martes, 16 de noviembre de 2010

CAPITULO 39

CAPITULO 39


BELLA’S POV

Me removí entre las sábanas y mi pierna chocó con otra. Con mucho trabajo abrí un ojo sólo para confirmar que era verdad y que Edward y Jimmy, habían hecho que mis amigos estuvieran ahí. Alice y Rose se habían quedado a dormir conmigo para tener una noche de chicas que más que eso, me di cuenta que había sido algo así como una llamada de auxilio.

Si, mi vida me pedía auxilio. Quería volver a mí. Lo pedía a gritos. Esa vida de pasarelas, miles de cambios de ropa, maquillaje, peinados, sesiones de fotos llenos de luces, flashes y revistas, necesitaba resurgir y me pedía ayuda para volver y siendo sincera, me moría de ganas de vivir en carne propia lo que todos me decían que yo hacía a la perfección.

Me giré y vi la hora en el reloj de mi mesita. Me levanté, fui a la habitación de mi madre y tomé el teléfono. Sonó varias veces y cuando estuve a punto de colgar, oí su voz del otro lado de la línea.

--¡Bella! ¿Cómo estás? – Me contestó muy alegre.

--Mamá ¡Aquí están mis amigos! – Dije emocionada y me dispuse a contarle la sorpresa que entre Edward y Jimmy me habían dado.

--¿Sabes? Creo que quiero volver a Nueva York, estoy pensando en regresar a trabajar, a Edward le gustaría tanto… y a Jimmy ni qué decir.

--¡Que gusto me da escuchar eso Bella! Pero dime algo – hizo una pausa – ¿Lo estás haciendo por ti ó por que todos están esperando que lo hagas?


Me quedé pensando en sus palabras. No, no, no. Estaba segura que lo hacía por mí.

--Por mí mamá – respondí – no te imaginas todas las emociones que sentía dentro de mí cuando Rose y Alice platicaban conmigo y al tener esas revistas en mis manos, no sé, no sé como describirlo pero fue como tener envidia de mi misma.

--¿Envidia de ti misma? ¡Vaya manera de expresarlo! Pero creo que lo entiendo muy bien; me da mucho gusto que hayas tomado esa decisión porque sé que lo deseas y que te hará feliz y no hay nada mejor para hacer feliz a los demás que estando a gusto con uno mismo.

--Gracias mamá, te extraño ¿sabes?

Las sabias palabras de mi madre me hicieron sentir mucho más segura acerca de mi decisión que a pesar de que ya estaba tomada, necesitaba escucharla decirme que no iba por el camino equivocado. Estaba feliz, llena de energía y con unas ganas locas de empezar… porque para mí eso era mientras no recuperara la memoria, el comienzo de una vida nueva.

Salí de la habitación de Reneé y me asomé para ver si Rose y Alice ya estaban despiertas pero seguían dormidas; estaban agotadas así que seguí mi camino y me metí a la de Jimmy que también parecía estar muerto. ¿Por qué todos parecían estar tan cansados? ¿O era yo la que sentía una nueva y diferente energía en mí? No me importó y me acosté junto a él.

--¿Estás dormido? – Me iba a matar pero era mi venganza porque él me había hecho lo mismo el día anterior - ¿Choo?

Jimmy no se movió ni un milímetro, creo que ni se había dado cuenta de mi presencia – Iba a contarte algo pero como no quieres escucharme, te dejaré de molestar – ni siquiera eso funcionó así que un poco decepcionada por su falta de interés, fui a darme un baño.

Llené la bañera y le eché una mezcla de aceites que según Jimmy, eran para suavizar la piel y dejarla cremosa. También mi pelo recibió su respectivo cuidado con un tratamiento para que estuviera muy brillante y sedoso. Estuve un buen rato remojada mientras esperaba que las mágicas mezclas de Jimmy hicieran su trabajo. Froté mis manos en mi piel para que los aceites penetraran y recordé lo que estuvo a punto de pasar la otra noche. “Esa” noche, de la cual hubiera preferido no acordarme de absolutamente nada pero que para mi desgracia, lo hacía aún tras haber estado bastante tomada.

Pero recordar sus manos en mi piel no era tan malo. Tampoco sentir uno de mis senos en una de ellas, siendo acariciado, masajeado, presionado. Sus piernas enredándose en las mías se habían sentido tan bien, pero cuando su mano bajó hasta mi… ¡Oh Dios! ¡Si que recordaba y muy bien ese delicioso estremecimiento de mi cuerpo!

Si con solo recordar esas breves caricias me estaba derritiendo ¿Cómo me sentiría cuando hiciera el amor con Edward? Porque aunque haya estado muy borracha yo tenía razón, sería como mi segunda “primera vez”.

***

Mientras estaba en la bañera todas las palabras de Alice y Rose resonaban en mi cerebro. Se habían aclarado muchas cosas de las cuales tenía dudas y que cuando Edward me contó “su” historia, yo no capté completamente pero aún así, tenía que tener una plática con él. Ambos la necesitábamos.

Salí de la bañera con las manos y las plantas de los pies arrugados pero el resto de mi cuerpo muy suave; ese era el propósito. Enrollé mi pelo en una toalla y me puse una mascarilla “carísima” de Jimmy y unas compresas en los ojos. Ese día me moría de ganas por lucir muy bien. Aún no sabía qué haríamos, pero quería verme muy bien para Edward.

Cuando terminé mi rutina, me asomé a ver a Jimmy que empezaba a moverse en su cama y salté a ella, provocando un par de maldiciones de su parte que respondí con unas carcajadas y abrazándolo muy fuerte a pesar de sus quejas.

--Ya es tarde, levántate Choo – le di un fuerte apretón.

--¡Bella! ¿No te han enseñado a respetar el sueño de los demás? – Dijo algo enojado jalando las sábanas hacia su cara.

--Mmm, supongo que si, ¡Pero no lo recuerdo! – Solté otra carcajada – Jimmy… muchas gracias.

--¿De qué?

--Por traerme a mis amigos – dije con voz bajita.

--No hay de qué – sacó de cabeza del envoltorio de sábanas y me sonrió – fue, es y será siempre un placer Bella. Además me divertí mucho ayudando a Alice y a Rose a organizar sus agendas, con Jane no tuve problemas ya que nos conocemos desde hace mucho pero con esa Tanya… uf creo que no es mi persona favorita, pobre Alice que tiene que soportarla todo el tiempo.

--¿Y yo si lo soy?

--¡Claro Bella! Diego y tú, son mis personas favoritas.

Whoa… Diego. Dios. ¿Qué sucedería con ese par cuando les contara mi decisión? Definitivamente Jimmy y Diego no merecían separarse pero, entre Choo y Edward habían hecho que mis amigos estuvieran ahí para que yo recobrara la memoria y si era posible, algo de mi vida, juntos planearon todo y no había sido fácil, entonces… estaba tomando la decisión correcta.

--¿Me ayudas a escoger la ropa de hoy? Quiero verme muy bien.

--¿Algún motivo en especial?


--Si, muchos de hecho, así que mueve ese trasero y vamos a buscar algo lindo en ese clóset que tú sabes mejor que yo qué es lo que guarda.

***

Casi una hora y media después Emmett, Jasper y Edward llegaban a casa.

Edward se acercó a mí rodeándome con sus brazos y hundió su rostro en mi cuello. Yo lo abracé en respuesta frotando mi mejilla en su pecho firme.

--Hueles delicioso – aspiró – ¿Cómo estuvo tu noche de chicas?

--Muy hmm… reveladora y constructiva – cambié de mejilla.

-¿Me puedes contar? – Me miró dudoso.

--Pórtate bien y lo haré.

--¿No tendría yo que decirte eso? – Frunció el ceño muy divertido – eres tú quien me ataca a mitad de la noche e intenta robarse mi castidad.

--No sigas por favor – dije con pena, enterrando la cara en su duro pecho y escuchando su risa.

Después de nuestro singular saludo, Emmett se dispuso a informarnos que tenía el día perfectamente planeado. Iríamos a conocer Pisa; las torres y su catedral inclinadas.

