sábado, 18 de diciembre de 2010

CAPITULO 44

CAPITULO 44


EDWARD’S POV


--¿A dónde crees que vas? – pregunté al verla dirigirse al salón – ¡Isabella! – le grité enojado por ignorarme.

--¡A dormir al sofá! – me gritó de vuelta.

--¡Vuelve aquí, Isabella! – siguió ignorándome olímpicamente y eso me prendió más - ¿Estás loca o sorda? – ¿Por qué seguía escupiendo estupideces? Bella me miró de reojo y después de acomodar la almohada se acostó cubriéndose con la manta, dándome la espalda.

Respiré hondamente intentando calmarme; me di la vuelta y entré al baño para mojarme la cara y ver si me tranquilizaba, pero estaba muy lejos de poder hacerlo.

¡Maldita sea!

Golpeé con el puño la meseta del lavabo mirando mi rostro en el espejo contraído por el coraje. Salí del baño y vi que Bella no había cambiado de opinión; seguía en el sillón y de espaldas a mí. No podía culparla por negarse a dormir conmigo, me había comportado como un canalla, lo sabía y además la había llamado loca y sorda en un arrebato y le debía una disculpa antes de intentar cualquier otra cosa. Me acerqué despacio y me senté en la mesa de café frente al sillón.

--Bella – aspiré – discúlpame por favor – dije despacio y calmado. Esperé para volver a disculparme porque la conocía y no le bastaría con que se lo pidiera solo una vez.

--Lo siento amor, no debí gritarte eso – me incliné acercándome a su cuello y lo rocé con mi nariz. Aunque tuviera las mejores intenciones de arreglar nuestros problemas, el simple hecho de que me ignorara me hacía querer mandar todo al demonio, me sobrepasaba.

--Volvamos a la cama, por favor Isabella – dije más firme y para mi sorpresa, se giró muy despacio y me miró. Lo había conseguido. Sonreí internamente y la escuché hablar con voz muy suave y calmada.


--No sé porque crees que cada vez que suceda algo “así” te disculparé encantada después de que me lo pidas dulcemente – negó con la cabeza – estás equivocado Edward.

¿¡Qué!? ¿Cómo sabía eso?

Parpadeé varias veces al mismo tiempo que separaba mis labios, me había tomado por sorpresa – Bella lo recuerdas – dije atónito – ¡Amor recordaste!

--Si, pero eso no quiere decir que ya te disculpé – de nuevo se acomodó en el sofá – ¡Buenas noches!

--¡Oh no Bella! – la levanté en brazos y me dirigí a la cama entre intentos de patadas y movimientos violentos.

--¡Suéltame! – gritaba una y otra vez - ¡Bájame Edward!

--No Isabella, dices que recordaste, entonces debes saber qué sigue después de una de nuestras peleas, así que coopera para seguir con nuestro adorado libreto cariño – le dejé sobre la cama y la atrapé con un brazo rodeándola y cubriendo sus piernas con la mía, pegándome muy bien a su cuerpo. Por su bien, ya no se resistió y se mantuvo muy quieta.

--¿Qué sigue? ¡Ah si! – dije sarcástico – No me gusta dormir alejado de ti y mientras pueda evitarlo lo haré por el resto de mi vida – me reí – como ves, he modificado esta última parte, tú sabes, tuve que hacerlo por tu trabajo amor, no sé cuando estarás en casa o fuera de la ciudad – la apreté con fuerza y escuché un ligero gemido, tal vez había usado más fuerza de la necesaria – ahora si, ¡Buenas noches amor!

La sentí temblar entre mis brazos y me sentí un perro miserable, lo era, pero no aflojé mi abrazo, ¿Desde cuando yo podía comportarme así con la razón de mi vida? La respuesta era muy sencilla: desde que la veía platicar y sonreírle fascinada a uno de los hombres que más aborrecía en mi vida. Y no contaba con mi odio gratuitamente, por supuesto que no… Rashîd era amigo de Irina y además de eso, Isabella le gustaba. No necesitaba hacer más méritos.

No hubiera querido que ese día tan esperado por mi Bella terminara así. Se había esforzado tanto que aún debíamos estar festejando felices su éxito. Esa mañana se había levantado temprano para irse; cuidaba mi sueño tratando de no hacer ruido y despertarme pero yo estaba pendiente para despedirme y desearle buena suerte para esa tarde. Durante el día, siguió checando las distancias, los lugares por donde tendría que pasar mientras se realizaba el desfile, cerciorándose de los tiempos que se llevaba entre cada cambio, revisaban de nuevo la ropa y muchos detalles más que otra modelo hubiera dejado a cargo de sus asistentes pero no mi Bella. Ella se aseguraba de que todo estuviera perfecto para que no fallara nada absolutamente. Yo estaba enterado de todo lo que hacía porque cada noche, antes de dormirnos, me contaba todo detalladamente como lo venía haciendo desde que llegamos a Nueva York.

Bella estaba tan ilusionada por volver a trabajar, que a pesar de tener los días llenos de mil clases, nunca se quejaba. Por las noches llegaba agotada y muchas veces la encontré dormida aún vestida, y muchas otras, curé sus pies de las ampollas que le causaban las famosas puntas de Ballet, del cual yo renegaba cada vez que podía pero al verla esa tarde caminando con esa elegancia que me dejó por unos instantes sin aliento, me mordí la lengua. Su esfuerzo bien había valido la pena y esa tarde, Bella había empezado a cosechar lo que había sembrado durante esos dos meses de arduo trabajo.


Desde que dio el primer paso fuera de esa perla bajo la garra del león, un murmullo de sorpresa se escuchó entre el publico; no podían creer que era mi Bella quien se lucía frente a ellos con tanto estilo y yo, no podía dejar de admirarla embelesado. Se veía muy hermosa y distinguida con ese traje “camel” como insistía en llamar al color café claro; llevaba los labios muy rojos y se veía un poco pálida pero ya me había dicho que ese era el look que buscaban. Cuando estuvo frente a mí, nos miramos apenas un par de segundos y en esa actitud fría, siguió su camino por la peculiar pasarela redonda.

