lunes, 11 de octubre de 2010

CAPITULO 34

CAPITULO 34


EDWARD’S POV

--Por favor Bella vuelve – dije con un nudo en la garganta – vuelve a mí…

Cerré fuertemente los ojos para evitar que se llegaran a formar las lágrimas en ellos, era lo último que necesitaba después de casi confesarle a Isabella que la amaba, la extrañaba y la necesitaba.

--¿C-cómo d-dices? – titubeó mirándome confundida.

--Bueno – tenía que pensar en algo rápido para responderle – tú y yo somos… nos llevamos muy bien y te extraño, extraño a mi… amiga.

--Oh – dijo suavemente.

--¿Entonces qué? ¿Estás dispuesta a salir de la cama? – Me obligué a recomponerme y al escucharme volvió a aferrarse a las sábanas – Vamos, ¿Qué puedes perder? – lentamente negó con la cabeza mirando a la pared.

--Sé que no te agradaría quedarte todo el día aquí acostada Bella, anda vamos, y te prometo que cuando quieras regresar lo haremos ¿Qué te parece?

--Está bien – aceptó un par de minutos después – iremos por la tarde – apenas se escuchaba su voz.

--Oh no señorita, el trato es válido a partir de ahora mismo, sino, no prometo nada – traté de decir con más ánimo. Ella parecía estar meditando mi proposición y yo rogaba porque aceptara.

--Voy a darme un baño entonces – habló tímidamente.

--De acuerdo – intenté disimular mi alegría – te espero entonces.

Salí de su habitación para darle privacidad y que pudiera salir de la cama para darse un baño; el baño que deberíamos haber tomado juntos como casi cada mañana lo hacíamos. Entrábamos en la ducha caliente, mojando nuestros cuerpos, le ayudaba a humedecer bien su cabello para darle un buen masaje con el shampo de fresas que tanto me gustaba, ella hacía lo mismo conmigo y no me importaba oler igual que ella, me encantaba saber que teníamos el mismo aroma. Tomaba la esponja y la llenaba del gel con el mismo olor y la pasaba por su espalda tan hermosa, delineada y muy femenina, frotaba con firmeza como ella me pedía y bajaba por sus bellas y firmes nalgas; sus piernas eran otro deleite para mí, tan largas y torneadas que al llegar a esa parte de su cuerpo yo ya no era conciente de mí, solo tenía que estar dentro de ella para saciar mi necesidad de su cuerpo, de sentirla y hacerla mía, de darle el placer que me suplicaba para calmar también su deseo de tener mi cuerpo en el suyo.

La giraba y cubría a mis tiernas niñas con mis manos, su suavidad era abrumante y embriagante, incitadoras, las liberaba de la espuma y cerraba mi boca sobre una de ellas intentando reproducir los mismos movimientos en la otra con mis dedos, las masajeaba, mordía esos erectos pezones que eran solamente míos, los jalaba con mis dientes mientras los grititos de Isabella me excitaban cada vez más. Me ponía de rodillas tomando la esponja de nuevo, frotándola contra su vientre plano, lo llenaba de espuma y rodeaba su ombligo con una mano mientras la otra encontraba la unión de sus piernas y me adentraba en ella despacio, abriéndome camino entre sus labios desnudos y encontrando esa zona tan tibia y delicada que solo yo conocía; suavemente rozaba ese hinchado botón que palpitaba entre mis dedos, lo tocaba con la delicadeza que se merecía y cuando sus gemidos ya eran bastante fuertes, le hacía más intensas las sensaciones que tenía al introducir mis dedos en ella. La sentía retorcerse y temblar en mi mano provocándome enterrarme en ella y era lo siguiente que hacía porque ya era irresistible para ambos seguir prolongando lo necesidad de poseernos.

Me ponía de pie y la recargaba contra el mármol de la pared, rodeando su cintura con mi brazo para asegurarla y protegerla de perder el equilibrio, la cargaba un poco y me pegaba a su cuerpo para que sintiera la dureza de mi deseo; subía una pierna a mi cintura y de un fuerte empujón de mi cadera entraba en ella, haciéndola gemir al sentirme llenando su cuerpo, invadiendo cada centímetro que me era permitido, repitiendo la acción una y otra vez, entregándonos a esa pasión que nos perdía y nos hacía olvidarnos de todo a nuestro alrededor salvo nosotros; Bella recibía mis embestidas con un gemido que se volvía cada vez más sonoro al acercarse a su liberación, lo sentía porque la tensión sobre mi miembro crecía con cada intromisión; yo sabía cuando estaba cerca, sabía cuando llegaría su culminación y momentos después la mía, siempre era así, inevitable y maravilloso.

