EDWARD’S POV
--¿Qué pasa? Por favor dime qué tienes – le preguntaba angustiado mientras la sostenía.
--Yo… recordé… Edward – estaba muy agitada y se le dificultaba hablar… me asusté.
--Todo está bien amor, todo está bien – repetía mientras la recostaba en el suelo. Bella se llevó las manos a la cabeza y las apretaba como si de esa forma detuviera ¿Tal vez dolor?
--Te vi… junto con Alice y… y una mujer rubia…
¡Tenía razón! Bella estaba recordando cosas, poco a poco y desde luego, no las más agradables para ninguno de los dos. Me hablaba de la foto que había salido en las revistas de chismes, esa donde Alice y yo ayudábamos a Irina a entrar al hotel en Berlín.
--¿Era ella? ¿Esa rubia era… Irina?
--Bella cálmate por favor – le pedí – no levantes la cabeza del suelo.
Me arrodillé junto a ella y saqué mi teléfono para llamar a Jimmy, tenía que ayudarme para poder llevar a Bella a casa. En menos de 5 minutos ya estaba ayudándome a subirla al auto; Ángela nos esperaba, también asustada por todo lo que estaba viendo que sucedía.
Acosté a Bella en la cama; no se quitaba las manos de la cabeza y se quejaba de un fuerte dolor. Jimmy le dio las pastillas que el Dr. Baggio había prescrito para cuando sucedieran esos episodios de migrañas severas y en poco tiempo iría disminuyendo el dolor tan intenso.
Aunque era bueno saber que Bella estaba recordando, el verla sufriendo tanto dolor me hacía dudar sobre si era preferible que no recordara nada con tal que no sintiera esa migraña exagerada que padecía en esos momentos. Me sentía impotente al no poder ayudarla para nada, no podía consolarla, ni abrazarla, ni nada. Mi madre también sufría de lo mismo y solo sentía alivio con… ¡La oscuridad y hielo en la frente!
En silencio, porque con la migraña no se soporta ni el ruido ni la luz, salí de la habitación y fui directamente al congelador. Encontré una bolsa de chícharos (arvejas) congelados y regresé para ponerla sobre su cabeza envuelta en una camiseta delgada que saqué de su clóset.
--Edward… me duele mucho.
--Yo sé amor, pero esto te aliviará – susurré muy suavemente.
Me costó mucho trabajo convencerla de que soportara el frío de la bolsa congelada para que sintiera mejoría, pero lo hizo y como le dije, algunos minutos después comenzó a hacer efecto mi remedio. Se relajó lentamente y pudo quedarse dormida. Por el ritmo lento de su respiración, estuve seguro que descansaba tranquila; me reuní con Jimmy y Ángela en el salón, quienes al verme llegar, guardaron silencio y los miré intrigado.
--¿Qué sucede? – Pregunté algo molesto porque creía tener una idea acerca de lo que hablaban.
Jimmy tenía fruncidos los labios y los brazos cruzados a la altura del pecho, su actitud era de enojo; Ángela se pasaba la mano por la frente, consternada y sobre todo, preocupada.
--Bella aún no está bien, no creo que pueda con esto – dijo dando un par de pasos. Jimmy rodó los ojos al escucharla.
--Isabella está muy bien y en franca recuperación – le aclaré.
--Eso es lo que le estoy diciendo pero no me cree – Jimmy intentó no levantar la voz.
--¿Entonces que es lo que le sucede? Ella no podrá trabajar así. Entiéndanme, es demasiada presión, tú lo sabes Jimmy.
--Está así porque… está empezando a recordar – confesé.
--¿Qué? – Ambos preguntaron al mismo tiempo.
--Si, cosas pequeñas y en sueños, hasta hoy que estuvo conciente mientras ese recuerdo le venía a la memoria.
--¿Qué recuerdo? ¡Dime, Edward! – Insistió Jimmy.
--Bella me dijo que nos vio en una foto a Alice y a mí junto a una rubia – dije casi en un murmullo – y luego me preguntó si ella era Irina.
Jimmy se dejó caer en el sillón, pensativo, sin decir nada y Ángela negaba con la cabeza.
--Ella está bien – le repetí – ella es fuerte y puede hacerlo, no le quites la oportunidad.
--¡Es por su seguridad, Edward! – Chilló ella.
--Si no eres tú Ángela, no faltará quien si quiera ayudarla a regresar – no quise que sonara como amenaza pero no iba a dejar de insistir por Bella – Jimmy… - lo llamé para que confirmara mis palabras pero seguía hundido en el sillón, como desconectado, ido… - Jimmy…
--Edward, ese recuerdo, como dices, ¿Le vino en el mismo lugar donde los recogí? – Preguntó aún sin mirarnos.
--Si, caminábamos tranquilos y al llegar justo ahí se detuvo; cerró los ojos y se quedó así hasta que dijo algo sobre Alice, después me dijo que estaba recordando y me preguntó si la rubia que había visto junto a nosotros era Irina – expliqué.
--Más adelante sobre esa misma calle hay un puesto de revistas – decía con la mirada perdida – y el camión atropelló a Bella en la esquina siguiente… ¡claro!
Tanto Ángela como yo, lo escuchábamos expectantes, creía saber que era lo que Jimmy estaba concluyendo.
--Ella te vio, Edward – levantó un poco la voz y me miró – Bella debió haberte visto en alguna revista del kiosco, debió correr y al intentar cruzar la calle para venir a casa, ese enorme camión la atropelló… yo venía de hacer unas compras y por el accidente, estaba estancado con el tráfico, esperando llegar a casa cuando el mesero del café al que siempre íbamos, me aviso de lo ocurrido… así fue entonces como todo ocurrió.