Emmett, que estaba junto a mí, miraba hipnotizado a Rosalie que se veía guapísima. Ambos estábamos perdidos por nuestras mujeres y no teníamos ninguna intención de negarlo. Disfrutábamos de verlas trabajar, aunque a veces nos causara uno que otro disgusto, pero podía decir que yo, ya empezaba a acostumbrarme, porque Emmett ya lo había hecho desde hacía mucho tiempo atrás.

Isabella volvió a la pasarela luciendo un vestido azul, metálico. Raro. No podía decir que me gustaba pero a ella se le veía muy bien. A ella todo le quedaba bien, así como el último diseño que usaría esa noche. Cuando el escenario quedó libre de las otras modelos, Bella salió con un diseño blanco y de la mano de un tipo que llevaba una cabeza de león encima. “Pobre idiota” pensé al imaginarme a un tipo feo sudando acalorado bajo esa gran máscara, pero para mi sorpresa, el pobre idiota era un reconocido modelo, según Ángela. A mitad del recorrido, se quitó la dichosa cabeza y varias mujeres cerca de mí, lanzaron grititos emocionadas.

Mi Bella dio, junto con el reconocido modelo y Lagerfeld, otra vuelta al escenario y desapareció por última vez por el pasillo. Respiré tranquilo sabiendo que toda la tensión de meses por fin había terminado. Esperé un rato platicando con sus padres y mi madre, que estaban emocionados y muy felices, mientras se cambiaba y subía para dar algunas entrevistas y posar con el diseñador. Estaba ansioso por abrazarla y felicitarla.


--Hola Edward – me giré para ver bien a la chica que me saludaba.

--Hola – le respondí sin saber quien era.

--¿No me recuerdas? – me preguntó como si fuera lo más obvio, mientras yo trataba de hacer memoria – soy Bree, Bree Tanner.

--¿Bromeas? – dije sorprendido mirándola de pies a cabeza. Joshua Tanner había estudiado conmigo en Princeton y éramos buenos amigos, Bree era su hermanita menor, que en ese entonces era una adolescente latosa, pero en esos momentos frente a mí, comprobaba que estaba muy pero muy crecidita y muy guapa.

--Para nada Edward, ¿Cómo has estado? – su sonrisa deslumbraba.

--Muy bien Bree y a ti ni te pregunto, estás guapísima – hablé sin pensar.

--¿Te parece? - ¡Dios! ¿Me estaba coqueteando la pequeña Bree?

--Claro, Bree – reconocí – pero cuéntame como están todos por tu casa, ¿y Josh? – desvié el tema.

Y nos enfrascamos un rato recordando las travesuras que nos hacía mientras nosotros nos quemábamos las pestañas estudiando. Bree se había convertido en una señorita muy guapa y muy simpática, muy coqueta además.

--¿Y tú qué haces por aquí Edward? – quiso saber.

--Vine a ver a mi novia – respondí feliz.

--Ah si… Bella ¿no es cierto? – asentí y continuamos hablando de otras cosas cuando escuchamos un alboroto; al parecer era Lagerfeld dando unas entrevistas y posando para más fotos. Había demasiada gente y difícilmente podría ver a Bella cuando apareciera de nuevo, pero estaba atento para cualquier cosa que sucediera.

Al poco rato, me giré y vi que Bella me observaba con una expresión indescifrable. Me despedí de Bree y me acerqué a Bella, le di un beso y la felicité. Ella se abrazó a mí hundiendo su rostro en mi pecho y después de recibir las felicitaciones de sus padres y de Esme, partimos hacia la famosa fiesta que ofrecía Lagerfeld. Rumbo al lugar, mantuve a Bella abrazada y le hacía mimos. Ya ahí, después de haber atravesado otro mar de fotógrafos y ya instalados en nuestra mesa, brindamos por ella pero casi no pude disfrutarla porque todos querían saludarla. Pero dentro de todo eso, yo la sentía extraña y sabía que era por haberme visto con Bree.

Le pregunté si pasaba algo, pero me dijo no saber a qué me refería cuando intenté saber si su comportamiento distante era por Bree; Bella insinuó que tal vez estaba cansado y cuando quise insistir, se levantó diciéndome que iba al tocador, me puse de pie para acompañarla ya que no permitiría que se paseara sola entre toda esa gente con ese ridículo vestido de muñeca, ¡era demasiado corto! Y a regañadientes, aceptó. La esperé afuera y cuando salió y regresábamos a nuestra mesa, una pareja de conocidos se acercó a saludarme y antes de que pudiera darme cuenta, había desaparecido de mi lado.

Maldije mil veces en mi interior y comencé a buscarla por todas partes. No estaba en la mesa con nuestros padres, ni con Jimmy que brincoteaba por ahí, ni con Lagerfeld posando, ¡No la encontraba por ningún lado!

Angustiado, seguí buscándola cuando vi unas puertas que daban a unos jardines. Quizás estuviera ahí… sin pensarlo, salí y casi me vuelvo loco de ira al descubrir con quien estaba mi mujer, tan feliz y sonriente. Bella estaba con el malnacido de Rashîd. El mismo maldito engendro que una vez intentó amenazarme si le hacía daño a Isabella.

Lo interrumpí muy a tiempo, justo cuando el muy cabrón le ofrecía a Bella, ayudarla a sobrellevar la fama y ahuyentar de su lado a las malas compañías. Le agradecí muy “educadamente” su noble gesto y me despedí de él deseándole buenas noches. Tomé a Bella del brazo y llegamos a la mesa por sus cosas y a despedirnos. En el camino de regreso opté por no abrir la boca porque si lo hacía estaba seguro que me arrepentiría después. Mi rabia me haría decir cosas que no sentía realmente en ese momento pero que una vez dichas, sería imposible retractarme de ellas. Las palabras duelen más que los golpes, si lo sabía yo…

En nuestra habitación, Bella entró al baño para cambiarse. Aproveché mientras lo hacía para salir al pasillo del hotel y caminar para enfriar mi temperamento, y creí lograrlo pero cuando regresé y la vi luchando por bajar la cremallera de su vestido de juguete, no me resistí y cínicamente le ofrecí mi ayuda para quitárselo.

