenía memoria, también mi corazón y yo sentía que él brincaba de emoción cada vez que Edward estaba junto a mí. Tendría que ser muy tonta para ignorarlo; no debía luchar contra eso, sería como negarme a recobrar mi vida, mi alma ¡Mi propio ser!

--Edward…

--¿Si amor? – Me coloqué a horcajadas sobre él.

--Te amo.

Ver su apuesto rostro no tenía comparación con nada que conociera, mientras intentaba asimilar mis palabras. Abrió desmesuradamente los ojos así como también sus labios se entreabrieron y cerraron al mismo tiempo en que me inclinaba para besarlos. Respondió ávido a ellos y después de un rato de tiernas caricias, se puso de pie y se dirigió al baño. Escuché correr el agua en la bañera y sonreí.

¿Acaso sería capaz?

Mi respuesta no tardo en llegar al verlo caminar majestuoso hacia mí. Tan alto como él solo, sus hombros y pecho se combinaban para levantar un muro tan duro pero que contra mi rostro, era el lugar más suave donde me había recostado; sus angostas y perfiladas caderas con la fuerza insospechada que me embestía cada vez que me hacía suya, llenándome de él; esas piernas que parecían más bien unas firmes e infinitas columnas afianzando tan imponente edificación y por último pero sin demeritar sino todo lo contrario, su regio miembro, despierto, erecto, de inigualable longitud y grosor… mío, sólo mío.

Me cargó y me llevó hasta el baño, dejándome de pie junto a la bañera que era una alberca llena de burbujas. Paseé la mirada y también el baño estaba lleno de detalles; velitas pequeñas que acababan de ser encendidas, pétalos de rosas rosas, una cesta llena de toallas, varios tipos de geles, aceites y sales de baño junto a una cesta con esponjas, cepillos y otra canasta con cremas humectantes y lociones para el cuerpo. “Jimmy” Sonreí sin tener alguna duda de que esos detalles gritaban su nombre.

--¿Lista para un buen baño?

--Totalmente cielo.

Con mucho cuidado me ayudó a entrar a la bañera y una vez dentro, se sentó detrás de mí con sus largas piernas a ambos lados de mi cuerpo. Con un recipiente en forma de concha marina, mojó mi pelo y con uno de los shampos ahí dispuestos, lo lavó haciendo que casi perdiera la conciencia con el masaje delicioso que me dio. Lo enjuagó con la pequeña manguera conectada a un lado del grifo de la bañera y luego él también se lavó el pelo.

Con una de las esponjas, frotó mi espalda y luego mi vientre, mi torso, se inclinó para alcanzar mis muslos y mi entrepierna.

--No alcanzas Edward – dije divertida.

--Claro que si, solo es falta de práctica – rió contento - ¿Te lo demuestro?

--No, dame acá – le quité la esponja de las manos y comencé a pasarla por sus piernas, primero sus muslos y después llegué hasta sus pies. Después de las risas y algunas ligeras riñas por el dominio de la esponja, estaba recostada contra su pecho, dejándolo jugar con sus niñas y la espuma, causándome un sinfín de sensaciones.

--Bella…

--Dime cielo.

--Soy un hipócrita ¿Sabes?

--¿Por qué lo dices? – Intenté girarme un poco para ver su expresión.

--Porque todavía ayer por la mañana me negaba a llegar a más contigo, estaba decidido a esperar a que recobraras la memoria pero me alegro de haber sucumbido a tus encantos; ayer en la piscina, casi me matas y cuando te dejé en la puerta de tu habitación, me decidí; ya no podía más…

--Yo también me alegro de que haya sido así – como pude me giré más y le di un beso, solo en los labios, pero intenso. Haciendo un esfuerzo sobre humano, salimos de la bañera y nos envolvimos en las toallas y luego en las batas calientitas que Edward había salido a buscar a la habitación. Nos vestimos y con tristeza dijimos adiós a esa mágica habitación donde Edward me había hecho mujer una segunda “primera vez”.