Yo me quedé atónito escuchando como Jimmy hilaba todos los acontecimientos y estos encajaban perfectamente. No había ninguna duda. Incluso no queriendo y hasta sin tener conciencia de ello, yo lastimaba a Isabella. Era ya inútil querer compartir mi culpa con el destino creyendo que también él influía en nosotros jugándonos una mala pasada. No. El único culpable de todo era yo.
Mi corazón se oprimió, haciéndome muy difícil respirar. Mis ojos se nublaron y dudé que mis piernas me pudieran mantener de pie con firmeza por más tiempo.
--Edward – oí a Jimmy preocupado pero levanté la mano para evitar que siguiera hablando. No quería saber nada. Salí a la terraza para intentar recobrar el ritmo de mi respiración. El dolor de la culpa era agonizante; dejé correr libremente un par de lágrimas por mis mejillas. Sabía que en esos momentos no podía pensar con claridad pero eso no hizo que me sintiera menos culpable.
Entré de nuevo cuando me sentí más calmado. Ángela y Jimmy se veían también más relajados.
--Y bien Ángela – mi voz sonaba algo dura - ¿Qué has decidido?
Ella se puso de pie y caminó hasta mí. Me abrazó y pude sentir mucha sinceridad en ese gesto suyo – Hagámoslo – exhalé todo el aire de mis pulmones y sonreí.
--Solo tengo unas cuantas exigencias – dijo seria y nosotros la escuchábamos muy atentos – antes de empezar todo esto, quiero un chequeo exhaustivo y la autorización de su doctor, Bella también es mi amiga, Edward y si estoy un poco renuente, es por su salud, sabes bien que la prensa se volcará sobre ustedes y debemos estar seguros de que podrá manejarlo, eso me preocupa mucho más que el esfuerzo físico al que deberá someterse para recuperar su condición y volver al juego…
--Estoy totalmente de acuerdo, jamás expondré a Bella, su salud está por sobre todas las cosas – concordé.
Un buen rato después, me asomé con mucho cuidado para ver si Bella seguía dormida y al escuchar que se abría la puerta se removió en la cama.
--¿Edward? – Por su tono de voz más calmado y somnoliento, supe que la crisis de dolor había pasado, pero aún así, no prendí la luz.
--¿Cómo te sientes?
--Bien, ya no me duele la cabeza – bostezó.
--Será mejor que intentes seguir durmiendo, lo necesitas – no se negó y la ayudé a ponerse su ropa de dormir. Le llevé un vaso de leche y aproveché para dar las buenas noches a Jimmy y Ángela que seguían trabajando y haciendo planes confiando en que todo saldría bien.
Al día siguiente nos esperaban temprano en el hospital. Diego había hecho los arreglos para que le hicieran a Bella todos los estudios necesarios, también el Dr. Baggio nos vería una vez que estuvieran listos y todos esperábamos que fueran buenas noticias.
Le comenté a Bella nuestra preocupación y pareció decepcionarse un poco pero nos comprendió.
--Yo estoy bien – me aseguró – me siento perfectamente; el dolor no duró mucho.
--Y te creo, solo queremos asegurarnos que todo está bien contigo – me acomodé detrás de ella para dormir – y lo estarás, no te preocupes – la pegué completamente a mi cuerpo y besé su nuca – ahora sí, a dormir.
***
Desperté suavemente a Bella para ir al hospital. Había dormido como un bebé durante la noche y aunque me hubiera gustado dejarla dormir toda la mañana, también estaba un poco ansioso por llegar y que le hicieran todos los estudios para comprobar que estaba bien.
Ángela también nos acompañó; había cambiado su vuelo, se iría por la tarde después de saber los resultados y si todo iba como esperábamos, en menos de 12 horas, Bella estaría nuevamente en la mira de todos, según ella.
Diego nos recibió y nos pasó directamente al laboratorio para que le tomaran las muestras de sangre que requerían. Estaba tan pálida que creí que se desmayaría; nunca podría superar su miedo a las agujas pero no se quejó. De verdad deseaba mucho trabajar de nuevo, de otra forma nos hubiera rogado que la sacáramos de ahí. Cuando terminó con esa terrorífica parte, siguió con un electrocardiograma, una tomografía y por último un encefalograma.
En su consultorio, Diego la revisó por cumplir con las condiciones de Ángela, y después el Dr. Baggio nos esperaba con los resultados de Bella. Notó que entramos tomados de la mano y me dirigió una sonrisa de satisfacción. Sin dar muchos rodeos, nos dijo lo que todos queríamos escuchar… Bella estaba estupendamente bien y podía regresar a Nueva York para trabajar en lo que ella quisiera.
Bella se abalanzó sobre mí y lloraba emocionada.
--Edward estoy bien – decía contra mi pecho – voy a poder volver a casa.
--Si Bella, muy pronto – apreté su cuerpo y se separó un poco de mí.
--Doctor, yo tengo algunas preguntas – me volví para mirar a Jimmy y Ángela que de inmediato comprendieron que quería hacerlas en privado. Le expliqué que Bella ya estaba empezando a recordar algunas cosas pero que no eran recuerdos agradables para ninguno de los dos y que la noche anterior había terminado con una migraña terrible.
--Desafortunadamente esos dolores de cabeza después de recordar algo, son normales. No puedo asegurarles que los volverás a tener Bella, pero tampoco lo contrario. Creo que después del golpe que te llevaste, esas migrañas son lo de menos; el que estés aquí sentada frente a mí y queriendo reanudar tu vida es una confirmación de que recobrarás la memoria, ten por seguro que así será. No te presiones por eso, tú solo disfruta tu vida que tus recuerdos regresarán cuando menos te lo esperes.