--¿Vas a buscar a tu amiguito? – solté sin pensar y como predije, me arrepentí en ese mismo instante. Me deshice de su vestido y no me pude contener, comencé a acariciar su hermoso cuerpo, besándola, tentándola al tocar sus puntos débiles que también eran los míos, como esos dos bellos regalos que eran sus senos a los que ataqué sin piedad con mi boca.


--No – intentó detenerme con un hilo de voz, pero llena de deseo.

--Si quieres que me detenga pídemelo – la reté y se rindió ante mí, como sabía que lo haría. Era un maldito cabrón, era cierto, pero un cabrón enloquecido por esa mujer a la que le hacía el amor ciegamente, dejándome llevar por la pasión encolerizada que me dominaba en ese momento pero aún así, ella me respondía, y su cuerpo la llevaba al orgasmo que yo le provocaba. Explotó y la sentí plena, libre, pero continué embistiendo con fuerza en busca de mi liberación la cual no me hizo esperar.

Cuando nuestros latidos recobraron su ritmo, Bella salió de la cama y entró al baño; después, la vi salir y tomar una manta junto con una almohada del clóset. No quería estar conmigo y se iba al sofá… ¡Lo había jodido todo otra vez!

Después de discutir, me llevé a Isabella a la fuerza a la cama; con ella entre mis brazos, me preguntaba una y otra vez… ¿Valía la pena tanto disgusto? ¿Bella celosa de Bree sin razón y yo de Rashîd?

¡Que se fuera al carajo el mundo! Yo solo quería estar bien con Bella, la necesitaba y odiaba que nos enojáramos. Tenía que terminar con ese absurdo pleito, por ambos, ya habíamos pasado por mucho, ¿Qué nos costaba confiar un poquito más en cada uno?

--Bella – susurré suavemente – amor… - acaricié con mi nariz su nuca y comenzó a moverse. Se había dormido desde hacía ya un buen rato y detestaba tener que despertarla pero yo no podría estar en paz si no me perdonaba. Subí mi mano de su cintura lentamente hasta llegar a sus senos; los acaricié suavemente bajo la tela pasando mi pulgar por sus pezones alternadamente en pequeños círculos, ya comenzaban a reaccionar a mí. Con mis labios repartía tiernos besos en la piel que estaba libre entre su cuello y sus hombros. Bella se movió un poco más, gimiendo sensualmente como si se encontrara teniendo el más placentero de los sueños.

Recorrí su piel hasta llegar a la orilla de los pantaloncitos de su pijama y metí dentro de ellos mi mano para acariciar su tibio vientre suave como la seda. Ronroneó como una gatita y puso su mano sobre la mía, encima de la tela como evitando que fuera a quitarla en algún momento. Eso se estaba yendo por un camino contrario al que tenía en mente en un principio y para como estaban las cosas entre nosotros, lo mejor sería que me detuviera porque si dejaba avanzar la situación, Isabella no me lo perdonaría en mucho tiempo.

--Por favor despierta, amor – volví a pedirle al oído y giró hacia mi con una tortuosa lentitud, enredó una de sus piernas entre las mías y empujó su pelvis contra la mía. ¡Dios! – Necesitamos hablar Bella – hablé mas fuerte y después de unos segundos comenzó a abrir los ojos. Parpadeó varias veces y recordó la situación en la que nos encontrábamos, se separó de mí, suspiró hondamente y me miró esperando a que dijera algo que justificara el que la hubiera despertado a media madrugada.

--No podemos estar así, Bella – estiré mi mano y retiré un mechón de pelo de su rostro – no quiero estar así – rocé su mejilla con el dorso de mis dedos – perdóname amor, sé que tú no tuviste nada que ver con lo de hoy – delineé sus labios con las yemas de mis dedos – como siempre mis celos estúpidos y yo, estropeamos tu noche, lo siento mucho – esperé a que dijera algo, lo que fuera, pero solo se escuchaban nuestras respiraciones y ella no apartaba la vista de mi cara, observando cada gesto mío

--Dime algo por favor – dije apenas, ahogado por la angustia y la vi tragar en seco antes de hablar.

--Yo… no sé… que fue lo que hice para que te pusieras… así – aspiró como hipando – yo solo estaba celosa de esa mujer con la que estabas – se llevó una mano al pecho – y al hombre del jardín, no lo recuerdo, no sé quien es…

Comenzó a alejarse más de mí como si le doliera mi cercanía e intenté abrazarla pero subió las manos como en defensa para evitar que la tocara.

--No amor, ven aquí – insistí.


--Luego me sacas a rastras de ahí y al llegar aquí casi me… ¡me tomaste así!… - se le quebró la voz y me partió el alma ver hasta dónde mis enfermizos celos me pudieron llevar para lastimar así a mi Bella.

--Lo sé Bella, sé que los celos me ciegan, y no me estoy escudando en eso, reconozco mi culpa y mi estupidez – me acerqué – te prometo no volver a dejarme llevar y aunque no es la primera vez que te hago esta promesa, pondré mi alma en ello para que sea la última – tomé su barbilla y le di un suave beso en los labios al que fue respondiendo poco a poco. Una vez más, Isabella me demostraba el perfecto ser humano que era al perdonar una y otra vez mis errores y yo le debía algunas explicaciones, pero antes tenía que saber…

--¿Estás bien, Bella? ¿Te lastimé? – pregunté avergonzado y ella negó, se hundió en mi pecho con fuerza y supe que si bien no la había lastimado físicamente, si había lastimado su interior, su corazón.

--La chica con la que me viste platicar, se llama Bree – empecé a decir con calma unos minutos más tarde – es hermana de un amigo de la universidad, me vio y se acercó a saludarme Bella, eso es todo con ella – confesé – y el tipo con el que estabas platicando es… es amigo de esa mujer – hice una mueca – de Irina, y es un “príncipe” – dije con ironía.

Bella abrió los ojos sorprendida - ¿Cómo es que lo conozco? – preguntó intrigada.

--Alguien los presentó en Berlín. Después nos encontramos con él en Los Ángeles y tuvo el cinismo de amenazarme si te llegaba a hacer daño, ¡Casi me confesó que le gustas, Isabella! – bufé – por eso no puedo verlo.