Y había sido tan gentil, tan cuidadoso y dulce conmigo que de solo recordarlo, se me hinchaba de nuevo el corazón haciéndome sentir la mujer más orgullosa, enamorada y feliz del mundo entero.

Nos cambiamos de ropa y bajamos para reunirnos con los chicos que regresaban de un tour por el pueblo cercano. Todos venían muy felices pero la que más lo estaba era Alice; traía las manos llenas de bolsos de compras al igual que el pobre Jasper que solo la seguía resignado.

Rose también tenía algunos bolsos pero eran pequeños. Ella solo había comprado algunos aretes y collares. Se tiraron a descansar sobre los cómodos sillones de uno de los salones cuando nos acercamos sin hacer ningún tipo de entrada triunfal; no podría con la pena.

--¡Vaya! ¡Los tórtolos han salido de su nido de amor! – Quise asesinar a Emmett por su comentario tan atinado.

--¡Emmett! – Le gruñó Edward, tampoco estaba muy contento con su hermano.

Alice y Rose se contuvieron y no se acercaron a abrazarme ya que vieron mi cara ruborizada y apenada; ellas también compartían mi alegría porque sabían que era un paso hacia delante en mi progreso. No me había cerrado al amor, a otra oportunidad tanto para Edward como para mí; confiaba y me dejaría guiar y querer por él.

Miré a Jimmy y podría asegurar que sus ojitos brillaban, lo quería tanto… él también se aguantó y solo me sonrió. Luego les agradecería a él y a Diego la habitación de ensueño que habían arreglado para nosotros.

***

Esa misma tarde regresaríamos a Florencia. Diego tenía cirugías a primera hora y yo tenía muchas cosas que hacer, según Jimmy; pero los chicos se quedaban un día más, estaban fascinados con la villa y planeaban disfrutar su día extra.

Al llegar a casa, Jimmy me miraba risueño – Bien Bella, entonces nos vemos mañana, estaré por aquí alrededor de las 10 ¿De acuerdo? – Dijo muy fresco.

--¿Jimmy? – Pregunté confundida. Edward tenía una sonrisa divertida pero permanecía calladito.

--Ya tienes a Edward contigo, no tengo de qué preocuparme ¡Diviértete Bella!

Y sin agregar nada más se despidieron de nosotros y nos dejaron solos en casa.

--¿Qué pasa Bella? ¿No quieres quedarte a solas conmigo? – Se acercó a mí por detrás, susurrándome esas palabras al oído.

--Claro que quiero – me di la vuelta para quedar frente a él – solo que no esperaba que fuera tan obvio.

--¿Obvio para quién? ¿Para él o para ti? – Me encogí de hombros y puse mi mejor sonrisa.

--Supongo que me cuesta ver qué tan fácil Choo puede desprenderse de mí.

--Bella, él no se está “desprendiendo” de ti. Jimmy también tenía una vida antes de que ocurriera todo esto – hizo un ademán señalando a nuestro alrededor – y lo dejó todo sin preguntar si lo necesitabas o no, él solo sabía que si y no dudó en acompañarte a donde fuera que tú te dirigieras; creo que es un poco egoísta que pienses así amor, él solo está continuando con su vida y nunca va a dejar de quererte por eso.

--Creo que… como siempre tienes razón – miré hacia mis zapatos.

--¿Quieres salir un rato a la terraza? – Sentí sus manos alrededor de mis caderas y no me costó ningún esfuerzo decirle que sí.

Nos tiramos en un camastro. No prendimos ninguna luz para poder observar mejor el cielo estrellado. El brazo de Edward rodeaba mi espalda y yo estaba recostada en su pecho. Ya había abierto un par de botones de su camisa y mi mano estaba jugando bajo la tela.

--¿Bella?

--¿Si?

