BELLA’S POV
–Bella, ella es Nadia y me acompañará a Lake Tahoe a trabajar…
¿Qué? ¿Esa mujer se iría con Edward? ¿Era una broma?
–Bella – se acercó a mí y besó mi mejilla – no sabes que gusto me da verte tan bien… - me dejó perpleja su saludo.
–¿Ya nos conocíamos? - pregunté dudosa mientras Edward detrás de mí, enrollaba mi cintura con sus brazos y apoyaba su barbilla en mí hombro.
–Si, nos conocimos en la fiesta de aniversario de los padres de Edward – dijo amigablemente – yo trabajo con él desde hace algunos años y también estudiamos la maestría juntos, somos buenos amigos – eso me había tomado por sorpresa. Desde luego yo no recordaba a Nadia pero el sólo hecho de saber que los Cullen la conocían, me tranquilizaba mucho por no decir que demasiado.
Edward fue a nuestra habitación por su maleta mientras ella me explicaba que irían a Colorado para observar un río que se alimentaba de los deshielos de las Montañas Rocosas y que iba creciendo hasta llegar a Lake Tahoe y a la presa que les interesaba estudiar, que era una de las más antiguas del país.
–Hola Nadia – dijo Jimmy saliendo de la cocina - ¿Cómo estás? – llevé mi mirada confusa de uno a otro.
–¡Que tal, Jimmy! ¿Cómo estás? – preguntó muy amistosa.
–¡Divinamente!
–Bella ¿puedes venir un momento? – me llamó Edward.
–¿Me disculpan? – les pedí y una vez en la habitación, cerró la puerta detrás de mí y me abrazó.
–Bella, no tienes nada de qué preocuparte ¿de acuerdo? – levantó mi barbilla con su dedo índice – sólo somos amigos y compañeros de trabajo como ya escuchaste amor.
–Edward yo no… - me quedé sin poder decir nada.
–Si tú si, te conozco y eres igual de celosa que yo – besó mis labios – por eso quise venir y “presentártela” de nuevo, quiero irme tranquilo sabiendo que te quedas igual – reímos porque ambos sabíamos que tenía razón. Nos quedamos en silencio mirándonos y nos besamos apasionadamente. A los pocos segundos ya estábamos rodando desesperados sobre la cama y mis manos lujuriosas solo querían deshacerse de su camisa para sentir directamente su piel; él también quería lo mismo porque actuó más rápido que yo y ya tenía mis senos prisioneros bajo sus manos apretándolos y provocándome un fuerte gemido.
–Vamos – dijo cerrando mis piernas alrededor de él y levantándome. Nos encerramos en el baño y me sentó en la encimera junto al lavabo – quiero despedirme apropiadamente de ti Isabella.
Con impaciencia Edward me quitó mi pantalón de yoga que se fue junto con mis bragas y una vez libre de él, con una desesperación loca, comencé a desabrocharle el botón de sus jeans los cuales bajó con sus bóxers hasta sus rodillas.
Sin preámbulos y sin ningún tipo de caricias, Edward me penetró con urgencia. Ambos jadeamos al engranar nuestros cuerpos, sentía sus embistes posesivos, fieros, ¬apremiantes y yo tenía la misma necesidad de él. Se inclinó para tomar un seno con su boca, con sus dientes atrapó un pezón y tiró de él sin suavidad mientras mis manos se cerraban en puños sobre su pelo acercándolo más a mi pecho para que se saciara de él. Las fuertes acometidas hacían temblar todo mi cuerpo y yo casi maullaba de placer ante el arranque pasional que nos envolvía en ese momento. Edward apenas podía emitir palabras, salvo los sonidos guturales por el esfuerzo que realizaba y que eran de lo más excitantes.
--¡Ahh! – grité al sentir una mordida en un seno pero no me importó ni lo alejé de mí, solo lo atraje con más fuerza porque con esas caricias salvajes, ya estaba a punto de explotar – ¡Edward voy a correrme! – le avisé y él aumentó el ritmo de su arremetidas; no tardamos nada en llegar juntos al límite y estallar plenamente satisfechos y agitados. Recargó su rostro entre mis senos y mis manos rodeaban su cuello no queriendo que se separara de mí.
--No te vayas… - le pedí aún temblorosa tratando de recobrar el aliento. Se aferró a mis nalgas y mis piernas se apretaron a su alrededor, no iba a dejarlo ir – no te vayas…
Permanecimos sin movernos lo que me pareció una gloriosa eternidad por tenerlo aun dentro de mí. Edward se retiró unos pasos pero no me miraba a los ojos que estaban anegados de lágrimas, tomó una toalla y buscaba algo dándome la espalda.
--Quédate – seguía intentando convencerlo pero parecía no escucharme – Por favor… - a esas alturas ya no me importaba llorar abiertamente – Edward por favor – le supliqué con un hilo de voz – no me dejes…
Apenas pude pronunciar ese último ruego cuando súbitamente terminó con la distancia que nos separaba y se dejó ir sobre mí con uno de los abrazos más anhelantes que había recibido en lo que recordaba de mi vida.
--No me pidas eso Bella, por favor – hundió su rostro en mi cuello – tengo que irme.
No podía controlarme y no sabía porque estaba en ese estado de histeria y ansiedad. Simplemente la emoción que me invadía me hacía no querer dejarlo separarse de mí.
–Ya nos hemos alejado antes – me dijo al oído - ¿qué sucede? Dime.
–No sé, no quiero separarme de ti.
–Yo tampoco amor pero tengo que trabajar – besó mi coronilla y me bajó de la encimera – toma, vístete – recogió mi ropa del suelo y me la dio.
Diez minutos después y ya un poco recompuesta, salíamos al salón en donde Nadia y Jimmy platicaban muy entretenidos. Edward se despidió rápido de mí y se fue. No quería tomarse más tiempo y hacerme más difícil el momento estando tan irracionalmente sensible, ni yo misma lo entendía.