Sus músculos se cerraban a mi alrededor con fuerza, sus uñas se clavaban en mi espalda y hombros, sus gemidos y jadeos eran incontrolables, Bella estaba a punto de explotar del deseo que yo le provocaba; un par de embestidas más y llegaría, una más y ya disfrutaba de un orgasmo que la dejaba vibrante entre mis brazos, podía sentirla plenamente, quería alcanzarla no podía perder el ritmo, una embestida más y ¡Dios! era glorioso estallar así…

--Te extraño Bella – susurré casi para mi mismo apretando mis puños. Me tomé un momento para recuperarme; no podía llegar al salón con tremenda evidencia de mi deseo; necesitaba pensar en un lugar muy frío y solitario.

Me dirigí ya muy calmado para darle las buenas noticias a Reneé y a Jimmy quienes al escucharlas ahogaron gritos de emoción al saber que mi Isabella había decidido salir de la cama y estaba preparándose para pasar el día afuera, olvidando un poco los sentimientos tan confusos que sentía.

--¿Qué le dijiste? – Jimmy abría los ojos enormes preguntándome.

--No te preocupes, no dije nada que pudiera afectarla – admití – sólo le dije que todos la extrañábamos y que la queríamos de vuelta.

--Dios Edward, ojala que pierda el miedo; yo también creo que Jimmy tiene razón y es eso lo que le impide recordar, esa incertidumbre la está frenando – su madre concordó.


Media hora después Isabella entraba a la cocina dónde nos encontrábamos; se veía hermosísima con esos pantaloncitos negros, su blusa blanca con un dibujito y su suéter café, sencillamente encantadora.

--Estoy lista – anunció con una sonrisa muy pequeña.

--Hey Bella, te ves bien – Jimmy dijo guiñándole un ojo.

--Es verdad – se le unió Reneé en los cumplidos – te ves muy guapa.

Me miró esperando mi opinión pero no dije nada, estaba mudo al verla tan linda y frente a mí.

--Bien, si ya estamos listos – le sonreí – entonces vámonos.

Se colgó un bolso muy pequeñito en el cual juraba que apenas cabría un teléfono, ¡Qué diferencia con los costales de piedras que siempre llevaba! Sonreí para mis adentros y me adelanté para abrir la puerta de la casa y del auto.

--¡Diviértanse mucho! – nos despidió Reneé.

Le ofrecí mi mano para bajar el par de pequeños escalones de la entrada y recordé que justo así había hecho la noche que nos conocimos y muchas noches siguientes a partir de esa ocasión. Ella tomó mi mano pero no dio señales de que esa acción le recordara algo; debía calmarme por mi propio bien y no esperar que de la noche a la mañana Bella fuera a recordar cosas como por arte de magia; tenía que ser muy paciente y aceptar que no todos los días Isabella iba a tener la misma buena disposición de esa mañana. Necesitaba ser muy realista para no desilusionarme demasiado pronto.

Subió al auto y se acomodó en el asiento; automáticamente, tomé el cinturón de seguridad y me incliné para abrochárselo. Escuché que jaló aire por la boca como asombrada y giré mi rostro quedando muy cerca del suyo.

--Oh, lo siento Bella – me disculpé – es que siempre te ayudo con esto – dije restándole importancia a lo ocurrido. Por fin Jimmy salió de la casa y se subió al auto.

--¿A dónde nos llevas Edward? – Preguntó desde el asiento trasero.

--Bueno, es una sorpresa, pero si no nos perdemos y llegamos sin contratiempos estoy seguro que a Bella le gustará; dicen que es un punto obligado para conocer – encendí el auto y me dirigí hacia la calle que me habían dicho en el hotel debía tomar. En un movimiento involuntario estuve a casi nada de poner mi mano en la pierna de Isabella, justo como lo hacía cada vez que conducía y ella iba a mi lado; era muy difícil dejar de hacer muchas de esas pequeñas cosas que ya eran tan naturales entre nosotros, me costaba demasiado concentrarme y evitarlas.

Bella ni siquiera lo notó, iba muy callada observando el camino; las callejuelas y las pequeñas plazuelas a nuestro paso llenas de colorido llamaban mucho su atención. Jimmy y yo conversábamos de cosas triviales cuando la escuchamos.

--¡Mira! – me señalaba con un dedo a un hombre vendiendo mariposas de cristal y a otro detrás de él que vendía palomas y de pronto la callecilla estaba repleta de vendedores de figuras de cristal, ónix, ópalo y diversos materiales transformados en siluetas de animales o insectos. Era un pequeño mercado de artesanías dónde los artesanos vendían sus obras; también había pintores que hacían un retrato tuyo en menos de media hora, músicos, cantantes y hasta magos.

Estacionamos el auto a un par de calles del lugar a dónde íbamos; como siempre, ayudé a Isabella a bajar y le ofrecí mi mano para caminar juntos hasta llegar a nuestro destino. En otras circunstancias sólo la hubiera tomado sin aviso o sin proponerle la mía. Bella se me quedó mirando extrañada.

