BELLA’S POV
-Isabella – sin más, tomó mis manos entre las suyas que también temblaban…
-¿Quieres casarte conmigo?
Cerré los ojos apretándolos fuertemente así como mis manos en las suyas, intentando asimilar la pregunta que Edward acababa de hacerme y por la que había estado esperando desde ya hacía algún tiempo. Mi corazón comenzó a bombear rápido la sangre dentro y fuera de él haciendo que mi pecho subiera y bajara notablemente agitado; el resto de mi cuerpo temblaba emocionado, excitado y en mi pensamiento, solo se reflejaba la idea de la felicidad que en poco tiempo acabaríamos por consumar.
Edward quería casarse conmigo…
Me esforcé por hacer una conexión entre mi cuerpo y mi mente ya que cada uno vivía la noticia con intensidades diferentes y desconectados uno del otro. Cuando pude darme cuenta, estaba sentada de nuevo en el regazo de Edward que me abrazaba contra su pecho y recogía de mis ojos con sus labios, las lágrimas que como ríos salían de ellos. Una de sus manos sostenía mi barbilla, la otra con suavidad acariciaba mi espalda y me aferré a él, perdiéndome en su cuello, incapaz de cualquier otra cosa.
–¿Quieres que nos vayamos de aquí? – con su voz aterciopelada me preguntó y asentí.
Me tomó en sus brazos como lo que muy pronto sería, una novia, y comenzamos a salir del restaurante.
–¡Señor Cullen! ¿La señorita se encuentra bien? – el mesero preguntó con discreción - ¿Necesita un médico?
–No, estamos bien, muchas gracias – Edward le respondió amable mientras seguía caminando.
–Ah fue la emoción – dijo contento y Edward se lo confirmó con un movimiento de cabeza. Me subió al carrito y se aseguró que estaba bien antes de ponerlo en marcha; me acercó a su cuerpo y me rodeó con un brazo, besó mi coronilla y nos llevó hacia un lugar opuesto a donde estaba nuestra villa.
Se detuvo en la playa, junto a un camino de antorchas, no eran muchas pero cumplían su objetivo de indicarnos el camino hacia una gran cama de playa hermosamente adornada con flores y velas encerradas en pequeños quinqués de cristal.
Las cortinas que pendían del dosel de madera flotaban al viento que nos envolvía en una suave brisa y junto a la cama, una mesa con una botella de champagne y un bol lleno de fresas.
Edward me recostó en la cama y se quitó el saco y los zapatos, luego se acomodó a mi lado, recargó su espalda sobre los pomposos cojines y me atrajo a su pecho. Acariciaba mi pelo y repartía besos por todo mi rostro. Suspiraba y volvía a recorrer el camino de besos hasta que me preguntó…
–¿Estás bien? – apreté mi abrazo.
–¿Bella? – me giró entre sus brazos para verme a la cara – ¿Bella? – repitió mi nombre, interrogante pero feliz. Asentí muchas veces para que no tuviera duda de mi respuesta.
–¡Isabella, mi vida! – dijo mientras rodábamos en la cama.
–¡Si quiero! – grité - ¡Si quiero casarme contigo! ¡Quiero ser tu esposa!
Sus labios atraparon los míos y nos fundimos en un beso lleno de mil emociones, pasión y entrega entre otras pero sobre todo de amor. Nos separamos para respirar y me miró profundamente a los ojos.
–Gracias Bella – jadeó – gracias por aceptarme amor, yo…
–Shh, no digas nada cielo… - sentía que sobraban las palabras.
–No, tengo que decirte todo lo que llevo aquí guardado desde que te vi por primera vez – llevó mi mano a su corazón – tragué en seco al ver en su rostro una expresión angustiada.
–Bella yo… - respiró hondo – creo que me enamoré de ti desde que te vi aquella vez en casa de mis padres. No entendía como alguien tan hermosa estaba ahí; te veías tan tímida, estabas tan callada, yo solo quería estar contigo un momento, pero ese momento fue mi perdición porque supe que ya no podría estar lejos de ti. Hemos pasamos por muchas cosas amor, demasiadas, pero aquí estamos desafiando cualquier otra jugarreta del destino… te amo, te amo y quiero que sepas que este hombre que te habla con el corazón en la mano, está dispuesto a ofrecer su vida por ti, por esforzarse por ser un mejor hombre cada día, un mejor compañero, alguien digno de ti y en el que puedas confiar para formar una familia Bella, porque yo, no hay nada en este mundo que más ansíe que eso, que me aceptes como tu esposo y como padre de tus hijos…
Lágrimas resbalaban tanto por sus mejillas como por las mías. Era lo más bello, tierno y sincero que me pudo haber dicho; mi corazón brincaba emocionado como apurándome a darle mi respuesta así que acuné su rostro entre mis manos y lo besé con todo el amor que albergaba en mi alma.
–¡Edward mi amor! No podría haber nadie mejor que tú para ser mi esposo, mi compañero de vida, el padre de nuestros hijos… te amo Edward, tú eres el hombre más digno al que podría confiarle mi vida y con quien quiero estar el resto de mis días… cásate conmigo Edward…
–Cásate conmigo Bella…
Nos fundimos en otro beso alejándonos de este mundo, extasiados de felicidad, ansiosos por amarnos sin restricciones. Nos separamos y sin dejar de mirarme, bajó con lentitud los delgados tirantes de mi Valentino y lo subió sobre mi cabeza, dejándome sólo con las bragas del mismo color de mi piel; instintivamente me llevé las manos a mis senos.
–¡Edward! – dije alarmada por desnudarme en plena playa y el sólo rió.
–No te preocupes amor, no hay nadie por aquí pero – ató las cortinas a la parte baja del dosel – con esto nadie podrá vernos – se acercó a mí y sin titubear, comencé a desabotonar su camisa – No – tomó mis manos y las colocó sobre mi cabeza mientras observaba mi cuerpo y terminaba por deshacerse de su ropa – Hoy quiero solo darte gusto a ti por la felicidad tan grande que me has dado…
Se inclinó y me besó de una forma que me quitó el aliento; no era rudo, ni desesperado, más bien sin prisas pero entregándose por completo, rindiendo su alma a la mía. Nos envolvimos entre besos, suspiros y jadeos en un mar interminable de amor y pasión. Hicimos el amor varias veces esa noche olvidándonos de todo a nuestro alrededor, quedándonos dormidos con el arrullo de las olas.
–Bella despierta amor – murmuró – abre los ojos – me moví con dificultad y pesadez, estaba muy cansada pero lo obedecí. Con mucho esfuerzo también, abrí los ojos; aún era de noche y las estrellas brillaban sobre nosotros. No entendía porque me despertaba.
–Mira – me señaló el horizonte después de hacer a un lado las cortinas; el horizonte comenzaba a cambiar de color, empezaba a desvanecerse la negrura, estaba amaneciendo – Quiero ver contigo el amanecer Bella.
Me envolví en la sábana y me recosté en su pecho, entre sus piernas – se ve hermoso – él asintió y con suavidad, hizo a un lado mi pelo dejando libres mis hombros. Pasaron varios minutos en los que Edward me mecía entre sus brazos, besaba mi cuello, mis hombros y respiraba profundo. El horizonte ya se pintaba de un naranja muy claro y fue haciéndose de un tono más fuerte y vivo.