Como Edward le había pedido, Jimmy se quedó conmigo esa noche; cenamos y abrí una botella de vino la cual nos acabamos y que me relajó lo suficiente ayudándome a dormir sin sentir tanto su ausencia.
***
A la mañana siguiente, me despertó la llamada de Edward avisándome que había llegado muy bien después de un vuelo de muchas horas. Se alegró mucho al escucharme más animada y no tan triste como la noche anterior.
Ya faltaba muy poco para el desfile de Victoria’s Secret y en lugar de que los pendientes y detalles disminuyeran, cada vez salían más, pero antes de concentrarnos en eso, pasamos a las oficinas de Ángela que nos había llamado con urgencia.
–¡Ah los amo! – gritó agradecida al ver que le llevábamos un capuchino y un muffin; estaba aprovechando mi línea de crédito en Starbucks.
–¿Qué tenemos Áng? – preguntó Jimmy refiriéndose al trabajo – no nos pondrás a trabajar para navidad y fin de año ¿verdad? – abrí los ojos muy grandes ante esa idea mientras me acomodaba en su sillón rogando que no fuera así.
–Nop – dijo alegre – esta semana recibí 2 llamadas importantes, muy importantes – recalcó – cada una proponiendo contratos fabulosos – se llevó un muffin a la boca y masticaba con calma saboreando el panecillo de chocolate. Jimmy y yo la veíamos impacientes hasta que él no resistió.
–¡Ya basta Ángela! ¡Traga y habla! Porque te conozco y cada vez que nos haces sufrir es porque se trata de algo muy bueno.
–Estoy de acuerdo con Choo, nunca nos haces venir a menos que verdaderamente sea algo importante, solo espero que no me pidas algo para la tele, así que suéltalo Áng – de pronto dos pares de ojos y dos bocas abiertos desmesuradamente, voltearon a verme.
–¿Qué? – pregunté ante esas miradas asustadas pero ninguno de los 2 hablaba - ¿Pasa algo?
–Bella tú… tú… - balbuceó Ángela apuntándome con el dedo, cuando Jimmy sin previo aviso saltó de su asiento y se tiró sobre mí abrazándome.
–¡Hey! – protesté.
–¡Recuerdas! – gritó Choo – ¡Tú recuerdas eso Bella! Pero… ¿Cómo… tú…?
–¿Yo lo hice? – dudé y ellos asintieron – yo… solo lo sé.
Era tan raro lo que me ocurría, porque en efecto, Ángela actuaba así con los asuntos importantes, lo sabía porque lo recordaba y me resultaba tan extraño porque no era como si me viniera el recuerdo golpeándome y de repente todo lo viera muy claro; era más bien como si hubiera estado siempre ahí, como si nunca lo hubiera perdido, como cuando encuentras algo que sabes que tenías pero que no lo andabas buscando “¡Oh si, aquí estás!”
–Es verdad Bella, el Dr. Baggio estaba en lo cierto, tal vez te tomas tu tiempo Darling pero lo estás haciendo, estás recordando poco a poco – dijo Jimmy entusiasmado y después de alegrarnos por mi pequeño progreso, retomamos el asunto que nos había llevado a la oficina de Ángela.
–Como les decía, esta semana tuve 2 proposiciones que hay que estudiar mucho, las 2 son igual de buenas y…
–Pero tú siempre tomas la mejor decisión ¿porqué no lo haces esta vez? – Jimmy la interrumpió.
–Porque si se tratara sólo de Bella no hubiera tenido ningún problema en hacerlo pero…
–¿También me quieren a mí? – Choo brincó de su asiento y yo me reía divertida.
–A ti no – y Ángela me miró – Quieren a Edward.
¿Cómo?
Casi me recibe el suelo por la sorpresa que me llevé al escuchar lo que decía. ¿A Edward? Si no me lo hubieran sugerido algunas personas después del desfile de Chanel, pensaría que era una broma, así que traté de calmarme para poder escuchar a Ángela.
–Glenda Bailey me llamó a principios de la semana y me dijo que te quería para un artículo especial de alta costura, de muchas páginas y además la portada, pero que también quería a Edward contigo y les confieso que casi me da un infarto de la alegría, ambas cosas en un mismo número de Harper’s Bazaar es maravilloso – dijo zapateando los pies sobre la duela – le dije que necesitaría tiempo para darle una respuesta ya que por supuesto tendría que comentarlo con ustedes, pero ayer, Anna Wintour me llamó haciéndome la misma propuesta, un artículo amplio y la portada, ella quiere manejar un tema fresco y espontáneo, con ropa de varios diseñadores pero nada de Haute Couture.
–Anna Wintour… ¿es la señora delgadísima peinada como el príncipe valiente y con cara de enojada? – quise saber.
–Exacto, editora de Vogue USA – me confirmó Choo – y con un carácter de los mil demonios… mi madre no la soportaba.
–Y bueno, como ves Bella, esa decisión no puedo tomarla yo como todo lo demás de tu carrera, eso es algo que tienes que platicarlo con Edward y si acepta, ya después eligen la revista con la que quieran trabajar – me aconsejó – vale decir que tanto Bailey como Wintour ofrecieron una muy buena cantidad por la exclusiva.
–¡Santos caracoles marinos Batman! – bromeó Jimmy – ¡Esto es un duelo de titanes! Yo apuesto por Bailey, si quieren mi opinión.
–No puedes negar que Wintour sabe muy bien lo que hace Jimmy, ¡es Vogue! – opinó Áng - ¿Tú que dices Bella? – interrumpió mis pensamientos.
A mi me encantaba la idea de que hiciéramos algo juntos, de que Edward conociera mi trabajo desde el punto de vista de un modelo y no solamente como el novio de una modelo, sería muy interesante que lo viera desde ese ángulo, solo faltaba que aceptara.
