EDWARD’S POV
–No – dijo Derek – no es sólo uno - ¡Son dos!
–Qu-que so-son… ¿Dos? – preguntó Bella apenas con un hilo de voz… – ¿Son dos? ¿Dos?
Derek estaba sonriendo muy divertido pero le respondió – si Bella ¡Son dos!
–¿Estás… se-seguro Derek? – tartamudeé nervioso - ¿Muy se-seguro?
Y soltó una carcajada – Muy seguro Edward, miren – señaló el monitor – ésta es tu matriz Bella, y estos dos puntitos pequeños claramente nos indican que está ocupada, serás mamá…
–¿Ellos… están bien Derek? – de inmediato preguntó.
–Todo parece estar en orden pero tendrás que hacer una cita con tu ginecólogo para que te revise, te dé las recomendaciones pertinentes y lleve un control de tu embarazo.
–Voy a ser papá… – murmuré aún no dando crédito a la magnífica noticia –… ¡Y de gemelos!
Estaba radiante de felicidad al igual que Bella. Estaba emocionado, tembloroso, no podía creer todavía lo que nos decía Derek. Bella y yo nos prolongábamos en esta vida, seríamos padres… por fin lo que tanto había deseado, mi Bella me lo estaba concediendo y ¡por partida doble!
Salimos del consultorio de Derek y nos quedamos sentados en el pasillo, estábamos abrazados y yo acariciaba su espalda, mudos por la felicidad que aún estábamos asimilando entre besos, lágrimas y sonrisas, perdidos en nuestras miradas.
–Vamos a contárselo a todos Edward, no quiero esperar, no me pidas eso esta vez – me pidió casi suplicando.
–Claro que no, además necesito que te cuiden, más vale que todos tengan un ojo sobre ti porque eres muy propensa a que te sucedan las cosas más raras – bromeé un poco pero en el fondo lo dije muy en serio.
–¿Sabes? Quiero decirle primero a papá – subimos al auto y no esperamos más; tomó el teléfono y le marcó…
–¡Hola Bella! – lo escuchamos por el altavoz – ¿Cómo has estado?
–Emm bien papá, Edward y yo queremos decirte algo.
–¿Pasa algo? ¿Estás bien?
–Todo está perfecto Charlie, sólo queríamos que fueras el primero – dije cediéndole a Bella la oportunidad de darle la gran noticia a su padre.
–¿El primero? ¿De qué rayos hablan chicos? – se puso serio – ¿Está todo bien?
–¿Estás sentado papá?
–Bella…
–¡Vas a ser abuelo! – dijo muy emocionada.
–¿¡Qué!? – gritó feliz - ¿Abuelo?
–Sí, Charlie, ¡Y de gemelos!… – terminé de darle la noticia y no tuvimos respuesta.
–¿Papá?...
A Charlie casi le da un infarto de pura felicidad; le tomó algunos minutos reponerse de la sorpresa pero una vez que lo hizo, no dejó de felicitarnos al igual que Sue quien nos hizo mil recomendaciones. Ya los primeros 2 abuelos estaban informados, faltaban todos los demás así que antes de ir con mis padres para darles la gran noticia, fuimos a casa a darnos un baño y a vestirnos como la ocasión requería, según Bella, mientras todos se reunían ahí.
Ayudé a Bella a bajar del auto y tomé su bolso – Se acabaron estos costales, ya no más – dije muy firme y ella me puso cara de duda – ni me veas así amor, estas cosas que usas pesan mucho, llevas en ellos hasta piedras y no quiero ni necesito que hagas ni un solo esfuerzo – no me replicó porque desde luego, yo tenía razón.
Al salir del elevador, la cargué estilo novia y entramos a casa. Entre besos y arrumacos llegamos a nuestra habitación y nos tendimos en la cama. No podía dejar de mirar a la mujer que tenía frente a mí y que me iba a dar la oportunidad de ser padre. Bella me estaba cumpliendo un sueño más. Tomé su cara entre mis manos y besé sus labios con toda la ternura que me provocaba; cada uno de sus párpados, su frente, sus mejillas y su nariz, los rocé con mis labios recorriendo con lentitud el camino hasta su pecho y me detuve…
–Edward, por favor…
Sabía bien qué era lo que quería pero ya la había lastimado una vez y no quería volver a hacerlo. En ese entonces creí que por mi ansiedad mis caricias habían sido agresivas causándole dolor, pero ahora ya entendía el motivo aunque aún así me daba miedo acercarme a mis niñas.
–No quiero hacerte daño…
–No lo harás…
No lo pude evitar. Al llegar a él, mi vista se nubló por completo. Bella albergaba ahí las dos nuevas razones de mi existencia. ¿Cómo podía ser que en ese vientre hubiera vida? Vida que nosotros mismos habíamos deseado tanto y al fin creado.
Lo acaricié con mi mano y con mi mejilla tratando con esas caricias de transmitirles todo el amor que sentía por su madre y por el cual los habíamos concebido. Besé ese maravilloso lugar una y mil veces y dejé que las lágrimas de felicidad que brotaban de mis ojos, cayeran ahí. Bella pasaba su mano entre mi pelo, en un gesto también lleno de amor compartiendo ese sublime momento, nuestro primer momento con nuestros hijos.
–Gracias, Bella, gracias por darme el mejor de los regalos – susurré contra su piel – te amo Isabella…
–Te amo Edward.
Permanecimos así un largo rato solo disfrutando esas tiernas caricias. Nos dimos un baño juntos y nos vestimos. Bella se veía preciosa con su vestido de Prada que tanto me presumía y sus medias oscuras de lana. Se recogió el pelo y casi no se maquilló. Seguro porque sabía todo lo que nos esperaba esa tarde y noche. Nos pusimos los abrigos porque el clima aún nos castigaba en Nueva York y salimos hacia casa de mis padres donde nos esperaba toda la familia. Esta vez estábamos todos, no faltaba nadie. Los saludamos y nos miraban intrigados por haberlos reunido en esa tarde tan fría con tanta urgencia.
–Espero que no nos digan que retrasan la boda de nuevo… – amenazó Emmett.
–No es eso ¿Verdad Bella? – Jimmy preguntó angustiado – ya todo está listo, no podemos…
–No Choo, todo sigue como lo tenemos planeado, aunque… si se trata de un retraso…
–¿Isabella? – Reneé la miró pestañeando repetidamente – ¿Tú…?
–¿Será posible? – mi madre dio un salto de su asiento – ¿Si?
–¿Edward? – mi padre abrió los ojos desmesuradamente y yo sonreí orgulloso.