–¿Sabes? – rompió el silencio con su cálida voz – muchas veces soñé con esto, despertar para ver el amanecer después de una haber hecho el amor toda la noche – me dijo al oído y me estremecí – lo que nunca me imaginé – tomó mi mano besando el interior de mi muñeca, la palma y cada uno de mis dedos – fue que estaríamos en un lugar tan hermoso y que haríamos el amor en la playa ¡En una cama! – suspiró – Que para ver el amanecer sólo tendríamos que abrir los ojos y para que mi sueño se hiciera por completo realidad, yo sólo tendría que poner esto aquí…
–¡Oh por Dios! ¡Edward! – grité a punto del desmayo al ver que había puesto en mi dedo un precioso anillo con un gran diamante en él – ¡Edward!
–Este es el primer día del resto de nuestras vidas Bella y quiero que lo empecemos juntos – me giró y me besó tomándome en sus brazos. Al separarnos, vimos el primer rayo de sol saliendo por el horizonte brillando tímido; sonreímos y volví a acomodarme en sus brazos mientras amanecía completamente. Un rato después y antes de que empezara la actividad en la playa, nos vestimos y fuimos a nuestra villa a darnos un baño y a desayunar.
Para ahorrar tiempo nos bañamos juntos y aunque nuestras intenciones eran buenas, los resultados no lo fueron tanto ya que nos tardamos mucho más de lo esperado. Una vez que logramos estar listos, en la terraza del saloncito nos esperaba un delicioso desayuno el cual devoramos con un hambre que no sospechábamos que teníamos hasta que tuvimos enfrente toda esa comida.
–¿Lista amor? – me preguntó impaciente mirando su reloj.
–¿Por qué no nos quedamos aquí en lugar de bajar a la playa? ¿No se te antoja? – ronroneé como una gatita.
–Claro que se me antoja, pero no quiero desperdiciar el paisaje amor, vamos – me insistió y sin remedio le seguí. Llegamos al edificio principal, bajamos para ir hacia la playa pero Edward me guió a un jeep y sonrió al ver mi rostro confundido mientras me ayudaba a subir, pero sonrió todavía más, cuando llegamos a una marina donde habían cientos de yates de todos tamaños, para ese entonces mi mandíbula estaba ya desencajada de mi cara.
–¿Cielo. a donde vamos?
–Es una sorpresa – me tomó de la cintura para subir al yate; era grande, tenía unos asientos individuales en la popa y eran giratorios.
–¿De pesca, Edward? – pregunté decepcionada, odiaba la pesca - ¿Vamos de pesca?
–Tranquila señora Cullen, este tipo de pesca es diferente, ya verás – dijo sonriente.
–Aún no soy la señora Cullen – murmuré muy bajito y solo para Edward.
–Lo sé, es para que te vayas acostumbrando – dijo feliz – además se oye bien ¿No? – no pude negarlo ya que tenía razón, se escuchaba muy bien. El capitán arrancó los motores y nos alejamos de la marina. Edward platicaba con él y con otro tripulante mientras yo me ponía el protector solar y me acomodaba en uno de los asientos de pesca; a los pocos minutos ya estaba junto a mí – mmm que lindo bikini – enarcó una ceja.
–¿Verdad? – me giré un poco modelando para él mi bikini rojo – me lo puse especialmente para ti.
–¡Vaya! Que considerada es mi prometida – me jaló hacia él – yo también tengo algo, pero en lugar de ponérmelo, me lo quitaré especialmente para ti – rió y yo abrí la boca y los ojos fingiendo asombro. Casi sin darnos cuenta, pasaron casi 2 horas avanzando en el profundo mar; miré a Edward intrigada al apagarse los motores y no ver señales de preparar alguna caña, línea o algo que indicara que íbamos a pescar.
–No entiendo – dije confundida – llevamos un buen rato pero no veo que nos estemos preparando para pescar nada, Edward – él solo rió.
–Ten paciencia – me sentó en sus piernas – paciencia…
–¡A la derecha! – gritó el ayudante del capitán interrumpiéndolo – ¡A las 3 en punto! – Edward se puso de pie rápidamente dejándome a un lado y varios segundos después de observar hacia donde había indicado el ayudante, me dio unos binoculares.
–¡Sorpresa!
Dudosa, los tomé y miré hacia donde me apuntaban, casi me muero… ¡Ballenas!
–¡Oh por Dios! – grité asustada – ¿Son ballenas?
–Si amor – enrolló sus brazos en mi cintura – es la época en la que vienen a tener a sus bebés a las aguas cálidas, vienen huyendo del frío y sobre todo de depredadores, aquí sus crías están a salvo – me explicó mientras las admiraba fascinada – cuando ya han pasado la etapa en la que son muy indefensas, vuelven a su lugar de origen y listas para defenderse contra cualquier amenaza.
–¡Son hermosas! – balbuceé emocionada ante la belleza y sabiduría e instinto protector de esos mamíferos gigantes. Me giré para darle a Edward los binoculares y no acaparar la hermosa vista pero él ya tenía otros en la mano, miraba a través de ellos el impresionante espectáculo pero siempre mantuvo un brazo en mi cintura – míralas…
–Son… imponentes – logró decir mientras sentíamos el yate moverse muy despacio, tal vez ya regresaríamos - ¿Viste la cola Bella? – casi gritó igual de emocionado que yo.
–Vamos a acercarnos – dijo el capitán y los nervios me invadieron. Me abracé a Edward.
–No pasa nada, ven acércate – me animó y le hice caso; con cuidado me acerqué, me asomé hacia donde me indicaron y vi una mancha gris enorme casi bajo nosotros. Edward se inclinó por la barandilla y no me contuve.
–¡Ten cuidado! – me alarmé al verlo tan decidido a tocarla – ¡Mejor no lo hagas Edward! – volteó hacia mi extendiéndome su mano y la tomé.
–Son amigables Bella, tócala – insistió. Me incliné y cerré los ojos. Sentí bajo mi mano algo muy rugoso, muy áspero y me relajé abriendo de nuevo los ojos, feliz - ¿Ves? No pasó nada amor.
Estuvimos tocándola alrededor de 15 o 20 minutos. El capitán y su ayudante nos tomaron algunas fotos para tener de recuerdo y enseñarle a nuestra familia. El yate había girado y ya íbamos de regreso a tierra, con suerte, llegaríamos a tiempo para la hora del almuerzo. Esa había sido una experiencia grandiosa y se lo debía a Edward.
–Gracias cielo – le dije tierna mientras me tenía recargada en su pecho mientras veíamos el mar – eso fue… increíble.
–No me agradezcas nada amor, yo soy feliz dándote estas pequeñas sorpresas y todavía más al ver que las disfrutas – rozó su nariz detrás de mi oreja.
Llegamos a tierra y nos dirigimos a San José del Cabo, al restaurante “Don Emiliano”, de cocina típica. Nos sentamos en la terraza, nos dieron el menú y tomaron nuestra orden un momento después. El tour para ver a las ballenas nos dio mucha hambre y comimos con muchas ganas desde un Guacamole de entrada, Fideos Secos y como plato principal, Pesca del Día con Hierbas Mexicanas y Limón.