--¿Estás bromeando Emmett? – Rosalie puso cara de pocos amigos - ¿Ir a caminar todo el día para ver un par de torres chuecas? No tengo ganas.

--Rosalie – dijo calmado – tienes 2 minutos para empezar a mover tu lindo trasero y subirte a la camioneta – su tono era tranquilamente amenazante y yo me giré para ver a Edward arrugando la nariz, tampoco estaba muy feliz con la noticia.

--Oh vamos Bella, nunca salimos todos juntos – dijo susurrando en mi cuello – será divertido – no pude ni siquiera intentar negarme ante esa petición. Me separé de él y me dirigí a mi habitación por mi bolso; Edward me siguió y cuando estuvimos dentro, cerró la puerta detrás de él.

Me tomó por la cintura y me tumbó en la cama colocándose sobre mí. Sus labios se movieron sobre los míos desesperados y yo le respondí abriéndolos ligeramente para sentir su dulce lengua invadir despacio pero demandante, mi boca.

Hábilmente su cuerpo se acomodó sobre el mío, mientras su beso se intensificaba y yo comenzaba a perder el sentido ante su impaciente asalto. En una respuesta urgente, mi lengua recibió a la suya dándole una cálida bienvenida con movimientos envolventes. Gemí ante el cúmulo de sensaciones y él también lo hizo. Su mano se paseó por todo mi costado derecho, desde mi muslo, pasando por mi cadera y hasta llegar muy cerca de mi seno. Colocó una pierna entre las mías y lo sentí, duro y firme; mi respiración empezó a agitarse y nuestras bocas se separaron jadeantes.

--¿Me extrañaste Isabella? – su voz era ronca y grave.

--Demasiado – dije jadeante y Edward detuvo las caricias de su mano sobre mi cuerpo. Relajó su cabeza descansándola entre mi clavícula y mi cuello, respirando profundamente.

--Será mejor que salgamos de aquí – se puso de pie y me dio una mano para ayudarme – Emmett no está de muy buen humor.

Me dio un ligero beso en los labios y con mi bolso en una mano y la mía en la otra, salimos de mi habitación para encontrarnos con Alice sonriente esperando en la puerta. Parecía estar feliz con la idea de Emmett de hacernos caminar todo el día entre la gente. ¿Siempre estaba de tan buen humor?


Apenas di dos pasos fuera de casa cuando me quedé impactada. En la entrada había un enorme “Hummer” roja y Rosalie ya estaba instalada en el asiento del copiloto con su hermoso rostro visiblemente enojado.

--¿Pero de dónde salió eso? – Le pregunté asombrada a Edward.

--Emmett fue a alquilar algo lo suficientemente grande para todos nosotros y regresó con esto ¿No está tan mal, no? – me tomó de la cintura y con un impulso me subió a ella.

El trayecto a Pisa duró aproximadamente una hora. Los paisajes eran hermosos y entre los brazos de Edward todo lo disfrutaba mucho más. El besaba mi coronilla, mis manos, mis orejas, mis labios, en fin, todo lo que podía y yo seguía hipnotizada con él desde ese impulsivo pero maravilloso ataque en mi habitación.

Caminamos un poco para llegar a la “Piazza dei Miracoli” que es dónde se encuentra la famosa torre inclinada. Jimmy, Alice y Jasper no dudaron en ir a conocer más de cerca el lugar y de hecho querían subir a lo alto de la torre. Rose fue prácticamente arrastrada por Emmett así que no tuvo opción y Edward y yo, sólo recorrimos los alrededores mientras me explicaba el porqué de la inclinación no solo de esa torre sino de otros edificios más del área.

--No está mal construida – dijo mientras me guiaba con su brazo alrededor de mi cintura – los terrenos son pantanosos por lo que ceden y se asientan con el peso de las edificaciones.

Edward sabía tanto y yo estaba encantada escuchando cada palabra que me decía que sin darnos cuenta ya teníamos más de 4 horas caminando por todo el lugar que era bellísimo; lleno de gente de todas partes del mundo todos con cámaras en las manos para guardar un recuerdo de su visita a la famosa construcción.

Nos sentamos en una banca a esperar a los chicos; me tenía abrazada y yo descansaba mi cabeza en su hombro. Noté que muchas personas nos miraban, reían y a veces nos señalaban pero Edward parecía no darse cuenta o no le importaba.


El sol estaba dando lo mejor de sí, había calor y además, tenía mucha hambre y sed. Optamos por ir a comer algo a alguna pizzería cercana y a un par de calles alejadas de la piazza, Edward encontró una con mesas en la calle y brillantes manteles rojos. Estaba bastante concurrida y al entrar al lugar, varios comensales se volvieron a mirarnos. Ordenamos una pizza, él con una cerveza y yo con una coca-cola. La pizza no tardó y comí inmersa en mis pensamientos.

Necesitaba tener una larga plática con Edward. Tenía que contarle la decisión que había tomado. Que deseaba regresar a Nueva York, volver a mí casa, a mí trabajo y lo más importante, con él a mí lado. Que anhelaba regresar a mi antigua vida y hacer exactamente todo como antes, que no me importaba no recordar nada porque yo sabía que me quería, podía sentir su amor y no necesitaba mis recuerdos para saber que yo lo quería a él en mi vida para siempre. Que tal vez mi actitud y mi conducta no fueran las mismas de antes pero le pediría que me diera la oportunidad de demostrarle que daría mi mejor esfuerzo y que nunca se arrepentiría de haberme dejado compartir de nuevo su vida conmigo… sólo tenía que encontrar el mejor momento para decírselo.

--¿Qué sucede Isabella? – Me sobresalté al escuchar sus palabras.

--Nada – murmuré.

--Te conozco, apenas y haz dicho algo durante todo el día, ¿Qué pasa? – Insistió serio.

De verdad me conocía para saber que algo me estaba dando vueltas por la cabeza y que era importante. Yo no quería decirle en ese momento que tenía que hablar con él muy seriamente porque no sabía si insistiría sobre qué, tal vez tuviera que darle una pista y en pocas palabras no iba a sentirme muy cómoda; prefería tener esa conversación con él a solas y en un sitio mucho menos público y concurrido.

--Todo está bien – le respondí desviando la mirada y supuse que me había creído, pero cuando iba a decirme algo más, escuchamos a los chicos.

--Te salvó la campana Bella – estaba serio – pero hablaremos más tarde.

“¡Si eso es lo que quiero!” Pensé.

--¡No saben de lo que se perdieron! – Gritó una Alice muy emocionada – todo está muy lindo y te hubiera encantado Edward – él solo asintió sin dejar de mirarme.

--Si, es verdad – la siguió Rose – pero hay demasiada gente.

--¡Vaya Rose! Creí que no se te quitaría el mar humor en todo el día – se burló Jasper mientras se sentaba junto a Alice y le daba un beso en la mejilla.

***

EDWARD’S POV

Terminamos de comer entre bromas de Emmett y Jasper. Bella disfrutaba de todos, sonreía y estaba muy atenta a cada cosa que decían y a cada broma que hacían. Las chicas y Jimmy estaban agotados y ni siquiera se molestaban en contestarles, solo querían comer algo y descansar. Después de un buen rato de estar en la pizzería donde Emmett casi acaba con toda la comida del lugar, nos levantamos para irnos cuando unos turistas se acercaron a las chicas que se habían adelantado un poco. Bella rápidamente se giró y comenzó a buscarnos a Jimmy y a mí con la mirada, se veía un poco angustiada pero Rosalie la tomó de la mano y le dijo algo al oído, ella asentía despacio y la ví relajarse un poco y sonreír junto a los turistas para tomarse una foto.

--Para ser una “austera” reaparición al público, lo está haciendo bastante bien, no se asustó ni salió huyendo despavorida – me dijo Jimmy feliz.

--Al contrario, mírala posar tan tranquila – varias personas las habían reconocido y les pedían más fotos. Nos acercamos a ellas porque tampoco queríamos que las acosaran y pusieran a Bella nerviosa. Me miró observarla y me sonrió feliz. No nos habíamos equivocado, la visita de los chicos estaba siendo una muy buena medicina para Isabella.