Con esa idea rondando en mi mente, nos fuimos a “Orlo”, un exclusivo salón de belleza, para que le dieran un nuevo look más fresco a mi pelo para el desfile de Victoria’s Secret. Al llegar, Orlando, el dueño, nos saludó muy efusivamente y comenzó a trabajar. Choo me dijo que yo había tratado de mantener mi color de pelo pero no siempre era posible. Algunas veces tenían que teñirlo más oscuro, de rubio, con luces y en ocasiones había sido hasta pelirroja pero esta vez, solo lo aclararían un poco y le darían más forma para darle luz a mi rostro y no verme tan pálida.
–Me parece una idea excelente, los dos juntos, elegantes, enamorados y taan guapos… - Jimmy suspiró mientras esperábamos el tiempo para lavarme – compraré todos los ejemplares de esa edición, ¡lo juro!
–¿No crees que vas muy rápido? Aún tengo que comentárselo a Edward y no sé si le gustará la idea o no – lo intenté frenar.
–¡Tienes que convencerlo! – me ordenó – esa portada será épica, no puedes perder una oportunidad así.
–¿Perder? – levanté una ceja interrogante – pensé que yo ya tenía un nombre aquí, ellas son las interesadas en mi ¿No? Bueno, en nosotros, ellas son las que se perderían esta oportunidad, no yo.
–¿Cómo dices? – Jimmy entrecerró los ojos – dime por favor que no escuché de tus bonitos labios lo que creo que dijiste.
–Olvídalo Choo, trataré de que Edward acepte – finalicé.
***
Un par de horas después ya perfectamente maquillada, peinada y vestida con jeans, una camiseta y chaqueta negras con el logo de Victoria’s Secret, salíamos del salón rumbo al estudio donde se realizarían las fotos de todas las modelos que participaríamos en el desfile, bueno no todas, pero sí las más importantes.
–Bella – me saludó Rosalie y nos quedamos platicando un rato mientras todo quedaba listo cuando llegó Alice. Se veía hermosísima.
–¡Alice! – grité emocionada por que ella también estuviera especialmente en esas fotos – ¡te ves sensacional!
–Estoy tan nerviosa que me tiemblan los labios – confesó – debo tranquilizarme o mi sonrisa estará acartonada y fatal – nos reíamos cuando alguien dijo detrás de mí…
–Hasta que al fin te conozco, Bella Swan – el tono de esa voz fue tan odioso, que lentamente me giré para verle el rostro a la chica, la miré de arriba hacia abajo y solté en el mismo rango de voz…
–¿Y tú eres…? - y me encogí de hombros restándole importancia.
–Tanya y soy la asistente de Alice – dijo mientras hacía un scan completito de mí – que diferente te ves en persona – no supe si era un halago o todo lo contrario.
–Ya las esperan – Jane nos avisó. La sesión no duró mucho; eran fotos espontáneas y divertidas así que eso fue lo que hicimos, divertirnos y hacer las poses que quisiéramos, además ayudó que no éramos muchas chicas. Fue un rato realmente agradable y lo disfruté muchísimo ya que todas ellas y yo habíamos trabajado antes juntas y me hicieron sentir muy bien. También eran muy consideradas porque a pesar de que a mi no me importaba mucho hablar del tema, nunca me hicieron preguntas incómodas respecto a mi accidente y a mi amnesia, al contrario, me trataron como si nada hubiera ocurrido; a Alice también la recibieron muy bien y ella estaba de lo más feliz, se le notaba en cada poro de su perfecto cuerpo ¡Brillaba!
Al finalizar la sesión, ya me empezaba a despedir de todas pero ellas querían ir a un bar y no nos dejaron ni a Alice ni a mi negarnos. Rose fue una de las instigadoras así que no teníamos pretexto para no ir.
–¡Genial! – se alegró Tanya – va a ser muy divertido.
–Ops, perdón Tanya, esta salida es sólo para las chicas, vete a tu casa y descansa querida, te hace falta – dijo Choo mientras le acariciaba el pelo con malicia.
–¿Alice? – preguntó como si con sólo mencionar el nombre de su jefa fuera suficiente para ir.
–Alice dice que te ve mañana, adiós Tanya – Rose tomó a Alice de los hombros y nos encaminamos a la puerta.
–Ok, Ok – dijo Alice levantando las manos en su defensa – a veces es algo desesperante, lo sé.
–Piensa en sustituirla y pronto – le advirtió Rose – esa mujer no razona lo que habla, un día puede meterte en un lío y aquí nadie perdona nada.
Aunque no era verdad que la salida al bar era sólo para nosotras, ni Jimmy ni Jane quisieron ir. Tom nos llevó al “Tao”, un bar muy exclusivo y siempre lleno de famosos donde nos esperaban las demás que ya habían empezado con la primera ronda de shots de tequila. Después de 3 rondas, yo me sentía eufórica y desinhibida; bailoteaba con Rose que estaba igual que yo y Alice era toda una gracia, tenía las mejillas rojas como una manzana y cantaba todas las canciones junto con Candice y Lauren.
–Ay Bella, a esto llamo una verdadera noche de chicas – gritó Rose para que pudiera escucharla - ¿No lo crees?
–Tienes toda la boca llena de razón, me estoy divirtiendo como enana – dije mientras brincoteaba.
–¿Sabes una cosa Swan? – me preguntó Alessandra a la que ya se le habían subido las copas sólo un poquito – si no te conociera desde hace mucho y me cayeras tan bien, juro que ya te hubiera robado a ese novio que tienes, está bárbaro amiga – levantó la mano - ¡Choca esos cinco por tú hombre!
–Estás loca ¿Sabías? – dijo Alice – pero ¡Choca esos cinco por eso!
Antes de cruzar la raya hacia el estado inconveniente, las más sobrias decidimos que era hora de salir de ahí. No queríamos estar en un encabezado en las páginas de chismes “Son Ángeles, pero no son inmunes a los efectos del alcohol” y fotos nuestras en nuestros peores ángulos, hubiera sido fatal.