Completamente satisfechos, salimos del restaurante y regresamos al hotel; yo tenía muchas ganas de meterme un rato a la alberca y Edward quería acostarse en una hamaca y así lo hicimos. Apenas llegamos se acomodó en una hamaca junto a la alberca mientras yo me remojaba muy cerca de él. Salí después de un rato y como en automático, Edward dio un salto con una toalla en las manos.
–¿Ya nos vamos?
–¿Y si nos quedamos un rato? Aún hay sol – dije con ganas de tirarme en un camastro y él aceptó.
Ya estaba oscuro cuando sentí su mano en la parte baja de mi espalda. Volteé mi cara y estaba de pie junto a mi con mi bolso.
–Bella, vámonos amor, ya es tarde – decía mientras anudaba la parte trasera de mi traje de baño. Con mucho esfuerzo me desperecé y me puse de pie.
–¿Quieres un helado? Tengo 2 sobrecitos – bromeé y me rodó los ojos.
En la villa, me di un baño y salí envuelta en una suave bata. Me puse mis humectantes en el cuerpo en lo que Edward se bañaba, me sequé el pelo y cuando iba a empezar a vestirme, me cargó en sus brazos y me depositó en la cama.
–¿Puedes hacerte una idea de la tortura que fue para mi el día de hoy? – me preguntó frotándose a mi cuerpo – tenerte tan cerca, con tan poca ropa y no poder hacerte mía, fue lo más duro que he tenido que soportar últimamente.
–Estoy de acuerdo contigo, fue un suplicio no poder arrancarte la ropa – confesé – quiero quedarme aquí…
–Lo que tú digas… - dijo con voz enronquecida mientras sus labios se movían ansiosos sobre los míos y sus manos se perdían bajo mi bata recorriendo mis muslos recién hidratados – que suave eres amor… – arqueé mi cuerpo en una invitación a que besara mi cuello y no tardó en aceptar. Sus húmedos y cálidos labios dejaron un fino rastro de su paso por mi piel y esa sensación, me hizo soltar un jadeo suplicante. Mis manos impacientes, palpaban cada centímetro de su pecho sin dejar ni un solo espacio por recorrer.
Muy despacio fue abriendo la bata que me envolvía y se detuvo – mis niñas preciosas – susurró y las acunó en sus manos antes de que su boca se cerrara en una de ellas.
EDWARD’S POV
Nunca había podido resistirme al encanto de ese par de traviesas niñas, me volvían loco y cuando las tenía solo para mi como en esos momentos, mi mente dejaba de funcionar, solo me podía concentrar en darles placer y de paso, disfrutar de tan gloriosa labor, así que lamí toda la redondez de cada una de ellas, saboreando su dulce sabor, deleitándome con cada gemido que emitía la garganta de Bella cuando mordía sus erectos y duros pezones y cuando succionaba con avidez seguro con esa acción, de llevar a mi mujer a un nivel más cercano al mismísimo éxtasis.
–Edward – oí mi nombre entre gemidos y sentí que sus piernas se abrían para mí – por favor…
Era tan irresistible mi deseo por Bella, que en mi descenso por su cuerpo, al mismo tiempo que lo llenaba de caricias, me suplicaba terminar con esa gloriosa tortura y yo muchas veces cedía como en esa ocasión, y la hacía mía, sin detenerme para prodigarle ni una sola más de mis caricias ya que ambos jadeábamos por el mismo objetivo, que era unir nuestros cuerpos de la manera más perfecta y precisa que conocíamos.
Entré en ella sin miramientos, con urgencia, ansioso, de un fuerte embiste llené su cuerpo con el mío. Soltó un gritito y me detuve. Se arqueó y me indicó que estaba lista para mí. Comencé a moverme rítmicamente, saliendo y entrando de ella cada vez; sus manos en mi espalda me daban la pauta para la velocidad de mis intromisiones que cada vez eran más rápidas al igual que sus jadeos. Su vientre se endurecía gradualmente y cuando la sentí cerrarse a mí alrededor, supe que ya estaba cerca; fui más lento, quería que llegáramos juntos, no faltaba mucho así que mis últimas arremetidas eran las decisivas para alcanzar juntos el clímax.
–Así Bella, ya casi amor – murmuré con dificultad gracias al esfuerzo – si, si…
–Si Edward ¡siii! – gritó al llegar junto conmigo encerrándome por completo en un fuerte apretón. Me dejé caer agotado a su lado, saliéndome de ella en ese momento. Conforme pasaban los minutos y nuestras respiraciones recuperaban su ritmo normal, Bella se quedó dormida plácidamente y yo con ella.
Desperté y vi en mi reloj que aún podía pedir algo para cenar, así que sin dudar hice un vasto pedido. Me recosté de nuevo junto a Bella, jugando con su pelo entre mis dedos y admirando a la que muy pronto, sería mi esposa. Estaba en extremo feliz y muy emocionado por eso. Estaba seguro que Bella me amaba y mucho; sabía que como yo, ella también quería pasar el resto de su vida conmigo, y ya con la certeza de que así sería, mi mundo se pintaba de un color diferente donde no había cabida para ningún tipo de negativismo, ya no.
Unos golpecitos en la puerta me sacaron de mi ensueño. Me puse unos bóxers y salí cerrando tras de mi, la puerta de la habitación cuidando nuestra privacidad. El chico arregló la mesa acomodando los platos y las flores que también pedí, ahora solo faltaba despertar a mi extenuada Bella lo que no me tomó mucho ya que por alguna extraña razón desconocida, estaba tan hambrienta como yo. Cenamos a la luz de las velas en la terraza. Bella se puso otro bikini, uno azul esta vez y una blusa muy pequeña, le llegaba solamente bajo el busto, muy sexy.
–¿Has pensado en qué tipo de boda quieres Bella? – quise saber y la tomé por sorpresa.
–Yo… – dudó – yo no quiero una boda grande – la escuché y suspiré aliviado. Por supuesto que le daría la boda que ella quisiera pero me hacía muy feliz que no pensara en algo monumental – quiero algo muy íntimo – pero tenía que ofrecérselo pese a mi alegría.
–Amor, será como tú quieras, si quieres algo grande, será la más grande que haya habido y si no, tan pequeña e íntima como tú decidas, es tú boda Bella y sólo tuya, no dejes que otros te convenzan de lo contrario ¿De acuerdo? – asintió sonriente y enroscó los brazos alrededor de mi cuello.
–Entonces – tragué en seco – ¡Quiero una boda íntima! – ¡Gracias al cielo por eso!
–Creo que conozco a un par o más que pondrán el grito en el cielo – dije seguro.
–Yo también – besó lentamente mis labios dejándome en pie de guerra otra vez – ¿Edward? – me miró curiosa al sentirme crecer bajo su trasero y yo asentí travieso – espérame en la cama cielo, no tardo – y como buen futuro marido, la obedecí. La habitación estaba en penumbras, así que tomé un par de velitas de la mesa en la terraza y puse una en cada mesita, me quité los bóxers y me recosté en la cama, ansioso porque ya estuviera a mi lado. Escuché abrirse la puerta del baño y me tensé. ¡Diablos! Parecía un adolescente primerizo.