--¿Ya podemos irnos señoritas? – Preguntó Emmett y ellas asintieron. De vuelta a la camioneta, ayudé a Bella a subir y me acomodé junto a ella; la atraje hacia mí pero la sentí resistirse un poco y aunque sabía que no hacía bien, la forcé a recostarse en mi pecho y cuando lo logré y cedió, pegué su espalda a mi pecho y rodeé su cuello con mi brazo posesivamente; le di varios besos en la coronilla para que supiera que solo necesitaba tenerla cerca y sentir su contacto.

La mantuve abrazada durante todo el trayecto de regreso ya que a los pocos minutos de estar en la carretera se había quedado dormida. Me permití oler su pelo con ese incomparable aroma a fresas y recorrer cada centímetro de su oreja con la punta de mi nariz; al regalarme esas leves caricias sentí apretarse mi pantalón al despertarse mi miembro, sin poder controlarlo; creció y se endureció provocándome un agudo dolor en la entrepierna. Me estaba consumiendo no tener a Isabella, no poder amarla, tenerla, hacerle el amor despacio, recorrer cada milímetro de su cuerpo… ¡Hacerla mía!

Pero había prometido darle su tiempo y lo haría ¿Acaso tenía otra opción? Claro que no, era eso o perderla porque tal vez aceptara en un momento dado, como el de la otra noche, que hiciéramos el amor pero después lo pensaría mejor y me mandaría al diablo por haberme aprovechado de la situación. Yo no era tan bajo y ruin como para sacar provecho de las circunstancias y conociéndome como lo hacía, difícilmente podría vivir tranquilo cargando con un remordimiento y una vergüenza tan grande como esa en mi conciencia.

Me preocupaba un poco su actitud callada y pensativa; Bella estaba extraña y por alguna razón no quería decirme que era lo que la inquietaba ¿Por qué no comprendía que yo sólo quería su bienestar y que podía confiar en mí?

Al llegar, creí que se despertaría y yo no tuve el corazón para hacerlo, estaba cansada; así que mucho cuidado la bajé y la cargué hasta su habitación; la recosté, la cubrí con una manta y salí para dejarla descansar. En el salón los chicos empezaban a despedirse de Jimmy quedando muy formales para al día siguiente, ir a visitar los viñedos de la familia de Diego.

--¿Vienes, Edward? – Emmett me preguntó.

--No te preocupes, yo los alcanzo después – Dije despreocupado. Quería estar junto a Bella si despertaba.

Me recosté en un sillón del salón y Jimmy lo hizo en el otro. Ambos estábamos más que satisfechos por nuestra acertada decisión.

--Está feliz ¿No?

--Si y me gusta verla como se siente a gusto con todos, no se siente cohibida ni está a la defensiva. Sabe que puede confiar en ellos y las chicas han estado tan pendientes de ella… le hacía mucha falta un “tiempo de chicas” como dice Alice – sonreí – interactuar con más personas y no pudimos tener una mejor idea.

--Fue tu idea, yo sólo te apoyé – Jimmy canturreó y le aventé un cojín a la cabeza.

Platicamos un rato más y me contaba de la villa de la familia de Diego, en dónde pasaríamos el fin de semana. Bella, Reneé y él ya habían estado allí una vez y pasaron un muy buen día hasta que empezaron las fotos y Bella colapsó. Tal vez habían sido un shock para ella las fotos y los flashes, quizás había sido enfrentarse a ellos demasiado pronto y darse de golpe con algo vital en su vida, pero eso ya lo había superado y no podía estar más orgulloso de ella. Mi niña Bella estaba luchando.

Jimmy se retiró a dormir y yo hice lo mismo pero a la habitación de Isabella. De ninguna manera iría al hotel y mucho menos después de ver que algo rondaba por su cabeza y no me decía nada. No quería irme y dejarla así. Yo le había prometido cuidarla, estar con ella siempre, y se lo estaba cumpliendo.

Entré a su habitación y sólo me quité los zapatos y la camisa, no podía volver a arriesgarme quitándome toda la ropa, aunque al estar tan cerca de ella, la piel me ardía al igual que todo mi cuerpo, ansiaba tanto tocarla que sería un martirio conseguir dormir esa noche. Me acomodé detrás de ella y no podía decidir si abrazarla como siempre lo hacía o sólo permanecer a unos centímetros de su cuerpo. Tomar esa decisión se estaba convirtiendo en mi peor pesadilla las últimas noches.

Me decidí por lo último. Tocarla implicaría poner a prueba todo mi autocontrol y no creía poder con eso. Bella dormía serenamente; traté de relajarme concentrándome en el sonido acompasado y tranquilo de su respiración. Había disfrutado todo el día de su aroma, de su contacto, y ahora acariciaba esa oscura cascada de pelo que descansaba sobre la almohada, suave y brillante. Dejándome llevar por esos pequeños placeres, por fin me quedé dormido.

***

Sentí que me acariciaban. Unos dedos se enredaron en mi pelo suavemente. No me moví. La misma mano descendió por mi cara y con un dedo peinó mis cejas, tocó mis párpados y definió la línea de mi nariz; otro dedo se unió a la exploración de mi cara y los sentí en mis mejillas y luego en mis labios dónde se detuvieron más tiempo. Sólo Bella era capaz de despertarme de esa forma; desgraciadamente para mí, no solo yo despertaba. Tuve que tensar las piernas, en especial mis muslos tratando de conservar mi misma postura, en posición fetal para mitigar un poco el dolor en mi entrepierna que comenzaba a subir por mi vientre.

Bella sabía que ya estaba despierto así que hubiera sido inútil seguir fingiendo. Abrí poco a poco los ojos y me encontré con su hermoso rostro.

--Buenos días – susurró con una pequeña voz – te quedaste otra vez…

--Te dije que ya no me separaría de ti Bella y creo que estoy haciendo bien mi trabajo.

Abrió los ojos sorprendida - ¿Es un trabajo? – Preguntó decepcionada. La atrapé entre mis brazos porque la conocía bien y sabía que esa cabecita suya empezaría a llenarse de tontas suposiciones, además seguro intentaría salir corriendo de la cama y yo aún no estaba listo en ese momento para que se separara de mí.

Y tuve razón porque apenas se sintió rodeada por mis brazos, comenzó a moverse inquieta buscando alejarse pero por supuesto, no se lo permití.

--Hey, no confundas mis palabras Isabella – le advertí con firmeza – no quise decir eso, creo que lo sabes porque te lo he demostrado.

Asintió con los ojos cerrados dejando de intentar escapar de mí - ¿Por qué no confías en mí Bella? ¿Qué necesito hacer para demostrarte que puedes hacerlo? – me sorprendí al escucharme sacar de pronto todos mis temores resumidos en apenas dos preguntas. Un par de minutos después rompió el silencio.

--Pero… – dijo tímidamente – … yo si confío en ti.

Una inmensa alegría inundó mi alma y mi cuerpo. Ahora si podía creer por completo en sus palabras porque no las decía bajo el influjo del alcohol; las decía porque en realidad lo sentía así y estaba plenamente conciente de ello.

--Edward, tenemos que hablar – esas 4 palabras me dejaron petrificado y toda mi reciente alegría se evaporó en un instante – yo he estado pensando mucho… - me separé de ella lentamente porque no quería mirarla a los ojos cuando me dijera que confiaba en mí y que me agradecía mucho lo que había hecho por ella pero que no me quería cerca o alguna estupidez parecida. Ahora era yo quien se llenaba la cabeza con absurdas suposiciones… ¡Genial!

--No Edward, no te alejes – me pidió algo angustiada y no pude negarme.


--¿Por eso haz estado así verdad? – Pregunté calmado – como ausente, pensativa – asintió – de acuerdo Bella, continúa… - no iba a quitarle el valor para hablar, se necesitaba mucha fuerza para decir lo que yo no quería escuchar.

--He estado pensando mucho en mi, en mi familia, mis amigos – se detuvo un instante – y en ti.