--A partir de mañana tu vida va a dar otro giro de 180º.

--¿Eso significa que volveré a ser la misma, Bella? – Reí.

--Significa que de nuevo tendré que pedir citas para poder verte – dijo algo melancólico – y apenas acabo de recuperarte.

--¿Edward?

--Jimmy te tendrá tan ocupada que voy a tener que secuestrarte para poder estar contigo, te pondrá clases de mil cosas que él asegurará que las necesitas – su mano había tirado de mi blusa y la sacaba de entre mis jeans – y cuando llegue a casa y abra el refrigerador, solo encontraré manzanas y botellitas de agua – metió su mano bajo la tela y comenzó a acariciarme – y tus bolsos, volverás a llenarlos de todos los objetos que según tú, necesitarás durante el día y que solo harán que parezca que cargas un muerto ahí dentro y el baño, parecerá otra vez el rack de un supermercado lleno de todo tipo de productos “indispensables”, cremas, shampos, tratamientos, mascarillas, jabones, aceites… y cuando vayas a tener alguna sesión de fotos importante, no aceptarás que te invite a cenar o a comer a ningún lugar por lo que indiscutiblemente esa dieta también aplicará para mi, ah y eso sin olvidar que una noche antes a tu sesión, no me dejarás tocarte ni con el pensamiento, bueno – titubeó – a veces no puedes resistirte a mis encantos y terminas cediendo. También…

--Si no quieres que vuelva, solo dilo – dije con un hilo de voz pero muy sincera.

--Bella, no – colocó un dedo bajo mi barbilla y la levantó hacia él – solo bromeaba; jamás impediría que dejaras de hacer lo que te gusta. Sabes que no lo haría – sentí su abrazo más fuerte.

Ya que Edward lo mencionaba, la verdad era que no había pensado con detenimiento todo lo que tenía por delante. Me había emocionado mucho al escuchar a las chicas y sobre todo, al verme en esas revistas con un cuerpo espectacular, pero ¿En realidad estaba conciente de todo lo que conllevaba la vida de una modelo? ¿Estaba preparada y lista para eso?

¡Diablos si!


No era momento para venir con pesimismos ¿Por qué demonios no podría hacerlo? Ya lo había hecho una vez y era una chiquilla, ahora solo necesitaba un poquito de práctica, porque hay cosas que nunca se olvidan ¿No? Son como el sexo y andar en bicicleta, aunque por esa ocasión solo pudiera estar segura de lo primero.

--Te creo cielo y prometo que no te tendré comiendo manzanas – le aseguré al mismo tiempo que me frotaba a su cuerpo.

--Amor, lo hacía por solidaridad y lo haré las veces que sea necesario porque te amo, Isabella Swan – me dio un beso apasionado que se tornó demandante y en menos tiempo de lo que pudimos darnos cuenta, nuestras respiraciones agitadas y nuestros jadeos, nos llevaron a nuestra habitación para tener otra noche de entrega y amor incondicional.

***

Otro despertar perfecto.

Acostada de lado y Edward adherido a mi cuerpo, abrazándome. Su brazo en mi cintura, manteniéndome unida a él, posesivo… perfecto.

No quería ni moverme, pero Choo me había dicho que a las 10 empezaríamos a trabajar y el reloj en mi mesita indicaba que apenas tenía un poco más de media hora para darme un baño y vestirme. Tampoco quería despertar a Edward, prefería que se quedara durmiendo porque tenía que recargar energía… la necesitaría para esa noche.

Comencé a moverme muy despacio para salir de su abrazo sin despertarlo pero fue inútil. Edward empezó a removerse detrás de mí y su brazo me atrajo más a él; al pegarme de nuevo a su cuerpo, sentí algo en mis nalgas que estaba cien por ciento segura que no estaba ahí antes. Inhalé sorprendida por la rapidez que tenía Edward para reaccionar, sonreí perversa y afortunadamente para mí, no lo notó o al menos eso creí.