Bella se acercó lentamente a la cama, estaba desnuda sonriendo muy coqueta; se quedó de pie a la orilla de la cama y me miró con sus ojos oscuros. Sin pensárselo dos veces, saltó sobre mí, quedando a horcajadas, subió cual serpiente por mi tórax y al llegar a la altura de mi cara, sus labios se adueñaron de los míos con necesidad pura. Impaciente, tomé sus caderas con mis manos pero ella, negando sutilmente, las quitó y las puso sobre mi cabeza.
–No las bajes cielo – dijo sensual y mi cuerpo respondió al instante, dando un respingo en su trasero – ¿Con que quieres jugar? – me reí nervioso – no las bajes – repitió y muy despacio, comenzó a descender por mi cuerpo. Me agarré firmemente del cabecero para no desobedecerla y soportar ese cruel castigo; Bella llegó hasta su objetivo y me tomó entre sus manos provocándome un salto por la sorpresa. Gemí adelantándome al placer que iba a recibir suspirando ya agitado. Las manos de Bella comenzaron a acariciar entera mi longitud, con mucho cuidado, pasaba sus manos de arriba hacia abajo y viceversa; gemí más fuerte y me retorcí impaciente por sentir más de sus caricias.
–Shh – trató de tranquilizarme soltándome, poniendo sus palmas en mis ingles y prosiguió. Con ambas manos abrió mis piernas, de la misma manera en como yo se lo pedía a veces, con unos ligeros toquecitos en los muslos. Obedecí y se colocó entre ellas, tomándome de nuevo en sus manos y acercando su rostro hasta tenerme muy cerca; mirándome en exceso sensual, con la punta de su lengua recogió el líquido preseminal que ya brillaba en mi punta, restándome cordura. Cerró los ojos y me lamió varias veces, aniquilándome con esa imagen que grabé en mi memoria para siempre. Jadeé con fuerza y me arqueé sin voluntad de nuevo, ella solo sonrió maliciosa y me cubrió con toda su cálida boca; desde mi ángulo, la mitad de mi miembro se perdía en ella y me volvía a sacar; hizo eso varias veces haciéndome gritar su nombre y haciéndome olvidar el mío.
–Bella, Bella por lo que más quieras no me tortures – decía en un grito de agonía – por favor…
–Calma cielo, tenemos toda la noche – me respondió como yo le respondía a ella. Acto seguido, mi erección desapareció completa en su boca, casi provocándome un desmayo. La sensación era tan intensa que no podía ni pensar. Me introducía y me sacaba con destreza, con una habilidad de experta, nublando mi razón. Al sacarme, me succionaba haciéndome jadear y cuando tuvo dominado ese movimiento, tomó con la otra mano mis testículos brindándoles el más placentero de los masajes.
–Mmm mis traviesos – dijo antes de succionarme de nuevo ganándose un jadeo mío – son tan suaves… – los dejó de masajear y se dedicó al mayor de sus traviesos, apurando las intromisiones en su boca al mismo tiempo que la succión. Bella me estaba llevando al éxtasis pero… no, no iba a ir yo solo.
Desobedeciendo su orden, bajé mis manos y la subí hacia mí; una vez sentada casi en mi erección, la tomé de las caderas levantándola y la giré, dejándola aún a horcajadas pero de espaldas a mi; pasé mis brazos debajo de los suyos alcanzando a mis preciosas niñas, tan suaves y reaccionando a mi contacto, irguiendo orgullosas sus puntas. Las capturé en mis manos, las masajeé y las presioné excitado; me pegué más a Bella, mi pecho contra su espalda, friccionando nuestras pieles y besando sus hombros con ese nuevo toque dorado de color, hermosa, dispuesta y mía. Mi lengua quiso probar del cremoso sabor de su piel y dejé rastros húmedos a su paso, al mismo tiempo que mis manos, la hacían gemir de placer al jugar con sus erectos pezones prisioneros de mis dedos. Los frotaba, los jalaba y los giraba llevándome a la más exquisita premura.
Bella daba grititos que me hacían sentir orgulloso de poder satisfacer a mi mujer, de hacerla gozar con mi contacto. Una de mis manos, lentamente bajó por su vientre acariciándolo al tratar de llegar más abajo. Mis dedos sintieron la suavidad del área y bajaron aún más, adentrándose en sus pliegues.
–¿Te gusta amor? – intenté preguntar.
–S-si – solo respondió.
Mis dedos expertos conocían cada milímetro de ella y no se conformaron con sólo hundirse en sus pliegues, sino aún más profundamente, tanto como pudieran; inserté primero sólo un dedo y al sentirlo bañado de su excitación, inserté un segundo dedo moviéndolo y tratando de tocar todas sus paredes. Bella echó hacia atrás la cabeza, descansándola en mi hombro dejando libre parte de su cuello el cual ataqué como un depredador hambriento. La mimé por todos lados, me ocupé de hacerla disfrutar de cada toque que le daba, mis preciosas, su cuello y hombros, su espalda y mis dedos perdidos en ella pero no podía permitirle llegar, no sin mí.
Despacio, fui bajando la intensidad de mis caricias aunque Bella se retorcía incitante sobre mi miembro que reclamaba su atención. La jalé aún más por las caderas quedando su trasero muy arriba en mi cuerpo. Con suavidad la empujé por la espalda indicándole mi objetivo.
–¿Edward? – preguntó intrigada.
–Si Bella, inclínate y continúa – dije con la lujuria invadiendo cada célula de mi cuerpo – te necesito, termíname amor.
Con confianza Bella se inclinó y tomó mi miembro en sus manos, lista para continuar dándome placer cuando sentí de nuevo su boca en mi erección, un latigazo como si de una corriente eléctrica se tratara, recorrió mi columna; con decisión acomodé su cuerpo de forma que quedara a la altura ideal para que yo también pudiera continuar brindándole las caricias que nos llevarían a explotar. Pasé mis manos por sus perfectas nalgas, acunándolas en mis manos y besando la bronceada piel, pasando mis labios y mi lengua por ellas en un aviso de mis futuras caricias. Con delicadeza, las abrí un poco para llegar a su clítoris, tan lejos de mí en esa posición; Me estremecí antes de tocarlo, Bella me introducía y me sacaba de su boca con mucha rapidez, desconcentrándome. Traté de no temblar e hice llegar mis dedos hasta el centro mismo que regía todas sus terminales nerviosas; La oí gemir y supe que había llegado. Moví mis dedos consintiendo su rosado botón y su cuerpo tembló. Estaba muy mojada, me excitó mucho su humedad y con un dedo, la recogí llevándola hacia atrás. De inmediato reaccionó.
–Edward… – gimió algo nerviosa abandonando mi pene que latía por ella.
–Ya lo hemos hecho amor ¿Recuerdas? – asintió – ¿No quieres? – mi voz sonaba muy excitada. Bella asintió de nuevo – Bien, sólo relájate cariño, no te haré daño…
Seguí estimulando su clítoris, rodeándolo, paseando mis dedos por sus pliegues y presionándolo. Bella gemía y se arqueaba disfrutando mis caricias, al igual que yo las suyas cada vez que lamía o succionaba completa o por partes mi erección. Volví a recolectar toda la humedad que pude con mis dedos y recorrí de nuevo el camino hacia atrás. Con toda la suavidad de la que fui capaz, mientras gozaba de un excelente trabajo oral y manual por parte de Bella y controlaba los constantes estremecimientos de mi cuerpo, mis dedos húmedos llegaron hasta ese punto; muy despacio introduje solo la punta de mi dedo, Bella jadeó y como respuesta, sentí sus dientes en toda la longitud de mi palpitante miembro.