Con esas palabras me sentí profundamente tranquilo y feliz; podríamos regresar a Nueva York y continuar con nuestras vidas.
***
Antes de llegar a casa, mi teléfono comenzó a sonar, eran los chicos. Me había olvidado completamente de ellos; me avisaban que en un par de horas más llegarían y que los esperáramos para cenar. Jimmy sugirió salir a algún lugar y nos pareció una excelente idea el tener una cena todos juntos para celebrar que Bella estaba perfectamente bien, y aunque le insistimos mucho a Ángela para que se quedara una noche más, sus múltiples compromisos de trabajo no se lo permitieron, así que al llegar a casa y según ella, poner el plan a funcionar, se despidió de nosotros y se subió al taxi que la llevó al aeropuerto.
--Esta noche tienen que estar guapísimos – nos decía Jimmy dando brinquitos – reservé en un bistro bar súper chic. Nos vamos a divertir como enanos, ya verán. Anden, vayan a ponerse preciosos que no podemos llegar tarde.
--Jimmy yo…
--Ay Bella, no seas aguafiestas, nos la vamos a pasar muy bien, Edward convéncela – casi me rogó.
--Solo iba a pedir tu opinión sobre qué ponerme Choo, no me estaba rehusando a ir – Bella le sacó divertida la lengua y nos fuimos a dar un baño para arreglarnos.
Era bastante interesante ver como Bella se movía a mí alrededor. Parecía que no había pasado nada; manteníamos nuestro orden original. Ella se duchaba primero mientras yo escogía mi ropa rápidamente y luego la esperaba con la toalla en las manos para ayudarla a secarse, otra de mis cosas favoritas en la vida; después yo me duchaba y ella se ponía crema en todo el cuerpo y se secaba el pelo para comenzar a maquillarse. Una sincronía perfecta….
Me afeitaba mientras ella se daba golpecitos en la cara con una brocha gorda y la miraba por el espejo.
--¿Qué me ves? – Me preguntó sonriente.
--No te veo, te admiro, que es diferente – desvié mi mirada de ella y continué con mi tarea cuando la oí de nuevo.
--¿Era ella? – su voz tímida me alarmó.
--Si – bajé mi mano y enjuagué las cuchillas de espuma para llevarlas de nuevo a mi garganta. Di un par de pasadas más y de reojo, vi que se había quedado quieta. Me limpié los restos de espuma con la toalla húmeda y me giré hacia ella.
--Esa foto la tomaron cuando llevamos a Irina al hotel después de dejar el hospital – puse mis manos sobre sus hombros; Bella miraba hacia abajo – la dejamos ahí con una enfermera y regresamos inmediatamente a Nueva York, a buscarte.
--Y me encontraste – murmuró.
--Si amor, te encontré y estamos juntos de nuevo – la levanté en vilo y la llevé a la cama.
--Los chicos están por venir – dijo abriendo los ojos muy grandes.
--Si por mí fuera, nos quedábamos aquí y te hacía el amor toda la noche Bella…
--Y yo aceptaría encantada, pero no podemos dejar plantado a Choo – dijo resignada – se muere de ganas por salir a divertirse – se puso de pie y comenzó a vestirse.
--¿Me ayudas? – Se giró y le subí la cremallera - ¿Qué tal? – Hizo una pose coqueta para mí.
--Sólo te falta esto – tomé mi perfume y oprimí el atomizador hacia arriba.
***
Los chicos llegaron y nos saludaron como si hubieran tenido años sin vernos. Estaban fascinados con toda La Toscana y ni qué decir con la villa de Diego y todas sus atenciones. Alice no dejaba de contarnos todo lo que se había comprado y solo pude ver la cara sonriente de Jasper. Eso prácticamente fue una revelación para mí. Ese chico de verdad amaba a mi loca hermana porque nadie era capaz de soportarla con sus compras, ¿Y qué hacía él? Sonreír ante todo lo que ella decía o hacía.
--Te ves preciosa Bella – Rosalie estaba feliz de ver resplandeciente a su amiga – ese vestido te queda bárbaro.
Y tenía toda la boca llena de razón. Aunque era demasiado corto y ajustado, se veía radiante y lo que era aún mejor, Bella estaba feliz.
Llegamos muy puntuales al lugar que había escogido Jimmy; según él estaba muy de moda y era súper exclusivo; al parecer estaba en lo cierto porque desde antes de bajarnos, vimos una larga fila en la puerta esperando por entrar al bar.
Desde antes de bajar de la camioneta, una lluvia de flashes se desató. Alice y Jasper bajaron primero y los siguieron Emmett y Rosalie. Bella me miró asustada y tomé sus manos.
--Esto será tu pan de cada día Bella – dijo Jimmy - ¿Podrás hacerlo?
--No tenemos que bajarnos si no quieres – apreté sus manos – cualquier cosa que decidas estará bien, es tú decisión solamente – Bella aspiró un par de veces.
--Si quiero – tuvo que levantar la voz porque los paparazzis gritaban para llamar nuestra atención.
Jimmy bajó primero y lo seguí para ayudar a Isabella y bloquear un poco la vista de sus piernas. ¡Ese vestido era jodidamente corto!
Los disparos de las cámaras se escuchaban con una rapidez impresionante y los gritos eran ensordecedores. Bella apenas puso ambos pies en el suelo, levantó la barbilla y una sonrisa se dibujó en su cara.