--Las calles son empedradas y has demasiada gente, no me gustaría que te tropezaras y cayeras – fue todo lo que dije y para mi sorpresa, Bella tomó mi mano. Mi corazón se alborotó; parecía un adolescente en su primera cita pero era la verdad, justo así me sentía.

Rodeamos el pequeño mercado y atravesamos una pequeña plaza la cual estaba bastante despejada pero no solté a Isabella, mantuve su mano en la mía y ella no dijo nada. De reojo miré a Jimmy quien disimulaba una sonrisa.

--Ya estamos aquí – anuncié de pie frente a la antigua construcción – es la Catedral de Florencia.

--¡Oh arriba es dónde está el Duomo! – Gritó Jimmy entusiasmado y yo asentí sin quitar la mirada de Bella que no parecía ciertamente interesada; se giró hacia la calle dónde estaba el mercado y se soltó de mi mano.

--¿Entramos?

Bella regresó su atención a nosotros y asintió. Jimmy no nos esperó y avanzó, tal vez para dejarnos solos un rato. Una vez dentro de la Catedral, me quedé pasmado al verla. El piso de mármol, las columnas sosteniendo los techos junto con los arcos, tanta meticulosidad, tanta…

--¿Te gusta verdad? – oí su voz aún tímida. No sabía con exactitud cuanto tiempo llevada admirando todo lo que estaba a mí alrededor.

--Si – admití - nunca dejaré de maravillarme con estas obras y su infinita perfección; son tan hermosas que duele verlas – suspiré al compararla mentalmente con Bella.

Le expliqué un poco de la historia de la Catedral y de su construcción tratando de no usar términos complicados de arquitectura e ingeniería como comúnmente me sucedía cuando hablaba sobre el tema que me apasionaba. Bella escuchaba pacientemente; no me preguntaba nada y asentía en algunas ocasiones mientras yo hablaba.


Avanzábamos despacio para admirar con tranquilidad la puerta de bronce de la sacristía y yo no paraba de platicarle algún detalle curioso pero cuando llegamos al fondo y miré hacia arriba, enmudecí. Tenía sobre mí la cúpula de la Catedral, el famoso Duomo de Brunelleschi decorado con frescos de Vasari y Zuccari. De pronto me sentí abrumado con tanta belleza y pude comprender cuando escuchaba a mis profesores en la universidad cuando nos hablaban de él y de las asombrosas estructuras de sostenimiento verdaderamente avanzadas para la época.

--Es hermoso – dijo Isabella sacándome de mi ensoñación.

--Lo es – le aseguré sonriéndole.

Sin darnos cuenta ya llevábamos más de 3 horas en la Catedral, Bella se notaba un poco cansada pero no me había dicho nada. Jimmy no tardó en unírsenos de nuevo para salir de ahí.

--No sé ustedes pero yo estoy un poco cansado ¿Porqué no tomamos algo en aquella plazuela? – nos señaló varios cafetines con sombrillas de colores.

--Las sombrillas rojas no – dijo firme.

--¿Qué? – Quiso saber Jimmy.

--No me gustan las sombrillas rojas, vamos a las azules – nos sentamos y Bella pidió una coca-cola y nosotros una cerveza, había calor y nos caería bien algo frío. Platicamos un rato, me disculpé por un momento y regresé después para volver a la casa. No queríamos forzar a Bella, ya demasiado teníamos con que hubiera accedido a salir ese día como para tentar a nuestra suerte.

--¡Bella! – Nos recibió Reneé - ¿Cómo les fue chicos?

--Muy bien mamá – le contestó Isabella emocionada – Edward nos llevó a conocer la Catedral de Florencia, es muy hermosa.

--Entonces se la pasaron bien por lo que veo.

--Si, muy bien – dije contento.

--Que bueno, lo que quiere decir que vendrán hambrientos ¿No es así?

--¡Claro! ¿Te ayudamos a poner la mesa? – se ofreció Bella.

--Por favor, ah y pon el lugar de Diego, avisó que si llega a cenar – le sonrió a Jimmy.

--¡No! – Dijo de pronto – ese lugar lo pongo yo.

Cenamos muy a gusto aunque la situación no era muy diferente a la de la noche anterior. Isabella seguía sin recordar nada y yo estaba a su lado sin poder decirle todo lo que sentía por ella. Comprendía todo más no lo aceptaba, lo único que debía tener muy claro era que tenía que ser muy paciente.

Tomábamos el café en el salón cuando sonó mi Blackberry, me excusé y me alejé un poco para contestarlo. Eran mis padres; suponía que Alice ya los había puesto al tanto de todo y por eso llamaban, así que me alejé un poco más.

--Edward hijo, ya sabemos todo lo ocurrido, tu hermana nos contó – escuché a mi padre - ¿Cómo está Bella?

--Mmm papá, ¿Te parece si te llamo cuando llegue al hotel? – esperaba que pudiera comprender que no me encontraba en el lugar indicado para hablar.