--Pues la “hermana” de tu amigo no se quedó muy atrás, me lanzó una mirada… pero yo le devolví una sonrisa mucho más amenazadora, estoy segura que no se vuelve a acercar a ti.

--Por cierto, señorita Swan, ¿Podría decirme qué fue exactamente lo que recordó esta noche? – la abracé y le di varios besos en la frente y en su coronilla, ¡estaba ansioso por saber!

Bella me comentó que más que un recuerdo preciso, era la certeza de que siempre sucedían así nuestras pequeñas peleas. Nos enojábamos, nos dejábamos de hablar un rato y le hacía el amor desesperado para luego, muy arrepentido pedirle perdón, terminando abrazados en la cama ya listos para dormir. Me reí por lo cierto que resultaban sus palabras. Otra palomita a la lista de los recuerdos.

***


Isabella tenía libre el día siguiente y para redimir un poco mis culpas, pasamos el día con nuestros padres recorriendo París, y no es que me molestara, pero hubiera preferido quedarme todo el día en la cama, convenciéndola una y otra vez de que yo era un chico bueno. Nos levantamos y fuimos a desayunar a uno de los famosos cafetines sobre Les Champs-Élysées. Era la primera vez que Charlie estaba ahí y Bella quiso llevarlo a conocer los puntos más importantes mientras Esme y Reneé visitaban las tiendas comprando todo lo que encontraban a su paso, con Jimmy como guía por supuesto. Los 3 días siguientes, Bella tuvo sesiones de fotos para Chanel, así que no la vimos durante el día y por las noches, siempre llegaba cansada y yo la consentía con un baño caliente y un buen masaje.

Isabella terminó su trabajo en París y volvimos a Nueva York. El desagradable capítulo que le había hecho pasar estaba olvidado y retomábamos nuestras vidas, para mi tranquilidad. Estaba decidido a esforzarme más allá de lo necesario para hacer feliz a Bella ya que la amaba y no quería que se llegara a arrepentir de tenerme a su lado. Eso acabaría conmigo, yo no podía perderla por mis estúpidos celos y locos arranques.

A partir de su regreso “oficial”, su trabajo se incrementó. Además de los contratos ya programados, le pidió a Ángela aceptar algunos más que básicamente eran sesiones de fotos para varias revistas. En un principio Ángela y Jimmy se opusieron pero ella los convenció, alegando que se sentía muy bien para aumentar un poco su ritmo de trabajo. Por supuesto, sus clases de Ballet no las dejó; decía que además de gustarle mucho, la mantenían en forma, pero me prometió no tomárselo tan a pecho como los primeros meses cuando llegaba a casa con los pies destrozados. Esa fue mi única objeción en cuanto a su trabajo; había prometido mantenerme al margen y lo estaba cumpliendo.

Aunado a todo lo anterior, Bella también hacía la promoción para Chanel Cosmetics y para Victoria’s Secret, el desfile sería en menos de un mes y estaba muy ocupada con las visitas a las tiendas, entrevistas, pruebas de “vestuario”, si es que se le podía llamar así a varios centímetros de tela solamente, de maquillaje, peinado y ensayos… me estaba volviendo un experto en todo eso.

Mientras mi Bella trabajaba, yo también me concentraba en lo mío. Mi presa. El trabajo ya iba muy avanzado; ya teníamos un año de haber iniciado con la obra y los estudios del suelo, análisis, y toda la investigación y preparación de la primera etapa estaba finalizada. Se había dinamitado en los lugares exactos, por lo que las explosiones para dejar listo todo el terreno habían concluido. Ya estábamos listos para hacer los cimientos y empezar en forma con la construcción de la bóveda, que es dónde se almacenaría una gran cantidad de agua subterráneamente.

Debido a que me había ausentado tantos días, en Italia y los que me tomé para ir a París con Bella, tuve que aplicarme un poco más ya que empezaba el trabajo delicado. Necesitaba de toda mi atención y de todo mi tiempo para no dejar pasar ni un solo detalle ya que a esas alturas, no podíamos cometer ni un solo error. Mi nombre, el de mi equipo y el de mi empresa estaban en juego; era la primera y más grande oportunidad que tendría para incluir mi nombre en las altas filas de la ingeniería moderna y no la iba a desaprovechar por nada.

Además tenía todo de mi lado para lograrlo; Isabella ya estaba conmigo de nuevo, disfrutábamos de nuestros trabajos, nos apoyábamos, no necesitaba más. Bueno, yo quería hacer algunos cambios en nuestra relación y estaba seguro que Bella no tendría problemas con ello.

Nuestras vidas no adoptaron rutinas muy diferentes a las anteriores; por las mañanas, muy temprano, Bella salía a trabajar y así de fácil como se había adaptado a la parte del entrenamiento, con la misma facilidad lo hizo ya trabajando en forma, esto le ocupaba la mayor parte del día y cuando terminaba, no perdonaba su bendito Ballet y después llegaba a casa. Calentaba la cena que Ana dejaba lista y me esperaba para sentarnos a cenar juntos y platicábamos de como nos había ido en el día.

Honestamente, era la única que hablaba pero no me importaba. La alegría con la que me contaba todo lo que le sucedía era tan contagiosa que no me atrevía a interrumpirla. Era una Bella más atrevida, más intrépida y menos contenida, no se pensaba tanto las cosas y eso me gustaba mucho de esta nueva Bella. Cuando se daba cuenta de que estaba acaparando toda la plática, me dejaba decirle que mi día se resumía a que sólo contaba las horas para volver a casa porque la había extrañado como un loco.

A veces, aún ya en la cama, Bella no dejaba de hablar, y hacerle el amor era la única forma que funcionaba para callarla, a lo cual ella aceptaba sin protestar.

--Bella – le preguntaba una noche después de hacerle el amor – ¿Eres feliz?

--¡Claro que lo soy! – respondió algo ofendida - ¿Qué tipo de pregunta es esa? Tú me haces muy feliz, me gusta lo que hago, tengo una familia muy grande que me quiere y yo te adoro, ¿Por qué no habría de serlo?