“Bella ¿Dónde estabas?” – la tomé de la cintura y la pegué a mi cuerpo protectoramente.
“¿Ya nació tu bebé?” – casi se nos salen a todos los ojos ante esa pregunta tan ridícula.
“¿Se llamará Edward?” – Bella giró para mirar a ese paparazzi y le regaló la más cautivante de las sonrisas que cientos de disparos más capturaron.
“¿Regresarás pronto a trabajar?” – asintió solo una vez sin dejar de caminar y entramos al lugar.
Bella temblaba, estaba nerviosa pero la sostenía firmemente. Tenía una expresión rebosante de felicidad en cuanto se soltó un poco de mi abrazo para besarme sorpresivamente.
--¿Cómo lo hice? – quiso saber.
--¡Genial! – le regresé el beso y siguieron lloviendo flashazos aún con nosotros dentro del lugar.
--¿Jimmy? – Preguntó titubeante y este la miró en silencio unos segundos y luego su cara se transformó.
--¡Welcome to the Jungle Baby! – Gritó feliz levantando los brazos y chocando la cadera con ella.
Nos sentamos en nuestra mesa que para mi gusto estaba algo expuesta y entonces fue que comprendí todo. No había sido una coincidencia que toda esa horda de paparazzis nos estuvieran esperando, no. El había urdido todo para ver como reaccionaba Bella ante el tumulto de lentes a su alrededor cazando una imagen suya… y mía.
Y todo le había salido de maravilla. Bella se sentía feliz por haber salido airosa de su primer encuentro, o reencuentro, con los medios aunque estos no eran los más honorables ya que eran algo así como las “remoras” del periodismo.
Decidí olvidarme de ellos y disfrutar la noche. Nada merecía más la pena que disfrutar de una buena cena y luego unos tragos ya que no podría encontrarme en mejor compañía, estaba con mis hermanos, mis amigos y… mi mujer.
Ordenamos de cenar y como era nuestra costumbre probábamos de ambos platos y nos dábamos de comer en la boca. Bella no podía irradiar más alegría y yo estaba más que complacido viéndola adaptarse cada vez mejor a todo y a todos. Por momentos, platicaba y parecía que no le había ocurrido nada, que todo seguía igual, y no fui el único que lo notó.
--Se parece a la Bella de siempre ¿Verdad?
--Es la Bella de siempre, Rose – respondí y estuvo de acuerdo conmigo.
Cuando Diego llegó, entre todos le contamos nuestra entrada triunfal y como lo supuse, casi nos confesó que todo lo había maquinado Jimmy. Pero por el contrario como él pensaba, yo no estaba enojado por eso. Había servido de mucho para comprobar si Bella no se aterraría como ya había sucedido antes. Había sido algo así como su prueba de fuego y obtuvo las mejores calificaciones ya que no solo no entró en pánico sino que sin decir una sola palabra, había conquistado a los fotógrafos echándoselos a la bolsa. Estaban encantados con ella.
Después de hacer un buen rato de sobremesa, Jimmy ya estaba un poco “alegre” y nos insistía para pasar al área del bar. El lo que quería era música fuerte y bailar. Logró convencernos y yo algo reacio acepté. El lugar estaba a reventar pero esta vez si nos dieron una mesa no tan en la mira de todos y aproveché para pararme detrás del respaldo de un sillón abrazando a Bella. Tomé su rostro entre mis manos y la besé en los labios sin intentar ir más lejos, no era el lugar. Bajé un poco mi cara y la enterré en su cuello para enloquecer en ese mismo instante. Mi perfume en ella era el más potente afrodisíaco que hubiera existido…
Gemí, pero solo ella pudo escucharme afortunadamente. La casi oscuridad le dio el valor para que entre tanta gente, se pegara a mi cuerpo y se frotara en donde menos lo necesitaba en esos momentos.
--No Bella, no – le rogué.
--Si Edward, si – y además de bella, vengativa.
--¿Con que esas tenemos no? - mi cuerpo estaba comenzando a reaccionar.
--¿Me estoy portando mal? – su cara y voz de inocente niña me estaban aniquilando.
--Estás jugando con fuego Isabella – respondí levantando una ceja.
--¿Y me puedo quemar? – mantuvo tanto el tono como la expresión de inocencia mientras empujaba su pelvis contra mi.
Asentí – si sigues provocándome, más tarde no tendré piedad de ti y aunque me supliques y me ruegues que me detenga, no lo haré y te haré mía de todas las formas posibles… y las imposibles también – le dije al oído y pasé mi lengua lamiendo dentro de él.
--Pues creo que eso no ocurrirá – dijo burlona – al menos esta noche - ¡Que provocativa e incitante podía llegar a ser! – No te olvides de Jimmy.
--No me olvido, solo espero que tú recuerdes que te lo cobraré y con intereses – succioné el lóbulo de su oreja y se estremeció.
--¿Intereses? ¿Qué cosa es eso? – Fingió demencia – no los recuerdo.
--No te preocupes Isabella que yo te haré recordar cada uno de tus días con todas sus horas, minutos y segundos, me lo vas a agradecer, créemelo – mi lengua paseaba por toda su oreja adentrándome después en ella hasta que no resistió.
--¡De acuerdo! ¡De acuerdo! Está bien – respiraba agitada – dejemos de jugar.
Me giré y la empujé hacia un rincón cercano y aún más oscuro – Yo no estoy jugando Isabella – atrapé sus labios con los míos devorando ansioso su boca; con una mano sostenía firmemente su rostro y con la otra tocaba sus senos, apretándolos, oprimiéndolos, moviéndolos al ritmo de la música convenientemente sexual que sonaba en ese momento.