--Oh, estás con ella – lo entendió – bueno dale saludos de mi parte aunque no me recuerde y llámame apenas puedas, ahora espera que tu madre quiere hablarte, cuídate Edward y cuida a Bella.

--Seguro papá.

--Hijo, ¿Cómo está Bella? – la oí angustiada.

--Ya mejor mamá, mucho mejor – la tranquilicé.

--Dile por favor que la queremos mucho y que deseamos verla recuperada muy pronto Edward. ¿Está Reneé por ahí? Quisiera saludarla y ofrecerle todo nuestro apoyo.

--Claro mamá, espera un momento.

Llamé a Reneé hacia dónde me encontraba para que hablara con mi madre; se llevaban muy bien así que lo que inicialmente sólo sería un saludo, se convirtió en una conferencia de casi una hora. Bella repetidas veces volteaba hacia dónde se encontraba Reneé al teléfono con mi madre. Se removía curiosa en su lugar y luego me miraba pero no se atrevía a preguntarme nada. Un rato después Diego se despidió y Jimmy lo acompañó dejándonos solos otra vez.

--¿Con quien habla Reneé? – por fin la venció la curiosidad.

Le sonreí y le respondí – con mi madre – observé su rostro para captar su reacción y la noté separar un poco sus labios – ella y mi padre te mandan saludos y quieren que te diga que esperan verte muy pronto.

--¿Vendrán? – Abrió los ojos sorprendida.


--No; ellos se referían a verte de vuelta en Nueva York Bella.

--Oh – vi un poco de decepción en esa carita.

--¿No quieres volver Bella? ¿No te gustaría regresar a tu casa? ¿Con tus amigos? – me estaba aventurando en aguas peligrosas pero tenía que hacerlo. Varios minutos después cuando creí que no obtendría una respuesta, la escuché.

--Mi casa es ésta y mi único amigo es Diego – al oírla decir esas palabras me llené de tristeza, ¿Cómo podía ser posible que el mundo de Isabella se hubiera reducido simplemente a una casa y a tres o cuatro personas solamente?

--No es así Bella – le dije - tu casa está en Nueva York y tus amigos que son muchos, viven ahí también.

--Pero no los conozco – insistió.

--Los conoces mas no los recuerdas que es muy diferente, date la oportunidad de que formen parte de tu vida de nuevo, inténtalo – me fui acercando poco a poco a dónde estaba sentada – no creo que esperes a que tu memoria regrese por si sola, tienes que trabajar en eso Bella y tú eres una persona muy perseverante, créeme que yo mejor que nadie lo sabe – susurré ya muy cerca de ella.

--¿Por qué lo dices? – sus cejas intentaron unirse.

--Porque lo sé.

--Edward…

--Isabella...

--¿Qué tan bien nos llevábamos tú y yo? – Esa pregunta me tomó por sorpresa.

Suspiré y me quedé quieto un momento pensando qué responderle, no podía soltarle todo así como así.

--Muy bien, nos llevábamos muy bien, tal vez demasiado – le aseguré - ¿Por qué lo preguntas? ¿Ya no te caigo bien? – y soltó una risita.

--No, no eso, es que… - se detuvo.

--¿Es que qué? – la presioné un poco.

--Mmm nada, olvídalo – dijo para salirse por la tangente.

--Está bien, lo olvidaré por hoy solamente pero mañana será otro día – ya estaba sentado muy cerca de ella.

--Edward, aquí está tu teléfono – anunció Reneé – lo siento pero ya sabes que Esme y yo somos incansables. Te mandan muchos saludos Bella ¿Ya te dijo Edward?

--Si mamá, ya me dijo – me puse de pie y la ayudé a levantarse.

--Bueno – empecé a despedirme aunque no quería irme – creo que ya es tarde y debes estar muy cansada; necesito que duermas porque mañana conoceremos otro lugar.

--¿A dónde me llevarás? – Preguntó curiosa.

--Aún no lo sé, ¿A ti a dónde te gustaría ir? – le dí a escoger – que te parece si lo piensas esta noche y mañana me dices.

Asintió y me acerqué a Reneé para despedirme. Salí a la puerta y me giré para hacer lo mismo con Bella que me había seguido hasta ahí.

--Descansa Bella – susurré muy cerca de su oído – y gracias.

--¿Por qué gracias?

--Por confiar en mí y regalarme un magnífico día.

--Yo debería decirte eso, para mí ha sido maravilloso salir de casa, gracias Edward – y me dio un beso en la mejilla.

***

Llegué al hotel y lo primero que hice fue recostarme en la cama y llamar a mi padre. Necesitaba explicarle detalladamente lo que le había ocurrido a Isabella para que me diera su opinión, también tenía que darle el número de su neurocirujano para que le llamara y ya le informara en términos médicos del estado de Bella y dependiendo de su diagnóstico tal vez pudiéramos regresar a Nueva York aunque no sería nada fácil convencerla. Bella tenía mucho miedo, se sentía muy insegura y probablemente nos tomaría mucho más tiempo del que suponíamos el lograr que recuperara la entereza y la convicción que tenía de hacer las cosas.