Al decir lo último, hundió su rostro en mi cuello y se mantuvo ahí unos segundos - ¿Y que haz pensado? – la animé a seguir listo para recibir la estocada final. Esos pocos segundos escondida en mi cuello me parecieron eternos, aumentando mi ansiedad y el dolor que comenzaba a ahogarme lentamente; fui desconectando mis sentidos protegiéndome de sufrir, negándome a aceptar que no me quería cerca, seguro que me lo diría porque el “tenemos que hablar” era un definitivo augurio de malas noticias, siempre lo era.

--Estos últimos días han sido muy reveladores para mí; han revolucionado mi diminuto y pequeño mundo. Antes de que llegaras, me conformaba con lo que tenía frente a mí, mi madre, mi padre, Jimmy y Diego, con pasar los días viendo como una espectadora, la vida de los demás porque yo sentía que la mía la había perdido por cobarde y no quería ni siquiera intentar recuperarla por miedo – se separó de mi cuello y tomó mi mano enredando sus dedos en los míos.

--Un miedo que para mí estaba bien justificado ya que era obvio que por algo demasiado fuerte yo me encontraba en estas condiciones y no quería revivir el sufrimiento, estaba rendida y resignada con mi mediocre medio vivir, solo esperando que pasara el tiempo – esbozó una pequeña sonrisa – pero nunca imaginé que cambiarías por completo mi vida, que me sostendrías de la mano para ir a través de mis temores y enfrentarme con ellos para demostrarme que yo también soy culpable de mi situación…

--Yo no quiero que pienses eso amor – la interrumpí con miedo – yo solo quiero que sepas que no te he fallado, nunca te he engañado Bella…

--Lo sé cielo – acarició mi mejilla tiernamente – sé que tu corazón es tan noble que no quisiste lastimarme contándome que tendrías que ver a Irina para ayudar a Demetri. Sé que me quieres amor ¿Y como no iba a saberlo si haz dejado todo por estar conmigo?

Isabella unió su frente a la mía y en ese momento mi alma abandonó mi cuerpo de pura alegría, era tanta que temblaba. La mujer frente a mí, sabía que la amaba y que sería capaz de dejarlo todo por estar con ella para amarla y cuidarla por siempre. No sabía si las palabras saldrían en ideas coherentes de mi boca, pero no me importó…


--Bella… – le supliqué con voz ronca y temblorosa – espero que puedas perdonarme porque honestamente no sé cómo vivir sin ti.

--Edward – dijo apenas en una exhalación, sorprendida por mis palabras.

--Por favor dí que me perdonas.

Con un rápido movimiento se puso de rodillas en la cama tomando mi rostro entre sus manos – No tengo nada que perdonarte – comenzaron a acumularse lágrimas en sus ojos – tú me estabas protegiendo pero simplemente algo no resultó y terminamos así. No es tu culpa Edward yo lo entiendo, hazlo tú también por favor.

Asentí y me acerque para besarla. Su boca húmeda esperando por mis labios, como si fuera su primer beso. Tímida pero ansiosa, sin dudas. Sus labios amoldándose con los míos fue lo que vino después del ligero roce con ellos; los moví saboreándolos, encontrando de nuevo el sabor de un beso de amor, de uno verdadero. Busqué adentrarme en su boca pidiendo el acceso suavemente con mi lengua al pasear por sus labios; su dulce sabor me embriagó como siempre lo hacía. Bella dejó escapar un ligero gemidito y todos mis sentidos reaccionaron a él, atentos a cualquier movimiento o deseo que tuviera para complacerla.

Conectados aún por nuestros labios, nos recostamos y aquel tierno beso de amor se convirtió en uno lleno de deseo que llevaba nuestras manos a recorrer el cuerpo de cada uno en caricias desesperadas, necesitadas. Bella se movía junto a mí y sus piernas se enredaban en las mías; yo no podía controlar mis manos y las subía y bajaba por sus costados, deteniéndome en la curva de sus caderas acercándola a mí, haciéndole sentir como crecía por ella, que mi miembro duro y erecto la había extrañado tanto que dolía, que ansiaba tenerla…

Como si me hubiera leído el pensamiento, sentí sus manos acariciar mi vientre y creí morir. Mis manos abandonaron sus caderas y sin dudar, subieron a su pecho todavía cubierto; cubrieron esos turgentes montes y se cerraron sobre ellos.

--Isabella…

Dije apoderándome de sus senos sintiendo sus pezones responder a mis caricias endureciéndose así como estaba yo, completamente firme y duro por y para ella, listo para entregarme en cuerpo y alma ¿Ella lo estaría? Luché un instante con el botón de sus jeans e introduje mi mano lentamente, llegando a mi lugar… necesitaba sentir su humedad… Isabella gimió más fuerte y reaccioné.


No, Bella no se merecía eso. Yo tenía que ser fuerte y controlarme para poder manejar esa situación. Mi niña Bella se merecía algo especial, no como su verdadera primera vez en la que debí haberla tratado con mucha más delicadeza. Ahora tenía la oportunidad de resarcirme y lo haría con creces, se lo debía.

--Bella no, detente – dije tomando sus manos que también luchaban con mis jeans.

--¿Qué pasa? – Preguntó desconcertada y con la cara ruborizada al máximo.

--No quiero que sea así – le daba besos suaves alrededor de la boca – y no quiero que empieces a pensar cosas que no son; solo quiero que nuestra próxima vez sea especial amor, eso es todo.

Bella asintió y despacio, se separó de mí pero sin mirarme a los ojos. Estaba muerta de vergüenza, la conocía y a pesar de que se lo había aclarado, ella estaba imposiblemente más roja que antes y podría apostar mi vida a que se sentía humillada por mi “rechazo”. ¿Por qué carajo nunca hacía las cosas bien? ¿Estaba mal querer darle una noche especial? ¿Qué esa vez no fuera apresurada y sin el más mínimo cuidado? ¿Así le hubiera gustado?

¡Carajo!

--Ven aquí Bella – no la dejé alejarse y la abracé contra mi cuerpo. Sentí que estaba tensa y no era para menos, sabiendo como pensaba – tampoco es fácil para mí amor – besé su coronilla y permanecimos abrazados un buen rato sin decir nada, sólo sintiéndonos, sin movernos…

***

Al medio día estábamos llegando a la villa de la familia de Diego. Me había costado mucho esfuerzo separarme de Isabella después de ese intento de mañana apasionada, pero no me arrepentía en lo más mínimo, salvo por el mal rato que pasó Bella llenando su cabeza con ideas erróneas. Me recuperé del estado en el que me encontraba y cuando pude levantarme, fui a mi hotel por una ducha helada y por una pequeña maleta para el fin de semana.

--Pero miren quien no durmió aquí en el hotel – ¿Era demasiado pedir el que Emmett no saliera con alguno de sus comentarios tan temprano?

--No estoy de humor Emmett – le advertí.

--Pues deberías – señaló dejando a un lado su característico tomo burlón – todo está saliendo de maravilla, así que lo menos que podrías hacer es cambiar esa carita de funeral que tienes y disfrutar viendo a Bella pasar un buen rato con todos nosotros. No te estreses Edward, sabes que tomará un poco de tiempo, tú mismo nos lo dijiste.

Tenía razón pero una cosa era decirlo y otra muy diferente llevarlo a cabo. Y si, estaba estresado pero por lo que había ocurrido esa mañana, solo por eso.

Una vez todos listos, fuimos a recoger a Bella y a Jimmy que ya nos esperaban para dirigimos al campo toscano a pasar nuestro fin de semana. No habíamos estado mucho tiempo separados pero cuando volvió a verme más tarde esa mañana, su sonrisa inundó todo mi ser. Contrario a lo que había pensado, Bella no se mostraba cohibida conmigo; estaba tan hermosa y amigable como lo había estado los últimos días, tal vez, ya estuviera confiando realmente en mí. Enfundada en jeans blancos que marcaban cada curva de sus caderas y esa blusa rosa casi transparente que dejaba ver un pequeño top blanco debajo de ella. Sin brassiere. Lo sabía porque conocía su cuerpo. Tan solo de pensarlo me estaba provocando un gran problema entre las piernas; debía controlarme.