--Mmm esa sonrisita malévola me excita Bella – su voz ronca y muy sexy me hizo dar un brinquito.

--Cielo, me asustas – confesé – mejor sigue durmiendo, guarda tus energías y hoy en la noche…

--Hoy en la noche nada, mejor de una vez – sus caderas se pegaban a mi trasero y su erección cada vez se hacía más grande.

--Edward, tengo el tiempo justo, yo… lo siento.

--¿Lo siento? – Soltó una sonora carcajada – no Bella, tú aún no sientes nada.

En menos de un pestañear de ojos, Edward ya estaba sobre mí atacando directamente a mi cuello, llenándolo de besos húmedos que me parecieron demasiado excitantes, pero traté de concentrarme y al tomar mis muñecas y colocarlas sobre mi cabeza, mi cuerpo comenzó a traicionarme, endureciendo mis pezones y arqueando mi espalda.

--No Edward, no – rogué.

--Si Bella, si…

¿Acaso este hombre nunca escuchaba lo que le pedía? ¿Por qué me torturaba de esa forma poniéndome en un predicamento, seguir o no seguir?

--Tranquila amor, será rápido pero te va a gustar, te lo aseguro – me decía mientras se ponía un condón y se ubicaba entre mis piernas.

--¡Edward! Yo no estoy lis… - me cortó.

--Claro que lo estás – deslizó un dedo dentro de mí y después me lo enseñó… brillaba - ¿Ves que si?

Y sin decir nada más, con un fuerte empujón de sus caderas me penetró. Potente, duro, pleno. Ante tal embiste el aire que contenían mis pulmones escapó junto con un grito de mi garganta pero Edward no se detuvo. Siguió arremetiendo en mi cuerpo con vigor y un ritmo constante. Con cada acometida de su miembro, mis senos temblaban ante el choque de nuestros cuerpos. En mi interior se levantaba un torbellino de sensaciones que acababa con cualquier indicio de razón que pudiera hacerme mantener la cordura o pensar con claridad. A ese punto, sabía que ya sería inútil, mi cuerpo dominaba a mi mente. Ya no quería ser racional, ni conservar un ápice de razón, no lo necesitaba; yo solo quería sentir como ese hombre que me hacía suya, me llenaba, me complacía, me amaba.

--Bellaa…

Que gritara mi nombre fue un aviso, Edward no duraría mucho más y yo me encontraba en las mismas condiciones. Mis músculos internos comenzaban a cerrarse sobre él; mis jadeos y la parte superior de mi cuerpo estaban incontrolables y el torbellino arrasador me llevaba cada vez más hacia el filo del abismo.

--Ah Edward…

Sin poder evitarlo grité su nombre no solo una vez, y eso nos empujó a un orgasmo arrollador haciendo que la tensión que ejercía sobre el miembro de Edward casi lo sacara de mi.

Se desplomó sobre mi cuerpo que por la excitación, no sintió su peso. Nuestras agitadas respiraciones poco a poco regresaban a su ritmo normal y cuando se recobró, se recostó junto a mí que aún trataba de respirar un poco más relajada.

--¡Diablos Bella! – Maldijo – necesitamos condición, estoy temblando.

Nos reímos y esperamos unos minutos más. Con mucha más calma de la que esperaba, Edward me abrazó y me besó.
 
 --¿Satisfecha señorita Swan? – Esa voz melosa me hubiera excitado de nuevo con mucha facilidad, pero levanté mi ceja en señal de advertencia, si seguíamos así no saldríamos de la cama jamás.

--Mucho, gracias por ser un despertador tan eficiente Ingeniero – agradecí – pero por el momento, tengo que salir de aquí y darme un baño, desde hoy comienzo a tener muchas obligaciones y ya se me hace tarde.

--Eso no es problema – dijo confiado – yo la ayudaré.