Después de hablar un buen rato con Carlisle, mi madre me atacó con mil preguntas a pesar de que había hablado con Reneé casi una hora, traté de responderle casi todo lo que la inquietaba; ella quería mucho a Bella y estaba preocupada por ella.

Afortunadamente me dormí casi después de terminar la llamada con mis padres ya que el cansancio y el estrés de los meses pasados me estaban cobrando la factura. Ni siquiera tuve tiempo de repasar el día tan extraño que había tenido con Isabella; extraño porque estaba empezando de nuevo con ella pero no podía decir que no había sido maravilloso.

La mañana siguiente, después de darme un baño y mientras desayunaba, llamé a Nadia. No había tenido ganas de hablarle antes para contarle, estaba demasiado aturdido con la noticia del accidente de Bella. Tampoco había pensado bien en cómo arreglaría las cosas en el trabajo para estar con ella todo el tiempo ya que para mí no era una opción el separarme de Bella de nuevo. Era algo en lo que sólo Nadia podía ayudarme y la única en quien confiaba para eso, sólo en ella podía dejar con toda confianza los asuntos de la constructora; además los problemas que mayor dolor de cabeza nos daban, ya estaban resueltos. Ya sólo era cuestión de seguir con el plan de trabajo y ese ya estaba estructurado desde hacía un buen rato.

Nadia al igual que todos los que nos enterábamos del accidente y del estado de Isabella, quedó sorprendida. Ella tampoco podía creer que todo eso nos estuviera ocurriendo; después de que pasó un poco la impresión, nos enfocamos en los temas de la constructora y quedamos de acuerdo en hablar todos los días para mantenerme al tanto de los avances o cualquier percance que ocurriera. Una vez más, Nadia me cubría el trasero.

***

JIMMY’S POV

¡Vaya! ¡Vaya! Definitivamente era verdad el famoso dicho ese, “El amor lo puede todo”.


Ni Reneé ni yo habíamos podido mover a Bella de su cama cuando se despertó deprimida aquella vez; nos pasamos el día con ella acostados en la cama, sin hablar, sólo haciéndole compañía. No quería comer ni tomar nada, también había luchado mucho con ella para que se diera un baño y se sintiera un poco mejor y casi estuve a punto de dejarle de insistir.

Pero regresó Edward Cullen y con él, todo se veía diferente. Parecía tener ese poder o saber las palabras mágicas o lo que sea que él supiera que nosotros no, para casarla de ese estado depresivo-deprimente; él sólo llegó y en 30 minutos sacó a Bella de la cama, la hizo tomar un vaso de jugo, darse un baño, arreglarse y por fin, acabó con el día que pintaba ser muy triste, llevándola a conocer Florencia. Impresionante…

Ah y además caminaron un rato tomados de la mano. Eso debía ser amor, ¿Qué otra cosa podía hacer ese milagro en Bella? Porque tal vez ella no recordara nada de su pasado pero seguía siendo una de las mujeres más tercas que había conocido en mi vida, sino la que más y cuando decía no, ni un milagro que no se llamara Edward Cullen, podía hacer que se retractara, hiciera lo que se le pedía o entrara en razón.

Pero para mi sorpresa, la vi reunirse con nosotros en el salón dónde la esperábamos, bien vestida y coordinada, cosa que extrañaba mucho en ella. Ese interés en lucir bonita, impecablemente vestida y arreglada, había quedado en el pasado pero parecía que esa mañana, un poco de esa coquetería se había vuelto a instalar en ella, para regocijo mío.

No podía decir que esa chispa que centelleaba en sus ojos cada vez que veía a Edward había vuelto, pero de que era un hecho que no era la misma Bella de unos días antes, era un hecho. Esa tarde habíamos llegado algo cansados por la caminata del día y después de cenar y platicar un rato, Edward se había ido a su hotel y Bella se fue derechito a descansar como él se lo había pedido, para seguir con el tour por la ciudad al día siguiente. Esa noche Bella había dormido muy tranquila, lo sabía porque desde el accidente, me daba varias vueltas por su habitación ya que a veces estaba muy inquieta y en resumen pasaba una mala noche pero no esa vez.

Me fui a la cama muy feliz. Feliz de que todo hubiera sido una confusión con Edward, feliz de saber que Bella ya se recuperaría muy pronto al tenerlo ahí, feliz porque Edward si era la buena persona en la que había creído en un principio y feliz porque yo también tenía la oportunidad de ser aún más feliz.

***

BELLA’S POV


“Danos la oportunidad a todos nosotros de verte de vuelta, a la verdadera Bella”

Esas palabras no dejaban de repetirse a cada momento en mi mente, una y otra vez. Edward me las había dicho esa mañana cuando de nuevo no sentí ganas de hacer nada, estaba triste y lo único que quería era no moverme y… no pensar.