--Pensé que tal vez sintieras que te falta algo, por no recordar más que solo cosas pequeñas…

--No te niego que a veces me he preguntado porqué no logro recordar, pero tengo mi propia conclusión – dijo mientras acariciaba mi nuca enredando sus dedos en mi pelo.

--¿Puedo saber cual es? – paseaba mi nariz lentamente por todo su cuello, con los ojos cerrados, erótico cien por ciento.

--¿Para qué regresarían mis recuerdos si no los necesito para ser feliz? Tal vez no son buenos recuerdos y por eso mi cerebro no los desea de vuelta ¿no crees? – argumentó muy seria.

--Bella ¡Que ocurrencias! Aunque no es tan tú mala teoría – admití – no creo que alguien como tú tenga malas experiencias, imposible…

***

Una noche al llegar a casa, encontré a Bella en la cocina, no me había escuchado y no hice ningún ruido al acercarme ya que estaba cantando y bailando demasiado sexy.

“Walk, Walk, Fashion Baby

Work it, Move That Thing Crazy”

“Walk, Walk, Fashion Baby


Work it, Move That Thing Crazy


Walk, Walk, Passion Baby,


Work it, I’m a Freak Baby”


--¿Y que haces tú cantando esa canción? – pregunté muy divertido, a mi también me gustaba Gaga. Dio un brinquito ya que la había asustado, giró y me sonrió. Le rodeé la cintura y la atraje a mí, pegándomela completamente.

--Me gusta – se encogió de hombros y antes de separarse de mí, me besó la punta de la nariz - ¿Hambre?

--Mmm si, muy hambriento y no de comida precisamente…

Eso fue suficiente para que Bella dejara a la mitad lo que estaba sacando del horno, saltó sobre mí, enrollando sus piernas alrededor de mi cintura y así me la llevé a nuestra habitación. Con mucha prisa la deje en la cama y me desvestí apurado; ella sonreía perversa mordiendo su labio mientras yo aventaba por todos lados mi ropa, esperando que siguiera con la suya. Me deshice de sus sexys bóxers y de su camiseta con mucha lentitud, pero no de sus botitas de lana, se veía adorable con ellas y además me excitaba mucho verla usándolas.

Hicimos el amor con prisa, ansiosos, necesitándonos. Después de un rato, descansábamos y yo tenía a Bella recostada sobre mi pecho, me hacía dibujos con sus uñas y en menos de lo que nos imaginamos, ya estábamos listos para la segunda ronda.

***

BELLA’S POV

--Bella – dijo con voz ronca ya muy encendido – quisiera intentar algo ¿puedo?

--Si – respondí y me besó apasionado.

--Voltéate amor – me pidió y le sonreí.

Nos miramos unos instantes directamente a los ojos; vi llamaradas en esas dos verdes esmeraldas, brillantes y expectantes, deseo, impaciencia, lujuria y hambre… aún. Su mano acarició con el dorso mis mejillas y fue bajando por mi cuello, por el valle de mis senos, mi torso, mi vientre y se ancló en una de mis caderas que movió con facilidad ayudando a girarme.


Amaba que Edward me acariciara la espalda, me llenara de besos y me masajeara; él podía ser tan sensual y tierno al mismo tiempo, que mi cuerpo tembló por sentir sus manos en mis hombros, en mi espalda… dándome todo su calor. Acostada ya sobre mi vientre, hundí mi cara impaciente en el colchón pero no sentí a Edward colocarse a horcajadas detrás de mí; se puso de pie, entró al baño volviendo deprisa y de un salto, tomó la posición que yo ya conocía bien. Se inclinó y sus labios comenzaron a consentir mi piel con besos tibios y húmedos que de inmediato elevaron mi temperatura varios grados. Por mis costados, sus manos se frotaron, subiendo de nuevo a mis hombros y haciendo movimientos relajantes en mi nuca, la cual besó muy incitante.

--Eres muy hermosa Bella – susurró agitado – y tu piel es tan suave…

No respondí, estaba inmersa en el mundo de placer al cual me podía transportar con tan solo un par de besos y de caricias. Fue descendiendo por mi cuerpo y su boca había llegado ya a mi derrière, recorrió mi cintura y mis curvas; lo escuchaba gemir y dar también ligeros jadeos. Bajó un poco más, y sentí su contacto en el interior de mis muslos.

--Tócame cielo – pedí – por favor.

Levanté mi trasero para darle mejor acceso a mi clítoris, que al sentirse acariciado desde atrás disparaba mi excitación instantáneamente. Edward introdujo su mano entre mis piernas y lo tocó, en ese momento jadeé lista para él, ya estaba demasiado húmeda. Se separó un poco de mí y comenzaba a girarme cuando más besos me detuvieron.

--Quédate así - me dijo al oído y mi clítoris continuó recibiendo sus caricias al mismo tiempo que de mi boca se escapaban jadeos, cada vez más fuertes al aumentar la rapidez del movimiento de sus expertos dedos, que recolectaron en ellos mi humedad y que muy despacio fueron encontrando el camino por la abertura entre mis nalgas. ¡Oh Dios!

Edward nunca antes había recorrido ese camino en mí, era algo nuevo y si era honesta, tenía que decir que estaba bastante intimidada; él no tardó nada en darse cuenta de mi sorpresa al sentir también como mi cuerpo se tensaba ante su inusual contacto. Debía tranquilizarme, sólo era una caricia, estaba segura, pero al sentir sus dedos acercarse hasta “ese” punto, mis nervios me delataron.

--Shh tranquila amor – susurró – no pasa nada.

Y lo intenté. Puse mi mente en blanco y en lugar de concentrarme y pensar que debía relajarme, decidí dejarme llevar aunque me estaba resultando muy difícil por lo extrañamente íntima que su caricia me estaba resultando. Sus dedos sólo se movían en imperceptibles círculos en “esa” otra entrada y mi agitación iba en aumento.

--Ed…Ward – dije con miedo.

--¿Confías en mí Bella? – preguntó con la voz más grave posible y yo asentí – entonces relájate cariño.