Clamó por aire y le concedí unos minutos mientras mi boca se saciaba con su cuello dejando humedad al paso de ella; sus hombros también comenzaron a pagar su deuda y se dejaban besar con extrema facilidad así como ella se rendía a cada una de mis caricias…
--¡Eso es Bella! ¡Ponte al día que la vida solo es una muñeca!
Me retiré sorprendido y asustado por esos gritos; sentí que alma se me salía del cuerpo. Iba a matar a Jimmy.
Aún con toda esa oscuridad, podía ver el rostro de Bella, rojo a más no poder; el mío estaba de igual color pero no por pena o vergüenza, sino por rabia. Esa sabandija iba a pagar muy caro su atrevimiento ¡Casi nos mata del susto!
--¡Carajo Jimmy! Casi nos matas de un infarto – le gritaba mientras abrazaba a Bella.
--Me da gusto verte aplicada Bella – levantó su vaso en señal de brindis – ¡Salud por tu maestro!… ¡Hola Sensei! – Me miró – Vaya que está esforzándose en enseñarte o recordándote las cosas o… ¡Como sea! ¡Salud mi pequeña saltamontes! O saltamontañas, ¿Ya viste esos bíceps de tu novio? Apuesto a que tienes que escalar por todo ese cuerpo… - intentó decirle eso último al oído y no pude contener mi risa al escucharlo.
--¡Hey Spencer! Vámonos, deja a los chicos en paz – Diego llegó para alejarlo; ya estaba bastante tomado.
--Edward, no vayas a arrancarle el vestido – me puso cara de súplica – ese Dolce&Gabbana le queda espectacular.
--Jimmy, no empieces a ponerte impertinente – le advirtió Diego poniéndose serio – compórtate.
--Vamos a sentarnos – me pidió Bella y cuando nos disponíamos a hacerlo, Alice y Rose la arrastraron a un lado de la mesa para bailar.
Me quedé de pie, cuidándola mientras bailaba con las chicas. Me serví un vaso grande de whisky para el susto y el disgusto y me acerqué a Emmett y Jasper que discutían sobre autos y la plática cambió drásticamente a los pocos minutos.
--Me alegra haber venido – dijo Emmett palmeando bruscamente mi espalda mientras las mirábamos brincar despreocupadas – las italianas están buenísimas.
--Buenísimas – repitió Jasper y los miré extrañado, era un milagro que Emmett no le hubiera ya partido el cráneo y yo también.
--Tranquilo Edward, todo queda entre cuñados ¿Verdad Jazz?
--Así es Em – se dirigieron miradas de complicidad y yo solo rodé los ojos.
--¡Yo cuento como tu cuñado Edward! – Jimmy brincaba frente a mí – solo que yo miraré a los de mi mismo bando ¿Eh?
--¿Qué decías? – la voz de Diego lo dejó pálido. Todo el alcohol que había ingerido se le evaporó del cuerpo.
--Nada – se disculpó – solo bromeaba con mi cuñadito ¿Verdad Edward?
Asentí y lo miré con los ojos entrecerrados, pero por dentro me reía a carcajadas. Por fin Jimmy había encontrado la horma de su zapato, un auténtico Louboutin.
Pero mis carcajadas y mi alegría poco duraron. Escuché cierta canción que se me hizo familiar y mi hígado recibió una patada imaginaria pero que me había pegado con fuerza.
--No puede ser – grité - ¡Este cabrón me persigue a donde voy!
***
BELLA’S POV
--¡Bella! Te vimos en el rincón – Rosalie me dijo sin dejar de moverse muy sensual, yo me moría de vergüenza y mi rostro volvió a pintarse de rojo tomate.
--No te preocupes Bella, te hemos cachado muchas veces más y en peores circunstancias - añadió Alice y me terminó de rematar, seguro iba a comenzar a hiperventilar.
--Y no es para menos con ese novio que te mandas, yo no hubiera dudado ni un segundo en abusar de él – Dios mío ¡Mi amiga era una zorra!... ¡Y yo también!
--Yo así conseguí que Jasper anduviera conmigo – Alice me soltó como si nada – por dos meses enteros tuve que persuadirlo, tú sabes… - me guiñó el ojo.
--Yo creo que vas por buen camino Bells, mantenlo caliente y jamás se despegará de ti – me aconsejó Rose y yo sólo quería enterrar la cabeza en el suelo, no era posible que yo… no, yo no era así. Yo no podía haber seducido a Edward de esa forma para que estuviera conmigo ¿O si?
Sin embargo, mi comportamiento juguetón de unos minutos antes no me dejaba lugar a dudas. ¡Yo era una zorra!
Pero yo solo estaba jugando “inocentemente”, no lo hacía con otra intensión. El me quería de verdad, yo no necesitaba de esas artimañas para mantenerlo a mi lado ¿Verdad que no?
Me repetí esa preguntita por más de 10 veces antes de que Rose abriera la boca de nuevo – Así Bella, estás moviéndote muy bien ¿Ya viste como lo tienes? Está a punto de brincar sobre ti, tú si que te mueves, no en vano te dicen “La quebradora”.
¿La quebradora? ¡Dios mío!
Era verdad, intenté mirarlo con discreción y Edward tenía la mirada clavada en mí aunque hablaba con Emmett y Jasper; él solo estaba pendiente de cada uno de mis movimientos y efectivamente, si continuaba moviéndome como lo estaba haciendo, no tardaría en saltar sobre mí. Se veía ansioso, excitado, su mirada llena de deseo, de lujuria, sedienta de… ¿Mi cuerpo?