–¡Diablos Bella! Se siente… – no me dejó terminar ya que repitió la maniobra. Moví con sutileza mi dedo, en muy imperceptibles círculos y se detuvo; lloriqueó un momento e introduje un segundo dedo, siempre húmedo de ella misma; imité sus caricias, metí y saqué mis dedos con lentitud y extremo cuidado al mismo tiempo que el dedo de mi otra mano, seguía manipulando su clítoris. Bella gritó y con precaución, saqué mis dedos pero su clítoris seguía recibiendo mis atenciones, tal y como le gustaba. Con decisión, su lengua pasó repetidas veces por mi punta llevándome ya al borde de la tortura, listo para dejarme ir. Mi vientre se tensó y ella entendió el mensaje al sentir que todo mi cuerpo temblaba incontrolable pero ella no detuvo su ritmo, su lengua me castigó una y otra vez, acercándome al éxtasis total.
Con un esfuerzo sobrehumano, me concentré como pude e inserté de nuevo mis dedos en ella acelerando mis movimientos; un par de ellos entraban y salían de su cuerpo y cuando estaban dentro de ella, se movían disparando sensaciones interminables de un placer diferente al que sentía en su sólo y rosado botón. De pronto, su cuerpo se tensó y supe que ambos estábamos listos para soltarnos al placer, a la gloria del orgasmo compartido.
–¡Ah! Edward – su quejido resonó por toda la habitación al igual que el mío en éxtasis total.
–¡Beella! – exploté y la sentí tomarme todo, succionarme y no dejar libre nada de mí. Ya no supe más del mundo. Mi mente se desconectó por no sé cuanto tiempo, pero para cuando reaccioné, Isabella estaba dormida a mi lado; respiraba tranquila y su cabeza estaba junto a mis pies. Mi perversa niña Bella, estaba agotada.
Me senté a la orilla de la cama. Las piernas me temblaban por la intensa demostración de cariño que Bella tuvo con el mayor de sus traviesos. Me puse de pie y fui al baño; me aseé y regresé junto a mi Bella. La cubrí con la sábana y me acosté junto a ella en la misma dirección, nuestros pies apuntaban al cabecero. La abracé por la cintura y la pegué tanto como pude a mi. No despertamos hasta ya muy tarde al siguiente día.
***
–Edward – susurró a mi oído – cielo despierta, ya es tarde y es nuestro último día – me moví pesadamente.
–Mmm – logré emitir – uhmm.
–He pedido el desayuno, ¿No estás hambriento? – rió – Deberías. Voy a darme un baño ¿Podrías estar pendiente del desayuno? – no me moví – Vaya, vaya, parece que sólo reaccionas a esto… – sentí su lengua sobre mi consentido miembro y gemí reaccionando a su caricia, despertando por completo – ¿Qué pasa? – preguntó con inocencia.
–¿A dónde crees que vas eh? – la jalé sobre mí y rodamos en la cama, ya sabíamos que ocurriría después.
Después de darnos un merecido baño, me sequé, me enrollé una toalla a las caderas y tomamos el desayuno en la terraza con una estupenda vista al Mar de Cortés.
–¿Tienes planeado algo para hoy? – me miró traviesa, algo quería…
–Si – dije alegre – estar con mi prometida bajo el sol, ¿No quieres? – la senté en mi regazo y comencé a meter la mano bajo su bata, tocando la suave piel de su plano y firme vientre mientras la besaba.
–Claro que quiero – aceptó feliz y una vez que terminamos de desayunar y se llevaron el servicio, Bella dispuso los dos camastros de la terraza, los cubrió con toallas, puso en la mesita de junto varios tubos de bronceadores, filtros y no supe cuanto más y se quitó la bata que tenía recostándose completamente desnuda a tomar el sol –¿Vienes? – estiró la mano hacia mí.
Nuestro último día en Los Cabos, lo pasamos en nuestra villa asoleándonos desnudos, entre arrumacos, cócteles y caricias, chapuzones en la alberca, jugando como dos niños libres y de más está decirlo, muy, muy felices.
–No quiero irme – hizo un puchero mientras terminábamos de cerrar las maletas.
–Yo tampoco amor, pero tenemos que hacerlo, anda vamos – le dí una nalgada – todavía tengo un pendiente antes de irnos – tomó su bolso, le dio una última mirada a la villa y salimos de ahí. Me dirigí a la recepción mientras Bella se distraía por ahí; aunque ya estaba todo pagado yo todavía tenía otra cuenta pendiente y muy diferente. Apenas me vieron, el par de niños que fueron mis cómplices salieron a mi encuentro junto con su hermana mayor.
–¿Me vash a dar másh shobes? – el más pequeño tiró de mi pantalón.
–Discúlpalo Edward, es muy pequeño aún – dijo su hermana - ¿Te dijo que si? – me preguntó curiosa.
Les sonreí y asentí – pero aún no puede saberlo nadie ¿De acuerdo? Confío en ustedes – aceptaron seguir siendo mis cómplices pero la chica no me permitió darles los 20 dólares que les había prometido a cada uno por su ayuda, así que les dejé asegurada una buena cantidad de helado a los tres para cuando se les antojara, supuse que eso tenía más valor para ellos al verles las caritas explotando de alegría.
–¿Edward? – me llamó Bella; al girarme hacia ella sólo la vi sonreír mientras negaba con la cabeza - ¿Valerte de tres pequeños crees que está bien?
–Si se obtienen resultados como los míos, está mejor que bien amor – besé su coronilla – vámonos.
***
Nuestro vuelo, justo como el de llegada, fue durante la noche. Abordamos el avión que salió a tiempo, acomodándonos en los amplios asientos, dispuestos a descansar lo más que pudiéramos ya que yo al llegar a Nueva York, me iba directo a la presa y Bella se iba a casa con Tom que la estaría esperando en el aeropuerto.
–¿Cuándo les diremos a todos? – me miró contrariada – porque no creo ser capaz de callarme tanta felicidad.
––¿Te podrás esperar para navidad amor? Así podríamos traer a tus padres y les damos la noticia a todos juntos – esa era una muy buena idea, sólo tenía que disimular mi cara de completa felicidad – además tengo que pedir formalmente tu mano, no creo que Charlie acepte que nos casemos sin ese requisito – sonrió y la atraje a mi pecho, preparándonos para dormir durante el vuelo.
Al llegar a Nueva York, como ya era costumbre, nuestros amigos los paparazzis esperaban captar cualquier cosa que pudiera darles una nota, se tratara de quien se tratara. Logramos escabullirnos bastante bien, pero no sin esquivar varios disparos de sus cámaras.
Llegué a la presa y tuve que hacer un esfuerzo para poder concentrarme en lo que Erick me decía. Teníamos algunos problemas con la colocación de la tubería de la casa de máquinas y la labor de impermeabilización iba a requerir de varias capas más ya que no queríamos tomar ningún riesgo.