Sus dedos dejaron de tocarme y escuché un pequeño ruido. Instantes después, volví a sentirlos en el mismo lugar y acariciándome de la misma forma con una sustancia resbalosa y tibia en ellos. Mi respiración estaba descontrolada a ese punto y todos mis sentidos alertas. Gemí cuando sus labios comenzaron a besar mi espalda recorriéndome tiernos, entonces Edward introdujo en mí uno de sus dedos y aspiré sorprendida.

--¿Duele, Bella? – quiso saber y negué con la cabeza – muy bien amor, todo está bien…

Era verdad, no dolía. Al contrario, era una sensación completamente diferente a cualquier cosa que hubiera sentido antes pero placentera, sí lo era. Edward, conforme sentí que mi cuerpo se iba relajando, con mucho cuidado insertó otro dedo más y jadeé de nuevo.

--¿Estás bien, cariño? – asentí - ¿Se siente bien? – asentí de nuevo.

Contrario a la idea errónea de todo lo que pudiera ocurrir por “ese” lugar, yo lo estaba disfrutando mucho. Sus dedos se movían lentos provocándome sensaciones de alguna manera equiparables a como si estuviera siendo acariciada en otro punto. Era un lugar tan sensible como mi clítoris ó como mi punto G.

--Edward – lo llamé.

--Dime Bella – no dejaba de moverse en mi interior y no pude recordar porqué lo había llamado, estaba muy concentrada experimentando caricias nuevas.

--¿Quieres más? – lo escuché - ¿Quieres sentirme?

Asentí sin pensarlo y despacio, sus dedos abandonaron mi cuerpo. Se separó de mí y volví a escuchar ese ruidito. Se acomodó detrás de mí y me dijo al oído…

--Gracias por confiar en mí amor – besó mi cuello – me detendré si me lo pides…


De nuevo moví mi cabeza afirmativamente y de pronto lo sentí adentrarse en mí. Edward lo hizo muy suave y lentamente, causándome una mínima molestia; no se introdujo completamente, lo sentí, y lo agradecí, tal vez cuando estuviera menos nerviosa… El entraba y salía con un ritmo bastante suave pero lo escuchaba jadear disfrutando de esta nueva aventura. No me embestía, no arremetía contra mí, sólo era una fricción, un roce, así debía ser. Reconocíamos nuestros límites para saber hasta donde llegar una próxima vez.

Edward con la misma suavidad, salió de mi cuerpo y se recostó a mi lado. Ninguno de los dos habíamos terminado. Escuché su agitación y giré mi rostro para mirarlo. Con una mano se quitó el condón que usaba y me sonrió mientras me volteaba por completo sobre mi espalda y se colocaba entre mis piernas, penetrándome esta vez con fuerza, profundo, completo. No traté de acallar mis gritos y jadeos, él tampoco. Esa vez me había tomado con vigor, para desahogarnos, para alcanzar el clímax juntos. Se erguía sobre mí poderoso, insaciable y seguro. Mi vientre comenzó a contraerse y yo conocía el desenlace que estaba ya muy cercano. Edward también empezó a tensar sus muslos y su vientre, nuestros orgasmos crecían y nos harían explotar en mil pedacitos iluminados que recorrerían nuestros cuerpos.

Así fue justamente como me golpeó el orgasmo, maravilloso. Edward de igual manera alcanzó el suyo, derrumbándose sobre mí y respirando jadeante en mi oído.

--Oh Bella – dijo un par de minutos después, recostándose junto a mí - ¡Te amo!

--Y yo a ti – dije apenas en un murmullo.

--¿Qué pasa? ¿Te hice daño? – su rostro se descompuso de dolor.

--No, no, es sólo que… - titubeé.

--¿Qué Bella, qué es? – me apuró.

--¡No me dejes nunca Edward!

***

Esa noche había sido ¡Diferente! Vaya que si no. Había confiado en Edward y juntos experimentamos nuevas sensaciones, al menos para mí. El me había cuidado mucho; fue tan suave y tierno que eso que yo creí desagradable y degradante, de alguna manera se volvió algo excesivamente erótico. Que necesitábamos poner especial atención en eso, si. Era algo para lo que necesitaba relajar mi cuerpo e irlo acostumbrando a esas nuevas caricias. Esto me lo había dicho Edward cuando le pregunté porqué de pronto decidió continuar como normalmente hacíamos.

--Tu cuerpo tiene que acostumbrarse a mí amor, no es algo que podamos hacer de la noche a la mañana si no quiero hacerte daño – me explicaba con ternura mientras besaba mi frente - ¿Estás bien?

--Si cielo, estoy muy bien – me acomodé en su pecho para dormir, se preocupaba tanto por mí…

***

El desfile para Victoria’s Secret estaba ya a la vuelta de la esquina. Yo diariamente entrenaba un rato en el gimnasio y durante el día cumplía con mi trabajo que me tenía fascinada, amaba hacerlo. ¿Cómo era posible que me pagaran por algo que disfrutaba tanto hacer? ¡No podía creerlo! Una tarde, Jasper me llamó y me pidió vernos para que me explicara cómo iban las inversiones que él me manejaba ¿Inversiones? Nos pusimos de acuerdo y nos encontramos para cenar. Edward no nos había acompañado porque estaba muy ocupado y Alice entrenaba porque también desfilaría para Victoria’s Secret,


--Peque, tus inversiones se triplicaron en poco más de un año – dijo orgulloso y yo aún lo miraba atónita.

--Yo no tenía ni idea de que tenía dinero invertido en la bolsa y que tú lo manejabas Jazz – le confesé.

--Si Bella, tú fuiste la primer persona que confió en mí y no te he fallado – comía feliz un enorme filete.

--Bueno, y ¿cómo de cuanto estamos hablando? – pregunté despreocupada.

--Tu ganancia neta es de diez millones de dólares, peque - sonrió y sus ojos azules brillaron.

Comencé a toser atragantándome con mi té. ¿Había escuchado bien? ¿Diez millones de dólares? ¿Míos?

--Jasper, no estés bromeando – tosí – que no es gracioso.

--Es en serio. Bueno ¿Y ahora que quieres hacer con ellos? ¿Los volvemos a invertir? Si todo va bien puedes volver a triplicarlo en un año - levantó las cejas repetidamente riendo feliz.