Y sin darme tiempo de gritar o de negarme, me llevaba al baño para recibir uno de los mejores y más completos baños express de mi vida.

***

--Bella – decía Jimmy muy serio, muy profesional – tienes que decidir en qué desfile quieres hacer tu “reaparición”.

Me quedé congelada y callada porque no sabía en qué basarme para tomar una decisión.

--Podrías hacerlo en la semana de la moda, ya que estamos en Europa, pero iríamos contra reloj y no quiero que te esfuerces y te presiones innecesariamente, lo que nos deja varias opciones… el desfile de Chanel a finales de octubre, en noviembre el de Victoria’s Secret, también en noviembre están Marc Jacobs, Prada y Fendi, por lo que tendríamos dos meses exactos si decides empezar en octubre…

--¿Qué debo de tener en cuenta para decidir? – Estaba aterrada.

--Bueno – inhaló aire como si fuera a dar el discurso más importante de su vida – tú eres el rostro de Chanel, que es una de las cinco firmas más importantes del mundo; sus desfiles son los más vistos y esperados además tienen una producción impresionante, son los más lujosos, impredecibles y en pocas palabras in-cre-í-bles; sería lo más inteligente elegir este evento ya que regresarías con un desfile de la casa a la cual perteneces, no habría nada más chic que gritarle al mundo, “Hey, aquí estoy y vengo con todo".

--El de Victoria’s Secret, no es menos importante, solo que va más enfocado a abarcar otro tipo de mercado por vender artículos más accesibles, es menos formal por el tipo de producto pero – respiró – este desfile lo ven hasta los osos polares, tiene una difusión masiva e impresionante, eso por un lado y por el otro, sería reaparecer con un cuerpo imponente, con las modelos más hermosas del mundo y diciendo “aquí no ha pasado nada, estoy mejor que nunca”.

Miré a Edward y estaba sentado con una pierna cruzada, el brazo en el descansa brazos y la mano cerrada en un puño sobre su boca y “algo” en la mesa de café acaparaba su atención. El no estaba contento con ese desfile, su actitud hablaba por si sola.

--Los demás desfiles también son muy importantes, tienen todos los elementos necesarios como para captar toda la atención que nosotros requeriremos para hacerte notar pero, son más elitistas, exclusivos, no los representas, no es tú marca, como Chanel.

--¿Jimmy, tú que elegirías? – Sacudí mi cabeza – Edward ayúdame a decidir.

Después de unos segundos y de que la mirada de Choo bailara sobre mí y sobre Edward, lo escuché – Bella, Jimmy es quien sabe cual es tu mejor opción, guíate de él amor, no de mí.

Me tranquilizó escuchar que me dijera eso aunque yo no podría elegir algo sin tenerlo a él en cuenta y mucho menos después de demostrarme cuanto me amaba. Estaba ahí conmigo, mientras su familia y su trabajo se encontraban del otro lado del mundo. Edward confiaba en Jimmy y en mí, sabía cual era mi trabajo y me apoyaba, él sabía que haríamos la mejor elección.

--¿Y qué diremos sobre todos estos meses en los que desaparecí?

Jimmy apretó los labios – creo que lo más prudente y para evitar enredarnos con mentiras, sería decir la verdad – dijo con firmeza y yo me paralicé.

--¿L-la v-verd-dad? N-no y-yo n-no… – comencé a tartamudear y en un instante Edward ya estaba junto a mí pasando un brazo sobre mis hombros y acercándome a su pecho.

--Shh shh, calma no pasa nada.

--Bella, tranquila, daremos una versión “oficial”, sin detalles, solo a grandes rasgos – Choo me explicó – pero que se base en lo que ocurrió y que ningún periodista pueda enredarte con preguntas tramposas.

--¿Y cual sería esa versión oficial? – Edward preguntó mientras acariciaba mi espalda.