“Danos la oportunidad a todos nosotros de verte de vuelta, a la verdadera Bella”

¿Pero a quien debía dar esa oportunidad? Las buenas personas siempre estaban rodeadas de buenos amigos, de familiares, de gente que las quería y las extrañaba y a mí nadie me llamaba por teléfono o me enviaba alguna carta o algo parecido. Tampoco nadie me visitaba y de las únicas personas de quien sabía además de mis padres, Jimmy y Diego, eran Phil y Sue, así que había llegado a una conclusión: yo no era una buena persona, por lo tanto no tenía amigos y nadie me quería.

Eso no me lo podía sacar tampoco de la cabeza aunque mi madre me había dicho días atrás que si los tenía, pero que yo había decidido alejarme de ellos porque alguien me había fallado y esa persona había sido mi novio. ¿Tanto me había dolido su decepción? ¿Tan grave había sido su falta que ni siquiera lo pude perdonar y huí de ahí sin importarme mi familia y mis amigos?

Si lo que me hizo había provocado que me alejara de todo y de todos, entonces no podría perdonarle que por culpa suya yo estuviera sola, en un país que no era el mío y lo que era peor, sin un solo recuerdo de mi vida.

Debía dejar de hacerme mil preguntas y evitar llegar a mil conclusiones, tal vez si pensaba en otra cosa como… como en Edward. Hmm. El era mi amigo, él me lo había dicho, así que lo agregaría a mi círculo social de 6 personas. Pero… ¿Cómo es que mi padre le había dicho a Edward dónde me encontraba? Entonces a mis “amigos” no les interesaba encontrarme porque no querían estar con alguien que no era buena persona. Si hubieran estado interesados en saber de mí, mi padre pudiera haberles dicho dónde estaba, como lo hizo con Edward ¿Cierto?

“Por favor Bella vuelve a mí”

El sí me extrañaba, a su amiga. Sus ojos estaban tristes el día que desperté y lo vi junto a mí, había estado llorando. El sí me quería, éramos amigos, él si me había buscado. Decía que yo era muy valiente y fuerte. Me había dicho que también él cuidaría de mí. Tenía que creerle, un amigo no mentiría.

¡Organiza tus ideas Bella! ¡Organiza tus ideas! ¡Organiza tus ideas!

***

Logré dormirme al fin y esa mañana me había despertado un poco tarde. Me levanté y me di un baño con mucha calma. Me tomé mi tiempo y sequé mi pelo, me maquillé como Jimmy me había enseñado y escogí cuidadosamente lo que me pondría ese día. Salí de mi habitación y fui hacia la cocina para desayunar con Reneé y Jimmy Pero él no estaba; había salido a comprar algunas cosas así que solo lo hice con mi madre quien no dejaba de hacerme miles de preguntas que no escuchaba porque mi mente estaba ocupada en otras cosas, solo le respondía con monosílabos y con movimientos de cabeza.

Cuando terminamos me dejó sola y fui al salón a esperar a que llegaran Edward y Jimmy. Empecé a leer un libro que Jimmy había dejado ahí porque ya no quería seguir pensando para quedar aún más confundida, ya no.

Cómo era de esperarse no pude concentrarme aunque el libro parecía ser realmente interesante, “La Historia de la Moda”. Pasó casi una hora y nadie se aparecía por ahí, sin darme cuenta me quedé dormida.

***

EDWARD’S POV

Después de hablar con Nadia y dejar arreglado el asunto de la constructora, fui a ver al neurocirujano de Bella. Y no es que dudara de lo que me habían dicho, pero yo tenía que saber con exactitud que debía hacer con ella, hasta dónde podía presionar contándole sobre su pasado para que pudiera recordar algo de su vida, de mi.

Me recibió muy amablemente ya que no tenía cita y se lo agradecí; él ya había hablado con mi padre esa mañana pero aún así, me detalló el estado en el que Bella había llegado al hospital y me explicó la cirugía que tuvo que practicarle por el golpe que había recibido. Al escuchar por todo lo que había pasado, sentí de nuevo aquel conocido dolor en el pecho, abriéndose de nuevo, lastimando más.


--Doctor, sé que se preguntará porqué me preocupo tanto – dije afligido y el asintió sonriendo con pesar.

--Supongo que tú eres el novio de Bella y creo saber a qué haz venido – se recargó en su silla.

--Si – admití – necesito saber que es lo que puedo decirle para volver a tenerla a mi lado – le pedí – nosotros vivíamos juntos y todo esto sucedió por un maldito enredo, necesito saber doctor, por favor.

--Eso no puedo decírtelo yo, todo depende de Bella, ella es quien te indicará hasta donde seguir; tú no puedes sólo llegar y contarle toda su vida de golpe y esperar a que ella buenamente acepte todo lo que le digas y regrese contigo a la vida normal que llevaban antes – explicó – Bella necesita tiempo para procesar toda la información, pero debe salir de ella misma el interés por saber.