¿De qué hablaba? ¿Estaba loco? Seguro me estaba tomando el pelo. ¿Cómo podía ser posible que yo tuviera tal cantidad de dinero? Tendría que hablar con Jimmy al día siguiente, ya era algo tarde y seguramente ya estaría dormido.

Jimmy… estaba tan triste, yo lo conocía y sabía que era por Diego. No me gustaba verlo así pero cada vez que le preguntaba, él me decía que estaba bien, me cambiaba el tema y volvía o fingía ser un hiperactivo colibrí. Yo quería hacer algo, así que enseguida puse a trabajar mi mente maquilando alguna loca idea.

***

--Bella, ¿Quieres ver si puedes con el peso de estas alas? – me preguntó en una prueba de vestuario de Victoria’s Secret – porque si sientes que te molesta la clavícula olvídalo Darling, adiós alitas - cargaba preocupado unas hermosas alas.

--Están preciosas – las miré hipnotizada – me gustan – con cuidado me ayudó a ponérmelas. Pesaban, pero no mucho y caminé un poco moviendo y elevando los brazos para probar si no me lastimaban.

--Se te ven regias hija mía – decía John, uno de los diseñadores – si te sientes bien con ellas, son tuyas Bella.

Asentí y Choo daba brinquitos frente a mí – tienes que usarlas varias veces en la pasarela, no queremos que digas si ahorita y después te veamos sufriendo allá arriba.

--¡Estas alas son mías Choo! – dije muy firme – nadie me las quita.


Después de pasar todo el día probándome mi vestuario, que estaba hermoso, nos fuimos a comer y aproveché para hacer mis averiguaciones.

--Jimmy, ¿Qué hacemos para Acción de Gracias? – utilicé mi voz más inocente – ya falta muy poco.

--El año pasado fuimos a casa de los Cullen, te había pasado lo de los raspones infectados, cuando Edward te ‘rescató’ – se burlaba – y este año seguro que hacemos lo mismo, no creo que Esme nos deje hacer otra cosa.

Me lamí mis bigotitos en mi interior, esperando que fuera así este año.

--Bella, tenemos la tarde libre Sweety, ¿Nos vamos de Shopping? – se le iluminó la cara y no lo pensé dos veces, quería comprarle a Edward algunas camisas porque las destrozaba en la presa -¡Vamos a Barney’s Bella! – Llegamos a la enorme tienda y Jimmy tenía cara como de haber descubierto oro por kilos, estaba en éxtasis.

--¿Y que vas a comprar que te veo tan emocionado, Choo?


--¿Yo? – me preguntó extrañado – nada – admitió – Bella, mi dulce Bella, lo maravilloso de las tiendas, es que siempre encuentras, lo que no andas buscando…

¡Vaya! Y tenía toda la razón, no llevábamos ni una hora y Tom ya tenía llenas las manos de bolsas y paquetes.

--Por suerte somos el sexo débil – miró a Tom – el fuerte es el que carga las compras… ¡Mira Bella! – gritó de pronto – pruébate este vestido, es un Diane Von Furstenberg – accedí y me lo probé, me gustó y ya lo estaba pagando, así de rápido.

--¿Te sientes bien al comprarlo verdad? – me reí por su loco desvarío – Comprar es terapéutico, un psicoanalista nunca entenderá el poder curativo de un vestido nuevo…

--¡Choo por Dios! ¿Tú desde cuando tienes pensamientos tan profundos? – me burlé un poco.

--Darling – me miró con autosuficiencia – yo me transformo cuando pongo un pie en una tienda, ya deberías saberlo, ahora cállate y vamos por las camisas de tu hombre.

Con la ayuda de Choo, le compré a Edward 10 camisas, 12 camisetas de marca por supuesto, Jimmy no me dejaría comprar algo que no lo fuera y una chamarra Ralph Lauren muy linda. A Edward le gustaba mucho usar ropa sobre ropa, tenía su estilo muy particular que le quedaba muy sexy y con el gorro negro que también le compré, se vería excitante a morir.

Pasamos por el área de cuidado personal y tenían una extensa variedad de aceites corporales, Choo no se resistió.

--Bella mira – tomó una selección de varios en sus manos – deberías llevarte algunos para que le quites un poco de estrés a Edward, les hace falta – me guiñó un ojo.

--¿Tú que sabes Choo? – me defendí.

--¿Me equivoco? – me provocó.

--Absolutamente – sonreí orgullosa y satisfecha.


--Bueno, de todas maneras llévalos para que te mantengas con esa sonrisota en la cara, anda – abrí la boca sorprendida por su insolencia y me los llevé. Después de todo no era tan mala idea.

Seguimos nuestro recorrido y me topé con los más hermosos zapatos que había visto últimamente. Tampoco lo pensé y me compré esos hermosos Manolos que se cruzaron en mi camino.

--No me lo niegues Bella, comprar se ha vuelto tu nuevo placer culposo – me acusó y sólo pude sonreír feliz. Afortunadamente llegué a casa un poco antes que Edward y corrí a esconder todas mis compras. Me di un baño rápido, me puse mis sexys bóxers rosas, mi camiseta y mis botitas, ese atuendo se había vuelto mi uniforme. Fui a la cocina y calenté la cena justo a tiempo para recibir a Edward. Desde que entró por la puerta noté que algo andaba mal.

--¿Qué pasa, cielo? – le pregunté frotándome contra su pecho como una gatita melosa.

--Nada malo, sólo que tengo que ir a Colorado por varios días – frunció el ceño visiblemente molesto – alrededor de 3 ó 4 días – agregó. ¿Se iba?

--¿Cuándo? – pregunté muy directa mientras ponía su plato con la cena frente a él.