Dejamos a Alice en su casa y nos cercioramos de que llegara bien a su habitación, luego llevamos a Rose y por último, Tom me dejó en casa, se aseguró que estaba bien y se marchó. Fui quitándome los zapatos, la chaqueta, la camiseta y todo lo que podía en el camino a la habitación. Me desmaquillé, me puse la pijama y me acosté. Se sentía todo tan solo que deseé haber tomado mucho más esa noche y dormirme de inmediato para no extrañar a Edward… ¡Oh por Dios!
Me levanté como impulsada por un resorte y empecé a buscar mi bolsa en el pasillo; la encontré y metí mi mano para “bucear” en ella mi teléfono. Rápidamente lo saqué y lo encendí; lo había apagado durante la sesión de fotos y olvidé prenderlo. Tenía 16 llamadas perdidas de Edward y la última había sido apenas 10 minutos antes por lo que sin dudar, oprimí el número 1. Apenas dio un llamado cuando lo escuché…
–¡Isabella! ¿Estás bien? – preguntó alarmado.
–Si – dije despacio y suave – estoy bien cielo ¿Tú como estás? ¿Cómo estuvo tu día?
–¿Dónde estabas? Te marqué toda la noche, Bella - se notaba la angustia en su voz.
–Salí con las chicas, fuimos a un bar y olvidé encender de nuevo mi teléfono al salir de la sesión – me sentí mal al reconocerlo.
–Me tenías muy preocupado, amor – dijo sincero – estaba a punto de despertar a todos para preguntarles por ti.
–Lo siento mucho, te prometo que no volverá a ocurrir – le aseguré – te extraño…
Platicamos alrededor de veinte minutos, Edward tenía que levantarse muy temprano y no había dormido nada por estar preocupado por mi tonto descuido, nunca más me volvería a ocurrir.
***
–¿Por qué tienes esa cara? – Choo golpeaba la punta del pie en el suelo - ¿no tomaste de más verdad?
–No, solo tengo sueño, al llegar a casa me quedé hablando un rato con Edward – bostecé – lo extraño.
–¿Y me lo dices a mí? – bajó triste la mirada – me siento como un alma en pena borracha que va azotándose de pared en pared – me soltó en un murmullo.
–Lo extrañas mucho ¿verdad?
–Mira, ya llegamos – Jimmy me cambió el tema bruscamente, abrió la puerta de la camioneta y corrió internándose en el edificio.
Esa mañana teníamos una junta para hacer una sesión de fotos para la campaña “Got Milk?”, que tenía el único propósito de fomentar en los adolescentes el beber 3 vasos al día de leche sin grasa.
--Bella – me decía el Sr. Scott, encargado de la campaña – es un placer contar contigo, bienvenida.
Les agradecí que pensaran en mí para el trabajo y me puse a su disposición. Me comentaron varios aspectos sobre como manejaban la publicidad y la difusión tan amplia que le daban. Hablamos también del look que se manejaría y me alegré cuando me dijeron que si algo no me gustaba, podían cambiarlo aunque por los storyboards que me mostraron no iba a ser necesario hacer ningún cambio, todo estaba perfecto.
***
EDWARD’S POV
Respiré ya tranquilo después de colgar con Bella. El recibir su llamada me regresó al alma al cuerpo calmando el asfixiante dolor en el pecho que tenía gracias a mi mente que me jugaba una mala pasada reviviendo aquel infame recuerdo de cuando viajé a Berlín con Irina. Afortunadamente, todo había sido por un descuido de Bella al no encender de nuevo su teléfono después de su sesión de fotos, sólo eso.
Sólo esperaba poder dormir siquiera un par de horas. Habíamos volado gran parte de la noche y al llegar a Colorado Springs, solo tuvimos tiempo de llevar el equipaje al hotel y salir en un helicóptero hacia Pikes Peak, junto a las Montañas Rocosas para observar el trayecto caudaloso del río.
--¿Estás bien? – pregunté al ver a Nadia más blanca que un papel antes de subir al helicóptero. Ella sólo asintió nerviosa; me acerqué a ella pasándole un brazo por los hombros para hacerla sentir segura.
--Hey, ¿a estás alturas con miedo a volar? – negué la cabeza divertido – te has subido a grúas tan elevadas que esto me parece una broma Di.
--No es lo mismo, las grúas hacen tierra y este aparatejo no – alegó - ¿no hay otra forma de llegar?
--Tranquila, esto es muy seguro – apreté sus hombros – ya verás que ni cuenta te darás de nada, vamos – la ayudé a subir y nos pusieron el cinturón de seguridad. Nadia se veía realmente mal, temblaba, estaba cada vez más pálida y sudaba frío. Al empezarse a mover el helicóptero, cerró los ojos y se tensó; tomé su mano y la mantuve oprimida durante los casi 50 minutos que duró el trayecto. Cuando llegamos y estuvo segura de que ya estaba estable en el suelo, bajó como bólido y se alejó deprisa. Me hizo tanta gracia que me reí despreocupado.
Comenzamos con nuestro trabajo y tomando interminables notas; observamos el cauce del río, hicimos un cálculo aproximado de la fuerza con la que corría el agua y registramos muchos datos más que fuimos recavando a lo largo del día. Caminamos por la orilla entre las piedras, mojándonos los pies sin importarnos en ese momento, pero nos arrepentimos por ser intrépidos cuando sentíamos que nuestros dedos se congelaban doliéndonos como si nos clavaran millones de alfileres… seguro que así sintió mi pobre Bella esa vez de las fotos en la presa aquella madrugada, se veía tan hermosa…
Para ser sinceros, nosotros no teníamos que realizar esa investigación tan primaria. Había muchos ingenieros que hacían su pasantía y que eran los encargados de esa tarea, pero no había nada como cerciorarse uno mismo de primera mano. Ese primer día nos ocuparíamos de eso, los siguientes iríamos a Lake Tahoe y ya nos dedicaríamos a trabajar inspeccionando la presa, lo cual era el motivo real de nuestro viaje.