–¿Alguna otra buena noticia? – pregunté sarcástico.
–Nadia llamó para darme unas claves de los documentos del presupuesto que se volverá a revisar mañana, todo está bien pero… – hizo una pausa.
–Habla de una vez Erick – dije molesto al verlo rascarse la cabeza.
–Dice que regresará hasta enero – aguardó mi respuesta que nunca llegó porque mi coraje no la dejó salir. ¿Qué demonios se creía Nadia dejando el trabajo botado de esa forma? Yo sabía que ella más que nadie se merecía el mes que se había tomado de vacaciones, pero ¿Un mes más? Debía estar loca, ni yo me había tomado 2 meses en Italia con Isabella. Subí a mi oficina y cerré con fuerza la puerta tras de mí; tomé mi Blackberry y le marqué sin obtener respuesta a ninguna de mis 16 llamadas perdidas. ¿Qué puta madre pasaba con ella?
Le dejé varios correos de voz y como 5 e-mails. Mi ejemplo de responsabilidad se había caído del alto pedestal donde la había colocado… ¿Y si estaba enferma? ¡Demonios! ¡Tan egoísta como siempre! Sólo pensaba en mí. Me calmé, busqué el número de sus padres y les llamé. Nadia estuvo con ellos hasta hacía 2 días y para ese momento estaba en Sydney…
¡En Sydney! ¡Y tan sana como nadie!
Respiré varios minutos profundamente, me llevé los dedos al puente de la nariz en un intento por permanecer en calma. Por mi bien y por el de la propia Nadia, olvidaría ese asunto, ya hablaríamos cuando se dignara a regresar.
Esa noche llegué a casa, más sucio que nunca, cansado y con unas ganas enfermas de ver a Bella que me esperaba con la mesa impecablemente puesta, velas, vino y una cena espectacular. A duras penas pudimos terminarnos la cena; ni siquiera alcanzamos a llegar a nuestra habitación, el sillón del salón nos recibió feliz.
¡Dios! ¡Como amaba a mi Bella!
BELLA’S POV
–¡Tierra llamando a Bella! ¡Tierra llamando a Bella! – Debía tener cuidado, Jimmy no me iba a dar tregua.
–¡Choo! – me quejé – ¡me asustas!
–Diablos Bella, estás en la luna ¿Qué hicieron en Los Cabos que quedaste así? – me miró inquisidor - ¿Probaron cosas nuevas? – levantaba las cejas repetidamente.
–¡Jimmy! – me defendí pero fue inútil, mi lindo y dorado bronceado cambió a un color remolacha intenso.
–¡Ja! ¡Lo sabía! Conozco a mi chica – aplaudía feliz por haber creído adivinar el motivo de mi desconexión con este mundo – ¡No quiero ni imaginarme que cosas tan perversas hicieron! – estaba encantado – ¡Que envidia!
–¿Y tú precisamente me dices eso? – lo encaré – ¿Cuándo nadie les vio la cara a ustedes dos durante todo el fin de semana? – abrió los ojos como platos y se llevó la mano a la boca, escandalizado.
–Ah, yo no niego ni acepto nada, soy feliz – me abrazó – gracias a ti Bella y solo por eso, no seguiré haciéndote preguntitas, pero no puedes evitar que saque mis propia conclusiones ¿Verdad? Y concluyo… que si voy a regresar como tú, ahora mismo reservo un mes entero ahí – se carcajeaba a mi costa. Chistoso – en serio Bella, me alegra verte así, tienes un brillo que deslumbra, ya te tocaba chica… – nos abrazamos.
–Si Choo, ya nos tocaba – hice énfasis en las últimas dos palabras mientras nos dirigíamos a la oficina de Ángela a revisar la agenda.
Estaba segura que seguía en estado de shock y que tardaría mucho tiempo en salir de él. ¿Y como no iba a estar así? El fin de semana había sido el más perfecto de los que recordara. El lugar paradisiaco, Edward completito para mí y pidiéndome ser suya por siempre, mi compañero y el hombre para formar una familia. Ya no podía pedir nada más, nada más que no fuera que mi sueño se empezara a cristalizar.
Para suerte mía, iba a estar muy ocupada hasta navidad según la agenda de Ángela; eso me facilitaría ocultar toda la felicidad que me brotaba hasta por los poros. Edward también estaba muy ocupado en la presa; a veces lo veía algo agobiado y todo porque Nadia, había prolongado sus vacaciones ¡Que tipa!
Por ese motivo, mi prometido estaba tan inmerso en su trabajo que se pasaba todo el día desde muy temprano en la presa, haciendo su trabajo y el de Nadia. Eso nos dejaba muy poco tiempo para nosotros y siempre veía en la cara de Edward una callada disculpa por no poder estar conmigo como él hubiera querido. Yo lo único que quería era que sintiera que lo apoyaba y que comprendía la doble carga de trabajo que tenía encima, por eso, cuando llegaba por las noches tan cansado y sucio, yo ya lo esperaba con una rica cena, que aunque Anna la preparaba yo la calentaba con mucho amor y que disfrutábamos después de que lo ayudara a darse un buen baño caliente; nos acostábamos, me abrazaba a su cuerpo y estábamos listos para dormir.
También durante ese mes que a veces me parecía que se pasaba volando, Jimmy y Diego nos invitaron a todos a cenar a su casa; acudimos sin dudarlo, la pasta de Diego era deliciosa y ninguno de nosotros tenía intenciones de perdérsela. Se veían y estaban tan felices que a veces parecía que vivían en su propio mundo.
–¿No extrañas Italia, Diego? – Rose le preguntó mientras enrollaba una buena dosis de espaguetis en su tenedor.
–Aún no he tenido tiempo para extrañar nada – suspiró fingiendo estar agotado – el trabajo en el hospital es muy pesado y me he quedado haciendo turnos dobles para acoplarme mejor a todo.
–Tendré que hablar con Carlisle para pedirle que le prohíba quedarse – dijo Choo y nos hizo reír por su tono quejumbroso.
–Tú también has estado muy ocupado – me dirigí a él - ¿De qué te quejas?
–¡Ash! Mi jefa tenía que hablar, voy a pedir mis vacaciones cuando terminemos con las semanas de la moda en América Latina – amenazó.
–¿Semanas? – preguntaron a coro Edward, Emmett, Jasper y Diego.
***
Ya faltaba solamente una semana para navidad. Mis padres vendrían a Nueva York y yo no podía estar más feliz. Estaba ansiosa por decirle a todos que Edward y yo íbamos a casarnos, por usar mi precioso anillo, por empezar con los preparativos. Ya quería gritar mi alegría a los 4 vientos.
Ese día, Jimmy había hecho algunos arreglos y pudimos irnos de compras sin preocupaciones. Debía aprovechar muy bien mi tiempo porque además de los regalos, tenía que comprar todos los adornos para poner en casa junto con el árbol y todos sus implementos. Era la primera vez que adornaría mi apartamento ya que siempre me iba a visitar a mis padres pero a partir de ese año, todo sería diferente.
–¡Estas pijamas me gustan para Diego! ¿Qué tal? – me enseñó Jimmy unas muy lindas y sexys.