–Sí – dijimos Bella y yo a coro – ¡Estamos embarazados de gemelos!
–¿Gemelos? – Alice y Rose casi se atragantaron y Emmett y Jasper solo nos miraban asustados. Nuestras madres nos abrazaron llorando y mi padre esperó su turno sonriente así como los chicos. Jimmy estaba feliz llorando sin poder hablar y Diego emocionado abrazaba a su bambina.
Cenábamos entre comentarios divertidos y mi Bella estaba radiante. Nuestras madres nos daban al igual que Sue esa mañana, consejos de todo tipo y mi padre reía al escucharlas. Alice y Rose ya planeaban comprarle a mis hijos toda clase de ropa y Emmett y Jasper decían que los llevarían a jugar béisbol apenas pudieran dar sus primeros pasos y estuve muy de acuerdo con eso. Jimmy decía que no le importaba qué fueran, que él los cuidaría y siempre los consentiría. Diego los llevaría conocer Italia y su abuelo Charlie a pescar. Yo lo único que sabía y me llenaba de satisfacción, era que mis pequeños llegarían a una familia que ya los adoraba.
–Que tino tienes Edward, dos de un solo golpe, que bárbaro hermano – Emmett dijo sonriente – no puedo creer que seré tío.
–No te andas con medias tintas, cuñado – Jasper decía riendo – ¿Te imaginas Alice?
–Ni lo sueñes Jasper, lo que tengas en mente lo discutiremos en un par de años – dijo firme.
–Me parece muy bien eso Alice, no quiero nada de sustitos ¿De acuerdo? – advirtió mi padre y todos reímos.
–Emmett – dije burlón – tú si puedes darnos este tipo de noticias ya ¿eh? – se puso algo nervioso y Rose empezó a hablar muy titubeante.
–Bueno, es que… nosotros – se rascaba la cabeza nerviosa – nosotros ya tenemos un apartamento… nos vamos a mudar juntos.
Todos los felicitamos por ese paso. Parecía un día de grandes y muy buenas noticias.
–¡Vaya Emmett! Pensaba que ya te nos quedabas – Jasper dijo entre risas.
–¿Y tú para cuando, Jasper? – le contestó.
–¿No has escuchado a tu padre? Nada de sorpresitas por el momento – aseguró y Alice hizo una mueca.
–Pero tú aplícate Jazz – atacó mi Bella – en esta vida nunca está dicha la última palabra ¿Verdad cielo? – enredó sus brazos en mi cintura y yo besé su coronilla – si mi amor, tienes razón.
–Eso vemos Bella – Jimmy se apresuró a decir – Edward de verdad que se aplicó, mira que ¡Gemelos!
***
BELLA’S POV
Todavía seguía en shock. Me sentía muy tonta pero feliz. ¿Cómo pude haber confundido los síntomas? Bueno, también era muy fácil ya que creí que eran resultado de mi accidente, pero el dolor de senos ¿También eso? Tonta.
Después de llegar del hospital, en casa, tuvimos un momento muy especial. Edward y yo empezamos a acariciarnos y creí que terminaríamos haciendo el amor pero no. Nuestro momento de intimidad fue mágico pero distinto, porque a pesar de que había sido un momento de entrega, lo fue pero principalmente para darle todo nuestro amor a las dos vidas que guardaba en mi vientre. Ambos lloramos extasiados por al fin saber que se nos concedía lo que tanto habíamos añorado.
Esa tarde también recibimos la excelente noticia de que Emmett y Rose se irían a vivir juntos; ya tenían un apartamento y todo. Se veía que lo estaban planeando desde hacía algún tiempo. Me daba muchísimo gusto por ellos. Con ese antecedente no dudaba que dentro de muy poco nos dieran la gran noticia de que se casaban.
Ya en casa, acostados y ya listos para dormir, empecé a sentir ligeros besos en mi nuca, eran cálidos y húmedos. Me giré buscando su boca y Edward hambriento de la mía respondió a cada uno de mis urgentes besos y caricias. Nos desvestimos deslizando los dedos por nuestra piel, descubriéndonos de nuevo y deseándonos como si fuera la primera vez.
Sus labios recorrieron cada centímetro de mi piel como si nunca antes lo hubieran hecho. Su contacto me quemaba, mi piel ardía y mi prisa azuzaba el deseo que latía desde mi húmedo centro palpitando fuerte hacia cada terminal nerviosa de mi cuerpo. Con la misma prisa, Edward se acomodaba entre mis piernas para tomar posesión de mi cuerpo no sin antes comprobar mi humedad y de pronto, con una lentitud que creí me volvería loca, frenándose, conteniéndose, se deslizó dentro de mi y con un suave ritmo comenzó a moverse, entrando y saliendo, sin prisas, sin urgencia, haciendo que el roce piel a piel intensificara nuestras sensaciones que en ese momento, ya se multiplicaban provocándonos un deseo desesperado por hacer explotar nuestros cuerpos. No necesitamos mucho tiempo más, la tensión en mi vientre se hizo presente y gemí muy fuerte, aferrándome a la espalda de Edward.
–Estoy ce-cerca – le avisé.
–Lo s-sé amor – dijo agitado – y-yo también.
Unas cuantas intromisiones más fueron todo lo que necesitamos para dejarnos llevar por esa explosión de luces, emociones, lágrimas, amor y deseo… éramos uno sólo, disfrutando a plenitud nuestros cuerpos, nuestro amor y nuestra felicidad. Nos quedamos recostados un rato, sólo abrazándonos y dándonos besos; Edward acariciaba con dulzura mi vientre, haciéndome cosquillas.
–Espero que nuestros pequeños hayan cerrado los ojos Bella…
Solté una carcajada y se ofendió – Cielo, no creo que tengan formados los ojitos todavía, no sé con exactitud cuantas semanas tengo, ya nos lo dirá la doctora mañana.
Al día siguiente muy temprano, salimos hacia el hospital. La doctora Montgomery nos esperaba para hacerme de nuevo la prueba de sangre junto con otras especificaciones. Mientras estaban listos, me hizo varias preguntas y de acuerdo a mi último período, ya estaba sobre la séptima semana de embarazo. Lo que significaba que nuestros bebés fueron concebidos después de salir del hospital y debían nacer alrededor de la penúltima semana de noviembre.
Los análisis salieron muy bien y también me hicieron una ecografía para confirmar el embarazo, comprobar que estuviera bien localizado y ver si efectivamente se trataba de un embarazo múltiple. La doctora también se cercioró que hubieran latidos y así fue, solo que nosotros podríamos escucharlos a partir de la semana 12 aproximadamente.