Llegó la hora de volver y al subirnos al helicóptero, me di cuenta de qué tan cansado estaba. Nadia se encontraba en las mismas condiciones o aún peor, ya que se durmió durante el regreso olvidando su temor a volar en el ‘aparatejo’, como ella le decía.
Ya en mi habitación, le marqué a Bella pero su teléfono me mandó al buzón. Después de un merecido baño muy caliente y de una buena cena, volví a llamarla obteniendo el mismo resultado, nada. Intenté llamarla alrededor de 12 o 13 veces, si es que había contado bien, y ya estaba muy nervioso; era muy extraño que no respondiera, ya era algo tarde como para que siguiera trabajando. Jimmy tampoco contestaba y ya me estaba alterando, llamaría a Emmett para ver si él sabía algo de Bella ya que Rosalie y también Alice debieron estar en la misma sesión.
En eso estaba cuando al fin, sonó mi teléfono con el tono de Bella. Escuchar su voz me relajó automáticamente; había salido con las demás chicas a un bar. Me dio gusto saber que había tenido una noche divertida, se lo merecía después de estar solo concentrándose en sus clases.
***
Cada día que pasaba, estaba más seguro del paso que daría. Bella era la mujer de mi vida y yo solo quería hacerla mi esposa, mi mujer por todas las leyes y rituales, pasando por todos los protocolos y requisitos necesarios para que se uniera a mí por siempre. Lo deseaba tanto que soñaba cada noche viéndola vestida de blanco caminando hacia mí descalza con una corona de flores muy sencilla en la cabeza y sus ondas castañas cayendo libres por sus hombros y espalda… ¡Como la amaba!
Tenía prisa, mucha prisa por proponerme a Bella y que me aceptara, necesitábamos hacer planes para el futuro. Retomar nuestra búsqueda de otro lugar para nosotros, organizar nuestra boda y lo más importante, pensar en formar nuestra familia, que era lo que yo más anhelaba.
Aunque a veces pensaba que tal vez eso fuera un poco injusto para ella. Después de tanto esfuerzo y trabajo ¿querría Bella tener un hijo? ¿Detener su carrera que estaba en su mejor momento pese al accidente? Yo tenía muchas ganas de ser padre y quería ser un papá joven. Pero… bueno, tendríamos que platicarlo y cuanto antes. Sólo esperaba el momento ideal para pedirle a Isabella que aceptara ser mi esposa y eso sería muy pronto. Con esa clara idea en la mente, me quedé profundamente dormido.
Me levanté con el despertador de mi teléfono. Había podido descansar casi 4 horas; después de una rápida ducha para despertar bien, me vestí algo más formal y bajé al restaurante del hotel ya con mi maleta en mano para encontrarme con Nadia y desayunar antes de volar a Lake Tahoe.
--Hola Di, ya tienes otra cara – me burlé – aunque hoy también volamos en helicóptero ¿Lo sabías? – venía del bufete y al escucharme se congeló y casi se le cae el plato que tenía en las manos.
--No es gracioso Cullen – dijo cuando no aguanté y me reí.
--Admítelo Di, tu terror a los ‘aparatejos’ es muy divertido – corté mi frase al oír sonar mi teléfono, era Bella… - Buenos días señorita Swan – me adelanté a su saludo.
--Ingeniero, llamaba para “levantarlo” – dijo remarcando la última palabra, sabía muy bien a lo que se refería porque era su costumbre casi cada mañana.
--No sabe usted cuanto lo lamento – dije alejándome de la mesa para tener privacidad – pero esta mañana tuve que despertarme muy temprano… la extrañé mucho.
--Me puedo hacer una idea Ingeniero, yo también lo siento – su voz melosa me descuadraba - ¿de donde obtendré mis vitaminas ahora?
--Tal vez esta noche pueda adelantarle algo – le sugerí - ¿Le gustaría?
--Me encantaría pero estaré muy ocupada, tengo un evento – dijo afligida – que pena…
--¡Dígamelo a mí! – me lamenté - ¿Cómo estás amor? Te extraño como un loco.
--Yo más, la cama está fría y no me gusta estar sola… ya vuelve – me pidió.
--Ya falta menos, cuando menos te des cuenta ya estaré de vuelta en casa – la consolé – amor, tengo que dejarte – Nadia me hacia señas para apurarnos, estábamos cortos de tiempo – te llamo cuando tenga un espacio ¿de acuerdo? Cuídate, te amo.
--Te amo Ingeniero, cuídate tú también.
Los días siguientes estuvieron demasiado ajetreados. Estaba ocupado desde muy temprano hasta ya muy entrada la noche. Tanto Nadia como yo estábamos asombrados y eso se debía en gran parte a que siempre habíamos trabajado en construcciones muy modernas, con tecnología de punta, y el poder observar que esa presa trabajaba casi con los fundamentos básicos de la arquitectura y la ingeniería, era de admirar, porque aún siendo tan antigua, ya que tenía más de 50 años de haber sido construida, funcionaba a la perfección gracias a un buen diseño y construcción.
No imaginé que estar en esa presa atraparía tanto mi interés que no me daría ni cuenta de cómo pasaban las horas. El tiempo que estuvimos ahí se me paso literalmente “como agua” y cuando llegaba por las noches a mi habitación, estaba tan agotado que una vez me quedé dormido al teléfono mientras hablaba con Bella; otro par de noches ella tuvo algunos eventos y casi no habíamos podido hablar mucho, por lo que estaba desesperado por volver a casa.
Aunque hubiera preferido no haber tenido que separarme de Bella, tenía que admitir que mi viaje había sido de lo más provechoso ya que siempre sería bueno echar un ojo a las raíces y bases de cualquier cosa que se hiciera. Tampoco podía quejarme porque, exceptuando el haber extrañado a mi Isabella, me había divertido mucho. Nadia había vuelto a ser aquella chica divertida de la universidad; esa que se reía por todo y hacía muecas y miles de gestos cuando estaba concentrada en alguna cosa, que se asustaba fácilmente y que cuando estaba hambrienta, podía dejar sin comer a todo un batallón. Definitivamente, me había alegrado los días.