--Eso tenemos que discutirlo con Ángela quien llegará en un par de horas y juntos, los cuatro, porque tú también estás en esto ¿cierto? – Se dirigió a Edward quien asintió sin dudar – juntos decidiremos cual será esta importantísima versión.

--¿Y-y porque viene hasta aquí Ángela? ¿No es un poco exagerado? – estaba intrigada.

--Es un tema demasiado importante y delicado para tratarse por teléfono o en una video-conferencia, además tenemos que ajustar las agendas y ver si podremos reprogramar algunos de los trabajos que tenías firmados, también revisaremos las multas que tuvieron que pagarse por incumplimiento de contrato y cuales pueden recuperarse si volvemos a firmar con ellos.

--¿Tú te ocupas de todo eso, Jimmy? – Edward estaba asombrado y yo también.

--Si y además la acompaño siempre a donde va y me encargo de revisar que tenga todo lo que necesita mientras trabaja, escojo su ropa, voy de compras por ella y la cuido más que si se tratara de mi propia hermana.

--Tengo que reconocer que nunca había prestado atención a todo lo que hacías Jimmy. Gracias – le agradeció Edward sinceramente.

--¿Por qué me agradeces?

--Por cuidar y querer tanto a mi Bella…

***

Efectivamente, como Choo había dicho, Ángela llegó un par de horas después. Yo estaba un poco nerviosa porque para mi sería conocerla por primera vez, pero Jimmy me dijo que era muy agradable, muy paciente y sobre todo muy inteligente y confiable. Había logrado para nosotros, y Jimmy hablaba por él y por mí porque éramos un equipo, contratos importantísimos como el de Chanel, otras firmas y muchísimas portadas en muchas revistas por todo el mundo.

También me platicó que una vez tuvimos una “diferencia” porque ella, buscando colocarnos en la televisión para tener una opción cuando el trabajo de modelo bajara, me había conseguido entrevistas y más contratos en la tele y yo me enojé porque en mi contrato con ella como mi agente y publicista, había dejado muy claro que no quería tener nada que ver con la televisión o que tratara de que fueran muy pocas las veces que tuviera que hacer algo para ese medio.

Ella no había respetado mi petición y yo simplemente salí de su oficina sin querer saber nada más del asunto, pero Ángela había recapacitado y aceptado su error; después de eso, nuestra relación laboral se afianzó mucho más y nuestra amistad se solidificó con creces, hasta que me fui de Nueva York dejándola colgada con todos los contratos pero ella no preguntó nada, siguió mis peticiones y además, trató de salvar la mayor cantidad de compromisos firmados.

--¡Bella! – Entró emocionada y me abrazaba - ¿Cómo estás?

--Bien Ángela – Jimmy tenía razón, a primera vista notabas que era buena persona.


--Es verdad, te ves muy bien, hola Edward – lo saludó cordial y él le regresó el saludo.

--Jimmy me contó lo sucedido hace un par de meses, tuvo que hacerlo, no te enojes con él – abogó por Choo.

--No te preocupes, sé que no haría nada que me perjudicara, es un buen chico – dije despeinándolo mientras lo acariciaba como a una mascota y él solo me aniquilaba con la mirada por romper su look.

--Bueno, ya estoy aquí así que manos a la obra – entrelazó sus manos ansiosa - ¿Por donde empezamos?

Sacó su laptop y Jimmy hizo lo mismo. Yo aún no decidía en qué evento haría mi reaparición, así que me dieron un par de horas más para pensarlo bien mientras pedíamos algo de comer y ellos hacían ajustes sobre algunos contratos rescatados. Se avecinaba una noche muy larga, ya que Ángela tenía que volver a Nueva York al día siguiente y debíamos dejar todo listo para cuando se fuera, las agendas, todas las decisiones importantes tomadas y además, la versión oficial.