Edward y yo nos mantuvimos tomados todo el tiempo de las manos; miramos maravillados una vez más en la pantalla esas 2 lentejitas que eran nuestros bebés y que en unos meses tendríamos en nuestros brazos. También escuchamos muy atentos las explicaciones y recomendaciones de la doctora, le hicimos algunas preguntas y ya satisfechas nuestras primeras dudas de papás primerizos, salimos del consultorio de la Dra. Montgomery y nos llevamos una grata sorpresa al encontrarnos afuera a los padres de Edward y a mi madre, que impacientes, fueron a esperarnos para saber cómo nos había ido en nuestra primera cita.
Ya en casa, terminábamos con los últimos pendientes de la boda y como era obvio, nuestra atención se centró en los bebés y en las mil preguntas que me hicieron, sin olvidar por supuesto que en cuanto tiempo sabríamos el sexo de mis gemelos o gemelas, cosa que por la noche, platicamos muy seriamente Edward y yo pero no quedamos en nada ya que el si quería saber y yo quería mantener la expectación hasta el final.
–Buenas noches niños, que duerman bien y que su madre quite esa carita de enojada porque al final sabe que haré lo que ella quiera – dijo resignado dando muchos besos a mi vientre – los quiero… también a su madre.
Edward se acomodó detrás de mi colocando su mano en el que ya sería su lugar preferido, sin negar claro, alguna que otra caricia a sus niñas. Enlacé mis dedos entre los suyos y la coloqué entre mis senos, ese era mi lugar favorito.
***
Esperaba algo impaciente que me entregaran el regalo de bodas que encargué para Edward. Observaba las vitrinas relucientes que mostraban las más hermosas joyas que pudiera imaginar.
–Bella – dijo con ese inconfundible acento extranjero – no esperaba volver a verte…
Me giré despacio haciendo uso de todo el aplomo que requería en esos momentos – Rashîd – crucé instintivamente los brazos sobre mi abdomen y lo miré con una ceja levantada, mostrando toda la desconfianza que le tenía.
–Me gustaría hablar contigo ¿Tienes unos minutos? – me preguntó tímidamente, algo difícil para una persona como él.
–Creo que no tenemos nada de qué hablar – dije fríamente – lo dejé muy claro la última vez que nos vimos – busqué con la mirada a su desagradable acompañante pero esa vez iba solo.
–Por favor Bella, yo quiero pedirte una disculpa – dijo viéndome fijamente a los ojos – no sabía toda la verdad, nunca fue mi intención provocarte algún daño aunque al tener una amistad con Irina, inconcientemente lo hice. Mi relación con ella ha terminado y me apena mucho haberte causado tantos disgustos – creí en sus palabras porque lo sentí honesto al hablarme – pero te prometo que al menos por mi parte nunca más tendrás reproche alguno de mi conducta.
Se acercó a mi y tomó mi mano entre las suyas y se la llevó a los labios – eres una mujer como pocas Bella y tienes a tu lado un hombre que te ama, espero que sean muy felices, de corazón se los deseo…
–Gracias Rashîd – dije suavemente saliendo de mi asombro al escuchar sus palabras.
–¿Señorita Swan? – la voz del encargado de la tienda me hizo voltear y cuando quise despedirme de Rashîd, él ya había desaparecido ¡Vaya encuentro más extraño!
Salí feliz de Tiffany’s con mi pequeño paquete. Tom caminaba a mi lado como un celoso guardián ya que esa mañana parecía que todos tenían algo que hacer y yo había tenido que ir sola. Subí de nuevo a la camioneta y a los pocos minutos noté que íbamos por un camino diferente al de casa de Esme; no dije nada porque a veces Tom tomaba atajos para evadir el tráfico o llegar más rápido a nuestro destino, pero a los casi 50 minutos de camino y ya claramente en los suburbios, tuve que preguntar…
–Tom… ¿Te has perdido? – dije algo burlona – ¿Qué hacemos por acá?
–Órdenes señorita, usted no se preocupe – ¿Órdenes? Me pregunté mientras vi que trataba de ocultar una sonrisita.
Me hundí en el asiento sin poder hacer nada más que esperar a llegar a donde sus “órdenes” indicaran. Por la ventana pude ver la hermosa avenida por la que transitábamos; era muy amplia y arbolada y cada determinados metros, muchos para ser exactos, enormes rejas cercaban espléndidas mansiones, algunas con exquisitos jardines y otras ocultas tras altos muros celosos que resguardaban la privacidad de sus dueños.
Tom dio vuelta en lo que creí era una esquina pero resultó una entrada privada. Se detuvo frente a unas puertas muy anchas de madera muy bien cuidadas; bajó su ventanilla y oprimió en botón anunciando nuestra llegada a quien yo ya sospechaba que nos estuviera esperando.
En ese momento las grandes puertas se abrieron permitiéndonos el acceso; Tom avanzó un poco más y frente a nosotros quedó una de las casas más hermosas que yo hubiera visto. Era muy grande y blanca, como me gustaban; unos escalones te llevaban a un descanso justo antes de llegar a la puerta principal que era de hierro forjado y muy bella. Me bajé con la ayuda de Tom, subí los pequeños escalones y me acerqué a la puerta que se abrió de repente y no me sorprendí mucho al ver quien se encontraba adentro esperándome.
–Bienvenida futura señora Cullen – hizo un ademán exagerado y me tendió la mano.
–Edward… – dije asombrada al ver el interior de la casa.
–Ven amor, vamos a recorrerla.
–Es hermosa – susurré mirando todo a mi alrededor.
–Me llamó temprano el agente inmobiliario y vine enseguida; apenas puse un pie dentro supe que tenías que verla – dijo mientras yo observaba el brillante piso de mármol blanco del hall y que dividía el amplio salón, con su chimenea como punto central, del comedor que con mucha facilidad podría albergar una mesa como para al menos unas 12 personas.
–Edward es enorme – dije con una sonrisa en los labios.
–Sí – me dio un beso ligero – esta es la biblioteca y el despacho, mira – abrió una puerta y no pude ni asomarme porque ya me jalaba hacia otro sitio de la casa – este es otro estudio, aquí hay otro salón más pequeño y por aquí está la cocina, ven – al entrar casi tuve que detenerme la quijada por el asombro, era preciosa y eso que no tenía muebles de ningún tipo.
–¿Linda no?
–Preciosa – le confirmé abrumada por la sorpresa.