Por fin, el día de volver a casa llegó. Si teníamos suerte, estaría en casa alrededor de la media noche, le daría la sorpresa a Bella, ya que pensé que tendríamos que quedarnos un par de días más y así se lo había dicho, pero al final no fue necesario. El vuelo de regreso estuvo muy relajado y como ya era costumbre, bromeaba con Nadia y la hacía enfadar por cualquier cosa.
--Después de este viaje, me tomaré vacaciones por un mes – me advirtió.
--¿Un mes? – hice una mueca – búscate un novio Nadia, creo que será más efectivo que un mes de vacaciones.
--¿Por qué los hombres solo piensan en eso? – preguntó ofendida.
--Hazme caso Di, verás que si lo haces, un fin de semana será suficiente para que te “pongas al día” – me reí.
--No puedo creer que me estés diciendo esto – dijo abochornada - ¿Tan mal me veo como para que tengas que hacerme esta recomendación?
Me encogí de hombros mientras la recorría con la mirada de arriba hacia abajo – Sólo date prisa Di, por favor – le supliqué disimulando mi risa.
--¡Idiota! – intentó no gritarme su gran y ofensiva palabrita – no necesito eso – dijo entre dientes.
--No te enojes – dije disculpándome pero con una sonrisita mientras la abrazaba atrayéndola a mí – sabes que te quiero ¿No? – y le di un beso en la mejilla pero ella se apartó con rapidez.
Como calculé, llegamos a Nueva York después de las 10 de la noche. Tomé un taxi con Nadia y la dejé en su apartamento antes de detenerme en un puesto de flores donde le compré a Bella un ramo grande de rosas rojas. Ella no estaba en casa cuando llegué, así que me di un merecido baño y después, el hambre me dirigió a la cocina. Estaba cansado y lo máximo que haría sería calentar algo que Ana hubiera dejado preparado, así que busqué en el refrigerador pero solo encontré botellitas de agua y… manzanas.
Después de cenar una rica sopa de lata de la alacena, me fui a la cama. Ya era muy tarde y Bella no llegaba. No tenía porqué preocuparme; sabía que Tom no se separaba de ella hasta dejarla en casa, algo que no recordé aquella noche, y Jimmy era su sombra, así que tranquilo, me cubrí con las sábanas, el edredón y me dormí.
Un cuerpo cálido se pegó a mí por detrás… era ella. Pasó un brazo bajo el mío y su mano tocó mi pecho, apoderándose sus dedos de una de mis tetillas, rodándola entre ellos haciéndome gemir. Una pierna se enredó entre las mías, adhiriéndose aún más su cuerpo al mío. Mi nuca recibía suaves besos y me estremecí.
Me giré tan rápido como pude reaccionar y quedé sobre su cuerpo. Era tan hermosa, ¡Dios, cuanto la había extrañado! Me incliné y me hundí en su cuello, devorándomelo a besos y a roces de mi lengua mientras sentía como su pelvis se alzaba buscando el inevitable frote con mi ya erecto y palpitante miembro. Bajé mis labios buscando lo que tanto había ansiado.
--Las extrañé mucho – susurré besando una de ellas – tan hermosas como siempre – les di tanto placer a ambas como pude, elevando mi necesidad de algo más; mi cuerpo estaba a punto de reventar de deseo por las caricias que surtían efecto tanto en Bella como en mí y que provocaban esa ola de gemidos y jadeos que inundaban la habitación.
--Abre las piernas Isabella – le pedí y me obedeció. Me acomodé entre ellas listo para penetrarla pero antes, subí a sus labios y sin poder resistirme a ellos, la besé con hambre y necesitado de ella, demostrándole que no sólo mis labios y esa otra parte de mi cuerpo la habían extrañado, sino también, mi mente, mi alma y mi corazón.
--¡Mírame! – le ordené y Bella abrió los ojos antes de enterrarme en su cuerpo y de que yo sintiera que todo desaparecía a mi alrededor. Mi cuerpo reaccionaba solo y yo me dejaba llevar por él, acercándome rápidamente a un orgasmo inminente. Empujaba mi miembro en un movimiento mecánico, sin parar, cada vez con más fuerza, invadiéndola… sentí sus paredes comenzar a ejercer presión alrededor de mi, estaba cada vez más cerca. Aceleré mis embestidas haciéndola gritar más fuerte mi nombre entre sus jadeos.
--¡Por favor! ¡Por favor! – me rogó como siempre lo hacía, sin que esto dejara de causar un grave efecto en mí – Edward…
--Si amor – le concedí lo que quería moviéndome dentro y fuera de ella aún más rápido si es que eso podía ser posible, sabiendo que eso no solo nos llevaría a un profundo orgasmo, sino al éxtasis total. Gritamos de placer casi al mismo tiempo. Perdidos en otro mundo. Plenos de deseo satisfecho y de amor. Permanecimos un rato así, abrazados y unidos, como a ella le gustaba. Salí de ella y me acomodé a su lado, mirándola de frente.
--Te extrañé mucho Bella – le dije dándole un beso en los labios.
--Yo más – cerró los ojos y se pegó de nuevo a mi pecho – pero ya estás aquí.
--Y ya estoy recobrando mi color normal – la miré levantando las cejas repetidamente.
--¿De qué color estabas? – ella me miró extrañada.
--¡Azul pitufo! – solté una carcajada por mi tonta broma – pero ya solucioné parte de mi problema ¿Me ayudas con la parte que falta? – pregunté inocentemente acercándome a oler su pelo.
--¿Bella, estás fumando? – me separé un poco para verla a los ojos.