--¡Mira Bella! – Gritó Alice – de eso estamos hablando.
Señaló hacia las pantallas y me quedé helada. Ellas tenían razón, era yo moviéndome como si mi cuerpo estuviera inarticulado, bailando más que sensual con ese chico moreno, Jake, nuestro amigo. No podía creerlo. Verme así era excesivamente raro además de incómodo.
Miré a Edward y parecía tan enfadado que si hubiera podido traspasarme con la mirada lo hubiera hecho sin dudarlo siquiera. Y como no habría de hacerlo, ¿A quien le gustaba tener una novia a la que le decían “La quebradora”?
La gente a mi alrededor gritaba y silbaba; todos me miraban y me señalaban, muchas mujeres imitaban mis movimientos y volví a buscar esa mirada verde que tanto me confortaba, pero en esa ocasión, en lugar de ser mi refugio, se centraba en mí de una manera no muy agradable.
--¡Echas chispas, Bella!
Quise callar a Rose y de buena gana le hubiera dado un golpe. El que echaba chispas era Edward que inesperadamente ya estaba junto a mí, y me rodeaba con sus brazos siguiendo el ritmo de la música. De pronto me sentí sucia y deseé que Edward no me abrazara. Tenía vergüenza de mi misma. ¿Cómo era posible que yo me hubiera valido de esas tretas tan vulgares y bajas para atraparlo? Necesitaba salir de ahí. Con los brazos pegados a mí cuerpo, logré zafarme de él y caminé con prisa hacía el baño. Me encerré en uno y estaba tan confundida y decepcionada de mi misma que ni siquiera pude llorar.
--¿Bella, estás aquí? – Alice me llamaba. Me mantuve en silencio, no quería seguir escuchando que me contaran sobre mi antigua conducta y mis “sutiles métodos de conquista”.
--Por favor, sal de ahí Bella, ya vi tus lindos zapatitos, por favor sal – me pidió Rose.
--Discúlpanos, Bella – dijeron a coro – era una broma.
¿Qué era una qué?
Abrí de golpe la puerta y casi me les fui encima si no es porque un par de chicas habían entrado en ese momento. Me acerqué al lavabo y me mojé el rostro intentando tranquilizarme. Ellas seguían disculpándose pero yo no quería escucharlas.
--Se nos ocurrió cuando te vimos tan cariñosa con Edward, no pensamos que te enojarías – reconoció Rose – tú nunca te enojas mucho.
--Pues ya ven que hoy si me enojé – las fulminé con la mirada.
--Vamos Bella, no es para tanto, nadie se ha muerto.
--¡Alice! – Grité – ¿Saben qué? no me hablen en cien años – y salí del baño dando un portazo.
¿Pero que tenía que esa noche todos me hacían pasar malos ratos?
Bueno, no todos pero con tres era más que suficiente. Ya no quería estar ahí, quería irme a casa. Todavía me sentía muy avergonzada por lo del rincón y luego por la inocente broma. Apenas salí de ahí y choqué con Edward que me esperaba nervioso en la puerta.
--¿Podrías decirme qué te ocurre? – Estaba molesto, no nervioso – me dejaste ahí parado Bella.
--Las chicas me jugaron una broma y… me enojé – dije mirando al piso.
--¿Qué broma? - tenía los brazos en jarras.
Negué con la cabeza – Quiero irme a casa – le respondí con la mirada aún en el suelo y volví a sentir su abrazo.
--Cariño ¿Estás bien? – Levantó mi barbilla y le pedí de nuevo…
--Solo quiero irme – me pegué a su pecho y en menos de 5 minutos, ya estábamos abriéndonos paso entre ese río de gente rumbo a la salida. Los chicos pagaron la cuenta rápidamente y ese par de roedoras, también venían siguiéndonos para abandonar el lugar. Llegamos por fin a la puerta y escuché al otro bicho.
--¡Bella! ¡Sonríe preciosa que la vida es bella! – Me gritaba con una copa en la mano - ¡Salud por ti Bella! ¡Solo por ti!
Me abrazó pesadamente y me besó en ambas mejillas. Diego que también parecía estar un poco subido de copas, lo desprendió de mí con la ayuda de Edward.
--No te preocupes bambina, yo me llevo a este extranjero y te prometo que no lo verás en 2 días – después de su “interrupción” y con lo enojada que estaba, 2 días serían pocos.
Sentí el brazo de Edward en mi cintura; ya estábamos a punto de salir y Jimmy me recordó que siguiera sonriendo porque nos esperaba la misma manada de paparazzis. Apenas dimos un paso hacia afuera y todo el show que nos recibió al llegar, se repitió como una cálida despedida. Agité mi mano rápidamente diciéndoles “adiós” y subimos a la camioneta; no habíamos avanzado ni 20 metros cuando las disculpas de Alice y Rose no se dejaban de escuchar.
--Por favor Bella, perdónanos – pidió Alice con voz infantil.
--Te juro que no volveremos a jugar así contigo.
--¿Jugar? – Las miré todavía muy enojada.
--¿Qué le hicieron? – Jasper se giró a mirarme y yo encogí los hombros – lo que sea que haya sido, si ella no las quiere perdonar, bien merecido se lo tienen.
--Edward… - Rose quiso usarlo como intermediario.
--Supongo que sus razones tendrá para no hacerlo, por el momento déjenla tranquila.
--Así las quería ver, castígalas Bella, no las perdones.
--¡Cállate, Emmett! – Gritaron las dos.