--¿Pero cómo hacer que se interese? – Pregunté desesperado – ella siempre ha evadido el “saber” cosas, no enfrenta la realidad.

--Entonces tendrás que aceptarlo Edward, no podemos obligarla, es una manera de protegerse del sufrimiento – no podía, no podía aceptarlo - ¿La culparías por no querer sufrir? – negué con la cabeza.

--Ella bloquea su mente. Muchas personas comúnmente hacen eso; pasan por alguna situación traumática y simplemente la borran de su memoria, la apartan, bloquean ese episodio que les causó dolor y continúan con sus vidas, aquí el problema es que Bella no recuerda nada y se bloquea por miedo a sufrir, eso ya es mucho más complicado y si la forzamos puede resultar contraproducente Edward – me advirtió.

--No sé si podré soportar que sea mayor su temor a sus ganas de recuperar su vida de nuevo – miraba al suelo mientras hablaba.

--Paciencia, mucha paciencia, ella recordará – me aseguró – y si la quieres, estarás a su lado el tiempo que le tome hacerlo, podrás con eso Edward.

--¿Puedo llevármela de regreso a Nueva York? – Pregunté.

--Si, tal vez estar de nuevo en su ambiente ayude – asintió – tú ya sabes qué es lo único que no debes hacer.

***

Salí de ahí contrariado por todo lo que me había dicho el doctor.

¿Cómo podría soportar el no estar juntos de nuevo? ¿El no dormir a su lado? ¿El que no se acordara de mí? ¿El tenerla cerca pero no conmigo?

La única buena noticia era que podíamos volver, pero ¿Cómo la convencería si se negaba? Esas eran decisiones que tenía que tomar junto con Charlie y Reneé porque ya que lo pensaba y por más que quisiera, si ellos no aceptaban no podría llevármela a ningún lado.

De camino a su casa, hablé con mi padre y estuvo de acuerdo con el D. Baggio; también me dio algunas ideas para intentar captar el interés de Bella y las pondría en práctica apenas llegara, no quería perder el tiempo. Me encontré con Jimmy antes de entrar y le conté lo que me había dicho el doctor, estaba muy feliz con la posibilidad de volver. Además le dije de las ideas que me había dado mi padre y él también decidió ponerlas en marcha, así que ya una vez de acuerdo, entramos buscando a mi Bella.

La encontramos dormida en un sillón del salón. Tenía un libro de moda en las manos, Jimmy lo señaló y sonreímos por lo que eso significaba. El se fue a su habitación dejándome solo para despertarla pero al verla dormida tan tranquila dudé y decidí no hacerlo; me senté en el suelo quedando mi rostro a la altura del suyo. Recorrí su cara con la yema de mis dedos, casi sin tocarla, recordando como era pasar mis labios por sus ojos, su frente y su nariz, recordé como sentía sus labios al besarla y la suavidad de sus mejillas cuando las acariciaba con mis dedos.


Un rato después empezó a moverse en el sillón. La miré como se estiraba como un gatito y por fin abrió los ojos. Le sonreí y aunque no se asustó, si se sorprendió al verme junto a ella.

--Hola – me saludó primero con una pequeña vocecita.

--Hola, mi niña Bella – dije esperando una reacción la cual obtuve ya que se me quedó viendo con los ojos muy abiertos mientras le quitaba un mechón de pelo de su rostro - ¿Qué pasa Bella? – susurré.

Abrió un par de veces la boca para decirme algo pero sólo se quedó en la intención - ¿Está todo bien? – acaricié su mejilla y ella asintió lentamente. Me puse de pie y fui a la cocina para darle tiempo para recuperarse de las palabras que le había dicho y que estaba seguro le habían causado alguna sensación. Llené dos vasos con agua y después de algunos minutos volví al salón, Reneé y Jimmy ya estaban ahí también.

--Combinaste perfecto Darling, adoro esa T-shirt de rayas con esos shorts – le decía Jimmy – no a cualquiera le quedan, necesitan unas piernas como las tuyas y no es por nada pero sin la ayuda de Diego te hubiera quedado una más flaca que la otra ¡O chueca! ¿Te imaginas?

--Calma Jimmy, la estás mareando – reía Reneé – pero tienes razón, si Diego no se hubiera encargado personalmente de tu terapia física tal vez tus piernas no estuvieran tan lindas como antes.

Isabella sonrió tímidamente y le di el vaso con agua, bebió pequeños sorbos y se acomodó de nuevo en el sillón.

--¿Qué tal si vamos a comer a algún lugar? – Propuse para distraerla - ¿Qué tipo de comida se te antoja hoy Bella?

--Yo… - se detuvo un momento – yo no quisiera salir hoy – nos miraba extraña – preferiría quedarme aquí.

--¿Por qué Sweety? ¿Te sientes mal? – se preocupó Jimmy y ella negó con la cabeza.