Y por esta escalera – regresamos al hall y al final nos esperaba una imponente escalera con un barandal exquisitamente tallado en madera – subimos a las habitaciones, son 5 ¿por cual quieres empezar? – hablaba emocionado.
Me arrastró hacia la primer puerta y yo contemplaba feliz cada detalle de las habitaciones que íbamos recorriendo; cada una tenía una gran ventana, closets gigantes y un baño de ensueño. Parecía que esa casa la habían hecho justamente para mí y a cada paso que daba en ella, estaba más convencida de eso.
–Esta es muy linda – dije mientras daba vueltas en medio de una habitación muy cálida – mira cuanta luz tiene, seria perfecta para…
–Para los gemelos amor – terminó por mi y enrolló sus brazos alrededor de mi cintura – los tendríamos muy cerca, con tan solo cruzar esa pequeña salita estaríamos aquí – besó mi oreja y suavemente le dio un mordisco logrando que me estremeciera – ahora ven, quiero enseñarte la habitación principal.
Como él dijo, cruzamos la pequeña salita y entré desesperada a ver la última pieza. Si con todo lo que ya había visto de la casa estaba verdaderamente asombrada, con esa habitación enloquecí. Era magnífica, era grande, luminosa, con una chimenea también y una terraza donde podríamos desayunar al aire libre si no queríamos salir de ahí. Estaba encantada admirando el jardín que desde ahí se veía cuando me llevó al interior para enseñarme el baño que era tan amplio que podrías bailar en el, de un blanco inmaculado y muy elegante, como lo era toda la casa.
–Ahora cierra los ojos – dijo juguetón. Yo lo obedecí y me dejé guiar. Edward abrió una puerta y dimos varios pasos hacia el interior – muy bien, ya los puedes abrir…
Un suspiro quedó atorado en mi garganta, tráquea, pulmones y por todo lugar donde tuviera que pasar el aire en mi cuerpo. Era el vestidor. Era el más bello que hubiera podido imaginar, estaba segura que ni Jimmy ni yo, hubiéramos podido diseñar algo como eso. Grandes puertas albergaban closets individuales que facilitaban la clasificación de la ropa; una pared entera llena de cajones de todos tamaños y repisas para colocar desde bolsos hasta sombreros y grandes accesorios. Otras puertas escondían una gran zapatera y frente a ellas, un enorme espejo de 3 paños del piso al techo. Era divino y enorme.
–Olvidaba decirte que también tiene una casa para invitados a un lado del jardín ¿Quieres verla? – dijo sacándome de mi ensueño.
–Creo que confío en ti cielo.
–Entonces ¿Te gusta? – me abrazó.
–¿Estás hablando en serio? – respondí algo nerviosa – es increíble ¡Me encanta!
–¿Tanto como para vivir aquí por muchísimos años? – tenía mi labio inferior entre sus dientes.
–Tanto como para algo más que eso – mi lengua se adentró en su boca y después de un intenso beso que nos obligó a buscar oxígeno, tomó mi mano y puso unas llaves en ella.
–Bienvenida a su nueva casa, señora Cullen…
–¡Edward!
Ya teníamos casa. Una casa exactamente como yo la había imaginado, que Edward había encontrado y me había regalado.
Toda la sorpresa de la casa hizo que un fuerte mareo me castigara. Si no hubiera tranquilizado a Edward hubiéramos acabado en el hospital pero por fortuna se calmó y solo me llevó a casa; cuando estuvo seguro de que solo había sido un común y simple mareo, regresó a trabajar no sin antes esperar a que llegara Choo para que me hiciera compañía.
Emocionada, le conté todo lo que había ocurrido y lo feliz que estábamos por nuestra nueva casa. Llamamos a Esme para contarle y empezar a planear la decoración; también llamé a mi madre que ya había regresado a Phoenix, estaba segura que daba brinquitos de alegría y me prometió ayudar a Esme con todo lo que hiciera falta.
***
–No creo que puedas librarte de tu despedida de soltera Bella – alegaba Alice.
–Estoy de acuerdo – Rose se le unió – no debes saltarte este importante evento que cambiará tu vida para siempre.
–No seas payasa Rose – rodé los ojos – y no insistan que no voy a ir a ninguna despedida de soltera.
–Pues cuanto lo sentimos pero desde este momento estás oficialmente secuestrada Darling – dijo el traidor de Jimmy – ¡Eh, eh! Sin protestar – añadió negando con el dedo.
–Tengo que avisarle a Edward – dije angustiada – se preocupará.
–El ya está avisado preciosa, además va en camino a “su” despedida de soltero, así que tú no te preocupes – Alice marcaba en su celular – si, ya vamos para allá…
Rose, Jimmy y Alice me miraban maliciosamente mientras Jane daba saltitos emocionada – ¡Todo está listo! ¡Vámonos! – dijo mientras Tanya se acercaba a Alice para hablarle en secreto y ésta negaba con la cabeza.
–¡No! – dijo muy decidida – tú vendrás conmigo, necesito que cuides de mi porque hoy quiero divertirme como Dios manda.
Jimmy puso cara de espanto pero Rose se acercó a mi y me dijo en voz baja – Ella ha cambiado Bella, te asombrarías de saber cuanto – sus palabras me desconcertaron pero preferí otorgarle el beneficio de la duda, Rose no era de las personas que se dejaban llevar por las primeras impresiones y tampoco era muy fácil de engañar.
Subimos a la camioneta y Tom nos llevó al bar donde muchas de mis amigas ya nos esperaban. La fiesta por supuesto, fue a puerta cerrada y al entrar, no pude más que reír mientras saludaba a las chicas que estaban disfrazadas con corsés apretados en colores brillantes, diminutos shorts sobre medias de red y gordas boas de plumas alrededor de sus brazos y cuellos, maquilladas muy exageradas con lunares en la mejilla y labios muy rojos, sin faltar las pelucas rubias, pelirrojas y morenas.
Apenas puse un pie dentro del lugar, se dieron a la tarea de disfrazarme como ellas y en pocos minutos, ya era una más del clan de chicas malas de algún lugar de mala muerte, hasta Jimmy estaba ataviado con peluca, boa, maquillaje y cabe decir que se veía espectacular.
–¡Por favor! Que alguien me tome una foto, le voy a encantar a Diego vestida así – rogó mientras hacía poses indecentes y todas moríamos de risa. Nos tomamos muchas fotos, cantamos con el Karaoke, comimos, ellas tomaron alcohol de todo tipo, bailamos y reímos a más no poder. De pronto, se apagaron las luces y se escuchó como reventaba un látigo y sólo una luz enfocaba el centro del pequeño escenario iluminando a una mujer sentada en una silla con las piernas muy abiertas y precisamente, un látigo en la mano. La mujer se puso de pie y con gran habilidad lo manejó haciendo poses sensuales y bailando eróticamente. Bajó del escenario y se acercó a mi tomándome de la mano y llevándome de vuelta al centro de él.