--Mañana por la noche – dijo sin ganas - ¿Podría venir Jimmy a quedarse contigo? – Edward sugirió pero mi mente solamente procesaba que se marchaba… por trabajo… me dejaba sola… se iba… varios días… me dejaba sola… por trabajo… se marchaba… se iba… varios días… me dejaba… se iba…

Una y otra vez se repetían esas frases en mí cabeza gritándome su partida. Un fuerte dolor me martilló de sien a sien, me llevé las manos a la cabeza doblándome del dolor. Era tan fuerte que cada vez que Edward hablaba yo sentía que me taladraban el cráneo, era insoportable. Caí de rodillas al suelo y me hice un ovillo intentando de esa forma mitigar un poco la intensidad del dolor pero fue inútil. Sentí que me levantaba del suelo y me llevaba a nuestra habitación. Rápidamente sacó las pastillas y corrió a la cocina por un vaso de agua y una bolsa de verduras congeladas. Apagó la luz y casi en penumbras, me ayudó a tomarme la medicina, me recostó poniéndome la bolsa fría en la cabeza y se quedó sentado junto a mí, sin hacer ningún ruido y sin tocarme.

A la mañana siguiente me desperté sola en la cama y una sensación de terror se apoderó de mí. Ya no me dolía la cabeza pero el dolor en mi pecho se acrecentaba.

--¡Bella, por Dios! Al fin despiertas – entró en la habitación seguido por Jimmy - ¿Cómo te sientes? – se arrodilló junto a mí acariciándome con cuidado.

--B-Bien – susurré un tanto adormilada aún.

--Darling que susto nos diste – se puso junto a Edward – no te preocupes Bella, hoy tendremos el día libre, afirmó.

--No, Choo – dije mientras Edward acariciaba mi mano, preocupado – yo estoy bien. No voy a detener mi vida por una migraña, vamos, ayúdame a ver que me voy a poner – besé a Edward en la coronilla.

--¿Estás segura, Isabella? – estaba muy serio – yo no m iré a ningún lado hasta estar seguro que estás bien.

--Lo estoy – insistí – ahora toma tus cosas y ve a trabajar, nos veremos antes de que te vayas ¿de acuerdo? – pasaba mis manos por su mandíbula suavemente y Edward asintió no muy convencido.

Mi día transcurrió tranquilo. A pesar que tenía algunos photoshoots, ni las luces ni los secadores de pelo, hicieron volver mi migraña, afortunadamente. Jimmy me arrastró a una sesión de acupuntura alegando que era mágica para la migraña y rogué porque así fuera.

Yo sabía qué la había disparado y no era nada más que la noticia de que Edward se iba. Estaba relacionada con algo importante para mí y era que Edward ya se había ido anteriormente con Irina para hacerle a Demetri la transfusión de médula ósea. ¿No podía superarlo ya? No lo recordaba pero seguía haciendo mella en mí.

Terminamos temprano de trabajar. Jimmy me consentía mucho y me cuidaba; evitaba que tomara cafeína y me daba puros jugos y agua para mantenerme bien hidratada. Llegamos a casa y me cercioré que Ana no se hubiera olvidado de nada al hacer la maleta de Edward que ya no tardaría en llegar para recogerla y despedirse de mí.

Escuchamos que la puerta se abría. Jimmy y yo platicábamos en la cocina; se quedaría conmigo mientras Edward estaba fuera. Corrí hacia la puerta para recibirlo y al verlo me detuve. Una hermosa rubia estaba junto a él. Mi estómago se contrajo.


--Bella, ella es Nadia y me acompañará a Lake Tahoe a trabajar… *



*



*



*

Gracias PattinsonWorld!.

9 comentarios:

joli cullen dijo...

XD HOY SE MUERE Y RECERDA JEJJEJEJE
QUIEOR MASSSSSSSSSSSSSS
ME REENCANTO LO DE LA PRUEBA DE ATRAS JEJJEJE

yolanda dijo...

lia por dioooos¡¡q capituloooo!!acabas de matarme con ese pedazo de final ahora m tengo q tomar la pastilla de la tensión y la de la ansiedad,jajaja...m a encantado el capi esta geniaaal y el lemons decir un 100 es quedarse corto..eres un ejemplo d como se puede tratar un tema intimo con todo detalle pero lleno de elegancia en cada descripción...Gracias por tu rapidez en dejarnos cada capi y por lo largo q son "q disfrute" ahora estoy como loca por el proximo capi aunq yo confio en Edward completament y m a gustado el datalle d q la lleve a casa a nadia y se lo diga y se la presente a bella por si le pilla un paparazi y luego hay malas interpretaciones..ese es mi Edward...ahora haber q tal responde bella xq su cabeza es un caos y sufrio muxo cdo le vio besando a esa petarda..Nuevament gracias el capi fantastico..Un bsot enoorm desd España..y espero q Edward no nos d un disguso,jajaja no lo soportaria lo pienso y m pongo a hiperventilar..jaja.¡ufff!

CRIS dijo...

madre de dios!!!! el capítulo ha sido espectacular!!! me ha encantado, y estoy de acuerdo con Yolanda en que el lemmon lo describes con mucha elegancia y con todo tipo de detalle, es un lujazo leerte.

ahora vamos a ver como reacciona Bella ante Nadia, espero que se lo tome bien y no le haga malas pasadas su cabecita.

besos

RominitsV dijo...

qué onda este capítulo!!! te quedó de pelos!

pucha me da pena Bella, ojalá se recupere pronto y ya que al parcito se deje de los celos jajajaj

Me encanta tu fic!!! valió la pena la espera :)

Nani-PattinsonWorld dijo...

Hola mi niña !

Está claro que Bella va a recuperar la memoria de un momento a otro por eso la angustia y el dolor, a Nadia al verla seguro que la ha relacionado con Irina ... espero el proximo capi con ansiaaaa uffff
Me encanta y cada dia mas.
Feliz Navidad Li, espero que la disfrutes al maximo. Un besazo

Nani-PattinsonWorld dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Nani-PattinsonWorld dijo...

Por cierto esa nueva faceta del sexo te ha quedado genial, me dejas sin palabras. ;-))

Lourdes dijo...

Me encanta!! Li muy bueno. Espero que mi comentario entre, porque me rechaza la entrada y se cuelga. besos y felíz Año Nuevo!!

dracullen dijo...

oh-oh!! puedo oler problemas!!! está buenísima la historia, ya casi me pongo al dia, recuerdo haberla visto en FF y no sé por je no me decidí a leerla hasta hace poco, pero vi ke tenias un blog y mirame aki estoy, ke por cierto está padrisímo, y con las imagenes, muucho mejor, de la historia ni se diga. Excelente trabajo ke haces, en hora buena.