--Hermosa – afirmé atrayéndola hacia mí para besarla - ¿Lista? – si hubiera podido regalarme una sonrisa más grande lo hubiera hecho. Asintió.

Tener su espalda recargada en mi pecho durante todo el tiempo que estuvimos en la camioneta fue un arma de doble filo; era increíble sentirla pegada a mí pero también tortuoso por no poder tomarla en ese mismo momento en el cual despertaba tantas sensaciones en mí que creí que me volvería loco. Pero no era yo el único que sufría; podía sentir también como Bella se estremecía contra mí, su piel se erizaba cada vez que le susurraba algo al oído, sensualmente… no, no estaba jugando limpio con ella.

***

 Diego nos recibió en la propiedad de su familia. Era una antigua villa Toscana muy grande y sobre todo muy bien conservada. Tenía 18 habitaciones, salones por todas partes, hermosos jardines y además, una casa de huéspedes junto a ella. Trataban de mantenerla funcionando a la usanza antigua mientras más tiempo pudieran prolongarlo, pero esto se hacía cada vez más difícil por las mismas necesidades de su familia y los avances tecnológicos. También nos señaló los viñedos desde el jardín mientras tomábamos algo para refrescarnos. Eran extensiones enormes de tierra cultivadas con la vid que daban unos racimos generosos de rojas y dulces uvas. Emmett y Jasper estaban desesperados porque les enseñaran todo el asunto del vino y uno de los capataces de la villa fue el encargado de explicarles paso a paso todo el proceso de producción.

Decidí acompañarlos ya que Bella se unió a las chicas y se quedarían tomando el sol junto a la piscina. No era un buen escenario para mí. Tenerla media desnuda y yo maniatado… preferí aprender un poco sobre los vinos.

Después de un par de horas y de varias copas grandes de un exquisito vino, regresamos a la villa donde nos esperaban Diego, Jimmy y las chicas. Isabella tenía un bikini negro que me parecía sencillamente espectacular. Había calor y ella estaba adentro, justo en medio de la piscina; las gotas de agua escurrían por su rostro y su cuello, bajaban también por sus preciosos senos y yo estaba paralizado en el sentido más amplio de la palabra.

--¿Por qué no vienes? – Me preguntó al acercarme a la orilla – hay mucho calor.

--De acuerrrr – no pude terminar porque alguien tuvo el buen tino de empujarme y muy dentro de mí, se lo agradecí al alma. La estruendosa risa me dijo a quien debían dirigirse mis agradecimientos. Luego también cayó Jasper y Alice fue sobre él como abeja a la miel ¿Acaso había perdido el respeto por sus hermanos? No estábamos pintados, pero Emmett ya parecía inmune a su comportamiento. Unos brazos alrededor de mi cintura me hicieron olvidar mis pensamientos.

--Mi niña Bella – la cargué y ella puso sus piernas rodeando mi cintura ¿Quién estaba jugando sucio ahora?

Me zambullí llevándola conmigo al fondo de la piscina y se aferró más a mí. Al salir a la superficie busqué su boca y la besé con pasión, tenerla así me estaba matando y estaba siendo víctima de mi propio juego. Después de juguetear un rato, la sostenía abrazada mientras me mecía tranquilamente en el agua. No decíamos nada porque no nos hacía falta. Estábamos juntos y sabíamos que a partir de ese momento, así sería por siempre.

--Vamos a salir de aquí amor, ya va siendo hora de la cena y nosotros seguimos remojados – volví a besarla.

--No quiero salir Edward – se enredó a mi cuerpo – estoy muy bien así.

--Me encantaría quedarme pero empezará a hacer frío pronto, solo quedan unos pocos minutos de sol, vamos Bella, afuera – salí de la piscina con Bella en mis brazos. Se quedó de pie para cubrirla con la toalla y secarnos un poco para poder entrar.

Dejé a Bella en la puerta de su habitación al final del largo pasillo y me dirigí a la mía. Me hubiera encantado quedarme con ella pero de haber sido así, hubiéramos permanecido en la habitación enclaustrados… pero felices.

***

La cena fue muy divertida. Diego era un excelente anfitrión y nos agasajó de todas las formas posibles. Probamos todos los platillos campestres italianos acompañados por supuesto de inmejorables vinos. Bella por razones obvias fue la única que ni siquiera lo probó, no iba a correr ningún riesgo de nuevo; esa noche la quería en sus cinco sentidos. Tomamos el café en la terraza donde hacía una noche estupenda. La luna llena sobre los viñedos era un espectáculo digno de ver. Platicábamos todos alrededor de la mesa del café acomodados en grandes y cómodos sillones. Isabella sentada en mi regazo apoyando la cabeza en mi cuello y yo acariciando su espalda. ¿No era eso justamente lo que había estado deseando por largos meses?

Sentí que estaba tan relajada que tal vez se estuviera quedando dormida y quise cerciorarme.

 --¿Quieres que te lleve a tu habitación? – Le susurré al oído depositándole justo ahí un suave beso. Se separó de mí y negó suavemente con la cabeza.

--No, necesito hacer algo – me respondió tímidamente y se levantó, dio un par de pasos quedando frente a todos nosotros ¿Qué tramaba mi pequeña?

Tomó aire varias veces y alzó la barbilla para vernos directamente a la cara, estudiando nuestras reacciones. Todos guardamos silencio esperando lo que Isabella tuviera que decirnos.

--Voy a regresar a Nueva York.

Bella me miraba fijamente al pronunciar esas palabras. El silencio continuó por unos instantes más mientras intentábamos comprender lo que habíamos escuchado. Yo no estaba muy seguro de haber entendido aún pero su sonrisa fija en mí me lo confirmó, me puse de pie de golpe y la tomé en mis brazos.

***

BELLA’S POV

--Voy a regresar a Nueva York.


Dije tan calmada como pude cuando lo único que quería era gritar que estaba feliz por haber tomado al fin una decisión inteligente. Iba a decírselo a Edward esa mañana pero nuestra conversación tomó otros rumbos y ante tal excitación y confusión, terminé olvidando el motivo de la plática. Ya que no había podido cumplir con ese objetivo, decidí comunicárselos a todos juntos por lo que aproveché el momento del café cuando todos estaban más relajados. Me puse de pie frente a ellos y lo solté sin más pero no esperé que tardaran tanto en asimilarlo. Nunca dejé de mirar a Edward; creo que él deseaba tanto escucharme decirlo que no quería perderme su rostro cuando por fin lo hiciera.

Todos estaban como en shock pero cuando Edward, de un brinco llegó hasta mí y me levantó del suelo, todos empezaron a gritar y a aplaudir como locos. Tenía que agradecerle a Dios el tener unos amigos tan buenos como ellos, que se alegraban cuando veían que su amiga ‘perdida’ comenzaba a retomar su camino. Tampoco podía olvidar unas gracias muy especiales por no haber alejado a Edward de mi vida, lo había dejado permanecer junto a mí para cuidarme, para amarnos y eso era lo que haría mientras tuviera vida.

--¡Repítelo Bella! – me pidió llenando de besos toda mi cara – repítelo por favor.

--¡Que regreso a Nueva York! – Grité feliz.

--Qué alegría tenerte de vuelta Bella – dijo Rose contenta.

--¿Volverás a trabajar? – Alice preguntó curiosa y le sonreí al mismo tiempo que buscaba la mirada de Jimmy.

--Salvo que aquel joven me indique lo contrario… ¡Si! – Dije mirando el rostro de Choo llenarse de felicidad. Enseguida miré a Diego y esperé encontrar una expresión melancólica pero para mi sorpresa, estaba tan feliz como todos nosotros.

Edward no me soltaba y Jasper estaba desesperado por darme un abrazo – Lo siento – le dijo Edward – esta noche es solo mía.

--Edward – le contestó tranquilamente – tengo derecho de antigüedad.