–¡Ahora aprenderás como seducir a un hombre Bella! – gritó alguna de mis amigas.
–¿Aprender? Yo creo que más bien tiene que enseñarnos como, mira qué ejemplar se lleva y además con premio doble – respondió otra de ellas.
–¡Sí, que nos enseñe! – gritaban – ¡Muéstranos como se hace Bella! – yo no podía parar de reír y decidí jugar un poco. Pasé la boa de plumas por mi cuerpo con movimientos eróticos y lentos; me inclinaba hacia delante mientras meneaba mi trasero como si lo estuviera vendiendo al mejor postor y mordía mis labios y hacía gestos, bailaba muy sexy y tocaba todo mi cuerpo con mis manos y mis amigas gritaban y chiflaban eufóricas por mis lecciones sensuales de baile.
–¡Eso Bella! ¡Uh, uh, uh! – yo seguía con mi enseñanza y ellas me animaban y aplaudían con cada uno de mis movimientos. La canción finalizó y yo respiraba agitada por el esfuerzo; agradecí a mi público y bajé del escenario para desplomarme en una silla mientras mis alumnas ponían en práctica los conocimientos adquiridos. Tomaba un poco de agua y respiraba ya más calmada cuando Tanya se acercó a mi.
–Bella ¿Puedo sentarme? – me preguntó y yo asentí algo reservada – Mira… yo sé que tienes razones para creer que soy una loca envidiosa, irresponsable y todo lo malo que se te ocurra y tienes razón; yo misma me empeñé en crearme esa imagen pero lo hice para protegerme… equivocadamente. – suspiró – Creí que portándome así, la gente se mantendría alejada de mi y no me haría daño; yo no tengo familia y ese ha sido mi modo de mantenerme a salvo de tanta gente malintencionada, pero no me dí cuenta hasta donde había llegado realmente. Me volví una persona amargada y además muy sola – bajó la cabeza – yo no quiero seguir así, yo no soy mala Bella, créeme y no te pido una oportunidad para ser tu amiga, tan solo te pido que me perdones por mis estúpidos comentarios, con eso me daría por bien servida...
–Tanya… – me sentí mal por ella y por todo lo que tuvo que haber pasado para levantar esa hosca barrera a su alrededor – no sé de lo que me hablas, yo no recuerdo que tú te hayas portado mal conmigo en algún momento – le sonreí y su cara se iluminó – ahora ve a quitarle a Alice esa botella de tequila porque presiento que acabará…
–¡Borracha! – dijimos las dos riéndonos a coro.
Mi despedida de soltera fue todo un éxito y yo terminé divirtiéndome horrores, tanto, que hasta que salimos del bar recordé que Edward estaba en la suya y no pude evitar hacer una fea mueca. Tanya, que además de mi era la única sobria, me acompañó a casa y una vez que estuvo segura de que estaba bien, se fue para llevar a Rosalie y Alice que literalmente estaban hechas un trapo.
Hice toda mi rutina de belleza y me acosté esperando a Edward, pero me dormí sin escucharlo llegar. A la mañana siguiente, su fuerte abrazo sobre mi cintura me despertó. Me giré y le di un beso en los labios. El los abrió instintivamente y su aliento alcohólico me hizo correr al baño. Me arrodillé frente a la taza devolviendo todo lo que había ingerido el día anterior. Sentí sus manos sostenerme la cintura y pacientemente esperó a que hubiera terminado.
–¿Ya estás bien, amor? – preguntó con voz aguardientosa mientras hacía un enorme esfuerzo por mantenerse despierto; hubiera podido jurar que seguía borracho – ¿Necesitas algo?
–Yo no, pero tú sí – me levanté despacio y me lavé los dientes rápidamente – vamos, acuéstate mientras te traigo un par de aspirinas o algo – obedientemente se fue directo a la cama y lo arropé con las sábanas pero traté de no acercarme demasiado para evitar que el olor a alcohol me pegara de nuevo.
–¿Cómo estuvo tu despedida, amor? – me giré para verlo y tenía enrollada la boa de plumas rojas que había dejado en la entrada de la casa. Ya había dormido lo suficiente y estaba bañado, afeitado y perfectamente bien vestido.
–No tan buena como la tuya – sonreí malévola porque sabía que la cabeza lo trituraba – pero no quiero saber qué hicieron ¿De acuerdo? – hice una mueca.
–No sé que te puedas estar imaginando Bella, pero para tú tranquilidad, fue en un billar y jugamos pool, póker, tiramos dardos, aullamos y tomamos como locos, tengo que admitirlo, pero solo eso; ninguna presencia femenina hizo su aparición por ahí, lo juro – me confesó.
–Yo confío en ti cielo, es en las otras mujeres en quien no confío – reconocí – pero bueno, olvidemos tu fiestecita y llévame a comer ¿Si?
–Lo que tú digas, solo dime que hiciste con esto anoche – me pidió intrigado.
–Oh no, tú tampoco querrás saber…
***
Un día antes de partir hacia Los Cabos me encontraba excesivamente nerviosa. Jimmy estaba en el vestidor haciendo mis maletas para mi luna de miel y no me dejaba acercarme para ver qué tipo de ropa metía en ellas, todo claro, por órdenes de Edward.
–¿No crees que esto es un poco inmaduro Jimmy?
–La verdad no, creo que es muy divertido mientras te pueda mantener en suspenso – rió con sarcasmo.
–Choo ¿Te harás cargo de todo junto con Esme y Reneé verdad? – reflejé un poco de angustia en mi voz.
–Claro tonta, vamos a tener todo listo para cuando regresen, menos la habitación de los gemelos, ya sabes que mientras no sepamos qué serán, Esme prefiere no hacer planes, y sí Bella, también ayudaré a Tanya como me pediste, solo espero que no te equivoques – admitió algo forzado.
–Ya verás que no, por lo pronto le diré que se prepare porque también irá a Los Cabos, hay que reservarle un boleto Jimmy.
–¿Bella?
–Tú confía, Choo.
–Ajá – respondió de mala gana.
–Ay Jimmy tan feo que te ves cuando haces esas caras, te verás horrible como mi dama de honor…
–¿Tú qué? – abrió los ojos tan grande que creí que se le saldrían – ¿Tú que cosa, Bella?