–¿Habrá en azul? – me apuré a buscar – Edward ama el azul.
–¿Y tu sentido de la moda Darling? Este azul no le queda bien a nadie Bella – me regañó – este está mejor – y sacó una color púrpura muy linda – y el modelo más justo, mira…
–Choo, es para dormir – rodé los ojos al ver la poca tela.
–No seas tonta ¿Quién piensa en dormir con Edward a su lado? – me dijo como si fuera algo por demás obvio.
–Ah, con que pensando en mi Edward – enarqué una ceja – creo que a Diego le gustará saberlo.
–Shh, claro que no, sólo hice una observación, además ustedes no duermen – me miró con el ceño fruncido – mira como estás, más delgada que de costumbre y más cansada Sweety – enfatizó la palabra más con sarcasmo.
–Claro que no pero no voy a discutir contigo, vamos a pagar esto que aún nos faltan muchos regalos – di por terminada la plática. El día se nos fue como agua pero compramos todo lo que necesitábamos menos el árbol. Compré obsequios para todos; me iba a tardar años en envolverlos y aunque era malísima para las manualidades, me gustaba hacerlo si tenía el tiempo.
Dos días antes de que llegaran mis padres, tuvimos un photoshoot para Vera Wang, era de vestidos de novia. Alice también salía; estaba nerviosa, todos los vestidos eran preciosos y mi mente por supuesto, volaba y me veía con uno de esos hermosos diseños y con toda nuestra familia celebrando nuestra unión.
–¡Bella! – me tuvo que gritar Jimmy - ¡Dios! Que distraída estás últimamente… necesitas un retoque – me avisó.
–Perdón Choo, pensaba en “cosas” – dije por no quedarme callada.
–Tal vez pensabas en un imposible y por eso soñabas despierta – soltó su veneno Tanya – no todo se puede en esta vida “dulzura”, acostúmbrate – al decir esa palabra y en ese tono algo me sacudió pero pude reaccionar.
–No te creas todos los viejos dichos “dulzura” – me defendí – yo tengo exactamente lo que quiero y siempre me salgo con la mía, acostúmbrate…
–Wow, la mansa Bella saca las uñas – dijo irónica.
–Mansa nunca – me reí – tenlo por seguro – me di la vuelta y fui a maquillaje, Jimmy me seguía.
–¡Suficiente! Esa idiota no tiene porqué hablarte así, no pienso soportarle ni una más – estaba hecho una furia – no sé como la aguanta Alice ¡no lo sé!
Jimmy tardó un poco en digerir el mal rato, pero a decir verdad, yo lo había disfrutado. Estaba desarrollando una habilidad bastante fiera para defender lo mío y a mi misma, me gustaba, me hacía sentir fuerte.
***
¡Por fin teníamos árbol de navidad!
Edward y yo habíamos ido a comprarlo y después de unas horas de buscar, lo encontramos en un rincón esperando por nosotros. Era alto, llegaba al techo y tuve problemas para colocar en la punta la estrella, también era gordo y te daban ganas de abrazarlo. Una vez que terminamos de adornarlo entre besos, caricias, y otras cosas, encendimos los foquitos. Nuestro árbol se veía precioso y cuando coloqué la infinidad de regalos debajo de él, apenas se podía caminar en el salón. También colgué dos botas, una con mi nombre y otra con el de Edward y él se burló alegando que ahí no entrarían ni siquiera unos dulces.
El día llegó y fuimos por mis padres al aeropuerto; tuvimos que ir en el auto de Edward y Tom en mi USV porque venía la familia completa, mi madre con Phil y mi padre con Sue y sus dos sobrinas. Eso iba a ser una locura pero no me importaba, estaba feliz. Los vi salir y estaba segura de que nunca había me había dado tanto gusto ver a mis padres; los abracé tan fuerte que casi me hago daño. Los instalamos en un hotel cercano y los dejamos para que se prepararan para la cena en casa de los padres de Edward.
Ya en casa, muy nerviosa, me di una ducha rápida y empecé a arreglarme; el pelo, mi maquillaje, me puse la ropa interior y unas manos conocidas me abrazaron por detrás recorriendo mi torso desnudo y bajaban lentas a mi vientre sobre mis bragas. Temblé.
–¿Por qué está tan nerviosa la futura señora? – sus besos se repartían por mi cuello y nuca – ¿Puedo hacer algo por usted? – sus manos llegaron a mi entrepierna.
–¿Cómo que porqué? ¿No es obvio? – balbuceé – y no, no puedes hacer nada por mi ahora, sólo apúrate por favor.
–Sus deseos son órdenes… – una de sus manos hizo a un lado la tela de mis bragas y sus dedos comenzaron a hacer magia en mí. Separaron mis labios y rodearon mi clítoris, evadiéndolo y provocándome una excitación que me hizo doblarme sobre la isla en medio de mi vestidor.
–¡Edward por Dios! – exclamé ya agitada.
–Por Dios ¿Qué? ¿Sigo o me detengo? – su voz sensual no me ayudaba – Usted dígame…
–Det… ten… te – intenté sonar firme cuando tocó mi clítoris presionándolo y luego insertando un dedo en mí - ¡No!... no pa… res.
Sacó su dedo de mí y me giró con rapidez, me dio un beso desesperado y me bajó las bragas, me sentó de un salto en la encimera y abrí las piernas invitándolo a terminar lo que había comenzado. Me abrazó para desabrochar mi brassiere y dejar libres mis senos.
–Mis niñas – dijo entre dientes y se lanzó sobre ellas para luego bajarse los bóxers y comprobar mi humedad, que para ese momento ya era mucha – no resisto Bella – y con un empellón me penetró con fuerza llenándome y empezando a entrar y salir de mí.
Era un acto reflejo. La mutua necesidad de satisfacer nuestros más básicos instintos, un instinto de complementación, nos necesitábamos, nos amábamos. De muchas formas, tiernos, salvajes, pacientes, ansiosos pero no teníamos ninguna duda, estábamos destinados a estar juntos.
***
–Bella me gusta tu vestido y te queda perfecto – me elogió Alice.
–¡Alice! un Zac Posen – reconocí – tengo que decirte lo mismo, te queda perfecto.
Entre todas nos elogiamos los vestidos y las sobrinas de Sue nos miraban asombradas, estaban encantadas con todo, la ciudad, las chicas, los chicos y era comprensible, nunca habían ido más allá de Seattle, seguramente así nos veíamos Rose y yo al llegar a Nueva York.
La casa de Esme era un enorme alboroto de gente; todos hablaban, se saludaban, Jimmy y Diego preparaban cócteles, no podían ocultar su felicidad y en un momento más ni Edward ni yo tendríamos que seguir ocultando la nuestra, la compartiríamos con toda nuestra enorme familia.
–Relájate amor o tendré que tratar de otro modo – rió y su brazo rodeó mi cintura.
–Estoy tranquila – murmuré – pero no te alejes mucho de mi ¿Si?
–¿Entonce que dices? ¿Vamos a mi antigua habitación? – dijo provocador erizándome la piel.
–¡Pasemos a cenar! – gritó Esme - ¡A cenar!
–Voy a ayudar a tu madre – me excusé y huí a la cocina, Edward lo decía muy en serio y yo no podría, no ahí ¡Y con mis padres!