No pudimos evitar reírnos pero ni así me soltó – Está bien – dijo resignado, sé bien lo que es querer tanto a alguien y no soportar que le pongan ni una mirada encima.

Esas palabras bastaron para que Edward me depositara en el suelo y girara a ver a Alice – Edward – tomé su barbilla entre mis dedos para mirarlo fijamente. Enarqué una ceja, como advertencia para que dejara tranquilos a Alice y Jasper. Me sonrió y volvió a cargarme estilo novia, tomándome por sorpresa.

--Que pasen todos una noche maravillosa – empezó a dirigirse a la casa de huéspedes – con permiso.

Y sin decir más, emprendió su camino a la alejada casa mientras todos nos despedían con gritos y chiflidos haciendo que la vergüenza se pintara en mi cara.

--Edward ¿Qué haces? No podemos.

--Claro que podemos, amor – me besó – además no me decías lo mismo esta mañana.

--¡Edward bájame!

--No.

--¡Que me bajes! Yo tampoco quiero que sea así – lloriqueé muy nerviosa.

--Bella, amor – me habló suavemente – confía en mí… por favor – asentí y me puso de nuevo de pie.

Yo ya no quería seguir poniendo barreras ante esa petición. Quería con todas mis fuerzas entregarme a Edward, confiarle mi vida entera y dejarlo guiarme por siempre porque sabía que no me defraudaría, nunca lo había hecho y ese era el mejor momento para empezar a demostrárselo.

Se detuvo frente a la casa de piedra con la gran puerta de pesada madera. La abrió y antes de entrar me volvió a tomar entre sus brazos. Yo no podía ver casi nada de la casa ya que estaba aferrada a sus hombros pero lo sentí subir varios escalones hasta llegar a otra puerta. Antes de entrar me pidió…

--¿Puedes cerrar los ojos Bella?

Y yo con toda el alma le dije que si… porque confiaba en él, porque creía en sus palabras, porque necesitaba sentirlo cerca, lo más cerca que se pudiera.

Me guió a través de la habitación que tenía un olor dulce, como a maderas combinado con rosas y fresas. No abría aún los ojos. Escuchaba un ruidito acogedor, similar al de la madera cuando era consumida por…

¡Oh una chimenea!

--Edward… - oprimí con mayor fuerza su mano, quería abrir los ojos ya.

--Bien, puedes abrirlos.


Pestañeé un par de veces y lo que mis ojos encontraron me dejó sin habla. En medio de la habitación con paredes de piedra había una enorme cama alta con un dosel de hierro forjado, muy romántico y de acuerdo con la decoración, velos transparentes caían de él y estaban atados delicadamente a cada uno de los postes. Pétalos de rosas rosas estaban dispersos sobre la cama que tenía muchos cojines blancos y gordos de satén, al igual que el edredón que brillaba tenuemente con la luz de decenas de velas colocadas por toda la habitación con muchos arreglos y topiarios de rosas rosas y blancas. En una mesita junto a la cama había una botella de champagne enfriándose junto a un par de copas y pequeñas bandejas plateadas llenas de chocolates, mentas y fresas. Más alejadas, en una silla cerca de la chimenea habían 2 mullidas batas de baño blancas y 2 pares de pantuflas del mismo color, manteniéndose tibias.

--¿Te gusta? – sentí su aliento en mi oído y me estremecí emocionada.

--Edward… - hablé tan bajo que no supe si me había escuchado – todo está precioso…

--Gracias Isabella, por estar conmigo – me giró y sus labios en los míos se movieron sin prisa – ven – me pidió y sus manos comenzaron a quitarme la chaqueta que llevaba encima; lo ayudé con la suya y no resistí estar separada de sus labios. Me puse de puntillas, me sostuve de sus brazos y lo besé; al principio temblorosa pero una vez que lo toqué, el beso tierno se volvió más intenso. Edward tenía sus manos alrededor de mi cintura y al incrementarse la fuerza del beso, las bajaba y subía por todo mi cuerpo, impaciente al igual que yo, pero sabía que se contenía como lo había estado haciendo durante los últimos días.

--Ámame Edward, ámame por favor.

Y como si hubiera dicho las palabras mágicas, sus manos continuaron despojando a mi cuerpo de la ropa con suma lentitud. Desabrochó cada uno de los minúsculos botones de mi blusa cuando yo, ya los hubiera arrancado de la desesperación por sentir su piel contra la mía. Quitó de mis hombros la tela y me moví para apresurar su tarea. Quise ser justa y si él me quitaba una prenda, yo debía quitarle una, así que tomé el primer botón de su camisa pero atrapó mis muñecas y me miró levantando una ceja, negando con la cabeza y una expresión que nunca pude descifrar.

Llegó el turno de mis jeans y si de por sí, mi cuerpo ya estaba estremecido a más no poder, las yemas de sus dedos al acariciar la piel alrededor de mi ombligo, tuvieron un efecto absolutamente enloquecedor. Jadeé y me pegué a su cuerpo en una clara invitación para que se diera prisa pero me ignoró; con la misma calma, desabotonó el único círculo de metal sobre el zipper y sin perder su ritmo comenzó a bajarlo. Mi ansiedad creció y tuve que buscar cómo ocupar mis manos, así que las enredé en su cuello alzándome para besarlo y él aceptó mi boca en la suya, tratando de calmar el ritmo acelerado de mi corazón. Sus manos bajaron por mis caderas metiéndose entre la tela y mi piel, buscando mi trasero, mis nalgas, para asirse y atraerme hacia su pelvis que chocaba contra la mía y sentí al instante la magnitud de su excitación.


Gemí y antes de que pudiera darme cuenta, con un fuerte impulso de su brazo quitó el edredón y ya estaba recostándome sobre la cama; Edward se quedó de pie entre mis piernas que aún estaban colgando en la orilla y tranquilamente comenzó a bajar los jeans por mis caderas y siguiendo el camino hasta mis tobillos liberándome de ellos. Sus ojos devoraron mi cuerpo, recorriéndolo despacio; me sentí admirada y deseada, pero quería más… mi pensamiento le llegó como una orden ya que tomó mi pie derecho y lo llevó hasta su boca, besando el empeine y acariciando mi tobillo. Era una sensación deliciosa y mi espalda automáticamente se arqueó al contacto de sus labios contra mi pie. Edward lo besaba al igual que cada uno de mis dedos, sin dejar de mirarme; eso hacía crecer mi deseo y mi respiración se agitaba mucho más. Era un deleite sentir su lengua lamer de arriba hacia abajo el arco de mi pie, era sumamente incontrolable lo que podían ocasionar tales caricias en esa zona.

Agradecida por el regalo de sensaciones en mi pie, creí que repetiría los dulces besos en el otro pero me equivoqué. Lo tomó en sus manos y solo dio un par de besos en el empeine; sus labios siguieron besando camino arriba por la espinilla; subió mi pierna hasta tener frente a él mi pantorrilla sorprendiéndome por esa elasticidad recién descubierta pero que era obvio que Edward bien conocía. Cerré los ojos y disfruté de su boca y su lengua en mi pantorrilla y detrás de mi rodilla, jadeé y el sonrió. Dejó mi pierna y me ayudó a acomodarme en medio de la cama, observando en todo momento mi cuerpo ansioso. Se puso a horcajadas sobre mí y eché hacia atrás la cabeza dejando expuesto mi cuello para él, para que me besara ahí porque me moría por sentir su lengua recorrerlo todo, pero su objetivo era otro. Paseó sus dedos por la orilla de mi brassiere y fue suficiente para que mis pezones se endurecieran todavía más, causándome un dolor que sabía bien solo podía mitigarse con la ayuda de su boca.

Se compadeció de mí y sus manos se cerraron sobre mis senos, apretándolos y masajeándolos; ninguno de los dos pudimos sofocar los gemidos y jadeos que nuestras gargantas emitían, él por el placer de dar y yo de recibir. Se inclinó y besó el valle entre ellos, hundiendo su nariz, aspirando mi aroma. Sus labios no quisieron desaprovechar la oportunidad y plantaban inocentes besos en esa parte de mi anatomía, incrementando mi deseo, si es que eso podía ser posible.