Nadie más habló camino a casa, Alice y Rose estaban como niñas regañadas y muy arrepentidas. Al llegar, antes de bajarme les dije…
--No vuelvan a hacerme nada parecido, ¡Nunca! Por su propio bien – las amenacé y también les advertí con la mirada, se veían avergonzadas – nos vemos mañana.
No me sentía bien disculpándolas y despidiéndome tan fríamente pero no sabía exactamente qué tan pesado nos llevábamos y si no marcaba mis límites con ese tipo de bromas, jamás me las dejarían de hacer y no creía poder soportarlo.
***
Escuché cerrarse la puerta detrás de nosotros; sentí sus manos tomarme de la cintura y atraerme a su cuerpo; con movimientos nada sutiles sino más bien algo bruscos, me pegó a él y sus manos recorrían mi vientre, mis senos e intentaban meterse debajo de mi ajustado vestido, sin éxito.
--Contaba los segundos para llegar Bella – susurraba a mí oído – no he podido estar tranquilo en toda la noche.
--Edward.
Empujó su pelvis contra mis nalgas y pude sentir su necesidad, dura y creciente. Un cosquilleo recorrió desde mi nuca hasta mi cintura, haciéndome estremecer. Mis senos me dolían del deseo que tenía por sentirlo, por que me tocara y me besara por todo el cuerpo de la misma forma en que lo hacía en ese momento por mi cuello y mis hombros.
--Es el momento para empezar a cobrarme un poco – murmuró detrás de mi – espero que no hayas olvidado tu deuda conmigo…
Traté de girarme para tenerlo frente a mí y poder saborear su boca pero me mantuvo firme contra él. Sus dientes mordieron mi nuca y fue algo increíblemente excitante que disparó descargas de deseo por todo mi cuerpo, queriendo que arrancara mi vestido y me hiciera suya en ese mismo momento, ya estaba lista para él. Podía sentir la humedad que me saturaba entre las piernas, no quería esperar ni un solo segundo para tenerlo dentro de mí.
--No te debo nada – dije agitada – no estás posponiendo nada, estamos solos.
--Dije que voy a empezar a cobrarme – me puso contra la pared, presionando todo mi cuerpo contra ella mientras sus labios hambrientos probaban cada porción de piel que aparecía bajo ellos. Sorpresivamente mi vestido fue subiendo a la fuerza ya que estaba demasiado ajustado a mi cuerpo - ¿Estás dispuesta a pagar?
--Mmmhhmm – acepté después de unos largos segundos.
--Esa no es una respuesta Isabella – su voz ronca sonó intimidante.
--Ssi.
--Buena niña – dijo mientras sus dientes mordían la piel de mis hombros, mi cuello y su dura erección se incrustaba en mis nalgas, desesperado justo como yo lo estaba. Se hizo menor la presión y se separó ligeramente de mí pero me quedé muy quieta; escuché que rápidamente bajó la cremallera de sus jeans y después el característico sonido del pequeño paquetito rasgándose; volví a sentir su mano en mi cuerpo, intentando bajar mis bragas pero era mucha su ansiedad y su paciencia poca. Con un fuerte y firme tirón, el diminuto pedazo de tela fue arrancando de mi cuerpo y un jadeo lleno de incertidumbre, salió de mi garganta.
Mis latidos aumentaron su velocidad a un ritmo tan desquiciante que sentí que mi corazón se había dividido repartiéndose por varias partes de mi cuerpo, llegando a mis oídos y entre mis piernas. Mi vientre fue rodeado por su brazo tomándome con decisión.
--Abre las piernas Isabella – me ordenó.
Con lentitud y mucha torpeza, hice lo que me ordenó y sus dedos se adentraron en mi cuerpo haciéndome jadear de nuevo y con la misma rapidez con la que me invadieron, salieron de mí. Con un fuerte empujón me penetró y grité ante el temor callado, la sorpresa y la expulsión de aire de mis pulmones. Me paralicé al sentirlo invadirme de esa forma imprevisible y él no se movió; con mucha dificultad, fui respirando y entonces comencé a sentirlo moverse dentro de mí, despacio.
--Bella…
Yo simplemente no podía hablar, sus embestidas que incrementaban su ritmo me tenían pendiente de cada movimiento y de cada sonido suyo, de cada gemido, de cada arremetida suya que golpeaba su carne contra la mía, y que significaba un esfuerzo de su parte y un jadeo a la vez; glorioso, poderoso, excitante, lujurioso, que me llenaba, me levantaba un poco, me apresaba, me hacía responderle gimiendo también, gritando, golpeando la pared con mis puños al sentir su vigor en mí, inesperado pero bienvenido, amado, mío, solo mío… su movimiento se hizo más rápido y de pronto sentí sus dedos en mi clítoris, estimulándolo.
--¡Oh Dios!
--Me.Vuelves.Loco.Bella – pronunció entre cada embestida sin perder la concentración de sus dedos.
La tensión en mi vientre bajo comenzó a formarse e instintivamente, mis paredes alrededor de su erección lo presionaron.
--¡Por favor! ¡Por favor! – Supliqué.
Un par de acometidas más y sentí liberarme en un glorioso orgasmo; llena, plena y extasiada, exploté llevándolo conmigo en ese cúmulo de sensaciones inigualables y únicas a las que solo él, nos podía conducir…
Sólo Edward, mi Edward.
***
Beep….. Beep….. Beep…..
--Mmmm.
Beep….. Beep….. Beep…..
--Mmmm – lo escuché ronronear molesto con quien estuviese interrumpiendo nuestro apacible sueño.
Beep….. Beep….. Beep…..