–Además de feo eres sordo – rodé los ojos – ¿Qué voy a hacer contigo, Jimmy Spencer?
Corrió a abrazarme con lágrimas en los ojos – ¡Gracias, Bella! ¡Gracias!
–¿Por qué lloras si sabes que no quiero que nadie lo haga? ¡Estoy feliz! No llores.
–Yo también soy muy feliz por ti pequeña, muy feliz.
***
EDWARD’S POV
Esa mañana partíamos toda la familia hacia Los Cabos. Era también la última mañana en la que despertábamos juntos Bella, los gemelos y yo porque nuestras madres querían mantener un poco la tradición y no nos dejarían volver a dormir juntos hasta que nos hubiéramos casado.
“Los gemelos”. Continuamente me sorprendía esos últimos días cuando me daba cuenta que hablaba de ellos como si ya estuvieran con nosotros; ya no podía verlos como un sueño o un deseo lejano. Eran algo tan real y tan palpable que formaban ya parte de nuestras vidas, lo único que faltaba era tenerlos en nuestros brazos.
Bella y yo estábamos tan felices por todo lo que nos ocurría, que ni el tema de saber el sexo de nuestros bebés empañaba nuestra felicidad. Yo esperaba que la curiosidad fuera tanta, que Bella no soportara y al final terminara accediendo y pudiéramos conocer el sexo de nuestros hijos, así yo podría comprarles todo lo que vieran mis ojos sin el temor de llenar una habitación con los juguetes y la ropa de un color equivocado. Deseaba tanto darles lo mejor que no veía la hora de saber si serían niños, niñas o un niño y una niña. Eso me tenía algo impaciente.
–¿Ya estás lista, amor? – la abracé por detrás mientras observaba todo el apartamento como despidiéndose de él. Apreté mis brazos un poco alrededor de su cuerpo y besé su cuello.
–Muy lista – dijo con la voz un poco rota, pero era comprensible, habíamos vivido tantas cosas en él tan intensas y en tan poco tiempo que no había duda de que yo también lo extrañaría mucho.
Bajamos y Tom nos llevó al aeropuerto; nos dirigimos al área de vuelos privados donde nos reunimos con los demás; estábamos todos impacientes y muy ansiosos esperando que nos indicaran que pasáramos a abordar nuestro avión. El vuelo se me pasó en un abrir y cerrar de ojos y antes de que pudiera darme cuenta de lo que pasaba a mi alrededor, ya nos encontrábamos abordando los característicos carritos de golf del resort que nos transportarían todo el tiempo que estuviéramos ahí.
Como sospeché, no tuve oportunidad de estar a solas con Bella ni un momento, mucho menos de robármela; estábamos muy bien custodiados por toda la familia y a mi, todo ese asunto me había dejado de parecer chistoso desde que subimos al avión. Pero no iba a molestarme, yo podía dormir separado de mi mujer y mis hijos un par de noches, por supuesto que podía.
La cena fue muy divertida. Ya estaban ahí muchos de nuestros invitados y lo que en un inicio era una cena sencilla, se transformó en toda una celebración con brindis de mi padrino, que era mi hermano Emmett, y Jimmy, que era algo así como la dama de honor de Bella. Todos estaban tan animados disfrutando de la velada, que aproveché el momento y arrastré a Bella a uno de los muchos pasillos que tenía el resort, la apoyé contra la pared y desesperado la besé intensamente.
–Dios Bella, no sé como voy a hacer para poder controlarme y no salir corriendo a buscarte para meterte en mi cama en la madrugada – decía contra su cuello – no quiero estar alejado de ti ni un minuto.
–Edward – dijo agitada – yo también voy a extrañar dormir junto a ti pero solo son dos noches amor…
–¡Edward Anthony! – la voz de mi madre me congeló – ¿Qué creen que están haciendo?
–Mamá por Dios, ¡Esto es ridículo! – espeté molesto – nos cuidan como si fuéramos un par de adolescentes calientes. Es el colmo – tomé a Bella de la mano y regresamos al salón con mi madre siguiéndonos los talones.
–Pues se comportan como si lo fueran – me regañó – contrólense por dos noches ¡Sólo dos noches, Edward!
Cuando la cena terminó, acompañé a Bella a su habitación y me despedí. Di mil vueltas en la cama sin poder dormir; necesitaba estar abrazado a su cuerpo o sentirla acomodada en mi pecho. Me desperté después de haber dormido un par de horas y llamé a Bella para bajar a desayunar.
Ese día fue entretenido; casi no me dieron tiempo de extrañar a mi mujer. Entre un juego de golf con mi padre, mi suegro y algunos invitados, pasó la mañana y por la tarde, salimos en un yate a dar un recorrido por la costa y haciendo la visita obligada a esas formaciones erosionadas de roca y que eran el sello distintivo de Los Cabos. Tuvimos de nuevo otra cena ya con todos los invitados y por fin pude estar con Bella un rato; según me había contado, estuvo todo el día en el SPA relajándose y haciéndose mil y un tratamientos para estar perfecta al día siguiente. Baños de seda, jacuzzi con hierbas, exfoliaciones con barro traído del medio oriente… todas esas cosas que le encantaban y que disfrutaba tanto.
Llegó la hora de retirarnos a las habitaciones y el momento de separarme de Bella también. Estaba disgustado por lo ridículo de la situación en la que nos encontrábamos, además de nervioso y ansioso, no podía creer que nuestras madres nos estuvieran haciendo eso. Ya en mi habitación me desvestí y me tumbé en la cama; me giré y sin pensarlo tomé el teléfono.
–¿Hola?
–Te diría que ésta es la última oportunidad que te daré para que pienses bien si quieres casarte conmigo pero creo que a estas alturas esa opción queda descartada ¿Verdad?
–Así es Ingeniero – adoraba su voz – siento mucho si usted pensaba que se podría librar de mí tan fácilmente.
–Nunca ha pasado eso por mi mente créamelo, al contrario, estoy feliz de saber que será mía bajo todas las leyes, religiones, ritos, cultos, porque pienso casarme bajo todos ellos con tal de hacerle imposible el separarse de mí.
–¡Uy! ¡Qué decidido!
–Así soy, aunque eso usted lo sabe muy bien.
–Creo que tengo una idea.
–Bien, aclarado ese punto, creo que es bueno que sepa que voy a hacerle el amor en este instante y por este inusual medio dadas las circunstancias, así que vayamos entrando en materia, póngase muuy cómoda señorita Swan, relájese y dígame que trae puesto, por favor…
–Edward… yo – titubeó – yo creo que quiero cumplir con lo que nuestras madres desean…
¡Puta madre! No me había casado y ya me estaban negando el sexo. ¡Inaudito!