Esme como siempre, dispuso una mesa enorme y muy elegante; todos estábamos codamente sentados y mis nervios se habían esfumado como por arte de magia. Edward me sirvió vino y llenó mi plato y el suyo de todo lo que había en la mesa. Comí como si no hubiera probado bocado en días, todo estaba delicioso, simplemente tenía mucha hambre… y empezaron los brindis.
–Agradezco a todos por estar aquí, me siento bendecida al tener una familia que crece cada día – Esme habló primero - ¡Salud!
Edward apretó mi mano por debajo de la mesa y me clavé en la palma el enorme diamante, lo estaba ocultando dándole vuelta al anillo, ya era el momento. Cada uno de mis padres agradeció por estar todos reunidos y por el cariño y afecto que me tenían los Cullen. Rose y Emmett brindaron junto con Alice y Jasper por algo que no recuerdo y luego Carlisle alzó su copa y brindó por sus 8 hijos y por el amor…
Edward en ese momento se puso de pie junto conmigo, nos vimos directo a los ojos y luego los miramos a todos.
–Así es papá – dijo Edward apretando mis manos y sin desviar la vista de mis ojos – por el amor que todos ustedes saben que nos tenemos y que va más allá de cualquier cosa, queremos compartir con ustedes nuestra felicidad – miré un momento a mi madre que tenía los ojos anegados de lágrimas y mi padre, la boca abierta. Edward giró el anillo en mi dedo y besó mi mano.
–¡Bella y yo vamos a casarnos! *
*
*
*
Gracias PattinsonWorld
10 comentarios:
Hola chicas! Quiero darles las gracias por sus comentarios, todos me han dejado con la boca abierta por la sorpresa de que les gusto el capi. Espero que este tambien les guste.
Cris, Joli, Tatypr, nydia, draCullen, Yolanda, Sweetpatt, Daniella y como siempre a Nani por su invaluable aporte, te quiero Bichiii!
Nos vemos pronto.
Hola
Soy nueva y la verdad no comento mucho pero te tengo que decir que me fascina la historia desde que leí el summary
y solo me tarde 2 días en leer hasta el ultimo capitulo que tenias publicado
Espero que sigas
Y saber que paso con Nadia Y con las reacciones de la familia de Edward y Bella
Chao
SOY LA PRIMERA Q PRIVILEGIO EL LEER EL CAPI A LAS 3.00 D LA MAÑANA HORA ESPAÑOLA A TENIDO SU RECOMPENSA,JAJAJA...¡¡¡HMMMMMM!!!NO SE NI POR DONDE EMPEZAR EL CAPI A SIDO MARAVILLOSO,ROMANTICO,LAS LAGRIMAS Q SE M CAIAN CON LA DECLARACIÓN DE EDWARD TAN LLENA D AMOR,DECLARANDO SUS SENTIMIENTOS MAS PROFUNDOS Y EL MOMENTO DE LA CAMA EN LA PLAYA Q LA DESPIERTA PARA VER JUNTOS EL AMANECER Y ELLA YA TIENE PUESTA LA ALIANZA..GUAUUUUUUUUUU ........ Q BARBARIDAD Q ROMANTICO,TIERNO,DULCE....Y LOS MOMENTOS INTIMOS FANTASTICOS Q DESCRIPCIÓN TAN BONITA,LAS PALABRAS Q SE DICEN,SUS SENTIMIENTOS EN ESE MOMENTO "M PONGO A TUS PIES"¡¡BRAVOOOO!!Y AHORA HABER Q PASA CON NADIA Q NO REGRESA AUNQUE M IMAGINO EL POR QUE NO ES MUY MADURO NO DAR EXOLICACIONES Y DEJARLE COLGADO CON EL TRABAJO A EDWARD Y NI RESPONDERLE LAS LLAMADAS..LO MISMO CREE Q ASI EDWARD LA ECHARÁ D MENOS EN TODOS LOS SENTIDOS¡¡AYYY!!NO M GUSTA NADIA,JAJAJA...BUENO YA VERESMOS SOLO TU PUEDES SUPERARTE A TI MISMA EN CADA CAPI "ERES INCREIBLE"..UN BSOT ENOOORM CARIÑET PARA TI Y PARA TODAS LAS AMIGAS D ESTE MARAVILLOSO BLOG
hermoso!!!! no hay mas palabras para desciribir este capitulo... espero sigas teniendo lo que tu llamas ataques de cursilería ya que son lo maximo!!!! amo a todos en esta serie!!! te amo a ti me cae!! escribes increible!!! tienes una manera de sumergirnos en la trama de modo que no podemos dejar de leer hasta que nos cae la pesada piedra del final!!! dios!! en verdad ansio los siguientes y que sigas por mucho tiempo claro sin afectar tu vida. Muchas gracias por regalarnos esta historia llena de amor y pasion, de bromas e increibles sucesos que sabemos pueden ocurrir pero AH!! como es dificil logralos!!! tienes un toque fantastico que espero algun dia lograr!! GRACIAS!!!! eres mi inspiracion!!
XD NO FUI LA PRIMERAQ ESQUE NO PUDE CONECTARME
OLLE SE ME PARARON LOS PELOS XD SOLO DE PENSAR EN LA PROPUESTA NO SABES COMO ME PUSE CUANDO VI ECLIPSE Y LE PIDIO MATRIMONIO Y TU LO HICISATE SUPER DE MARAVILLA XD ME ENCANTO
OLLE QUE PASA CON NADIA ESO ME INTRIGA QUIERO SABER QUE ONDAS?
waa lo ame.. estoy sin palabras simplemente es perfecto.... ahora ya no solo comento en ff sino q aqui tambien pero es q waooo amo esta historia hasta ahora la mejor q eh leido y eso q es bastante ....
ahhh ke emoción , me super encantó!!! me gusta verlos compenetrados y felices, ke bien ke esten disfrutando eso esbueno. Te kedo super bien de verdad. Me encató la idea de la cama en la playa y lo de el amanecer ahhhh más ke genial, en hora buena, saludos :D
OMG Li, hoy voy a ser mas prosaica y me voy directamente al plano SEX ON FIRE, por todos los santos vaya escenas que nos has preparado, erotismo elevado a la maxima potencia, desde luego digno colofon para unos momentos sentimentales plenos y colmados de romanticismo. Me descubro nuevamente ante ti. Besossssss.
Nenaaa uff, sin palabras me acabas de dejar, es increible este capitulo, esa cama en la playa, esos momentazos que nos haces vivir, tan intensos, son puro fuego..es maravilloso cari, gracias por tremendo trabajo, pedazo de hombre masre mia!!! ¿¿¿los habrá así en la vida real ??? ;-))
Un besazo enorme y gracicas a ti siempre!
wowwww, que capítulo más hermoso!!!!!!
Lo siento por Nadia, tiene que estar sufriendo, por eso no quiere volver y ver la felicidad de Edward y Bella, espero que no se entrometa entre ambos, no???.
Que linda la cena, rodeada de todos los que quieren, cuando se enteren los demás de la noticia, se van a caer para atrás.
Me da que Bella está embarazada... demasiadas referencias a su vientre plano y todas esas cosas....
sería el remate, no creéis?????
besos
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