Pedimos italiano, para variar, ya que a Ángela le encantaba. No ordenamos mucho, solo un poco de pasta y mucha ensalada, no tan estricta pero por algo debía empezar, ya había comido cantidades industriales de pasta en todo ese tiempo y necesitaba cuidarme por mi trabajo.

Se escuchaba tan extraño… ya tenía un trabajo, algo en qué ocupar mi tiempo, no como antes de que llegara Edward y me contara todo, cuando mi trabajo era esperar que se consumiera el día para dormir y esperar por el siguiente ¿Cómo había podido vivir así?

Entre Edward y yo pusimos la mesa. Lo hacíamos en silencio ya que yo estaba inmersa en mis pensamientos tratando de elegir lo que fuera mejor para nosotros pero aún no me decidía. Giré para ir a la cocina a buscar algo y choqué con Edward quién me rodeó con sus brazos. Yo me pegué a su cuerpo y también lo abracé; necesitaba sentirlo conmigo, apoyándome como lo hacía, queriéndome…

--Relájate Bella – susurró – cualquier cosa que decidas estará bien, piénsalo. Si elijes el desfile de Chanel regresarás con mucha clase y elegancia; y si escoges el de Victoria’s, lo harás de una forma muy sensual y todos te verán; ambas son muy buenas elecciones.

--¿A ti en cual te gustaría verme?

--A mi me gustará verte feliz y disfrutando lo que haces – me dio un beso en la frente y nos separamos – ven, ayúdame con los vasos.

Nos sentamos a la mesa y Ángela devoraba todo lo que le pasaba al frente. Edward con su eterna lasagna estaba más que contento al igual que Jimmy, y yo, comiendo una ensalada mediterránea gigante.

--¡Pero Bella! Estás en Italia ¡Come pasta! – Exclamaba emocionada con un pan con ajo en la mano.

--Mmm… estoy tratando de guardar la línea – Edward hizo una mueca cuando me escuchó.

--¿Guardar la línea? ¡Por favor Isabella!

--Bella – dijo Jimmy – la mejor forma para guardar la línea es comer con los ojos y yo, no te quiero así. ¡No empieces a exagerar por favor!

***

--Será Chanel.

Jimmy saltó como si hubiera sido impulsado por un resorte y gritaba emocionado mientras que Ángela aplaudía feliz. Edward solo los observaba festejar y yo sonreía al ver sus reacciones.

--¡Ja! ¡Prepárense que Pinky y Cerebro vuelven para dominar al mundo! – Gritó Choo.

--¿Pinky y Cerebro? – Edward estaba doblado de la risa.

--Ajá y ambos enfundados en hermosos y exclusivísimos diseños di-vi-nos y en altísimos Louboutin… ¡Regresamos al juego! - decía Jimmy con una sonrisa y una expresión que daba miedo ¿En donde estaba el Jimmy profesional de hace unos momentos?

--Creo que es la mejor decisión – Ángela sonreía satisfecha.

--Por supuesto que es lo mejor. Tenemos tantas cosas por hacer Bella, ¡Que no sé por donde empezar! – Choo seguía emocionado. Sentí una mano enredarse en mi cintura y apretarse a mí. Era la manera de Edward de demostrarme su apoyo y su amor. Lo amaba.

--Dios, tengo que organizar todo para volver a Nueva York porque con esto, apenas tenemos tiempo para prepararnos, no podemos perder ni un solo momento. Siento que me tragué un reloj y las horas empiezan a comerme por dentro.

Jimmy tenía una luz y un brillo en la mirada que no le había visto jamás. La felicidad le fluía a borbotones. Tal vez, siempre había sido así de feliz y había sacrificado lo que tanto le gustaba hacer tan solo por estar conmigo. Pero ahora las cosas cambiarían porque la única forma de agradecerle su sacrificio, además de quererlo mucho, era siguiendo sus instrucciones y trabajando duro.