–No puedo creer que esté suplicando por esto – dije decepcionado – duerme bien Isabella…
–Edward no…
–No te preocupes, amor – la corté – descansa, nos vemos mañana… ¿Bella?
–¿Si, cielo?
–Te amo…
–Te amo Edward y… gracias.
Aunque yo estaba que me llevaba el diablo no podía culpar a Bella por querer cumplir con lo que al menos a mí, me parecía una “absurda tradición”. Nuestra relación nunca fue normal desde un principio y jamás seguimos ninguna regla, vivimos nuestro amor como se nos fue presentando, y si podía darle a Bella ese gusto, si eso es lo que ella quería, iba a hacerlo sin quejarme, al menos no mucho.
***
Por fin el día había llegado. No quería admitirlo pero los nervios me estaban consumiendo. No podía estar de pie sin dejar de moverme y ni se dijera estar sentado, era imposible. Ese día no vería para nada a Bella hasta estar frente al juez y al padre que nos casaría, y para evitar que hiciera alguna trampa, Reneé y mi madre había mandado a Emmett, Jasper y Diego para que estuvieran frente a mi puerta desde muy temprano custodiándome. Desayunamos, intentaron distraerme un poco y Diego me convenció de tomar un masaje para calmarme que después de todo, me ayudó un poco.
Me cercioré con Emmett y Jasper que todo estuviera en orden para nuestro viaje, no podía haber ninguna falla. Había estado planeando esa luna de miel con mucha anticipación para que todo estuviera perfecto para mi esposa, y mientras repasaba los pendientes una y otra vez en mi mente, llegó la hora para empezar a arreglarme. Me di de nuevo otro baño y me afeité con mucho cuidado; no quise intentar nada nuevo con mi pelo; por experiencia sabía que los intentos de última hora eran inútiles y terminaría peor de enmarañado de lo que ya lo era por naturaleza.
Salí del baño y sobre la cama encontré mi traje. Era un chaqué de lino de un color marfil muy puro así como el pantalón y el chaleco; la camisa blanca impecable y la corbata y el pañuelo a juego de un color azul plúmbago. ¡Todo tenía que combinar! Era el lema de Jimmy esas últimas semanas y yo, iba incluido en eso. Terminé de vestirme y oportunamente Emmett llegó con un vaso de whisky que me tomé de una sola vez. Ya estaba listo.
***
BELLA’S POV
¿Cómo pretendía Edward que amaneciera descansada con esa llamada a media noche?
A decir verdad, me sentía un poco culpable; él no lo estaba pasando nada bien al tener que dormir solo y aún así le doy un tiro por la espalda al pedirle esperar una noche más; la verdad era que muy en el fondo yo si quería hacerlo, me sentía bien cumpliendo con ese último requisito para poder casarnos y Edward frustrado y molesto, porque lo estaba, accedió a pesar de que lo que le pedí no le hizo nada de gracia.
Con todo eso, me costó mucho trabajo conciliar el sueño. Mis nervios no eran pocos y mi mente tenía mil asuntos dándole vueltas al mismo tiempo. Como toda novia, quería que mi boda fuera perfecta, que estuvieran pendientes hasta del más mínimo detalle ya que no en vano nos habíamos muchas semanas organizando todo para que así fuera.
Como la boda era en la playa, quise que el tema fuera marino. Las invitaciones, las flores, las velas, y toda la decoración reflejarían con mucha sutileza los colores elegidos para crear el ambiente. Las mesas con manteles blancos y la más fina cubertería harían juego con los centros de mesa, algunos con piedritas zen y caracoles y otros con flores blancas y azules. Mesas llenas de postres, golosinas y dulces de todo tipo junto a una fuente de chocolate acompañarían al gran pastel y en otra mesa, una fuente de champagne borbotearía rodeada de charolas de apetitosas fresas, mentas y minúsculas bolitas de duraznos.
Todo lo habíamos planeado meticulosamente para que fuera una celebración formal cuando se requiriera y más casual y divertida conforme avanzara la tarde y la noche pero sobre todo, lo habíamos hecho para compartir la alegría por nuestra unión con las personas que más cercanas a nosotros y que de algún modo formaban parte importante de nuestras vidas. Queríamos que todos disfrutaran y que se llevaran un buen recuerdo de ese día tan especial e importante para nosotros.
Todo tenía que salir bien…
Todo tenía que ser perfecto…
Todo tenía que estar perfecto…
Edward…
***
–Bella… Bella…
Una dulce voz me despertaba suavemente. Sentí hundirse la cama junto a mi y mi cuerpo fue rodeado por unos cálidos y tiernos brazos.
–Bella hija, hoy es el día – mi madre estaba junto a mi despertándome la mañana de mi boda, tal y como lo había soñado durante toda mi vida. Se acomodó abrazándome por detrás y me hablaba casi murmurándome al oído.
–Hoy por fin mi chiquita se casa… – suspiró – nunca creí que llegaría tan pronto este día, pasó demasiado rápido; en un abrir y cerrar de ojos mi hermosa Isabella se transformó en toda una mujer, una mujer que encontró su mitad perfecta en este mundo, un alma buena y protectora, me hace muy feliz que así sea…
–Mamá… – me dejó sin palabras.
–Sé una buena mujer, esposa, madre, amiga y amante Bella. Nada en el mundo te dará mayor satisfacción que eso, lo demás vendrá por añadidura y la felicidad se rebosará por tu gran corazón – sorbió por la nariz – no necesitaba decirte esto Bella porque ya eres todas esas cosas pero siempre me vi diciéndotelas este día. Te quiero hija y deseo que esta felicidad sea eterna para ustedes.
–Oh mamá – me giré y nos abrazamos muy fuerte – gracias mami por quererme tanto y por siempre estar ahí cuando te necesito, eres una gran mamá – dije con la voz ahogada en lágrimas – y por ti, soy la mujer de la cual estás tan orgullosa…
Nos abrazamos por un rato más alargando nuestro mágico momento de madre e hija. Un momento que toda mujer se merece el día de su boda y que debe guardar por siempre en su corazón.
–Siento mucho interrumpirlas pero tenemos un programa qué cubrir – Jimmy estaba apenado pero tenía razón – ambas tienen que empezar a arreglarse pero primero vamos a desayunar porque muero de hambre – dijo más alegre. Rose y Alice entraron al cuarto y detrás de ellas, el carrito con el desayuno. Tuvimos nuestro momento de chicas mientras devorábamos pancakes, fruta y jugo y se fueron para arreglarse.