--No, seguro fue alguien cerca de mí en la terraza – enrolló sus brazos en mi cuerpo y continuamos con la recuperación de mi color habitual.
Desayunamos juntos por la mañana. Bella se levantó antes que yo y mientras me daba una ducha, ella me preparó un omelet con tostadas, jugo y café. Ella sólo comió un plato de frutas, que no supe de donde aparecieron y que por supuesto en su mayoría ¡eran manzanas!
--Cielo – dijo mientras se paraba a dejar su plato sin terminar en el fregadero, mostrándome una estupenda vista: su precioso trasero en unas diminutas bragas rosas – quieren una portada y un artículo de muchas páginas en Harper’s y en Vogue, estoy emocionada – se sentó en mi regazo.
--Que bueno – me alegré – quiere decir que tus bonos van subiendo, felicidades amor – besé su cuello cerca del oído.
--Los míos y los tuyos – me sonrió – nos quieren juntos…
¿Qué?
No le di a Bella una respuesta. ¿Cómo iba a hacerlo? Yo no era modelo y no quería serlo. ¿Por qué me querían a mí? ¿Solo por ser novio de Bella? Agghh… gente loca…
Le dije que lo pensaría, pero honestamente, lo hice por no decirle justo en ese momento que no y borrarle esa sonrisa tan dulce que me derretía los huesos. Estaba seguro que no lo haría, solo que vería el modo de suavizar mi negativa y que Bella no se lo tomara tan a pecho, de todas formas las revistas no le retirarían las ofertas si yo no aceptaba ¿O sí? Tendría que hablarlo con Ángela y averiguar un poco, pero lo haría sin que Bella lo supiera. No quería que se enterara de que solo buscaba la manera de escabullirme y rehusarme de hacer esas grandiosas fotos. ¿Modelo yo? ¡Jaa!
***
Los días previos al desfile de Victoria’s, Bella llegó tarde a casa todas las noches. Tenía eventos y presentaciones; yo sabía bien que tenía que cumplir pues eran contratos firmados y después de todo, era trabajo. Yo la esperaba en casa; terminaba tan cansado con la presa que casi siempre me dormía y no me daba cuenta cuando llegaba, pero varias noches además del olor a cigarro, sentía que ella había tomado alcohol. No es que se lo prohibieran o que me molestara, solo me parecía extraño ya que Bella no tomaba si estaba trabajando.
--Cielo, hoy también llegaré tarde. Otra fiesta – me dijo con fastidio mientras me afeitaba.
--Si no quieres ir a más de estas fiestas, habla con Ángela – rocé mi mejilla con la suya embarrándola con espuma – te extraño Bella.
--Yo también – me dio un beso el los labios – hablaré con Áng., por cierto, ¿ya lo pensaste? – me miró ansiosa.
--Ehh, yo… aún no. He estado tan ocupado amor, que no he tenido cabeza, lo siento, pero te prometo que lo pensaré y te daré una respuesta pronto – continué pasando los filos de las navajas en mi rostro.
--Solo tienes que decir “si” y ya – me presionó.
--Así como tú también solo tienes que decir “no” y se acaban las fiestecitas – giró su rostro y me miró desconcertada.
Enojada, porque la conocía y sabía que se había enojado por mi “sugerencia”, tomó su enorme bolso y salió de casa. Bella no estaba de humor para que pudiéramos hablar de nuestro futuro; estaba nerviosa por el desfile y lo mejor sería esperar un poco, no debía presionarla. Era lo mejor.
Ese día me lo pasé en la presa viendo los detalles de la “casa de máquinas”. Terminé enlodado ya que me resbalé; con el clima húmedo y una que otra llovizna, el lugar era un lodazal. Al acabar el día, subí a mi auto y llegué a casa, con frío, hambre, mojado y muy sucio. Me bañé, fui a calentar la cena que Ana me preparaba todos los días y encontré sobre la barra una revista de chismes.
“¿Edward Cullen con otra rubia? Primero fue Irina Van Draus y ahora esta rubia de identidad desconocida, por el momento. Aquí lo vemos muy divertido con ella en el aeropuerto de Reno, Nevada. ¿Será que pasaron unos días en el idílico Lake Tahoe? No importa Bella, ¡Date un golpe en la cabeza contra la pared y te olvidas que leíste esto en nuestra revista!”
¡Puta Madre!
Bella estaba furiosa y tenía toda la razón. Yo le había pedido que confiara en mí ¿Y aparece eso? Yo sabía que todo era un falso chisme barato, pero desgraciadamente para mí, la foto daba otra idea. Tenía que ir a buscarla. Me vestí con lo primero que encontré y salí en mi auto, sin rumbo hasta que Tom contestó mi llamada dándome el nombre y la dirección del lugar donde se encontraban. Era un club nuevo en la ciudad llamado “Venom”.
Tom me esperaba en la puerta para ocuparse de mi auto para que yo no perdiera tiempo. El lugar era un hormiguero de gente pero me fui directo a lo que supuse sería el área VIP. Ahí estaban un par de chicas que eran amigas de Bella, bailaban animadas en la pista y luego la vi… tenía un vaso en la mano y platicaba con un tipo mientras se movía al ritmo de la música. Me acerqué tratando de respirar hondo mientras llegaba a su lado.
--Bella, vamos a casa amor – le dije al oído y la tomé del brazo. Ella solo se sobresaltó un poco al escuchar mi voz, pero sin resistirse como pensé que lo haría, dejó su vaso, tomó su pequeño bolso, se despidió de las chicas y también de “Steve”, su amigo, quién me miró retador.
Rodeé su cintura con mi brazo todo el camino hasta la puerta donde estaba Tom con mi auto. Le abrió la puerta y Bella subió sin protestar. Subí a mi lado y me incliné sobre ella para abrochar su cinturón y tampoco hizo nada por apartarse. Puse en marcha el auto y preferí no decir nada hasta que llegáramos a casa, sería lo más inteligente ya que ella no demostraba ninguna emoción; ni enojo, rabia, coraje, nada. En un arranque, coloqué mi mano en su muslo como siempre lo hacía y la apreté contra él acariciándolo e internando mis dedos en el interior de sus piernas. El que no reaccionara, no era nada bueno.