Ángela y Jimmy estuvieron muchas horas más estudiando sus “estrategias”, no querían dejar pasar por alto puntos importantes, como ellos decían. Estaban tan concentrados implementando un plan de trabajo, que a Edward y a mí, nos mandaron a dar un paseo y les tomamos la palabra. Tomé un suéter ligero y salimos a caminar por las calles cercanas. Edward me tomaba de la mano y caminábamos en un cómodo silencio.

Pasamos algunos cafetines al aire libre y de pronto nos topamos con uno que tenía sombrillas rojas. Mi respiración comenzó a agitarse y de pronto cerré los ojos y en mi mente ya no era de noche sino un espléndido día soleado. Cientos de imágenes pasaban por mi mente en fracciones de segundo pero podía verlas todas claramente. Yo estaba ahí, sentada sola bajo una de las sombrillas y me levanté cuando alguien se acercó a mí, corrí y al llegar a un kiosco, la foto de Edward y Alice junto a una mujer rubia me golpeó a la cara. Comencé a sentir un dolor en el pecho que se hacía cada vez más grande y se extendía por todo mi cuerpo, pero el dolor en mi cabeza era mucho peor.

--¡No Alice, tú no!


--¡Bella! – Escuchaba la voz de Edward que me llamaba - ¡Por favor, Bella! ¡Reacciona!

Comprendí en ese instante que lo que estaba viviendo en mi mente, era un recuerdo, y que al escuchar mi nombre de labios de Edward se esfumó así de fácil como había regresado a mí.

--¿Qué pasa? Por favor dime qué tienes – sus brazos me sostenían fuerte.

--Yo… recordé… Edward – hable con dificultad debido a mi agitación y al dolor.

--Todo está bien amor, todo está bien – repetía asustado.

--Te vi… junto con Alice y… y una mujer rubia.

Edward estaba casi tan pálido y confundido como yo.

--¿Era ella? ¿Esa rubia era… Irina? *



*



*



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Gracias PattinsonWorld.

6 comentarios:

joli cullen dijo...

ME MUERO XD QUE CAPITULO COMO SIMEPRE Y EL FINAL NI SE DIGA RECORDOI LA FOTO QUE REACCION VA A TENER? OJALA NO SEA MALA EDWARD LA AMA SE LO HA DEMOSTRADO SOLO LE FALTA VENMCER EL PASADO GRACIS POR EL CAPITULO BYE

Nani-PattinsonWorld dijo...

Muchas gracias Li, precioso el capitulo, detallado y extenso ... es un gustazo leerte. Gracias a Dios va recordando!
Un besazo

Silvia Farro dijo...

omg!!!! please q bella no se enoje con el please please....todo va encaminado! please y que de una buena vez se casennn!

CRIS dijo...

me muero, que bueno, digo bueníiisimo como siempre!!!!!!!!!
que susto, chicas,creí por un momento que Edward iba a forzar a Bella, pero no fue así, lo que pasó es que insistió porque sabía que en el fondo Bella quería, menos mal!!!!

Por fin recordó la imagen del comienzo del desastre, que pasará ahora???
espero que Bella no vuelva sobre sus pasos y estropee lo que tanto le ha costado a Edward y a ella misma, y que reaccione bien, ya que ella sabe por boca de Edward todo lo que pasó con Irina,
!!vamos y que el amor puede con todo!!!!

besos

megavladix dijo...

hola me disculpo por no haberme r´eportado antes pero no he podido por eso hasta hoy pero como siempre a sido un increible capitulo y las imagenes estan fabulosas como siempre es un privilegio poder leer tu historia y me gusta mucho el rumbo que esta tomando sige adelante y esperare por el proximo capitulo y ya sabes si tienes planeada por hay otra historia abisanos para segir en contacto.besito


KATRICIACRUZ

dracullen dijo...

si ke regrese no puede dejar su carrera asi, ke bien por ella. Ke bueno ke recordó, algo no tan bueno pero es un avance :D