Me di un baño tomándome mi tiempo para relajarme y después hidraté mi piel con especial cuidado. Al salir del baño envuelta en una suave bata de seda, ya me esperaban el estilista y el maquillista. Aarón y Brad respectivamente; los elegimos porque ya había trabajado con ellos muchas veces y conocían mis gustos, aunque ya habíamos hecho un par de pruebas la semana anterior y con todas ellas quedé encantada. Aarón recogió mi pelo en un elaborado moño y cuando me ponía el spray, el olor me pegó. Salí corriendo al baño como ya era costumbre.
–¡Dios Bella! Estas pequeñas se hacen notar – dijo Jimmy divertido – también quieren ser protagonistas de esto ¿Ya te sientes mejor?
–¿Pequeñas? – enarqué una ceja – si, ya me siento bien.
Aarón pudo continuar con mi peinado, luego Brad hizo lo suyo y una vez que hubieron terminado y me dejaron sola, me giré y pude ver mi vestido colgado en el gancho. Era muy bello. Desde que lo vi, supe que ese era el indicado. Blanco, strapless, y bordado con pedrería debajo del busto y suelto a partir de ahí. Nada más. Era perfecto, sencillo y elegante.
–Bien Bella, ya llegó el momento – dijo ahogando un sollozo y lo abracé – Bella…
–Shhh, yo lo sé Jimmy – traté de reprimir las lágrimas – yo también te quiero – sobraban las palabras entre nosotros – ahora ponme ese vestido y dime que me veo muy linda, anda…
Como si me hubiera estado esperando para estar lista, entró mi padre, que apenas pudo avanzar unos pocos pasos hacia mi.
–Isabella… – su mirada me recorrió de arriba abajo, con los labios entreabiertos – hija, estás preciosa – pude ver sus ojos brillar.
–Papá – acorté el espacio entre nosotros y lo abracé emocionada – gracias papá, gracias…
–¿Por qué me agradeces pequeña?
–Porque gracias a ti Edward pudo ir a buscarme, creíste en él y en el amor que me tiene, gracias por confiar en él.
–Te mereces un buen chico junto a ti y él lo es, así como él también se merece una buena chica como tú y yo merezco ser el abuelo de muchos pequeñines – sonrió, besó tiernamente mi frente y metió su mano en el bolsillo de su elegante chaqueta – estos aretes se los compré a tu madre cuando supimos que te estábamos esperando; nos separamos pero decidimos que yo los guardaría hasta que llegara este día, es nuestro regalo para ti hija, son tuyos Bella.
Abrí la cajita y un par de brillantes y hermosos aretes descansaban en el oscuro terciopelo; un gran diamante colgaba de cada uno de ellos, los tomé y me los puse… algo usado.
Papá salió de la habitación y Esme entró enseguida. Me tomó la mano y me hizo girar para verme bien.
–Bella, te ves tan linda – me dijo con dulzura.
–Muchas gracias Esme – respondí tímidamente.
–No dejo de agradecer por el día que llegaste a casa con Rosalie – acarició mi mejilla – mi Edward no tuvo ojos para nadie más desde que te vio, lo noté inmediatamente y supe que no te dejaría escapar. Le cambiaste la vida Bella, me devolviste a mi hijo y también gané otra hija, soy muy feliz por ustedes ¡Y por mis nietos! No veo la hora para empezar a decorar ese cuarto, azul y rosa… ya tengo muchas ideas, te van a encantar.
–¿Azul y rosa? – pregunté intrigada.
–Serán un príncipe y una princesa – aseguró feliz – ya lo verás pero olvida eso por ahora, toma – puso un broche para el pelo en mi mano; era de brillantes y zafiros.
–Esme…
–Me lo regaló mi madre cuando me casé, te lo presto, lúcelo este día Bella – me lo colocó a un lado del moño y me miré de nuevo al espejo… algo prestado.
Rosalie entró sigilosamente a la habitación y me miró sonriente. Se agachó y levantó la orilla de mi vestido.
–¡Rose! ¿Qué haces?
–Poniéndote algo azul, espérate no te muevas que puedo picarte.
–¿Picarme? ¿Rosalie? – pregunté alarmada.
–Compré esto en un pueblito cerca de la villa de Diego – decía metida bajo mi vestido – una viejecita me dijo que si ponías esta medallita con este lacito azul debajo del vestido de una novia, tú serías la próxima en casarte – se levantó por fin – y yo Bella ¡Muero por casarme con Emmett!
Reímos juntas – Gracias, Rose – ya tenía algo azul.
–¡Bella, ya es hora! – entró Alice gritando y luciendo hermosísima, me abrazó y acarició mi abdomen – nada de hacer sentir mal a mami pequeños, a portarse bien eh.
–Ay Alice ¿tú eres del equipo de los niños? – me hacían gracia las predicciones de todos.
–Claro, un par de nenes hermosos como su tía – sonrió feliz y Rosalie bufó.
–¡Niñas! – dijo exasperada – ¡Son niñas!
***
EDWARD’S POV
Estaba de pie bajo la pequeña cúpula. Tenía la mirada fija en el inicio del pasillo para verla caminar hacia mi. No existía nada más importante para mí en esos momentos que estar pendiente de su llegada. Sentía las manos frías y la boca seca. Ya había logrado poner nerviosa a mi madre con mis propios nervios y mi padre asentía mirándome para calmarme un poco.
Los primeros acordes del Canon de Pachelbel se empezaron a escuchar y todos se pusieron de pie. Se me erizó toda la piel y aún no veía a Bella. Alice apareció caminando lentamente en el pasillo, se veía muy linda; Rose la siguió y escuché a Emmett aclararse la garganta. Jimmy muy serio y formal se avanzaba hacia la cúpula donde el padre esperaba la llegada de Bella para empezar la ceremonia, y de pronto la vi…
Iba tomada del brazo de su padre. Un velo cubría su rostro pero sabía que no podría verse más hermosa. Con pasos lentos fue acercándose a mí; parpadeé varias veces; algo nublaba mi vista y no supe qué era hasta que una tibia lágrima corrió por mi mejilla.
Se me hizo eterno el tiempo que se tardó en llegar hasta mí y cuando al fin lo hizo, extendí mi mano hacia ella, la tomó y Charlie colocó la suya sobre las nuestras…
Nos miramos unos segundos y sonreímos.*
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Gracias PattinsonWorld.