--¡Mierda! – se levantó buscando su Blackberry entre su ropa.
Beep….. Beep….. Beep…..
--¡Jimmy! ¿Qué carajos quieres? – Explotó y creí que seguiría con su sarta de improperios pero muy por el contrario, se enredó en la sábana y salió de la habitación.
--Eeedward – me quejé al dejarme descubierta y jalé la otra sábana alejada de mí para cubrirme y seguir durmiendo. Me acomodé sobre mi estómago y ladeé mi cara. Pasó un rato y seguía sola en la cama. Algunos minutos más, y Edward no regresaba. Volteé la cara buscando dormir de nuevo. Estiré mi brazo y su lado de la cama ya estaba frío.
Intrigada, me restregué los ojos y con la sábana enrollada en mí cuerpo, salí a buscarlo dando tumbos contra las paredes del pasillo.
Lo encontré con un vaso de jugo en la mano – ¿Qué hac… – empecé a decir pero me calló poniendo un dedo en sus labios, lo subió a un ojo y después me apuntó a la pantalla plana. A breves minutos de haberme despertado, era lógico que mi neurona del entendimiento y comprensión, no funcionara al cien por ciento ¿Qué pretendía Edward haciéndome señales como de béisbol?
Me quedé parada en el pasillo esperando… no sabía bien qué, pero continuaba medio dormida. Me recargué en la pared y comencé a resbalar por ella; me dejé ir, quedando sentada en el suelo y muy dispuesta a seguir durmiendo. ¿Y cómo no iba a hacerlo? Estaba a-g-o-t-a-d-a.
Y como no, ya que después de ese increíble orgasmo que casi tuve que compartir con la pared, siguieron varios más en la habitación. En el suelo, dónde caímos al tratar de quitarnos el resto de la ropa, y en la cama hasta ya casi empezando a aclararse el cielo ¡Vaya noche!
--¡Dios Bella! Ven aquí – me levantó del suelo, me llevó a recostarme junto a él en uno de los sillones del salón y me dio un poco de jugo de su vaso – ahora despierta, abre bien los ojos, mira…
A duras penas los abrí, con mucha dificultad, mis párpados pesaban como cortinas de sólido acero, pero al oír mi nombre, ya no tuve mayor problema.
“—Después de estar varios meses alejada del mundo del modelaje por un gravísimo accidente que sufrió mientras vacacionaba con su novio, el Ingeniero Edward Cullen, Bella Swan está de vuelta y tal parece mejor que nunca—“.
Cambió el canal y en otro programa de espectáculos dijeron...
“—Bella Swan y Edward Cullen fueron captados anoche en compañía de su familia y amigos en un club muy exclusivo en Florencia, Italia. Las imágenes no mienten, ella se ve bellísima y totalmente recuperada, si no, vean estas fotos de su llegada y estas otras donde se le ve muuy acaramelada con Cullen… ¡Que suerte tienen algunos! ¿No?—“
--Idiota – solo murmuró.
“—Esperemos verla ya muy pronto en las pasarelas, ojala no haya perdido ese toque que la hacía muy especial—“.
--¿Qué es todo eso, Edward? – Pregunté sin emoción, no sabía si por la falta de sueño y el cansancio que tenía.
--Es el principio de tu regreso, Bella – dijo de la misma manera – solo el principio.
Me puse de pie y ya más alerta, fui a la cocina por mi propio vaso de jugo bajo la mirada curiosa de Edward. Ahí mismo, junto a la encimera, me tomé todo el contenido del vaso y me encaminé a mi habitación.
--¿A dónde vas. Bella? – Extrañado, me preguntó.
--Muero de sueño ¿Vienes? – Seguramente eso era lo único que iban a decir de mí y yo prefería guardar mis energías y mis últimos momentos de paz, como decía Rose, para estar tranquila junto a Edward – ¿Por favor?
Sin dudarlo, apagó la tele y me siguió. Nos abrazamos, enredamos nuestras piernas y recosté mi rostro en su pecho.
***
Por la tarde, ya estábamos en el salón junto con Jimmy y los chicos. Choo seguía pendiente de cada cosa que decían de mí y vaya que había dado de qué hablar. También había levantado muchas especulaciones ya que Ángela, al comunicar a todos los medios de mi accidente, dejó entrever la perdida de mi memoria, así que todos estaban locos con este rumor astutamente manejado a medias.
Jimmy se había adueñado del control remoto y estaba absorto viendo “Fashion Police” con Joan Rivers; le encantaba ese programa porque la señora además de loca, era muy irreverente, justo como él, y para no ser la excepción, en ese programa también hablaron de Alice, de Rose y de mí, desmenuzando una de las fotos de la noche pasada.
“—Siempre muy bien vestidas las tres, no tengo para mi desgracia nada que criticarles, bueno, solo a Bella, tiene dos accesorios que no le van para nada bien—“
--¿Qué? – Gritó Jimmy furioso.
“—¿Los zapatos? ¿Los aretes?—“ preguntó una de las otras criticonas y yo estaba desesperada por saber qué era lo que no me combinaba.
“—¡Edward Cullen y su doctor! Se verían mejor cada uno a mi lado ¿No creen?—“.
--¡Perra! – gritó Jimmy casi vomitando fuego mientras aparecía una foto mía junto a Diego y Edward obviamente – ¡Es mío maldita!
--Cálmate Choo – me reí.
Más tarde, cenamos y platicábamos cuando al fin Jimmy dijo muy solemne después de colgar su llamada con Ángela que estaba feliz.
--Bueno Bella, es un hecho… ¡En dos días volvemos a Nueva York!*
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