--Muy bonito… mmm color fresa – susurró entre mis senos. Se incorporó un poco sentándome con él y rodeó mi torso para desabrochar mi brassiere pegando completamente nuestros pechos; antes de separarnos y de recostarme de nuevo en la cama, bajó por mis hombros los tirantes y los sacó por cada uno de mis brazos quedando la prenda de ropa aprisionada entre nuestros cuerpos. Ninguno de los dos nos movimos pero pude notar a Edward más anhelante. Despacio se separó de mí y el brassiere cayó de mi pecho dejando al descubierto mis senos. Visiblemente más agitado, me abrazó muy fuerte y cuando sentí que aflojaba la fuerza de sus brazos, fui recostándome de nuevo lentamente… Edward se quedó inmóvil solamente mirando mis senos, hipnotizado. Separaba los labios y los volvía a cerrar, pero no decía nada hasta que apenas lo escuché murmurar…

--Mis niñas…

Lo miré extrañada ya que no entendí lo que había dicho pero no pregunté a qué se refería.

--Mis niñas – repitió sin dejar de mirar mis senos y acercando sus manos a ellos. Los tocó con tal delicadeza que casi me hizo llorar. Los acariciaba y los presionaba muy suavemente, los encerraba en sus manos y los movía en círculos sin dejar de decir…

--Mis dulces niñas – cerraba los ojos disfrutando del contacto con mis senos – las extrañé mucho…

Atrapó mis pezones entre sus dedos y jugaba con ellos, jalándolos y girándolos sin lastimarme; él sabía como hacerlo porque conocía mi cuerpo a la perfección, ya podía confirmarlo. Sus caricias hacían mi cuerpo temblar y jadeaba al aumentar mi deseo pero Edward estaba embelesado con “sus niñas” y para él, no corría ninguna prisa.

--Edward – dije jadeante.

--Calma Bella… - y se inclinó para posar sus húmedos labios en mis senos, besándolos y reconociendo de nuevo cada milímetro de su redondez. Los lamió y los acarició con tal veneración que creí que explotaría de placer si continuaba prodigándome tales mimos. Hundía una y otra vez su cara entre ellos y luego se concentraba en cada uno dándoles pequeños mordiscos y jalando con sus dientes mis pezones.

Edward jugó con sus niñas hasta que se saturó de “ellas”. Yo no me quejé ante tal muestra de afecto porque había gozado de cada segundo mientras él se tomaba su tiempo consintiéndolas. Las dejó descansar y se puso de pie. Me alcé apoyada en mis codos para ver porqué se alejaba de mí y al hacerlo pude ver como iba desnudando su perfecto cuerpo. En un abrir y cerrar de ojos se había quitado la camisa sin perder el contacto con mi mirada y su apuro disminuyó al llegar a su pantalón. Mi excitación se reflejaba en mi agitada respiración y en cómo subían y bajaban mis senos expectantes por él, lo que desde luego no pasó desapercibido para Edward. Con una lentitud extrema, bajó sus pantalones junto con sus bóxers y me dejó asombrada. Verlo en su total esplendor debía ser castigado en este mundo; su amplio pecho y hombros fuertes estaban en perfecta sincronía con las angostas caderas y los músculos de sus piernas, pero a lo que aún no daba crédito, era a su impresionante miembro… Si minutos antes Edward me había parecido perfecto me retractaba, Edward era perfecto y estaba de pie caminando desnudo hacia mí.

Mi cerebro había dejado de funcionar en el momento en que lo ví. Irradiaba tanta confianza en si mismo y tanta seguridad, que me sentí pequeña y en cierta forma intimidada. ¿Cómo era posible que un hombre como Edward Cullen me quisiera? Avanzó los pocos pasos que lo separaban de la cama y volvió a colocarse a horcajadas sobre mí.

--Deja de pensar Bella, solo disfruta…

Me dijo mientras se inclinaba sobre mi torso y repartía besos hasta llegar a mi ombligo, en donde su lengua jugueteó y sus dedos se enredaron en los lados de mis bragas en mis caderas. Poco a poco, besaba más abajo y sus dedos bajaban mis bragas al mismo tiempo. Mis piernas se tensaron y mi respiración se agitó demasiado al sentir sus labios húmedos comenzar a descender por mi cuerpo. Edward se detuvo descansando la cabeza en mi vientre y durante unos segundos permaneció ahí muy quieto. Pude relajarme al igual que mis piernas y Edward levantó la mirada buscando mi aprobación y le sonreí.

Las bragas del mismo color fresa que mi brassiere fueron descendiendo con la ayuda de Edward, dejándome totalmente desnuda frente a él. Ya no me sentí cohibida ni con pena cuando sus dedos tocaron el triángulo situado sobre la unión de mis piernas. Lo acarició tiernamente e instantes después, su mano bajó hasta perderse en esa unión y mi cuerpo se arqueó al sentir como me tocaba tan magistralmente. Sus dedos se abrieron paso entre mis pliegues y muy delicadamente los rozó sobre mi clítoris y mi entrada. Ya no me importó ser discreta ni nada parecido, grité y me retorcí como si estuviera poseída, necesitaba su contacto intensamente…

--Edward – grité.

Pero el continuó moviendo sus dedos alrededor de mi clítoris, sin tocarlo de lleno, jugando a su alrededor y de nuevo despegué mi espalda de la cama.

--No te muevas – me ordenó con voz muy ronca – quédate quieta.

Con la otra mano en mi cadera, Edward trataba de controlar mis desquiciados movimientos, pero si la miríada de sensaciones no me dejaba ni siquiera tener un pensamiento coherente, mucho menos me dejaría controlar mi cuerpo excitado y ansioso por recibir aún más caricias de su parte.

Cuando por fin decidió tocar el pequeño e hinchado botón lleno de terminales nerviosas, creí morir. Hábilmente su dedo se movía sobre él, presionándolo ligeramente, tocándolo de arriba hacia abajo, en círculos… en mi vientre comencé a sentir una tensión diferente, arrasadora, caliente y poderosa; mis músculos pélvicos empezaron a contraerse y Edward bajó el ritmo de sus caricias. Una vez seguro que mi excitación había disminuido un poco, prosiguió con su tarea de brindarme todo el placer que pudiera, introduciendo lentamente un dedo dentro de mí y lo movió acariciando mis paredes pero concentrándose en la pared frontal, buscando algo. Eché hacia atrás la cabeza por la inesperada intromisión y Edward se detuvo.

--¿Qué? – Chillé - ¡No!

--Tranquila amor, relájate.

--¡Edward!

Se compadeció de mí y continuó tocándome centrándose en ese sitio de mi cuerpo en especial y luego supe porqué… Un estallido multicolor invadió todo mi ser, llenándome de un éxtasis ilimitado y desbordante de placer. Mi cuerpo convulsionó y mis gritos fueron sofocados por la boca de Edward que en una milésima de segundo ya estaba a la altura de la mía besándome con toda la pasión que pudiera imaginar y antes de que terminara de experimentar las indescriptibles sensaciones de un maravilloso orgasmo.

--¿Estás bien? – Asentí descoordinada y lo escuché reír.


Varios minutos después, Edward abrazaba mi todavía tembloroso pero complacido cuerpo y yo seguía en el séptimo cielo. Apenas se regularizaba mi respiración cuando mi boca se vió invadida de nuevo por la suya. Yo no protesté; hubiera sido una estúpida si lo hacía ya que él estaba dispuesto a seguirme brindando tales cantidades de placer y yo no era nadie para detenerlo.

Sus manos regresaron a mis senos y los acariciaba llamándoles “mis niñas” con devoción. Les prodigaba besos y mi cuello y hombros también disfrutaban de ellos. Mi mente comenzaba a nublarse otra vez y me dejé llevar como él quería sintiendo sus manos jugar en mis caderas y perderse una de ellas en la unión de mis piernas. Esta vez sin tocar mi sensible clítoris, solo introdujo uno de sus dedos en mí.