--¿Entonces Bella? ¿Te duele algo? ¿Te sientes triste hoy hija? – Le preguntó su madre y también negó lentamente.

Me acerqué a ella y me arrodillé para acariciar su mejilla – Haremos lo que tú quieras Bella, nos quedaremos aquí entonces – le sonreí - ¿Qué te parecerían unas hamburguesas?

Como Isabella no quiso salir, Jimmy y yo fuimos a comprar las hamburguesas, yo las adoraba y ella no las comía desde el accidente. Nos tardamos un poco buscando un lugar que nos había recomendado Diego pero había valido la pena porque se veían deliciosas; además de las hamburguesas compramos varias ordenes de papas a la francesa porque a Bella le encantaban con mucha catsup.

Al regresar, entramos muy alegres y bromeando pero mi corazón se detuvo al encontrar a Bella llorando mientras miraba algo en la pantalla plana. Corrí a su lado dejando a un lado en la mesita del salón, las bolsas con nuestra compra.


--¿Qué pasa Bella? – Pregunté mirando a la pantalla sin encontrar el motivo de su llanto, sólo vi a Drew Barrymore con Adam Sandler abrazados en una playa.

--¡Oh cielos! – Dijo Jimmy tapándose los ojos – es la película donde ella tuvo un accidente y su memoria se borra por las noches.

Isabella no dejaba de llorar y yo no pude contenerme, la rodeé con mis brazos abrazándola fuerte contra mi pecho y besaba su frente y su coronilla.

--Todo está bien, tranquila – limpiaba con mis dedos las lágrimas de sus ojos – todo está bien amor, estoy aquí contigo – al escucharme se aferró a mi y decía algo que no podía comprender.

--Despacio Bella, no entiendo lo que me quieres decir – la dejamos llorar un poco y se logró calmar; la llevé a su habitación y me quedé acostado a su lado - ¿Ya te sientes mejor? – ella asintió.

--Edward yo… - intentaba hablar tranquila – necesito…

--Shh hay tiempo amor, hay tiempo – susurré a su oído – yo sólo quiero que estés bien.

--Edward dime… por favor dime quien soy…*



*



*



*




Hola

8 comentarios:

joli cullen dijo...

OMG QUE MAS TE PUEDO DECIR APARTE QUE ME TUVISTE SUFRIENDO MUCHOS DIAS YA ME HABIA ACOSTUMBRADO A QUE ACT MAS VESE POR SEMANA DIOS QUIERO MAS HAY POSOBILIDADES QUE LO HAGAS MAS SEGUIDO PORFIS AMO ESTA HISOTRI LO QUE LE DICE EDWARD DIOS ESTAN ROMANTICO LE CONTARA?
PERO SI LO HACE LE DEBERIA CONTAR PORQUE EL TRATABA A SI A LAS MUJERES ANTES DE CONTARLE LA HISTORIA DE ELLOS DOS POFIS QUIERO AMOR BODA TODO PORFIS BYE

Ana DirtyDraco dijo...

Uffffffff, esa Bella insegura y encima traumatizada, lo tienes claro Edward lo que te va a costar y eso que estoy convencida de que esta a punto de descubrir quien es el y que significa en su vida, asi que a sufrirrrrrrrrrrrr. Genial LI como es habitual en ti. Cuidate y gracias por tu historia.

mundo dijo...

diosssss me encantooooo,ya quiero saber que le dice, espero que la enamore de nuevo, saludos y besitos

Nani-PattinsonWorld dijo...

Perfecto cari, ha quedado de lujo este capitulo. Gracias por los buenos momentos que nos haces pasar al leerte, eres muy muy buenaaaaa, te lo habia dicho?

¿Y que te quiero un monton?
Cuidate nena ... nos vemos en nada!
MUAKKKKKKKKK

RominitsV dijo...

Hola, hace 2 días me recomendaron tu fic, está buenísimo!!! te felicito de verdad, no he podido parar de leer todos los capítulos, se me han caído las lágrimas con los últimos en especial.

Te felicito de verdad!!! una consulta, cada cuánto subes los capítulos? es que este fic lo sigo sí o sí.

Muchos cariños

megavladix dijo...

hay amigo ya lo sabes a mi con tus capitulos siempre me mantienes queriendo sabes se a vuelto una adiccion siempre queriendo mas y mas pero como siempre buenisima y esperando a leer el sigiente asi que porfis no bemos hasta el marte

katriciacruz

CRIS dijo...

no tengo palabras, me encanta,
Sí ya se que vamos a sufrir, porque si Bella tiene esos pensamientos y miedos e inseguridades y le hecha la culpa as su novio, Edward lo tiene muy crudo, creo que mas que antes, pero parece que nos gusta sufrir porque me muero por saber que pasará.

besos

dracullen dijo...

si ke le diga de una buena vez!!! wow la historia es de lo mejor, tienes mucho talentooo :D