Estacioné el auto y la ayudé a bajar. Abrí la puerta del apartamento y entró rápido, la seguí y ella fue directamente a la cocina, tomó la revista y se giró aventándomela con fuerza a la cara sin decir media palabra. ¡Maldita sea! Estaba más enojada de lo que yo pensaba.
--Sabes bien que los medios manejan todo a su antojo – dije en mi defensa – eso es mentira, Bella ¡Lo sabes! No puedo creer que a estas alturas me siga pasando esto…
Se dio la vuelta y comenzó a desvestirse camino a nuestra habitación mientras iba siguiéndola. Entró al baño y salió unos minutos después, se acostó en la cama en total silencio y me encendí.
--No Isabella, no te vas a dormir sin decirme nada – la amenacé, necesitaba saber al menos qué pensaba de esa puta mentira. Se volteó hacia mí y me miró.
--Déjalo así Edward, deja que se me pase el enojo, confío en ti, solo deja que el enojo se vaya, por favor – sus ojos me suplicaron dejándome confundido y sin poder negarme a lo que me pedía – discúlpame por tirarte la revista a la cara – dijo apenas en un susurro. Me acosté detrás de ella abrazándola y hundiendo mi cara en su pelo para respirar su aroma que se perdía en el olor a cigarro.
--Olvida eso, gracias por creerme amor – besé su hombro y me detuvo.
--Por favor Edward…
De nuevo tenía razón y yo debía agradecerle la confianza y darle tiempo para que esa puta patraña se alejara de su mente, justo como ella quería. ¿No podría demandar a esa revista por daños? Le estaban causando un daño emocional a mi mujer y podían provocar que nuestra relación se dañara, si no fuera porque Bella confiaba en mí, ya estuviera solo de nuevo en mi frío apartamento.
***
Afortunadamente el disgusto se disolvió mientras dormía, ya que cuando se despertó, hicimos el amor de una manera que nos dejó sin aliento, borrando todo rastro de aquel desagradable incidente. Le agradecí de muchas formas su confianza y ella sólo me pidió olvidar ese mal rato.
¿Necesitaba otra señal que me asegurara que Isabella era la mujer indicada para mí? ¿La necesitaba después de esa muestra de confianza y amor?
Con esa idea llegué a la presa, convencido de que no debía esperar más tiempo. Mientras más rápido le pidiera a Bella que aceptara casarse conmigo, se acabarían los falsos rumores y chismes que tanto la agobiaban, le daría su lugar a mi lado como mi esposa y la seguridad de ser la única mujer para mí, la única mujer en mi vida.
Después del incidente, Nadia y yo habíamos hablado y desde luego no tuvimos ningún problema; ambos sabíamos que eran chismes sensacionalistas y todo quedó en eso. Seguimos trabajando y llevándonos como si nada porque no le dimos al asunto la importancia que no tenía.
--¿Y a que se debe esa cara de alegría? – le pregunté a Nadia mientras dejaba mi café sobre el escritorio, un par de días después de platicar.
--¿Y tú desde cuando tomas capuchino? – puso cara extrañada.
--Bah, no es tan malo – me senté en mi silla y subí los pies al escritorio – su respuesta señorita por favor ¿y esa carita?
--Voy a ver a mis padres – levantó las manos - ¡Vacaciones al fin!
--¿Así le dices ahora al hombre con el que te vas? ¿Tus padres? – sonreí – me da gusto que hayas seguido mis consejos – le guiñé un ojo.
--Idiota – murmuró pero la oí muy bien.
--Pero te ibas en noviembre ¿No?
--¿Has visto tu calendario últimamente? ¡Oh perdón! Ahora sólo lo revisas para ver que días no podrás…
--¡Hey! ¡Ya entendí! – la corté – Perdón si he andado algo distraído.
--¿Algo distraído? – ladeó la cara enarcando una ceja - ¿Estás bromeando? Yo ya te daba por perdido, Edward – se burló – pero veo que aún podemos rescatar algo de ti.
--¡Desde luego! Pero Di… necesito un favor – sonreí y me miró con curiosidad – ¿Antes de irte me podrías asesorar con algo?
--Claro, ¿de qué se trata?
--De gustos femeninos.
--¿Gustos femeninos? No estoy entendiendo.
--Es muy fácil, solo tienes que acompañarme a escoger algo.
--¿Y qué es?
--Un anillo…
Después de pedirle ayuda, Nadia casi si infarta por la sorpresa. Me dio una explicación de porque no debía ayudarme con eso.
--Eso es algo muy especial, Edward – dijo mientras se abanicaba con unos papeles de mi escritorio – debe ser tú decisión, basada en los gustos de Bella. Si yo te ayudara dejaría de ser tan simbólico, lo siento pero no puedo con eso, tendrás que hacerlo solo, confía en el amor que le tienes, estoy segura que guiándote de eso le comprarás algo bellísimo… - la noté algo inquieta – Edward… ¿puedo adelantar mi viaje?
¿Cómo podría decirle que no? ¡Imposible! Era en exceso responsable en su trabajo, me cuidaba siempre las espaldas y además era mi amiga. Se merecía todo el tiempo que quisiera irse.
--Claro, tómate todo el tiempo que necesites Di – la abracé – aunque no me gusta que te vayas y me dejes aquí solo, te voy a extrañar – besé su coronilla.
--Entonces me voy – se separó de mí nerviosa.
--¿Ahora? – le pregunté confundido.
--Si, lo siento – dijo a modo de despedida – cuídate Edward.
Y salió deprisa de la oficina dejándome un poco intrigado.
¿Qué diablos le sucedía?*
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Gracias PattinsonWorld :)