--Sigues tan húmeda y esperando por mí…

Se separó de mí y estiró un brazo para tomar algo de la mesita. Comprendí al instante lo que era al llevarse el paquetito a la boca para abrirlo de un tirón. Se colocó el contenido y se acomodó de nuevo entre mis temblorosas piernas.

--¡Mírame, Isabella! ¡Siempre mírame!

Escuché esas palabras y sentí desconectarme de todo a mí alrededor. Todo se puso oscuro de repente y ningún sonido llegó después a mis oídos por lo que me parecieron eternidades.

--¡Abre los ojos!

Reaccioné como si con esa nueva orden me hubiera sido permitido respirar de nuevo. De un suave empujón se deslizó en mí, llenándome con su palpitante miembro; mis manos se aferraron a las sábanas con fuerza, buscando un sostén ante el embiste que poco a poco iba aumentando su vigor. Con ritmo vivo, entraba y salía de mí provocándome un goce perturbador, aniquilante… mis jadeos fluían sin recato tratando que de alguna manera aliviaran mi dulce agonía, irónicamente sin querer que terminara. Edward también jadeaba y yo sentía que con cada intromisión de su cuerpo, el mío vibraba esperando su momento. El vaivén de nuestros cuerpos comenzaba a levantar algo parecido a un torbellino, tan potente que no creía poder soportar su fuerza.

--Edward…

--Si amor, córrete conmigo.

La tensión de los músculos de mi vientre era insoportable, no sabía si mi cuerpo resistiría tal embate que no se detenía y que amenazaba con hacerme explotar. Sabía que no podría luchar contra él y me solté dejándome llevar… Millones de sensaciones distintas se agolparon en mi cuerpo acabando con mi razón. Exploté de una forma maravillosa pero no como había sospechado que lo haría, sino mil veces más intensamente.

--¡Bella!

Edward me siguió, gritando mi nombre y desplomándose sobre mí. No sabía si me hacía falta el aire o si mis pulmones estaban llenos; no sabía si era de día o de noche o si había calor o frío, sólo sabía que acababa de ser iniciada a la vida sexual por segunda vez y por el mismo hombre. Pasaron varios minutos y ninguno de los dos nos podíamos mover. Estábamos extenuados. Edward me tenía inmovilizada bajo su cuerpo, y muy despacio empezó a moverse recostándose junto a mí, pasando un brazo sobre mi cintura, muy protector.

--Mi niña Bella – quitaba un mechón de pelo de mi frente.

--Abrázame cielo.

Y no se lo pedí dos veces; me recosté de lado y con el brazo aún sobre mi cintura bajó unos centímetros su mano para acariciar mi vientre, me atrajo hacia él pegándome a su cuerpo, mi espalda a su pecho y mis nalgas a su pelvis, muy juntos, sin dejar ni un espacio de separación. Desde ese momento supe que la única razón que mi mente conocería en este mundo se llamaba Edward y que ni viviendo tres vidas seguidas cambiaría de opinión.

***

EDWARD’S POV


Estaba agotado, pero eso no impedía que pudiera pararme a saltar en un pie de pura felicidad. Por fin éramos de nuevo una pareja, como lo habíamos sido y nunca debimos dejar de ser. Bella dormía desnuda entre mis brazos y yo no podía pedirle más a la vida. Había confiado en mí y me permitió amarla. La amé y lo hice con el mayor cuidado del mundo. Era mi Bella y no quería volver a lastimarla en ningún sentido.

La tenía entre mis brazos y aún me estremecía al recordar a mis niñas que tanto había extrañado y todas las caricias que les di. Se me erizaba la piel con tan solo recordar como recorrí su cuerpo completo con mi boca, bueno, casi todo su cuerpo, pero no me desesperaba; apenas íbamos por el primer “out”, faltaban dos y con eso todavía hablábamos de la primera parte de una entrada… mmm lo que nos esperaba a mi niña Bella y a mí.

Me desperté después de haber dormido un buen rato y Bella seguía pegada a mí durmiendo plácidamente. Con cuidado de no despertarla, me moví despacio para ir al baño. Escuché ruidos y volví a la habitación tratando de hacer el menor ruido posible. Isabella se removía bajo las sábanas y decía algo que no alcanzaba a comprender. Parecía que tenía una pesadilla y que no era nada agradable ¿Debía despertarla?

--¡Mírame! ¡Siempre mírame! – Su respiración se agitaba.

--Bella… - murmuré muy despacio.

--¡No! ¡Mi vestido! ¡No lo rompas! – Gritaba a todo pulmón - ¡Mira cómo haz dejado mi lindo vestido!

--Isabella…

--¿Y tú porqué creías que lloraba? ¡Me la vas a pagar Edward!

¡Dios mío!...*



*



*



*

Gracias PattinsonWorld.

9 comentarios:

Silvia Farro dijo...

ooohhhh por dioss, todo esta cada vez muchisimo mejor........soy nueva en tu blog asi que cuando publicas...son todos los martes?.....si es asi q cruel porque la historia esta cada vez mejor y mas interesante....esperare ansiosa hasta que publiques el siguiente capitulo.....gracias

megavladix dijo...

amiga a estado fantastico me a encantado como siempre ya sabes yo ya me hice tu fanc asi que como mucha pasiencia espero los martes par segir leyendo tu gran historia pero como siempre cuando creemos que la historia toma y camino vienes y la cambias dejandonos otra ves conteniendo la respiracion por lo nuevos acontesimientos de la historia pero tienes la garantia de que estaremos mas que al pendiente de su proxima actualizacion asi que sin mas que decir nos leemos en el proximo capitulo.


KATRICIACRUZ

joli cullen dijo...

POR UN MOMENTO PENSE QUE NOS IBAS A DEJAR CON LAAS GANAS
OLLE ESTA RECORDANDO LO ESTA SOÑANDO
YA LE DIERON SU MEDICINA PARA EL RECUERDO
DIOS QUE HOT COMO SIEMPRE TE FELICITO
QUIEOR MAS
QUE HORROR ESPERAR UNA SEMANA DIOS VOY A CONVULCIONAR DE TAN CALIENTE QWUE ME DEJASTE JEJJEJEJEJ

Nani-PattinsonWorld dijo...

Liiiiiiii ufff gracias mi niña por este " PEDAZO " de capitulo, tiene un final con fuegos artificiales jaja menos mal, creo que es lo que necesitaba para empezar a recordar, a ver como se siente ahora ... satifecha sin ninguna duda ;)) y quien no !!!
A por por el siguienteeee ... espero impaciente amiga.
Un besazo enormeeeeee

CRIS dijo...

Li, no tengo palabras, ha sido un capítulo fabuloso, intenso, lleno de pasión, lo ha tenido todo, repito, no tengo palabras, muchas gracias, gracias, gracias, gracias.....


besos

Roma dijo...

Li querida, que capítulo!!! genial como siempre.
Ya sabía yo que hoy teníamos premio.

SOL dijo...

hola niña creo que es la primera vez que comento pero enserio siempre que te leo me quedo con ganas de mas y siempre leo de ha rapido pero ahorita tengo algo de tiempito asi que aqui esta mi comen me encanta tu historia y wiiiii Bella esta recuperando la memoria que emocion!!!! sera que sigan juntos??? eso solo tu y tu cabecita lo saben espero que publique pronto y no tarde tanto ok te dejo kisos y espero con ancias el proximo capitulo :D

Ana DirtyDraco dijo...

Mi querida Li como siempre superas con creces mis expectativas. Ummmm, preciosa y dulce descripcion de una escena de alto voltaje sexual: sensibilidad, delicadeza,ternura, pasion y amor mucho amor, que al fin y al cabo es lo que mueve el mundo.
Se las va pagar Edward? jajajaaja, yo si fuera ella me lo cobraria el vestido, y de que manera. Gracias Li por tan magnifico capitulo. Besos y cuidate mucho.

dracullen dijo...

wow por fin!!!! ke bueno ya los pobres no se aguantaban. Lástima ke bella tenga pesadillas acerca de lo del vestido, ke no ya lo habia superado??' en fin vremos ke pasa . :D